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Hay objetos que nacen para regresar y otros
que están hechos para no volver jamás. Voyager 1 pertenece
al segundo grupo. Lanzada en 1977 desde Cabo Cañaveral, la
pequeña nave que cabría en un coche familiar está a punto
de alcanzar un límite nunca antes cruzado por ninguna creación
humana: alejarse de la Tierra un día luz completo. Hasta ahora
medíamos su viaje en millones de kilómetros, en unidades astronómicas,
en comparaciones con Plutón. Pero ya no alcanza. Si todo ocurre
como lo espera la NASA, el 15 de noviembre de 2026, Voyager
1 estará a 25.900 millones de kilómetros de nosotros, lo suficiente
para que su señal de radio tarde 24 horas en llegar a la Tierra.
Ese instante marcará algo más que una cifra: será la primera
vez que una máquina humana cruce una frontera temporal. Desde
ese momento, lo que la sonda diga nos llegará con un día de
retraso. Como escuchar el eco de nuestra propia voz rebotando
en el abismo interestelar.
Lo asombroso es que sigue funcionando. Con circuitos
de los años 70, menos potencia que un móvil actual y un ordenador
que almacena apenas unos kilobytes, Voyager 1 aún envía datos
sobre el plasma interestelar y el viento galáctico. Está fuera
de la heliosfera desde 2012, en la heliopausa, donde la influencia
del Sol se desvanece. Pero ya envejece. La energía de su generador
nuclear se agota y cada año la NASA debe apagar instrumentos
para mantenerla con vida. Hacia 2030, su voz probablemente
se extinga. Pero incluso en silencio, continuará viajando
hacia lo desconocido.
Dentro de Voyager 1 viaja un disco dorado con
saludos en 55 idiomas, latidos de un corazón humano, cantos
de ballenas y música de Bach y Chuck Berry. No es un pasaporte
para volver, sino una botella lanzada al océano cósmico. Cuando
cruce el día luz de distancia, la sonda ya no será solo tecnología:
será memoria. La primera huella humana que quizá ningún ojo
vea, pero que seguirá escribiendo en silencio la historia
de nuestra necesidad de ir más allá.
Tal vez nadie la encuentre. Tal vez se pierda
para siempre. Pero Voyager 1 demuestra que la humanidad, aun
limitada por su cuerpo y su tiempo, eligió no quedarse quieta.
No se trata solo de explorar, sino de aceptar que algunas
cosas —como esta nave— están destinadas a no volver jamás.
¿Y si el verdadero legado de nuestra especie es haber lanzado
un mensaje al vacío, aun sin saber si alguien lo escuchará?

La sonda abandonará el sistema solar
al dejar atrás la nube de Oort, la frontera más distante del
sistema solar, que alcanzará dentro de unos tres siglos y
abandonará en aproximadamente 30 000 años. La sonda sobrevoló
Júpiter, Saturno y Titán, la luna más grande de Saturno. La
NASA tenía la posibilidad de elegir entre hacer un sobrevuelo
de Plutón o de Titán; la exploración de la luna de Saturno
tuvo prioridad porque se sabía que tenía una atmósfera considerable.
Voyager 1 estudió el clima, los campos magnéticos y los anillos
de los dos gigantes gaseosos y fue la primera sonda en proporcionar
imágenes detalladas de sus lunas. Como parte del programa
Voyager y al igual que su nave hermana Voyager 2, la misión
ampliada de la sonda espacial es localizar y estudiar las
regiones y los límites de la heliosfera exterior y comenzar
a explorar el medio interestelar. Voyager 1 cruzó la heliopausa
y entró en el espacio interestelar el 25 de agosto de 2012,
convirtiéndose en la primera sonda espacial en hacerlo. Dos
años después, Voyager 1 comenzó a experimentar una tercera
ola de eyecciones de masa coronal del Sol que continuó al
menos hasta el 15 de diciembre de 2014, lo que corroboró que
la sonda se encuentra en el espacio interestelar.
Una propuesta de la década de 1960 para realizar
una visita con el fin de estudiar los planetas exteriores
condujo a la NASA a empezar a trabajar en una misión a principios
de la década de 1970. La información obtenida por la nave
espacial Pioneer 10 ayudó a los ingenieros a diseñar a las
Voyager para que pudieran enfrentar mejor la intensa radiación
alrededor de Júpiter. Aun así, poco antes del lanzamiento,
se aplicaron tiras de papel aluminio de cocina a ciertos cables
para mejorar el blindaje contra la radiación. Inicialmente,
la Voyager 1 fue planeada como la Mariner 11 del programa
Mariner. Debido a recortes presupuestarios, la misión se redujo
a un sobrevuelo de Júpiter y Saturno y se rebautizó como sondas
Mariner Júpiter-Saturno. El nombre se cambió a Voyager cuando
los diseños de las sondas empezaron a diferir sustancialmente
de las misiones Mariner.

La Voyager 1 fue construida por el Laboratorio
de Propulsión a Reacción (JPL). Cuenta con 16 motores de hidrazina,
giroscopios de estabilización de tres ejes e instrumentos
de referencia para mantener la antena de radio de la sonda
orientada hacia la Tierra. En conjunto, estos instrumentos
forman parte del Subsistema de Control de Actitud y Articulación
(AACS), junto con unidades redundantes de la mayoría de los
instrumentos y ocho propulsores de reserva. La nave espacial
también incluye 11 instrumentos científicos para estudiar
objetos celestes tales como planetas mientras viaja por el
espacio.
El Jet Propulsion Laboratory aparece en la película
The Martian.

Entre sus muchos logros, Voyager 1 empezó a
fotografiar a Júpiter en enero de 1979. Su máxima aproximación
a Júpiter se produjo el 5 de marzo de 1979, a una distancia
de unos 349 000 kilómetros del centro del planeta. Debido
a la máxima resolución fotográfica permitida por tal acercamiento,
la mayoría de las observaciones de las lunas, anillos, campos
magnéticos y el entorno del cinturón de radiación del sistema
joviano se realizaron durante las 48 horas que duró la aproximación
máxima. Voyager 1 terminó de fotografiar el sistema joviano
en abril de 1979.

La Gran Mancha Roja de Júpiter, una tormenta
anticiclónica de mayor tamaño que la Tierra, vista desde la
Voyager 1.
Las trayectorias de asistencia gravitatoria
en Júpiter fueron llevadas a cabo con éxito por ambas Voyager,
y las dos naves espaciales visitaron Saturno y su sistema
de lunas y anillos. La Voyager 1 se encontró con Saturno en
noviembre de 1980, con la aproximación más cercana el 12 de
noviembre de 1980, cuando la sonda espacial se acercó a 124
000 kilómetros de la parte superior de las nubes de Saturno.
Las cámaras de la sonda espacial detectaron estructuras complejas
en los anillos de Saturno, y sus instrumentos de detección
remota estudiaron las atmósferas de Saturno y de su luna gigante,
Titán.
El 17 de febrero de 1998 a las 23:10 (hora europea),
la Voyager 1 se encontraba a 10 400 000 000 km de la Tierra,
récord establecido una década antes por la sonda Pioneer 10.
En septiembre de 2004, la Voyager 1 alcanzó una distancia
de 14 000 millones de kilómetros (93,2 UA, 8700 millones de
millas o 13 horas luz) del Sol y es, por lo tanto, el objeto
más lejano construido por el ser humano. El 15 de agosto de
2006, la sonda Voyager 1 alcanzó la distancia con respecto
al Sol de 100 UA, esto es, casi 15 000 millones de kilómetros.
En 2020 alcanzó la distancia de 148 UA. Se aleja con una velocidad
de 3,6 unidades astronómicas (29 minutos-luz) por año del
Sol, lo que corresponde a 17 km/s. Medidas exactas apuntan
a que la velocidad disminuye muy lentamente de forma imprevista.
Las causas de este frenado son objeto de diversas controversias.
En una declaración de prensa, el 24 de mayo de 2005 la NASA
declaró que la Voyager 1 había alcanzado, como primer objeto
construido por el humano, la zona llamada frente de choque
de terminación, y continuará viajando por la región conocida
como heliofunda, la última frontera del sistema solar, próxima
a la heliopausa.
Buen viaje, campeona.
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