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Katherine Johnson, una matemática pionera de la NASA, ha ganado
la medalla Hubbard por los cálculos que posibilitaron la exploración
espacial. Pero el honor le llega 51 años después de que se la concedieran
a los astronautas de la Apolo. La científica era conocida directamente
como 'la computadora', por su cerebro privilegiado para el cálculo
y las matemáticas. Neil Amstrong nunca hubiera dado un pequeño paso
par él y un "gran paso para la humanidad" sin ella. Porque sus estimaciones
permitían a los astronautas hacer viajes de ida y vuelta al espacio.
Johnson, que murió con 101 años, recibió recientemente a
título póstumo, la medalla Hubbard de 2020 que otorga la National
Geographic Society por sus logros en la investigación, el descubrimiento
y la exploración. Un reconocimiento que recibieron en 1969, año
en el que el Apolo completó su misión, los astronautas que viajaron
a la luna gracias al trabajo y la mente de esta mujer. "Nos honra
conceder a Katherine Johnson la medalla Hubbard, el máximo reconocimiento
de la National Geographic Society, declaró Jill Tiefenthaler, consejera
delegada de la asociación, que hizo mención especial a su legado
e inspiración para futuras misiones. Fue la tercera mujer afroamericana
en obtener un doctorado. Y su capacidad para romper barreras sociales
(y espaciales) dio pie a una historia que fue llevada al cine en
la película Figuras Ocultas.

Katherine Johnson, en una imagen de archivo.
Entró en el instituto a los diez años y se graduó cuatro años después.
Más tarde, se matriculó en el West Virginia State College, una universidad
históricamente negra, y se graduó a los 18 años. Su talento innato
para las matemáticas le permitió estudiar, algo que era harto complicado
para una mujer negra en la época.
En su ciudad natal, White Sulfur Springs, en Virginia Occidental,
los estudiantes negros en un sistema educativo segregado no podían
pasar de sexto de primaria. Por eso el padre de Johnson, Joshua
Coleman, trasladó la familia a 200 kilómetros a la ciudad de Institute,
también en Virginia Occidental, donde ella y sus hermanos recibieron
una educación completa. Johnson se unió a la NASA y a su grupo de
matemáticas negras en 1952. El conflicto racial en Estados Unidos
vivía entonces sus peores momentos. Aunque ella nunca pretendió
convertirse en un símbolo revolucionario. “Era una matemática ante
todo, pero no lo exhibía”, ha dicho su hija pequeña Kathy Moore,
que como otra hermana, siguió los pasos de su madre y trabajaron
como matemáticas para la NASA.

Katherine Johnson, junto a Barack Obama, con la Medalla Presidencial
de la Libertad (2015).
Seguramente, John Glenn, Neil Amstrong y el resto de astronautas
blancos no conocían personalmente a Katherine Johnson, pero desde
luego sabían de sobra cuál era su reputación. Charlie F. Bolden,
ex director de la NASA y astronauta, dice que nunca oyó hablar de
Katherine Johnson cuando era niño ni más adelante, durante su carrera
profesional. Una mujer que abrió puertas para el trabajo de mujeres
astronautas como Christina Koch, que batió el récord del vuelo espacial
más largo realizado por una mujer, y poco después protagonizó junto
Jessica Meir el primer paseo espacial exclusivo de mujeres.
En 2016, con Katherine Johnson aún en vida, la NASA le puso su
nombre al Computational Research Facility, un centro de investigación
de 30 millones de dólares y 3700 metros cuadrados. Tras una carrera
tan brillante, y después de haber sido un ejemplo para muchas mujeres
afroamericanas, Barack Obama le concedió la Medalla Presidencial
de la Libertad en 2015.
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Benkos Biohó (Islas Bijagós, Guinea Portuguesa ~1550-1599 - Cartagena
de Indias, 16 de marzo de 1621), llamado también Domingo Biohó,
fue un líder que comandó una rebelión de esclavos cimarrones en
el Nuevo Reino de Granada en el siglo XVII, convirtiéndose en rey
del pueblo libre de San Basilio de Palenque. El pueblo bijago no
era favorecido por los esclavistas dado que se les adjudicaba una
naturaleza rebelde. Era común entre ellos suicidarse a bordo de
los barcos negreros con el fin de evitar la vida entre cadenas.
Del mismo modo se les acreditaba con una naturaleza guerrera. Descripciones
contemporáneas señalaban que cada bijago era un guerrero entrenado
tanto en el uso de armas de fuego, como el arte de la espada y el
escudo.

Estatua de Benkos Biohó en el Parque Apolo de Cartagena de Indias.
Biohó fue capturado junto con su esposa Wiwa, su hijo mayor Sando
Biohó y su hija Orika. La sociedad bijago era tumultuosa y no era
extraño que diversas tripulaciones se embarcaran en la empresa de
capturar personas negras, muy posiblemente fue así que la familia
de Benkos terminó a bordo de un buque negrero europeo como propiedad
del esclavista portugués Pedro Gómez Reynel. La familia de esclavos
arribó a Cartagena de Indias, principal puerto del entonces Nuevo
Reino de Granada y fueron vendidos inicialmente a Juan de Palacio,
sin embargo en 1596 pasaron a manos del capitán Alonso de Campos,
quien operaba al servicio del gobernador.
Según lo narrado por fray Pedro Simón "por fines de 1599 (...)
comenzó un alzamiento y retiro de ciertos negros cimarrones". La
rebelión se encontraba encabezada por Domingo Biohó, nombre con
el que los españoles conocían a Benkos. El líder esclavo, descrito
por Simón como "brioso, valiente y atrevido", encabezó una expedición
inicial de treinta esclavos negros con dirección al arcabuco y ciénaga
de Matuna, al sur de la villa de Tolú. En su caza partió Juan Gómez,
quien encabezaba una cuadrilla de veinte hombres armados, con el
objetivo de someter a los fugitivos. La empresa fue un fracaso total,
sufriendo los españoles una derrota brutal a manos de los cimarrones
y cobrando la vida del líder de la expedición. Los cimarrones de
Biohó, victoriosos, continuarían su expedición hacia los montes
de María hasta encontrar un buen terreno para asentarse; ahí establecieron
empalizadas, de estilo muy común en el África Occidental, fundando
así el Palenque de San Basilio.

La zona de Tolú, como centro de acopio y distribución, tendría
como área de dominio un importante comercio costero, es influenciada
a finales del Siglo XVII por la venida de los negros esclavos que
ocuparon la mano de obra agrícola de la zona, además, Santiago de
Tolú se convirtió en epicentro de todas las expediciones hacia el
Sinú, el Darién, Panamá y otras zonas de influencia.

El rey Benkos Biohó, gobernó en conjunción con un capitán general
de nombre Lorencillo. La estructura del palenque era de carácter
militar, incluyendo un teniente de guerra, un alguacil mayor y un
tesorero; adicionalmente había un líder espiritual calificado por
los españoles de zahorí. Los hombres de Biohó emprendieron campañas
en Cartagena, Tolú, Mompós y Tenerife; asaltando plantaciones y
rebaños de ganado a fin de reunir recursos y liberar cimarrones
aliados. Nuevos alzamientos y fugas se dieron cuando la voz del
reino de negros libres comenzó a correr entre los esclavos de la
región, aumentando así en número las filas del Palenque.
Como no pudo derrotar a los cimarrones, el gobernador de Cartagena
Jerónimo de Zuazo y Casasola ofreció el 18 de julio de 1605 un tratado
de paz a Benkos Biohó, sin embargo la paz no se concretaría sino
hasta 1613, cuando el sucesor de Zuazo, Diego Fernández de Velasco
finalmente pudo acordar una tregua. Así se terminó reconociendo
la autonomía del Palenque de la Matuna y aceptando el libre tránsito
de los cimarrones por la ciudad, en tanto que el palenque se comprometía
a no recibir más cimarrones, a no estimular nuevas fugas y a no
usar título de rey. A Benkos se le permitió que entrase a la ciudad
vestido como caballero según lo indica Fray Pedro Simón.
Los cimarrones tuvieron licencia para que entrasen en la ciudad
y saliesen (...) como lo hacían á todas horas, y el Bioho andaba
con tanta arrogancia que demás de andar bien vestido á la española,
con espada y daga dorada, trataba su persona como un gran caballero.
Pedro Simón, Noticias historiales de las conquistas de Tierra
Firme en las Indias Occidentales.
El tratado fue violado por los españoles en 1619 cuando, andando
descuidadamente, Biohó fue sorprendido por la guardia de la muralla
y apresado. El nuevo gobernador Don García Girón ordenó su ejecución,
argumentando que era peligroso el respeto que Biohó generaba en
la población, porque «con embustes y encantos se lleva tras de sí
a todas las naciones de Guinea que hay en la ciudad». El rey Benkos
Biohó fue finalmente ahorcado y descuartizado el 16 de marzo de
1621.

Fray Pedro Simón fue un franciscano español, profesor y cronista,
que desarrolló la mayor parte de su vida profesional en la América
española.
El después llamado San Basilio de Palenque fue un símbolo de independencia
para los esclavos fugitivos, convirtiéndose en el primer «pueblo
libre de América», por decreto real del rey de España del año 1713.
Allí se habla hasta hoy un idioma propio proveniente del portugués
antiguo, incluyendo algunas palabras de idiomas africanos. Los africanos
capturados hablaban en diferentes idiomas y en el barco de traficantes,
para poder comunicarse, aprendían el idioma de sus captores portugueses.
Al fugarse aún no habían aprendido el castellano y llegaban al palenque
hablando en portugués. En 2005, el San Basilio de Palenque fue declarado
como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad,
por la Unesco. A unos 70 kilómetros al sur de Cartagena, sobre cerros
de valor estratégico que eran usados como puestos de vigías, todavía
se oyen los nombres de los palenques vecinos: Sincerín, Mahates,
Gambote.
Las novelas Orika de los palenques (1991), del autor colombiano
Germán Espinosa. y Benkos... las alas de un cimarrón (2023), del
autor palenquero-cartagenero, investigador africanista Antonio Prada
Fortul, nos acercan a su figura. Según se va recuperando la vida
de la Reina Wiwa hay colectivos que adoptan su nombre. Entre ellos,
el Colectivo afrofeminista Wiwas, de Medellín, Colombia.

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Haciendo referencia a la obra autobiográfica de Lorraine
Hansberry, Young, Gifted and Black, Nina Simone escribió más tarde
una canción con el mismo título en homenaje a su amiga y camarada,
después de que Hansberry muriera de cáncer de páncreas a la trágica
edad de 34 años. Esta amistad y camaradería demuestra que las conversaciones
políticas íntimas entre mujeres negras tienen el poder de inspirar.
Tienen lugar lejos de la mirada de los hombres, lejos de los blancos;
pueden ser lugares de respiro en los que uno puede reenergizarse
y volver a unirse al movimiento más amplio que a menudo margina
y borra las ideas políticas de las mujeres negras. Una de las músicas
más célebres del siglo XX, tenemos artículos, biografías o análisis
de sus canciones políticas. El comentario de Nina Simone sobre no
hablar de moda, sino de «Marx, Lenin y la revolución», ofrece una
visión de la vida política cotidiana de Simone, más allá de su historia
más conocida como activista de los derechos civiles y artista musical.

A menudo se habla de Nina Simone como una activista
de los derechos civiles, y lo fue. Pero el Movimiento por los derechos
civiles englobaba muchos puntos de vista políticos diferentes sobre
cómo debía ser la liberación. Algunos, como la NAACP, querían reformas
liberales que fueron criticadas por ser sólo beneficiosas para la
clase media afroamericana. Los nacionalistas negros buscaban la
independencia económica y un nuevo estado negro separado de la América
blanca racista, aunque no estaba claro cómo sería ese nuevo estado
más allá de una versión negra del capitalismo. Por ello, no todos
los activistas de los derechos civiles hacían referencia a Marx
o Lenin como ejemplo de las conversaciones que mantenían con sus
amigos.
El «miedo rojo» de McCarthy, en el que cualquier discurso
sobre la igualdad se confundía con el comunismo y el sentimiento
«antiamericano» contrastaba los encuentros con Hansberry, James
Baldwin, Stokely Carmicheal y Langston Hughes, todos ellos activistas
comprometidos. Simone se ubica en la izquierda porque la considera
el único camino hacia la verdadera igualdad; las reformas «lentas»
que apaciguan un estado racista no son una opción. La historia política
de la izquierda negra estadounidense es importante para contextualizar
y comprender la obra de Simone.
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Disponiendo de esclavos baratos y fáciles de
reemplazar, en la América sureña la flagelación
era habitual. Poco rendimiento, fugas ... Por cualquier motivo.
Las mujeres embarazadas y los niños eran azotados. En ocasiones,
las heridas eran abiertas y aplicando pimienta roja y trementina.
En la Antigua Roma, el flagelo, llamado flagrum,
era un látigo corto que constaba de tres correas de cuero,
a las que se unían pequeños trozo de metal o hueso
afilado. Una variación reemplazaba el metal por ganchos.
De forma figurada y sádica los cristianos se usaban como antorchas
humanas. Para animar a la plebe, eran untandos con materiales inflamables
y el circo era el hogar de gritos desgarradores. Nerón alcanzó
nuevas cotas, usámdolos para iluminar sus jardines durante
las fiestas, untados de cera y resina. La esclavitud en Roma era
una institución arraigada, y existían figuras como los libertos,
esclavos liberados que se convertían en ciudadanos con derechos
limitados.
Esta práctica se utilizó en las colonias
americánas.

Hervir al desdichado en caña de azucar, era
habitual en el Caribe, según registros del Museo Británico.

Máscara, collar y cadenas de hierro utilizadas para
dominar, torturar y castigar esclavos. Utilizados en 1807, año de
la abolición de la esclavitud en el Reino Unido.
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Juan Valiente fue un conquistador negro, capitán de
Pedro de Valdivia. Nació en Senegal (África occidental) hacia 1505
con el nombre de Sangor, y fue vendido como esclavo por los mismos
africanos como se acostumbraba en la época. Llegó como esclavo a
México, donde hacia 1530 fue comprado por un español llamado Alonso
Valiente, quien lo bautizó con el nombre de Juan, y lo llevó a trabajar
a su casa en Puebla. Pese a su situación de esclavo novohispano,
por su heroísmo, el conquistador Pedro de Valdivia otorgó a Valiente
una de las cinco encomiendas que cedió a negros de entre sus tropas.

En 1533 convenció a su amo de que lo dejara ir como
conquistador por un periodo de 4 años, al cabo del cual regresaría,
y con las ganancias obtenidas le pagaría su libertad. Para ello
firmaron un acuerdo, y Juan viajó a Guatemala para unirse a la expedición
de Pedro de Alvarado que se dirigía a Perú. Una vez en Perú, se
unió a la campaña de Diego de Almagro al sur de Chile, regresando
con todos al Cuzco sin éxito. Allí apareció una segunda oportunidad
para viajar a Chile. Juan tenía el lujo de poseer un caballo, lo
que le hacía merecedor a encargarse de los esclavos de la nueva
expedición. Juan prestaba cuidados extremos a su equino, ya que
su pérdida significaba que el mismo bajaría drásticamente en su
posición social y militar. En la expedición de Pedro de Valdivia,
Valiente contribuyó a fundar Santiago de Chile en 1541, y fue premiado
con una encomienda al lado del río Mapocho, con una chacra de 55
cuadras. En invierno del mismo año, Valiente y Gonzalo de los Ríos
fueron los únicos que lograron escapar del ataque de las huestes
que los caciques aliados a Michimalonco, Trangolonco y Chigaimango,
efectuaron sobre la guarnición que protegía los lavaderos de oro
de Marga Marga. Poco después, Alonso Valiente, desde México, envió
a un nieto suyo para que trajera de vuelta al esclavo o, si había
obtenido fortuna como habían acordado, negociara con él un buen
precio para manumitirlo. Juan vivía ya a estos efectos como un hombre
libre. Se desconoce el desenlace de la reunión, pero parece que
el acuerdo fue pospuesto. Valiente participó después en la batalla
de Quilacura de 1546, tras lo cual Valdivia lo elevó al puesto de
capitán.


El africano se casó y formó familia con Juana de Valdivia,
con seguridad una ex esclava negra del gobernador, con quien tuvo
dos hijos. Juana fue liberada para tal efecto. En reconocimiento
de sus servicios, Valdivia en 1550 le otorgó las tierras y los habitantes
de la encomienda de Toquihua, entre el río Maule y el río Ñuble.
En 1550, Juan comisionó a un oficial real para entregar el dinero
a Alonso Valiente y comprar su libertad, pero desafortunadamente
el mensajero resultó no ser de confianza y se escapó con los fondos.
Tres años después, Alonso Valiente, sin haber recibido aún nada
y probablemente creyendo que el esclavo trataba de engañarle, envió
a Chile a otro emisario para apresarlo y requisar sus bienes, pero
allí descubrió que el cuerpo de Juan Valiente descansaba en la Araucanía,
ya que había caído con las huestes de Pedro de Valdivia en la batalla
de Tucapel en 1553. A pesar de su condición legal de esclavo, pudo
legar la encomienda al mayor de sus hijos. Luego de ello, dos veces
se la intentaron arrebatar, pero en ambas ocasiones lo evitó por
vía legal.
Existe una calle corta de Vitacura, Santiago, con
su nombre. También existe una calle con su nombre en San Pedro de
la Paz, Concepción.
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En el siglo XIX, una inventora visionaria dejó su
huella en la historia de la cocina. Su nombre era Anna M. Mangin.
Esta mujer, cuya historia ha permanecido en gran parte en la sombra,
revolucionó la repostería con la invención de la batidora de huevo
y masa, un utensilio que facilitaría la vida en las cocinas de todo
el mundo. Anna M. Mangin nació en el siglo XIX en Estados Unidos,
en una época en la que las mujeres, especialmente las afroamericanas,
enfrentaban grandes barreras para la educación y la innovación.
A pesar de estas dificultades, Anna no solo desarrolló una mentalidad
inventiva, sino que logró patentar un dispositivo que cambiaría
la forma en que se preparaban los alimentos. En 1881, obtuvo la
patente de su "batidor de huevo y masa", diseñado para hacer más
eficiente el proceso de mezclado en la cocina. Su invento reducía
el esfuerzo manual necesario para preparar masas y merengues, ofreciendo
una herramienta práctica que pronto se convertiría en un elemento
esencial en las cocinas. Aunque no se sabe mucho sobre su vida personal,
su invención fue un reflejo de la inteligencia y creatividad de
muchas mujeres afroamericanas que contribuyeron a la tecnología
doméstica, a menudo sin recibir el reconocimiento merecido.

El legado de Anna M. Mangin es un testimonio de la
importancia de las mujeres inventoras en la historia, especialmente
en un tiempo en que sus contribuciones eran ignoradas. Su batidora
de masa fue un precursor de los modernos utensilios de cocina, facilitando
un trabajo que antes era tedioso y agotador. Hoy, cada vez que se
usa una batidora en la cocina, se honra el ingenio de Anna M. Mangin,
una mujer cuya innovación sigue viva en la preparación de innumerables
recetas alrededor del mundo.
En 1841, un niño esclavo de apenas 12 años resolvió
un misterio que había desconcertado a los botánicos durante años:
cómo polinizar manualmente la orquídea de vainilla para que pudiera
cultivarse fuera de América Latina. Su nombre era Edmond Albius
y, sin educación formal ni recursos, transformó para siempre la
industria de este valioso producto. Edmond nació en 1829 en la isla
de Reunión, una colonia francesa en el océano Índico. Para entonces,
los colonos franceses habían llevado plantas de vainilla desde México,
pero había un problema: las flores no producían vainas porque carecían
de los insectos polinizadores de su hábitat original. Durante años,
los científicos intentaron encontrar una solución sin éxito. Sin
embargo, fue Edmond quien, con su ingenio y observación, descubrió
el método. Con un palillo o una simple hoja de hierba, levantó la
tapa de la flor y unió sus partes masculina y femenina con un leve
toque de su pulgar.

En segundos, había logrado la polinización manual
de la vainilla. Su descubrimiento revolucionó la producción de vainilla,
que dejó de depender de los polinizadores naturales y pudo extenderse
a otras partes del mundo. Gracias a su método, Reunión y Madagascar
se convirtieron en los mayores productores del planeta. Hoy, el
80% de la vainilla mundial proviene de estas regiones. A pesar de
su genialidad, Edmond nunca recibió el reconocimiento que merecía.
Como esclavo, no pudo beneficiarse de su hallazgo y, tras la abolición
de la esclavitud en 1848, vivió en la pobreza y murió en el olvido.
Su técnica, sin embargo, sigue utilizándose en todo el mundo. Aunque
en vida no tuvo justicia, la historia ha comenzado a reconocer su
legado. Edmond Albius, aquel niño de 12 años, dejó una marca imborrable
en la botánica y la agricultura, endulzando la vida de millones
hasta el día de hoy.
Clara Belle Drisdale Williams (1885-1993) fue la primera
mujer afroamericana en graduarse de la Universidad Estatal de Nuevo
México, dejando un legado de perseverancia en tiempos de discriminación.
Durante sus estudios, muchos profesores no le permitían entrar al
aula debido al color de su piel. Obligada a tomar notas desde el
pasillo, Clara soportó humillaciones constantes, pero jamás abandonó
su educación. Incluso en su graduación, se le negó el derecho a
caminar junto a sus compañeros para recibir su diploma. Aun así,
su espíritu permaneció firme. Tras graduarse, se convirtió en una
destacada maestra. Durante el día, enseñaba a niños negros, y por
las noches, educaba a sus padres y a esclavos liberados, demostrando
su compromiso con la comunidad y el poder transformador del conocimiento.
Clara y su esposo inculcaron en sus hijos el amor por el aprendizaje,
y los tres se convirtieron en médicos, reflejo de su inquebrantable
fe en la educación.

Décadas después, en 1980, la Universidad Estatal de
Nuevo México le otorgó un doctorado honoris causa en leyes y se
disculpó por el trato que recibió como estudiante. Aunque tardío,
este reconocimiento honró a una mujer que, con su determinación,
rompió barreras y abrió caminos para futuras generaciones.
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