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20 - Octubre - 2025
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Hay objetos que nacen para regresar y otros que están hechos para no volver jamás. Voyager 1 pertenece al segundo grupo. Lanzada en 1977 desde Cabo Cañaveral, la pequeña nave que cabría en un coche familiar está a punto de alcanzar un límite nunca antes cruzado por ninguna creación humana: alejarse de la Tierra un día luz completo. Hasta ahora medíamos su viaje en millones de kilómetros, en unidades astronómicas, en comparaciones con Plutón. Pero ya no alcanza. Si todo ocurre como lo espera la NASA, el 15 de noviembre de 2026, Voyager 1 estará a 25.900 millones de kilómetros de nosotros, lo suficiente para que su señal de radio tarde 24 horas en llegar a la Tierra. Ese instante marcará algo más que una cifra: será la primera vez que una máquina humana cruce una frontera temporal. Desde ese momento, lo que la sonda diga nos llegará con un día de retraso. Como escuchar el eco de nuestra propia voz rebotando en el abismo interestelar.

Lo asombroso es que sigue funcionando. Con circuitos de los años 70, menos potencia que un móvil actual y un ordenador que almacena apenas unos kilobytes, Voyager 1 aún envía datos sobre el plasma interestelar y el viento galáctico. Está fuera de la heliosfera desde 2012, en la heliopausa, donde la influencia del Sol se desvanece. Pero ya envejece. La energía de su generador nuclear se agota y cada año la NASA debe apagar instrumentos para mantenerla con vida. Hacia 2030, su voz probablemente se extinga. Pero incluso en silencio, continuará viajando hacia lo desconocido.

Dentro de Voyager 1 viaja un disco dorado con saludos en 55 idiomas, latidos de un corazón humano, cantos de ballenas y música de Bach y Chuck Berry. No es un pasaporte para volver, sino una botella lanzada al océano cósmico. Cuando cruce el día luz de distancia, la sonda ya no será solo tecnología: será memoria. La primera huella humana que quizá ningún ojo vea, pero que seguirá escribiendo en silencio la historia de nuestra necesidad de ir más allá.

Tal vez nadie la encuentre. Tal vez se pierda para siempre. Pero Voyager 1 demuestra que la humanidad, aun limitada por su cuerpo y su tiempo, eligió no quedarse quieta. No se trata solo de explorar, sino de aceptar que algunas cosas —como esta nave— están destinadas a no volver jamás. ¿Y si el verdadero legado de nuestra especie es haber lanzado un mensaje al vacío, aun sin saber si alguien lo escuchará?

La sonda abandonará el sistema solar al dejar atrás la nube de Oort, la frontera más distante del sistema solar, que alcanzará dentro de unos tres siglos y abandonará en aproximadamente 30 000 años. La sonda sobrevoló Júpiter, Saturno y Titán, la luna más grande de Saturno. La NASA tenía la posibilidad de elegir entre hacer un sobrevuelo de Plutón o de Titán; la exploración de la luna de Saturno tuvo prioridad porque se sabía que tenía una atmósfera considerable. Voyager 1 estudió el clima, los campos magnéticos y los anillos de los dos gigantes gaseosos y fue la primera sonda en proporcionar imágenes detalladas de sus lunas. Como parte del programa Voyager y al igual que su nave hermana Voyager 2, la misión ampliada de la sonda espacial es localizar y estudiar las regiones y los límites de la heliosfera exterior y comenzar a explorar el medio interestelar. Voyager 1 cruzó la heliopausa y entró en el espacio interestelar el 25 de agosto de 2012, convirtiéndose en la primera sonda espacial en hacerlo. Dos años después, Voyager 1 comenzó a experimentar una tercera ola de eyecciones de masa coronal del Sol que continuó al menos hasta el 15 de diciembre de 2014, lo que corroboró que la sonda se encuentra en el espacio interestelar.

Una propuesta de la década de 1960 para realizar una visita con el fin de estudiar los planetas exteriores condujo a la NASA a empezar a trabajar en una misión a principios de la década de 1970. La información obtenida por la nave espacial Pioneer 10 ayudó a los ingenieros a diseñar a las Voyager para que pudieran enfrentar mejor la intensa radiación alrededor de Júpiter. Aun así, poco antes del lanzamiento, se aplicaron tiras de papel aluminio de cocina a ciertos cables para mejorar el blindaje contra la radiación. Inicialmente, la Voyager 1 fue planeada como la Mariner 11 del programa Mariner. Debido a recortes presupuestarios, la misión se redujo a un sobrevuelo de Júpiter y Saturno y se rebautizó como sondas Mariner Júpiter-Saturno. El nombre se cambió a Voyager cuando los diseños de las sondas empezaron a diferir sustancialmente de las misiones Mariner.

La Voyager 1 fue construida por el Laboratorio de Propulsión a Reacción (JPL). Cuenta con 16 motores de hidrazina, giroscopios de estabilización de tres ejes e instrumentos de referencia para mantener la antena de radio de la sonda orientada hacia la Tierra. En conjunto, estos instrumentos forman parte del Subsistema de Control de Actitud y Articulación (AACS), junto con unidades redundantes de la mayoría de los instrumentos y ocho propulsores de reserva. La nave espacial también incluye 11 instrumentos científicos para estudiar objetos celestes tales como planetas mientras viaja por el espacio.

El Jet Propulsion Laboratory aparece en la película The Martian.

Entre sus muchos logros, Voyager 1 empezó a fotografiar a Júpiter en enero de 1979. Su máxima aproximación a Júpiter se produjo el 5 de marzo de 1979, a una distancia de unos 349 000 kilómetros del centro del planeta. Debido a la máxima resolución fotográfica permitida por tal acercamiento, la mayoría de las observaciones de las lunas, anillos, campos magnéticos y el entorno del cinturón de radiación del sistema joviano se realizaron durante las 48 horas que duró la aproximación máxima. Voyager 1 terminó de fotografiar el sistema joviano en abril de 1979.

La Gran Mancha Roja de Júpiter, una tormenta anticiclónica de mayor tamaño que la Tierra, vista desde la Voyager 1.

Las trayectorias de asistencia gravitatoria en Júpiter fueron llevadas a cabo con éxito por ambas Voyager, y las dos naves espaciales visitaron Saturno y su sistema de lunas y anillos. La Voyager 1 se encontró con Saturno en noviembre de 1980, con la aproximación más cercana el 12 de noviembre de 1980, cuando la sonda espacial se acercó a 124 000 kilómetros de la parte superior de las nubes de Saturno. Las cámaras de la sonda espacial detectaron estructuras complejas en los anillos de Saturno, y sus instrumentos de detección remota estudiaron las atmósferas de Saturno y de su luna gigante, Titán.

El 17 de febrero de 1998 a las 23:10 (hora europea), la Voyager 1 se encontraba a 10 400 000 000 km de la Tierra, récord establecido una década antes por la sonda Pioneer 10. En septiembre de 2004, la Voyager 1 alcanzó una distancia de 14 000 millones de kilómetros (93,2 UA, 8700 millones de millas o 13 horas luz) del Sol y es, por lo tanto, el objeto más lejano construido por el ser humano. El 15 de agosto de 2006, la sonda Voyager 1 alcanzó la distancia con respecto al Sol de 100 UA, esto es, casi 15 000 millones de kilómetros. En 2020 alcanzó la distancia de 148 UA. Se aleja con una velocidad de 3,6 unidades astronómicas (29 minutos-luz) por año del Sol, lo que corresponde a 17 km/s. Medidas exactas apuntan a que la velocidad disminuye muy lentamente de forma imprevista. Las causas de este frenado son objeto de diversas controversias. En una declaración de prensa, el 24 de mayo de 2005 la NASA declaró que la Voyager 1 había alcanzado, como primer objeto construido por el humano, la zona llamada frente de choque de terminación, y continuará viajando por la región conocida como heliofunda, la última frontera del sistema solar, próxima a la heliopausa.

Buen viaje, campeona.

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