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25 - Abril - 2020
>>>> Paisajismo > Islandia VII

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La historia de Islandia es corta en comparación con la mayoría de los países europeos, ya que la presencia humana en la isla comienza a finales del siglo IX. También desde un punto de vista geológico, Islandia es una isla joven, pues se formó hace aproximadamente 20 millones de años tras una serie de erupciones volcánicas submarinas en la dorsal mesoatlántica. Las muestras de roca más antiguas datan de hace ca. 16 millones de años.

Islandia, una isla entre Noruega y Groenlandia, permaneció durante largo tiempo como una de las islas más grandes del mundo sin población humana. Islandia ha sido considerada por algunos como la tierra que el marino griego Piteas llamó Thule, pero la hipótesis no se sostiene en la descripción de una tierra poblada y abundante en leche, miel y fruta. Algunos investigadores no soslayan la posibilidad de un cambio climático, y consideran que el nombre de la vecina Groenlandia (tierra verde) podría indicar condiciones más favorables en el pasado. Los primeros colonos fueron los vikingos en el siglo IX, cuando centenares de personas emigraron debido a la falta de tierra cultivable en los países escandinavos y a las guerras civiles provocadas por la ambición de Harald I de Noruega. Antes de ellos solo habían estado de visita monjes irlandeses, que dejaron báculos y otros objetos eclesiásticos registrados en las sagas islandesas.

Harald I de Noruega hereda el trono de Noruega de su padre.

En 1904, 1923 y 1933 fueron descubiertas en Islandia 3 monedas romanas del siglo III, acuñadas durante el gobierno de los emperadores Aureliano, Probo y Diocleciano. La teoría más aceptada es que fueron llevadas ahí en una época bastante posterior. Por fuentes literarias se sabe que Islandia fue visitada por primera vez por monjes irlandeses (siglo VIII), que fueron expulsados por colonos vikingos a fines del siglo IX. Sin embargo, no se han hallado vestigios arqueológicos de tales asentamientos. El geógrafo irlandés Dicuil menciona en su libro De mensura Orbis terrae (ca. 825) un país de nombre Thule, con el que podría referirse bien a Islandia o al norte de Noruega, donde la oscuridad reina durante el invierno, pero en el verano la luz es tan fuerte que arranca los colores de las ropas. El historiador islandés Ari Þorgilsson escribió en el Íslendingabók (inicios del siglo XII) que los primeros colonos noruegos encontraron pequeñas campanas que habían sido utilizadas por los monjes irlandeses, pero no hay pruebas arqueológicas que sostengan esa aseveración.

Además del Islendigabók, los primeros asentamientos nórdicos son también descritos en el Landnámabók (finales del siglo XII). A mediados del siglo IX, marinos nórdicos alcanzaron las islas Shetland y las Feroe. Algunos de esos marinos se desviaron en su ruta y llegaron a la desconocida Islandia. Según el Landnámabók, el primer noruego en pisar Islandia fue un nombre procedente de la provincia de Agder llamado Naddoddr, que sólo permaneció en la isla por un breve tiempo. Cuando regresó a Noruega, llamó la isla Snæland (Tierra de nieve). El nombre con el que el país sería conocido posteriormente, Island (Tierra de hielo), fue de Hrafna-Flóki Vilgerðarson, también conocido como Hrafna-Flóki (Cuervo-Flóki), quien pasó el invierno en la playa de Barðaströnd, en el fiordo Breida. La primera persona en pasar el invierno en sus tierras fue sin embargo el sueco Gardar Svavarsson. De acuerdo al Landnámabók, el primer asentamiento permanente fue fundado en Reikiavik en 874 por Ingólfur Arnarson, en el mismo lugar donde actualmente se asienta la capital islandesa. Las investigaciones arqueológicas han demostrado que en el área de la ciudad actual hubo un asentamiento en la década de 870. En los siguientes años llegaron más colonos procedentes de Noruega, oriundos posiblemente de las regiones de Vestlandet y Hålogaland, pero también desde las colonias nórdicas en Irlanda, Escocia, el norte de Inglaterra, las Shetland, las Orcadas y las Islas Feroe. Posiblemente también llegaron colonos desde otras regiones nórdicas, como Suecia y Dinamarca, pero en números considerablemente menores. Los que llegaron desde las Islas Británicas quizás llevaban consigo esclavos y servidumbre de origen celta, como parecen demostrarlo algunos estudios genéticos en la población islandesa en el año 2000, realizados en el cromosoma Y (heredado entre varones), que sugieren que entre 20 y 25% de los islandeses tendrían antepasados irlandeses o celtas. Otro estudio de ADN mitocondrial (heredado sólo de la madre) sugiere que las raíces genéticas de la mayoría de la población islandesa se encuentran principalmente en Escandinavia y las Islas Británicas, pero también cuentan con elementos sami y de pueblos de Europa Central.

Los primeros jefes militares en llegar se adueñaron de la mayor parte de la tierra, que debieron repartir entre los colonos llegados posteriormente. El clima era más benigno, y además de tener ganado vacuno y ovino, los pobladores también subsistían de la pesca y la caza de ballenas y focas. El alimento era sin embargo limitado. En 1118 llegaron treinta y cinco barcos, de los cuales sólo ocho pudieron regresar a Noruega. La tripulación de los veintisiete barcos restantes hubo de pasar el invierno en Islandia, lo que originó escasez entre los pobladores de la isla. La inmigración en masa se explica con la sobrepoblación en Noruega, pero también por el descontento hacia la formación de un reino noruego unitario, que comenzó a forjarse con Harald I y que resultó en el debilitamiento de los poderes locales. A principios del siglo X islandeses bajo el mando de Erik el Rojo descubrieron Groenlandia, convirtiéndose así en los primeros descubridores europeos de América. Más tarde, alrededor del año 1000, miembros de una expedición, liderada por Leif Eriksson (el hijo de Eric el Rojo) fueron los primeros europeos en América continental. Pero sus intentos por establecerse en el nuevo mundo fallaron. Más tarde llegaron a Islandia escoceses e irlandeses, con lo que la población islandesa alcanzó los 40.000 habitantes a mediados del siglo X.

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Los recién llegados se organizaron en clanes y asambleas, en las que un propietario de tierra era aceptado como goði (el que organizaba los sacrificios a los dioses) y líder. El área de influencia de un goði era un goðorð. La independencia de los propietarios era grande y las decisiones comunes eran tomadas por una asamblea local. En 930 se reunieron en el área de Þingvellir representantes de todos los clanes en una gran asamblea común, que fue llamada Alþingi. Ahí se establecieron nuevas leyes, se resolvieron pugnas y se juzgó a los infractores. Las leyes no se escribían, sino que eran memorizadas por el lögsögumaður (intérprete de la ley). Úlfljótr fue el primer logsogumaður, electo por un período de tres años. Previamente, Úlfljótr había viajado a Noruega para elaborar una ley común a toda Islandia, la Ley de Ulvljot, puesta en práctica en 930 y basada en la ley noruega del Gulating.

La teórica independencia de los primitivos colonos noruegos les llevó a organizarse políticamente y a crear una especie de asamblea, el Althing, que fue instituida en el año 930, y es la primera organización de este tipo que, seguramente, ha funcionado en el mundo con un carácter nacional. En el siglo XI se produjo la cristianización de la isla, consolidándose a lo largo del siglo XII.

En 1264, Haakon IV de Noruega consiguió someterlos bajo su autoridad; aprovechando una fuerte crisis económica cambió a sus habitantes el suministro económico por la soberanía. Al ser nombrado rey de Dinamarca Olaf II, hijo de Haakon VI de Noruega y de la princesa danesa Margarita, Islandia pasó a ser una parte de dicho país. La Unión de Kalmar (1393) reafirmó los lazos de dependencia que la unían a Dinamarca. Islandia perdió sus derechos políticos, y se le impuso el luteranismo tras la muerte del obispo católico rebelde Jón Arason en 1550. El siglo XVIII supuso un grave retroceso de la población: epidemias (viruela), erupciones volcánicas, hambre; esta última motivada en gran medida por la mala administración económica de la Compañía Danesa de Islandia, que controlaba el comercio de la isla. El volcán Laki de Islandia hizo erupción en 1783, escupiendo 12,5 km³ de lava. Inundaciones, cenizas, humos siguieron a este desastre natural. Se contabilizaron 9.000 personas desaparecidas y el 80 por ciento de los animales muertos. La hambruna subsiguiente mató a una cuarta parte de la población de Islandia. Este período es conocido como "La neblina de vida difíciles" (en islandés, móðuharðindin).

RAZONES PARA IR A ISLANDIA

- Islandia Tierra de Hielo y Fuego.

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En Islandia se pueden vivir las 4 estaciones del año en un solo día.

Hasta el siglo XIX la ocupación fue aceptada sin que por ello surgieran problemas considerables, pero en 1809 la actitud de la Compañía Danesa de Islandia y el hecho de que la monarquía, movida por un criterio absolutista, suspendiera el Althing, provocaron el primer intento de autonomía nacional. Los daneses consiguieron mantener su autoridad, pero el movimiento de independencia de Islandia ya estaba en marcha bajo el liderazgo de Jón Sigurðsson, hoy héroe nacional. En 1814, por el tratado de Kiel, Islandia pasó a ser territorio danés y poco a poco fue recuperando a sus instituciones políticas. En 1843 Cristián VIII restableció la Asamblea Nacional con carácter de órgano consultivo y, en 1874, se llegó a la autonomía. A principio de los años 1880 se construyó el Alþingishúsið, la sede del Parlamento nacional. Este proceso culminó el 1 de diciembre de 1918, con la consecución de la autonomía política, con el Acta de Unión con Dinamarca. Durante la Segunda Guerra Mundial, las tropas aliadas ocuparon la isla para prevenir una ocupación alemana.

El 23 de mayo de 1944, Islandia declaró su independencia, y el 17 de junio de 1944 se proclamó república, con Sveinn Björnsson como presidente. Islandia ingresó en la OTAN y en el Consejo de Europa (1949), y en 1953 en el Consejo Nórdico. En 1951 Islandia cedió la base de Keflavík a las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos de América, que permanecieron allí hasta 2006. Entre 1959 y 1979 estuvo en el poder de una coalición de los partidos de la Independencia y Social Demócrata. A partir de 1971 se turnaron una serie de coaliciones, algunas de vida efímera, que, pese a que aglutinaron a casi todas las fuerzas políticas del país, no pudieron resolver la grave crisis económica.

Entre 1964 y 1976 se sucedieron una serie de conflictos con el Reino Unido, motivados por la ampliación de las aguas jurisdiccionales de Islandia (12 millas marinas en 1964, 50 en 1972 y 200 en 1975). Las llamadas guerras del bacalao provocaron una situación de guerra fría entre ambos países, que se resolvió finalmente a favor de Islandia.

En junio de 1980 Islandia se convirtió en el primer país europeo en que una mujer, Vigdís Finnbogadóttir, ganó las elecciones presidenciales. En agosto de 1984, sin que se celebraran elecciones por falta de candidatos, Vigdís Finnbogadóttir volvió a ser nombrada presidente por otros cuatro años. Tras una campaña dominada por la presencia militar de los Estados Unidos en la isla y las denuncias de corrupción de funcionarios, el 25 de abril de 1987 los islandeses concurrieron a las urnas. La pérdida de votos de los partidos en el gobierno, el de la Independencia y el Progresista, se resolvió con un nuevo gabinete de coalición (julio) en el que se integraron los socialdemócratas, presidido por Þorsteinn Pálsson, líder del conservador Partido de la Independencia. En agosto de 1988, por discrepancias sobre la política económica, progresistas y socialdemócratas abandonaron la coalición y una vez más asumió el cargo de primer ministro (28 de septiembre) Steingrímur Hermannsson, líder del Partido Progresista, en coalición con los socialdemócratas y la Alianza del Pueblo. Con una inflación superior al 25% y el sector pesquero en graves dificultades, Hermansson mantuvo una política decididamente deflacionaria (tres devaluaciones de la corona en 1988, una más a principios de 1989) que minó su popularidad, pese a los resultados positivos.

Vigdís Finnbogadóttir, la quinta presidenta de Islandia.

En las elecciones de generales de 1991 (20 de abril) se produjo una clara recuperación del Partido de la Independencia, y su líder Davíð Oddsson, alcalde de Reikiavik, formó gobierno con el apoyo del Partido Popular. Esta coalición volvió a vencer en las elecciones de 1995. En las elecciones del 27 de junio de 1992, la presidente Vigdís Finnbogadóttir fue, como en 1988, única candidata, resultando elegida sin votación para un nuevo mandato. Sin embargo en las nuevas elecciones presidenciales de 1996, resultó derrotada por Ólafur Ragnar Grímsson, quien la sustituyó en la presidencia de la República. En 1999 Oddsson fue reelegido.

En octubre de 2008, producto de la crisis financiera el sistema bancario islandés se derrumbó, obligando a Islandia a pedir grandes préstamos al FMI y a países amigos. Protestas generalizadas a fines de 2008 y 2009 dieron lugar a la dimisión del gobierno de Geir Haarde, que fue sustituido el 1 de febrero de 2009 por una coalición integrada por la Alianza Socialdemócrata y el Movimiento de Izquierda-Verde. La socialdemócrata Jóhanna Sigurðardóttir fue nombrada primer ministro, convirtiéndose en la primera mujer jefe de gobierno abiertamente lesbiana de la era moderna.

En las elecciones del 26 de abril de 2009, la coalición de socialdemócratas e izquierdas verdes obtuvo una contundente victoria, ganando 34 de los 63 escaños del parlamento y confirmando a Jóhanna Sigurðardóttir al mando del gobierno.

Manifestación en Reikiavik durante la crisis financiera de 2008.

Y casualidades de la historia, que Bobby Fischer, el ajedrecista más popular de todos los tiempos, haya acabado enterrado en el pequeño cementerio de la iglesia luterana de Laugardælir, a las afueras de la ciudad islandesa de Selfoss, es el resultado de una personalidad disidente llevada hasta sus últimas consecuencias.

Pero la casualidad también tiene su relevancia. Para que los restos de Fischer reposen en Selfoss, dos superpotencias habían tenido que escenificar el desenlace de la Guerra Fría sobre un tablero de ajedrez. Dicha partida se produjo en Reikiavik en 1972 y sería bautizada como el Match del Siglo. No sólo Fischer saldría vencedor en el evento, también el propio país de Islandia encontraría su lugar en el mapa internacional debido a la enorme atracción mediática que concitó la partida. La historia de amor-odio entre Fischer e Islandia no había hecho más que comenzar.

Casi 30 años más tarde, Fischer fue perseguido por el Gobierno de los Estados Unidos por romper el embargo a Yugoslavia al jugar un rematch con Spassky en Belgrado. El parlamento islandés, a través de una iniciativa ciudadana, salió al rescate del viejo ídolo y le otorgó la nacionalidad a Fisher cuando éste estaba retenido sin pasaporte vigente en el aeropuerto japonés de Narita, siendo ya el apátrida más famoso del mundo. Desde entonces, Fischer vivió en Islandia los últimos años de su vida. El ajedrecista tenía una barba salvaje y se sentía en el interior de una conspiración internacional. Puede que lo estuviera. Cada vez más orillado por sus obsesiones, creía que tenía el don de escribir canciones tan bien como Jackie Wilson; aunque luego reconocía que se sentaba delante de un papel en blanco a intentarlo y las palabras simplemente no surgían.

Un Fischer ya postrero decidió ser enterrado en Laugardælir. No hay intrahistoria aparente ni explicación que ensalce la leyenda. Simplemente le gustaba el lugar, admiten los que lo conocieron. Fue su amigo Garðar Sverrisson quien se lo descubrió. Bobby acompañó en algunas ocasiones a Sverrisson hasta allí cuando éste iba a visitar a sus suegros. No es fácil llegar a la tumba del ajedrecista, perdida en uno de los múltiples caminos a las afueras de Selfoss. No está especialmente señalizado ni publicitado. Todo lo cubre una atmósfera anónima: algo así quería Fischer, cuyos restos ahora yacen en el jardín de una iglesia que parece prefabricada, en un conjunto de no más de quince tumbas en línea donde descansan los restos de algunos lugareños.

Su lápida es una sencilla placa de mármol rosado en forma ojival que se levanta sobre una losa también de mármol colocada sobre un pequeño barbecho donde crecen algunas plantitas silvestres cuando no está nevado. En ese jardín improvisado algunos visitantes depositan bordados y monedas. La placa vertical de la lápida tiene únicamente adherida una cruz metálica, una inscripción con las fechas de nacimiento y fallecimiento del ajedrecista –los meses están escritos en islandés– y el nombre completo del difunto: Robert James Fischer.

Precisamente en Selfoss, aprovechando la cercanía de la tumba del ajedrecista, se inauguró el Bobby Fischer Center, un museo improvisado y cálido que cuenta la historia del Match del Siglo. Decenas de fotografías recrean la célebre partida. Por ejemplo, Spassky llegando a Keflavik –localidad cercana a la capital– vestido como un espía del KGB rodeado de una comitiva que bien podría pertenecer al servicio secreto soviético. Fischer llegando solo, bajando las escaleras del avión, nervioso o despreocupado, como si fuera James Dean antes de morir. Artesanos construyendo el histórico tablero. Hay decenas de imágenes que representan el espíritu de aquel encuentro: el ying y el yang, la némesis, la mística, los momentos de dos pensadores convertidos en boxeadores.

En el museo también hay una explicación del logo del evento e imágenes de la construcción del tablero de las discordias. Aunque, sin ninguna duda, el objeto más íntimo y singular que se puede presenciar en el Bobby Fischer Center es una butaca de madera con reposabrazos, con el asiento muy rallado y seis varillas a modo de respaldo. En esa butaca Bobby Fischer, en sus últimos meses de vida, daba cabezazos hasta quedarse dormido en los pasillos atestados de libros de la librería Bokin, en Reikiavik

La librería Bokin (Klapparstígur 25) está situada en el centro de Reikiavik. Esta local de segunda mano era uno de sus lugares predilectos que el ajedrecista tuvo en sus últimos tres años de vida en Islandia. Bobby pasaba las horas muertas entre biografías, libros de historia y volúmenes de ajedrez escritos en ruso, idioma que sabía hablar y leer con fluidez. El último libro que encargó a Bragi Kristjonsson, dueño del establecimiento, fue They’ll do it every time, un cómic de Hatlo de 1929. Fischer se sentía tan cómodo en la librería que incluso llegó a pedir trabajo, “hablando muy en serio”, a un perplejo Kristjonsson. El último apartamento que habitó Fischer en la capital islandesa (un noveno piso en Esperdegi Street) estaba a cinco minutos a pie de la librería Bokin.

Iglesia de Selfoss, en Islandia, donde se encuentra la tumba de Bobby Fischer.

El Match del Siglo se disputó en el pabellón de Laugardalshöll de Reikiavik, un recinto multiusos cargado de símbolos en la historia islandesa. Sin ir más lejos, en noviembre de 2009, después de que Islandia quebrara debido a la crisis financiera, este pabellón acogió la Asamblea Nacional donde más de 1.200 ciudadanos seleccionados al azar acordaron los principios de la nueva Constitución del país.

Durante el Match contra Spassky, Fischer estuvo alojado en la Gimli Suite del antiguo Hotel Loftleidir, una habitación de 59 metros cuadrados. Hoy día el hotel se llama Reykjavik Natura, un nombre más apto para atraer jubilados a sus aguas termales, aunque siempre se cuela algún que otro mitómano que se quiere alojar en la suite que Fischer habitó durante la disputa la histórica partida. Actualmente, el Reykjavik Natura tiene instalada en su planta de abajo una muestra sobre la partida, donde destaca una recreación de la mesa donde se disputó el encuentro y una colección de caricaturas sobre el evento.

A Fischer le encantaba cenar en el restaurante Krua Thai, un coqueto y económico local tailandés alejado de la ruta turística donde Fischer solía ir a cenar dos o tres veces por semana. Sí o sí preguntaba por su dueña, Sonja, una vivaz tailandesa que insistía que por el único cliente que esperaba para cerrar era por Bobby. Su otro restaurante predilecto era Þrír Frakkar, una marisquería inaugurada por el chef Úlfar Eysteinsson en marzo de 1989. A Fischer le encantaban los platos de pescado. Fue en este local donde su gran amigo Einar S. Einarsson le hizo su última fotografía en vida: el rostro del protagonista de una de las gestas deportivas más importantes de su tiempo, iracundo y desconfiado. Un rostro pertrechado por un cariz combativo sin remedio; un rostro siempre al abordaje, pero, a esas alturas, terriblemente cansado.

La literatura de Islandia comprende las obras literarias creadas en Islandia desde el poblamiento de la isla hasta nuestros días. El Codex Regius ha permitido recuperar sus más antiguas manifestaciones, que son poemas heroicos y mitológicos, llamados Eddas. También son de gran antigüedad las sagas de los islandeses.

Del siglo IX al XIII se desarrolló en Islandia un tipo de poesía distinta de los Eddas, llamada escáldica, de origen noruego, que utilizaba la aliteración, rima interna y una serie de perífrasis y metáforas que oscurecían su comprensión. Entre los poetas que cultivaron esta modalidad destacan Bragi Boddason, Egill Skallagrímsson, Hallfreðr vandræðaskáld y Sigvatr Þórðarson. El género más popular en Islandia desde el siglo XI hasta el siglo XV fue la saga. Consiste en biografías de héroes que a menudo fueron reyes de Noruega, Islandia, o bien héroes legendarios germánicos cuyas hazañas tuvieron lugar entre los siglos IV y VIII.

A partir del siglo XIV, se puede apreciar un declive en la literatura islandesa: la traducción de obras extranjeras rebasan a las de creación original; la literatura de los siglos anteriores se convierte en sueños fantásticos; comienzan a interesar la poesía cortesana y los romances de caballerías. En lírica nace un nuevo tipo de poema narrativo, llamado rímur, compuesto de estrofas de cuatro líneas con una rima al final de la línea. Esta forma poética siguió siendo popular hasta finalizar el siglo XIX. En ella destacó Einar Gilson con su poema Olafsrima. También han de citarse los diktur o poemas religiosos compuestos entre el siglo XIII y el XVI, entre los que sobresale Lilja, de Eysteinn Asgrímsson. La reforma religiosa trajo un cambio de panorama literario, ya que la iglesia tomó el monopolio de la imprenta, con lo que solo podían publicarse obras de carácter religioso. El poeta principal de este período fue Jón Arason, último obispo católico de Hólar y autor de poemas religiosos como Pislargrátr y Ljómur. Las traducciones de la Biblia, de himnos y poemas religiosos de otras lenguas, abarcó toda la producción literaria.

El siglo XVII presentó tres rasgos fundamentales: fomento de la erudición, criterio ortodoxo en cuestiones religiosas y superstición en el pueblo. El mejor poeta fue Hallgrímur Pétursson, autor de la colección de himnos religiosos Passiusalmar. Destacaron también Olafsson, Arngrímur Jónsson, quien fue un gran estímulo para la investigación literaria, y Jón Magnússon, que en Pislar Saga pone al descubierto las injustas persecuciones de brujas, dado que se trata de una acusación por parte de Magnússon que se creyó haber sido víctima de brujería.

El siglo XVIII se vio marcado por los ideales de la ilustración, de los que Eggert Ólafsson y Magnús Stephensen fueron los máximos exponentes. Se incrementaron las traducciones de los clásicos europeos, a lo que contribuyó con su trabajo el poeta y erudito Jón Porláksson. Los mejores ejemplos de la prosa del siglo XVIII se pueden encontrar en Húspostilla o colección de sermones del obispo Jón Vídalín.

Jón Magnússon, político y primer ministro de Islandia entre 1917 y 1922 y entre 1924 y 1926.

En las primeras décadas del siglo XIX se formó un nuevo movimiento romántico, encabezado por los poetas Bjarni Thorarensen y especialmente Jónas Hallgrimsson. Siguieron esta corriente Benedikt Gröndal, autor de Sagan af Heljarslódarorustu, Steingrímur Thorsteinsson y Matthías Jochumsson, autor de Grettisljód. Como continuadores de la línea original del rimur figuraron los llamados poetas campesinos: Sigurdur Breiðfjiord, atacado por el romántico Jónas Hallgrímsson por sus Tristans rimur, y el autor de Umkvörtum, Hjálmar Jónsson. En la década de los años 1880, y bajo la influencia de Georg Brandes, el romanticismo cedió su puesto a la corriente realista.

Se puede decir que la poesía de la primera mitad del siglo XX ha estado dominada por dos poetas: Davíð Stefánsson, autor de Svartar fjadrir, y Steinn Steinarr, que introdujo la técnica del verso libre y cuya poesía Raudur loginn brann se encuentra muy influenciada por el surrealismo. Dentro de este siglo, destacaron los poetas Einar Benediktsson, Magnús Stefansson, Sigurður Ivarsson, Thomas Guðmundsson y Jón Helgason. La prosa moderna se inicia con dos novelas de Jón Thoroddsen, consideradas actualmente como dos obras maestras: Piltur og Stúlka (Mozo y muchacha) y Madur og Kona (Hombre y mujer). Las influencias nórdicas en la literatura del siglo XX se manifestaron en las novelas de Jón Trausti, Gunnar Gunnarsson y Guðmundur Hagalín. Halldór Laxness, Premio Nobel de Literatura en 1955, recibió influencias del impresionismo francés y de las tendencias socialistas, como se aprecia en sus obras Estación Atómica y La Campana de Islandia. Otro autor muy importante del siglo XX es Þórbergur Þórðarson, autor principalmente de ensayos y literatura autobiográfica. De las posteriores generaciones de novelistas destacan O. J. Sigurðsson, autor de Skuggarnir á bænum, Agnar Thódrarson, autor de Hannin galar tvisar, V. Ludviksson, Thor Vilhjálmsson, Guðbergur Bergsson, autor de Svanurinn (El cisne), Tómas Jónsson, metsölubók (Tómas Jónsson, best seller) o Sú kvalda ást sem hugarfylgsnin geyma (Amor duro) y Arnaldur Indriðason con novelas policiacas como Invierno ártico.

En el teatro del siglo XX merecen especial mención Jóhann Sigurjónsson, Guðmundur Kamban, autor de Hadda-Padda y Davíð Stefansson. El teatro es el género en el que han surgido menos figuras, con la excepción de Jokull Jakobsson. Sin embargo, el campo de la lírica y de la narrativa siguen siendo los más destacados. En cuanto a la poesía, destacan los nombres de Jóhannes úr Kötlumm, Jón Óskar, S. Hördur Grímsson, Hannes Pétursson y þorsteinn fra Hamri. En los años setenta cabe consignar la aportación de poetas y novelistas como Pétur Gunnarsson y Þórarinn Eldjarn. En las últimas décadas han surgido novelistas, prosistas y poetas como Auður Ava Ólafsdóttir, Gyrdir Elíasson, Jón Kalman Stefánsson, Ólafur Gunnarsson, Einar Már Guðmundsson, Hallgrímur Helgason, Hermann Stefánsson, Eiríkur Örn Norðdahl y varios otros. La literatura hoy en día en Islandia se caracteriza por mucha variedad y un gran número de autores publicando sus obras. El estado de Islandia le otorga becas a los escritores por escribir, un sistema que ha formado parte de la realidad literaria en Islandia desde 1990.

Halldór Laxness recibió el Premio Nobel de Literatura en 1955. En 1962 comenzó a entregarse el Premio de Literatura del Consejo Nórdico, que los escritores islandeses han ganado en siete ocasiones a 2014. Estos son Ólafur Jóhann Sigurðsson en 1976, Snorri Hjartarson en 1981, Thor Vilhjálmsson en 1988, Fríða Á. Sigurðardóttir en 1992, Einar Már Guðmundsson en 1995, Sjón en 2005 y Gyrðir Elíasson en 2011. A partir de 1989 se comenzó a entregar el Premio de Literatura de Islandia. Guðbergur Bergsson es el único autor que lo ha recibido en dos ocasiones.

La gastronomía de Islandia es una cocina establecida en dos vertientes principales, por un lado la adoración por el pescado, por el otro por las carnes (especialmente cordero). Gran parte de los métodos de cocina son tradicionales, pero puede notarse una influencia de la cocina noruega en algunos de los platos. Uno de los platos más populares es el Þorramatur.

Independiente del ingrediente pescado o carne es muy general el empleo de conservación de los alimentos en secado (þurrkun) mediante salazón (söltun), el ahumado (reyking), el marinado y en algunas ocasiones fermentando (kæsing).

El pescado es el ingrediente más importante de esta gastronomía y uno de los puntos fuertes de la economía ya que posee una fuerte industria pesquera, el pescado seco (Harðfiskur) por diferentes medios es muy habitual en la cocina islandesa. Existen diferentes tipos de pescados, desde el tiburón (forma parte de un plato tradicional denominado hákarl), el salmón ahumado (servido a menudo en los gravlax) y conocido internacionalmente, el bacalao (supone una de las mayores capturas de Islandia) del que algunas partes como el hígado son consideradas auténticas delicias, el carbonero, el arenque. Existe no obstante una gran cantidad de platos elaborados con especies autóctonas como el bleikja que es una trucha ártica, harðfiskur que es el fletán, etc. Los pescados se elaboran de diferentes formas, están las sopas de pescado (Fiskisúpa), las albóndigas de pescado (Fiskibollur ), en ensaldas (como las de arenque: Síldarsalat), cocido en "migas" ( Steiktur fiskur í raspi), en aperitivos (Grafinn Lax), guisados en forma de potaje (Ofnsteiktur fiskur), etc. la variedad de formas es bastante numerosa.

Existen las carnes de animales de ganadería. No obstante la más abundante es la de cordero. La carne generalmente se suele ahumar (Hangikjöt) para su mejor conservación (como el hratt hangikjöt carnero ahumado), o en patés (Lambakæfa, paté de cordero). También se usa en algunos platos tradicionales como el svie (cabeza ahumada de cordero, denominada Svið og sviðasulta). Los asados son populares, uno de los más conocidos es el Sunnudags-lambasteik, que es una especie de Sunday roast tradicional. También es común el consumo de la carne y la grasa de ballena. La carne de caza está disponible sólo en los meses de primavera y verano, siendo la más representativa la de reno. Un plato típico es la carne del lundi frailecillo, un ave ártica.

Svið: cabeza de oveja hervida, servida con puré de patatas y nabos.

Se emplea frecuentemente la patata que forma parte de acompañamiento de platos como el puré de patata (Kartöflustappa), o las patatas caramelizadas (Brúnaðar kartöflur). Algunos tipos de coles como la lombarda, suelen comerse cocidas o curadas en vinagre (Rauðkál, lombarda fermentada en vinagre). Se puede encontrar a menudo platos que incluyen remolacha y ruibarbo.

Se consume bebido muy frecuentemente un producto denominado skyr similar a un yogur, empleada a veces como postre junto con frutas.

Es evidente que uno de los momentos más buscados de quienes viajamos a los países nórdicos cuando no es verano es la mera posibilidad de poder ver en directo el baile de las auroras boreales. Noruega, Islandia, Suecia, Finlandia, Alaska, Groenlandia y el norte de Siberia o Canadá son lugares cuyo territorio se mece en la frontera del Círculo Polar Ártico y, por tanto, receptores de las célebres luces del norte. Este fenómeno natural rodeado de mitos y leyendas justifica por sí solo un viaje a estos países. Al menos intentar salir a su encuentro porque, a diferencia de quien va a visitar una catedral, una cascada o un glaciar, las auroras no se dejan ver tan fácilmente.

En realidad la ciencia nos enseñó hace mucho tiempo de qué se trata realmente el fenómeno de las auroras boreales. La actividad solar hace que el gran astro emita una serie de partículas dirigidas al espacio. Algunas de éstas chocan con la atmósfera y, atraídas por el campo magnético de la Tierra, se esparcen por los casquetes polares. Y es precisamente la energía de ese momento la que permite que en determinados lugares próximos al Polo Norte (y del Polo Sur) se pueda observar la aurora. Es, por tanto, una relación solar y geomagnética la que provoca este espectáculo lumínico tan visual. Es evidente que si queremos ir a hacer un viaje en el que podamos contemplar el espectáculo de la aurora boreal es necesario que nos dirijamos lo más al norte que podamos (tanto en Europa como en América). Al menos poner como objetivo la línea del Círculo Polar Ártico. No hace falta ser si quiera tan ortodoxos, ya que el 99,9% de Islandia se sitúa por debajo de esta línea y se le considera uno de mejores lugares del mundo para ver auroras. Las auroras, como la meteorología, cuentan con sus propios pronósticos. En función de la actividad solar se puede llegar a predecir, más a corto que a largo plazo, la intensidad de las auroras boreales. Hay un índice conocido como Kp que va del 0 al 9 con el que se miden las tormentas geomagnéticas. A partir del 2 hay probabilidades, con 3 ya se verían relativamente bien, el 4 la actividad sería moderada pero muy visible y de ahí en adelante la actividad sería muy intensa. Si hay un 3 como mínimo, no faltan los motivos para salir por la noche a la caza de las auroras boreales. Las auroras boreales aparecen y desaparecen de repente, se mueven como si estuvieran jugando en el cielo tras tocar la atmósfera. Es energía de color, a veces también rojo, que puede tirarse varios minutos seguidos (incluso horas) iluminando los cielos del norte.

Ocho consejos para fotografiar auroras boreales:

- No lo intentes sin trípode. La cámara debe quedarse inmóvil ya que es necesario disparar en exposiciones largas. Cuando más sólido mejor, porque a veces el viento puede jugarte una mala pasada. Incluso a veces éste es tan fuerte que sale más a cuenta colocarla en el suelo o en un sitio suficientemente estable.

- Si está demasiado oscuro busca una referencia donde enfocar. Puede ser un pueblo lejano, una montaña, un árbol. Si no hay nada, lo mejor es configurar el punto de enfoque a infinito (esta opción no está en todas las cámaras, sobre todo si no se lleva una Réflex).

- Cuanto más angular tenga tu cámara, mejor, ya que así podremos atrapar una mayor parte del cielo, que es donde se está desarrollando este fenómeno natural.

- En cuanto al ISO de la cámara cada maestrillo tiene su librillo pero como todo en la vida conviene no pasarse ni con uno demasiado bajo (no absorberíamos demasiada luz) ni con otro demasiado alto (lo que daría ruido a la fotografía). En función de la intensidad de la aurora (y de si hay algo de contaminación lumínica) entre 400 y 800 puede ir bien la cosa.

- Las exposiciones deben ser largas, pero tampoco hay que pasarse. Hay fotos maravillosas de auroras boreales con una exposición de 20 segundos e incluso de un minuto. Dispara en RAW para poder tratar después las fotos. Si se dispone de la opción RAW + JPG mejor que mejor.

- Utiliza un mando-disparador o programa la cámara cada vez para que tome la foto dentro de varios segundos, ya que tu dedo haciendo clic al botón puede estropear completamente la imagen.

- Haz prueba-error hasta dar con las mejores condiciones. Cada cámara y cada fotógrafo es un mundo y no responden igual en las mismas condiciones. Es lógico no atinar a la primera con las auroras boreales si no tenemos experiencia, por lo que debemos ser pacientes hasta dar con la tecla exacta.

- Lleva baterías de repuesto. El frío es un enemigo de la batería de la cámara y puede provocar su descarga antes de lo que nos podamos imaginar. Así que nunca está de más, como traer memoria suficiente (las tarjetas más vale que sobren que falten). La noche puede ser larga… Si quieres captar el movimiento de las auroras puedes tratar de programar un time-lapse.

Y que no falte mucho abrigo e infinita paciencia.

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¿Sabías que las auroras boreales se ven mejor a través de las cámaras? Esto es porque su luz roja se encuentra en muchas ocasiones en el límite de lo que las retinas humanas son capaces e detectar. En cambio las cámaras, «son más sensibles» y, con un ajuste de larga exposición si las condiciones climatológicas son buenas, es posible realizar fotografías únicas. En ocasiones, hasta más espectaculares de lo que estamos viendo en el momento.

No todas son verdes, también hay rojas y azuladas: Las auroras boreales se producen al interactuar las partículas solares con la capa superior de la atmósfera terrestre. Cuando estas partículas solares, que viajan entre 300 y 1000 km/segs. chocan con el escudo magnético de la Tierra, son atraídas por los polos y penetran en su atmósfera superior liberando energía. Si esto llega a ocurrir es cuando se emiten las luces de colores. Que haya diferentes colores depende de la especie atómica que generan estas partículas de viento y del nivel de energía que llegan a alcanzar. Así, las auroras boreales de tonos verdes se dan cuando se produce a altitudes altas (100-200km) y cargadas de átomos de oxígeno; en las rojas, la emisión de oxígeno se produce por encima de los 200km y, por último, las auroras boreales azules, se ven a 120km por la emisión de partículas cargadas de nitrógeno.

No son sólo un efecto visual, también emiten sonidos: Hasta hace pocos años no se había encontrado una relación directa con el sonido que se podía escuchar al disfrutar de las auroras boreales. Sin embargo, en 2012 unos investigadores finlandeses demostraron que las mismas particulares solares que emiten descargas de luz, emiten una especie de palmadas que sólo es perceptible a 70 metros del nivel del suelo.

Se ven desde el espacio: se producen a 100km sobre nuestras cabezas para los que estamos en La Tierra pero además, los Tripulantes de la Estación Espacial y distintos satélites han recogido impresionantes fotografías de este suceso «al otro lado».

El astronauta Jack Fischer captó en 2017 estas espectaculares imágenes de la aurora boreal desde la Estación Espacial Internacional.

Se ven en otros sitios además de Escandinavia: Aunque la aurora boreal es la más famosa, también existe la aurora austral. Estas «luces del Sur», se ven desde la Antártida, Nueva Zelanda e incluso Sudamérica. A veces, se mueven hacia el Sur: Incluso aun siendo la aurora boreal propiamente dicho tal y como la conocemos, en alguna ocasión «han ido hacia el Sur», hacia Oklahoma y Atlanta como ocurrió en 2011 (octubre). De hecho, otro dato curioso que alimenta la leyenda de las auroras boreales es que durante la batalla de Fredericksburg (Virginia, 1862) en plena Guerra Civil, apareció la aurora boreal sorprendiendo a todos los soldados que hasta entonces no habían visto un fenómeno igual.

Se ven en otros Planetas: Júpiter y Saturno y, después, Urano y Neptuno fueron los primeros en mostrarnos que también tenían auroras boreales. Lo vimos a través de las cámaras de las naves Voyager y, más tarde, el telescopio espacial Hubble ha podido fotografiarlas. En los Planetas vecinos en cambio, este fenómeno tiene una magnitud muy superior ya que son órdenes de magnitud mucho más intensos.

No se pueden predecir: las épocas más habituales para poder disfrutar de este fenómeno es a partir del 21 de septiembre hasta el 21 de marzo; es decir entre otoño e invierno. Sin embargo, son muy caprichosas por lo que también han llegado a verse incluso en verano. En cualquier caso, no es posible saber con certeza cuándo ocurrirán ya que es prácticamente imposible saber hacia dónde se dirigen los campos magnéticos. Lo que sí sabemos es que cuanto más despejada este la noche, será más fácil poder verla e incluso, si hay Luna Nueva: la mejor hora para poder verlas es entre las 11 de la noche y las 2 de la madrugada.

Aurora boreal vs Luces del Norte: Nosotros las conocemos como auroras boreales pero será difícil encontrar un escandinavo que no les llame Luces del Norte. Curiosamente, nosotros tomamos este nombre de Galileo Galilei que en el siglo XVII, mientras estudiaba este fenómeno, decidió tomar el nombre de auroras boreales de la Diosa Aurora (Diosa romana de la mañana) porque «tenía la idea errónea de que las auroras que veía eran la luz solar reflejada en la atmósfera» según la NASA.

También hay leyendas que acompañan al fenómeno: los japoneses tienen la creencia de que si conciben un hijo bajo una aurora boreal, habrá prosperidad y la magia de este fenómeno les traerá un varón. El pueblo Sami, por su parte piensa que las auroras boreales son el espíritu de las mujeres que no han tenido hijos y que están condenadas a vagar por el firmamento por el resto de sus vidas. La leyenda esquimal cuenta que la aurora boreal es un festejo en el que los espíritus que viven en el cielo, encienden antorchas para recibir a quienes han tenido un fallecimiento voluntario o violento. En Finlandia, atribuyen este fenómeno a la cola de un zorro ártico que recorre el firmamento y, que al dar con su cola en las montañas, crea «estas chispas» que son las auroras boreales.

El fenómeno del Sol de Medianoche es algo que a todos ha cautivado. Este acontecimiento que ocurre por encima del Círculo Polar Ártico, consiste en una visibilidad del astro rey durante las 24h del día. Bien es cierto que Islandia se sitúa por debajo del Círculo Polar Ártico, el Paralelo 66º cruza por la Isla de Grimsey, al norte de Islandia, pero durante algunos meses del verano es posible disfrutar de prácticamente 24h de luz diurna. ¿Y dónde es el mejor sitio para verlo? Proponemos 5 lugares para disfrutar del sol de medianoche.

Kirkjufell: En la península de Snæfellsnes, esta montaña recibe su nombre debido a la forma que tiene, parecida a una iglesia. Kirkjufell es, sin duda, la montaña más fotografiada en Islandia, la reconoceréis por distintas fotografías en revistas y publicaciones de viajes. Su posición aislada hace que sea un punto focal para los turistas y marineros. Rodeado de playas, Kirkjufell tiene un precioso sendero para caminar alrededor de ella, así como una subida más difícil hasta la cima.

Kirkjufell y cascada de Kirkjufellfoss. Península de Snaefellsnes.

Hvítserkur: En la bahía de Húnaflói, cuenta la leyenda que esta formación volcánica de más de 15 metros de altura se trata de un troll petrificado convertido en piedra al ser sorprendido por los rayos de sol. Su nombre significa «camisa blanca» y viene dado por el guano de las aves que anidan en los acantilados cercanos, depositado en la roca. Es posible visitar la formación desde una plataforma superior o incluso desde la playa, siempre y cuando la marea esté lo suficientemente baja para acercarnos al troll.

Hvítserkur durante el sol de medianoche. Bahía de Hunaflói.

Háifoss: En el valle del Þjórsá, una nmensa cascada de cerca de 120m de altura próxima al volcán Hekla. Considerada una de las mayores cascadas del país, es uno de los lugares menos visitados durante la época del sol de medianoche por su apartada localización, muy distante de la Ring Road. La vista desde la plataforma frontal de la cascada, forma un bello y ensordecedor paisaje que deja boquiabierto a cualquier viajero que cruce junto a ella.

Cascada de Háifoss. Interior de Islandia.

Seljalandsfoss: En la costa sur de la isla y una de las más conocidas y visitadas por los turistas, sin duda. Esta cascada de casi 60 metros de altura, que en su día se situaba sobre el océano, es conocida por ser una de las pocas cascadas de Islandia que se puede cruzar por detrás. Visitada al día por miles de turistas, esta cascada queda prácticamente vacía a ciertas horas de la «noche», un buen momento para realizar una visita y disfrutar de los rayos del sol de medianoche.

Cascada de Seljalandsfoss. Costa sur de Islandia.

Jökulsárlón y Diamond Beach: Finalmente no podían faltar en esta lista la laguna glaciar por antonomasia de Islandia, Jökulsárlón, con 18km2 de superficie y sobre la que se desliza una de las lenguas del glaciar más grande de Europa, el Vatnajökull. Esta laguna glaciar conecta con el océano a través de un pequeño canal por el que fluyen los icebergs. Estos icebergs, con la acción de las mareas, acaban por depositarse en la costa cercana, conocida como Diamond Beach (la Playa de los Diamantes). Un lugar perfecto para relajarse entre tonos blancos y azules mientras los rayos de sol inciden en nuestra cara.

Laguna glaciar de Jökulsárlón. Costa sur de Islandia.

Thingvellir es uno de los parajes más amados y reverenciados por los ciudadanos islandeses. Allí, en el año 930 se fundó una de las instituciones parlamentarias más antiguas del mundo. En plena naturaleza, no en un palacio con escaños de maderas nobles. Las decisiones se tomaban junto a la Roca de la Ley. Cada mes de agosto tenía lugar la reunión en que los islandeses llegados desde todos los rincones de la isla aprobaban nuevas normativas, juzgaban los casos pendientes y, llegado el caso, ajusticiaban a los condenados en la Deskkingarhylur o piscina de los ahogamientos (para ser exactos, solo a las mujeres adúlteras, infanticidas o “brujas”).

Además de estos actos punitivos y legislativos, también se acordaban alianzas entre clanes y matrimonios. Thingvellir fue sede del parlamento islandés durante 900 años y. a finales del siglo XVIII, se trasladó a la capital. ¿Intuyeron los vikingos islandeses dónde se reunían exactamente? ¿O el lugar se escogió solo por la evidente belleza y potencia telúrica del paraje? El caso es que Thingvellir es el punto donde las placas continentales americana y euroasiática se fracturan, y uno de los mejores lugares del mundo donde apreciar este fenómeno geológico.

Puedes tocar dos continentes en apenas unos metros.

Un amplio y rectilíneo camino de lava deja a lado y lado grandes escalones rocosos. Justo ese camino abierto para los paseantes en lo que es hoy (desde 1930) un parque nacional conecta los dos continentes. Es un paisaje en el que es imposible no creer en elfos y troles, tan queridos por la cultura del país. La oscura lava granate está moteada de líquenes blanquecinos, las rocas del fondo del valle se protegen de la pertinaz lluvia con chubasqueros de acolchado musgo. Paralelo al inquietante cañón Almannagjá discurre el hermoso río Öxará. Se puede tocar con la mano la pared occidental –la placa americana– y con tan solo recorrer unas docenas de metros hacia oriente hacer lo propio con la euroasiática.

Islandia es el territorio más joven del planeta gracias, precisamente, a estar sobre esa fisura geológica. El constante aporte de lava de los volcanes submarinos que allí existen acabó apareciendo por encima de la superficie del agua y formando esta isla casi redonda adornada en su litoral occidental con la península de Vestfirdir a modo de cornamenta de caribú. Amantes de la geología y de las caminatas tienen en Thingvellir una cita obligada. Aquí se puede apreciar mejor que en ningún otro sitio la teoría de la deriva de los continentes.

Y los senderos son abundantes, bien señalizados y sencillos para recorrer algunos de los parajes más insólitos de esta isla única modelada a la vez por elementos tan dispares como el fuego de los volcanes y el hielo de los glaciares. Thingvellir fue declarado en el año 2004 patrimonio de la Humanidad.

La fisura de Silfra es realmente una grieta entre los continentes, América del Norte y la placa Euroasiática, lo que significa que se bucea donde las placas continentales se separan como unos dos centímetros al año. Esto deja una grieta en la superficie de la tierra, una grieta en la que se puede bucear en sus aguas.

La dorsal Mesoatlántica, la cordillera más larga del mundo, que separa las placas Euroasiática y la Norteamericana en el Atlántico norte, está forzando la separación de estas dos placas, de manera que ha generado una serie de fisuras que a la altura de Islandia se encuentra a poca profundidad y por tanto disponible para su disfrute. En el lago Pingavallatn se encuentra la fisura de Silfra que es un destino muy solicitado por los submarinistas ya que te permite el honor de asistir a un histórico hecho geológico que creíamos que sólo podríamos leer en los libros de geología. Desde que hace 54 millones de años el continente Americano se separó de lo que hoy es Europa, el movimiento no ha parado, dando como lugar a la fisura Silfra.

Las placas se mueven por corrientes de convección en el manto debidas a los cambios de temperatura y densidad, ya que los materiales más calientes pesan menos y ascienden, ya que el manto se comporta como un material plástico dúctil.

En segundo lugar es la sorprendente visibilidad del agua clara y fría y el magnífico entorno. Su visibilidad bajo el agua en la fisura de Silfra es de más de 100 metros, las razones para esta asombrosa claridad de agua son dos: el agua está fría (2° C a 4° C durante todo el año) ya que es agua del glaciar Langjökull cercano y esta agua se filtra de pozos subterráneos a través de lava subterránea porosa hasta alcanzar el extremo norte del lago Thingvellir. El agua de Silfra es tan limpia y cristalina que se puede beber en cualquier momento durante el buceo.

Los buceadores deben cumplir todas las normas y condiciones en cuanto a capacitación y equipamiento para el buceo. Deben acatar todas las reglas sobre buceo y de acuerdo a respetar las regulaciones del parque nacional. Está prohibido bucear solo, entrar en las cuevas buceando y bucear a una profundidad mayor que 18 metros. El buceo es enteramente responsabilidad y riesgo de los propios buzos. Al fisura de Silfra tiene tres secciones principales: Hall de Silfra, Catedral de Silfra y Laguna de Silfra. Eventualmente la grieta drena hacia fuera al Lago Thingvellir, el mayor lago de Islandia que está lleno de truchas y otros peces. Pero el foco de buceo es la fisura de Silfra en la tierra y el poder nadar por debajo de las rocas que han caído en la grieta durante los años. Desde el Hall de Silfra se nadan 200 metros a la Catedral de Silfra. La natación es un “arriba y abajo” puesto que en algunos puntos se necesita sortear las rocas que se han quedado atascadas en la grieta a poca profundidad.

Catedral de Silfra es literalmente la mejor parte de Silfra, su belleza te hace contener la respiración. La profundidad de la fisura de Silfra está a unos 20 metros en el punto más profundo y desde el principio hasta el final la catedral tiene unos 100 metros de largo. Al final de la Catedral hay una pendiente de arena con una profundidad de 2 a 3 metros desde donde la corriente recoge y conduce al buceador directamente al lago… El Parque Nacional Thingvellir ha sido declarado un patrimonio de la humanidad tanto por su importancia cultural e histórica, así como la singularidad natural y geológica. Además, si se viaja con amigos o familiares pero no desean bucear, el área alrededor de la fisura de Silfra esta llena de encantadores senderos que conducen a través de este fascinante lugar.

De mayo a agosto, con la luz bañando el paisaje islandés durante prácticamente las 24 horas del día, es posible explorar Silfra bajo el sol de medianoche. Otra experiencia única.

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