www.juezyverdugo.es --- contacto@juezyverdugo.es

 

22 - Octubre - 2020
>>>> Paisajismo > Otoño III

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Con el fin del verano, la sequedad del estío se ve sustituida por las temperaturas suaves y las lluvias de la tercera estación del año. Un tiempo en el que el paisaje muta, cambiando los árboles de hoja caduca su habitual verde por el ocre. Las zonas boscosas y fluviales adquieren un aspecto espectacular que da para aprovechar los muchos puentes que trae consigo la época otoñal.

13 valles de España para hacer una escapada en otoño. Espacios de gran belleza que van de Ordesa a los Picos de Europa, pasando Málaga y el entorno de Guadarrama.

Valle del Genal, Málaga.

En el extremo sur de la Península ibérica aguarda el valle del Genal. Se origina en la sierra de Ronda, concretamente en Igualeja. Durante su camino hasta desembocar en el Guadiaro deja bellas estampas protagonizadas por castaños, que son los que en otoño aportan la clásica paleta de ocres. Como complemento, multitud de riscos trufan el serpenteante y sombrío recorrido de este valle de Málaga.

Vall de Boí, Lleida.

La comarca de la Alta Ribagorza es donde se ubica este espacio asociado al río Noguera de Tor. De nuevo está en el Pirineo, en este caso en Lleida, muy cerca del también célebre valle de Arán. Se trata de un lugar ideal para una escapada de otoño gracias a su combinación de vega y montaña. Su origen glaciar hace que los desniveles sean grandes y que posea multitud de pequeños lagos. El vall de Sant Martí y el vall de Sant Nicolau son parte del complejo del también conocido como valle del Bohí. Ambos comparten la belleza con el principal. En todos ellos, además, hay una gran riqueza arquitectónica. El estilo predominante en sus estructuras religiosas es el románico lombardo, como el de Santa Eulalia de Erill-la-Vall. Por si fuera poco, el vall de Boí parte de su territorio está incluido en el impresionante Parque Nacional de Aigüestortes i Estany de Sant Maurici.

Valle de Ordesa, Huesca.

El río Arazas da forma a uno de los enclaves más espectaculares del país. Se trata del valle de Ordesa, en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Precisamente desde este último bajan las aguas de esta vía fluvial. En su camino se despliega una incomparable unión de macizos montañosos y exuberante vegetación. Tal entorno teñido de ocre es el protagonista perfecto para un viaje de otoño. Como base se puede usar Torla o Fanlo. Los cercanos valles de Añisclo, Pineta y Escuaín también forman parte del Parque Nacional. Sin embargo, fue el valle de Ordesa el que motivó su creación en 1918. Un lugar idílico en el que disfrutar de hayedos, cascadas y montes. Pirineos en estado puro justo antes de que el invierno haga acto de presencia.

Valle del río Medio, Asturias.

El siguiente de los valles de España que visitar en otoño se encuentra en el Principado de Asturias. Se trata del valle del río Medio. Como en los anteriores ocasiones, los hayedos y robles hacen que este espacio resalte a partir de septiembre. Corazón del Parque Natural de Redes, las rutas para conocerlo arrancan en Orlé. Hay diferentes recorridos, como el lineal que llega hasta Pendones. En todo caso, el paisaje combina ganadería tradicional, grandes vegas, vegetación y montaña.

Valle del Tiétar, Ávila.

La Sierra de Gredos protege al próximo de entre los valles de España para una escapada en otoño. Gracias a ello las temperaturas son más benignas. Arenas de San Pedro sirve como capital en esta comarca abulense, destacando también otras poblaciones como Candeleda. Aunque las zonas bajas descienden hasta los 400 metros, los picos que las rodean superan en varios casos los 2.000, por ejemplo Cerro Cabezo. Una calzada romana demuestra que fue una importante zona de paso hacia lo que hoy es Extremadura, muy cercana. Por su clima agradable y el agua que aporta la Sierra de Gredos la ganadería siempre ha sido un punto fuerte en la zona. Asimismo, las localidades del valle del Tiétar guardan notables edificios de distintas épocas históricas.

Valle del Lozoya, Madrid.

Una de las escapadas más socorridas y cercanas a Madrid, también en otoño. El entorno del valle del Lozoya contiene localidades tan bonitas como Buitrago de Lozoya. La vía fluvial desciende desde la sierra de Guadarrama hasta el Jarama, al que se une ya casi tocando Guadalajara. Por tanto, es un espacio relativamente extenso en el que hay mucho que ver tanto a nivel cultural como natural. Respecto a lo primero, además del mencionado Buitrago, sobresale el monasterio de Santa María en El Paular. Yendo a lo segundo, el entorno de Peñalara y sus lagunas es de gran belleza. Asimismo, multitud de robledales dan el necesario toque ocre a este viaje otoñal.

El Sistema Central atesora varios reductos boscosos de hayas, protagonistas del otoño y el árbol más común del tercio peninsular. El hayedo de Montejo, en el término de Montejo de la Sierra, es el único que tiene la Comunidad de Madrid, está declarado Sitio Natural de Interés Natural y Patrimonio de la Humanidad y además pertenece a la Reserva de la Biosfera de la Sierra del Rincón, también de la Unesco. Apiñado a la umbría boscosa, suma 222 hectáreas con una altidud máxima de 1.600 metros. Junto a las hayas, en el bosque se ven robles centenarios, pinares de pino silvestre y vegetación de ribera junto al cauce del río Jarama.

Para descubrirlo se puede optar por diversos itinerarios. La Senda del Río es un recorrido que discurre paralelo al Jarama y concluye en una explanada con álamos temblones, antaño lugar de carboneros. Es la más recomendable para familias con niños. Por su lado, la Senda de la Ladera, también de 1,4 km, coincide en parte con el itinerario del río, pero luego asciende por la colina dibujando un tramo circular. Por último está la Senda del Mirador, que atraviesa las diferentes tipos de manchas de vegetación que configuran el hayedo de Montejo, e incluye panorámicas de la cuenca alta del Jarama.

Valle de Sajambre, León.

El valle de Sajambre ve nacer el río Sella en la Fuente del Infierno. De hecho, aunque los topónimos parezcan muy distintos vienen de la misma raíz indoeuropea: Sal. Esta significaría «aguas turbias» y hace clara referencia a la corriente de la vía fluvial. Al sur del valle se alza el Puerto del Pontón, mientras que en el norte se encuentra el impresionante Desfiladero de los Beyos, entrando ya incluso en Asturias. Oseja de Sajambre es su principal población. Conforma un bello municipio junto a Pío, Ribota, Soto y Vierdes. El espacio es idóneo para una escapada de otoño gracias a su vegetación, que incluye extensos hayedos y robledales. Asimismo, es parte esencial del sector leonés de los Picos de Europa.

El hayedo de Cuesta Fría está localiza en la vertiente meridional de los Picos de Europa, al pie de las cumbres calizas de los Moledizos. Se aferra a una abrupta ladera en la cabecera del río Dobra, en la divisoria natural con la cuenca del río Cares. La extensión, buen estado de conservación y sus espectaculares ejemplares de hayas hicieron que este recóndito bosque del Parque Nacional de los Picos de Europa fuera declarado reconocido por la Unesco como uno de los hayedos más representativos del continente europeo. Sus árboles son testigo de lo que ocurría en el mismo territorio pero hace cientos de miles de años. Sin embargo, y como curiosidad, el árbol más buscado del hayedo de Cuesta Fría es un roble imponente, cuyo perímetro alcanza los 7 metros. La forma más fácil de acceder a Cuesta Fría es a través de la senda al refugio de Vega de Vegabaño, situado a más de 1.400 metros de altitud, desde la población de Soto de Sajambre.

El hayedo de Canal de Asotín se halla en el mismo acceso a Collado Jermoso, uno de los situados en el cacizo Central de los Picos de Europa. En el las hayas comparten espacio con abedules, robles, acebos y tejos, que tienen alta protección. Se trata de un bosque llamado «maduro» por sus ejemplares centenarios, que favorecen el crecimieto de setas y suelos tapizados de musgo y con un alto valor ecológico. Los hayucos, que son el fruto de las hayas, son protegidas por ser alimento de animales que habitan en la zona como el oso. El acceso al hayedo requiere algo de práctica montañera. Se realiza por la llamada Senda de la Rienda, un viejo sendero utilizado antiguamente por pastores y lugareños, y que hoy día es la vía mas usada para acceder a la zona de Collado Jermoso. Su estado de conservación es bueno, probablemente por su ubicación aislada. Los hayedos son típicamente atlánticos y en León se consideran que están en el sublímite de su distribución geográfica, una de las razones por las que la Unesco se fijó en este enclave natural y le otorgó su reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad.

Cinco paseos para que te enamores del otoño en Gran Bretaña:

Valle del Roncal, Navarra.

Justo en el límite con Francia, en la zona más alta del Pirineo navarro, se encuentra un hermoso bosque caducifolio prácticamente inalterado. Se conoce como el Rincón de Belagua, y se ha convertido en el ecosistema más relevante del Valle del Roncal. Otro de los valles de España para una escapada en otoño en la triple frontera entre Francia, Huesca y Navarra. Ubicado en esta última, acoge el pico navarro más alto, la Mesa de los Tres Reyes. Uno de sus mayores atractivos es el hayedo de Aztaparreta, Patrimonio de la Humanidad. Dicho bosque muestra su mejor cara con la caída de la hoja. Es asimismo parte de uno de los puntos clave del valle de Roncal, el valle de Belagua. Con acceso desde Isaba, es el único de origen glacial en el territorio navarro.

Los bosques de Aztaparreta, 100 hectáreas entre hayas y abetales, fueron declarados en 2017 Patrimonio de la Humanidad junto a otras zonas europeas. El hayedo se sitúa en una zona poblada desde el neolítico, como atestiguan diversos conjuntos de dólmenes como el de Arrako. Las tupidas hayas y pinares de pino negro, que se agarran con fuerza a las rocas, son el refugio de sarrios, urogallos, perdices nivales y rapaces como águilas reales y quebrantahuesos. Larra-Aztaparreta también está catalogada como Zona de Especial Protección para las Aves.

La Selva de Irati es una extensa mancha verde de 17 hectáreas que abrazan los ríos Anduña y Zatoia. Flanqueada por montes de mediana altura, la elevada pluviosidad origina un paisaje frondoso lleno de arroyos y torrentes que se abren paso por un relieve escabroso. En él destacan hayedos como el de Lizardoia, sumergido en esta «selva» navarra y declarado Patrimonio de la Humanidad. Se ubica más exactamente entre los montes de La Cuestión y Zabaleta, una zona poco frecuentada, gracias a lo cual se mantiene virgen y protegida como Reserva Integral. Son hectáreas de bosque donde las hayas más altas superan los 40 metros de altura y surgen mezcladas con abetos. La excursión para descubrirlo comienza junto a las Casas de Irati, el centro de visitantes del espacio natural, situada a 23 km de Ochagavía. Se llega desde esta localidad navarra por la carretera NA-2012. Desde el parking hay que tomar el sendero que se dirige hacia la Cascada del Cubo por el GRT-9. Es un camino accesible, aunque en algunos tramos hay que cruzar riachuelos y arroyos. Justo en el momento en que el sendero se divide en tres tramos, hay que tomar el camino del centro, que será el que nos adentre en el espectacular bosque de hayas de Lizardoia.

Isaba es uno de los siete bellos pueblos que conforman el Valle del Roncal, en el Pirineo Navarro. Se encuentra junto al Valle de Belagua, rodeado por un verde e impresionante entorno natural de praderas, bosques, ríos y grandes montañas. El pueblo es realmente espectacular, con sus estrechas calles empedradas donde surgen las casas de piedra y madera con tejados muy inclinados, para que la nieve no se acumule durante los meses de invierno. No faltan lugares de interés monumental, como la Iglesia de San Cipriano, del siglo XVI; la Ermita de Idoia, a un kilómetro del pueblo; la Ermita de Belén, del siglo XVIII; la Ermita de Arrako, a 10 kilómetros del municipio; dos puentes románicos y el Puente de Otsindundua, del siglo XVI. Para conocer a fondo la idiosincrasia el pueblo podremos visitar la Casa de la Memoria. En cuanto a actividades, el senderismo es el plan estrella, contando con rutas como la de Isaba-Belagua-Arrakogoiti, de casi 15 kilómetros; la Ruta Isaba-Burgui, de 22,5 kilómetros, o la Ruta Isaba- Uztarroz, de 7,2 kilómetros. Y los aficionados a los deportes de invierno cuentan con la estupenda estación de esquí nórdico de Larra-Belagua.

Valle del río Oribio, Lugo.

Quizá este sea el espacio más fácil de recorrer de toda la lista. La razón es que por el pasa el Camino de Santiago Francés. Ya sea en una escapada de otoño exclusiva o como parte de la peregrinación, las sendas que recorren el valle del río Oribio, más tarde llamado Sarria, están perfectamente marcadas. Para andarlo hay que partir de Triacastela y avanzar siguiendo las señales que indican la ruta por San Xil. Los corredores entre robles y castaños dan paso a coquetos prados verdes. Sus desniveles son suaves, por lo que la dificultad del recorrido es baja. Asimismo, diversas aldeas y pueblos gallegos jalonan los senderos, dando la posibilidad de reposar. Son solo 18 kilómetros hasta Sarria, en los que la naturaleza destaca sobre el resto. Además, desde dicha localidad es sencillo volver al punto inicial de la ruta en bus. Por todo ello, el de Oribio es uno de los valles de España más recomendables para visitar este otoño.

Valle del Jerte, Cáceres.

Aunque su fama sea más primaveral, gracias a la floración de los cerezos, la tercera estación del año es también muy interesante en el valle del Jerte. La abundancia de agua es una de las principales características de este espacio natural. Tanto en las zonas ribereñas como serranas, el verde de los frutales pasa a amarillo y rojo. Un espectáculo conocido como «Otoñada» que es celebrado tanto en las zonas ribereñas como serranas de la zona. La «Otoñada» se extiende entre octubre y diciembre. Los municipios locales llevan a cabo multitud de actividades relacionadas con ella. Otra de las razones para que este sea uno de los valles de España para hacer una escapada en otoño es su intrincada orografía. Las gargantas se suceden en un entorno montañoso responsable de la forma en «V» del valle.

Valle del Ungría, Guadalajara.

Continuando con los valles de España para hacer una escapada en otoño hay que mirar a Guadalajara. Allí se encuentra uno de los parajes más espectaculares de esta época del año, el valle del Ungría. Su final se encuentra cerca de la capital alcarreña, en Lupiana. Por otra parte, el río y su valle nacen en Fuentes de la Alcarria, Brihuega. En su recorrido destacan barrancos, choperas, enormes álamos y pueblos que crecieron gracias al agua y los molinos del Ungría. Como un corte en altiplanos, este desconocido entorno permite conocer la Alcarria.

La Tejera Negra se enmarca dentro del Parque Natural Sierra Norte de Guadalajara. Zona de hayas rodeadas de robles melojos y pinares de repoblación, el nombre de este espacio natural deriva de las antiguas tejeras de color verde oscuro, casi negro, que se extendían por la zona. El hayedo en sí se halla en el municipio de Cantalojas, envuelto por la sierra de Ayllón, en el nordeste de la provincia de Guadalajara. Está considerado uno de los hayedos más meridionales de Europa, que crece refrescado por las cabeceras altas de los ríos Lillas y Zarzar. A la belleza del colorido de sus hojas en otoño se suman los rojizos y violáceos de moras, frambuesas o arándanos, frutos del bosque que crecen en los arbustos cercanos. Las excursiones por el hayedo discurren entre una atmósfera de cuento, por las brumas, el musgo que tapiza troncos y ramas, las setas que despuntan del suelo y el silencio que todo lo envuelve.

Valle del Pas, Cantabria.

En tierras cántabras se despliega el valle del Pas, recorrido por el río del mismo nombre. Dio nombre a los pasiegos, pastores que realizaban trashumancias cortas desde Espinosa de los Monteros, en Burgos, hasta vegas como la del Pas, Miera o Pisueña. Estos habitaban las zonas altas, desarrollando una peculiar arquitectura en piedra y cultura. En la parte baja hay impresionantes muestras de románico, como la Colegiata de Santa Cruz de Castañeda. Conviene evitar la lluvia en la medida de lo posible para disfrutar de las panorámicas que ofrecen miradores como el de la Braguía.

Valle de Ansó, Huesca.

La localidad de Ansó da nombre al valle. Es considerada uno de los pueblos más bonitos de España. Su arquitectura típica pirenaica y peculiar dialecto justifican en sí mismas el viaje a esta aislada zona. Anexo al valle del Roncal, comparte con este la Mesa de los Tres Reyes y el tributo de las tres vacas. Por tanto, presenta la gran oportunidad de realizar una visita conjunta junto al espacio navarro.

Valle de Albaida, Valencia.

Sorprenderá sin duda la blancura de una tierra que los árabes del siglo VIII dieron en llamar al-Bayda, “la Blanca”; el ensimismamiento de un valle con más de treinta pueblos, cobijados por un hermoso recinto de sierras, de donde manan fuentes copiosas y en donde gozaréis de espléndidas vistas y de umbrías llenas de plantas aromáticas. Hablamos, en efecto, de una de las comarcas que más han sabido conservar el carácter de lo autóctono, de lo mediterráneo, de lo valenciano. Casas tradicionales de llaurador (labrador), con sus portales de madera de mobila; ermitas insólitas y cautivadoras; callejones islámicos; palacios señoriales y castillos de roca. Delicias de pastelería y platos tradicionales. La mayor parte de los valldalbaidins vive de la industria (textil, plástico, vidrio, mueble…), que es el verdadero motor económico del valle.

New Hampshire, EEUU.

Una forma divertida de disfrutar del paisaje del norte de New Hampshire es dar un paseo en un tren, con salidas y llegadas en estaciones históricas en pueblos de las región, repleta de montañas y lagos. Se ofrecen excursiones en tren de primavera a otoño y en autocares históricos y renovados. Es una excursión encantadora para todos, desde niños hasta abuelos.

New Hampshire, estado de Nueva Inglaterra, Estados Unidos, se caracteriza por las ciudades pintorescas y las amplias extensiones de naturaleza. En el norte, el Bosque Nacional de la Montaña Blanca es conocido por las áreas para deportes de invierno y el Monte Washington, la cima más alta de la región, con un ferrocarril de cremallera que asciende a su cumbre. En las Montañas Blancas también hay alces, osos negros y una parte del Sendero de los Apalaches.

El Ferrocarril de cremallera Mount Washington, el Tren Cena Café Lafayette o el Ferrocarril escénico de Conway son estupendas opciones.

Los mejores 5 trenes de otoño en Nueva Inglaterra. Todos a bordo para disfrutar de la emoción del otoño en los históricos rieles de Nueva Inglaterra.

El tren Notch de Conway Scenic Railroad atraviesa el follaje de White Mountain.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Desde Oban a Fort Williams, comiendo haguis y bebiendo cerveza. Niebla y lluvia. Si te pierdes es probable que tengas que pararte a preguntar en una granja. Te invitarán a té caliente. Y esos incomodos bordillos que delimitan las estrechas carreteras que unen los pueblos en las highlands. Si consigues encontrar Fort Williams donde se rodo Harry Poter a pies del Ben Nevis, disfrutaras de un paisaje inigualable en Otoño.

Todo un emblema del país, el Ben Nevis destaca de manera imponente en el horizonte de las Highlands con 1.345 metros de altura, coronándose como el pico más alto del Reino Unido. Cada año, esta elevación atrae a miles de turistas de todo el mundo, unos más aventureros que otros, para ofrecerles un paisaje inigualable desde sus múltiples rutas de senderismo.

Su etimología sigue siendo discutida, ya que, mientras que la palabra “beinn” es comúnmente utilizada para referirse a “montaña”, “nibheis” puede presentar diferentes interpretaciones. De esta manera, la elevación podría traducirse como “Montaña Maligna” o “Montaña del Cielo”. Situada en las Highlands a tan solo 11 km de distancia de Fort William, Ben Nevis está formada, sobre todo, por roca ígnea de hace aproximadamente 400 millones de años, y su cima es en realidad la cúpula derrumbada de un antiguo volcán. Sus escarpados caminos, sumados a la climatología adversa han hecho que mereciese su respeto por parte de locales y turistas. Incluso en el año 1911, fue protagonista de un spot publicitario para la marca de automóviles Ford, la cual puso a prueba su modelo T en dicha montaña para demostrar su versatilidad y resistencia.

Ben Nevis siempre fue admirada por personalidades de todo tipo, siendo mencionada, por ejemplo, en un soneto de John Keats, quien llegó a su cima en el año 1818, describiendo la experiencia como “escalar diez Catedrales de San Pablo sin la ventaja de unas escaleras”. También fue pintada en acuarela por la reina Victoria, que condujo desde el castillo de Iverlochy, donde estuvo alojada en el año 1873, hasta los pies del macizo acompañada de la princesa Beatriz para observarlo en todo su esplendor. El primer registro que se tiene de un ascenso a la montaña, sin embargo, pertenece al año 1771, por James Robertson. Este botánico de Edimburgo sólo escribió tres oraciones en su diario, sin dejar muy claras las razones por las cuales decidió realizar esa peligrosa excursión, aunque se especula que formaba parte de su expedición por los Montes Grampianos en búsqueda de especímenes para el Edinburgh’s College Museum.

3 rutas para subir a la montaña más alta del Reino Unido:

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NUBE DE

ETIQUETAS

NOVEDADES EDITORIALES