Vivian Maier (Nueva York, 1 de febrero de
1926 - Chicago, 21 de abril de 2009) fue una fotógrafa estadounidense.
Su obra, muy focalizada en la vida cotidiana de la calle,
gozó de una gran repercusión gracias a coleccionistas estadounidenses
y, póstumamente, es hoy popular entre el público y la crítica
de América del Norte, Asia y Europa. Hija de la francesa
Maria Jaussaud y el austriaco Charles Maier, Vivian Maier
nació en Nueva York, aunque pasó gran parte de su juventud
en Francia.
Pasó su infancia entre Francia y Estados
Unidos. Hacia 1930, su padre abandonó la familia. Junto
a su madre convivió una temporada con una pionera de la
fotografía, la surrealista Jeanne J. Bertrand, de quien
pudo obtener su interés vocacional por la fotografía. En
1951, con 25 años y sin su madre, se mudó a Nueva York y
empezó a trabajar como niñera, labor que continuará profesionalmente
durante el resto de su vida. Adquiere al año siguiente su
célebre cámara Rolleiflex. En 1956 se trasladó a Chicago,
a una zona cercana al Rogers Park. Allí, la familia para
la que trabajaba le permitió tener un pequeño cuarto de
baño junto a su habitación, que Maier comenzó a utilizar
como cuarto oscuro para revelar algunas de sus fotografías.
Sin embargo, a medida que los niños crecían y tenía que
cambiar de familia, se veía abocada a dejar sin revelar
carretes que poco a poco se iban acumulando. En esta época
comienza a tomar fotografías en color, utilizando carretes
Kodak y distintos tipos de cámaras réflex. Junto a esto,
la temática de las fotografías de Maier fue cambiando para
centrarse en grafitis y objetos abandonados en lugar de
en las ocupaciones diarias de la gente.

A finales de 1953 en Nueva York.
En la década de los 80, Maier se vio se tuvo
que enfrentar con la inestabilidad en su trabajo de niñera,
viéndose obligada a cambiar cada poco de familia. Esto le
impidió seguir revelando sus fotos, por lo que los carretes
sin revelar se seguían acumulando. A finales de la década
de los '90 o principios de los 2000, Maier tuvo que guardar
y almacenar su cámara y sus pertenencias mientras intentaba
mantenerse a flote. En una situación precaria, logró trabajar
con una familia que le permitió mantener durante algún tiempo
un pequeño estudio.

Era socialista, feminista, crítica de cine
y campechana. Aprendió inglés yendo al teatro porque le
encantaba. Solía llevar chaqueta de hombre, zapatos de hombre
y un sombrero grande. Estaba tomando fotografías todo el
tiempo y luego no se las enseñaba a nadie. En diciembre
de 2008, cuando caminaba sobre hielo, se cayó y golpeó en
la cabeza. Fue llevada a una residencia de ancianos en Oak
Park donde falleció cuatro meses después, a los 83 años.
Maier no revelaba muchos de sus carretes porque
no se lo podía permitir. Solo tomaba fotos sin descanso
y sin que pareciera importar el resultado final. También
coleccionaba libros de arte y las esquelas de los periódicos.
De una de ellas sacó el relato de una de sus películas en
Super 8: la historia de una madre y un hijo asesinados.
Maier fue con su cámara y rodó primero el supermercado donde
la madre trabajaba; luego, la casa donde vivía con el hijo,
y así, uno a uno, todos los lugares en los que ellos habían
estado.

Incluida en el libro "The Color Work".
Tras el descubrimiento de Maloof, vino la
exposición en 2011 en el Centro Cultural de Chicago, después
el documental "Finding Vivian Maier", que llegó a esta nominado
a los Oscar. Pero al igual que en una buena serie, las entregas
han ido llegando poco a poco, debido en parte a disputas
legales sobre la propiedad de los derechos de autor. En
2016 el conflicto se resolvía y se levantaba el veto sobre
los 700 carretes en color y las 40.000 diapositivas que
aún quedaban por revelar, correspondientes a los últimos
30 años de vida de la fotógrafa en la que fue su etapa más
misteriosa. La selección de estos rollos ve ahora la luz
en el libro "The Color Work" que nos ayuda a resolver interrogantes
pendientes sobre cuáles fueron sus influencias como fotógrafa,
su evolución en la manera de fotografiar y de qué forma
las circunstancias de su vida personal afectó a su trabajo.

Un documental sobre la fallecida Vivian Maier,
una niñera cuyas 100.000 fotografías hasta entonces desconocidas
le valieron una reputación póstuma como una de las mejores
fotógrafas de la calle.
En 2007 el excontable y coleccionista John
Maloof estaba buscando información para escribir un libro
de historia sobre Chicago NW Side llamado Portage Park y
acudió a una subasta donde compró un archivo de fotografías
por unos 380 USD. La casa de subastas había adquirido sus
pertenencias de un almacén guardamuebles porque había dejado
de pagar las cuotas. John Maloof comenzó a revisarlo y lo
descartó para su investigación. Decidió revelar una parte
y revenderla en Internet. Fue entonces cuando el reputado
crítico e historiador de fotografía Allan Sekula se puso
en contacto con él para evitar que siguiera dispersando
aquel material prodigioso y lleno de talento. Maloof, consciente
del tesoro rescatado prácticamente de la basura, empezó
un minucioso trabajo de investigación, recuperación y protección
del archivo de Vivian Maier. Aquello le movió a hacer fotografías
similares. Compró la misma cámara Rolleiflex que tenía Vivian
y fue a los mismos lugares para hacer fotografías.

El trabajo de Maier muestra escenas callejeras
de Chicago y Nueva York entre las décadas de 1950 y 1990.
Investigó sobre su vida y localizó una tienda
de fotografía llamada Central Camera donde Vivian solía
acudir a comprar rollos de película. Prefería los carretes
extranjeros en lugar de los estadounidenses. Gracias a la
familia Gensburg, para la que Vivian había trabajado durante
diecisiete años, John Maloof pudo recuperar dos cajones
grandes que iban a ser tirados a la basura. Contenían correspondencia,
recortes de periódico y carretes fotográficos en color.
De los 100.000 negativos, unos 20.000 o 30.000 todavía estaban
en los carretes sin revelar desde 1960 a 1970. Maloof consiguió
revelar los carretes con éxito. Los negativos que reveló
Vivian estaban colocados en tiras y tenían la fecha y la
localización escritas en francés. Maloof buscó más información
en internet y encontró que había fallecido dos días antes
de la búsqueda. En noviembre de 2010 habían escaneado 10.000
negativos y tenían pendientes de escanear otros 90.000.
También quedaban unos cientos de carretes en blanco y negro
y unos 600 carretes de color por revelar.

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