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3 - Marzo - 2022
>> Rusia

La pintora de 78 años Elena Osipova conoce bien las consecuencias de una guerra. La artista nació tras el asedio de 900 días a Leningrado, y su familia y las de sus amigas cargaron toda su vida con las heridas que dejó la invasión nazi. Ayer volvió a ser detenida por la policía rusa en San Petersburgo por portar con ella sendos carteles a favor de la paz y la destrucción de los arsenales nucleares de todo el planeta. Y junto a ella fueron arrestadas otras 285 personas, según las cifras que ha podido recopilar el periódico de la ciudad, Fontanka.

El presidente Vladímir Putin anunció la invasión de Ucrania con el pretexto de su “desmilitarización”, lo mismo que pedía la anciana, una conocida activista que ya había sido arrestada en abril de 2020 por salir sola a la calle con un cartel donde denunciaba 100 años de represión en Rusia, desde la NKVD soviética (Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos) al FSB (Servicio Federal de Seguridad) actual. Su sanción, como la de muchos otros ahora, se justificó con las restricciones por coronavirus que muy pocos cumplen en el país.

Desde aquel año se han endurecido las condiciones para protestar, e incluso un piquete individual con un eslogan como “no a la guerra” puede suponer una multa o, en el peor de los casos, la cárcel. Estos días, la Fiscalía, el Ministerio del Interior y alcaldes como el de Moscú, Serguéi Sobianin, habían amenazado repetidas veces con la pena de prisión a los organizadores de las protestas.

Elena Osipova fue arrestada este miércoles por la noche por al menos siete polícías antidisturbios ataviados con cascos y chalecos protectores. Tras negarse a moverse, la pintora fue forzada a caminar hacia el furgón que la sacó de las protestas y la llevó a su casa, según dijo al diario Bumaga la dirección general del Ministerio del Interior para San Petersburgo. El organismo no aclaró si se abrirá un procedimiento sancionador contra la pensionista, aunque en ese caso no sería el primero en su contra por denunciar la represión y la guerra.

Elena Osipova recibió los aplausos de decenas de manifestantes que estaban cerca, en pleno centro de San Petersburgo, y no hizo el ademán en ningún momento de soltar sus carteles, donde estaba escrito “La simpática Ucrania rechazó en el acto las armas nucleares, mientras que en Rusia no se han dado de baja los vehículos con ojivas nucleares desde la guerra de Vietnam”. La activista hacía referencia así al Tratado de Budapest de 1994, donde Kiev y Moscú firmaron la integridad territorial de Ucrania a cambio de deshacerse de todas las armas de destrucción masiva acumuladas desde los tiempos de la Unión Soviética. El Kremlin, sin embargo, ha justificado su invasión con que Ucrania podría desarrollar un arsenal así en el futuro, y Putin activó “en modo especial de combate” su fuerza de contención nuclear tres días después de comenzar su ataque.

Esta no era la primera protesta de la activista contra la guerra. El pasado 27 de febrero ya se había plantado sola en la famosa avenida Nevski con tres carteles confeccionados por ella misma. En uno aparecía un busto de Putin escoltado por dos cuervos sobre una lápida donde decía en verso que “la momia de la guerra lleva a la destrucción y a la locura a Rusia”. En otro dibujó una madre entregando fusiles a jóvenes vendados en un cementerio; y ella misma sostenía otra cartulina con un mensaje sencillo: “¡Soldado! ¡Tira el arma y será un héroe real para el país!”

Una de las principales fuentes para intuir la represión de las manifestaciones es OVD-INFO, un portal fundado por periodistas que recopila las detenciones de las protestas. Las autoridades lo declararon agente extranjero recientemente y el acceso a su página web está bloqueado en Rusia. Sus cifras arrojaban 7.626 arrestados desde que comenzaron a caer las bombas en Ucrania la madrugada del 24 de febrero hasta el mediodía de este 3 marzo, jornada en la que ambas partes intentarán negociar un alto el fuego por segunda vez.

Las protestas de San Petersburgo siguen el mismo patrón que en otras ciudades como Moscú. Cientos de personas comienzan a concentrarse en el centro, en torno al histórico edificio de Gostiny Dvor, donde actúan bandas de música callejeras. Cuando acaban, la multitud comienza a gritar consignas contra la guerra, y la policía comienza con sus detenciones. Las protestas, aunque no son masivas, comienzan a dejar imágenes que calan en el subconsciente de toda la población. Es el caso de las fotos de dos madres y sus cinco hijos encerrados primero en un furgón policial y después en comisaría varias horas por haber llevado unas flores a la embajada de Ucrania en Moscú y traído consigo un cartel donde ponía “no a la guerra”.

El partido Yábloko, uno de los pocos verdaderamente opositores, aunque sin presencia en la Duma Estatal, ha promovido una petición de paz que ya han firmado más de 85.000 personas. “La retórica estatal hace pensar que está en marcha una nueva Gran Guerra Patria, que es necesario luchar contra el fascismo, pero a diferencia de aquella guerra, aquí nadie atacó a Rusia. Las tropas rusas entraron en Ucrania, no al revés”, denunció en su canal de Telegram el líder de la formación en San Petersburgo, Borís Vishnevski, más conocido en España por ser uno de los políticos a los que suplantaron la identidad otras personas con nombres y rostros similares en las últimas elecciones para robarles votos.

Yábloko fue víctima de un ataque contra su sede en Nizhni Nóvgorod el pasado 2 de marzo. Según el partido, “unos desconocidos destrozaron la oficina donde recogían firmas contra la guerra de Ucrania mientras gritaban ‘¡Donetsk, Lugansk, no abandonemos lo nuestro!’ y ‘¡Los nazis deben ser asesinados!”. Otra figura importante que ha llamado a protestar ha sido el opositor Alexéi Navalni, que a pesar de estar encarcelado logró publicar una serie de mensajes en Twitter a través de su equipo. “Que no sea estar contra la guerra. Luchemos contra la guerra”, dijo en un mensaje para animar a manifestarse en la calle.

Alekséi Anatólievich Navalni o Alexéi Anatólievich Navalni es un abogado y político ruso, opositor de Vladímir Putin. Una parte de la prensa occidental lo ha definido como el líder de la oposición. En la actualidad está detenido en Rusia.

Las protestas no solo se han expresado con manifestaciones por las calles. En numerosos puntos del país han comenzado a aparecer grafitis y carteles con el lema “No a la guerra” que las autoridades se han afanado en retirar a toda prisa. Uno de los que se hizo virales era un letrero enorme de San Petersburgo con el lema pintado como si fuera sangre sobre un fondo blanco. Su autora, Evguenia, contó a The Village que había sido multada con 20.000 rublos (250 euros antes de la guerra, 166 al cambio actual).

En la persecución de las protestas participa el conocido “Centro E”, el departamento del Ministerio del Interior “para combatir el extremismo”. Según el portal OVD-INFO, el organismo inició una acción administrativa contra un ciudadano de la pequeña ciudad de Vladímir, Yuri Alekséyev, por pintar el mismo eslogan sobre una tela en mitad del campo. Sin embargo, estas imágenes no llegan a la población porque no son difundidas por la mayoría de la prensa rusa, afín al Kremlin. Los medios independientes o bien tratan de sobrevivir ante las presiones de las autoridades y borran hasta la palabra “guerra”, como Nóvaya Gazeta; o son liquidados tras ser bloqueados por el Gobierno por su cobertura de la guerra, como ha sido el caso este jueves de la histórica radio Eco de Moscú tras 32 años de ejercicio del periodismo.

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Europa estrecha el cerco a los oligarcas rusos, que maniobran para proteger sus activos.

Los multimillonarios rusos Mikhail Fridman y Oleg Deripaska se han convertido en dos de los primeros empresarios importantes del país en pronunciarse contra la invasión de Putin a Ucrania.

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Mientras la guerra continúa cobrándose vidas en Ucrania, las protestas se repiten todas las tardes en casi medio centenar de ciudades del país y la presión aumenta sobre Putin. No solo por las voces que llegan desde la calle, sino también desde sus propios despachos. El director del Consejo de Asuntos de Exteriores, Andréi Kortunov, ha sido el primer asesor del presidente en pronunciarse abiertamente contra la guerra. “Es una vergüenza”, dijo en una entrevista concedida a Sky News, donde instó a sentarse a negociar desde ya mismo con Occidente.

¿Y el derecho LGTB?

Veamos el Caso Alekséyev contra Rusia.

Alekséyev contra Rusia es un caso presentado ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos por la prohibición de las marchas del Orgullo Gay en Moscú durante los años 2006, 2007 y 2008. El caso fue presentado por el activista ruso pro derechos LGBT Nikolái Alekséyev, organizador de las marchas, que reclamaba que la prohibición de las marchas violaba el artículo 11 (libertad de reunión) de la Convención Europea de Derechos Humanos. Además, reclamaba que no había recibido un amparo judicial efectivo contra la violación del artículo 11, lo que implica el incumplimiento del artículo 13, y que había sido discriminado por las autoridades de Moscú, violándose el artículo 14. La primera sección del tribunal consideró unánimemente que se habían violado los artículo 11, 13 y 14 de la Convención Europea de derechos Humanos. Su sentencia se dictó el 21 de octubre de 2010. En enero de 2011, el Gobierno ruso apeló la sentencia para que se reconsiderase ante la Gran Sala según el artículo 44 (2) de la Convención.

5 - Marzo - 2022
>> Ucrania

Daryna Mizina tiene 24 años y es activista de Amnistía Internacional en Ucrania. Vive en Kiev pero cuando se iniciaron los primeros bombardeos estaba en València, España, de vacaciones. Vino como turista y ahora ayuda como puede a la organización internacional desde aquí. Debía de haber vuelto el 1 de marzo a su país, pero la guerra le ha impedido hacerlo. Lleva tres días sin salir de casa, «me da ansiedad no estar mirando las noticias para ver qué está pasando y cómo están todos. Mi familia, mis compañeros, mis amigos», relata a la prensa en una entrevista justo antes de que vuele a Alemania. Con todo, relata con entereza cómo la semana de guerra empieza a pasar factura a la población. «De la adrenalina que provoca la incertidumbre del primer día, se ha pasado a un estado de preocupación, sin esperanza, cansancio, miedo», algo que cree que es «muy peligroso» para enfrentar las noticias falsas y la información manipuladora. «La gente está cada vez más cansada y a más cansancio más fácil es manipularla», lamenta.

Por eso, insiste en que, dentro de la información masiva que recibe el pueblo ucraniano y el resto del mundo sobre lo que ocurre en el conflicto bélico tras la invasión de Rusia, se trate con cuidado los hechos que lleguen y solo se tomen como buenas las fuentes oficiales.

«Eso es algo que creo que está haciendo muy bien el pueblo ucraniano y está sabiendo reaccionar, en parte por todo lo que el movimiento por los derechos humanos ha hecho en el país». Recuerda que antes de la guerra no había odio entre Ucrania y Rusia y que la gente vivía en una armonía «reciente», se había acostumbrado a una nueva situación tras los acontecimientos en 2014. Pero ahora, mira con preocupación que la situación se alargue. «Me da miedo que la gente se acostumbre a una situación que no es normal. La guerra no es normal». Habla de que sus amigos ya conocen cómo suenan los misiles rusos. También los ucranianos. Y saben distinguir a qué distancia están. «No deberíamos saber eso, pero corremos el riesgo de acostumbrarnos». Añade que no se ha de olvidar que «tenemos unos derechos humanos y no podemos tolerar las cosas terribles que está viviendo el pueblo ucraniano. Hemos de proteger los derechos humanos», añade. Desde aquí, ayuda con la recopilación de información sobre crímenes contra la humanidad y apoya como puede la petición que ha lanzado Amnistía Internacional para parar la agresión rusa.

¿Qué podemos hacer desde aquí? ¿Qué posición tiene que tomar Europa? ¿Qué tipo de ayuda se debe enviar? , pregunta este periódico. Daryna responde rápido: «Con solidaridad». «Comparte información veraz, haz una donación a organizaciones internacionales, firma la petición de Amnistía, aquí que es seguro; sal a protestar pacíficamente y si vienen refugiados ucranianos y estás en esta posición, contrata a una persona, somos muy trabajadores», bromea. «Todo esto, aunque parezca una nimio, puede ayudar a animar al pueblo ucraniano y mostrar al gobierno de qué lado está la gente», dice. Relata, muy preocupada por su familia, que su abuelo sale a regar sus plantas y a cuidar su manzano todos los días, aunque a su alrededor, la ciudad que conocían ya no exista.

27 - Marzo - 2022
>> Rusia

Maria “Masha“ Alexandrovna Gessen es periodista, escritor y activista de los derechos LGBT rusoestadounidense. Masha es transgénero y de género no binario.

Nació en una familia judía moscovita que emigró en 1981 de la URSS a los Estados Unidos. En 1991, Masha regresó a la Rusia postsoviética y trabajó como reportera, para luego regresar a Estados Unidos. Además de publicar libros, ha trabajado para The New York Times, The New York Review of Books, The Washington Post, Los Angeles Times, The New Republic, New Statesman, Granta, Slate, Vanity Fair, Harper's Magazine, The New Yorker y U.S. News & World Report. En 2004 se casó con Svetlana Generalova, otra activista por los derechos LGTB de Rusia. Luego en 2013 se casó con Darya Oreshkina. Adoptó a su hijo mayor Vova, en un orfanato de Kaliningrado donde había niños de madres seropositivas. Tuvo una hija biológica llamada Yolka en 2001. Su tercer hijo nació en febrero de 2012.

Masha Gessen en el 6 Festival Internacional del Libro de Moscú, 2011.

Cada viernes por la tarde, periodistas, medios de comunicación, oenegés, organizaciones y blogueros revisan ansiosos la web del Ministerio de Justicia ruso para ver si sus nombres aparecen en la lista de ‘agentes extranjeros’. La lista negra del Kremlin la engrosan 128 personas hasta el momento. Recibir esta etiqueta supone estar fiscalizado en todo momento por el Gobierno, se les permite seguir trabajando pero deben informar al Estado en qué gastan cada céntimo de su dinero. María Kuznetsova, portavoz de OVD-Info, la principal organización encargada de monitorizar los detenidos durantes las protestas antigubernamentales y Tikhon Dzyadko, periodista y editor en jefe del canal de televisión independiente Dozhd, ambos se enteraron por la televisión estatal (antes de que fuera publicado oficialmente) de que sus organizaciones habían sido calificadas como ‘agentes extranjeros’.

María Kuznetsova es la portavoz de OVD Info, la organización que alerta de los abusos contra los rusos que se oponen a la guerra en Ucrania, entre los que hay más de 15.000 detenidos.

«Esta medida es totalmente política. Incluyen en esa lista a las organizaciones y medios incómodos para el Gobierno. Putin se quitó la careta hace más de medio año y ahora podemos llamar a Rusia una dictadura», afirma Kuznetsova, que tuvo que huir de Moscú a Georgia en octubre tras el señalamiento a OVD-Info.

Los medios de comunicación que aparecen en esta lista deben poner un aviso en cada una de sus noticias identificándose como ‘agentes extranjeros’. Periodistas independientes han denunciado que al colocar este aviso todos tus anunciantes se marchan por miedo a seguir trabajando con un medio tachado por el Gobierno. El portal de noticias ruso ‘Medusa’ perdió el año pasado el 90% de sus anunciantes en cuanto fueron señalados como ‘agentes extranjeros’ por el Kremlin.

La invasión de Rusia a Ucrania ha dejado ver los graves problemas que tiene Vladímir Putin con la libertad de expresión. La persecución es tan bestial que aunque muchos ciudadanos rusos ya están considerados como ‘agentes extranjeros’, ahora por la ley ‘anti-fake’ han tenido que huir del país por la imposibilidad de realizar su trabajo informativo. Es el caso de Tikhon Dzyadko, director de Dozhd. «Fuimos declarados ‘agentes extranjeros’ en agosto, pero las cosas cambian tan rápido que eso fue importante cuando existíamos, ya no», confiesa a ABC tras la decisión el pasado 5 de marzo de suspender la transmisión del canal de televisión porque «no podían exponer a ningún periodista a ser arrestado». La cadena crítica con Putin ha sido una de las últimas incorporaciones a esta lista por recibir financiación del extranjero. ‘Meduza’, uno de los medios independientes más leídos del país, también se encuentra en el registro. El Kremlin ha tachado a medios y periodistas bajo polémicos argumentos. La revista digital crítica con el Gobierno ‘Republic’ recibió la etiqueta porque supuestamente varias embajadas occidentales en Moscú compraron el periódico y el otro caso es el del periodista independiente que recibió dinero por su cumpleaños de su abuela en Ucrania y también fue considerado como ‘agente extranjero’.

Los hermanos Dzyadko de Rusia lideran la oposición.

Nikolay Voroshilov, portavoz de la organización Comité de asistencia cívica, explica que fueron señalados porque reciben dinero de la Agencia para los refugiados de la ONU (Acnur). «Es absurdo porque Rusia es uno de los países fundadores de Naciones Unidas», comenta. Rusia es uno de los países que más ahoga la actividad de los medios de comunicación. En el informe sobre libertad de expresión de Reporteros Sin Fronteras aparece en la cola de la lista. El concepto de ‘agentes extranjeros’ se introdujo en la legislación rusa en 2012 en un intento del Kremlin de controlar cualquier tipo de información. Ese año, se contempló que se podía llamar así a ONG’s y activistas de derechos humanos que recibieran fondos del exterior. En 2017, se incluyó a los medios de comunicación y desde el año pasado se pueden señalar a particulares.

07 - Octubre - 2022
>> Nobel

El Premio Nobel de la Paz 2022 se ha acordado de la guerra entre Ucrania y Rusia. La organización ha otorgado el premio a la organización rusa de derechos humanos Memorial y la organización ucraniana Centro para las Libertades Civiles, por "promover durante muchos años el derecho a criticar el poder y proteger los derechos fundamentales de los ciudadanos", también se premia al activista y preso político Ales Bialiatski de Bielorrusia.

Los laureados del Premio de la Paz representan a la sociedad civil en sus países de origen.

Les han elegido, según ha comunicado la Academia sueca, porque "han realizado un esfuerzo extraordinario para documentar los crímenes de guerra, los abusos de los derechos humanos y el abuso de poder. Juntos demuestran la importancia de la sociedad civil para la paz y la democracia"

Ales Bialiatski fue uno de los iniciadores del movimiento democrático que surgió en Bielorrusia a mediados de la década de 1980. Ha dedicado su vida a promover la democracia y el desarrollo pacífico en su país de origen. Entre otras cosas, fundó la organización Viasna (Primavera) en 1996 en respuesta a las polémicas reformas constitucionales que otorgaron poderes dictatoriales al presidente y que desencadenaron manifestaciones generalizadas. Viasna brindó apoyo a los manifestantes encarcelados y sus familias. En los años siguientes, Viasna evolucionó hasta convertirse en una organización de derechos humanos de base amplia que documentó y protestó contra el uso de la tortura por parte de las autoridades contra los presos políticos. Bialiatski estuvo encarcelado de 2011 a 2014. Tras manifestaciones a gran escala contra el régimen en 2020, fue arrestado nuevamente. Sigue detenido sin juicio. A pesar de las tremendas dificultades personales, Bialiatski no ha cedido ni un centímetro en su lucha por los derechos humanos y la democracia en Bielorrusia.

Alés Bialiatski es un activista político ruso nacionalizado bielorruso.

La organización de derechos humanos Memorial fue establecida en 1987 por activistas de derechos humanos en la antigua Unión Soviética que querían asegurarse de que las víctimas de la opresión del régimen comunista nunca fueran olvidadas. Es la organización de derechos humanos más grande de Rusia. Durante las guerras de Chechenia, Memorial recopiló y verificó información sobre abusos y crímenes de guerra perpetrados contra la población civil por parte de las fuerzas rusas y prorrusas. En 2009, la jefa de la sucursal de Memorial en Chechenia, Natalia Estemirova, fue asesinada a causa de este trabajo. En diciembre de 2021, las autoridades decidieron liquidar por la fuerza a Memorial y cerrar definitivamente el centro de documentación. Los cierres se hicieron efectivos en los meses siguientes, pero las personas detrás de Memorial se niegan a cerrar. En un comentario sobre la disolución forzada, el presidente Yan Rachinsky declaró: “Nadie planea darse por vencido”.

El Centro para las Libertades Civiles se fundó en Kiev en 2007 con el propósito de promover los derechos humanos y la democracia en Ucrania. El centro ha tomado una posición para fortalecer la sociedad civil ucraniana y presionar a las autoridades para hacer de Ucrania una democracia de pleno derecho. Desde la invasión rusa la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, el Centro para las Libertades Civiles se ha comprometido a identificar y documentar los crímenes de guerra rusos contra la población civil ucraniana. En colaboración con socios internacionales, el centro está desempeñando un papel pionero con miras a hacer que los culpables rindan cuentas por sus crímenes.

21 - Octubre - 2022
>> Rusia

Según las estimaciones, cerca de un millón de rusos han abandonado su país desde el inicio de la guerra, en un éxodo que aumentó tras el llamado a filas de Vladímir Putin el pasado 21 de setiembre. Muchos se han marchado hacia Turquía, donde intentan reconstruir sus vidas. Desde aprender el idioma local a abrir nuevos negocios, los rusos que se han exiliado buscan mirar al futuro.

Seriozha no se lo pensó ni un segundo cuando vio, en la televisión, que el presidente ruso, Vladímir Putin, anunciaba la movilización parcial en su país y el llamado a filas de los hombres de entre 18 y 60 años. Antes de que pudiesen cerrarse las fronteras, este joven compró el primer billete que pudo y, en pocos días, abandonó su Rusia natal. Como él, cientos de miles de rusos han hecho lo mismo durante las últimas semanas, desde el 21 de setiembre, cuando Putin anunció que empezaba el reclutamiento forzoso.

“No planeo de ninguna forma volver a Rusia en un futuro cercano hasta que no haya un cambio. Así que estando fuera no me importa ya demasiado si recibo el llamado a filas. De hecho, que pase puede que me ayude a conseguir una visa para quedarme seguro en otro sitio”, explica Seriozha, que llegó hace dos semanas a Estambul, donde planea quedarse. Las calles del centro de la gran metrópoli turca se han llenado ahora de rusos, algunos de los cuales abren cafeterías, librerías y centros de idioma para los miles que han llegado y que aún llegan.

Turquía y Rusia acuerdaron una zona de seguridad en el noreste de Siria en 2019.

“Tengo ocho amigos que recibieron el llamado a filas. Pero como yo, se fueron, así que no es un problema muy grande. Pero tengo otros amigos que fueron llamados y fueron al centro de reclutamiento. Allí les forzaron a firmar los documentos. Ahora no pueden salir de Rusia”, explica Ígor, otro joven ruso, que hace unos días recibió un mensaje en su teléfono en el que se le pedía, a él también, que acudiese a la oficina de reclutamiento. “Pregunté a mi madre si había llegado a casa una carta escrita pidiendo mi presencia y no ha llegado nada. No sé si será alguien que intenta estafarme o si el mensaje es cierto, pero la verdad es que conozco a 20 personas de mi pueblo que han sido llamadas a filas. Es terrorífico”, dice Ígor, que escapó de Rusia el 28 de setiembre. Él, a diferencia de Seriozha, lo hizo en bicicleta, a través de la frontera con Finlandia. Desde ahí viajó a Estambul.

Las estimaciones apuntan a que, desde el inicio de la guerra en Ucrania —en febrero de este año— en torno a un millón de rusos ha abandonado su país; cerca de la mitad de ellos se habría marchado tras el reclutamiento forzoso. “Seguramente sean muchos más”, dice Ígor. “Cuando el Ejército te hace firmar los papeles de reclutamiento, te quitan el pasaporte. Mucha gente está escapando de forma ilegal, colándose en la frontera”, dice este joven. “Incluso gente que antes apoyaba lo que la propaganda estatal le decía, ahora ya no quiere apoyar lo que ocurre con sus acciones ni sus propias vidas —explica Eva Rapoport, activista rusa residente en Estambul y responsable en esta ciudad de la oenegé ‘The Ark’, que intenta ayudar a los rusos que huyen de su país—. Nadie quiere seriamente ir (a Ucrania) y luchar. Las posibilidades de sobrevivir y volver vivo o sin traumas o sin heridas graves son muy bajas”. “Hay mucha gente que nos contacta online para que les ayudemos a salir y que tiene en sus perfiles la letra ‘Z’ —el símbolo de la “operación especial” rusa—. Y creo que se merecen algún tipo de ayuda y entendimiento porque repetir la propaganda oficial no puede ser una ofensa punible con la muerte e ir a la guerra a morir”, asegura Rapoport.

17 - Noviembre - 2022
>> Rusia

“El precio del silencio es inaceptable": las cartas que el activista ruso Vladimir Kara-Murza envió a la BBC desde prisión.

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Me enfrento a 10 años de cárcel por una publicación de Instagram.

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12 - Abril - 2023
>> Rusia

Un activista ruso que reveló detalles sobre los entierros de los mercenarios del Grupo Wagner muertos en Ucrania tuvo que abandonar Rusia. Vitaly Votanovsky, que empezó a documentar las muertes de soldados rusos en la guerra de Ucrania vigilando los cementerios de su región natal, huyó del país el 4 de abril tras recibir numerosas amenazas de muerte. Habló con la BBC desde la capital de Armenia, Ereván. El año pasado, Vitaly pasó su cumpleaños número 50 en una celda.

El exoficial del ejército ruso había salido a protestar ese día con una camiseta que llevaba inscrito el mensaje: "¡No a Putin!" y "¡No a la guerra!". Las fotos con su atuendo están incluidas en documentos judiciales oficiales que mostró a la BBC.

"Por ese abrigo me cayeron 20 días de cárcel", dice.

En Krasnodar, Vitaly no es conocido por sus protestas callejeras, sino por documentar tumbas. Fue la primera persona que descubrió un cementerio en el pequeño pueblo de Bakinskaya, en la región de Krasnodar, que muchos ahora identifican como el cementerio de Wagner. Aquí es donde el grupo mercenario, de notoria brutalidad, entierra a muchos de sus muertos procedentes de Ucrania, hombres que no tienen parientes o cuyos cadáveres no han sido reclamados. Ha pasado de ser el cementerio de un pequeño pueblo a convertirse en un camposanto enorme, con varias zonas nuevas para albergar al número cada vez mayor de muertos. Ahora hay guardias de seguridad patrullando las instalaciones. El pasado jueves, el jefe de Wagner, Yevgeny Prigozhin, visitó el cementerio de la aldea de Bakinskaya y declaró que planeaba convertirlo en un monumento conmemorativo "para las generaciones futuras". El jefe del grupo mercenario admitió que el cementerio se ha ampliado y añadió que "así es la vida".

Vitaly empezó a viajar por la región de Krasnodar en mayo de 2022 y visitó cada uno de los cementerios para registrar el número de caídos. "Necesitaba demostrar a la gente que estaba ocurriendo una catástrofe", me dice Vitaly, "que la gente estaba muriendo aquí, cerca de ellos". "Necesitaba demostrar a la gente que la guerra afecta a todos y a todo".

El jefe del Grupo Wagner, Yevgeny Prigozhin (segundo por la derecha), ha visitado el lugar.

Registró minuciosamente los nombres y datos de todas las tumbas que encontró. Cuando huyó de Rusia a principios de este mes, su base de datos contenía más de 1.300 nombres, que incluían sólo a los muertos de la región de Krasnodar. Vitaly identificó las tumbas de los hombres que habían muerto en la guerra -en contraposición a las muertes civiles normales- preguntando a la población local y estudiando las coronas de flores y las fotos de las tumbas. En diciembre de 2022, el activista fue a Bakinskaya para fotografiar tumbas de soldados regulares. Pero mientras estaban allí, los trabajadores del cementerio les dijeron a Vitaly y a su colega que estaban enterrando a mercenarios de Wagner muertos en combate. "Cuando estuvimos allí, ya había 48 tumbas de Wagner. La siguiente vez que fuimos, unos días después, había 95 tumbas. Luego 164. Luego unas 270", dice. Vitaly volvió una y otra vez para documentar los números y nombres de los muertos. Le pregunto si sabe quiénes eran. "Era obvio que eran convictos y mercenarios", me dice. "Los reclutaron en las cárceles. Los periodistas investigaron los nombres y averiguaron por qué habían ido a la cárcel".

Pero Vitaly no sólo documentaba a los combatientes de Wagner fallecidos en el cementerio de Bakinskaya. Siguió vigilando a los militares muertos en todos los cementerios de la región de Krasnodar. Y lo que encontró le impactó. "El hecho es que, desde diciembre de 2022, las pérdidas rusas en el campo de batalla se multiplicaron varias veces", dice Vitaly, citando las estadísticas que ha recopilado en Krasnodar. "Las muertes simplemente se han disparado. Y recientemente, en los cementerios, las tumbas han sido todas de soldados movilizados y chicos de Wagner. Ha habido muy pocos [soldados profesionales]". Varias agencias de inteligencia occidentales han afirmado que el ejército ruso se está quedando sin hombres. El año pasado, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció una "movilización parcial" en Rusia: cientos de miles de hombres fueron reclutados por las fuerzas armadas y enviados al frente en Ucrania. La última cifra oficial de muertos proporcionada por el ejército ruso fue en septiembre de 2022, cuando el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu, dijo que 5.937 soldados habían muerto en Ucrania. Los cálculos sobre las pérdidas totales varían, pero la mayoría de los funcionarios estadounidenses y europeos calculan el número de muertos rusos en bastante más de 60.000.

El cementerio del pequeño pueblo de Krasnodar se ha ido extendiendo a medida que aumentaba el número de muertos.

Vitaly empezó a recibir amenazas hace muchos meses. "En cuanto publiqué mi primer post sobre tumbas, empezaron las amenazas. A raudales. Empecé guardándolas todas, pero fueron tantas que dejé de hacerlo. 'Te mataremos, te estrangularemos'. "En enero, alguien telefoneó y me ofreció 'un sitio en el cementerio'", explica Vitaly. "Hubo tres llamadas de ese tipo: yo recibí dos y mi chófer, Viktor, una". La BBC ha recibido copias de las amenazas de muerte y una grabación de la llamada telefónica. En ella, un hombre identificado disfraza su amenaza como una llamada en frío de una empresa que vende parcelas en cementerios y ataúdes. Insiste de forma escalofriante en que: "Ahora es el momento de que pienses en el final de tu vida". El activista afirma que la gota que colmó el vaso llegó la semana pasada. "Pasaba por delante de una comisaría de policía en Krasnodar y un agente [me reconoció]. Me dijo: 'Prepárate. Ya viene'. Se refería a la reacción del Estado [a]... las entrevistas que estaba concediendo. Ya tenían suficiente para abrir un caso penal grave contra mí". Vitaly escapó a Armenia y ahora planea pedir asilo político en Alemania. Le pregunto por qué las autoridades no quieren que gente como él publique información sobre Wagner y sobre las bajas rusas en la guerra. "Para nuestro Estado son estadísticas aterradoras", afirma Vitaly, "y el pueblo ruso no conoce las cifras reales. Yo quería mostrar a la gente la magnitud real del desastre. "Si la gente se enterara de las verdaderas cifras de pérdidas en el campo de batalla, se volverían locos".

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