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            Los antecedentes históricos son cruciales para comprender un conflicto 
              bélico, si bien una invasión resulta pocas veces justificable. Ucrania, 
              un país oprimido durante el período soviético donde las identidades 
              nacionales fueron suprimidas en favor de la cultura rusa, es un 
              territorio diverso donde conviven distintas lenguas y etnias. Tras 
              la caída de la Unión Soviética empiezan a brotar las identidades 
              de judíos, polacos y, por supuesto, ucranianos. La independencia 
              de Ucrania en 1991 no ahuyenta el sentimiento de pertenencia de 
              los rusos que, durante los años de la URSS, pasaron largas temporadas 
              en territorio ucraniano. En el país, desde entonces, se despertaron 
              los anhelos de incorporarse a la Unión Europea, un movimiento que 
              Rusia siempre miró con recelo. El Kremlin, aprovechando la inestabilidad 
              política y la corrupción en las instituciones ucranianas, ha justificado 
              su paulatina intromisión en la zona durante los últimos años. 
            Por otro lado, la Revolución Naranja de 2004 y la del Euromaidán 
              diez años después reforzaron la identidad ucraniana. Mientras que 
              en la primera cristalizaron las protestas contra un presunto amaño 
              en las elecciones presidenciales del mismo año, la de 2014 sirvió 
              para derrocar al prorruso Viktor Yanukovich por suspender el acuerdo 
              de asociación con Europa para ingresar en la Unión Europea. 
            Sin embargo, el episodio ineludible para comprender la contienda 
              actual es la guerra del Donbás en 2014, que se desencadena tras 
              la anexión de Crimea por parte de Rusia con un referéndum anticonstitucional. 
              La ciudad, situada al este del país, se convierte en escenario de 
              un encarnizado enfrentamiento civil entre separatistas rusos, apoyados 
              por el gobierno de Vladímir Putin, y nacionalistas ucranianos. Desde 
              entonces Rusia no dejó de sospechar de la alianza entre Ucrania, 
              ahora liderada por Volodímir Zelenski, y las fuerzas europeas, hasta 
              que lanzó el primer ataque para la invasión el 24 de febrero de 
              2022. Estos libros desentrañan la historia y la realidad actual 
              de un país que ha conmocionado al mundo este año, motivando la solidaridad 
              de toda Europa, que —al menos desde una óptica propagandística— 
              se ha alineado a su favor. 
              
            A estas alturas del conflicto Putin culmina la militarización de 
              la sociedad: “Por el presidente, por el ejército, por Rusia” Los 
              lemas y carteles bélicos impregnan toda la vida mientras las autoridades 
              preparan nuevas medidas para castigar a los ‘traidores’: aquellos 
              que dejaron el país o no desean una victoria en la guerra. 
              
            La autora ucraniana Zanna Sloniowska (Lviv, 1978) vive en Polonia 
              y escribe en polaco, pero ambienta su novela, recuperada por Alianza 
              para la “ocasión”, en las últimas cuatro décadas de su ciudad natal, 
              la del título. Una vidriera en Leópolis es una radiografía de la 
              compleja sociedad ucraniana, heredera de nacionalidades austriacas, 
              soviéticas, alemanas, polacas, judías… 
            Sloniowska cuenta la historia de unas mujeres —bisabuela, abuela, 
              madre e hija— que representan a cuatro generaciones. El funeral 
              de la soprano Marianna, madre de la narradora, es el impulso de 
              la historia, pues termina convertido en una manifestación política 
              espontánea. Desde entonces, florecen a lo largo de las páginas símbolos 
              como la bandera, la importancia de la ópera en Ucrania o el rol 
              de la mujer en las revoluciones. 
              
            El poeta Serhiy Zhadan vive en Járkov, la parte más oriental de 
              Ucrania, a muy pocos kilómetros de Rusia, y se negó a abandonar 
              la ciudad para ayudar al ejército, después de que las tropas de 
              Putin entraran a las pocas semanas. Las generaciones más jóvenes 
              conocen sus poemas de memoria. Además, habla inglés y alemán, así 
              que se dedica a visitar otros países y explica lo que está pasando. 
              En octubre estuvo en la Feria de Fráncfort recogiendo el Premio 
              de la Paz de los libreros alemanes e impartió una charla sobre la 
              información en Ucrania. 
            La novela Orfanato está dedicada a la Guerra del Donbás, en 2014. 
              Es la historia de Pasha, un maestro de 35 años, y la búsqueda de 
              su sobrino, que se encuentra atrapado en un orfanato al otro lado 
              del frente de batalla. Las subtramas albergan las negociaciones 
              en el campo de batalla, escenario de conflictos morales donde el 
              sufrimiento nunca se doblega a la dignidad. Algunos críticos la 
              han comparado con La carretera, de Cormac Mc Carthy. 
              
            “Este libro no pertenece” a la “catarata urgente de novedades” 
              que desató la invasión rusa, tal y como honestamente anuncia la 
              editorial Libros del K. O. en la contraportada. Borja Lasheras recoge 
              en este ensayo sus impresiones de estancia en Ucrania tras la revolución 
              del Euromaidán. De alguna forma, es el retrato de un país que pudo 
              ser y no fue porque las tropas amputaron su futuro. El testimonio 
              de artistas e intelectuales se mezcla con las aspiraciones de la 
              gente de la calle, que sobrevive en un entorno multiétnico marcado 
              por su pasado soviético, la sombra demasiado alargada de Rusia y 
              la importancia de la situación estratégica de Ucrania en el mapa 
              europeo. 
              
            Hasta cuatro millones de muertos en Ucrania es el saldo que dejó 
              la ocupación soviética en el país. Encarada como una crónica que 
              se lee igual que una novela, La guardiana de recuerdos de Kyiv recupera 
              un vergonzoso episodio que comenzó en 1929. El gobierno de Stalin 
              ocupa el país con la política de la colectivización agrícola como 
              carta de presentación. El Holodomor, además de dejar la estela de 
              una terrible hambruna, es la historia de una represión sin precedentes. 
              El diario que una viuda encuentra de su abuela funciona como vector 
              dramático de esta narración arrasadora. Sin duda, se trata de un 
              episodio que ofrece claves sobre el actual conflicto. 
              
            Este diario sí está pegado a la realidad más inmediata. Andréi 
              Kurkov, uno de los novelistas más prestigiosos de Ucrania, testimonia 
              lo vivido durante la invasión de las tropas rusas. Enemigo declarado 
              de Putin, elabora una crónica feroz acerca de las fatigas que sus 
              compatriotas están sufriendo por culpa de la decisión del presidente 
              de Rusia. Entre tanto, la narración se aproxima al impacto emocional. 
              Kurkov nos habla en Diario de una invasión de la solidaridad de 
              los ucranianos en el frente de guerra, al tiempo que rebusca en 
              la historia de la nación para tratar de explicar la sociedad del 
              presente. 
              
            Con un planteamiento similar a La guardiana de recuerdos de Kyiv, 
              Victoria Belim rescata en esta novela el misterio que se cierne 
              en torno a su tío bisabuelo Nikodim. El episodio pertenece a la 
              década de 1930, por lo que podemos imaginar que la URSS tendrá una 
              importancia significativa en su desaparición. Con los resortes del 
              thriller, la autora logra armar un relato que se adscribe, también, 
              a la novela histórica. 
            Además, Vika, la protagonista, investiga sobre el suceso en 2014, 
              cuando Ucrania libra una batalla civil en Donbás, territorio de 
              rusoparlantes y nacionalistas ucranianos. La narración está cuajada 
              de detalles ambientales y describe minuciosamente sabores y olores, 
              por lo que la sensación de estar viviendo la historia se acrecienta 
              conforme avanza la lectura. 
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            Aleksandr Pushkin, poeta y dramaturgo ruso, crea la 
              lengua literaria rusa. La ONU, en 2010, estableció su natalicio 
              como el día de la lengua rusa. Anna Petrovna Búnina fue una 
              poetisa rusa, conocida por ser la primera escritora rusa que vivió 
              exclusivamente de su obra literaria. Es pariente del ganador del 
              premio Nobel Iván Bunin. Nikolái Vasílievich Gógol cultivó varios 
              géneros, pero fue notablemente conocido como dramaturgo, novelista 
              y escritor de cuentos cortos. Sufrió una crisis espiritual 
              que lo llevó a abandonar la escritura por un tiempo. Fiódor 
              Dostoyevski fue arrestado y condenado a muerte por su participación 
              en un círculo literario. Un momento antes de la ejecución 
              decidieron enviarlo a Siberia a realizar trabajos forzados.  
            Nadezhda Dúrova sirvió en el ejército como mujer disfrazada 
              de hombre. Es conocida por sus memorias, "La doncella de caballería", 
              que son un documento histórico importante. Antón Pávlovich Chéjov 
              fue un cuentista, dramaturgo y médico ruso. Encuadrado en las corrientes 
              literarias del realismo y el naturalismo, fue un maestro del relato 
              corto, y es considerado uno de los más importantes autores del género 
              en la historia de la literatura. De el es la frase "La medicina 
              es mi esposa legal, la literatura solo mi amante". Lev Nikoláievich 
              Tolstói, conocido en español como León Tolstói, fue un escritor 
              ruso. Es considerado uno de los escritores más importantes de la 
              literatura mundial. Sus dos obras más famosas, Guerra y paz y Ana 
              Karénina, están consideradas como la cúspide del realismo ruso, 
              junto a obras de Fiódor Dostoyevski. Soñaba con un mundo 
              mejor. La frase "No hagas el mal y no existirá" es una síntesis 
              del pensamiento de León Tolstói sobre la no violencia y la no resistencia 
              al mal. Esta idea, que se encuentra en sus obras y reflexiones, 
              defiende que la mejor manera de combatir el mal no es con más mal, 
              sino con bondad y evitando la propia participación en acciones negativas. 
             
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            Esta sátira de la Revolución rusa y el triunfo del 
              estalinismo, escrita en 1945, se ha convertido por derechos propio 
              en un hito de la cultura contemporánea y en uno de los libros más 
              mordaces de todos los tiempos. 
              
            Una prodigiosa historia real, un relato bellísimo 
              de supervivencia y una indagación en el alma humana, referida con 
              una gracia y una pasión excepcionales: es decir, una pieza literaria 
              de primer orden, a la altura de obras cumbre sobre el gulag, como 
              las de Aleksandr Solzhenitsyn, Eugenia Ginzburg o Varlam Shalámov. 
              
            Evgenia Ginzburg, profesora de Historia y Literatura 
              en la Universidad de Kazán, madre de dos hijos y esposa de Pavel 
              Aksonov, miembro del Comité Central Ejecutivo de la URSS, se negaba 
              a creer, en febrero de 1937, lo que ya era evidente. Dos años antes, 
              el asesinato de Kírov había marcado el inicio de las inquietudes, 
              de las sospechas y de los interrogantes. En una palabra, de lo que 
              iban a ser las grandes purgas en el seno del partido bolchevique. 
              Evgenia necesitó un tiempo para entender hasta dónde estaban dispuestos 
              a llevar esa locura los dirigentes del aparato ideológico. Pero 
              la realidad se impuso: en agosto de ese mismo año, tras varios meses 
              de encarcelamiento e interrogatorios extenuantes y crueles, le fue 
              comunicada su condena: diez años de trabajos forzados. Su primer 
              destino fue una diminuta celda donde pasaría dos años. A partir 
              de entonces, y hasta el cumplimiento total de su condena, Evgenia 
              relata una odisea de hambre, frío, enfermedad. No pudo regresar 
              a Moscú hasta 1955, dos años después de la muerte de Stalin. Evgenia 
              Ginzburg murió en 1977 sin llegar a ver publicadas sus memorias, 
              Duro viaje, en Rusia, donde siempre circularon de forma clandestina. 
            Tras la muerte de Stalin en 1953 y habiendo realizado 
              recursos a varias autoridades para que su caso fuera reconsiderado, 
              fue puesta en libertad el 25 de junio de 1955 y se le permitió volver 
              a Moscú. Tras su regreso a Moscú trabajó como periodista y continuó 
              redactando sus memorias llamadas "Krutói marshrut" (Duro viaje), 
              obra publicada en castellano bajo el título de El vértigo. Falleció 
              en Moscú a la edad de 72 años. 
              
            En 1972 Varlam Shalámov se retractó de sus Relatos, 
              sin duda por presiones del régimen soviético. A causa de su deteriorada 
              salud, pasó los tres últimos años de su vida en una residencia para 
              escritores ancianos e incapacitados en la ciudad de Túshino. Falleció 
              el 17 de enero de 1982 y fue sepultado en el Cementerio Kúntsevo 
              de Moscú. Su obra se publicó finalmente en la Unión Soviética en 
              1987, durante la época de apertura de Mijaíl Gorbachov. Actualmente, 
              su obra es estudiada en los centros de educación secundaria de la 
              Federación de Rusia. Los Relatos de Kolymá, en seis volúmenes, se 
              publicaron en español en 2013. El tomo VI de la edición española 
              contiene sus ensayos. Desde 1954 hasta 1973 trabajó en su libro 
              de relatos cortos sobre la vida en el campo de trabajo, los Relatos 
              de Kolymá. Fue rehabilitado en 1956 y se le permitió regresar a 
              Moscú. En 1957 empezó a trabajar como corresponsal del diario Moskvá, 
              y comenzó a publicar sus poemas. Su salud, sin embargo, había quedado 
              afectada por su prolongada estancia en los campos y recibió una 
              pensión de invalidez. 
            Los Relatos de Kolymá han tenido varias adaptaciones 
              televisivas. En 1988 Tom Roberts dirigió para la televisión The 
              Death Train, basándose en relatos y testimonios de escritores conocedores 
              del gulag y las purgas políticas, como el polaco Gustaw Herling-Grudzinski 
              o el ruso Vasili Grossman. En 2007 se estrenó la miniserie televisiva 
              Zaveschániye Lénina (El testamento de Lenin). Dirigida por Nikolái 
              Dóstal, se inspira de nuevo en los Relatos de Kolymá. El actor Vladímir 
              Kapustin interpreta el personaje del escritor, Varlam Shalámov. 
              Además de su gran obra, los Relatos de Kolymá, Shalámov escribió 
              una serie de ensayos autobiográficos sobre su juventud en Vólogda, 
              en la gran tradición rusa del siglo XIX. 
              
            Dimitri Panine sirvió como modelo a Aleksandr Solzhenitsyn 
              para el personaje de Solohdine, uno de los héroes de su libro «El 
              primer Círculo». Detenido en 1940 por hacer declaraciones en contra 
              de Stalin, este ruso pasó quince años en los campos de trabajo soviéticos. 
              Quince largos años en los que su férrea voluntad le permitió sobrevivir 
              en el campo de Viatka al terrible invierno de 1940-41, en el que 
              murieron más de siete millones de prisioneros del régimen 
              soviético. 
            Compañero de gulag de Alexandre Solyenitsin, fue uno 
              de los primeros disidentes soviéticos que emigró a Occidente tras 
              la autorización que le concedieron las autoridades de Moscú en 1972, 
              fecha en que fijó su domicilio en la capital francesa.Ingeniero 
              físico, especialista en mecánica cuántica, fue víctima de las purgas 
              de Stalin y permaneció 16 años en el gulag, hasta que en 1956 fue 
              rehabilitado por Nikita Jruschov.  
            En una oscura tarde del invierno de 1949, un funcionario 
              del Ministerio de Relaciones Exteriores de la URSS llama a la embajada 
              norteamericana para revelarles un peligroso y aparentemente descabellado 
              proyecto atómico que afecta al corazón mismo de Estados Unidos. 
              Pero la voz del funcionario quedaba grabada por los servicios secretos 
              del Ministerio de Seguridad, cuyos largos tentáculos alcanzan tambien 
              la Prisión Especial nº 1, donde cumplen condena los científicos 
              rusos más brillantes, víctimas de las siniestras purgas estalinistas, 
              y donde son obligados a investigar para sus propios verdugos. A 
              esa prisión "de lujo", que es en realidad el primer círculo del 
              Infierno dantesco, donde la lucha por la supervivencia alterna con 
              la delación y las trampas ideológicas, le llega la misión de acelerar 
              el perfeccionamiento de nuevas tecnicas de espionaje con el fin 
              de identificar lo antes posible la misteriosa voz del traidor. Al 
              lector no le queda sino seguir al autor, el alma en vilo, hasta 
              un final imprevisible. 
              
            En 1974 Forsyth escribió The Dogs of War (Los perros 
              de la guerra), en la cual un ejecutivo de la minería contrata a 
              un grupo de mercenarios para derrocar el Gobierno de un país de 
              África para así poder instalar un gobierno títere, que le permitiera 
              un acceso fácil a una importante riqueza mineral. Posteriormente 
              siguió The Devil's Alternative (La alternativa del diablo) en 1979, 
              escenificada en Rusia en un todavía futuro año 1982. En este libro, 
              la Unión Soviética encara una desastrosa cosecha de grano y una 
              insurrección de la guerrilla ucraniana. Al final, un barco noruego 
              hecho en Japón, un avión ruso secuestrado en Berlín Occidental e 
              innumerables gobiernos se encuentran involucrados. 
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            Ross McDonnell es un cineasta y fotógrafo nacido en 
              Dublín, Irlanda. La temprana experiencia de viajes de Ross y su 
              amor por el cine despertaron una fascinación por la creación de 
              imágenes y la narración de historias. Su trabajo refleja su interés 
              en la naturaleza abierta de la no ficción y las tensiones, inherentes 
              al proceso fotográfico, entre la fugacidad y la permanencia. El 
              primer largometraje de Ross, Colony, se estrenó en el Festival Internacional 
              de Cine de Toronto y ganó el premio IDFA a la ópera prima, así como 
              una nominación al premio de cine y televisión irlandeses.  
              
            Desde entonces, Ross ha seguido trabajando como creador 
              de imágenes moviéndose entre disciplinas como director, director 
              de fotografía y productor. En 2021 ganó un premio Emmy por su fotografía 
              en la serie de Showtime The Trade. En 2019 fue preseleccionado para 
              el premio de fotografía más importante del mundo, Prix Pictet, en 
              su ciclo 'Hope'. La obra se inauguró con una exposición inaugural 
              en el Victoria & Albert Museum de Londres. Una gira de exhibición 
              global continúa hasta 2021. En 2018 fue nominado al Emmy por su 
              dirección del largometraje documental 'Elián' producido por CNN 
              Films, BBC y Jigsaw Productions. Su primera monografía, 'Joyrider', 
              se publicó en octubre de 2021. 
              
            Fuego y hielo en Kiev: Ross McDonnell en la primera 
              línea de Ucrania. 
              
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            El periodista e historiador Francisco Veiga bucea en las posibles 
              causas de la guerra de Ucrania desde el ocaso de la URSS, que se 
              concentra desde 1986 hasta 1991. Ucrania 22, cuyo título remite 
              a la novela Trampa-22, de Joseph Heller, es un ensayo riguroso. 
              A pesar de la corta distancia que mantiene con los hechos, la sustancia 
              se remonta al pasado reciente, supuesto catalizador del conflicto 
              actual. La crisis energética, que haya correspondencia en el emplazamiento 
              de Ucrania y su cercanía con Rusia, principal exportador de gas 
              a Europa, se suma a los efectos derivados de la pandemia de 2020. 
              Veiga, además, involucra en el texto a la Unión Europea, Estados 
              Unidos y, por supuesto, la OTAN, agentes con un impacto decisivo 
              en la guerra que se libra en la actualidad. 
              
            Si hay un libro que conceda una importancia capital al emplazamiento 
              de Ucrania como principal causa del conflicto bélico actual, ese 
              es Las puertas de Europa. Frontera entre Occidente y Oriente, el 
              enclave no puede ser más preciado. Serhii Plokhy rescata los pormenores 
              de la historia ucraniana con el objeto de presentar al lector una 
              realidad descodificada. El historiador revela en este minucioso 
              ensayo la importancia de la situación geográfica, pero también se 
              sumerge en las raíces. Desde los imperios romano y otomano, que 
              ocuparon el territorio hace tantos siglos, hasta el impacto del 
              Tercer Reich y la Unión Soviética, que resultó determinante en la 
              reconfiguración de la sociedad ucraniana. 
              
            El libro del presidente. Los interesados en la invasión rusa de 
              Ucrania tienen la oportunidad de conocer el testimonio del presidente 
              del país en primera persona. Un mensaje desde Ucrania cuenta con 
              una reflexión de Zelenski al inicio y se completa con los textos 
              del propio autor, que componen una encendida defensa del país agredido. 
              Desde la llamada a las armas a sus compatriotas hasta los discursos 
              de guerra, Zelenski asume la responsabilidad de liderar un territorio 
              que cuenta con el apoyo de todo Occidente. Las retribuciones que 
              el presidente percibe de este libro están destinadas a la iniciativa 
              United24, cuyo objetivo es recolectar donaciones en apoyo a Ucrania. 
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            En 1964, Marlene Dietrich hizo una gira con su espectaculo 
              musical por la Unión Soviética. Las entradas para todos los conciertos 
              se agotaron por adelantado. En ese momento, Dietrich tenía casi 
              63 años, pero seguía siendo un símbolo de feminidad y sexualidad. 
              En el aeropuerto de Moscú fue recibida por un ejército de periodistas. 
              Entre otras cosas, se le preguntó a Dietrich qué queria ver en la 
              capital, ¿Probablemente la Plaza Roja, el Kremlin y el mausoleo? 
              La respuesta de Marlene sorprendió a todos. "Una vez leí la historia 
              "Telegram" del escritor ruso Paustovsky. Me impresionó tanto que 
              no he podido nunca olvidar ni la historia ni el nombre del escritor, 
              del que nunca había oído hablar antes. No he podido encontrar otros 
              libros de este increíble escritor" Y preguntó por él, Paustovsky 
              era conocido por todos los escolares de la Unión Soviética. Sus 
              cuentos formaban parte del programa escolar obligatorio. También 
              fue leído en el extranjero. No se puede decir que fuera tan popular 
              como Tolstói o Dostoievski, pero sus obras se vendían en librerías 
              de Europa y en los EE UU, donde Marlene Dietrich se encontró con 
              uno de esos ejemplares. La actriz encontró alli "Telegram", un relato 
              corto que trata sobre una niña que se mudó a una gran ciudad desde 
              un pueblo remoto, se olvidó de su amada madre y no tuvo tiempo de 
              despedirse de ella cuando murió. La conmovedora historia se hundió 
              en el alma de Marlene, y Paustovsky, (nominado 4 veces al premio 
              Nobel) se convirtió inmediatamente en su escritor favorito. En ese 
              momento, Paustovsky tenía 72 años. Tuvo varios infartos, sufría 
              de asma y acababa de salir del hospital.  
              
            Sin embargo, asistió al concierto de Dietrich en la 
              Casa de Escritores de Moscú, acompañado de su mujer y un médico. 
              Antes de su concierto, su traductor le dijo a la cantante que Paustovski 
              estaba entre el público. “Es imposible”, exclamó Marlene, incapaz 
              de creerlo. Después del concierto, se le pidió al escritor que subiera 
              al escenario. La reacción de Dietrich ante la aparición de su ídolo 
              fue asombrosa. La estrella mundial, amiga de Remarque y Hemingway, 
              la estrella de Hollywood, se arrodilló y le besó la mano. "Estaba 
              tan conmocionada por su presencia que, al no poder pronunciar ni 
              una sola palabra en ruso, no encontré otra forma de mostrar mi admiración 
              que arrodillarme ante él", recordó Dietrich. No fue tan fácil para 
              ella. La propia Marlene tenía 63 años. Se arrodilló con su vestido 
              ajustado, los hilos comenzaron a reventarse y las piedras cayeron 
              sobre el escenario. Y ella besó su mano, y luego presionó su rostro, 
              lleno de lágrimas absolutamente no cinematográficas sin poder incorporarse. 
              El médico subió corriendo al escenario y alertó a Paustovski, que 
              iba a ayudarla: “¡Ni se te ocurra levantarla!” No podia permitirse 
              ese esfuerzo. Ambos adoraban la creación el uno del otro... Paustovsky 
              no esperaba que Marlene estuviera arrodillada frente a él... Ni 
              siquiera prestó atención, que mientras se arrodillaba, algunas cuentas 
              de su vestido cayeran y se dispersaran por el escenario... Ella 
              soñaba con reunirse con él y Paustovsky estaba muy confundido... 
              
            El salón estaba en silencio. Paustovsky se quedó sin 
              palabras. Cuando por fin la ayudaron a ponerse en pie, el escritor 
              recobró el sentido, se inclinó y besó la mano de la estrella, la 
              incomodidad del momento desapareció. y el público aplaudió de pie. 
              Pasaron varias horas hablando y cuando Paustovsky estaba sentado 
              en una silla y en un salón, golpeando sus manos, en silencio, Marlene 
              Dietrich le explicó en voz baja que consideraba el evento literario 
              más grande de su vida la historia de "Telegrama", que accidentalmente 
              leyó traducida en una colección alemana. “Desde entonces he sentido 
              el deber de besar la mano del escritor que lo escribió. Y aquí, 
              ¡se hizo realidad! Estoy feliz de haberlo logrado. ¡Gracias!" Tras 
              la partida de Dietrich, ella se mantuvo en contacto con el autor 
              soviético que falleció cuatro años después de su encuentro.  
              
            La verdad es que la oficina de policía aprovechó la 
              oportunidad de que Marlene preguntó por el escritor en el aeropuerto 
              para arrancar a Paustovsy de su cama de hospital para mostrar el 
              poder que tenía el régimen. Solo muchos años después Marlene supo 
              lo mal que él estaba realmente. Si ella hubiera sabido de antemano 
              lo enfermo que estaba, con toda seguridad ella habría sido la que 
              habría corrido a su cama del hospital, y sin cámaras, porque era 
              una cuestión de corazón. 
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            Escrita con suma elegancia y cálido sentido del humor, esta novela 
              excepcional nos habla de nuestra inagotable capacidad para hacer 
              frente a los infortunios de la existencia. Condenado a muerte por 
              los bolcheviques en 1922, el conde Aleksandr Ilich Rostov elude 
              su trágico final por un inusitado giro del destino. Gracias a un 
              poema subversivo escrito diez años antes, el comité revolucionario 
              conmuta la pena máxima por un arresto domiciliario inaudito: el 
              aristócrata deberá pasar el resto de sus días en el hotel Metropol, 
              microcosmos de la sociedad rusa y conspicuo exponente del lujo y 
              la decadencia que el nuevo régimen se ha propuesto erradicar. En 
              esta curiosa historia se basa la segunda novela de Amor Towles, 
              que después de recibir innumerables elogios por Normas de cortesía, 
              su ópera prima, se consolida como uno de los escritores norteamericanos 
              más interesantes del momento. Erudito, refinado y caballeroso, Rostov 
              es un cliente asiduo del legendario Metropol, situado a poca distancia 
              del Kremlin y el Bolshói. Sin profesión conocida pese a estar ya 
              en la treintena, se ha dedicado con auténtica pasión a los placeres 
              de la lectura y de la buena mesa.  
            Ahora, en esta nueva y forzada tesitura, irá construyendo una apariencia 
              de normalidad a través de los lazos afectivos con algunos de los 
              variopintos personajes del hotel, lo que le permitirá descubrir 
              los jugosos secretos que guardan sus aposentos. Así, a lo largo 
              de más de tres décadas, el conde verá pasar la vida confinado tras 
              los inmensos ventanales del Metropol mientras en el exterior se 
              desarrolla uno de los períodos más turbulentos del país. Además 
              de mantenerse durante casi cincuenta semanas en las principales 
              listas de éxitos de Estados Unidos y de superar el millón de ejemplares 
              vendidos, Un caballero en Moscú ha obtenido numerosos premios, entre 
              los que destacan el del Libro del Año según The Times y The Sunday 
              Times. 
            Nota de prensa, Abril 2024: 
            Quizás no estemos acostumbrados a verle con semejante bigote y 
              sin barba, pero cualquiera que haya visto Trainspotting (1996), 
              Mouling Rouge! (2001), Lo imposible (2012) o alguno de los episodios 
              de la precuela de Star Wars, reconocería la cara de Ewan McGregor 
              caracterizado de cualquier forma.  
              
            En esta ocasión, el actor escocés se pasa a la pequeña pantalla 
              para interpretar a un aristócrata ruso en la nueva miniserie de 
              SkyShowtime, donde estará desterrado a vivir en un hotel. Un servicio 
              de streaming que reúne a los mejores estudios del mundo, desde Universal 
              Pictures, Dreamworks, Sky Studios o Peacock hasta Nickelodeon, SHOWTIME®, 
              Paramount+ o Paramount Pictures. 
              
              
            Tras combatir en condiciones extremas y padecer un ingente número 
              de bajas, los voluntarios de la División Azul cautivos iniciaron 
              un calvario de más de una década por numerosas prisiones y campos 
              de trabajo de la Unión Soviética de Stalin. Durante ese tiempo, 
              trasladados a pie o hacinados en trenes, sufrieron todo tipo de 
              penalidades: hambre y frío, humillaciones y abusos, enfermedades 
              y muerte. Al final, doscientos diecinueve divisionarios lograron 
              regresar a España, exhaustos pero felices de haber sobrevivido a 
              tan durísima experiencia. El capitán Gerardo Oroquieta fue uno de 
              los de mayor rango y ejerció entre sus hombres una benéfica influencia 
              tanto por sus galones como por su admirable actitud ante las dificultades. 
              De Leningrado a Odesa no solo nos permite vislumbrar uno de los 
              regímenes más herméticos del siglo xx,sino descubrir el día a día 
              de los españoles que, junto con los supervivientes de los campos 
              nazis, experimentaron las vivencias más extremas de los últimos 
              cien años. Esta edición recupera los extraordinarios dibujos y la 
              cartografía de la versión original, publicada en 1958 y galardonada 
              con el Premio Nacional de Literatura. 
            
              
            La invasión rusa de Ucrania, en la madrugada del 24 de febrero 
              de 2022, trajo al mundo el inquietante recuerdo del estallido de 
              la Primera Guerra Mundial de 1914. Al igual que cien años antes, 
              el peligro inminente de una conflagración había estado a la vista 
              de todos. En la ciudad polaca de Przemysl, situada justo al otro 
              lado de la frontera ucraniana, los ecos de 1914 resonaron con una 
              fuerza ensordecedora. Al comienzo de la Gran Guerra, cuando el ejército 
              del zar Nicolás II marchó hacia el oeste y parecía a punto de invadir 
              la Europa central, fue a Przemysl, una vetusta ciudad-fortaleza 
              del Imperio austrohúngaro, adonde escaparon oleadas de refugiados 
              en busca de un lugar seguro. Y fue Przemysl, ciudad multiétnica 
              habitada por polacos, ucranianos y judíos, quien desafiaría el sueño 
              zarista de crear una “Gran Rusia” hasta los Cárpatos. Allí se libraría 
              una de las batallas decisivas de la Gran Guerra, un encarnizado 
              y despiadado asedio que frenó en seco la feroz acometida rusa contra 
              las Potencias Centrales que hubiera cambiado el sino de la guerra. 
             
            Una desgarradora historia que, a pesar de su capital relevancia, 
              permanece casi desconocida en Occidente. En La fortaleza. Przemysl, 
              la ciudad que desafió a Rusia en la Primera Guerra Mundial, el multipremiado 
              historiador Alexander Watson recrea de forma magistral un mundo 
              de imperios desaparecidos, ejércitos quebrantados y comunidades 
              amputadas que inexorablemente se precipitaba al abismo, heraldo 
              de la furia nacionalista, extremista y antisemita que desgarraría 
              Europa en las siguientes décadas. Una historia que tristemente reverbera 
              en nuestro tiempo con la más rabiosa actualidad. 
              
            
            La guerra de Ucrania no sólo se está librando en las ciudades y 
              pueblos amenazados por Rusia. Además del frente del Donbás o de 
              Odesa, hay otro campo de batalla en la guerra: las bibliotecas. 
              Se están purgando en todo el país. Están 'desrusificando' su cultura. 
              Borran todo lo que represente a Rusia. Y eso incluye los libros. 
              Los lanzan en una furgoneta para llevarlos a reciclar. Es una iniciativa 
              de los libreros. Ofrecen un descuento del 10% para todo aquel que 
              quiera cambiar su libro ‘ruso’ por otro ‘ucraniano’ y con los ejemplares 
              entregados los envían al reciclaje. Los beneficios los donan al 
              ejército ucraniano. Esta es la iniciativa privada de los libreros 
              dirigida a purgar las librerías particulares.  
              
            Pero la idea de que hay que desprenderse de todo libro que huela 
              a ruso está también alentada por las autoridades ucranianas. Se 
              está practicando también en las bibliotecas públicas. Oleksandra 
              Koval, directora del Instituto del Libro de Ucrania, al inicio de 
              la guerra dio las directrices de qué había que retirar de las estanterías. 
              En primer lugar, los libros de contenido anti-ucraniano. Son aquellos 
              con narrativas imperialistas prorrusas. En segundo lugar, los autores 
              rusos modernos publicados en Rusia después de la caída del mundo 
              soviético y la independencia de Ucrania. Y ahí entra todo tipo de 
              literatura: romántica, negra, infantil, etc. En tercer lugar, los 
              clásicos. Textos como ‘Crimen y castigo’ de Dostoievsky o ‘Eugenio 
              Onegin’ de Pushkin. Según la directora del Instituto del Libro de 
              Ucrania deben sacarse de las bibliotecas públicas y escolares y 
              solo estar disponibles en las bibliotecas universitarias o científicas. 
              Defiende esta medida porque considera a estos libros como inquietantes 
              y dañinos. Raíz del mal y el totalitarismo por extender la idea 
              de Rusia como salvadora del mundo. Se salvan de la quema los textos 
              científicos y técnicos siempre y cuando no haya ningún desliz ideológico. 
            
              
            Los años de Anna Bosch en Moscú y su conocimiento de la política 
              internacional le han permitido comprender los resortes de la sociedad 
              rusa, su psicología, raíces y aspiraciones. Una experiencia personal 
              con la que analizar el germen del Putin actual, de la Rusia que 
              apoya la agresión a Ucrania o de la Rusia a la que pretenden castigar 
              las sanciones occidentales, pero también la Rusia que rechaza la 
              política y la guerra de su presidente y lo maldice, y que, temerosa 
              de la represión, se resigna a no expresarlo públicamente. Anna Bosch, 
              especializada en información internacional, ha sido corresponsal 
              de RTVE en Washington, Londres y Moscú. En sus años moscovitas fue 
              testigo de cómo al comunismo lo sustituyó un capitalismo salvaje, 
              donde se imponía la ley del más fuerte y el mejor conectado con 
              el poder, y de cómo aquel cambio en el sistema político y económico 
              dejó millones de rusos empobrecidos y humillados en lo personal 
              y lo nacional. Sin una aproximación a aquellos años no puede entenderse 
              el éxito que ha tenido en Rusia la política cada vez más autoritaria 
              del presidente Putin. Este libro es un acercamiento a la Rusia del 
              año que recibió a un desconocido Vladímir Putin cuando Borís Yeltsin 
              lo sacó de una chistera, como el mago que saca un conejo, y lo elevó 
              a la cúspide del poder. 
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            Alex Halberstadt (Moscú, 1970) salió de su Unión Soviética natal 
              una década antes de que cayera el telón de acero. Tenía nueve años 
              y otro nombre, Aleksandr Viacheslavovich Chernopisky, que enseguida 
              cambió por ese Halberstadt, herencia de su madre judía. "Mi nombre 
              fue una de las muchas cosas que me había llevado conmigo y a las 
              que intenté renunciar", cuenta en Jóvenes héroes de la Unión Soviética 
              (Impedimenta), unas memorias familiares que son mucho más: un ajuste 
              de cuentas con el padre, el relato de una infancia soviética llena 
              de suculentos detalles, una crónica del Holocausto en Lituania, 
              una historia abreviada de Rusia y una meditación sobre la identidad 
              y la migración y sobre los miedos heredados. 
            Halberstad tiene, digamos, una familia interesante. De padre ruso, 
              su abuelo formó parte de la guardia personal de Stalin, además de 
              estar bajo las órdenes del temible Beria en la policía secreta. 
              El padre, un hombre enamorado de Occidente cuando serlo en Rusia 
              te obligaba a la clandestinidad, se quedó en la URSS cuando él y 
              su madre, una judía lituana a la que su marido hizo tremendamente 
              infeliz, emigraron a EEUU. Sus abuelos maternos, Raísa y Semión, 
              supervivientes del Holocausto, emigraron a Nueva York con más de 
              sesenta años, junto a Halberstadt y su madre. 
            El autor se pregunta al comienzo del libro por los traumas heredados. 
              Es el punto de partida. Cita un estudio con ratones de la universidad 
              de Emory, en Atlanta, donde expusieron a un grupo de roedores a 
              un producto químico que olía a flor de cerezo, para luego administrarles 
              descargas eléctricas. Tiempo después, los ratones torturados asociaban 
              el aroma a cerezo con el dolor por las descargas, y temblaban de 
              miedo al olerlo. 
              
            Lo sorprendente del estudio, no obstante, fue que la siguiente 
              generación, a la que nunca administraron descargas eléctricas, también 
              temblaba con ese mismo aroma. "¿Podría ser que también nosotros 
              tembláramos de miedo ante estímulos que no podíamos identificar 
              ni recordar, estímulos cuyo origen se hallara décadas antes de nuestro 
              nacimiento?", se pregunta Halberstadt. 
            Y para dar respuesta viaja de adulto al lugar donde todo empezó. 
              Va en busca de su anciano abuelo, Vasili, cuyos relatos se ocupa 
              de corroborar o de refutar como puede. Porque, bien mirado, todo 
              en la URSS de Stalin resulta inverosímil. Por ejemplo, el abuelo 
              le narra la primera vez que vio al dictador, el 8 de noviembre de 
              1932. El joven Vasili fue invitado a uno los banquetes que Stalin 
              solía dar para su colaboradores. Lo especial de aquella noche es 
              que al día siguiente la mujer de Stalin apareció muerta en extrañas 
              circunstancias; más o menos entonces, según los historiadores, comenzó 
              el Gran Terror. A su abuelo, recuerda Halberstadt, "le temblaba 
              la voz cuando hablaba de Stalin", con quien solo cruzó algunas palabras, 
              a pesar de trabajar durante años en su círculo, "media docena de 
              veces más o menos". 
            A los Halberstadt, la familia materna, los atropelló la historia 
              europea del XX por otros motivos. El periodista data la llegada 
              a Lituania de su familia cuatrocientos años atrás, a una Lituania 
              que mostraba hacia los judíos una tolerancia fuera de lo común. 
              A los veinticinco años, comenzada la Segunda Guerra Mundial, Semión 
              se enroló en el ejército soviético y durante los cuatro años siguientes 
              no supo qué había sido de su familia. "Lo poco que yo he podido 
              averiguar —dice Halberstadt— proviene de informes y de estadísticas 
              rudimentarias compiladas por los oficiales de las SS que llegaron 
              a Kaunas unos días después de que mi abuelo escapara". Y añade: 
              "Es más de lo que Semión [su abuelo] pudo averiguar en toda su vida". 
              Los asesinaros a todos. Halberstadt, ante la falta de datos sobre 
              su final, se centra en la memoria familiar, trazando una memorable 
              reconstrucción de la vida judía en Lituania antes de su aniquilación. 
              
            Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, más conocido como Iósif Stalin 
              o José Stalin, fue un político, revolucionario y dictador soviético 
              de origen georgiano, secretario general del Comité Central del Partido 
              Comunista de la Unión Soviética entre 1922 y 1952, y presidente 
              del Consejo de Ministros de la Unión Soviética. 
            El escritor también narra el matrimonio de sus padres, cuyo primer 
              encuentro resume bien el clima de la URSS a finales de los sesenta. 
              Su padre se acercó a su madre mientras ella leía un relato de Flannery 
              O’Connor. Le dijo que había oído que tenía copias de poemas de Brodsky. 
            "Gran parte de la mejor ficción y poesía de los últimos años estaba 
              prohibida oficialmente y circulaba en forma de fajos de copias en 
              papel carbón conocidas como samizdat; las alquilaban a veces por 
              periodos tan breves como un día o incluso unas pocas horas", cuenta 
              Halberstadt. Meses después, con su madre ya embarazada, se casaron 
              en un zigurat de hormigón llamado Palacio del Matrimonio, en el 
              bulevar Leningrado. Sus padres hicieron del piso moscovita donde 
              Halberstadt se crio un "altar dedicado a Occidente", con pósteres 
              de Louis Armstrong o Ella Fitzgerald y los cajones a rebosar de 
              poesía clandestina. "Como miles de moscovitas, mi padre era un fartsovshchik, 
              un estraperlista", cuenta Halberstadt. Al principio vendía libros, 
              pero en poco tiempo se convirtió en un conocido proveedor de música 
              de contrabando. Los discos daban más dinero y él ideó un modelo 
              de negocio imbatible: si alguien iba a su casa a por una copia de 
              John Coltrane Live at the Village, le obligaba a llevarse el disco 
              como parte de un lote. Las desapariciones de su padre fueron volviéndose 
              parte del paisaje habitual, sus infidelidades eran cada vez más 
              evidentes y el niño veía a su progenitor con una mezcla de admiración 
              y temor. "Cuando tenía cinco años, veía a mi padre como el antagonista 
              de una novela, un personaje con escasas apariciones pero que desempeñaba 
              un papel dramático fundamental", recuerda Halberstadt. El título 
              de las memorias, Jóvenes héroes de la Unión Soviética, es precisamente 
              el del primer libro que Halberstadt recuerda de la escuela, un compendio 
              de actos patrióticos realizados por niños, que a menudo sufrían 
              por su heroísmo sangrientas y brutales torturas, fusilamientos o 
              ahorcamientos por parte de los enemigos de la URSS. Halberstadt, 
              un niño soviético más, cuando su profesora preguntaba: "Niños, ¿cuál 
              es el país más agresivo del mundo?", levantaba la mano con entusiasmo 
              y respondía: "¡Israel!".  
              
            Poco después del inicio de la Operación Barbarroja, los ejércitos 
              de Alemania y Finlandia sitiaron la ciudad de Leningrado, la actual 
              San Petersburgo. Así empezó un asedio de casi 900 días que se convirtió 
              en el más cruento de la Segunda Guerra Mundial. 
              
            En aquella época empezó a llevar en secreto las primeras manifestaciones 
              de su homosexualidad. Su madre tomó la decisión de emigrar "cuando 
              la carne empezó a desaparecer de los supermercados". Por entonces, 
              el padre de Halberstadt empezó a pasar más tiempo con él. El niño 
              no sabía que se estaba despidiendo. Las normas para los emigrantes 
              estaban claras: solo podían sacar del país un álbum de fotos, ninguna 
              obra de arte ni antigüedades, cinco gramos de oro como máximo y 
              ciento treinta y siete dólares americanos. En el aeropuerto les 
              volcaban las maletas y les cortaban con un cuchillo la suela de 
              los zapatos. Eran traidores a la patria. Halberstadt recuerda las 
              palabras de su madre cuando se despedían de su padre a lo lejos, 
              en el aeropuerto de Moscú: "Mira bien a tu padre, porque nunca volverás 
              a verlo". Pero el libro no termina con la llegada de Halberstadt, 
              su madre y sus abuelos al Nueva York de finales de los setenta, 
              ni con la insospechada aparición de Brodsky (con quien su madre 
              estuvo viéndose durante un tiempo), ni con el despertar de su vocación 
              literaria. El libro termina con un epílogo en Rusia, en un lugar 
              remoto, aislado, en la confluencia entre el Volga y el Ajtuba, donde, 
              muchos años después, enviado por una revista para que redactara 
              un artículo, el escritor adulto se va a pescar con su padre, el 
              mismo al que un día le dijeron que no volvería a ver. Es allí donde 
              Rusia, con su historia, adquiere las hechuras de un trauma y el 
              escritor se pregunta si, como en el caso de los ratones del laboratorio 
              de Emory, no estará el ruso condenado a una "transmisión intergeneracional 
              de miedo, sospecha, dolor, melancolía y rabia". 
              
              
            Algún importante medio suizo-alemán ha llegado a nombrar a la georgiana 
              Nino Haratischwili (Tbilisi, 1983) la sucesora de Tolstói. Otros 
              la han emparentado con Dostoievski. Quizá estos parecidos, más que 
              estilísticos, tengan que ver con su innegable capacidad para narrar 
              con solidez, precisión e intensidad a lo largo de centenares y centenares 
              de páginas. Haratischwili, aunque georgiana de nacimiento, escribe 
              en alemán y está considerada una de las voces más célebres de la 
              nueva narrativa alemana. De hecho, se marchó de su país a los veinte 
              años y ha pasado ya otros veinte en el país germano. 
            La luz perdida, que en su título original tiene el matiz de la 
              falta o la carencia de esa luz (Das mangelnde Licht) nos habla precisamente 
              de un duro pero hermoso “paraíso” que quedó atrás, los años ochenta-noventa 
              del pasado siglo en la Georgia que empezaba a luchar por su independencia 
              del poder soviético, mientras que las cuatro amigas protagonistas 
              (Dina, Ira, Nene y la narradora, Keto) pasaban de la primera adolescencia 
              a la juventud. 
            Haratischwili elige dos planos temporales en esta novela, uno es 
              el mencionado, el otro es el presente, durante una importante muestra 
              de fotografía en Bruselas, en el Palacio de Bellas Artes, donde 
              se reencuentran tres de ellas, puesto que Dina, que llegó a ser 
              una reputada fotógrafa, falleció hace tiempo. Desde ese lugar, y 
              frente a las instantáneas de época que se exhiben en las paredes, 
              en la que ellas mismas aparecen retratadas, se hace memoria de lo 
              que fueron y de lo que han llegado a ser. Keto ha venido desde Alemania 
              –donde es una experta restauradora de antigüedades–, su amiga Ira 
              desde Chicago, donde ejerce como importante abogada en un prestigioso 
              bufete. 
            -keYF--1248x698@abc.jpg)  
            La adolescencia fue un tiempo de carencias, pero también aventurero 
              e intrépido, con anhelos de libertad desde que una noche en tiempos 
              escolares escaparon para colarse por la verja oxidada del jardín 
              botánico y saltar juntas al gran estanque desde una catarata. Una 
              primera liberación, simbólica, tras las que vendrían otras muchas. 
              La exposición fotográfica es un homenaje a Dina organizado por su 
              hermana/albacea Anano. El reencuentro de las amigas deja traslucir 
              desde muy pronto distanciamiento y fracturas, especialmente por 
              un hecho que ocurrió entre Ira y Nene y que cobra desde el inicio 
              los tintes de una traición. Nino Haratischwilli narra con maestría 
              la época, aún de dominio soviético, en los que aquellas cuatro niñas 
              se relacionaban en el vivir comunitario de un barrio constituido 
              por casas, patios y jardines interconectados, donde todos sabían 
              de todos. “Allí viví también el desplome de un mundo”, dice Keto. 
            La autora deslumbra con su buen ojo para la descripción sociológica 
              de ambientes familiares y vecinales, con las tremendas historias 
              y tragedias que los mayores atesoraban, también con hermosas caracterizaciones 
              como la del musical y solitario viudo Sr. Givi o la siemprelibre 
              y artística Lika, madre de Dina. En el fondo la novela es la profunda 
              revisión (catarsis) del pasado y la vida de la propia narradora, 
              una obra que gana complejidad y densidad según trascurren sus 720 
              páginas, que nos habla del exilio, de los atropellos políticos, 
              de la corrupción generalizada en la Georgia pre y post-democrática, 
              de la violencia extrema, del gangsterismo con sus ajustes de cuentas, 
              pero también, esencialmente, de las incomprensiones entre los seres 
              humanos, de las dificultades para encontrar la vocación propia y 
              de la gran decepción de todos los sueños de juventud (“un palacio 
              entero de promesas”), pues finalmente “a la vida le daba igual con 
              qué expectativas salíamos a su encuentro”. 
              
            La escritora más buscada en la feria del libro de Fráncfort en 
              2018 publicaba en España «La octava vida», una novela río que refleja 
              las huellas del totalitarismo soviético sobre el alma georgiana. 
            Georgia, 1917. Stasia, la hija de un exquisito fabricante de chocolate, 
              sueña con ser bailarina en la Ópera de París pero, recién cumplidos 
              los diecisiete años, se enamora de Simon Iachi, oficial de la Guardia 
              Blanca. La revolución que estalla en octubre obliga a los enamorados 
              a contraer precipitadamente matrimonio. Alemania, 2006. La biznieta 
              de Stasia, Niza, lleva varios años viviendo en Berlín y huyendo 
              de la dolorosa carga del pasado familiar. Cuando Brilka, su sobrina 
              de doce años, aprovecha un viaje a Europa para fugarse de casa, 
              Niza deberá encontrarla para llevarla de vuelta al hogar. Es entonces 
              cuando decide enfrentarse al pasado (el suyo, el de su familia) 
              y escribir, para ella y para Brilka, la historia de las seis generaciones 
              que las precedieron. De Londres a Berlín, de Viena a Tiflis, de 
              San Petersburgo a Moscú, el apasionante destino de los miembros 
              de esta familia georgiana se entremezcla con el de la convulsa historia 
              del siglo XX. El resultado es una de las novelas más potentes y 
              memorables de los últimos años. 
              
             
              
            
              
            Una carpa bajo el cielo recorre la vida de tres jóvenes a lo largo 
              de cuatro décadas de historia soviética. Iliá, Misha y Sania se 
              conocen durante los primeros años de colegio y, desde ese momento 
              y hasta bien avanzada la edad adulta, los unirá un anhelo común 
              de belleza y de verdad que a menudo chocará con las constricciones 
              del poder soviético y que los llevará a explorar sus propios itinerarios 
              en el terreno del arte: la literatura, la fotografía y la música. 
            Una multitud de personajes fascinantes pueblan esta novela coral, 
              acompañando a sus protagonistas en episodios que, a modo de instantáneas, 
              ofrecen una visión de la cotidianidad soviética y de la disidencia 
              durante los difíciles años que van desde la muerte de Stalin hasta 
              el desplome de la URSS: el samizdat, los interrogatorios del KGB, 
              los pisos comunales, las deportaciones... Una ventana a una época 
              convulsa que, de forma inexorable, marcará las vidas de los tres 
              amigos. Una carpa bajo el cielo es una historia de historias, un 
              retrato magistral de la psicología humana que plantea complejas 
              cuestiones vitales y filosóficas como el perdón, el coste (a veces 
              insoportable) del paso a la madurez, la lealtad, la amistad y el 
              amor. 
            Liudmila Ulítskaya es una de las autoras rusas contemporáneas más 
              reconocidas en la actualidad y Una carpa bajo el cielo, traducida 
              a más de veinte idiomas, es un homenaje al arte y a todos aquellos 
              que desde primera línea lucharon por defenderlo, una novela profundamente 
              humana que, de forma incuestionable, continúa la tradición de los 
              grandes clásicos rusos. 
            
              
            Nuestra bibliotecaria selecciona libros prohibidos. 
             
            Milan Kundera fue un novelista, escritor de cuentos 
              cortos, dramaturgo, ensayista y poeta checo. Desde 1975 residió 
              con su esposa en Francia, cuya ciudadanía adquirió en 1987.  
            Emigró de su país natal, República Checa, en 1975, 
              cuando ya había sufrido represalias, censura y había sido expulsado 
              del Partido Comunista. 
            Francia fue, como para muchos otros autores en esa 
              época, un refugio y el inicio de una segunda etapa en la vida y 
              la carrera literaria de Milan Kundera. Emigró de su país natal, 
              República Checa, en 1975, cuando ya había sufrido represalias, censura 
              y había sido expulsado del Partido Comunista, donde había militado. 
              No había caído aún el Muro de Berlín y era un momento en el que 
              la intelectualidad francesa aún veía con ojos románticos las revoluciones 
              socialistas. Kundera siempre defendió que todos esos pequeños países 
              de Europa Central sobrevivirían si permanecía el influjo de su cultura 
              y sus letras. El activismo contra el régimen comunista y su exilio 
              marcaron la que ha sido probablemente la etapa más importante de 
              su vida y obra. Francia no sólo fue su segundo patria, fue donde 
              vivió 48 años, fue donde pudo desarrollar su pluma con libertad, 
              hasta el punto de que eligió el francés como lengua para escribir, 
              muchos años después. 
              
            Una muestra de la Colección Biblioteca Milan Kundera. 
              
            En ese contexto convulso de finales de los años 70, 
              Francia le da a Kundera el lugar que no ha podido encontrar en su 
              país, con el que siempre tuvo una relación conflictiva: perdió la 
              nacionalidad, se le restauró años después, cuando ya tenía la gala. 
              Se le llegó a acusar de haber delatado a un disidente a la policía 
              comunista. Crítico con el comunismo, antes de exiliarse fue expulsado 
              primero del Partido y después sufrió represalias, sobre todo tras 
              el estallido de la Primavera de Praga, en 1968. En Francia vivió, 
              primero en Rennes, después en París. Es, de hecho, donde publica 
              algunas de sus obras más conocidas, entre ellas La insoportable 
              levedad del ser. En los años 80, cuando los intelectuales franceses 
              de la época dejaban atrás, o debatían al menos, el papel de una 
              Francia más multicultural, Kundera abordadba la necesidad de una 
              identidad nacional.  
              
            El socialista François Miterrand acababa de llegar 
              al poder. En Francia Kundera reescribió (que no tradujo), algunas 
              de sus novelas al francés, como La Lentitud (la Lenteur) o La identidad 
              (L'Identité). La crítica francesa, que aún veía con cierto románticismo 
              las revoluciones socialistas como la de la URSS, recelaba del autor, 
              pues había sido expulsado del partido comunista. Es la generación 
              de Mayo del 68 la que veía con buenos ojos estas revoluciones como 
              respuesta al mundo capitalista. Kundera no dio apenas entrevistas 
              y era realtivamente discreto. Una vez sí publicó: "París, incluso 
              en un entorno cultivado, se discute en las cenas de los programas 
              de televisión y no de las revistas", recoge Le Figaro. Desde finales 
              de los 80 vivió en el centro de París con su mujer, Vera. Obtuvo 
              la nacionalidad francesa en 1981 y es en 1989 cuando su país natal 
              suspende la censura de sus obras, despues de dos décadas. Dice el 
              diario francés Le Monde que, para Milan Kundera, el francés era 
              "un arma literaria". "Su obra literaria logra reunir a un lector 
              internacional apasionado y a los círculos intelectuales y universitarios, 
              sobre todo en Canadá y Francia, en torno a los temas asociados hoy 
              a la poética de su novela: el erotismo o el libertinaje, el ridículo, 
              la ilusión lírica, el rechazo, la memoria o la amnesia, pero también 
              la nostalgia", señala el medio en su homenaje al autor. 
            La prestigiosa editorial Gallimard le concedió uno 
              de los honores que da a pocos autores: ver publicada su obra en 
              la Biblioteca de la Pléyade, que reúne obras de referencia, con 
              una edición de lujo. Pocas veces se editan con autores vivos. Al 
              final de su carrera Kundera renuncia a su lengua para escribir en 
              la prestada. La ministra de Cultura francesa le rinde homeaje con 
              estas palabras: "Así, entre dos lenguas y dos tierras, entre la 
              nostalgia de un país perdido y la certeza de que debemos vivir aquí 
              y ahora, la obra de Milan Kundera nos cautiva con su riqueza". 
            Pásate por la séptima página 
              del monográfico dedicado a la censura. 
            
            Alexéi Maxímovich Péchkov nació el 14 de marzo de 
              1868 en Nizni Nóvgorod en el seno de una familia muy humilde. Su 
              primer relato corto fue publicado en un periódico de Tiflis en 1892. 
              Fue el primer autor ruso que escribió de una manera comprensiva 
              y favorable sobre los trabajadores y otras gentes hasta entonces 
              marginadas, como los vagabundos. En 1899 se unió a los activistas 
              revolucionarios marxistas y en 1906 se traslada al extranjero con 
              el fin de conseguir dinero para el Partido Socialdemócrata Ruso 
              de los Trabajadores. En 1915 regresó a Rusia yapoyó la Revolución 
              de 1917. Obligado por la enfermedad, dejó su país en 1922, y vivió 
              seis años en Sorrento (Italia). A su vuelta a la Unión Soviética, 
              fue recibido con honores oficiales. Se supone que su muerte repentina, 
              ocurrida el 18 de junio de 1936, fue ordenada por Stalin. 
            Anna Aleksándrovna Výrubova (Lomonósov, 16 de julio 
              de 1884 – Helsinki, 20 de julio de 1964) fue una dama de honor, 
              hija de una de las familias mas ilustres de Rusia, amiga y confidente 
              de la zarina Alejandra Fiódorovna Románova. Tras la Revolución Rusa, 
              Anna fue detenida y sometida a un examen médico para probar su lucidez 
              mental. El investigador principal llegó a la conclusión de que Anna 
              era demasiado ingenua y poco inteligente como para tener cualquier 
              tipo de influencia sobre la zarina; por lo que los soviets la liberaron 
              de la prisión, para huir posteriormente a Finlandia. Antes de abandonar 
              Rusia en 1920, Anna se hizo amiga del escritor revolucionario Máximo 
              Gorki, al que pidió que le escribiese sus memorias. El libro, titulado 
              “La Vida en la Corte Rusa”, ofrece un panorama excepcional de la 
              vida del zar y su familia. 
              
            M.P. Masson con un libro, como el anterior, dificil 
              de encontrar. 
              
            Anna Starobinets es una periodista y autora de ciencia 
              ficción y de libros para niños y algunos la consideran la Stephen 
              King rusa. A los 34 años, en un momento en el que su vida navegaba 
              plácida entre sus libros, su vida profesional y familiar, vivió 
              una pesadilla. Casada con el también escritor Aleksandr Garros, 
              y con una hija de 8 años, en 2012 quedó nuevamente embarazada. La 
              felicidad se evaporó cuando le diagnosticaron al feto una enfermedad 
              que no le permitiría sobrevivir, en caso de que el embarazo llegara 
              a término. Como tantas otras mujeres en el mundo, Anna Starobinets 
              debió atravesar el dramático momento de convivir con un diagnóstico 
              durísimo y, a la vez, con un sistema que, lejos de ser amigable 
              con quienes pasan por una situación tan dramática, se ensaña en 
              hacérselo más difícil. “La ventaja de la embarazada periodista frente 
              a la embarazada no periodista radica en que la primera es capaz 
              de recopilar información rápidamente, incluso cuando está por completo 
              desesperada y bañada en lágrimas”, escribe.  
            Starobinets necesitaba no estar sola con su angustia. 
              Lo primero que hizo fue buscar algún libro en ruso para conocer 
              la experiencia de otras mujeres que hubieran pasado por un momento 
              similar. Entonces advirtió con sorpresa que no había nada escrito 
              en su idioma y fue por eso que decidió contar su experiencia desde 
              el momento del diagnóstico, su decisión de viajar a Alemania para 
              tener un aborto terapéutico por inviabilidad, y la respuesta institucional 
              y profesional que obtuvo en cada momento. También quiso contar el 
              impacto del episodio en la vida de su hija (a quien llama “la tejoncita”) 
              y lo importante que fue el acompañamiento de su marido, quien la 
              llevó a pensar todo lo que acompaña la frase Tienes que mirar, que 
              le da título a su libro. “Nunca vaya a sitios así sola. Lleve a 
              su marido, a su amiga, al marido de su amiga, a su madre, a su tío, 
              a su hermana, a quien sea, incluso a la vecina de al lado. Llévese 
              a cualquiera que la ayude a encontrar la salida. No la salida definitiva, 
              simplemente la salida del edificio”, escribe en un momento. 
            Anna Starobinets nació en Moscú el 25 de octubre de 
              1978. Estudió Filología en la Universidad de esa ciudad. Es autora 
              de novelas y cuentos distópicos y de ciencia ficción y es también 
              guionista y autora de una serie de detectives para niños. 
              
            Nuestra bibliotecaria recomienda en los respectivos 
              monográficos de distopias y sagas, Julio 2023. 
             Recibió numerosas distinciones internacionales por 
              sus textos, entre ellas: el National Bestseller Prize, por La glándula 
              de Ícaro (Rusia, 2012), el Premio NOCTE a Mejor Relato Extranjero, 
              por Una edad difícil (España, 2012), el Utopiales European Prize, 
              por El Vivo (Francia, 2016), el Premio de la Sociedad Europea de 
              Ciencia Ficción (ESFS) como mejor autora de ciencia ficción (2018). 
              Tienes que mirar (Impedimenta), es un libro de autoficción que rompió 
              el tabú del aborto tardío por razones médicas en Rusia e inauguró 
              una discusión masiva sobre este tema. Es el relato de una pesadilla 
              pero también es una historia de amor. Lo que finalmente termina 
              salvando a la autora, la diferencia entre el pantano y la posibilidad 
              de salir adelante, es el amor de su pareja, de su hija, pero también 
              el afecto de los foros, los mensajes de desconocidos y las instituciones 
              fuera de Rusia que pusieron algo de humanidad al drama que ella 
              estaba viviendo. 
            Una «crack». Y también otra escritora rusa asentada 
              fuera de su país –ella ha elegido Georgia– por cortesía del señor 
              Putin. Lo tiene bastante claro. No habla con dramatismo de este 
              asunto ni tampoco haciendo tragedia. «Solo es cuestión de tiempo 
              que mi nombre aparezca en la lista de enemigos del Estado. Este 
              peligro no afecta ahora a mi vida, pero sí puede acabar en Rusia 
              con mi carrera literaria. Como escritora, en ese sentido, sí estoy 
              en peligro. Me da pena, porque yo soy más popular allí por mis libros 
              infantiles que por mis novelas para adultos. En mi próxima obra 
              hay menciones a la homosexualidad y de fondo está la guerra. Y es 
              evidente, bueno, en realidad lo sé, que mi libro no se publicará 
              porque hoy están prohibidas todas las referencias a la guerra y 
              a la homosexualidad en las novelas. Mis editores estarían en peligro 
              si llegaran a publicar este título. Los encarcelarían... Yo no me 
              siento en peligro en cuanto a mi integración física porque estoy 
              en otro país, pero siento una enorme pena por lo que sucede». 
              
            Es conocida como «la Stephen King rusa». Con tan solo 
              veintisiete años, publicó su primer libro, Una edad difícil (2005), 
              al que le siguieron Refugio 3/9 (2006); El vivo (2011), ganadora 
              del Utopiales European Award en 2016 y la distinción ucraniana International 
              Assembly of Sci-fi .The Portal.; La glándula de Ícaro (2013), National 
              Best Seller Prize de Rusia; Catlantis (2015), Libro del Año para 
              The Observer en el Reino Unido; y Tienes que mirar (2017), ahora 
              en Impedimenta. 
              
            La escritora atiende a la prensa, sonríe, aunque habla 
              con un poso de tristeza. Hace poco ha perdido a su marido, «la peor 
              pesadilla que he podido vivir», y ahora relata con resignación la 
              lejanía de su hogar y sus seres queridos: «Yo no estoy en peligro 
              porque me he marchado de Rusia, pero mis padres se han quedado allí. 
              Ellos son muy mayores, octogenarios, y no pueden venir a vivir conmigo 
              a Georgia. En este último año he estado dos días en mi país, y no 
              creo que vuelva ya nunca más ni a ver a mis padres con vida. Ahora 
              estoy asustada con la situación allí –añade–; de hecho, una amiga 
              mía ha sido arrestada porque su obra de teatro no era demasiado 
              patriótica... quizá, algún día, en el futuro, mis hijos puedan regresar 
              a Rusia». 
            Starobinets sorprendió a todos con un relato escalofriante: 
              «Tienes que mirar» (Impedimenta). Y volvió a acertar con 
              un libro de relatos, «La glándula de Ícaro», igual de contundente, 
              impactante y duro. Un conjunto bien meditado de relatos que circulan 
              por distintas aguas de la distopía, la ficción y las pesadillas 
              humanas y sociales. En estas historias queda en el aire una nota 
              de discordancia, una anomalía que siempre condiciona la atmósfera 
              y que introduce de una manera lenta, pero sostenida, lo que puede 
              considerarse el horror. «Mi preocupación es que los científicos 
              y los ingenieros motiven la desunión de la condición humana y cómo, 
              de repente, se pueden quebrar todas las cosas que nos hacen humanos 
              por culpa de la tecnología. Esto me preocupa no solo por la parte 
              mental, sino también por la física. Se puede perder el afecto y 
              la forma en que nos comportamos con el medio y con los demás. Por 
              ejemplo, hace poco reparaba que en una comida familiar todos los 
              miembros estaban con los móviles. Esa deshumanización, esa falta 
              de contacto físico, nos lleva a una “insectización”, a comportarnos 
              como insectos. Y si nos olvidamos de la condición humana y nos formamos 
              como insectos, podemos desembocar de forma sencilla en un sistema 
              más totalitario». 
            
              
            Con su intuición de las constelaciones familiares 
              y de las pasiones calladas, Natalia Ginzburg narra la vida breve 
              de Antón Chéjov (1860-1904), desde su juventud en Taganrog y sus 
              primeros años en Moscú, los inicios como escritor humorístico y 
              su trabajo como médico rural, hasta su viaje al campo de Sajalín, 
              sus primeros éxitos como autor teatral, la enfermedad, los últimos 
              años en Yalta y la muerte prematura en Badenweiler. En este hermoso 
              libro, como si se tratara de uno de aquellos azares del destino, 
              la escritora italiana consigue de manera asombrosa ese tono que 
              el retratado dominaba de manera magistral, y nos ofrece un pequeño 
              pero hermoso bocado de quien fue, es y será siempre uno de los mejores 
              retratistas del alma humana. 
              
            
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