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            Después de décadas, siglos en silencio, prácticamente 
              inaccesible, amarrada en el perfil escarpado de la peña de arenisca 
              que guarda las espaldas de Santa Eulalia Somera, en 2020 volvió 
              a reencontrarse con las personas otro tesoro del patrimonio rupestre, 
              la cueva vecina a la admirada del Ajedrezado. 
            En junio del 2012, el Plan de Competitividad Turística 
              'La Senda Termal en la Reserva de la Biosfera' acondicionaba para 
              la visita al público los accesos a las cuevas del Ajedrezado y al 
              mirador espléndido al valle del Cidacos desde la peña de Santa Eulalia 
              Somera, barrio dependiente de Arnedillo –actuación por 50.000 euros 
              subvencionada por el eje IV Leader del Programa de Desarrollo Rural 
              de la Rioja 2007-2013–.  
              
            Desde entonces, por su enigmático pasado y diversas 
              claves, se han erigido en referencia absoluta para el turismo en 
              la zona junto a sus otros recursos. Consciente de ello, y financiado 
              al 70% también por los fondos europeos del proyecto Leader, el Ayuntamiento 
              invertía 28.667,13 euros para habilitar en 2019 un segundo acceso 
              a la cueva del Ajedrezado para hacerla más accesible y evitar el 
              deterioro del orificio en la roca con forma de ventana por el que 
              hasta entonces había que circular de una cavidad a otra. 
            Difícilmente alcanzable hasta entonces a pie, los 
              trabajos dispusieron una pasarela que parte como un ramal de la 
              que ya conducía desde el empinado camino de acceso hasta la cueva 
              del Ajedrezado. Paralela a la peña, sorteando los arduos desniveles 
              con diversos peldaños, la pasarela de madera llega hasta la segunda 
              cueva.  
              
            La ruta del Alba es el sendero de Pequeño Recorrido 
              PR-AS 62, ubicado en el concejo de Sobrescobio en Asturias (España) 
              e incluido en el Lugar de Importancia Comunitaria del parque natural 
              de Redes. Sigue el recorrido de la vieja pista minera del camino 
              de Llaímo de 7 km que a su vez es fiel al cauce del río Alba, río 
              del que toma la ruta su nombre. La ruta del Alba comienza en Soto 
              de Agües (San Andrés de Agües), junto a un lavadero y atraviesa 
              las Foces de Llaímo en el monte del mismo nombre y termina en la 
              Cruz de los Ríos en donde, en medio de la vega, hay un antiguo refugio 
              de caza. 
              
             Esta ruta está catalogada como un monumento natural 
              (Decreto 44/2001, de 19 de abril), y está incluida en la Zona de 
              Especial Protección para las Aves de Redes y en la Reserva de la 
              Biosfera de Redes por su fauna que incluye: como flora representativa: 
              hayas, tilos, tejos y escuernacabras, así como musgos y líquenes 
              y como fauna: nutrias, águilas reales, mirlos acuáticos y truchas. 
              
            El icónico logotipo cumplió 30 años 
              en 2015. 
            Desde la Plaza de la Trinidad, al lado del Puente 
              del mismo nombre, comienza el Casco Histórico de la ciudad de Cuenca. 
              Bajaremos las escaleras y comenzamos la ruta por el Jucar. Lo primero 
              que nos vamos a encontrar es al Río Huécar pasando por debajo del 
              Puente de la Trinidad y acabar juntándose con su hermano mayor: 
              El Río Júcar. Una vez cruzado un puente de madera sobre el Huécar, 
              os encontraréis unas maravillosas vistas al puente de San Antón 
              y a la Iglesia de la Virgen de la Luz, y ya nos adentramos al tramo 
              que transcurre por el Júcar. Ya con el Júcar de compañero, nuestra 
              ruta discurre por un paseo de tablas de madera, en el que naturaleza 
              y arquitectura se funden perfectamente: a vuestra izquierda, el 
              r ío, de color azul verdoso, con los chopos de distinto color según 
              sea la época del año (en otoño es donde más bonitos están), a la 
              derecha, la pared de roca natural que sujeta el Casco Histórico 
              de Cuenca y al frente la Hoz del Río Júcar con unas vistas espectaculares 
              de la parte antigua de la ciudad. 
              
            El tramo de tablas de madera se acaba y seguimos por 
              un camino de tierra, muy agradable para pasear, con muchos bancos 
              si queremos descansar o contemplar tranquilamente el paisaje. Caminando 
              un poco más nos volvemos a encontrar con el Río Huécar en forma 
              de pequeña cascada, que se forma por el agua de este río proviniente 
              de un túnel que empieza cerca del Teatro Auditorio de Cuenca. Después 
              seguimos el camino entre vegetación fundida con la piedra que sustenta 
              algunas casas del Casco Antiguo de Cuenca; estas casas tienen una 
              peculiaridad. En su fachada principal tienen 3 o 4 pisos de alto 
              pero en su fachada trasera llegan a tener hasta el doble de alturas; 
              son los rascacielos de Cuenca, que están en esta parte de la ciudad 
              antigua y también en el Barrio de San Martín. 
            Siguiendo nuestro paseo llegamos al Recreo Peral, 
              el final de nuestra ruta. Aquí nos encontraremos con un restaurante, 
              con un recinto para jugar a los bolos conquenses y con la Fuente 
              del Abanico, una fuente con leyenda. 
              
            La Cerrada del río Castril es un impresionante cañón 
              que ha sido modelado con el paso del tiempo. Gracias a unas pasarelas 
              enmarcadas en las paredes, el visitante puede realizar un recorrido 
              en altura sobre las aguas del río y disfrutar de un bello paisaje. 
              Hablamos de un territorio ocupado desde la Prehistoria gracias a 
              su privilegiado lugar cercano al río y a los cultivos, así como 
              a su situación estratégica de control del territorio. 
            Corto, fácil y espectacular, el sendero Cerrada del 
              río Castril es un paseo que lo tiene todo para que lo disfrute toda 
              la familia. Discurre en gran parte por una pasarela de madera sobre 
              el río Castril, un puente colgante y un túnel. Un bello paisaje 
              natural integrado en la estructura urbana de la población de Castril. 
              La ruta desciende al río desde el centro del pueblo hasta la antigua 
              central eléctrica, excavada en la roca de una de las laderas del 
              cauce. A partir de aquí, el paraje es de excepcional belleza y la 
              sensación de contacto con el río resulta muy estimulante. El camino 
              está formado por una pasarela sobre antiguas traviesas de ferrocarril 
              empotradas sobre la pared rocosa. Aunque las medidas de seguridad 
              son razonables, deben tomarse ciertas precauciones con niños para 
              evitar caídas o accidentes. 
            A los pocos metros, el caminante se encuentra con 
              una de las atracciones del sendero que sobrevuela el río: un puente 
              colgante que habría hecho las delicias del mismísimo Indiana Jones. 
              En la otra orilla, una galería -de casi setenta metros de longitud- 
              excavada en la roca espera al atrevido viajero que puede acceder 
              a un balcón natural desde el que se contemplar el último tramo de 
              la estrecha garganta y un salto de agua.  
            Castril cuenta con una ruta circular de unos 2 kilómetros 
              que conecta el casco antiguo con el sendero de La Cerrada y que 
              ofrece unas panorámicas espectaculares. El sendero está completamente 
              señalado. Sin embargo, es fácil perder la ruta durante el recorrido 
              por el centro histórico del pueblo. La parte más singular y preciada 
              es la que transcurre junto al río. 
              
            El recorrido atraviesa distintos tramos. El primer 
              trayecto te transporta a través de impresionantes pasarelas sobre 
              el río Castril, el siguiente sobre un puente colgante y el último 
              por una galería excavada en la roca que te lleva a un precioso balcón 
              natural. 
            Durante la ruta hay numerosas pasarelas que ofrecen 
              unas vistas espectaculares de La Cerrada. El sendero transcurre 
              entre abundante vegetación y atraviesa cuevas y puentes con mucho 
              encanto. Por la orilla del río Castril corre un agradable paseo 
              que es un punto de cita ideal para los lugareños y los amantes de 
              la naturaleza. 
              
            Muy cercano al inicio del recorrido se encuentra un 
              bonito jardín llamado la arboleda perdida. Lo más curioso de este 
              lugar es que el escritor José Saramago dejó plasmadas unas palabras 
              dirigidas a sus abuelos que dicen así: 
            Muchos años después, cuando mi abuelo ya se había 
              ido de este mundo y yo era un hombre hecho, llegué a comprender 
              que mi abuela, también ella, creía en los sueños. Otra cosa no podía 
              significar el que, estando sentada una noche, ante la puerta de 
              su pobre casa, donde entonces vivía sola, mirando las estrellas 
              mayores y menores encima de su cabeza, hubiese dicho estas palabras: 
              ”el mundo es tan bonito y yo tengo tanta pena de morir”. 
            No dijo miedo de morir, dijo pena de morir, como si 
              la vida de pesadilla y continuo trabajo que había sido la suya, 
              en aquel momento casi final, estuviese recibiendo la gracia de una 
              suprema y última despedida, el consuelo de la belleza revelada. 
            Estaba sentada a la puerta de una casa, como no creo 
              que haya habido alguna otra en el mundo, porque en ella vivió gente 
              capaz de dormir con cerdos como si fuesen sus propios hijos, gente 
              que tenía pena de irse de la vida sólo porque el mundo era bonito, 
              gente, y ese fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias 
              que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de 
              los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque 
              sabía que no los volvería a ver. 
              
            A partir de este punto, el itinerario abandona el 
              río, donde está permitido tanto el baño como la pesca de truchas. 
              Un antiguo molino -que todavía conserva la maquinaria- es hoy un 
              restaurante que vigila la unión entre la senda del río y el camino 
              de la villa que, entre bancales y cultivos propios de la zona, asciende 
              hasta llegar a la Peña de Castril. El último tramo de la ruta -que 
              también puede realizarse en dirección contraria- es el único que 
              entraña alguna dificultad por tratarse de un suave ascenso que el 
              caminante podrá superar en unos veinte minutos. 
              
            Hablamos de pueblos aislados en esta misma sección. 
              
              
            Sin salir de Granada, la pasarela colgante sobre el 
              Río Velillos, en la Ruta del Gollizno de Moclín. 
            Pásate por Nivel 0, página 2. 
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            El desfiladero del río Purón es uno de los enclaves 
              más llamativos de Araba y Euskadi. Un espacio, que se puede visitar 
              mediante la ruta que une las localidades de Lalastra (Araba) y Herrán 
              (Burgos). Se encuentra, lógicamente, en la frontera entre 
              Euskadi y Castilla y León y, de hecho, se puede realizar desde cualquiera 
              de los dos puntos. Desde el extremo occidental del Territorio Histórico 
              de Araba, desde Lalastra, corazón del Parque Natural de Valderejo, 
              tienes un recorrido, que nos permite disfrutar de la casa del Parque 
              Natural de Valderejo y el pueblo abandonado de Ribera entre otros. 
              Un pequeño paraíso natural, que se ha convertido en uno de los espacios 
              más visitados de la zona. ¿Preparados para conocer el desfiladero 
              del río Purón? 
            Es muy importante saber distinguir entre la ruta completa 
              del desfiladero del río Purón (Lalastra – Herrán) y la ruta entre 
              Lalastra y la cascada del río Purón. La primera cuenta con algo 
              más de 16 kilómetros mientras que la segunda cuenta con 12 kilómetros. 
              Si quieres realizar esta ruta en familia, es recomendable la segunda 
              opción, los 16 kilómetros pueden ser muy pesados para los más pequeños 
              de la casa. Alo largo de todo el recorrido existen multitud de carteles 
              que nos indican el camino a seguir para llegar al desfiladero del 
              río Purón, si los seguimos, las opciones de perdida son escasas. 
              También debemos indicar que durante esta ruta encontraremos varias 
              puertas, que se recomienda cerrar tras pasar.  
            La ruta del desfiladero del río Purón comienza en 
              uno de los extremos del municipio de Lalastra, frente a la casa 
              del Parque Natural de Valderejo. Desde este punto, debemos seguir 
              una pista forestal que poco a poco asciende para descubrir una bonita 
              panorámica del entorno que rodea el núcleo urbano de Lalastra. Tras 
              disfrutar del paisaje, seguimos nuestro camino desciendo por la 
              pista forestal hasta adentrarnos en un bosque que no abandonaremos 
              hasta llegar a las cercanías río Purón. 
              
            Seguimos paralelo al río Purón, hasta llegar a la 
              iglesia San Esteban de Ribera, un pueblo abandonado, en el que encontramos 
              un área recreativa con mesas que nos anima a disfrutar de un buen 
              hamaiketako (almuerzo de las 11 en euskera). Tomad nota para la 
              vuelta, no es mal sitio para comer. 
            Recorremos unas amplias campas antes de volvernos 
              a adentrar en el bosque. Volvemos a descender. Al llegar al fondo 
              del valle, nos encontramos con las primeras pozas del río Purón. 
              A partir de este punto el camino es más estrecho y cuenta con mayor 
              dificultad. Nos adentramos en las entrañas del cañón, cuidado con 
              los niños. Tras cruzar varios puentes, salimos del desfiladero y 
              nos volvemos a adentrar en el bosque. Tras recorrer unos 600 metros, 
              volvemos a espacio abierto, a nuestra derecha, encontraremos la 
              cascada del río Purón. Nos encontramos a escasos metros de la frontera 
              con Burgos, Castilla y León. Ante nosotros, una bonita panorámica 
              del Valle de Tobalina. Es en este punto, donde recomendamos dar 
              la vuelta a las familias. De lo contrario, puede que el camino se 
              les haga muy pesado a los más pequeños. 
              
            Para aquellas personas que deciden seguir el camino, 
              debemos descender 2 kilómetros aproximadamente hasta llegar a la 
              localidad de Herrán. Antes de llegar a este núcleo urbano, junto 
              a la ermita de San Roque, a nuestra izquierda, encontramos otro 
              área recreativa con mesas y bancos donde poder comer. Seguimos nuestro 
              camino y llegamos a Herrán. Tras visitar la iglesia de Santa Águeda 
              y el centro urbano, damos la vuelta para volver sobre nuestros propios 
              pasos. 
              
            La senda de la canal de Reñinuevo acompaña las aguas 
              del río Urdón y del arroyo de Reñinuevo desde su inicio en la Bardina 
              del Nacimiento hasta la central eléctrica de Urdón, en el desfiladero 
              de La Hermida. Es un recorrido aéreo y complicado no apto para personas 
              aprensivas o que sufran de vértigo. Tramos volados sobre el vacío, 
              o excavados a mitad de pared, se combinan con estrechos pasos sobre 
              roca apenas protegidos en alguna ocasión. El resto del tiempo cuando 
              el caminante no está con medio cuerpo sobre el vacío, se recorre 
              “cómodamente” por encima del muro del canal. 
            La ruta parte del pueblo cántabro de Tresviso, una 
              de las localidades más aisladas de los Picos de Europa. De hecho, 
              hasta Tresviso sólo se puede llegar tras dar un largo rodeo desde 
              Sotres por la carretera AS-264 Arenas-Tresviso, o caminando desde 
              La Hermida por al famoso camino minero de La Providencia, que es 
              una de las excursiones con más solera de Picos. Si se elige esta 
              opción hay que tener presente que son 900 metros de desnivel lo 
              que hay que meterse entre pecho y espalda y que el esfuerzo pasará 
              factura en la bajada.  
              
            Tras probar en Tresviso un buen queso Picón, que con 
              el Cabrales y el Gamonedo forman la primera división de los quesos 
              azules españoles, partimos del pueblo por su parte superior junto 
              a unas modernas cuadras, para descender primero por praderías, luego 
              atravesando un bosquecillo de hayas y robles, y finalmente por unas 
              vertiginosas escaleras talladas en la roca hasta llegar a las trasparentes 
              aguas del río Urdón y la surgencia de la Bardina del Nacimiento 
              donde tiene lugar la captación de aguas del Canal. El lugar donde 
              se inicia el trayecto del agua hacia la Central se denomina la Cueva 
              del Agua y los espeleólogos están intentando encontrar continuidad 
              entre este rincón y una sima del macizo de Andara. Si se llegara 
              a demostrar que ambos lugares están conectados, nos hallaríamos 
              ante una de las mayores simas del mundo. 
            Tras cruzar un doble puente junto a una vistosa cascada 
              de agua tomamos el primer contacto con el muro del canal por el 
              que tendremos que avanzar gran parte de nuestra ruta. El muro tiene 
              unos 40 centímetros de ancho. Se recorre con facilidad y dispone 
              en algunas ocasiones de un pasamanos, si bien deberemos tomar precauciones 
              en zonas musgosas que pueden ser muy resbaladizas en épocas húmedas. 
              En aquellas ocasiones en que el canal atraviesa mediante túneles 
              los contrafuertes rocosos que descienden de la Sierra de Bejes, 
              deberemos abandonar el muro para sortear por zonas más propicias 
              el obstáculo natural. Nos encontraremos el primero de estos inconvenientes 
              a los pocos minutos de recorrer el canal, teniendo que descender 
              en busca de la caseta de Reñinuevo para retomar posteriormente el 
              canal. Proseguiremos llegando al puente colgado sobre el arroyo 
              del río Chico, con magníficas vistas sobre los precipicios del valle. 
            -kSJB-U808321070158NI-624x385.jpg)  
            La prudencia recomienda atravesarlo de uno en uno. 
              Aquí comienza la Media Galería, un tramo tallado en la roca similar 
              a la vecina senda del Cares pero más angosto. Continuaremos por 
              él sin más dificultades que la posibilidad de mojarnos con las abundantes 
              goteras que caen del techo hasta llegar a la canal de Aguas Negras. 
            Hace unos años un argayo se llevó parte del camino 
              en este punto, y es necesario descender por una zona lavada de rocas 
              para flanquear el tramo derruido y retornar al canal, que recorreremos 
              bien por el muro del canal o bien por tramos de media galería hasta 
              llegar al impresionante Corredor de Matallana. El Corredor es una 
              larga pasarela de hormigón totalmente colgada en el vacío que intimida 
              hasta a aquellos que no sufren de vértigo. Impresiona imagina como 
              se construiría con los medios de la época. Nuestro siguiente obstáculo 
              natural lo sobrepasamos en esta ocasión por su parte superior, ascendiendo 
              hasta la cercana collada de Matallana, desde donde descenderemos 
              para recuperar un largo tramo por el muro del canal hasta el túnel 
              del Candilluco en el que nos adentraremos. Si hasta el momento eran 
              el vértigo y el vacío nuestra principal preocupación, ahora es la 
              claustrofobia que causa circular por el interior de un oscuro túnel 
              caminando encima de una estrecha plancha de acero sintiendo bajo 
              nuestros pies correr el agua a gran velocidad. 
            Llegamos el casetón de Electra del Viesgo. Es un pequeño 
              edificio construido en una pequeña repisa colgada del vacío con 
              unas vistas espectaculares sobre los contrafuertes de Cuetodave 
              y en un escenario digno de película. A ningún lugar le viene más 
              ajustao el apelativo de nido de águila. Unas estrechas escaleras 
              dotadas de un socorridopasamanos descienden vertiginosamente junto 
              al tubo casi vertical por la que descienden las aguas del canal 
              que nos han acompañado en todo nuestro recorrido para la generación 
              de electricidad en la central de Urdón. Tras un fuerte descenso 
              en el que tendremos que atravesar algún pequeño túnel llegaremos 
              a un camino que después de todo lo que hemos dejado atrás nos parecerá 
              una auténtica autopista. Sin mayores contratiempos el camino nos 
              conducirá hasta nuestra meta en la central de Urdón y la cercana 
              carretera de la Hermida, punto final de la ruta. 
              
            El Desfiladero La Yecla y los Sabinares del Arlanza 
              constituye uno de los parajes más atractivos de la provincia de 
              Burgos. Este Parque Natural se encuentra en la vertiente suroeste 
              de la Sierra de la Demanda. Sus más de 26.000 hectáreas abarcan, 
              además del desfiladero que le da nombre, el Valle medio del Arlanza, 
              las Peñas de Cervera, el Cañón del Mataviejas, la Meseta de Carazo, 
              el Monte Gayubar y la Sierra de las Mamblas. 
            Discurre muy cerca de Santo Domingo de Silos el Arroyo 
              El Cauce, las aguas de este afluente del Mataviejas, han ido horadando 
              durante millones de años una estrecha y profunda garganta, un tajo 
              natural, profundo y estrecho, conocido como Desfiladero de la Yecla. 
              Un rincón soberbio y caprichoso de impresionante belleza natural. 
              Una serie de puentes y pasarelas colgantes permiten recorrer los 
              600 metros de este angosto y sugerente desfiladero sobre pozas y 
              cascadas, algunos de sus tramos apenas superan los dos metros de 
              ancho. 
              
            Este relieve rocoso, con grandes cortados calizos 
              prácticamente inaccesibles, ha favorecido el desarrollo de una variada 
              y abundante población de aves rapaces entre las que destaca el buitre 
              leonado, en sus crestas anidan más de 100 parejas. En estas tierras 
              burgalesas también se encuentra uno de los sabinares más extensos 
              y mejor conservados del planeta. Algunas de las sabinas del Arlanza 
              superan los dos mil años de vida. La sabina albar (Juniperus thurifera), 
              que significa 'productora de incienso', es una especie superviviente 
              de épocas prehistóricas. En esta zona también destacan los bosques 
              de encinas, quejigos y rebollos. 
            Entre la abundante avifauna podemos avistar el citado 
              buitre leonado, el águila perdicera, el halcón peregrino, gavilán, 
              azor y alimoche. También habitan mamíferos como el lobo, el corzo, 
              el jabalí, el gato montés, la gineta y algunas nutrias. Por si los 
              muchos encantos naturales que atesora esta zona del Arlanza no fuesen 
              suficientes, a pocos kilómetros y formando un triángulo irrepetible 
              encontramos tres joyas patrimoniales de categoría universal: las 
              ruinas del Monasterio de Arlanza, la Villa de Covarrubias y el Claustro 
              románico de Santo Domingo de Silos. 
              
            El Caminito del Rey en Málaga abrió 
              esta tetralogía. Pero en la zona, igual de atractivo es el 
              Valle del Genal y la Ruta de las Pasarelas del río Genal. En Octubre 
              del 2018 una gran tormenta arrasó esta ruta y los tramos de pasarelas 
              se vieron muy afectados. Hoy podemos volver a recorrerlas tras el 
              duro trabajo realizado para recuperarlas. 
            Este sendero forma parte de la etapa 27 de La Gran 
              Senda de Málaga (GR 249) que une las localidades de Banalauría y 
              Genalguacil. También comparte recorrido con la Gran Senda de la 
              Serranía de Ronda (GR 141). Hasta la instalación de los 3 tramos 
              de pasarelas este tramo del río era inaccesible, ahora con ellas 
              podemos adentramos en lo más profundo del Valle del Genal. Caminaremos 
              junto el cauce del río y otras colgados sobre él. Este rincón de 
              la serranía esconde rincones únicos de exhuberante vegetación mediterranea. 
              Casi todo el trayecto andaremos a la sombra de chopos, alcornoques 
              y pinos, acompañados por coscojas, ruscos, albiernagos, espinos 
              majaletos, madroños, escobones y grandes lentiscos con numerosas 
              lianas entrelazando el conjunto. 
            Tras aparcar en las inmediaciones de la Venta de San 
              Juan nos dirigimos hacia ella y la rodeamos por la parte de atrás. 
              Seguimos unos metros por el carril del camping para poco después 
              desviarnos por el sendero que baja a la derecha. Llegamos al Molino 
              del Álamo y la orilla del Genal. Al encontrarnos un cruce de senderos, 
              seguimos a la izquierda. A continuación, a unos 200 metros, vadeamos 
              el río Monardilla por una pequeña pasarela de madera que sustituye 
              al anterior puente de acero arrastrado por las aguas. Poco después 
              en el cruce seguimos a la izquierda. 
              
            Pasamos junto a unas ruinas y llegamos a la explanada 
              del Ventorrillo. Nos adentramos en un denso bosque de ribera, el 
              sendero nos lleva al carril de las Huertas de Juan Ruíz. Llegamos 
              a un meandro del río Genal y al primer tramo de pasarelas, las de 
              la Vega de la Estacá. Unas escaleras de madera nos suben a un nuevo 
              tramo mas elevado del sendero, el anterior desapareció tras la tormenta 
              de 2018. Pasamos el Arroyo Hondo y una antigua toma de agua llegando 
              a la Vega de los Cuarterones. En este punto el sendero sigue el 
              trazado de la acequia, unos cables de acero nos asegurarán en un 
              tramo algo más expuesto.  
            Tras cruzar el arroyo de las Perejilas llegamos a 
              la Vega de los Tejarejos. Aquí se encuentra el segundo tramo de 
              pasarelas, a estas se acceden por unas escaleras. Tras ellas caminamos 
              por los restos de una antigua acequia. Seguimos avanzando atravesando 
              la Vega de los Duros, después de atravesar una zona de cañaverales 
              llegamos al último tramo de pasarelas, la de los Limones. 
              
            Pasarela de los Tejarejos. 
            Este tramo de la ruta también se vio alterado por 
              la tormenta, ahora las pasarelas tienen mayor longitud. Tras ellas 
              un tramo de escaleras de madera sustituyen al anterior sendero. 
              Atravesamos una plantación de chopos hasta llegar al Prado de la 
              Escribana, aquí encontramos un área recreativa donde hacemos la 
              parada del bocadillo. En verano podemos darnos un baño en el Charco 
              de la Escribana. Una vez recobradas las fuerzas toca regresar. 
            Entre la Serranía de Ronda y la Sierra de las Nieves, 
              uno de sus focos naturales más importantes y conocidos es el Bosque 
              del Cobre. El nombre de este bosque de castaños ya da una pista 
              de los colores imperantes en el mismo, sobre todo en otoño, donde 
              se dan cita una sucesión de tonos rojos, ocres y cobrizos. La vida 
              se renueva a cada momento en el Valle del Genal con una sucesión 
              de riachuelos y ríos que cruzan la comarca, como el Guadalteba, 
              el Guadiaro, y el Genal. El sonido de estas corrientes de agua mezclado 
              con la sinfonía tonal de castaños y alcornoques crean una bonita 
              experiencia en el viajero amante del senderismo. 
              
            El Pontón de la Oliva es una presa que no pasará a 
              la historia por su funcionalidad ni se estudiará como caso de éxito 
              en la universidad, pero sí es un lugar perfecto para hacer escalada, 
              rutas senderistas o caminar por sus pasarelas laterales. Las vistas 
              de esta obra de ingeniería hidráulica a vista de pájaro son alucinantes. 
              Es un sitio que sorprende por los centenares de escaladores que 
              se reúnen allí para desafiar a las paredes de roca caliza. También 
              es muy interesante la historia de esta presa, que prácticamente 
              no llegó a utilizarse por problemas de filtraciones de agua. Prepárate 
              para un día redondo en el Pontón de la Oliva, rodeado de valles 
              y vegetación siguiendo el curso del río Lozoya. ¿Acaso vas a perder 
              la oportunidad de conocer la primera presa de Madrid?  
            El Pontón de la Oliva es una presa en desuso ubicada 
              en la Sierra de Ayllón, al noreste de la Comunidad de Madrid y al 
              noroeste de la provincia de Guadalajara. La mandó construir la Reina 
              Isabel II a mediados del siglo XIX para abastecer de agua a la ciudad 
              de Madrid. Se encuentra en el curso del río Lozoya y puede presumir 
              de ser la primera presa de Madrid. En la construcción de la presa 
              del Pontón de la Oliva participaron más de 1.500 presos de las guerras 
              carlistas. Las condiciones de trabajo eran durísimas, con una epidemia 
              de cólera incluida. El canal del Lozoya o Canal de Isabel II se 
              inauguró por fin en 1858 y fue pionero en bajar el agua embalsada 
              del Pontón de la Oliva a la villa. Ahora la figura de los aguadores 
              nos parece impensable, pero antiguamente era muy común antes de 
              que existieran estas obras de ingeniería. La mala noticia es que 
              el Pontón de la Oliva dio disgustos prácticamente desde el principio. 
              Como se construyó en un terreno calizo, pronto empezaron a aparecer 
              filtraciones que provocaron el abandono de la presa. En ese momento, 
              se construyó con urgencia la presa de Navarejos y, posteriormente, 
              la del Embalse de El Villar, inaugurada en 1882. 
              
            La presa del Pontón de la Oliva mide 72 metros de 
              ancho y 27 metros de altura y es una pena que no llegara a tener 
              la utilidad que se esperaba. Actualmente es Patrimonio Histórico 
              de la Sierra de Ayllón y el paraíso de los escaladores. 
              
            La opción más cómoda para llegar al Pontón de la Oliva 
              desde Madrid es en coche. Tienes que tomar la A-1 hasta la salida 
              50. Sigue por la N-320 hasta Torrelaguna y después toma la M-102, 
              que pasa por Patones de Abajo. Desde allí, el último tramo se hace 
              por la carretera de El Atazar (M-134), que te llevará a tu destino. 
              El trayecto para llegar al Pontón de la Oliva en coche desde Madrid 
              dura 1 hora. La otra alternativa para ir al Pontón de la Oliva es 
              en autobús. Tienes que tomar la línea 197 de la compañía ALSA. Sale 
              desde Plaza de Castilla y te deja en Torrelaguna. Desde allí tendrás 
              que tomar un segundo autobús, el 193 dirección El Atazar. Bájate 
              en el Pontón de la Oliva y camina 750 metros hasta la presa (8 min). 
              Este recorrido dura 1 h 50 min y es la ruta más rápida en transporte 
              público para llegar al Pontón de la Oliva desde Madrid. 
              
            La Fregeneda se encuentra dentro del término del Parque 
              Natural de las Arribes y Vega Terrón limite con la frontera portuguesa. 
              Un lugar con una magia especias, llena de historias donde te encontraras 
              contigo mismo. Parte desde la antigua estación de ferrocarril de 
              la Fregeneda (Estación de Valdenoguera) hasta el muelle fluvial 
              de Vega Terrón pasando 20 túneles y 7 puentes de entidad y otros 
              4 mas pequeñitos , la longitud es de 17 km en llano y descendiendo. 
              Esta ruta se encuentra rehabilitada, después de un reacondicionamiento 
              de la misma, para que su uso se pueda desarrollar con seguridad. 
              Abriéndose al publico el mes de abril del 2021. 
              
            Al oeste de la provincia de Salamanca y a unos 60km 
              de Ciudad Rodrigo, próxima a la confluencia de los ríos Duero y 
              Águeda se encuentra La Fregeneda, sobre unos parajes de excepcional 
              belleza y riqueza en fauna y flora, enclavados en el Parque Natural 
              de Arribes del Duero. Unos dos kilómetros y medio antes de llegar 
              a La Fregeneda sale de la carretera comarcal 517 un camino, practicable 
              por automóviles y bicicleta en el que han realizado un buen trabajo 
              para su acondicionamiento, este camino conduce a la vieja estación 
              de ferrocarril. Es la Estación de Valdanoguera, donde aún pueden 
              verse los edificios de finales del siglo XIX, ahora restaurados. 
              
            El indudable atractivo que tiene el Camino de Hierro, 
              impulsado por la Diputación provincial de Salamanca sobre el último 
              tramo de la histórica vía férrea de La Fregeneda-Barca d’Alva, provocó 
              que a falta de cuatro días para que se abriese oficialmente al público 
              se agotaran las primeras reservas. 
              
            Salpicado de nada menos que 20 túneles y 10 puentes 
              que le dan al sendero el toque especial.  
              
            ¿Nos vamos a Alemania? 
            Un país caracterizado por tener paisajes que parecen 
              sacados de una cuento de hadas. En el sur de su territorio, en la 
              región de la Alta Baviera, se encuentra uno de ellos: Partnach Gorge, 
              un estrecho desfiladero fluvial en la ciudad de Garmisch-Partenkirchen. 
              El espectacular monumento natural, definido por enormes paredes 
              rocosas y aguas de intenso azul, cautiva aproximadamente a más de 
              200.000 visitantes cada año que deciden hacer un recorrido alrededor 
              de su cauce principal.  
            Caminar por Partnach Gorge es como adentrarse en un 
              mundo de fantasía. Un sendero atraviesa las corrientes naturales 
              del río Partnach, de aproximadamente unos 702 metros de longitud. 
              Es un camino mayormente llano de fácil recorrido para todas las 
              edades. Debido a que no es posible llegar a la entrada del desfiladero 
              en coche ni autobús, la ruta empieza en el Estadio Olímpico de Garmish 
              (Olympia-Skistadion). La ruta más común es la que se hace alrededor 
              del sendero del Partnach, que para hacerla completa en ida y vuelta 
              puede tomarte aproximadamente 1 hora y 20 minutos. Sin embargo, 
              se recomienda extender la caminata hasta Berggasthof Eckbauer y 
              Wamberg. De esta manera, el encantador circuito tendría una extensión 
              de 12 kilómetros que se pueden recorren en 4 horas.  
              
            El desfiladero se encuentra abierto todo el año con 
              un horario que varía dependiendo la época: de junio a septiembre 
              entre las 8:00 y 20:00 horas, y desde octubre hasta mayo entre las 
              8:00 y 18:00 horas. Se permite la última entrada hasta 30 minutos 
              antes del cierre. Por razones de seguridad, el desfiladero no admite 
              ningún tipo de visitas fuera del horario de apertura. Para visitarlo, 
              es necesario adquirir previamente unos tickets que van desde los 
              5 hasta los 10 euros por persona. 
              
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