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14 - Diciembre - 2021
>>>> Planeta Tierra > Grandes simios

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Clint, un chimpancé de 24 años, murió en 2004 de insuficiencia cardiaca. Su nombre y su diagnóstico pasarían inadvertidos de no ser porque su sangre es la que se utilizó para el análisis y secuenciación por primera vez del genoma del chimpancé. A finales de aquel año la revista 'Nature' publicaba el primer borrador con el ADN de este tipo de primates que comparten con el humano el 96% del material genético. Para hacernos una idea más clara: el número de diferencias genéticas entre los humanos y los chimpancés es aproximadamente 60 veces menor que entre los humanos y los ratones y unas 10 veces menos que entre los ratones y las ratas. Al mismo tiempo, la cantidad de disparidades genéticas entre un hombre y un chimpancé es unas 10 veces más que entre dos personas cualquiera. De hecho, ambos genomas son casi un 99% idénticos si no se tienen en cuenta en el análisis ciertos aspectos del ADN que se han reorganizado de forma distinta en las dos especies. Pero si se consideran las sustituciones de nucleótidos o bases, que difieren en el 1,23%, y otras variaciones como las repeticiones que ocurren en casi el 3%, las similitudes entre las secuencias de ADN de ambas especies sólo llegan al 96%. Casi un monográfico dedica 'Nature', a este primate. Además de los datos de la secuenciación del genoma de este animal, la revista publicó cuatro artículos sobre el 'Pan troglodytes' o chimpancé común: la cultura, el comportamiento, la psicología y la evolución neurológica. En el primer borrador del genoma del chimpancé participaron 67 investigadores procedentes en su mayoría del Instituto de Tecnología de Massachusetts, de la Universidad de Harvard y de la de Washington. Otros centros que también han participado en el trabajo proceden de otros países como Israel, Italia, Alemania y España.

"La secuenciación del genoma del chimpancé es un logro histórico que está destinado a encabezar un gran número de descubrimientos con implicaciones para la salud humana", declaró el doctor Francis S. Collins, director del Instituto para la Investigación del Genoma de EEUU. Esta secuenciación representa la primera de un genoma de primate no humano y la cuarta de un mamífero (antes fue la del hombre, ratón y rata). El primer borrador de la secuenciación del genoma humano se publicó en febrero de 2001, aunque el texto con todo el genoma vio la luz en octubre de 2004.

Los datos nos dicen que el ADN de este animal difiere de nuestra información genética sólo en un pequeño porcentaje: un 4%. Sin embargo, esa cifra significaba que lo que nos aleja de estos primates son 35 millones de bases diferentes (las letras que conforman la estructura de ADN) y muchas variaciones cromosómicas. "Todavía no tenemos en nuestras manos la respuesta a la mayoría de las cuestiones fundamentales como '¿Qué nos hace humanos?'. Pero esta comparación genómica nos acercaba increíblemente a la búsqueda de las claves biológicas sobre las diferencias entres especies", explicaba el doctor Robert Waterston, catedrático del departamento de ciencias genómicas de la Universidad de Washington en Seattle, EEUU. Existe una opinión común en todos los científicos de que estos datos son el primer paso para un gran número de futuras investigaciones que nos permitirán conocer más profundamente lo que nos aparta de esta especie, qué particularidades hemos desarrollado y qué parte de nuestro genoma influye más en ciertas patologías propias del ser humano. La mayor divergencia encontrada hasta el momento entre el cromosoma del chimpancé y el humano es para el cromosoma Y y la menor para el cromosoma X. Los nuevos datos indicaron que el cromosoma Y de este primate se está quedando atrás, mientras que el humano ha mantenido su 'status quo' a lo largo de seis millones de años. Las mutaciones acumuladas en el cromosoma Y del chimpancé le están haciendo menos útil. Sin embargo, no se sabe por qué se han creado estas diferencias entre ambas especies. Según los investigadores que han analizado este cromosoma, afirmaron que los nuevos estudios sugieren que en el humano el cromosoma es capaz de limpiar por sí mismo los errores genéticos por un proceso que denominan 'selección purificadora'. "Estos resultados sugieren que la 'selección purificadora' del cromosoma Y ha sido más eficaz durante la reciente evolución humana de lo que previamente se suponía", concluyeron los autores.

Los cromosomas son estructuras que se encuentran en el centro (núcleo) de las células que transportan fragmentos largos de ADN. El ADN es el material que contiene los genes y es el pilar fundamental del cuerpo humano. Los cromosomas también contienen proteínas que ayudan al ADN a existir en la forma apropiada.

Los investigadores detectaron que unos cuantos genes han cambiado inusualmente más rápido tanto en humanos y chimpancés que en otros mamíferos. Entre estos genes se encuentran los involucrados en la percepción de los sonidos, la transmisión de las señales nerviosas, la producción de esperma y el transporte celular de los iones o moléculas con carga eléctrica. En cambio, se localizaron otros genes que parecen haber evolucionado más rápido en humanos que en chimpancés. Entre éstos se encuentran aquellos que codifican los factores de transcripción, que son moléculas que regulan la actividad de otros genes y que juegan un papel clave en el desarrollo embrionario. La aportación del grupo español, dirigido por Carlos López Otín, catedrático de Bioquímica de la Universidad de Oviedo, esuvo dirigida en torno al análisis de 1.000 genes seleccionados por su relevancia en enfermedades humanas y, fundamentalmente, en el cáncer. Se han detectado más de 50 genes presentes en el hombre que han desaparecido total o parcialmente del genoma del chimpancé. Entre éstos se encuentran tres genes que están involucrados con la inflamación y que posiblemente puedan explicar algunas de las diferencias entre las dos especies respecto a la respuesta defensiva e inflamatoria de ambos organismos. Por otro lado, los primates cuentan con un gen, que ha desaparecido en los hombres, y que produce una proteína que ayuda a protegerles del Alzheimer. "Esto representa justo la punta del iceberg de lo que queda por explorar del origen genómico de nuestras diferencias biológicas", declaró LaDeana W. Hillier, del Centro de Secuenciación del Genoma de la Universidad de Washington. "Dado el poco tiempo desde que se separaron los humanos y los chimpancés, es probable que algunas mutaciones de gran efecto sean responsables de parte de las actuales diferencias -fenotípicas- que separan a los humanos de los chimpancés y de otros simios mayores", afirmaron Wen-Hsiung Li y Matthew A. Saunders, del departamento de ecología y evolución de la Universidad de Chicago, Illinois (EEUU).

El borrador del genoma del chimpancé es una pieza más en la lista de los genomas de vertebrados secuenciados. Junto con el genoma humano, será el más útil para comprender la biología y evolución humana. Pero los datos todavía dejan muchas preguntas sin contestar. El doctor Evan Eichle, profesor asociado de ciencias genómicas en la Universidad de Washington y principal autor de uno de los estudios que publica 'Nature', ha sido el responsable del primer análisis que compara el genoma del chimpancé y el humano. Los datos muestran que una parte importante de las divergencias entre ambos genomas se encuentra en una región del ADN que antes se pensaba que no tenía función, y que ahora se sabe que está involucrada en la regulación o duplicación. Cinco millones de estos trozos de ADN, o un 1,23%, difieren debido a la inserción o destrucción de algún nucleótido o letra del ADN. Alrededor del 33% de los segmentos duplicados del hombre son específicos para el humano. Estos segmentos pueden moverse a regiones diferentes del genoma. En el hombre, hay alrededor de 7.000 elementos 'transportables' frente a los 2.300 encontrados en el chimpancé, lo que indica que estos elementos han sido menos activos en estos primates. Además, muchos de los genes situados dentro de los segmentos duplicados del genoma, (específicos para cualquiera de las dos especies, chimpancés o humanos) se expresan de forma diferente en cada una. O lo que es lo mismo, en cada especie se utiliza de distinta forma la información genética para las estructuras y funcionamiento de las células. Las investigaciones que se avecinaron irían enfocadas a la confirmación de algunas de las hipótesis que actualmente se plantean los científicos. Como la de 'menos es más', es decir, la pérdida de algunas características específicas a los primates se corresponden con rasgos humanos como la pérdida de vello corporal. Otra teoría es la que baraja la posibilidad de que la evolución del chimpancé al hombre se debe a aquellas regiones del ADN en las que se produce la duplicación. Sin embargo, ésta es la más difícil de comprobar.

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Louis Seymour Bazett Leakey (7 de agosto de 1903 – 1 de octubre de 1972), fue un arqueólogo, antropólogo, paleoantropólogo y escritor británico. "Ahora debemos redefinir herramienta, redefinir el concepto de cultura y de hombre o, si no, aceptar a los chimpancés como seres humanos". En los años 60, habló así sobre las investigaciones de Jane Goodall en Tanzania que demostraban que los chimpancés utilizan herramientas conscientemente.

Pásate por Ser humano >> Activistas >> Jane Goodall.

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Los seres humanos tendemos a ser algo egocéntricos y a pensar que somos únicos y especiales, pero la triste realidad es que tan solo un 0,1% de pequeñas variaciones en la secuencia del ADN marcan las diferencias entre unos y otros. De hecho, en una charla de TED, el físico y empresario Riccardo Sabatini explicó que un libro que incluya todo el código genético de una persona tiene unas 262.000 páginas. Muchas, ¿no? Pero lo realmente sorprendente es que de todas ellas solo 500 páginas contienen el código que nos hace únicos. Además, los seres humanos compartimos porcentajes muy semejantes con otras especies del reino animal.

Sí, todas las personas del mundo son un 99,9% iguales a ti. Solo el minúsculo porcentaje restante define cosas como tu color de ojos o tu predisposición a ciertas enfermedades. “Los seres humanos diferimos extraordinariamente poco entre nosotros y en parte se debe a ese 0,1% de pequeñas variaciones en la secuencia de ADN. Estas diferencias en general o son irrelevantes, neutras, o son muy sutiles. Además, son difíciles de detectar y tienen efectos muy variables”, afirma José L. Bella, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, biólogo y experto en genética.

Las interacciones entre los propios genes son especialmente relevantes para definir quienes somos.

“Todo ello porque en realidad somos el resultado de múltiples interacciones en distintos niveles, y dos de ellos especialmente relevantes: las interacciones entre los propios genes y las de estos con el ambiente en sentido amplio (desde intracelular, a las interacciones con otros seres y con el medio)”, continúa el experto. Rafael Zardoya, profesor de investigación del Museo Nacional de Ciencias Naturales en España, explica que “el genoma contiene la información necesaria para producir una serie de moléculas activas, las proteínas, que hacen funcionar nuestro metabolismo y forman nuestra morfología (fenotipo)”. Y, apesar de que “parte de nuestras diferencias están asociadas a la producción de diferentes proteínas, la mayoría de las disimilitudes entre especies cercanas o miembros de una misma especie vienen determinadas por cuándo y dónde se produce la expresión de los mismos genes”.

Los seres humanos y los plátanos comparten el 60 % del código génetico.

Si aún te ha asombrado la mínima distancia que nos separa a unas personas de otras, es probable que lo estés más todavía después de saber que un estudio del National Human Genome Research Institute descubrió que los chimpancés tienen un 96% de similitud genética con los seres humanos. “Lo que nos diferencia de otros simios, en pequeña medida, son esas variaciones en los genes. También su distribución diferente en el genoma y sobre todo, la manera en que utilizamos todo el conjunto”, señala Bella. Y entonces si es tan mínima la distancia, ¿qué es lo que nos hace humanos? “Para buscar las diferencias entre chimpancés y humanos tenemos que observar qué genes han estado sujetos a la selección natural y qué mutaciones se han fijado o cuáles no en la parte del linaje humano. Por ejemplo genes implicados en el desarrollo del cerebro, la funcionalidad de la mano o el bipedalismo”, apunta Zardoya.

Los primates no son los únicos tan similares a nivel genético. En 2007 investigadores del Genome Research, descubrieron que algunos gatos son más cercanos a nosotros de lo que podríamos pensar: el gato doméstico de Abisinia tiene un 90% de similitud con nuestro ADN. No solo los gatos. Hay un pequeño animal por el que muchas personas sienten fobia que tiene un 85% de similitudes genéticas con los seres humanos. Hablamos del ratón, que además, según National Human Genome Research Institute, compartió un ancestro común hace 80 millones de años. Y así, la lista de animales continúa. Aunque lo que puede dejar boquiabierto a más de uno, es la similitud genética que tenemos con un plátano: nada menos que un 60% del mismo ADN que los seres humanos. “Una de las cosas fascinantes de los seres vivos es que todos compartimos la química del agua y la de los ácidos nucleicos (y las proteínas). Esto por un lado, es un respaldo muy sólido a que la vida como la conocemos ahora proviene de un tronco común, de un mismo origen (lo que no quiere decir que haya aparecido una sola vez, o únicamente de esta manera) y por otro, sustenta la teoría moderna de la evolución y el parentesco más o menos cercano entre todos los seres vivos actuales (y extinguidos)”, afirma José L. Bella. “El hecho de que compartamos genes con algunos parientes lejanos como mamíferos, animales, o incluso plantas y bacterias, explica por qué las funciones esenciales del metabolismo y del funcionamiento de la vida son las mismas. Las hemos heredado de nuestros ancestros, parte de ellos comunes, en un árbol de la vida que se viene ramificando desde el comienzo de los tiempos”, concluye el experto.

Lo que nos diferencia de otros simios, en pequeña medida, son pequeñas variaciones, en los genes como aquellos implicados en el desarrollo del cerebro.

Gracias a estas aproximaciones genéticas podemos estar más cerca de descubrir e investigar algunas enfermedades que afectan a las personas. Estamos acostumbrados a asociar ratones o monos como típicos objetos de estudio, pero quién nos iba a decir que un insecto, tan dispar a nosotros, como la mosca del vinagre presenta un 61% de los genes causantes de enfermedades en humanos. De ahí que la NASA la utilizase en investigaciones sobre cómo afectan los viajes en el espacio a nuestros genes. “La conocida mosca “de la fruta” o “del vinagre” (Drosophila), es desde hace unos años un magnífico modelo para buscar posibles soluciones al cáncer, entre otras enfermedades que nos afligen”, señala Bella. Así que no parece tan malo tener todas esas otras similitudes con el resto de personas y seres vivos. Al fin y al cabo, siempre nos queda ese 0,1% que nos hace completamente únicos.

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La mosca de la fruta o del Mediterráneo, es un insecto holometábolo (se refiere al proceso en el cual un insecto pasa en su desarrollo por una metamorfosis completa de cuatro estados: huevo, larva, pupa y adulto) originario de África. Por sus similitudes genéticas, la NASA las utiliza para investigar cómo afectan los viajes al espacio en nuestros genes. La humilde mosca de la fruta fue clave en 5 investigaciones que ganaron el premio Nobel de Medicina.

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El primer centro de estudios de primates del mundo estuvo en Tenerife. Lo fundó en 1913 el psicólogo Wolfgang Köhler, uno de los padres de la escuela psicológica de la Gestalt, que eligió el municipio de Puerto de la Cruz como sede de esta institución. La llamada 'Casa Amarilla', que acogía el centro, se encuentra ahora en ruinas. Los psicólogos de la Universidad de La Laguna llevan años denunciando la situación de abandono del inmueble y han propuesto al Ayuntamiento del Puerto de la Cruz la creación de un museo de la Psicología y la Primatología, que organizaría también cursos, talleres y congresos sobre estos animales.

"Llevamos 17 años intentándolo, hasta ahora con pocos resultados", afirmaba en su momento Carlos Álvarez, profesor y delegado de la facultad de Psicología de la ULL para la recuperación de la 'Casa Amarilla'. "En 2004, el entonces alcalde de Puerto de la Cruz, Marcos Brito, se comprometió a salvar el edificio. Asimismo, obtuvimos del Cabildo de Tenerife el compromiso de que, una vez expropiado, se encargarían de restaurarlo. Algunas asociaciones alemanas han mostrado también su interés en colaborar económicamente", explica. El pasado mes de junio, la 'Asociación Wolfgang Köhler' solicitó formalmente al Ayuntamiento la expropiación del inmueble a los Yeoward, la familia inglesa que la adquirió en 1918, cuando se cerró la estación. Además del inmueble compraron toda la extensión platanera, pues la familia se dedicaba a la exportación de esta fruta.

En 1994 los propietarios derribaron parcialmente el inmueble. Sin embargo, tras una larga batalla legal entre los dueños y el Ayuntamiento, el edificio fue declarado bien de interés con categoría de sitio histórico. "No han cumplido con su obligación de ceder la parcela al Ayuntamiento y no han mostrado ningún interés en conservar el terreno y restaurar el inmueble para el cometido asignado, por lo que no hay razón para posponer su expropiación", aseguró aquel año Melchor Hernández, presidente de la asociación.

Hernández consideraba que los experimentos que se realizaron en Tenerife son "un hito histórico" y subrayó la importancia de que se cree un centro para conmemorarlo. La Gestalt fue una de las escuelas más influyentes en la historia de la Psicología. Wolfgang Köhler, nacido en Estonia aunque formado en Alemania, aportó el concepto de aprendizaje 'por Insight'. Mediante un experimento con chimpancés en el centro de Tenerife, Köhler descubrió que estos animales tenían mecanismos de razonamiento próximos a los seres humanos. El investigador colgó un plátano del techo y facilitó a los chimpancés varios elementos para llegar a él, como cajas o varas. El aprendizaje 'por Insight' se produce cuando, al intentar solucionar un problema, la solución intuitiva llega en el momento más inesperado. Así ocurrió con el chimpancé del experimento: en un momento determinado, se quedó quieto, apiló las cajas y se hizo con el plátano. Los animales también utilizaron las varas puestas a su alcance para hacerse con la fruta. En otro experimento, llegaron a quitar una piedra y abrir una puerta para coger el plátano que se hallaba detrás. La solución del problema no llegaba, por tanto, tras sumar todos los intentos, sino que la reestructuración de los elementos provocaba su resolución.

La figura de Wolfgang Köhler ha estado rodeada de misterio e incógnitas. Meses antes de que comenzara la I Guerra Mundial, los ingleses le acusaron de ser un espía y de controlar el paso de los submarinos ingleses desde Tenerife. Ronald Ley recoge en su libro 'A wisper of espionage' algunas de las especulaciones sobre Wolfgang Köhler. En 1918 se cerró el centro del Puerto de la Cruz y los chimpancés fueron trasladados a la Orotava, otra localidad de Tenerife, hasta 1920. Ese año, Köhler regresó a Alemania y los animales fueron enviados al zoo de Berlín. El último chimpancé del grupo que participó en los experimentos falleció en 1921. Gracias a los estudios de Tenerife, consiguió la cátedra de psicología más importante en Alemania, en la Universidad de Berlín. Aunque no era judío, Köhler fue uno de los primeros que se atrevió a criticar públicamente a Adolf Hitler. Descontento con la situación en Alemania, el profesor emigró a Estados Unidos en los años 30, donde fue profesor y donde falleció en 1967.

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