La historia de Islandia es corta en comparación
con la mayoría de los países europeos, ya que la presencia
humana en la isla comienza a finales del siglo IX. También
desde un punto de vista geológico, Islandia es una isla joven,
pues se formó hace aproximadamente 20 millones de años tras
una serie de erupciones volcánicas submarinas en la dorsal
mesoatlántica. Las muestras de roca más antiguas datan de
hace ca. 16 millones de años.
Islandia, una isla entre Noruega y Groenlandia,
permaneció durante largo tiempo como una de las islas más
grandes del mundo sin población humana. Islandia ha sido considerada
por algunos como la tierra que el marino griego Piteas llamó
Thule, pero la hipótesis no se sostiene en la descripción
de una tierra poblada y abundante en leche, miel y fruta.
Algunos investigadores no soslayan la posibilidad de un cambio
climático, y consideran que el nombre de la vecina Groenlandia
(tierra verde) podría indicar condiciones más favorables en
el pasado. Los primeros colonos fueron los vikingos en el
siglo IX, cuando centenares de personas emigraron debido a
la falta de tierra cultivable en los países escandinavos y
a las guerras civiles provocadas por la ambición de Harald
I de Noruega. Antes de ellos solo habían estado de visita
monjes irlandeses, que dejaron báculos y otros objetos eclesiásticos
registrados en las sagas islandesas.
Harald I de Noruega hereda el trono de Noruega
de su padre.
En 1904, 1923 y 1933 fueron descubiertas en
Islandia 3 monedas romanas del siglo III, acuñadas durante
el gobierno de los emperadores Aureliano, Probo y Diocleciano.
La teoría más aceptada es que fueron llevadas ahí en una época
bastante posterior. Por fuentes literarias se sabe que Islandia
fue visitada por primera vez por monjes irlandeses (siglo
VIII), que fueron expulsados por colonos vikingos a fines
del siglo IX. Sin embargo, no se han hallado vestigios arqueológicos
de tales asentamientos. El geógrafo irlandés Dicuil menciona
en su libro De mensura Orbis terrae (ca. 825) un país de nombre
Thule, con el que podría referirse bien a Islandia o al norte
de Noruega, donde la oscuridad reina durante el invierno,
pero en el verano la luz es tan fuerte que arranca los colores
de las ropas. El historiador islandés Ari Þorgilsson escribió
en el Íslendingabók (inicios del siglo XII) que los primeros
colonos noruegos encontraron pequeñas campanas que habían
sido utilizadas por los monjes irlandeses, pero no hay pruebas
arqueológicas que sostengan esa aseveración.
Además del Islendigabók, los primeros asentamientos
nórdicos son también descritos en el Landnámabók (finales
del siglo XII). A mediados del siglo IX, marinos nórdicos
alcanzaron las islas Shetland y las Feroe. Algunos de esos
marinos se desviaron en su ruta y llegaron a la desconocida
Islandia. Según el Landnámabók, el primer noruego en pisar
Islandia fue un nombre procedente de la provincia de Agder
llamado Naddoddr, que sólo permaneció en la isla por un breve
tiempo. Cuando regresó a Noruega, llamó la isla Snæland (Tierra
de nieve). El nombre con el que el país sería conocido posteriormente,
Island (Tierra de hielo), fue de Hrafna-Flóki Vilgerðarson,
también conocido como Hrafna-Flóki (Cuervo-Flóki), quien pasó
el invierno en la playa de Barðaströnd, en el fiordo Breida.
La primera persona en pasar el invierno en sus tierras fue
sin embargo el sueco Gardar Svavarsson. De acuerdo al Landnámabók,
el primer asentamiento permanente fue fundado en Reikiavik
en 874 por Ingólfur Arnarson, en el mismo lugar donde actualmente
se asienta la capital islandesa. Las investigaciones arqueológicas
han demostrado que en el área de la ciudad actual hubo un
asentamiento en la década de 870. En los siguientes años llegaron
más colonos procedentes de Noruega, oriundos posiblemente
de las regiones de Vestlandet y Hålogaland, pero también desde
las colonias nórdicas en Irlanda, Escocia, el norte de Inglaterra,
las Shetland, las Orcadas y las Islas Feroe. Posiblemente
también llegaron colonos desde otras regiones nórdicas, como
Suecia y Dinamarca, pero en números considerablemente menores.
Los que llegaron desde las Islas Británicas quizás llevaban
consigo esclavos y servidumbre de origen celta, como parecen
demostrarlo algunos estudios genéticos en la población islandesa
en el año 2000, realizados en el cromosoma Y (heredado entre
varones), que sugieren que entre 20 y 25% de los islandeses
tendrían antepasados irlandeses o celtas. Otro estudio de
ADN mitocondrial (heredado sólo de la madre) sugiere que las
raíces genéticas de la mayoría de la población islandesa se
encuentran principalmente en Escandinavia y las Islas Británicas,
pero también cuentan con elementos sami y de pueblos de Europa
Central.
Los primeros jefes militares en llegar se adueñaron
de la mayor parte de la tierra, que debieron repartir entre
los colonos llegados posteriormente. El clima era más benigno,
y además de tener ganado vacuno y ovino, los pobladores también
subsistían de la pesca y la caza de ballenas y focas. El alimento
era sin embargo limitado. En 1118 llegaron treinta y cinco
barcos, de los cuales sólo ocho pudieron regresar a Noruega.
La tripulación de los veintisiete barcos restantes hubo de
pasar el invierno en Islandia, lo que originó escasez entre
los pobladores de la isla. La inmigración en masa se explica
con la sobrepoblación en Noruega, pero también por el descontento
hacia la formación de un reino noruego unitario, que comenzó
a forjarse con Harald I y que resultó en el debilitamiento
de los poderes locales. A principios del siglo X islandeses
bajo el mando de Erik el Rojo descubrieron Groenlandia, convirtiéndose
así en los primeros descubridores europeos de América. Más
tarde, alrededor del año 1000, miembros de una expedición,
liderada por Leif Eriksson (el hijo de Eric el Rojo) fueron
los primeros europeos en América continental. Pero sus intentos
por establecerse en el nuevo mundo fallaron. Más tarde llegaron
a Islandia escoceses e irlandeses, con lo que la población
islandesa alcanzó los 40.000 habitantes a mediados del siglo
X.
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Los recién llegados se organizaron en clanes
y asambleas, en las que un propietario de tierra era aceptado
como goði (el que organizaba los sacrificios a los dioses)
y líder. El área de influencia de un goði era un goðorð. La
independencia de los propietarios era grande y las decisiones
comunes eran tomadas por una asamblea local. En 930 se reunieron
en el área de Þingvellir representantes de todos los clanes
en una gran asamblea común, que fue llamada Alþingi. Ahí se
establecieron nuevas leyes, se resolvieron pugnas y se juzgó
a los infractores. Las leyes no se escribían, sino que eran
memorizadas por el lögsögumaður (intérprete de la ley). Úlfljótr
fue el primer logsogumaður, electo por un período de tres
años. Previamente, Úlfljótr había viajado a Noruega para elaborar
una ley común a toda Islandia, la Ley de Ulvljot, puesta en
práctica en 930 y basada en la ley noruega del Gulating.
La teórica independencia de los primitivos colonos
noruegos les llevó a organizarse políticamente y a crear una
especie de asamblea, el Althing, que fue instituida en el
año 930, y es la primera organización de este tipo que, seguramente,
ha funcionado en el mundo con un carácter nacional. En el
siglo XI se produjo la cristianización de la isla, consolidándose
a lo largo del siglo XII.
En 1264, Haakon IV de Noruega consiguió someterlos
bajo su autoridad; aprovechando una fuerte crisis económica
cambió a sus habitantes el suministro económico por la soberanía.
Al ser nombrado rey de Dinamarca Olaf II, hijo de Haakon VI
de Noruega y de la princesa danesa Margarita, Islandia pasó
a ser una parte de dicho país. La Unión de Kalmar (1393) reafirmó
los lazos de dependencia que la unían a Dinamarca. Islandia
perdió sus derechos políticos, y se le impuso el luteranismo
tras la muerte del obispo católico rebelde Jón Arason en 1550.
El siglo XVIII supuso un grave retroceso de la población:
epidemias (viruela), erupciones volcánicas, hambre; esta última
motivada en gran medida por la mala administración económica
de la Compañía Danesa de Islandia, que controlaba el comercio
de la isla. El volcán Laki de Islandia hizo erupción en 1783,
escupiendo 12,5 km³ de lava. Inundaciones, cenizas, humos
siguieron a este desastre natural. Se contabilizaron 9.000
personas desaparecidas y el 80 por ciento de los animales
muertos. La hambruna subsiguiente mató a una cuarta parte
de la población de Islandia. Este período es conocido como
"La neblina de vida difíciles" (en islandés, móðuharðindin).
RAZONES PARA IR A ISLANDIA
- Islandia Tierra de Hielo y Fuego.
- Islandia es un país de ensueño. Islandia
es tan increíble que parece que estás en otro planeta.
- El país más seguro del mundo. Naturaleza
pura y salvaje.
- Capital Cosmopolita. Paisajes de Película.
Singular gastronomía.
- Baños geotérmicos. Mínima contaminación.
- Aurora Boreal. Fauna accesible. Tierra
de duendes.
En Islandia se pueden vivir las 4 estaciones
del año en un solo día.
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Hasta el siglo XIX la ocupación fue aceptada
sin que por ello surgieran problemas considerables, pero en
1809 la actitud de la Compañía Danesa de Islandia y el hecho
de que la monarquía, movida por un criterio absolutista, suspendiera
el Althing, provocaron el primer intento de autonomía nacional.
Los daneses consiguieron mantener su autoridad, pero el movimiento
de independencia de Islandia ya estaba en marcha bajo el liderazgo
de Jón Sigurðsson, hoy héroe nacional. En 1814, por el tratado
de Kiel, Islandia pasó a ser territorio danés y poco a poco
fue recuperando a sus instituciones políticas. En 1843 Cristián
VIII restableció la Asamblea Nacional con carácter de órgano
consultivo y, en 1874, se llegó a la autonomía. A principio
de los años 1880 se construyó el Alþingishúsið, la sede del
Parlamento nacional. Este proceso culminó el 1 de diciembre
de 1918, con la consecución de la autonomía política, con
el Acta de Unión con Dinamarca. Durante la Segunda Guerra
Mundial, las tropas aliadas ocuparon la isla para prevenir
una ocupación alemana.
El 23 de mayo de 1944, Islandia declaró su independencia,
y el 17 de junio de 1944 se proclamó república, con Sveinn
Björnsson como presidente. Islandia ingresó en la OTAN y en
el Consejo de Europa (1949), y en 1953 en el Consejo Nórdico.
En 1951 Islandia cedió la base de Keflavík a las Fuerzas Armadas
de los Estados Unidos de América, que permanecieron allí hasta
2006. Entre 1959 y 1979 estuvo en el poder de una coalición
de los partidos de la Independencia y Social Demócrata. A
partir de 1971 se turnaron una serie de coaliciones, algunas
de vida efímera, que, pese a que aglutinaron a casi todas
las fuerzas políticas del país, no pudieron resolver la grave
crisis económica.
Entre 1964 y 1976 se sucedieron una serie de
conflictos con el Reino Unido, motivados por la ampliación
de las aguas jurisdiccionales de Islandia (12 millas marinas
en 1964, 50 en 1972 y 200 en 1975). Las llamadas guerras del
bacalao provocaron una situación de guerra fría entre ambos
países, que se resolvió finalmente a favor de Islandia.
En junio de 1980 Islandia se convirtió en el
primer país europeo en que una mujer, Vigdís Finnbogadóttir,
ganó las elecciones presidenciales. En agosto de 1984, sin
que se celebraran elecciones por falta de candidatos, Vigdís
Finnbogadóttir volvió a ser nombrada presidente por otros
cuatro años. Tras una campaña dominada por la presencia militar
de los Estados Unidos en la isla y las denuncias de corrupción
de funcionarios, el 25 de abril de 1987 los islandeses concurrieron
a las urnas. La pérdida de votos de los partidos en el gobierno,
el de la Independencia y el Progresista, se resolvió con un
nuevo gabinete de coalición (julio) en el que se integraron
los socialdemócratas, presidido por Þorsteinn Pálsson, líder
del conservador Partido de la Independencia. En agosto de
1988, por discrepancias sobre la política económica, progresistas
y socialdemócratas abandonaron la coalición y una vez más
asumió el cargo de primer ministro (28 de septiembre) Steingrímur
Hermannsson, líder del Partido Progresista, en coalición con
los socialdemócratas y la Alianza del Pueblo. Con una inflación
superior al 25% y el sector pesquero en graves dificultades,
Hermansson mantuvo una política decididamente deflacionaria
(tres devaluaciones de la corona en 1988, una más a principios
de 1989) que minó su popularidad, pese a los resultados positivos.
Vigdís Finnbogadóttir, la quinta presidenta
de Islandia.
En las elecciones de generales de 1991 (20 de
abril) se produjo una clara recuperación del Partido de la
Independencia, y su líder Davíð Oddsson, alcalde de Reikiavik,
formó gobierno con el apoyo del Partido Popular. Esta coalición
volvió a vencer en las elecciones de 1995. En las elecciones
del 27 de junio de 1992, la presidente Vigdís Finnbogadóttir
fue, como en 1988, única candidata, resultando elegida sin
votación para un nuevo mandato. Sin embargo en las nuevas
elecciones presidenciales de 1996, resultó derrotada por Ólafur
Ragnar Grímsson, quien la sustituyó en la presidencia de la
República. En 1999 Oddsson fue reelegido.
En octubre de 2008, producto de la crisis financiera
el sistema bancario islandés se derrumbó, obligando a Islandia
a pedir grandes préstamos al FMI y a países amigos. Protestas
generalizadas a fines de 2008 y 2009 dieron lugar a la dimisión
del gobierno de Geir Haarde, que fue sustituido el 1 de febrero
de 2009 por una coalición integrada por la Alianza Socialdemócrata
y el Movimiento de Izquierda-Verde. La socialdemócrata Jóhanna
Sigurðardóttir fue nombrada primer ministro, convirtiéndose
en la primera mujer jefe de gobierno abiertamente lesbiana
de la era moderna.
En las elecciones del 26 de abril de 2009, la
coalición de socialdemócratas e izquierdas verdes obtuvo una
contundente victoria, ganando 34 de los 63 escaños del parlamento
y confirmando a Jóhanna Sigurðardóttir al mando del gobierno.
Manifestación en Reikiavik durante la crisis
financiera de 2008.
Y casualidades de la historia, que Bobby
Fischer, el ajedrecista más popular de todos los tiempos,
haya acabado enterrado en el pequeño cementerio de la
iglesia luterana de Laugardælir, a las afueras de la
ciudad islandesa de Selfoss, es el resultado de una
personalidad disidente llevada hasta sus últimas consecuencias.
Pero la casualidad también tiene su relevancia.
Para que los restos de Fischer reposen en Selfoss, dos
superpotencias habían tenido que escenificar el desenlace
de la Guerra Fría sobre un tablero de ajedrez. Dicha
partida se produjo en Reikiavik en 1972 y sería bautizada
como el Match del Siglo. No sólo Fischer saldría vencedor
en el evento, también el propio país de Islandia encontraría
su lugar en el mapa internacional debido a la enorme
atracción mediática que concitó la partida. La historia
de amor-odio entre Fischer e Islandia no había hecho
más que comenzar.
Casi 30 años más tarde, Fischer fue perseguido
por el Gobierno de los Estados Unidos por romper el
embargo a Yugoslavia al jugar un rematch con Spassky
en Belgrado. El parlamento islandés, a través de una
iniciativa ciudadana, salió al rescate del viejo ídolo
y le otorgó la nacionalidad a Fisher cuando éste estaba
retenido sin pasaporte vigente en el aeropuerto japonés
de Narita, siendo ya el apátrida más famoso del mundo.
Desde entonces, Fischer vivió en Islandia los últimos
años de su vida. El ajedrecista tenía una barba salvaje
y se sentía en el interior de una conspiración internacional.
Puede que lo estuviera. Cada vez más orillado por sus
obsesiones, creía que tenía el don de escribir canciones
tan bien como Jackie Wilson; aunque luego reconocía
que se sentaba delante de un papel en blanco a intentarlo
y las palabras simplemente no surgían.
Un Fischer ya postrero decidió ser enterrado
en Laugardælir. No hay intrahistoria aparente ni explicación
que ensalce la leyenda. Simplemente le gustaba el lugar,
admiten los que lo conocieron. Fue su amigo Garðar Sverrisson
quien se lo descubrió. Bobby acompañó en algunas ocasiones
a Sverrisson hasta allí cuando éste iba a visitar a
sus suegros. No es fácil llegar a la tumba del ajedrecista,
perdida en uno de los múltiples caminos a las afueras
de Selfoss. No está especialmente señalizado ni publicitado.
Todo lo cubre una atmósfera anónima: algo así quería
Fischer, cuyos restos ahora yacen en el jardín de una
iglesia que parece prefabricada, en un conjunto de no
más de quince tumbas en línea donde descansan los restos
de algunos lugareños.
Su lápida es una sencilla placa de mármol
rosado en forma ojival que se levanta sobre una losa
también de mármol colocada sobre un pequeño barbecho
donde crecen algunas plantitas silvestres cuando no
está nevado. En ese jardín improvisado algunos visitantes
depositan bordados y monedas. La placa vertical de la
lápida tiene únicamente adherida una cruz metálica,
una inscripción con las fechas de nacimiento y fallecimiento
del ajedrecista –los meses están escritos en islandés–
y el nombre completo del difunto: Robert James Fischer.
Precisamente en Selfoss, aprovechando
la cercanía de la tumba del ajedrecista, se inauguró
el Bobby Fischer Center, un museo improvisado y cálido
que cuenta la historia del Match del Siglo. Decenas
de fotografías recrean la célebre partida. Por ejemplo,
Spassky llegando a Keflavik –localidad cercana a la
capital– vestido como un espía del KGB rodeado de una
comitiva que bien podría pertenecer al servicio secreto
soviético. Fischer llegando solo, bajando las escaleras
del avión, nervioso o despreocupado, como si fuera James
Dean antes de morir. Artesanos construyendo el histórico
tablero. Hay decenas de imágenes que representan el
espíritu de aquel encuentro: el ying y el yang, la némesis,
la mística, los momentos de dos pensadores convertidos
en boxeadores.
En el museo también hay una explicación
del logo del evento e imágenes de la construcción del
tablero de las discordias. Aunque, sin ninguna duda,
el objeto más íntimo y singular que se puede presenciar
en el Bobby Fischer Center es una butaca de madera con
reposabrazos, con el asiento muy rallado y seis varillas
a modo de respaldo. En esa butaca Bobby Fischer, en
sus últimos meses de vida, daba cabezazos hasta quedarse
dormido en los pasillos atestados de libros de la librería
Bokin, en Reikiavik
La librería Bokin (Klapparstígur 25) está
situada en el centro de Reikiavik. Esta local de segunda
mano era uno de sus lugares predilectos que el ajedrecista
tuvo en sus últimos tres años de vida en Islandia. Bobby
pasaba las horas muertas entre biografías, libros de
historia y volúmenes de ajedrez escritos en ruso, idioma
que sabía hablar y leer con fluidez. El último libro
que encargó a Bragi Kristjonsson, dueño del establecimiento,
fue They’ll do it every time, un cómic de Hatlo de 1929.
Fischer se sentía tan cómodo en la librería que incluso
llegó a pedir trabajo, “hablando muy en serio”, a un
perplejo Kristjonsson. El último apartamento que habitó
Fischer en la capital islandesa (un noveno piso en Esperdegi
Street) estaba a cinco minutos a pie de la librería
Bokin.
Iglesia de Selfoss, en Islandia, donde
se encuentra la tumba de Bobby Fischer.
El Match del Siglo se disputó en el pabellón
de Laugardalshöll de Reikiavik, un recinto multiusos
cargado de símbolos en la historia islandesa. Sin ir
más lejos, en noviembre de 2009, después de que Islandia
quebrara debido a la crisis financiera, este pabellón
acogió la Asamblea Nacional donde más de 1.200 ciudadanos
seleccionados al azar acordaron los principios de la
nueva Constitución del país.
Durante el Match contra Spassky, Fischer
estuvo alojado en la Gimli Suite del antiguo Hotel Loftleidir,
una habitación de 59 metros cuadrados. Hoy día el hotel
se llama Reykjavik Natura, un nombre más apto para atraer
jubilados a sus aguas termales, aunque siempre se cuela
algún que otro mitómano que se quiere alojar en la suite
que Fischer habitó durante la disputa la histórica partida.
Actualmente, el Reykjavik Natura tiene instalada en
su planta de abajo una muestra sobre la partida, donde
destaca una recreación de la mesa donde se disputó el
encuentro y una colección de caricaturas sobre el evento.
A Fischer le encantaba cenar en el restaurante
Krua Thai, un coqueto y económico local tailandés alejado
de la ruta turística donde Fischer solía ir a cenar
dos o tres veces por semana. Sí o sí preguntaba por
su dueña, Sonja, una vivaz tailandesa que insistía que
por el único cliente que esperaba para cerrar era por
Bobby. Su otro restaurante predilecto era Þrír Frakkar,
una marisquería inaugurada por el chef Úlfar Eysteinsson
en marzo de 1989. A Fischer le encantaban los platos
de pescado. Fue en este local donde su gran amigo Einar
S. Einarsson le hizo su última fotografía en vida: el
rostro del protagonista de una de las gestas deportivas
más importantes de su tiempo, iracundo y desconfiado.
Un rostro pertrechado por un cariz combativo sin remedio;
un rostro siempre al abordaje, pero, a esas alturas,
terriblemente cansado.
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La literatura de Islandia comprende las obras
literarias creadas en Islandia desde el poblamiento de la
isla hasta nuestros días. El Codex Regius ha permitido recuperar
sus más antiguas manifestaciones, que son poemas heroicos
y mitológicos, llamados Eddas. También son de gran antigüedad
las sagas de los islandeses.
Del siglo IX al XIII se desarrolló en Islandia
un tipo de poesía distinta de los Eddas, llamada escáldica,
de origen noruego, que utilizaba la aliteración, rima interna
y una serie de perífrasis y metáforas que oscurecían su comprensión.
Entre los poetas que cultivaron esta modalidad destacan Bragi
Boddason, Egill Skallagrímsson, Hallfreðr vandræðaskáld y
Sigvatr Þórðarson. El género más popular en Islandia desde
el siglo XI hasta el siglo XV fue la saga. Consiste en biografías
de héroes que a menudo fueron reyes de Noruega, Islandia,
o bien héroes legendarios germánicos cuyas hazañas tuvieron
lugar entre los siglos IV y VIII.
A partir del siglo XIV, se puede apreciar un
declive en la literatura islandesa: la traducción de obras
extranjeras rebasan a las de creación original; la literatura
de los siglos anteriores se convierte en sueños fantásticos;
comienzan a interesar la poesía cortesana y los romances de
caballerías. En lírica nace un nuevo tipo de poema narrativo,
llamado rímur, compuesto de estrofas de cuatro líneas con
una rima al final de la línea. Esta forma poética siguió siendo
popular hasta finalizar el siglo XIX. En ella destacó Einar
Gilson con su poema Olafsrima. También han de citarse los
diktur o poemas religiosos compuestos entre el siglo XIII
y el XVI, entre los que sobresale Lilja, de Eysteinn Asgrímsson.
La reforma religiosa trajo un cambio de panorama literario,
ya que la iglesia tomó el monopolio de la imprenta, con lo
que solo podían publicarse obras de carácter religioso. El
poeta principal de este período fue Jón Arason, último obispo
católico de Hólar y autor de poemas religiosos como Pislargrátr
y Ljómur. Las traducciones de la Biblia, de himnos y poemas
religiosos de otras lenguas, abarcó toda la producción literaria.
El siglo XVII presentó tres rasgos fundamentales:
fomento de la erudición, criterio ortodoxo en cuestiones religiosas
y superstición en el pueblo. El mejor poeta fue Hallgrímur
Pétursson, autor de la colección de himnos religiosos Passiusalmar.
Destacaron también Olafsson, Arngrímur Jónsson, quien fue
un gran estímulo para la investigación literaria, y Jón Magnússon,
que en Pislar Saga pone al descubierto las injustas persecuciones
de brujas, dado que se trata de una acusación por parte de
Magnússon que se creyó haber sido víctima de brujería.
El siglo XVIII se vio marcado por los ideales
de la ilustración, de los que Eggert Ólafsson y Magnús Stephensen
fueron los máximos exponentes. Se incrementaron las traducciones
de los clásicos europeos, a lo que contribuyó con su trabajo
el poeta y erudito Jón Porláksson. Los mejores ejemplos de
la prosa del siglo XVIII se pueden encontrar en Húspostilla
o colección de sermones del obispo Jón Vídalín.
Jón Magnússon, político y primer ministro de
Islandia entre 1917 y 1922 y entre 1924 y 1926.
En las primeras décadas del siglo XIX se formó
un nuevo movimiento romántico, encabezado por los poetas Bjarni
Thorarensen y especialmente Jónas Hallgrimsson. Siguieron
esta corriente Benedikt Gröndal, autor de Sagan af Heljarslódarorustu,
Steingrímur Thorsteinsson y Matthías Jochumsson, autor de
Grettisljód. Como continuadores de la línea original del rimur
figuraron los llamados poetas campesinos: Sigurdur Breiðfjiord,
atacado por el romántico Jónas Hallgrímsson por sus Tristans
rimur, y el autor de Umkvörtum, Hjálmar Jónsson. En la década
de los años 1880, y bajo la influencia de Georg Brandes, el
romanticismo cedió su puesto a la corriente realista.
Se puede decir que la poesía de la primera mitad
del siglo XX ha estado dominada por dos poetas: Davíð Stefánsson,
autor de Svartar fjadrir, y Steinn Steinarr, que introdujo
la técnica del verso libre y cuya poesía Raudur loginn brann
se encuentra muy influenciada por el surrealismo. Dentro de
este siglo, destacaron los poetas Einar Benediktsson, Magnús
Stefansson, Sigurður Ivarsson, Thomas Guðmundsson y Jón Helgason.
La prosa moderna se inicia con dos novelas de Jón Thoroddsen,
consideradas actualmente como dos obras maestras: Piltur og
Stúlka (Mozo y muchacha) y Madur og Kona (Hombre y mujer).
Las influencias nórdicas en la literatura del siglo XX se
manifestaron en las novelas de Jón Trausti, Gunnar Gunnarsson
y Guðmundur Hagalín. Halldór Laxness, Premio Nobel de Literatura
en 1955, recibió influencias del impresionismo francés y de
las tendencias socialistas, como se aprecia en sus obras Estación
Atómica y La Campana de Islandia. Otro autor muy importante
del siglo XX es Þórbergur Þórðarson, autor principalmente
de ensayos y literatura autobiográfica. De las posteriores
generaciones de novelistas destacan O. J. Sigurðsson, autor
de Skuggarnir á bænum, Agnar Thódrarson, autor de Hannin galar
tvisar, V. Ludviksson, Thor Vilhjálmsson, Guðbergur Bergsson,
autor de Svanurinn (El cisne), Tómas Jónsson, metsölubók (Tómas
Jónsson, best seller) o Sú kvalda ást sem hugarfylgsnin geyma
(Amor duro) y Arnaldur Indriðason con novelas policiacas como
Invierno ártico.
En el teatro del siglo XX merecen especial mención
Jóhann Sigurjónsson, Guðmundur Kamban, autor de Hadda-Padda
y Davíð Stefansson. El teatro es el género en el que han surgido
menos figuras, con la excepción de Jokull Jakobsson. Sin embargo,
el campo de la lírica y de la narrativa siguen siendo los
más destacados. En cuanto a la poesía, destacan los nombres
de Jóhannes úr Kötlumm, Jón Óskar, S. Hördur Grímsson, Hannes
Pétursson y þorsteinn fra Hamri. En los años setenta cabe
consignar la aportación de poetas y novelistas como Pétur
Gunnarsson y Þórarinn Eldjarn. En las últimas décadas han
surgido novelistas, prosistas y poetas como Auður Ava Ólafsdóttir,
Gyrdir Elíasson, Jón Kalman Stefánsson, Ólafur Gunnarsson,
Einar Már Guðmundsson, Hallgrímur Helgason, Hermann Stefánsson,
Eiríkur Örn Norðdahl y varios otros. La literatura hoy en
día en Islandia se caracteriza por mucha variedad y un gran
número de autores publicando sus obras. El estado de Islandia
le otorga becas a los escritores por escribir, un sistema
que ha formado parte de la realidad literaria en Islandia
desde 1990.
Halldór Laxness recibió el Premio Nobel de Literatura
en 1955. En 1962 comenzó a entregarse el Premio de Literatura
del Consejo Nórdico, que los escritores islandeses han ganado
en siete ocasiones a 2014. Estos son Ólafur Jóhann Sigurðsson
en 1976, Snorri Hjartarson en 1981, Thor Vilhjálmsson en 1988,
Fríða Á. Sigurðardóttir en 1992, Einar Már Guðmundsson en
1995, Sjón en 2005 y Gyrðir Elíasson en 2011. A partir de
1989 se comenzó a entregar el Premio de Literatura de Islandia.
Guðbergur Bergsson es el único autor que lo ha recibido en
dos ocasiones.
La gastronomía de Islandia es una cocina establecida
en dos vertientes principales, por un lado la adoración por
el pescado, por el otro por las carnes (especialmente cordero).
Gran parte de los métodos de cocina son tradicionales, pero
puede notarse una influencia de la cocina noruega en algunos
de los platos. Uno de los platos más populares es el Þorramatur.
Independiente del ingrediente pescado o carne
es muy general el empleo de conservación de los alimentos
en secado (þurrkun) mediante salazón (söltun), el ahumado
(reyking), el marinado y en algunas ocasiones fermentando
(kæsing).
El pescado es el ingrediente más importante
de esta gastronomía y uno de los puntos fuertes de la economía
ya que posee una fuerte industria pesquera, el pescado seco
(Harðfiskur) por diferentes medios es muy habitual en la cocina
islandesa. Existen diferentes tipos de pescados, desde el
tiburón (forma parte de un plato tradicional denominado hákarl),
el salmón ahumado (servido a menudo en los gravlax) y conocido
internacionalmente, el bacalao (supone una de las mayores
capturas de Islandia) del que algunas partes como el hígado
son consideradas auténticas delicias, el carbonero, el arenque.
Existe no obstante una gran cantidad de platos elaborados
con especies autóctonas como el bleikja que es una trucha
ártica, harðfiskur que es el fletán, etc. Los pescados se
elaboran de diferentes formas, están las sopas de pescado
(Fiskisúpa), las albóndigas de pescado (Fiskibollur ), en
ensaldas (como las de arenque: Síldarsalat), cocido en "migas"
( Steiktur fiskur í raspi), en aperitivos (Grafinn Lax), guisados
en forma de potaje (Ofnsteiktur fiskur), etc. la variedad
de formas es bastante numerosa.
Existen las carnes de animales de ganadería.
No obstante la más abundante es la de cordero. La carne generalmente
se suele ahumar (Hangikjöt) para su mejor conservación (como
el hratt hangikjöt carnero ahumado), o en patés (Lambakæfa,
paté de cordero). También se usa en algunos platos tradicionales
como el svie (cabeza ahumada de cordero, denominada Svið og
sviðasulta). Los asados son populares, uno de los más conocidos
es el Sunnudags-lambasteik, que es una especie de Sunday roast
tradicional. También es común el consumo de la carne y la
grasa de ballena. La carne de caza está disponible sólo en
los meses de primavera y verano, siendo la más representativa
la de reno. Un plato típico es la carne del lundi frailecillo,
un ave ártica.
Svið: cabeza de oveja hervida, servida con puré
de patatas y nabos.
Se emplea frecuentemente la patata que forma
parte de acompañamiento de platos como el puré de patata (Kartöflustappa),
o las patatas caramelizadas (Brúnaðar kartöflur). Algunos
tipos de coles como la lombarda, suelen comerse cocidas o
curadas en vinagre (Rauðkál, lombarda fermentada en vinagre).
Se puede encontrar a menudo platos que incluyen remolacha
y ruibarbo.
Se consume bebido muy frecuentemente un producto
denominado skyr similar a un yogur, empleada a veces como
postre junto con frutas.
Es evidente que uno de los momentos más buscados
de quienes viajamos a los países nórdicos cuando no es verano
es la mera posibilidad de poder ver en directo el baile de
las auroras boreales. Noruega, Islandia, Suecia, Finlandia,
Alaska, Groenlandia y el norte de Siberia o Canadá son lugares
cuyo territorio se mece en la frontera del Círculo Polar Ártico
y, por tanto, receptores de las célebres luces del norte.
Este fenómeno natural rodeado de mitos y leyendas justifica
por sí solo un viaje a estos países. Al menos intentar salir
a su encuentro porque, a diferencia de quien va a visitar
una catedral, una cascada o un glaciar, las auroras no se
dejan ver tan fácilmente.
En realidad la ciencia nos enseñó hace mucho
tiempo de qué se trata realmente el fenómeno de las auroras
boreales. La actividad solar hace que el gran astro emita
una serie de partículas dirigidas al espacio. Algunas de éstas
chocan con la atmósfera y, atraídas por el campo magnético
de la Tierra, se esparcen por los casquetes polares. Y es
precisamente la energía de ese momento la que permite que
en determinados lugares próximos al Polo Norte (y del Polo
Sur) se pueda observar la aurora. Es, por tanto, una relación
solar y geomagnética la que provoca este espectáculo lumínico
tan visual. Es evidente que si queremos ir a hacer un viaje
en el que podamos contemplar el espectáculo de la aurora boreal
es necesario que nos dirijamos lo más al norte que podamos
(tanto en Europa como en América). Al menos poner como objetivo
la línea del Círculo Polar Ártico. No hace falta ser si quiera
tan ortodoxos, ya que el 99,9% de Islandia se sitúa por debajo
de esta línea y se le considera uno de mejores lugares del
mundo para ver auroras. Las auroras, como la meteorología,
cuentan con sus propios pronósticos. En función de la actividad
solar se puede llegar a predecir, más a corto que a largo
plazo, la intensidad de las auroras boreales. Hay un índice
conocido como Kp que va del 0 al 9 con el que se miden las
tormentas geomagnéticas. A partir del 2 hay probabilidades,
con 3 ya se verían relativamente bien, el 4 la actividad sería
moderada pero muy visible y de ahí en adelante la actividad
sería muy intensa. Si hay un 3 como mínimo, no faltan los
motivos para salir por la noche a la caza de las auroras boreales.
Las auroras boreales aparecen y desaparecen de repente, se
mueven como si estuvieran jugando en el cielo tras tocar la
atmósfera. Es energía de color, a veces también rojo, que
puede tirarse varios minutos seguidos (incluso horas) iluminando
los cielos del norte.
Ocho consejos para fotografiar auroras boreales:
- No lo intentes sin trípode. La cámara debe quedarse
inmóvil ya que es necesario disparar en exposiciones
largas. Cuando más sólido mejor, porque a veces el viento
puede jugarte una mala pasada. Incluso a veces éste
es tan fuerte que sale más a cuenta colocarla en el
suelo o en un sitio suficientemente estable.
- Si está demasiado oscuro busca una referencia donde
enfocar. Puede ser un pueblo lejano, una montaña, un
árbol. Si no hay nada, lo mejor es configurar el punto
de enfoque a infinito (esta opción no está en todas
las cámaras, sobre todo si no se lleva una Réflex).
- Cuanto más angular tenga tu cámara, mejor, ya que
así podremos atrapar una mayor parte del cielo, que
es donde se está desarrollando este fenómeno natural.
- En cuanto al ISO de la cámara cada maestrillo tiene
su librillo pero como todo en la vida conviene no pasarse
ni con uno demasiado bajo (no absorberíamos demasiada
luz) ni con otro demasiado alto (lo que daría ruido
a la fotografía). En función de la intensidad de la
aurora (y de si hay algo de contaminación lumínica)
entre 400 y 800 puede ir bien la cosa.
- Las exposiciones deben ser largas, pero tampoco hay
que pasarse. Hay fotos maravillosas de auroras boreales
con una exposición de 20 segundos e incluso de un minuto.
Dispara en RAW para poder tratar después las fotos.
Si se dispone de la opción RAW + JPG mejor que mejor.
- Utiliza un mando-disparador o programa la cámara
cada vez para que tome la foto dentro de varios segundos,
ya que tu dedo haciendo clic al botón puede estropear
completamente la imagen.
- Haz prueba-error hasta dar con las mejores condiciones.
Cada cámara y cada fotógrafo es un mundo y no responden
igual en las mismas condiciones. Es lógico no atinar
a la primera con las auroras boreales si no tenemos
experiencia, por lo que debemos ser pacientes hasta
dar con la tecla exacta.
- Lleva baterías de repuesto. El frío es un enemigo
de la batería de la cámara y puede provocar su descarga
antes de lo que nos podamos imaginar. Así que nunca
está de más, como traer memoria suficiente (las tarjetas
más vale que sobren que falten). La noche puede ser
larga… Si quieres captar el movimiento de las auroras
puedes tratar de programar un time-lapse.
Y que no falte mucho abrigo e infinita paciencia.
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¿Sabías que las auroras boreales se ven mejor a través
de las cámaras? Esto es porque su luz roja se encuentra
en muchas ocasiones en el límite de lo que las retinas
humanas son capaces e detectar. En cambio las cámaras,
«son más sensibles» y, con un ajuste de larga exposición
si las condiciones climatológicas son buenas, es posible
realizar fotografías únicas. En ocasiones, hasta más
espectaculares de lo que estamos viendo en el momento.
No todas son verdes, también hay rojas y azuladas:
Las auroras boreales se producen al interactuar las
partículas solares con la capa superior de la atmósfera
terrestre. Cuando estas partículas solares, que viajan
entre 300 y 1000 km/segs. chocan con el escudo magnético
de la Tierra, son atraídas por los polos y penetran
en su atmósfera superior liberando energía. Si esto
llega a ocurrir es cuando se emiten las luces de colores.
Que haya diferentes colores depende de la especie atómica
que generan estas partículas de viento y del nivel de
energía que llegan a alcanzar. Así, las auroras boreales
de tonos verdes se dan cuando se produce a altitudes
altas (100-200km) y cargadas de átomos de oxígeno; en
las rojas, la emisión de oxígeno se produce por encima
de los 200km y, por último, las auroras boreales azules,
se ven a 120km por la emisión de partículas cargadas
de nitrógeno.
No son sólo un efecto visual, también emiten sonidos:
Hasta hace pocos años no se había encontrado una relación
directa con el sonido que se podía escuchar al disfrutar
de las auroras boreales. Sin embargo, en 2012 unos investigadores
finlandeses demostraron que las mismas particulares
solares que emiten descargas de luz, emiten una especie
de palmadas que sólo es perceptible a 70 metros del
nivel del suelo.
Se ven desde el espacio: se producen a 100km sobre
nuestras cabezas para los que estamos en La Tierra pero
además, los Tripulantes de la Estación Espacial y distintos
satélites han recogido impresionantes fotografías de
este suceso «al otro lado».
El astronauta Jack Fischer captó
en 2017 estas espectaculares imágenes de la aurora boreal
desde la Estación Espacial Internacional.
Se ven en otros sitios además de Escandinavia: Aunque
la aurora boreal es la más famosa, también existe la
aurora austral. Estas «luces del Sur», se ven desde
la Antártida, Nueva Zelanda e incluso Sudamérica. A
veces, se mueven hacia el Sur: Incluso aun siendo la
aurora boreal propiamente dicho tal y como la conocemos,
en alguna ocasión «han ido hacia el Sur», hacia Oklahoma
y Atlanta como ocurrió en 2011 (octubre). De hecho,
otro dato curioso que alimenta la leyenda de las auroras
boreales es que durante la batalla de Fredericksburg
(Virginia, 1862) en plena Guerra Civil, apareció la
aurora boreal sorprendiendo a todos los soldados que
hasta entonces no habían visto un fenómeno igual.
Se ven en otros Planetas: Júpiter y Saturno y, después,
Urano y Neptuno fueron los primeros en mostrarnos que
también tenían auroras boreales. Lo vimos a través de
las cámaras de las naves Voyager y, más tarde, el telescopio
espacial Hubble ha podido fotografiarlas. En los Planetas
vecinos en cambio, este fenómeno tiene una magnitud
muy superior ya que son órdenes de magnitud mucho más
intensos.
No se pueden predecir: las épocas más habituales para
poder disfrutar de este fenómeno es a partir del 21
de septiembre hasta el 21 de marzo; es decir entre otoño
e invierno. Sin embargo, son muy caprichosas por lo
que también han llegado a verse incluso en verano. En
cualquier caso, no es posible saber con certeza cuándo
ocurrirán ya que es prácticamente imposible saber hacia
dónde se dirigen los campos magnéticos. Lo que sí sabemos
es que cuanto más despejada este la noche, será más
fácil poder verla e incluso, si hay Luna Nueva: la mejor
hora para poder verlas es entre las 11 de la noche y
las 2 de la madrugada.
Aurora boreal vs Luces del Norte: Nosotros las conocemos
como auroras boreales pero será difícil encontrar un
escandinavo que no les llame Luces del Norte. Curiosamente,
nosotros tomamos este nombre de Galileo Galilei que
en el siglo XVII, mientras estudiaba este fenómeno,
decidió tomar el nombre de auroras boreales de la Diosa
Aurora (Diosa romana de la mañana) porque «tenía la
idea errónea de que las auroras que veía eran la luz
solar reflejada en la atmósfera» según la NASA.
También hay leyendas que acompañan al fenómeno: los
japoneses tienen la creencia de que si conciben un hijo
bajo una aurora boreal, habrá prosperidad y la magia
de este fenómeno les traerá un varón. El pueblo Sami,
por su parte piensa que las auroras boreales son el
espíritu de las mujeres que no han tenido hijos y que
están condenadas a vagar por el firmamento por el resto
de sus vidas. La leyenda esquimal cuenta que la aurora
boreal es un festejo en el que los espíritus que viven
en el cielo, encienden antorchas para recibir a quienes
han tenido un fallecimiento voluntario o violento. En
Finlandia, atribuyen este fenómeno a la cola de un zorro
ártico que recorre el firmamento y, que al dar con su
cola en las montañas, crea «estas chispas» que son las
auroras boreales.
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El fenómeno del Sol de Medianoche es algo que
a todos ha cautivado. Este acontecimiento que ocurre por encima
del Círculo Polar Ártico, consiste en una visibilidad del
astro rey durante las 24h del día. Bien es cierto que Islandia
se sitúa por debajo del Círculo Polar Ártico, el Paralelo
66º cruza por la Isla de Grimsey, al norte de Islandia, pero
durante algunos meses del verano es posible disfrutar de prácticamente
24h de luz diurna. ¿Y dónde es el mejor sitio para verlo?
Proponemos 5 lugares para disfrutar del sol de medianoche.
Kirkjufell: En la península de Snæfellsnes,
esta montaña recibe su nombre debido a la forma que tiene,
parecida a una iglesia. Kirkjufell es, sin duda, la montaña
más fotografiada en Islandia, la reconoceréis por distintas
fotografías en revistas y publicaciones de viajes. Su posición
aislada hace que sea un punto focal para los turistas y marineros.
Rodeado de playas, Kirkjufell tiene un precioso sendero para
caminar alrededor de ella, así como una subida más difícil
hasta la cima.
Kirkjufell y cascada de Kirkjufellfoss. Península
de Snaefellsnes.
Hvítserkur: En la bahía de Húnaflói, cuenta
la leyenda que esta formación volcánica de más de 15 metros
de altura se trata de un troll petrificado convertido en piedra
al ser sorprendido por los rayos de sol. Su nombre significa
«camisa blanca» y viene dado por el guano de las aves que
anidan en los acantilados cercanos, depositado en la roca.
Es posible visitar la formación desde una plataforma superior
o incluso desde la playa, siempre y cuando la marea esté lo
suficientemente baja para acercarnos al troll.
Hvítserkur durante el sol de medianoche. Bahía
de Hunaflói.
Háifoss: En el valle del Þjórsá, una nmensa
cascada de cerca de 120m de altura próxima al volcán Hekla.
Considerada una de las mayores cascadas del país, es uno de
los lugares menos visitados durante la época del sol de medianoche
por su apartada localización, muy distante de la Ring Road.
La vista desde la plataforma frontal de la cascada, forma
un bello y ensordecedor paisaje que deja boquiabierto a cualquier
viajero que cruce junto a ella.
Cascada de Háifoss. Interior de Islandia.
Seljalandsfoss: En la costa sur de la isla y
una de las más conocidas y visitadas por los turistas, sin
duda. Esta cascada de casi 60 metros de altura, que en su
día se situaba sobre el océano, es conocida por ser una de
las pocas cascadas de Islandia que se puede cruzar por detrás.
Visitada al día por miles de turistas, esta cascada queda
prácticamente vacía a ciertas horas de la «noche», un buen
momento para realizar una visita y disfrutar de los rayos
del sol de medianoche.
Cascada de Seljalandsfoss. Costa sur de Islandia.
Jökulsárlón y Diamond Beach: Finalmente no podían
faltar en esta lista la laguna glaciar por antonomasia de
Islandia, Jökulsárlón, con 18km2 de superficie y sobre la
que se desliza una de las lenguas del glaciar más grande de
Europa, el Vatnajökull. Esta laguna glaciar conecta con el
océano a través de un pequeño canal por el que fluyen los
icebergs. Estos icebergs, con la acción de las mareas, acaban
por depositarse en la costa cercana, conocida como Diamond
Beach (la Playa de los Diamantes). Un lugar perfecto para
relajarse entre tonos blancos y azules mientras los rayos
de sol inciden en nuestra cara.
Laguna glaciar de Jökulsárlón. Costa sur de
Islandia.
Thingvellir es uno de los parajes más amados y reverenciados
por los ciudadanos islandeses. Allí, en el año 930 se
fundó una de las instituciones parlamentarias más antiguas
del mundo. En plena naturaleza, no en un palacio con
escaños de maderas nobles. Las decisiones se tomaban
junto a la Roca de la Ley. Cada mes de agosto tenía
lugar la reunión en que los islandeses llegados desde
todos los rincones de la isla aprobaban nuevas normativas,
juzgaban los casos pendientes y, llegado el caso, ajusticiaban
a los condenados en la Deskkingarhylur o piscina de
los ahogamientos (para ser exactos, solo a las mujeres
adúlteras, infanticidas o “brujas”).
Además de estos actos punitivos y legislativos, también
se acordaban alianzas entre clanes y matrimonios. Thingvellir
fue sede del parlamento islandés durante 900 años y.
a finales del siglo XVIII, se trasladó a la capital.
¿Intuyeron los vikingos islandeses dónde se reunían
exactamente? ¿O el lugar se escogió solo por la evidente
belleza y potencia telúrica del paraje? El caso es que
Thingvellir es el punto donde las placas continentales
americana y euroasiática se fracturan, y uno de los
mejores lugares del mundo donde apreciar este fenómeno
geológico.
Puedes tocar dos continentes en apenas
unos metros.
Un amplio y rectilíneo camino de lava deja a lado y
lado grandes escalones rocosos. Justo ese camino abierto
para los paseantes en lo que es hoy (desde 1930) un
parque nacional conecta los dos continentes. Es un paisaje
en el que es imposible no creer en elfos y troles, tan
queridos por la cultura del país. La oscura lava granate
está moteada de líquenes blanquecinos, las rocas del
fondo del valle se protegen de la pertinaz lluvia con
chubasqueros de acolchado musgo. Paralelo al inquietante
cañón Almannagjá discurre el hermoso río Öxará. Se puede
tocar con la mano la pared occidental –la placa americana–
y con tan solo recorrer unas docenas de metros hacia
oriente hacer lo propio con la euroasiática.
Islandia es el territorio más joven del
planeta gracias, precisamente, a estar sobre esa fisura
geológica. El constante aporte de lava de los volcanes
submarinos que allí existen acabó apareciendo por encima
de la superficie del agua y formando esta isla casi
redonda adornada en su litoral occidental con la península
de Vestfirdir a modo de cornamenta de caribú. Amantes
de la geología y de las caminatas tienen en Thingvellir
una cita obligada. Aquí se puede apreciar mejor que
en ningún otro sitio la teoría de la deriva de los continentes.
Y los senderos son abundantes, bien señalizados
y sencillos para recorrer algunos de los parajes más
insólitos de esta isla única modelada a la vez por elementos
tan dispares como el fuego de los volcanes y el hielo
de los glaciares. Thingvellir fue declarado en el año
2004 patrimonio de la Humanidad.
La fisura de Silfra es realmente una grieta
entre los continentes, América del Norte y la placa
Euroasiática, lo que significa que se bucea donde las
placas continentales se separan como unos dos centímetros
al año. Esto deja una grieta en la superficie de la
tierra, una grieta en la que se puede bucear en sus
aguas.
La dorsal Mesoatlántica, la cordillera
más larga del mundo, que separa las placas Euroasiática
y la Norteamericana en el Atlántico norte, está forzando
la separación de estas dos placas, de manera que ha
generado una serie de fisuras que a la altura de Islandia
se encuentra a poca profundidad y por tanto disponible
para su disfrute. En el lago Pingavallatn se encuentra
la fisura de Silfra que es un destino muy solicitado
por los submarinistas ya que te permite el honor de
asistir a un histórico hecho geológico que creíamos
que sólo podríamos leer en los libros de geología. Desde
que hace 54 millones de años el continente Americano
se separó de lo que hoy es Europa, el movimiento no
ha parado, dando como lugar a la fisura Silfra.
Las placas se mueven por corrientes de
convección en el manto debidas a los cambios de temperatura
y densidad, ya que los materiales más calientes pesan
menos y ascienden, ya que el manto se comporta como
un material plástico dúctil.
En segundo lugar es la sorprendente visibilidad
del agua clara y fría y el magnífico entorno. Su visibilidad
bajo el agua en la fisura de Silfra es de más de 100
metros, las razones para esta asombrosa claridad de
agua son dos: el agua está fría (2° C a 4° C durante
todo el año) ya que es agua del glaciar Langjökull cercano
y esta agua se filtra de pozos subterráneos a través
de lava subterránea porosa hasta alcanzar el extremo
norte del lago Thingvellir. El agua de Silfra es tan
limpia y cristalina que se puede beber en cualquier
momento durante el buceo.
Los buceadores deben cumplir todas las
normas y condiciones en cuanto a capacitación y equipamiento
para el buceo. Deben acatar todas las reglas sobre buceo
y de acuerdo a respetar las regulaciones del parque
nacional. Está prohibido bucear solo, entrar en las
cuevas buceando y bucear a una profundidad mayor que
18 metros. El buceo es enteramente responsabilidad y
riesgo de los propios buzos. Al fisura de Silfra tiene
tres secciones principales: Hall de Silfra, Catedral
de Silfra y Laguna de Silfra. Eventualmente la grieta
drena hacia fuera al Lago Thingvellir, el mayor lago
de Islandia que está lleno de truchas y otros peces.
Pero el foco de buceo es la fisura de Silfra en la tierra
y el poder nadar por debajo de las rocas que han caído
en la grieta durante los años. Desde el Hall de Silfra
se nadan 200 metros a la Catedral de Silfra. La natación
es un “arriba y abajo” puesto que en algunos puntos
se necesita sortear las rocas que se han quedado atascadas
en la grieta a poca profundidad.
Catedral de Silfra es literalmente la
mejor parte de Silfra, su belleza te hace contener la
respiración. La profundidad de la fisura de Silfra está
a unos 20 metros en el punto más profundo y desde el
principio hasta el final la catedral tiene unos 100
metros de largo. Al final de la Catedral hay una pendiente
de arena con una profundidad de 2 a 3 metros desde donde
la corriente recoge y conduce al buceador directamente
al lago… El Parque Nacional Thingvellir ha sido declarado
un patrimonio de la humanidad tanto por su importancia
cultural e histórica, así como la singularidad natural
y geológica. Además, si se viaja con amigos o familiares
pero no desean bucear, el área alrededor de la fisura
de Silfra esta llena de encantadores senderos que conducen
a través de este fascinante lugar.
De mayo a agosto, con la luz bañando el
paisaje islandés durante prácticamente las 24 horas
del día, es posible explorar Silfra bajo el sol de medianoche.
Otra experiencia única.
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