| Boris Johnson parte con varios cuerpos de ventaja en la carrera 
                    de diez candidatos a la sucesión de Theresa May como líder 
                    conservadora.  Con el actual titular de la Secretaría de Exteriores, Jeremy 
                    Hunt, subiendo enteros y con el secretario de Medio Ambiente, 
                    Michael Gove, luchando por mantener vivas sus aspiraciones 
                    tras confesar que esnifó cocaína "varias veces" en sus años 
                    de periodista. Johnson contó de entrada con el respaldo de 
                    61 diputados 'tories', frente a los 34 de Hunt y Gove, seguidos 
                    el del ex ministro del Brexit, Dominic Raab (24), el titular 
                    de Interior, Sajid Javid (19), y el de Salud, Matthew Hancock 
                    (12). Los otros cuatro aspirantes, entre ellos la ex portavoz 
                    del Gobierno ante el Parlamento, Andrea Leadsom, luchan aún 
                    por conseguir el mínimo de ocho diputados requeridos para 
                    poder participar en la primera "eliminatoria" prevista para 
                    el 13 de junio. Los dos más votados participarán al final 
                    en las elecciones internas abiertas a los 160.000 militantes 
                    conservadores. El nombre del sucesor de May y futuro inquilino 
                    de Downing Street se sabrá en el tercera semana de julio, 
                    con la soga del 31 de octubre como la nueva fecha del Brexit 
                    despuntando en el sombrío horizonte. "Elegir a Boris Johnson o a cualquier otro partidario del 
                    Brexit 'duro' es el camino más directo hacia las elecciones 
                    anticipadas", ha advertido de antemano la secretaria de Trabajo 
                    y Pensiones Amber Rudd, en el momento de dar su respaldo a 
                    su colega Jeremy Hunt, respaldado sobre la marcha por otros 
                    dos pesos pesados del gabinete: la secretario de Defensas, 
                    Penny Mordaunt, y el secretario de Comercio Internacional, 
                    Liam Fox. Hunt fue precisamente el primero en lanzar su candidatura, 
                    con la garantía de su experiencia de este último año como 
                    secretario de Exteriores, su buena relación con la canciller 
                    Angela Merkel y la promesa de convertirse en "un primer ministro 
                    que pueda negociar con mejores opciones en su mano". Pese 
                    a su implicación en el acuerdo fallido negociado por Theresa 
                    May, Jeremy Hunt, 52 años, con su experiencia de empresario 
                    previa a la de político, goza de una credibilidad en el sector 
                    moderado del partido y ha lanzado un guiño a la dura anticipando 
                    que el 'no acuerdo' vuelve a estar sobre la mesa. Sus declaraciones 
                    a favor de restringir a la mitad (de 24 a 12 semanas) el tiempo 
                    máximo permitido para una aborto legal ha despertado sin embargo 
                    cierta inquietud entre sus correligionarias. Presionado por el sector euroescéptico de su partido, el 
                    entonces primer ministro británico, David Cameron, resolvió 
                    convocar la consulta el 23 de junio del 2016 para que los 
                    británicos decidieran con su voto si deseaban o no abandonar 
                    la UE. Cameron necesitaba cohesionar al Partido Conservador 
                    ante el avance del euroescepticismo y del populista partido 
                    UKIP de Nigel Farage. El 51,9% de los votantes apostaron por 
                    el ‘brexit’, frente al 48,1% que votó en contra. Hubo divisiones 
                    importantes dentro del país: Inglaterra y Gales apoyaron la 
                    marcha de la UE, Escocia e Irlanda del Norte en cambio votaron 
                    la permanencia. Ahora, la sucesora que vivió años 
                    muy dificiles, Theresa May, entroncada en su voluntad de hacer 
                    resperar la voluntad de las votaciones deja el conflicto en 
                    el aire. Tres años después, ante el pelotón de fusilamiento 
                    de sus propios compañeros conservadores, Theresa May había 
                    de recordar el momento en que abrazó con ingenuidad redentora 
                    la promesa del Brexit. Cegada por la lealtad a un partido 
                    al que dedicó su vida, no entendió que su elección por descarte, 
                    cuando ninguno de sus rivales tuvo las agallas de hacerse 
                    con las riendas de una formación en proceso de descomposición 
                    por la eterna cuestión de Europa, era el primer paso hacia 
                    un fracaso inevitable. Y un empeño imposible. La dimisión 
                    de May resucita la amenaza de un Brexit salvaje, donde pierde 
                    Inglaterra y Europa. 
                    
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 El origen de la edificación que hoy alberga 
                          la residencia del primer ministro de Reino Unido podría 
                          cifrarse en 1732. Ésta fue entregada por el Rey George 
                          II a Robert Walpole en agradecimiento a los servicios 
                          prestados. En lugar de quedársela a título privativo, 
                          Walpole mencionó que ésta debería de convertirse en 
                          residencia del que ocupase el cargo de primer ministro, 
                          y así se mantiene en la actualidad.  Downing Street es en realidad la suma 
                          de tres espacios que en su día fueron independientes 
                          y que juntos suman más de 100 habitaciones. Las tres 
                          casas eran una mansión con vistas a St. James Park, 
                          una casa adosada y una cabaña o casa rural (cottage). 
                          Una vez cedidas por el rey Jorge II se llevó a cabo 
                          un proceso de reestructuración integral que jamás se 
                          ha culminado, dado que periódicamente debe ser reformada. 
                          Por ello, y aunque resulte extraño, la mayoría de primeros 
                          ministros que ha habido no han utilizado esta residencia, 
                          o no al menos durante la totalidad de su mandato. La 
                          residencia privada, donde el primer ministro y su familia 
                          viven y a la cual no se puede acceder está ubicada en 
                          el tercer piso.  |   Los euroescépticos se vuelcan en la candidatura de Boris 
                    Johnson para salvar el Brexit. El exalcalde de Londres ofrece 
                    unir al partido y al país si se hace con el liderazgo conservador. 
                    La única persona capaz de derrotar a Boris Johnson sería el 
                    propio Boris Johnson. El exalcalde de Londres presentó 
                    su campaña para liderar el Partido Conservador, arropado por 
                    los principales euroescépticos de la formación. Cualquier 
                    duda sobre su imprevisible carácter o su programa político 
                    ha quedado aparcada, ante su promesa de que el Reino Unido 
                    saldrá de la UE el 31 de octubre, con o sin acuerdo. “Después 
                    de tres años de debate y dos fechas de salida aplazadas,debemos 
                    abandonar la Unión Europea el próximo 31 de octubre”, anunció 
                    Johnson. “Un retraso sería una derrota. Un retraso significa 
                    entregar el poder a [Jeremy] Corbyn [el líder del Partido 
                    Laborista]. Una nueva patada hacia adelante de la pelota y 
                    estaremos muertos”. Era la metáfora para expresar el terror 
                    extendido entre todos los diputados conservadores de que el 
                    desastre del Brexit puede arrasar por completo el apoyo electoral 
                    del partido, en beneficio del ultranacionalista Nigel Farage, 
                    y que ese fraccionamiento del voto de derechas sería el trampolín 
                    para la victoria de los laboristas en unas elecciones.  Por eso los principales euroescépticos de la formación han 
                    decidido obviar las numerosas dudas que sigue levantando la 
                    atrabiliaria e imprevista personalidad del exalcalde de Londres 
                    y apostar por su liderazgo. “Boris Johnson nos ha convencido 
                    de que hará lo correcto. Y sabemos que, como primer ministro, 
                    haría las mismas cosas que hizo como alcalde. Porque no se 
                    sitúa a la derecha del partido, aunque sea el candidato elegido 
                    por el ala derecha. Boris es más bien lo que llamamos un One 
                    Nation (Una Nación) tory, y su posición está en la margen 
                    izquierda de la organización”, explicó Steve Baker, 
                    el número dos del Grupo de Investigaciones Europeas [la organización 
                    parlamentaria que agrupa a los euroescépticos]. Baker se ha 
                    especializado en disciplinar las filas de sus diputados y 
                    asegurar los apoyos. 
 Su campaña está siendo muy calculada, con apariciones mínimas 
                    ante los medios y un intento de transmitir la seriedad y el 
                    rigor que no ha tenido en los últimos años. Fue todo un golpe 
                    de efecto que la estrella invitada para presentar al candidato 
                    fuera Geoffrey Cox, el abogado general del Estado. Este brillante 
                    abogado ha sido leal hasta el último minuto a Theresa May, 
                    le ha plantado cara en las reuniones internas del Gobierno 
                    para explicarle lo que podía y no podía hacer jurídicamente, 
                    ha defendido apasionadamente el plan del Brexit de la primera 
                    ministra ante un Parlamento hostil, y, sobre todo, tiene la 
                    fama de metódico y riguroso de la que Johnson carece. “Son 
                    tiempos extraordinarios y necesitamos imaginación política 
                    y capacidad de liderazgo, en vez de respuestas burocráticas, 
                    para estar a la altura del reto”, ha dicho Cox. Johnson aparece 
                    ahora mucho más centrado y decidido a dar la batalla que hace 
                    tres años, cuando la puñalada por la espalda de su entonces 
                    aliado y hoy rival, el ministro de Medio Ambiente, Michael 
                    Gove, le llevó a retirarse de la carrera el mismo día en que 
                    tenía previsto lanzar su candidatura. Ayer se presentó como 
                    el único capaz de hacer frente a las amenazas que suponen 
                    para el Partido Conservador Nigel Farage y Jeremy Corbyn, 
                    prometió acabar con las divisiones en el partido y en el país 
                    provocadas por el Brexit, y anunció un conservadurismo con 
                    preocupaciones sociales y medioambientales. Frente a una prensa 
                    que no dejaba de preguntarle por sus errores pasados y sus 
                    meteduras de pata, no se salió del guion y recordó constantemente 
                    su exitosa etapa al frente de la alcaldía de Londres. 
 Brexit blando o Brexit duro, esa es la cuestión. 
                    El Gobierno de Theresa May se divide entre los partidarios 
                    de una salida suave de la Unión Europea y los que apuestan 
                    por una ruptura total.  ¿Brexit suave? Se trata del plan aprobado 
                    por el Gobierno de Theresa May. También se conoce como Brexit 
                    suave o, como le llaman sus detractores, BINO (Brexit In Name 
                    Only, Brexit sólo de nombre). En definitiva podría definirse 
                    como un Brexit sin Brexit. Contempla una zona de libre comercio 
                    entre el Reino Unido y la Unión Europea e incluso establece 
                    que los ciudadanos del resto de países de la UE pueden continuar 
                    viajando libremente al territorio para estudiar o trabajar. 
                    May pretende evitar la frontera irlandesa y poner a salvo 
                    a la industria británica haciendo que Reino Unido se mantenga 
                    dentro de la unión aduanera europea. También dentro del mercado 
                    único de productos y bienes agrícolas. Así, Londres se encontraría 
                    con la kafkiana situación de que deberá seguir acatando las 
                    reglas de la Unión Europea en este sentido, pero ahora sin 
                    tener ningún poder de decisión ni poder director en Bruselas. 
                    La estrategia aprobada el pasado viernes plantea una especie 
                    de área de libre comercio de mercancías que, entre otras cosas, 
                    obligaría a Reino Unido a respetar la normativa europea, sin 
                    participar en su creación. Esto traspasa claramente las líneas 
                    rojas marcadas por el sector euroescéptico del partido. El 
                    Brexit blando se entendería por la búsqueda por parte de Londres 
                    de un vínculo con la UE similar al que tiene Noruega, que 
                    no es miembro de la Unión pero que tiene pleno acceso al mercado 
                    único europeo. A cambio, debería contribuir al presupuesto 
                    comunitario, permitir a los ciudadanos de la UE vivir y trabajar 
                    en el país y asumir una gran parte de la legislación europea. 
                    Tras las últimas dimisiones, May insiste en su propuesta. 
                    La jefa de Gobierno británico asegura que su plan sienta unas 
                    bases de negociación con Bruselas “responsables y creíbles” 
                    y que la propuesta para una futura relación comercial con 
                    la Unión Europea va en favor del “interés nacional” de Reino 
                    Unido. 
 ¿Brexit duro? El Brexit duro, radical 
                    o limpio es que abanderan los ministros disidentes y los que 
                    todavía quedan dentro del grupo tory, los conocidos como ‘brexiteers’. 
                    Apuestan por una ruptura total con Bruselas. Se trataría de 
                    sacar al país no sólo de la UE, sino también del mercado común 
                    europeo y de la unión aduanera. La relación entre Reino Unido 
                    y los 27 Estados miembros restantes sería comparable a la 
                    actual de la UE con Canadá. Los ciudadanos europeos deberían 
                    solicitar permiso de trabajo para poder vivir y trabajar en 
                    el país, con lo que Reino Unido recuperaría el control de 
                    las fronteras y controlar la inmigración. En su carta de renuncia, 
                    Boris Johnson afirma que con el plan de May el “sueño” del 
                    Brexit “se está muriendo, ahogado por unas dudas innecesarias”. 
                    Considera que se trata de un “Brexit a medias” que convertiría 
                    a Reino Unido en una “colonia” de la UE. El gran problema de un Brexit blando es que 
                    el Reino Unido continuaría dentro la unión aduanera europea, 
                    por lo que no podría negociar acuerdos unilaterales con terceros, 
                    mientras que si mantuviera la libre circulación de personas 
                    dentro de la Unión tendría que seguir aportando fondos, por 
                    lo que sería una salida que prácticamente no cambiaría su 
                    actual participación con la Unión Europea. La otra posibilidad, 
                    la que generaría una mayor volatilidad e incertidumbre sería 
                    un Brexit duro, ya se tendrían que negociar nuevos acuerdos 
                    sobre todo en materia de circulación de personas y mercancías. 
                    Este escenario es el más negativo para las bolsas, y el que 
                    más podría empeorar las perspectivas económicas. Uno de los sectores más perjudicados seria la 
                    banca, ya que tendría que enfrentarse a nuevas regulaciones, 
                    con la duda sobre lo que ocurriría con el tratamiento de sus 
                    empleados no británicos. Sabadell y Santander son los que 
                    más exposición tienen en el mercado británico, por lo que 
                    en un primer momento serían los más penalizados. Es el caso 
                    de Sabadell, que cuenta con su mayor posición fuera de nuestras 
                    fronteras en Reino Unido, con el banco comercial TSB. Caso 
                    similar es el de Banco Santander, que su filial británica 
                    supone más de un 10% de sus resultados anuales. La depreciación 
                    de libra unida a nuevas regulaciones podría reducir sus beneficios 
                    en términos reales. Por otro lado, todas las empresas españolas 
                    que tengan un flujo de exportaciones e importaciones con el 
                    Reino Unido se verían gravemente perjudicadas, ya que habría 
                    que esperar a un nuevo marco comercial a partir de la salida. 
                    Además, muchas de las mercancías podrían empezar a gravarse 
                    con aranceles al no participar de mismo acuerdo comercial. 
                    Las empresas españolas con mayor exposición al mercado británico 
                    son las que mayor volatilidad podrían sufrir en el caso de 
                    que se produjera una salida sin acuerdo. Esta situación generaría 
                    grandes interrogantes sobre la viabilidad de sus negocios 
                    en un país que dejaría de ser miembro de la Unión Europea. 
                    Telefónica sigue con gran exposición a Reino Unido a través 
                    de su filial O2. A pesar de que ha intentado deshacerse de 
                    ella en dos ocasiones, continúa significando una de las mayores 
                    posiciones de la compañía de telefonía en Europa. Por último, 
                    IAG es el que más podría sufrir, ya que más del 30% de sus 
                    ingresos provienen de Gran Bretaña. Un paso atrás en materia 
                    de integración económica supone toda una incógnita para la 
                    liberta de capitales, libertad de fronteras y regulación aérea. 
                    Además del flujo constante de mercancías, el sector inmobiliario 
                    también se podría ver perjudicado en España, ya que los británicos 
                    tienen un peso muy importante tanto en el turismo hotelero, 
                    como en la compra de propiedades en zonas costeras. En España 
                    hay cerca de 300.000 británicos registrados, de los cuales 
                    115.000 están en edad de jubilación. Muchos de ellos viven 
                    en España con la pensión de su país de origen. Las comunidades 
                    más pobladas de británicos son Andalucía, Valencia y las Islas 
                    Baleares y Canarias, con una especial concentración en Alicante 
                    y Málaga. Desde hace dos años se ha experimentado una ligera 
                    reducción de británicos a la espera de la resolución final 
                    del Brexit, lo que afectaría al mercado inmobiliario local 
                    y al turismo de zona. La incertidumbre sobre cómo sería el 
                    tratamiento de los británicos en España en el caso de que 
                    hubiera un Brexit duro podría generar la paralización de la 
                    inversión británica hasta que se creara un nuevo marco legal. 
                    Desde hace varios meses la inversión británica ha disminuido 
                    mucho en nuestro país a la espera de la decisión que tome 
                    el Parlamento británico. Podría darse el caso de que los ciudadanos 
                    británicos necesitaran de visados para viajar a España, o 
                    que los que residen aquí pasaran a estar de manera irregular. ¿Que medidas se están barajando 
                    en Bruselas en caso de Brexit duro? La UE prolongará las licencias 
                    para los transportistas británicos y los conductores de camiones 
                    hasta fines de 2019: el intercambio de mercancías en carretera, 
                    sobre todo, puede seguir efectuándose en el puerto de Dover. 
                    Gran Bretaña debe aceptar esta medida. En estos nueve meses, 
                    se negociarán nuevas regulaciones o el transporte de camiones 
                    estaría sujeto a acuerdos internacionales. Esto significa 
                    que, por ejemplo, pueden limitarse las asignaciones de licencias. 
                    La UE también quiere extender parte del acuerdo de tráfico 
                    aéreo hasta un año: por ejemplo, las aerolíneas británicas 
                    podrán volar desde su base de operaciones a un destino en 
                    la UE por el momento, pero no pueden hacer escala. Es posible 
                    volar de Londres a París, pero no de Londres a París aterrizando 
                    antes en el aeropuerto de Roma. La Comisión de la UE advierte 
                    a sus Estados miembros de que, a partir del 30 de marzo del 
                    próximo año, se exigirán controles aduaneros, veterinarios 
                    y exámenes similares para las exportaciones procedentes de 
                    Gran Bretaña como se llevan a cabo con terceros países. Se 
                    ampliarán los puntos de control y la dotación de personal, 
                    sobre todo, en Francia, Países Bajos y Bélgica, por donde 
                    circula gran parte del tráfico de mercancías británico. Además, 
                    habrá muchas horas de espera en los puntos fronterizos. Los 
                    expertos han calculado que solo un registro de dos minutos 
                    en Dover llevaría a más de 40 kilómetros de embotellamiento 
                    en la frontera. ¿Que pasa con Irlanda? La Comisión 
                    de la UE no se ha pronunciado al respecto. En principio, en 
                    el caso de un "brexit” duro, debe haber controles aduaneros 
                    y una frontera dura entre Irlanda, miembro de la UE, e Irlanda 
                    del Norte, del Reino Unido. Pero Bruselas no quiere hacer 
                    comentarios sobre este tema tan controvertido. La Comisión 
                    recomienda a los 27 Estados miembros a agilizar, sin obstáculos 
                    burocráticos, el derecho a residencia y el acceso a las prestaciones 
                    de la seguridad de los ciudadanos británicos. Sin embargo, 
                    la competencia jurídica recae en cada uno de los países. Ya 
                    hay quejas en Holanda y Francia al respecto. El acceso a la 
                    UE para el mercado financiero del Reino Unido, conocido como 
                    "passaporting", finaliza el 30 de marzo del próximo año. "Esto 
                    será extremadamente perjudicial para la ciudad", afirma la 
                    Comisión de la UE. Se hace una excepción con la compensación 
                    de derivados. Esta puede continuar durante un año más, principalmente 
                    porque los proveedores de servicios financieros europeos no 
                    pueden aún asumir el volumen existente. En total, se trata de 14 medidas de emergencia. 
                    Sólo son válidas para la lista de actividades enumeradas. 
                    Todos los demás sectores económicos, la cooperación policial 
                    y en tema de seguridad con las agencias de inteligencia, el 
                    intercambio científico y mucho más no se verán afectados. 
                    La UE presupone que el Reino Unido pagará sus deudas, que 
                    cumplirá con las obligaciones contractuales que se han ido 
                    acumulando hasta ahora. Si fuese necesario, la UE obligaría 
                    a Gran Bretaña a hacerlo por la vía judicial. 
 El caso de Gibraltar es único. Hay referencias 
                    explícitas en la Comunicación y en los corrillos de funcionarios 
                    y expertos a que lo vale para todo Reino Unido no se aplicará 
                    en ningún caso a la Roca. Las razones son dos. La primera, 
                    que a partir de abril deja de aplicarse a Reino Unido y por 
                    tanto al Peñón el derecho comunitario, primario y secundario. 
                    La segunda, que los planes de contingencia son para evitar 
                    catástrofes y un perjuicio económico serio a la UE, y nada 
                    de eso aplica a Gibraltar. Puede ser un drama para la zona 
                    del Campo, pero no para el conjunto de los 27. Así, el territorio, 
                    que ayer fue obligado por la Comisión a recuperar hasta 100 
                    millones de euros en impuestos no pagados por empresas beneficiarias 
                    de ayudas ilegales en su sistema fiscal, quedaría todavía 
                    más aislado, en situación crítica y en algunos temas prácticamente 
                    en un limbo a su suerte. Todo pendiente de la buena relación 
                    con España para los intercambios mínimos diarios y para el 
                    reconocimiento de los derechos de trabajadores y el paso demercancías 
                    por tierra. Dado que sin acuerdo, tampoco vale ni el Protocolo 
                    establecido ni los cinco memorandos de entendimiento bilaterales 
                    ya firmados. En el peor escenario, los aviones británicos 
                    no podrían cruzar el espacio aéreo comunitario ni viceversa. 
                    Los bienes y servicios colapsarían las fronteras o las empresas 
                    financieras dejarían de poder operar recíprocamente. La situación 
                    es tan dantesca que se requieren planes de emergencia para 
                    que, en la medida de lo posible, se mitigue todo ese caos. En 1955, un grupo de políticos y ministros de 
                    diversos gobiernos se reunió en Mesina, Sicilia, para hablar 
                    del futuro de Europa. El debate se centró en cómo procurar 
                    al continente paz y prosperidad en lugar de la guerra y el 
                    derramamiento de sangre que habían sembrado el pánico en su 
                    suelo dos veces durante la primera mitad del siglo. Las deliberaciones 
                    no impresionaron al representante británico, que abandonó 
                    la conferencia afirmando: “De aquí no va a salir nada, y si 
                    sale, no funcionará. Y si funciona, será un desastre”. Es 
                    posible que la anécdota sea apócrifa, pero para muchos socios 
                    europeos el comentario resumía la actitud británica hacia 
                    la embrionaria Comunidad Económica Europea (CEE), nacida en 
                    1957, y la evolución del proyecto europeo desde entonces. 
                    La percepción de gran parte de Europa continental es que, 
                    desde 1955 hasta la actualidad, Reino Unido ha sido una grieta 
                    escéptica y eurófoba en un continente más unido y progresista. 
                    Para los que opinan así, el referéndum convocado por el entonces 
                    primer ministro, David Cameron, en Reino Unido, pone en peligro 
                    todo el futuro de la Unión Europea, y es una prueba más de 
                    que los británicos son, sencillamente, “malos europeos”. Reino Unido es el único miembro de la Unión 
                    Europea que nunca ha sufrido una invasión ni ha sido ocupado. 
                    El Partido Liberal Demócrata es el único de los tres principales 
                    partidos nacionales de Reino Unido que está, como lo ha estado 
                    siempre, decididamente a favor de la pertenencia a la UE. 
                    En este caso el problema es que el partido quedó prácticamente 
                    aniquilado en las elecciones generales de mayo de 2015. De 
                    ser un socio de los conservadores en el gobierno de coalición 
                    ha pasado a tener solo ocho escaños de los 650 de la Cámara 
                    de los Comunes. Es posible que el partido resucite y que algún 
                    día vuelva a ser una fuerza significativa en la política de 
                    Reino Unido, pero ese momento no ha llegado todavía, y en 
                    la campaña del referéndum apenas se oirá la voz de los liberal-demócratas. 
                   El último referéndum de Reino Unido sobre la 
                    cuestión de la pertenencia a la CEE se celebró hace 41 años, 
                    en 1975. En esa ocasión, el resultado fue una clara victoria 
                    de los partidarios del “sí”, pero esta vez el margen (por 
                    ambas partes) será mucho más estrecho. En 1975, los partidos 
                    políticos, los sindicatos, los líderes empresariales y la 
                    prensa nacional respaldaron el voto a favor de forma mayoritaria. 
                    Incluso Thatcher hizo activamente campaña por el ”sí”. Ahora, 
                    no es el caso. Las opiniones están mucho más divididas. Desde 
                    1975, Reino Unido es mucho más diverso culturalmente y más 
                    cosmopolita que nunca. En ciudades como Leicester, la mayoría 
                    de la población es de origen asiático, y Londres es un centro 
                    financiero y empresarial mundial con una de las poblaciones 
                    más mezcladas del planeta. Sin embargo, irónicamente, la actitud 
                    de Reino Unido apenas se ha vuelto más europea.  En Reino Unido el euroescepticismo se había 
                    asociado con una élite socialmente conservadora, chovinista 
                    y provinciana. Pero los nuevos eurófobos han ampliado y diversificado 
                    su base electoral, transformando un viejo y manido debate 
                    intelectual en una causa popular. Por razones geográficas, 
                    históricas y culturales la relación de Reino Unido con Europa 
                    ha sido siempre algo problemática, especialísima en su asimetría. 
                    Los británicos han tratado de conciliar su naturaleza insular, 
                    su vocación atlántica y la proximidad geográfica con Europa 
                    con la preservación de una identidad propia que hiciera compatible 
                    la integración con sus socios europeos y el respeto a su soberanía 
                    y costumbres políticas. 
                    
                      | Con el Parlamento británico completamente embarrado 
                          por el Brexit y con los dos principales partidos políticos 
                          en una crisis constante, muchos miran al resquebrajamiento 
                          de la política en el país cuando otros advierten sobre 
                          la otra cara del proceso de salida de Reino Unido de 
                          la UE, la más preocupante. No es otra que el estado 
                          de la economía británica una vez el país quede fuera 
                          del club comunitario. La incertidumbre que se ha generado 
                          y, sobre todo, la amenaza de salir abruptamente ha metido 
                          el miedo en el cuerpo a decenas de grandes empresas 
                          que tienen en suelo británico su sede y que temen que 
                          Reino Unido salga sin acuerdo de la UE. El cierre de 
                          la fábrica de Honda en la localidad de Swindon, situada 
                          en el suroeste de Ingalterra, para el año 2021 ha sido 
                          portada en los principales periódicos del país en los 
                          últimos días.  No es para menos. El fabricante japonés daba trabajo 
                          a 3.500 ciudadanos que ahora se verán en la calle y 
                          su clausura es un quebradero de cabeza también para 
                          las autoridades ya que esta produce actualmente unos 
                          150.000 coches al año (aproximadamente un 10% del total 
                          de la producción de automóviles en el Reino Unido). 
                          El presidente de la compañía no lo achaca al brexit, 
                          dice que es por «la reestructuración global» de su compañía, 
                          pero en las islas británicas todos creen que el futuro 
                          incierto al que se aboca el país ha tenido mucho que 
                          ver en la decisión. Sobre todo, porque lo llevan viendo 
                          desde hace meses, desde que la partida de ajedrez que 
                          juegan Londres y Bruselas parece imposible de resolver 
                          y la sombra del no acuerdo sobrevuela sobre el proceso. 
                          La fuga de empresas que se avecina si todo acaba mal 
                          puede ser devastadora para las arcas británicas y el 
                          último gran ejemplo de todo ello vino de alguien que 
                          pocos se esperaban. James Dyson es, quizá, el espejo 
                          en el que muchos emprendedores y empresarios británicos 
                          se miran para tratar de llegar a la cima del éxito. 
                          Él, ya se encuentra en ella. El fundador de la empresa 
                          que lleva su apellido, famosa por sus aspiradoras y 
                          secadores de diseño, es el hombre más rico de todo Reino 
                          Unido (se calcula que posee una fortuna de 12.000 millones 
                          de euros) y, además, es un ferviente «brexiter» que 
                          hizo campaña en su día por la salida de Reino Unido 
                          de la UE.  
 Sin embargo, antes de que suceda algo tan esperado 
                          por este magnate euroescéptico como es el Brexit, Dyson 
                          ha decidido sacar su empresa de Gran Bretaña para llevársela 
                          a Singapur. Un golpe que sorprendió y que ha llamado 
                          mucho la atención. Aunque quizá la mayor amenaza de 
                          todas, y la que más puede afectar económicamente hablando 
                          es la de la compañía Airbus. La empresa advirtió que 
                          se vería forzada a redireccionar sus futuras inversiones 
                          si se produce un brexit abrupto. El gigante aeronáutico 
                          europeo dejaría de fabricar sus alas de sus aviones 
                          en la isla, donde emplea a 14 mil personas. Este caso 
                          es otra ficha más en el dominó de empresas que no quieren 
                          jugarse permanecer en el país si esto pasa. Otras temen 
                          quedarse sin representación en suelo europeo y por eso 
                          muchas están anunciando su intención de trasladar sus 
                          sedes fuera de Reino Unido. Tanto la firma japonesa 
                          Sony, cuyo destino de su cuartel general será Amsterdam 
                          (sin trasladar ni oficinas ni trabajadores) como su 
                          principal rival, Panasonic harán lo mismo sobre todo 
                          debido a los problemas fiscales potencialmente creados 
                          por el Brexit. También otra histórica marca cuyos planes 
                          han cambiado por la incertidumbre provocada por el bloque 
                          político en Westminster es la histórica empresa de transbordadores 
                          de canales P&O. A principios de mes anunciaban que también 
                          se suman al carro de los que se marchan del país. A 
                          partir de ahora, su flota se volverá a registrar bajo 
                          la bandera chipriota. Las primeras que anunciaron su 
                          intención de mover su sede y oficina fuera de Reino 
                          Unido fueron las principales financieras, que buscan 
                          acomodo en Europa para no perder negocio. Dublín dio 
                          un golpe de mano en este aspecto con la confirmación 
                          por parte de dos gigantes como Barclays o Bank of America 
                          de que instalarán su sede europea en la capital irlandesa. 
                          También el banco de inversiones JP Morgan espera trasladar 
                          más puesto de trabajo intermedios y administrativos 
                          allí desde donde pretende realizar la gestión de riesgos 
                          y el procesamiento del negocio entre otras actividades. |  ¿Cual será el escenario dentro 
                    de unos años?  Si hay algo que celebrar, después de todo, es 
                    que esta decisión se tomará en Reino Unido, cuna del parlamentarismo 
                    moderno, meca del liberalismo político. Para Cameron una derrota 
                    en el referéndum supondría un final amargo a una carrera política 
                    caracterizada por la eterna supervivencia. Pero la casi segura 
                    irreversibilidad de esa derrota condenaría a toda una generación 
                    de británicos a soñar en pequeño. Hamlet, acto tercero, escena 
                    primera: “Ser o no ser, esa es la cuestión”. Hoy la pregunta 
                    es: Great Britain or Little England ? Pronto lo sabremos. «Cuando los nazis sobrevolaron los blancos acantilados 
                    de Dover, Gran Bretaña les combatió con valor, sin más compañía 
                    que bastantes pilotos de Europa del Este, Canadá, África y 
                    el Caribe. Cuando penetramos los secretos de la máquina de 
                    codificación Enigma de los nazis no necesitamos más que la 
                    ingenuidad británica y que unos espías polacos robaran una 
                    de esas maquinas. Estuvimos solos antes. Podemos hacerlo de 
                    nuevo ¿no lo creen?» Ésta es la conclusión del libro «La historia 
                    del Brexit», recientemente publicado en el Reino Unido en 
                    la colección Ladybird. Éste era el nombre de una editorial 
                    que publicaba libros educativos para niños, de tapa dura y 
                    formato reducido: 11,5 x 18 cms y 56 páginas -un número total 
                    de páginas casi inalterable- en las que se alternan una de 
                    texto con una de preciosistas ilustraciones de lo narrado 
                    en la página opuesta. La editorial nació en 1914 y marcó a 
                    generaciones de británicos, explicando los elementos de la 
                    vida y la sociedad. Desde la organización en una colmena de 
                    abejas hasta el funcionamiento de una fábrica de automóviles. 
                    Generaciones y generaciones de británicos, y de admiradores 
                    de esa cultura, educaron a sus hijos con esos libros que se 
                    daban para lectura en casa, en los ratos de esparcimiento. «Como a muchos de sus amigos, a Iggy no le interesaba 
                    mucho la política federal europea. Él no sabía si votar por 
                    la salida o por la permanencia. Él esperaba que hubiese una 
                    tercera opción para echar al primer ministro de una patada 
                    por la ventana. A él le hubiera encantado apostar por esa 
                    opción (…) El primer ministro organizó el referendo porque 
                    estaba seguro de que todo el mundo querría que las cosas se 
                    quedasen exactamente como estaban. Pero resultó que no todo 
                    el mundo estaba disfrutando tanto como el primer ministro. 
                    Así que el primer ministro salió corriendo». Como resumen 
                    de la historia del Brexit, no está mal. Pero afirmaciones 
                    como esa se dan después de explicar que los británicos son 
                    los únicos que tienen lo que hay que tener. «Gran Bretaña 
                    es una isla orgullosa. Durante siglos estuvimos solos. Ahora 
                    volvemos a estarlo. Otros países, como Croacia y España, necesitan 
                    ser parte de Europa, porque ellos, claramente, son cobardes. 
                    Pero nuestro país es especial y otros países se están poniendo 
                    a la cola para conseguir lo que tenemos para ofrecer, ya sea 
                    la música de Sting o cualquiera de nuestros quesos. Éste es 
                    el futuro».  «Evelyn hace mucha miel. La miel se vende en 
                    todo el mundo. La miel británica es muy popular. El Brexit 
                    ha facilitado mucho el trabajo de Evelyn. Puede poner lo que 
                    quiera a su miel y vendérselo a quienquiera que le plazca. 
                    Sin la miel de Evelyn, la economía británica colapsaría». 
                    Y la pregunta es si el Brexit permite que Evelyn venda en 
                    el mundo entero su miel ¿para qué necesitan los británicos 
                    un acuerdo? ¿Por qué no intentan venderla directamente en 
                    España, Alemania, Bulgaria, Dinamarca e… Irlanda? Cientos de miles de británicos tuvieron una 
                    infancia marcada por estos libros y miles lo habrán comprado. 
                    Un libro que también acusa a amplios sectores británicos, 
                    como cuando explica que «Diggory vive en Islington. Es un 
                    Parliamentary Private Secretary en el Departamento para la 
                    Salida de la Unión Europea. Ha dedicado los dos últimos años 
                    a cumplir con la voluntad del pueblo. No es la voluntad de 
                    nadie que él conozca, así que no ha hecho mucho por ponerla 
                    en práctica. “Alguien lo resolverá” se dice. “Lo hacen habitualmente”». 
                    Pero la mayor certeza de que, en contra de lo que dicen los 
                    apóstoles del Brexit, nosotros apostamos por la Europa de 
                    las libertades, de todas las libertades, es que la editorial 
                    que publica este libro que empieza con una diatriba contra 
                    España y Croacia y termina con otra contra Alemania, Penguin 
                    Random House UK, es propiedad de una casa editorial alemana: 
                    Bertelsmann. El libro de marras, en la libreria relacionada 
                    de este artículo. -------------------------------------------------------------------------------------------------------------- 
 
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