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Distopia.
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15-Enero-2020

Hay un viejo chiste machista que cuenta que alguien va a una biblioteca (o librería, dependiendo de quién lo cuente) preguntando por un libro sobre los derechos de la mujer. El dependiente le responde que vaya a la sección de ciencia ficción. Un mal chiste que, en el fondo, no deja de tener cierta razón actualmente ya que la ciencia ficción es un género usado muy a menudo para explorar los derechos (y la lucha por ellos) de todo grupo apartado de la sociedad. Un ejemplo claro lo tenemos en 'El cuento de la criada', novela distópica de Margaret Atwood cuya adaptación televisiva lleva tres temporadas emitidas, con una cuarta en camino (de estreno probable en otoño). Una historia de la atroz Gilead contada a través de una "criada" que ha visto recientemente una secuela: 'Los testamentos', publicada el pasado mes de septiembre.

Para los que no conozcáis la historia, 'El cuento de la criada' es la transcripción del testimonio oral de Defred (Offred en el original). Un brutal atentado desencadena una serie de acontecimientos que derrocan al gobierno de EEUU por parte de un grupo fundamentalista pseudocristiano. Los derechos de las mujeres son abolidos y, ante la crisis de fertilidad, las criadas son mujeres fértiles destinadas a proporcionar descendencia a los matrimonios de los Comandantes.

Gilead puede pasar por ser una de las distopías más factibles a día de hoy. Es por eso, y por el realismo e intimidad del relato de su protagonista, por lo que 'El cuento de la criada' funciona tan bien. Es un futuro cercano, con un tema tan increíblemente discutido, debatido y desdeñado como los derechos de la mujer en el centro. Además, tanto serie como novela siguen el mismo axioma: no se permite que aparezca nada que no tenga un precedente en la Historia de la humanidad. Esto le da un toque de Historia cíclica que resuena a lo largo de sus capítulos (de ambas ficciones). Y eso incluye el auge y la caída de las tiranías. Así lo expresa Margaret Atwood en los agradecimientos de 'Los testamentos':

"Una cuestión acerca de 'El cuento de la criada' que surgía reiteradamente era: ¿Cómo cayó Gilead? 'Los testamentos' se escribió en respuesta a esa pregunta. Los totalitarismos pueden desmoronarse desde dentro, cuando fracasan en el cumplimiento de las promesas que lo llevaron al poder; o pueden atacarse desde fuera; o ambas cosas. No hay fórmulas certeras, dado que muy poco en la historia es inevitable."

'Los testamentos' regresa a Gilead unos quince años después del final de 'El cuento de la criada'. En el primer libro, Gilead es aún joven, con unos pocos años de recorrido pero suficientes como para que el pasado suene ya lejano. En el segundo ya se ven signos de desgaste, de dudas sobre el devenir de la nación. En esta ocasión, Atwood también usa testimonios. No de una, sino de tres mujeres. Y ninguna es June, que pasa a estar entre bastidores mientras leemos la historia interconectada de Tía Lydia y dos jóvenes chicas, una gileadiana y otra canadiense a las que en breve (re)conoceremos como Agnes y Daisy, quienes sin saberlo, serán instrumentos en un plan para hacer caer a Gilead.

Uno de los problemas que, a mi juicio, tiene 'El cuento de la criada' como serie es que, según van avanzando las temporadas más insuficiente se nota la contrucción del mundo. No es que Margaret Atwood no sepa del difícil arte del worldbuilding, es que la historia original no necesitaba una elaborada biblia sobre Gilead. Sin embargo, a pesar de que la serie intentó alejar el zoom de June/Offred hacia otras criadas (como Emily, interpretada por Alison Bechdel Alexis Bledel), la sensación de pequeñez e intimidad causaba que en ningún momento supiéramos qué es Gilead y los mecanismos que la mueven. En vez de una porción considerable de EEUU, esta nación bien podría ser una ciudad mediana... o un suburbio cualquiera. Esto es suficiente para la (pequeña) historia de June y las criadas amigas al principio, pero luego ya no. Sobre todo porque cuando Bruce Miller (su guionista principal) juega continuamente, sobre todo en la tercera temporada, con la idea de revolución, de ferrocarril subterráneo y el fin de la distopía, esta visión de túnel original y lo que conlleva pasa factura.

Y aquí es donde viene el mayor interés de 'Los testamentos', por lo menos en lo que a la serie se refiere. Sin dejar la tradición de no despegarse del punto de vista de sus protagonistas y, por tanto, tener una narración parcial de las cosas, Margaret Atwood expande y dota de más caras a su propio universo para hacernos saber más de los mecanismos que rigen Gilead, los orígenes de sus protagonistas, y los mecanismos de Mayday. Elementos de los que ya habíamos visto retales. Al igual que Bruce Miller continúa el libro con la serie, Margaret Atwood asume parte de lo ya mostrado las segunda y tercera temporadas del drama (por ejemplo, el caso de Pequeña Nicole) para presentarnos qué ha pasado un decenio y medio más tarde. Una ampliación que da un soplo de aire fresco y nos hace reconsiderar aspectos de la saga.

El pasado 12 de julio de 2018 concluía en HBO España la segunda temporada de 'The Handmaid's Tale' ('El cuento de la criada' en castellano), la aclamada adaptación de la novela homónima de Margaret Atwood.

Claro, la pregunta es, ¿aprovechará Bruce Miller el material que le lega Margaret Atwood? La respuesta es que sí. Lo que no está claro es cómo. En los días inmediatamente previos a la publicación de la novela MGM, la productora de 'El cuento de la criada', anunció que estaban estudiando cómo llevar 'Los testamentos' a la pantalla. El si será una serie aparte o se adaptará en futuros episodios de la ficción ya establecida sigue siendo una incógnita. Es más, Miller prefiere mantener el misterio con sus declaraciones realizadas en la presente gira del TCA:

"Si hiciéramos otra serie, como 'Los Testamentos', que tuviera lugar en Gilead, el tono, las sensaciones y su aspecto seguiría siendo el mismo. Todavía quiero contar la historia sobre la misma Gilead."

Teniendo en cuenta que la acción se desarrolla bastantes años después, no creo que 'Los testamentos' pueda llevarse tal cual está en una futura temporada de la veterana serie. Excepto que empecemos a encontrarnos con saltos temporales importantes. Veamos, a continuación, qué pasa en la nueva novela y qué podrían aprovechar los guionistas de la serie. Por supuesto, a partir de aquí nos movemos por terrenos de spoilers. Intentaré dejarlos al mínimo, pero hay cosas fundamentales para la historia que no podemos eludir.

Como he dicho algo más arriba, nos encontramos con tres testimonios y el primero de los cuales es el de la mismísima Tía Lydia, personaje que en la serie interpreta Ann Dowd. Desde su biblioteca privada en Casa Ardua, este importante personaje empìeza a relatar su historia y su origen. Aquí nos encontramos cambios respecto a la serie: en vez de ser una profesora de primaria, es una jueza de familia a la que es dada la oportunidad de "redimir sus pecados" construyendo y supervisando para el Comandante Judd el orden femenino de Gilead, convirtiéndose en una de las cuatro Tías fundadoras.

A lo largo del libro vemos cómo no es tan fervorosa y temerosa de Dios como se nos ha hecho creer, sino que nos encontramos con una sibilina y manipuladora mujer dispuesta a tener el control sobre todo. Se ha beneficiado de un sistema y ha trepado a lo alto por instinto de supervivencia... y tiene un plan que dinamitará Gilead. No es un personaje distino al que conocemos, simplemente vemos un lado que no sabíamos de ella. Esta exploración de la Tía Lydia, así como el ciclo de formación de las mujeres de Gilead desde la Escuela hasta su preparación bien al matrimonio o bien al servicio de las demás como futuras tías, están pidiendo a gritos incorporarse a la ficción televisiva.

Entre esas ideas están las Perlas, una suerte de paso previo a convertirse en Tía que consiste en una misión captadora. Las chicas jóvenes salen al extranjero de dos en dos, pregonando las glorias de Gilead, repartiendo panfletos, "rescatando" chicas perdidas y, de paso, servir de espías al país. Aquí es donde entra el testimonio de Agnes/Hannah, que comienza como una crónica de cómo es ser niña, y desarrollarse en mujer, en Gilead. La hija mayor de June (que, en la parte central de la historia está cerca de los veinte años) relata sus recuerdos de pequeña, su familia, sus amigas de la Escuela Vidala y ese momento en el que se empieza a preparar para ser la buena esposa de un comandante hasta el momento en el que decide entrar en Casa Ardua.

También en la trama de las Perlas nos encontramos con el último testimonio, el de la joven canadiense Daisy. El día que cumple dieciséis años su mundo se pone patas arriba. Un atentado acaba con sus seres queridos y descubre que toda su vida ha girado en torno a una mentira. Ambas historias suman bastante a la de Tía Lydia, ofreciendo un panorama que, si bien sigue siendo limitado porque no son narradoras omniscientes, es bastante rico en matices y en puntos de vista (por ejemplo, es curioso ver la distopía con ojos adolescentes a un lado y otro de la frontera). Claro, las características de estas últimas tramas hacen que sea muy difícil que las podamos ver en un futuro próximo dentro de lo que es la serie de televisión. Pero no estaría mal que, ya que el marketing de cada temporada promete la gran revolución, la resistencia y el fin de Gilead, Bruce Miller vaya en esta dirección. Y si tiene que saltar varios años en el tiempo, que así sea.

17-Enero-2020

Con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los Estados Unidos, la vida se acercaba la distopía que Margaret Atwood planteó en su novela de 1985, El cuento de la criada: la instauración de un régimen fascista teocrático donde, con el pretexto de combatir el terrorismo, se suprime la libertad de prensa y cualquier derecho de la mujer, convirtiéndola en poco más que una máquina reproductora que cuando no puede tener hijos se le convierte en esclava. Por suerte, de las palabras del palurdo del peluquín, nos quedamos con el humo en un alto porcentaje.

Atwood volvió a estar en el centro de la escena literaria, artística y cultural con una historia que escribió en 1985. Sin embargo, no es, de ningún modo, una novedad: para Claudia Lucotti, Coordinadora de la Cátedra Extraordinaria “Margaret Atwood-Gabrielle Roy” de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, “Su obra siempre se ha mantenido vigente, ya que, además de dialogar de manera sutil e inteligente con los temas culturales y literarios más relevantes del momento (como puede ser la intertextualidad, la relación entre política y cultura, la bioética, etc.), se ha ido interesando por producir textos de géneros diversos: minificción, adaptaciones, novelas distópicas, cómics, e incluso una ópera”.

En efecto, El cuento de la criada no es la única ficción especulativa en la que Atwood creó una distopía que sacude conciencias y suscita emociones contradictorias. En Por último, el corazón, publicada en inglés en 2015 y editada en español por Salamandra, la escritora canadiense (Ottawa, 1939) también se aventura por estos terrenos. En la obra el disparador es una crisis económica brutal que ha dejado al matrimonio de Charmaine y Stan en el desempleo, con la consecuente pérdida de su casa y la única opción de vivir en el auto. La pauperización de toda la comunidad trae consigo la descomposición social. El matrimonio sobrevive gracias a las donas rancias del día anterior que les regalan en una cafetería —de las pocas que han sobrevivido a la debacle— y con lo poco que Charmaine gana como mesera en un bar de mala muerte. Un día todo cambia cuando en un anuncio de televisión les prometen la solución a todos sus males. Un hombre, que parece que le habla directamente a ella, dice: “¿Cansado de vivir en el coche? ¡Pues claro! Ésta no es la vida que esperabas. Tenías otros sueños. Te mereces algo mejor”.

Pásate por Ser humano > Segregación XV.

Atwood nos introduce al Proyecto Positrón donde “las cosas pueden volver a ser como antes”. Consiste en una ciudad doble: Consiliencia, donde todos tienen un hogar, alimento y empleo durante un mes, y Positrón, la prisión a la que todos deben ingresar transcurrido ese lapso por un mes más. Así, todos son ciudadanos durante un mes y reos al siguiente; la sociedad está en equilibrio y en paz. Pero nada será lo que les ofrecieron.

Con Por último, el corazón, ganadora del Premio Príncipe de Asturias, la autora vuelve a los temas que han sido una constante en su obra. “Atwood se interesa mucho por lo canadiense, por la realidad de las mujeres y por las formas en que la lengua y la literatura (y el arte en general) representan, reproducen, deconstruyen e interrogan las visiones de todo lo que circula en nuestra cultura. Por lo tanto, los estudios canadienses, las teorías poscolonial, posmodernista y feminista y de género son muy útiles para apreciar su obra”, dice Lucotti.

Una fábrica de muñecos sexuales con rostros de estrellas como Marilyn Monroe y Elvis Presley, una Unidad de Administración de Medicamentos donde desaparecen a los inadaptados, o una granja de pollos a los que se les alimenta por computadora son sólo algunas de las escabrosas visiones futuristas que Margaret Atwood incluye en esta obra, como una advertencia de hacia dónde se dirige nuestra sociedad consumista e individualista, presa de un modelo económico que ha demostrado un completo desdén por el medio ambiente y aquellos a los que considera “los más débiles”.

12-Junio-2021

Cómo le gusta a la escritora Margaret Atwood (Ottawa, 1939) imaginarse mundos distópicos y futuros aterradores. Prueba de ello son dos de sus mayores éxitos, El cuento de la criada y la trilogía de MaddAddam, cuya primera entrega Oryx y Crake (Salamadra), ha llegado esta semana a las librerías españolas. Tras leer la primera parte de este trío de libros, que se completará con El año del diluvio y Maddaddam, es inevitable tener la sensación de que la autora canadiense lleva años poseyendo una bola de cristal, un tesoro al que acude en busca de ideas (cada vez más locas) con las que crear sus obras. En el año 2003 y en inglés, Atwood publicaba Oryx y Crake, una visionaria novela en la que una pandemia acababa con el 99% de la población mundial. Un mundo en el que solo han sobrevivido unos pocos humanos y que es habitado por seres genéticamente modificados.

Aunque han pasado ya 18 años, algunas de las previsiones más terroríficas de la autora se han hecho realidad. Atreverse a jugar y manipular la naturaleza a veces tiene sus consecuencias y el ansia de poder llega a destruir comunidades.

En su libro, Atwood habla de una sociedad que no lee, quizás el mayor miedo que puede tener sobre el futuro un escritor, y que además desconoce todo lo anterior, todo eso que para nosotros hoy es la vida. Cero ordenadores, cero lámparas, cero iPhones y cero gimnasios. Solo restos que se van encontrando a orillas del mar o entre los escombros de lo que fue una metrópoli. Oryx y Crake es la primera entrega de una nueva trilogía distópica sobre el fin del mundo, a la que sigue El año del diluvio, que saldrá a la venta el 8 de julio, y MaddAddam, la novela inédita de Margaret Atwood que verá la luz el 14 de octubre de este año de la mano de Salamandra.

Lejos de encontrar similitudes entre nuestros animales y los seres extraños que ha inventado para la ocasión, como los cerdones, creados con células humanas, o los mofaches, diseñados para convertirse en tu nueva mascota favorita; Atwood reflexiona a través de esta narrativa sobre algunos de los problemas que nos acechan en nuestro día a día.

Paramount Television y Anonymous Content se hicieron con los derechos de las tres novelas de la autora, 'El Cuento de la Criada' , 'Alias Grace' y 'Maddaddam'.

La prolífera explotación del medio ambiente y la destrucción de la Madre Tierra ocasionada por el hombre, así como el peligro de experimentar con la ciencia, la vida humana y los cuestionamientos éticos que van de la mano con ello son explorados en este libro. Aunque también hay una parte de ese "supuesto" presente similar al nuestro que es extremadamente agria, casi escuece. En esa normalidad que después se destruye, internet se convierte en un nido de pornografía infantil, ejecuciones y asesinatos en tiempo real, multitud de atrocidades o la invasión de la vida privada vía streaming. Todo ello en una red accesible para todos a nivel mundial y con intereses económicos de por medio, que explora los límites y la posible expansión de la famosa Deep Web.

El Hombre de las Nieves se llamaba Jimmy. Pero eso era en una vida anterior, una más parecida a la que conocemos todos nosotros. Porque ahora Jimmy es el único hombre del planeta y se desenvuelve en un inquietante mundo postapocalíptico desde una posición de "otredad". En esta historia Jimmy es el extraterrestre y tiene que sobrevivir en un mundo modificado por la mala praxis de los humanos, y sus ansias de crear, experimentar y dejarse llevar por el juego de la avaricia. Con una historia de amor que se va descubriendo según avanza la historia, un análisis de los conflictos familiares y las relaciones paterno y maternofiliales, y un sentimiento permanente de soledad, Oryx y Crake imagina un futuro distópico no muy lejos de la realidad en algunos aspectos.

«Maddaddam es una obra de ficción, pero todas las tecnologías y bioseres que aparecen en sus páginas existen hoy en día, están en proyecto o son teóricamente posibles». Da más miedo aún pensar que la autora canadiense culminó esta trilogía hace casi diez años; no podemos evitar pensar en qué situación nos encontramos ahora.

Hombre de las Nieves llora la pérdida de Crake, su mejor amigo, y de la bella y esquiva Oryx, de quien ambos estaban enamorados, mientras lucha por sobrevivir en absoluta soledad sobre la faz de la Tierra. A merced de los elementos, acechado por los recuerdos y sin más compañía que la de los Hijos de Crake, unos seres de ojos verdes que lo consideran una especie de profeta. Hombre de las Nieves se pregunta cómo ha podido cambiar todo en tan poco tiempo y emprende un doble viaje hacia su pasado y hacia la burbuja de alta tecnología creada por Crake, el lugar donde empezó todo.

La autora asegura que no es ciencia ficción. Unas declaraciones que inspiran miedo y curiosidad a partes iguales. "Lo que hago no es ciencia ficción: la ciencia ficción tiene que ver con naves espaciales y marcianos. No quiero que la gente se confunda; estas historias ocurren en nuestro planeta, sólo que en otro tiempo, en el futuro", afirma la autora. "Pueden considerarse distopías, aunque en el presente existan realidades distópicas como la que se vive en Corea del Norte. Con Julio Verne no había ningún problema: sus novelas se llamaban «novelas de anticipación» porque la ciencia ficción aún no se había inventado. Me siento más cerca de ese término", añade.

No paramos de escuchar que la pandemia que azota al mundo es un "castigo" por haber maltratado al planeta. Otros optan por culpar al gigante asiático y sus "experimentos". Pues bien, en la novela, el virus ha sido creado en un laboratorio por un científico llamado Crake, quien ha decidido extinguir a su propia especie porque entiende que, de no hacerlo, el planeta entero está abocado a su destrucción. De esta forma, Atwood culpa directamente a la especie humana de la destrucción, sin metáforas ni supuestas conspiraciones lideradas por sectas ni Miguel Bosé. El egoísmo humano está provocando un imparable calentamiento global que acaba con miles de formas de vida, así como un auge del poder avaricioso en ámbitos como la política o la economía. La escritora realiza una crítica sobre las contradicciones del progreso científico y tecnológico, y cuestiona si éste provoca la destrucción del mundo, como si de una premonición de la Covid-19 se tratase.

Su protagonista, Hombre de las Nieves, se topa con tres mujeres sobrevivientes a la pandemia. Esto, lejos de suponer un chute de alegría, provoca en el personaje un problema ético. ¿Debería matarlas, aunque pudieran ser las últimas mujeres del mundo, para salvar a los crakers?

Otros de los aspectos más impactantes de esta trilogía es la creación de animales, como los cerdones, diseñados para alojar una amplia gama de tejidos humanos destinados a trasplantes o las ovejas mohairs, a las que les crece cabello humano para surtir a la industria de la belleza. "Nada es pura invención. He tergiversado algunas cosas, pero no me he inventado nada: las cabras que producen seda de araña existen ya, y también el conejo verde que brilla porque tiene ADN de medusa. Algunas de las cosas de las que hablo se estaban creando entonces [a principios del siglo XXI] y otras son posibles en teoría", relata Atwood. Aquí entra en juego también su hincapié en el cambio climático: "La extinción de las especies y del cambio climático eran discusiones que mi padre tenía con sus colegas cuando yo era niña, y que al final han acabado en los titulares de todos los periódicos, décadas más tarde. Y eso que aún no se había abierto la caja de Pandora del ADN".

Atwood es una de las escritoras más prestigiosas del panorama internacional. Sus obras han sido traducidas a más de cuarenta idiomas, ha escrito poesía, ensayos, entre ellos el brillante Penélope y las doce criadas, cuentos y dieciocho novelas, entre las que cabe destacar Por último, el corazón (2016), Alias Grace (2016), El cuento de la criada (2017), convertida en una exitosa serie de televisión, y su secuela Los testamentos (2019). Pese a su larga lista de obras, no deja de sorprender. Ha sido dos veces ganadora del prestigioso Premio Booker y merecedora del Premio Príncipe de Asturias de Las Letras en 2008, entre otros muchos galardones. Ella es una figura polémica en el mundo de la literatura: dentro y fuera de los libros, y sus comentarios sobre feminismo siempre causan alboroto a su alrededor, como lo hacen los ejemplares de sus best sellers al llegar a las librerías.

Después del fenómeno editorial de El cuento de la criada y su secuela Los testamentos, Salamandra continúa la recuperación de lo mejor de la obra de Margaret Atwood publicando, por primera vez completa en español esta visionaria trilogía distópica sobre el fin del mundo. Y, aunque nos dé un poco de miedo descubrir qué nuevo futuro "posible" se le pasa por la cabeza, estamos deseando devorar el próximo.

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