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15 - Diciembre - 2021
>>>> Planeta Tierra > Grandes simios

 

 

 

 

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>>>> Bonobo

Es el últimpo de los grandes simios descubiertos por la ciencia y el más parecido a los seres humanos. Hasta 1928 y durante miles de años, sólo fue conocido por los pueblos africanos que compartían con él las selvas del actual Congo. Se trata de un animal con una vida sexual tan rica que hay quien lo llama "el simio hippie", ya que prefiere hacer el amor y no la guerra.

Popularmente llamado «chimpancé pigmeo», el bonobo habita en una pequeña área geográfica limitada al bosque ecuatorial húmedo, entre los ríos Congo y Kassi, en la República Democrática del Congo, y ha sido el último gran simio descubierto por la ciencia. La anatomía de los bonobos, revelan los estudiosos, es acusadamente similar a la de nuestros primeros antepasados, y su estudio ha proporcionado un gran caudal de información que está resultando muy reveladora y de gran ayuda en los esfuerzos por conocer nuestro pasado.

A finales de la década de 1980 salieron a la luz las investigaciones del prestigioso primatólogo de origen holandés Frans de Waal, profesor de Psicología y Comportamiento de Primates de la Universidad Emory de Atlanta (EEUU) y director de un centro dedicado a la investigación de primates llamado Living Links Center. Los trabajos de este científico sobre el bonobo conmocionaron la comunidad de expertos.

En efecto, al contrario del cliché siempre esperado, la sociedad de los bonobos se ha revelado, ante los sorprendidos ojos de los observadores, nítidamente organizada en torno a las hembras con los machos limitados a ocupar un lugar secundario. Frans de Waal, hoy considerado el mayor conocedor de estos simios, afirmaba asombrado en 1995: «El comportamiento de este pariente cercano del ser humano pone en tela de juicio las teorías sobre la supremacía masculina en la evolución de nuestra especie». Y más adelante conjeturaba que si los primatólogos hubieran conocido antes a estos simios, «con toda seguridad, ahora se creería que los primeros homínidos vivían en sociedades centradas en las hembras». No menos inteligentes que los chimpancés, los bonobos gozan de un temperamento mucho más sensible, son muy imaginativos a la hora de divertirse e inventar diversos juegos, que practican con gran concentración y dedicación. Pero lo realmente significativo de esta peculiar especie radica en el inesperado repertorio de comportamientos relacionados con el papel prioritario que ocupan las hembras en sus sociedades.

Al igual que la mayoría de los primates, se trata de animales altamente sociales que organizan su vida en grupos o clanes. Cuando los individuos alcanzan la pubertad las hembras tienden a emigrar y los machos a permanecer en su tribu natal —norma de comportamiento que también se da entre los chimpancés y que evita la endogamia y preserva la riqueza genética de la especie—. Al llegar a la nueva comunidad, las jóvenes bonobos asumen una conducta muy particular: escogen a una o dos hembras residentes mayores para dispensarles atención especial, empleando por ejemplo el acicalamiento o despiojado. De este modo, las hembras bonobos, empiezan a crear entre ellas robustos vínculos o alianzas, que no sólo les permiten adquirir posiciones de control en sus clanes, sino ganar en autonomía y competencia frente a los miembros del sexo masculino, que individualmente es más fuerte.

Las vigorosas alianzas entre las hembras se reflejan, por ejemplo, en el momento de alimentarse; contrariamente a lo que ocurre con los chimpancés que al encontrar comida el macho la reclama entera para él, y tras saciar su apetito permite el acceso a los demás, en los bonobos son las hembras las primeras en acercarse al alimento. Comen juntas, por turnos y sin competencia evidente, ya que espontáneamente ceden los primeros lugares a las de más edad e ignoran por completo a los machos. Si alguno intenta molestar mientras se alimentan, todas se agrupan para ahuyentarlo; consiguen explotar así para ellas y para sus crías las porciones alimenticias más abundantes. El descubrimiento del dominio ejercido por las hembras fuertemente unidas en los clanes de bonobos, ha alimentado un acalorado debate, sobre todo en un colectivo de expertos reacio a asumir que ellas fueran las figuras principales en una sociedad primate tan próxima a nuestra especie. En esta línea, la primatóloga Frances White (2007), ha subrayado que la cooperación entre hembras no emparentadas detectada en los bonobos «es realmente importante cuando se piensa en la evolución humana y en el amplio rango de comportamientos posibles».

Al entrar por primera vez en contacto con ellos, los machos huyen rápidamente, las hembras, por el contrario, no muestran timidez sino gran sociabilidad. Forman juntas un grupo y permanecen curiosas a la espera (exactamente lo opuesto de lo que hacen las chimpancés. Algo que resulta fascinante.

Bonobos: el primate de la orilla izquierda. Pese a ser primos hermanos, bonobos y chimpancés se comportan de un modo muy diferente. Una investigación reciente aporta nuevos datos sobre dichos primates. En un remoto bosque de la República Democrática del Congo que se extiende a lo largo de la orilla septentrional del río Luo se encuentra el campamento de investigación Wamba, un centro que goza de gran prestigio en el ámbito de la primatología. Se accede a él por un camino de tierra que está a 80 kilómetros de una precaria pista de aterrizaje. Wamba fue fundado en 1974 por el primatólogo japonés Takayoshi Kano para el estudio del bonobo, Pan paniscus, una especie de simio diferente de todas las demás.

Ve a un turista con un mapa en la mano y cara de estar perdido en medio de la ciudad y espontáneamente se dirige a él para orientarle, o sujeta la puerta del metro para alguien que viene por detrás. Durante mucho tiempo, pensábamos que esos actos de bondad para con extraños eran únicos de los seres humanos, pero nuevas investigaciones parecen demostrar que nuestra especie no es a este respecto (ni en muchos otros ámbitos) tan excepcional como pensábamos. Resulta que los bonobos hacen todo lo posible para ayudar a desconocidos, según un estudio llevado a cabo en 2017 por investigadores de la Universidad de Duke.

El equipo de Duke ya había descubierto anteriormente que los bonobos, de carácter pacífico y sexualmente muy activos, comparten comida con otros individuos a los que nunca antes habían visto.

En una nueva serie de experimentos con dieciséis ejemplares de el santuario Lola Ya Bonobo de la República Democrática del Congo, pudieron comprobar hasta dónde llega esa generosidad. En uno de ellos, descubrieron que estos animales tienen la disposición de ayudar a un extraño a obtener alimentos, incluso cuando no hay una recompensa inmediata. Los bobonos fueron llevados, uno cada vez, a una de dos habitaciones adyacentes separadas por una valla. Los investigadores colgaron un pedazo de manzana de una cuerda justo encima de la habitación vacía, visible pero fuera de su alcance. Los simios no podían acceder a la fruta, pero si subían la valla, podían alcanzar una pinza de madera que sujetaba la cuerda al techo y soltar la fruta que colgaba, haciendo que cayera al alcance de cualquiera que entrara en la habitación contigua. Los bonobos soltaron la fruta aproximadamente cuatro veces más a menudo cuando un bonobo desconocido estaba en la habitación contigua que cuando esta estaba vacía.

Del mismo modo que ver bostezar a otra persona puede hacernos bostezar, el acto también es contagioso en los bonobos. Estudios previos sugieren que el fenómeno está relacionado con una forma básica de empatía llamada «contagio emocional», cuando el estado de ánimo de una persona desencadena emociones similares en otras personas a su alrededor. Los investigadores encontraron que los bostezos de desconocidos eran tan contagiosos como los de los compañeros de grupo.

"¿Que descendemos del mono? Confiemos que no sea verdad, querido; pero si lo fuese, esperemos que la gente no se entere". En 1859, la esposa del obispo de Worcester escribió a su marido después de conocer el contenido de "El origen de las especies", de Charles Darwin.

En 2013 investigadores estadounidenses que estudian los bonobos descubrieron sorprendentes similitudes entre el desarrollo emocional de los ejemplares jóvenes de esa especie y nuestros niños. En concreto, los científicos sugirieron que estos grandes simios regulan sus emociones de una manera muy parecida al la humana.

Primatólogos del Centro de Investigación Nacional de Primates Yerkes de la Universidad Emory, entre los que se encuentra el famoso Frans de Waal, llevaron a cabo su estudio en un santuario de bonobos cerca de Kinshasa, la capital de la República Democrática del Congo.

Los científicos grabaron en vídeo la vida social cotidiana en el santuario para conocer cómo los bonobos manejan sus propias emociones y la forma en que reaccionan ante las emociones de los demás. Descubrieron que los dos factores estaban relacionados, ya que los bonobos que se recuperaron rápida y fácilmente de sus propios trastornos emocionales, como por ejemplo después de perder una pelea, mostraron una mayor empatía hacia sus compañeros. Esos ejemplares ofrecían confort corporal (besos, abrazos y caricias) a los otros simios desamparados o angustiados.

«Las emociones en animales han sido científicamente tabú», dijo De Waal, pero cree que estos estudios que se centran en las emociones pueden proporcionar información valiosa sobre los seres humanos y de nuestra sociedad. «Al medir la expresión de angustia y excitación de los grandes simios, y cómo las hacen frente, hemos sido capaces de confirmar que la regulación emocional eficiente es una parte esencial de la empatía. La empatía permite a los grandes simios y a los seres humanos absorber el sufrimiento de los demás sin estar demasiado angustiados ellos mismos», continúa De Waal. Esto también explica por qué los bonobos huérfanos, que han experimentado un trauma que afecta el desarrollo emocional, son menos competentes socialmente que sus iguales criados por sus madres.

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