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28 - Octubre - 2021
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En la década de 1960, los arqueólogos noruegos Helge Ingstad y Anne Stine Ingstad descubrieron los restos de un asentamiento humano en el yacimiento de L'Anse-aux-Meadows en la península septentrional de Terranova, Canadá, que pertenecía a los nórdicos. Fue el primer y único registro conocido y confirmado de que los vikingos habían cruzado el océano de Europa a América. Aunque la época vikinga se extendió del siglo VIII al XI, faltaba por determinar la antigüedad del sitio arqueológico en el continente americano. Un nuevo estudio, publicado en la revista Nature, ha logrado datar por radiocarbono unos artefactos de madera como alfileres, clavos y otras herramientas atribuibles, a los nórdicos en el año 1021 después de Cristo.

“Nuestro enfoque es muy nuevo y se basa en algunos desarrollos recientes de la ciencia del radiocarbono”, señalan a SINC Michael Dee y Margot Kuitems, de la Universidad de Groninga en Países Bajos y coautores del trabajo, que ya habían empleado el procedimiento en otro estudio. “El método de datación es preciso hasta el año exacto”, zanjan los investigadores. La técnica se basa en detectar en los árboles los aumentos repentinos de los niveles de radiocarbono en la atmósfera creados por las tormentas solares masivas en el pasado. “Este incremento es absorbido por los árboles y se incorpora al anillo de crecimiento de ese año. Sabíamos que uno de esos eventos de rayos cósmicos se produjo en el año 993, así que intentamos localizar este mismo aumento en los anillos de crecimiento de los restos de madera vikingos”, explica Dee. “Todo lo que necesitábamos hacer era contar los anillos del árbol hasta el borde para determinar cuál fue el último año de crecimiento”, continúa Kuitems. Los autores afirman que la fecha de 1021 establece un nuevo punto de referencia para el conocimiento europeo de América.

La datación por radiocarbono de artefactos de madera, descubiertos en un yacimiento arqueológico de Terranova, Canadá, revela lo que puede ser el registro más antiguo conocido de humanos cruzando de Europa a América.

Los artilugios fueron encontrados en los estratos nórdicos del yacimiento canadiense, pero, además, presentaban marcas de corte y superficies limpias que solo podían haber sido realizadas por hojas de metal. “Los indígenas de la región en aquella época no fabricaban metal, pero los vikingos sí”, aseveran a SINC los científicos. Al confirmar la pertenencia vikinga y la antigüedad del asentamiento, el estudio plantea algunas preguntas, que en la actualidad no se pueden responder. “¿Estuvieron allí más tiempo? ¿Volvieron muchas veces? ¿O fue este año 1021 –el único producido por nuestras tres muestras– el único año en que los vikingos estuvieron allí?”, dicen los autores. Por otra parte, cuando el 12 de octubre de 1492 la expedición española dirigida por Cristóbal Colón llegó a la isla de Guanahaní, posteriormente bautizada como San Salvador, pocos imaginaban que en realidad, otro pueblo, los vikingos, ya habían pisado América unos siglos antes. O sí. “¿Hasta qué punto estaba extendido en la Europa medieval este conocimiento de las Américas? ¿Es posible que los españoles ya supieran de la existencia de tierras al otro lado del Atlántico incluso antes de que Colón zarpara?”, se cuestionan Dee y Kuitems.

Según los científicos, la investigación es un punto de referencia importante en toda la historia de la humanidad. “Esta es la primera evidencia de la travesía del Atlántico, y este océano fue la última parte de la Tierra que no fue atravesada por los humanos ¡desde que emigramos de África!”, concluyen.

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Vikingo (del nórdico antiguo víkingr) es el principal nombre dado a los guerreros germánicos que realizaban incursiones de saqueos, provenientes de los pueblos nórdicos procedentes de Escandinavia, famosos por ser grandes navegantes y por llevar a cabo pillajes y ataques en Europa. Dependiendo del contexto y de la interpretación del autor, puede usarse el nombre para referirse a los incursores de esta procedencia o a sus países de origen. La metonimia ha llevado a que el nombre se siga usando aún hoy en día de forma coloquial para referirse a los países escandinavos. Su lengua era el nórdico antiguo. Si bien existen referencias vagas a pueblos germánicos del mar Báltico y Escandinavia en las fuentes romanas, sus ataques y su aparición en la escena política europea cobran relevancia con el saqueo del monasterio de Lindisfarne (793) en el norte de Gran Bretaña, al que pronto siguieron ataques a otros monasterios.

Los anales y crónicas de los dos siglos siguientes están repletos de relatos aterradores. Su actuar violento aterrorizó a las antiguas comunidades, que, aunque acostumbradas a la guerra, no tenían forma de prever cuándo habría una incursión y sufrían una carencia de poderes fuertes en los comienzos de la Edad Media. Estos ataques sumados a los de los húngaros y ávaros, a la presión de pueblos eslavos en Europa Oriental y a la de los árabes en el Sur fueron tanto causa como consecuencia de un período de inestabilidad que favoreció la descentralización política del feudalismo.

Daneses a punto de invadir Inglaterra, Miscelánea sobre la vida de san Edmundo, siglo XII.

Durante los siglos siguientes, los vikingos y sus descendientes tuvieron gran influencia en la historia europea. En las islas británicas gobernaron durante muchos años hasta ser finalmente derrotados por los normandos, descendientes de vikingos que habían recibido tierras en Normandía (Francia). En Italia fundaron el reino normando de Sicilia e incluso llegaron a influir con sus incursiones en el Califato de Córdoba y en el Imperio bizantino. A través de los ríos del norte intervinieron repetidas veces en el mar Báltico y en Rusia, cuyos primeros estados (la Rus de Kiev) aparecen vinculados a aventureros vikingos. Se suele datar el final del periodo vikingo con la caída del rey Harald el Despiadado, que murió en la batalla del puente Stamford en el año 1066 cuando intentaba tomar posesión del territorio de Inglaterra; aunque los historiadores daneses amplían hasta 1085 con el final del reinado de Canuto IV de Dinamarca. Si bien la influencia nórdica siguió siendo relevante, la aculturización de normandos en Francia, Inglaterra e Italia, las victorias militares de varios estados como Francia que lograron asegurar las costas y la propia disminución de incursiones escandinavas con la cristianización de Escandinavia supusieron paulatinamente el final de su actividad tal y como se conocía.

La aventuras épicas de los vikingos ha sido una fuente inagotable de inspiración para el mundo del cine. Películas de vikingos antiguas y actuales relatan las historias de estos fieros guerreros y conquistadores originarios de noruega, dinamarca y otras tierras nórdicas. Centenares de actores han dado vida a los protagonistas de hazañas tales como la conquista de Islandia o el descubrimiento de América cinco siglos antes que el propio Cristóbal Colón. Películas de dibujos y animación infantiles o buenos films para adultos con los que pasar muy buenos momentos de entretenimiento.

Mordían sus escudos y eran fuertes como osos o bueyes salvajes. Mataban a la gente y ni el fuego ni el hierro los podían vencer», escribió Snorri Sturluson (1179-1241), el autor islandés que dio forma a las más conocidas sagas de la mitología nórdica. Los historiadores están de acuerdo en que los berserker sembraban la muerte en los campos de batalla como integrantes de los ejércitos vikingos. Sobre cómo se explica su fuerza sobrehumana hay menos unanimidad. El psicólogo e historiador de la medicina Max Cooper ha sorprendido con una nueva interpretación. En un artículo en la revista History of Psychiatry plantea que los berserker fueron precursores de los yihadistas de hoy en día, la única diferencia es que ellos no adoraban a Alá, sino al dios nórdico Odín.

Responde así a una de las cuestiones que más quebraderos de cabeza provocan a los investigadores: el estado casi demente en el que estos guerreros entraban en combate.

Algunos relatos antiguos cuentan que arrojaban espuma por la boca y aullaban como fieras salvajes. Samuel Ödmann –un erudito sueco del siglo XVIII– creyó haber descubierto el secreto de ese furor asesino: el consumo de Amanita muscaria, un hongo alucinógeno. Esta teoría ahora se considera poco plausible. «Los berserker tenían fama de ser unos guerreros muy diestros», escribe Cooper. Y el consumo de estos hongos no provoca una agresividad desatada, sino más bien un estado de «embriaguez incapacitante».

Un nuevo estudio elaborado por el doctorando Karsten Fatur (etnobotánico de la facultad de farmacia de la Universidad de Ljubljana) ha puesto en duda la teoría de la «Amanita muscaria» y ha afirmado que existe otra planta cuyos efectos secundarios se ajustan mucho más a los síntomas que los berserkers habrían mostrado en batalla: el «Hyoscyamus niger» o beleño negro. Sus conclusiones, que ya habían sido expuestas en un artículo publicado el noviembre del pasado año bajo el título «Sagas of the Solanaceae: Speculative ethnobotanical perspectives on the Norse berserkers», saltó a la actualidad después de que el diario «The Times» le entrevistara el pasado año.

La victoria de este investigador ha sido contrastar las dos posibilidades. Y es que, la teoría de que el beleño negro era utilizado por los berserker ya había sido esgrimida por otros autores. Ejemplo de ello es que se recoge de forma sucinta en el dossier divulgativo «La furia vikinga, el cáñamo y la amanita muscaria», elaborado por Mónica Hinojosa e Isidro Marín-Gutiérrez. «Los vikingos consumían cerveza con beleño negro, planta enteogénea de la familia de las solanáceas. Esta produce una sensación de gran ligereza, parece que uno pierde peso y se siente tan ingrávido que acaba creyendo que se eleva por los aires», explica.

Gracias a diferentes hallazgos arqueológicos (entre ellos, unas figuras de ajedrez del siglo XII en las que aparecen representados con grandes dientes) se sabe que mordían sus escudos por pura ira antes de la contienda. Una furia que provenía del estado de trance en el que entraban («berserkergang») en espera del enfrentamiento. «Se lanzaban al combate con furia ciega. Se ha testimoniado el caso de que se arrojaban al agua antes de tiempo desde un drakkar y se ahogaban», añaden los autores del mencionado dossier.

¿Es posible que los berserker fueran unos psicópatas? El problema con esta teoría es que la psicopatía no es un cuadro médico que se pueda activar y desactivar a voluntad. En el caso de los berserker, el estado de furor homicida solo abarcaba la duración del combate. «Después de haber dado rienda suelta a su rabia, eran frágiles como niños pequeños», cuenta Cooper.

Los berserker eran el cuerpo de élite que los reyes vikingos utilizaban como fuerza de choque. Se creía que eran indestructibles.

La psicología contempla un trastorno más afín: la figura del trastorno de identidad disociativo. La personalidad de los afectados se fragmenta en diferentes identidades, que se adueñan de forma temporal del cuerpo. A pesar de ello, el investigador no termina de encontrar convincente la hipótesis porque el trastorno conlleva una incapacidad paralizante. Así que Cooper opta por otra teoría: lo que hacían era llevar a su extremo la fe religiosa de las sociedades escandinavas. «La religión era el opio de aquella jauría de guerreros», sentencia el doctor Cooper. Efectivamente, admite Cooper, hay «paralelismos interesantes» entre lo que los psiquiatras observan durante los episodios disociativos de personas psicóticas y el estado de confusión mental en el que entraban los berserker.

No temían a la muerte porque, según la mitología nórdica, «Odín acoge a todos aquellos que caen en combate». Por eso, los compara con los actuales yihadistas. Con la consolidación del cristianismo en Escandinavia en torno al año 1000, los berserker desaparecieron de los campos de batalla como si nunca hubiesen existido

Egil Skallagrimsson, que vivió en torno a 910, es un ejemplo de cómo el furor berserker se transmitía de generación en generación. Su personaje inspiró una de las sagas islandesas más famosas. Uno de los abuelos de Egil, Kveld-Úlfur, de fuerza descomunal, sembraba el terror cubierto con una piel de lobo. Su padre, por su parte, entraba en tales trances de furia incontrolada que incluso quiso matar a su hijo.

El propio Egil cometió su primer asesinato con solo seis años, cuando, furioso por haber perdido en un juego de pelota, golpeó con su hacha a un chico. Más tarde le rompería el cuello de un mordisco a un contrincante. Lo que no impedía que Egil fuese un sensible poeta.

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