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Neorrealismo.
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21-Octubre-2020

Tras la caída de Mussolini y el fin de la Segunda Guerra Mundial, Italia y su industria cinematográfica quedaron en ruinas. Fue entonces cuando surgió un movimiento cinematográfico que cambiaría la historia del cine para siempre: el neorrealismo italiano. Obsesionados con mostrar la realidad y con escasos medios para filmarla, sus realizadores transformaron los modos de filmar pero, sobre todo, la manera de concebir el cine. Desde los años 20 del siglo pasado y hasta 1945, debido al régimen dictatorial que sufría el país, el cine italiano estuvo sometido a una enorme censura. Las películas realizadas durante el mandato de Mussolini no tenían permitido mostrar realidades sociales, como la pobreza o la delincuencia, viéndose obligadas a dar la imagen de una nación intachable en sus múltiples películas, históricas y musicales.

A la izquierda, bombardeos sobre el barrio de San Lorenzo en Roma. A la derecha, la Basílica de San Lorenzo en Roma tras los bombardeos del 19 de julio de 1943.

Ossessione (1942, Visconti) es considerada por algunos estudiosos como la primera película de este movimiento, aunque no existe consenso sobre ello. Me limitaré a señalar que se trata de la obra que abre camino a la nueva manera de hacer cine de los italianos, una importante obra de transición que desafía a la censura. Será en Roma, città aperta (Rossellini, 1945) donde al fin podremos hablar de un claro neorrealismo italiano. A partir de los años 50 el cine en Italia comenzará a evolucionar, alejándose paulatinamente del neorrealismo. Una cierta estabilidad política y económica, el aumento en el presupuesto para las producciones, o la reconstrucción de estudios que habían sido abandonados o destruidos (Cinecittà entre ellos), facilitarán el cambio de gusto en los espectadores, que desearán ya encontrarse con películas de un tinte más optimista y esperanzador. Esta búsqueda de cierto optimismo será la que llevé al fracaso Umberto D. (1952, De Sica), película con la que, para muchos, finaliza el neorrealismo italiano.

"Querido señor Rossellini: He visto sus dos filmes, Roma, ciudad abierta y Paisà [...]. Estoy dispuesta a acudir para hacer una película con usted. Ingrid Bergman.” Así empezó una de las historias más sonadas del mundo del cine de la segunda mitad del siglo XX. A la vez que en la Europa de posguerra se estaba gestando una revolución cinematográfica que resultaría en el Neorrealismo italiano, la actriz sueca Ingrid Bergman, con una afianzada carrera en Hollywood, quiso expandir sus horizontes profesionales y envió esta carta al director Roberto Rossellini en 1949. Se convirtieron en pareja casi en el mismo momento de empezar el rodaje de la que sería la primera de sus cinco películas juntos, Stromboli (1950). En la imagen se puede ver a la pareja en abril de 1949, no lo habían confirmado todavía pero su complicidad indicaba que la relación iba más allá de lo profesional. El director dejaba atrás a su mujer, su hija y su amante. Y la actriz, quien al final de su carrera había ganado tres Óscars, también había dejado a su familia en Estados Unidos, por lo que fue duramente juzgada por la opinión pública. Tuvieron un hijo y pocos años después se separaron. Ella retomó su carrera cinematográfica, en la que aún cosecharía grandes éxitos y reconocimientos por su gran trabajo como actriz.

El neorrealismo italiano posee unas características propias que lo diferencian de todo lo que hasta entonces se había realizado en el cine, siendo el movimiento más cercano a la realidad social de su momento. Se convirtió en documento de toda una época, mostrando la cotidianidad de las personas y de sus problemas tras el fin de la guerra. Una de sus principales características fue la austeridad patente en sus obras. Se debía a las condiciones en las que se rodaban sus películas, con escaso presupuesto, e incluso lograban por medio de este aspecto austero un mayor acercamiento al espectador. La escasez de medios condujo a los realizadores a las calles, al mismo tiempo que llevó a sus gentes de a pie a la gran pantalla. A falta de estudios disponibles, los escenarios naturales fueron los más utilizados en sus películas. Además, la contratación de actores no profesionales nos remite de nuevo a esa doble condición presente en su austeridad: es tanto efecto del bajo presupuesto como causa generadora de un mayor realismo.

Germania, anno zero.

Por último cabe destacar la importancia de las historias y sus personajes en este cine. Son historias cercanas a la realidad del espectador del momento, aunque lo más importante en ellas son sus personajes. Los sentimientos de sus protagonistas poseen una mayor relevancia que la trama en sí, siendo el diálogo un elemento de gran peso para estas películas, donde se utilizan distintos dialectos para dotarlas de mayor realismo. El realismo que persiguen sus autores también se consigue en parte gracias a la técnica, con acciones sin corte en escenas que se fragmentan lo mínimo posible.

La ópera prima del neorrealismo italiano. Inicia la trilogía de la guerra de Rossellini (junto a Paisà y Germania, anno zero). Presenta historias verdaderas de diferentes personajes tras la ocupación nazi de Roma. Obtuvo la Palma de Oro en Cannes y una nominación al mejor guión en los Oscar.

Con esta obra Vittorio de Sica pasa de actor a director. Narra la historia de un hombre al que, en su primer día de trabajo, le roban la bicileta, un medio indispensable para realizar su tarea. El actor protagonista de una angustiosa búsqueda por la ciudad de Roma era, en la vida real, un obrero. Consiguió el Globo de Oro y el BAFTA a la mejor película extranjera, así como la nominación al mejor guión en los Oscar.

Cierra su trilogía de la guerra, siendo la más pesimista de las tres películas. Rossellini nos muestra el mundo en ruinas de la realidad italiana desde los ojos de un niño, con un trágico final sin cabida en Hollywood en su época. De nuevo el horror de la guerra es protagonista, como ya ocurría en Roma, città aperta.

Giuseppe de Santis retrata la vida de quienes trabajan en los arrozales del norte de Italia. Su protagonista inicia un viaje hacia un lugar nuevo, donde poder ganarse la vida en los arrozales. Su argumento le valió una nominación para los Oscar. Como curiosidad, fue durante el rodaje de esta película cuando la actriz Silvana Mangano conoció al que sería más tarde su marido, el famoso productor Dino de Laurentis.

En este caso supone una excepción dentro del enorme realismo presente en estas películas. Considerada como “cuento neorrealista”, se aleja del habitual mensaje pesimista gracias a lo entrañable de su fantasía. Un joven huérfano, Toto, vive en los suburbios de Milán, lugar cuyos habitantes se verán forzados a abandonar tras el hallazgo de petróleo en la zona. Obtuvo la Palma de Oro en Cannes.

Más allá de esa frontera que marca el fin del neorrealismo en 1952, es la obra maestra que supone la conclusión de este período para numerosos autores. Catapultará a la fama mundial a la pareja formada por Giulietta Masina y Federico Fellini. La joven Gelsomina acompaña al mezquino Zampanò (Anthony Quinn) en una gira circense. Fellini había colaborado con Rossellini en el guión de Roma, città aperta, siendo en La Strada donde llevará a cabo un homenaje a sus dos pasiones: el neorrealismo italiano y el mundo del circo y el espectáculo.

El árbol de los zuecos (en italiano: L'albero degli zoccoli; en Milanés L'albor d'i socui - Arbur di socur) es una película italiana estrenada en 1978, escrita y dirigida por Ermanno Olmi, que trata sobre la vida cotidiana de un grupo de campesinos de la región de Lombardía a finales del siglo xix. La película contiene muchos elementos del Neorrealismo italiano, como el acento puesto en las vidas de los sectores más pobres y humildes, y la utilización de campesinos locales reales en lugar de actores profesionales. Obtuvo catorce premios internacionales, incluyendo la Palma de Oro en el Festival Internacional de Cine de Cannes de 1978 y el Premio César a la mejor película extranjera. La versión original de la película está hablada en bergamasco, dialecto del lombardo. La película incluye escenas de distintas costumbres campesinas, y entre ellas se muestra la matanza real de animales, como la evisceración de un cerdo todavía vivo. En una entrevista realizada por el American Film Institute, Al Pacino destacó a este filme como una de sus películas favoritas.

Rocco e i suoi fratelli es un ejemplo de cómo el neorrealismo italiano y sus características sobrepasan las fronteras de su tiempo. Visconti retrata la evolución de una familia del sur en Milán, presentando la historia con crudo realismo social. Alain Delon protagoniza esta historia que, si bien queda lejos del neorrealismo en tiempo, se muestra muy cercana en la manera de concebir y presentar el cine.

Hablamos de esta película en esta misma sección.

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