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17 - Marzo - 2022
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Recordado como uno de los episodios más negros del final de la Segunda Guerra Mundial, el bombardeo de la localidad alemana de Dresde, un ciudad conocida como la Florencia del Elba, llevado a cabo entre el 13 y el 14 de febrero de 1945 por la aviación aliada (británicos y estadounidenses), supuso la muerte de entre 20.000 y 45.000 personas. Unos mil aviones sobrevolaron Dresde, destruyendo hasta los cimientos una ciudad que, hasta aquel momento, no había sido considerada una plaza con especial valor estratégico.

Unos mil aviones pertenecientes a las fuerzas aéreas estadounidense y británica bombardearon la ciudad de Dresde entre el 13 y el 14 de febrero de 1945, causando miles de bajas civiles (entre 20.000 y 45.000 personas) y destruyendo hasta los cimientos la que había sido considerada una de las ciudades más bellas de Alemania.

Dresde contaba con hermosos edificios barrocos y el impresionante palacio de Zwinger, que albergaba la famosa colección de porcelanas de Meissen y de Dresde. También se podían visitar magníficos museos de todo tipo como la Pinacoteca de los Maestros Antiguos, el Museo Histórico con su imponente colección de armas y los Salones de Ciencias Físicas y Matemáticas. Todo ello quedó reducido a cenizas.

A las 21:51 sonaron las alarmas antiaéreas y los habitantes de Dresde se dirigieron corriendo hacia los sótanos de sus viviendas o a los escasos búnkers que estaban operativos. En tan sólo ocho minutos, los bombarderos soltaron su funesta "carga". Las bombas blockbuster destruyeron todos los tejados, puertas y ventanas, creando una corriente de aire que alimentó los incendios que se propagaron por la ciudad gracias a las bombas incendiarias.

Una tercera oleada de aviones, conocida como Plate Rack, compuesta por 254 bombarderos Lancaster cargados con 500 toneladas de material explosivo, incluidas las famosas bombas blockbuster de dos toneladas, llamadas así por su capacidad de destruir una manzana de edificios entera, sobrevoló Dresde para dejar caer sobre ella su carga mortal, lo que terminó de tumbar los pocos edificios que quedaban en pie.

La iglesia protestante de Nuestra Señora, Frauenkirche, con una forma única en su género, era el monumento más característico de Dresde. El edificio resistió el primer embite, pero finalmente se derrumbó por las tremendas temperaturas que llegó a alcanzar. En la imagen, una estatua de la torre del ayuntamiento de Dresde observa la desolación que se extiende a sus pies.

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Desde en 1910.

Tras la fundación del Reich alemán en 1871, Dresde alojó una de las guarniciones militares más grandes de toda Alemania. En la ciudad surgieron multitud de cuarteles, especialmente en la parte norte. Se inció asimismo una ambiciosa reforma urbanística que cambió por completo la imagen de Dresde: se tendieron puentes sobre el Elba, se construyeron vías y estaciones de ferrocarril, se creó el embarcadero sobre el río y en 1872 se puso en marcha la primera línea de tranvía. Nuevos y modernos edificios completaron esta transformación: el ayuntamiento (1910), la ópera (1878) y numerosos edificios municipales. En el cambio de siglo, Dresde acogía una población de maás de 500.000 habitantes, con lo que se convirtió en la cuarta ciudad más poblada de Alemania.

El 13 de febrero de 1945 era martes de Carnaval y las calles de Dresde estaban atestadas de gente. Mientras tanto, en Reino Unido, una vez confirmado que las condiciones meteorológicas eran favorables, una escuadrilla de aviones despegó para iluminar la ciudad de Dresde. Una vez sobre ella, lanzaron paracaídas con bengalas de fósforo, los conocidos como "árboles de Navidad" por los alemanes. Al poco rato llegó otra escuadrilla que se encargaría de marcar con bengalas las zonas que debían ser bombardeadas.

La segunda oleada de ataques sobre Dresde se inició a las 01:23 de la madrugada. Sin electricidad, las sirenas se tuvieron que manipular de forma manual. A esa hora el incendio de la ciudad era tan pavoroso que podía verse a cien kilometros de distancia; la columna de humo se levantaba a 4.600 metros. Las operaciones de extinción tuvieron que ser paralizadas y las altas temperaturas derritieron el vidirio y el metal. Los habitantes de la ciudad murieron calcinados, a causa de un shock térmico y asfixiados en los refugios por los gases de la combustión o por la falta de oxígeno.

En la Estación Central Haupt-bahnhof la barbarie superó todo lo que se pueda imaginar. Los refugiados se apiñaban en vagones de carga, otros atestaban los pasillos y los túneles. Dos trenes acababan de llegar de Königsbruck con cientos de niños que habían sido evacuados al Este y ahora volvían a ser evacuados para salvarlos del ejército ruso que se estaba acercando. Con las primeras bombas incendiarias, los pasillos y los túneles se inundaron de humo. En el segundo ataque, concentrado en bombardear la estación, los refugiados perecieron asfixiados o quemados vivos. La intensidad del calor era tal que derretía los cuerpos sobre el pavimento. En palabras del periodista Phillip Knightley: "Las llamas devoraron toda la materia orgánica a su paso: todo lo que era combustible ardió. La gente murió derretida, incinerada o por asfixia. Al día siguiente llegaron aviones norteamericanos para ametrallar a los sobrevivientes que intentaban alcanzar la orilla del Elba".

Los bombardeos de Dresde no fueron los únicos. El principal objetivo de estos ataques eran los núcleos urbanos de ciudades como Colonia, Düsseldorf, Duisburg, Essen, Lübeck, Fráncfort o Hamburgo. En esta última población se calcula que sólo en el desarrollo de la llamada Operación Gomorra (que consistió en una serie de bombardeos sobre la ciudad) murieron alrededor de 42.600 civiles y otras 37.000 personas resultaron heridas. El objetivo aliado era castigar a la población civil y desmoralizar al pueblo alemán. En la imagen, un grupo de voluntarios limpia los escombros de la calle Martin Luther King de Dresde.

El 21 de marzo de 1937, en pleno apogeo del régimen nazi, tuvo lugar en Dresde el Primer campeonato de marcha con equipo. En la imagen, el Reichsführer Heinrich Himler pasa revista a la tripulación del SS Germany después de que sus componentes hayan realizado la marcha cargados con su impedimenta.

Una superviviente del bombardeo, Eleonore Kompish, que por aquella época tenía 22 años, llegó a afirmar que dejó de ser creyente el 15 de febrero de 1945: "Antes del ataque de Dresde fui una persona muy creyente, pero después de la ofensiva perdí la fe por completo. No podía más. Todo se había extinguido. Fue un shock psicológico que se llevó por delante muchas cosas; entre otras, la fe". Tras la guerra, Dresde formó parte de la República Democrática Alemana. Para conmemorar el 40 aniversario del bombardeo, en 1985, la RDA y la República Federal Alemana hicieron público un comunicado conjunto: "Que nunca más se inicie una guerra desde suelo alemán".

Tras ser totalmente destruida por el bombardeo aliado de 1945, Dresde inició su reconstrucción, primero durante las décadas de régimen comunista y luego tras la reunificación alemana. Las autoridades de la antigua Alemania del Este recuperaron edificios históricos como la Hofkirche (la catedral), el palacio Zwinger y la Ópera Semper. Después, tras la caída del Muro de Berlín en 1989, las subvenciones europeas contribuyeron a la restauración de la ciudad. La catedral católica volvió a ser consagrada en 1980, aún bajo el gobierno de la RDA, mientras que la protestante Frauenkirchelo lo fue en 2005, cuando se culminó su hermosa cúpula. Este hermosos edificio barroco se convirtió en el símbolo del renacimiento y de la paz.

El presidente de la República alemana, Paul von Hindenburg, había encargado en enero de 1933 la formación de gabinete al líder del Partido Nazi, Adolf Hitler. Desde su nueva posición, HItler pudo empezar a desplegar su política, que combinaba nuevas leyes, propaganda y uso de la violencia para acabar desde el interior con la República de Weimar, un sistema que el nuevo canciller detestaba. La muerte de Hindenburg en agosto de 1934 fue aprovechada por Hitler para declarar vacante la presidencia de la república y asumirla junta a la cancillería en el nuevo cargo de Führer. En la imagen, Hitler visita Dresde el 30 de mayo de 1934, poco antes de hacerse con el poder absoluto en Alemania.

El bombardeo de Dresde se llevó a cabo hacia el final de la Segunda Guerra Mundial por parte de la Real Fuerza Aérea británica (RAF) y las Fuerzas Aéreas del Ejército de los Estados Unidos (USAAF). Con este nombre se suele hacer referencia a los cuatro ataques aéreos consecutivos que se realizaron entre el 13 y el 15 de febrero de 1945, aproximadamente doce semanas antes de la capitulación de la Alemania nazi. Durante estos, entraron en acción más de mil bombarderos pesados, que dejaron caer sobre la «Florencia del Elba» cerca de 4000 toneladas de bombas altamente explosivas y dispositivos incendiarios, arrasando gran parte de la ciudad y desencadenando una tormenta de fuego que consumió su centro histórico. El número de víctimas varía enormemente en función de la fuente, pero la línea mayoritaria en la historiografía actual lo sitúa entre 25 000 y 40 000 muertos. Aunque esta es una cantidad inferior a las de otros bombardeos de ciudades del Eje, como Tokio (200 000) o Hamburgo (50 000), el ataque sobre Dresde ha anidado en el subconsciente popular como paradigma de la destrucción y los horrores de la guerra. En la actualidad sigue siendo uno de los episodios más polémicos de la Segunda Guerra Mundial y todavía persiste el debate sobre si la capital sajona era un objetivo de interés estratégico, tal y como aseguran fuentes militares aliadas, si por el contrario el bombardeo fue una represalia desproporcionada e indiscriminada, o si se trató de un crimen de guerra.

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