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17 - Marzo - 2020
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Por cada ciudadano de la Unión Europea, se genera aproximadamente una tonelada de escombros al año. En España es aún más, según documentos públicos del Gobierno: los residuos de obra y demolición suponen un 40% de todos los desechos, entre 10 y 15 puntos más que la media europea. Pero mientras los españoles, lentamente, asumen su responsabilidad de reducir y reciclar basura doméstica, el enorme sector de la construcción todavía no ha abrazado los principios de la economía circular. Cascotes, ladrillos, marcos de puertas, tuberías, vigas, cables... Los residuos rebosan en vertederos, normalmente ilegales, por todo el país. Francia abordó un ambicioso plan de economía circular y también ha mostrado su preocupación por los residuos de construcción y demolición (RDC). Lo definió la secretaria de Estado de Transición Energética y alma del proyecto, Brune Poirson: “Solo en moqueta no usada se tira al año el equivalente a un rollo que podría cubrir la ruta de Lille a Marsella”, unos 1.000 kilómetros.

Esta tragedia económica y medioambiental es evitable, porque los principales restos de obra —hormigón, materiales cerámicos y aglomerado asfáltico— son “de los pocos residuos que se pueden reciclar infinitamente”. Así lo afirma el ingeniero Pablo Pérez, director técnico del Grupo de Interés Áridos Reciclados, que engloba a las empresas dedicadas a valorizar escombros en Andalucía, Galicia y Madrid. Parte del problema es que en España “no hay cultura” de separar los residuos en la obra o de realizar demoliciones selectivas. La alternativa más fácil y más barata, verter desechos mezclados, es ilegal pero suele salir impune.

Desde el año 2008, un real decreto exige el tratamiento de todos los desperdicios de obra por gestores autorizados, empresas que deben priorizar el reciclaje y recurrir a los vertederos solo en última instancia. “Eso se cumple en todos los tipos de residuos excepto en los de construcción”, denuncia Benito García, portavoz del grupo. Fuentes del Ministerio de Transición Ecológica confirman que España tiene abierto un expediente europeo de infracción por incumplir la Directiva Marco de Residuos, debido a la deficiente gestión de los restos de obra.

Toneladas de escombros acaban en vertederos ilegales en toda España.

“La realidad hoy es que tan solo una cuarta parte de los residuos de construcción y demolición en España acaban en manos de un gestor autorizado”, asegura García. Esos escombros se reciclan muy eficientemente, llegando a aprovecharse en torno al 90% para fabricar nuevos materiales de construcción. Pero las tres cuartas partes restantes de basura que no llegan a la planta de reciclaje acaban rellenando antiguos huecos mineros, o en vertederos ilegales que contaminan montes, valles y costas de la Península. Para las empresas de reciclaje, “lo más grave y preocupante, porque además de presunto delito ambiental supone competencia desleal, es la existencia de vertederos ilegales comerciales, que cobran por descartar residuos sin ningún tratamiento”.

Recientemente, Arcodega, la Asociación de Recicladores de Residuos de Construcción y Demolición de Galicia, denunció a la empresa MV Gestión por delito ambiental, acusando a este “gestor irregular” de verter residuos mezclados y sin tratar en un enorme hueco minero de Lugo. Según informa La Voz de Galicia, la denuncia sugeria además “prevaricación por omisión” de las autoridades, que “siendo conocedoras, evitan actuar para reponer la legitimidad”. Los denunciantes aseguraron que este caso, junto con el de una escombrera ilegal en Nerja (Málaga), cercana al río De la Miel, son dos raros ejemplos de fiscalización, pero apenas representan “la punta del iceberg” del desastre que es la gestión de estos desechos en España.

Para cumplir el real decreto, cada ayuntamiento debería recaudar una fianza de los promotores o particulares que solicitan una licencia de obra. El depósito se devuelve cuando estos certifican la correcta eliminación de sus residuos. Pero el Grupo de Interés Áridos Reciclados estima que tan solo un 8% de los consistorios españoles exige este aval. La Federación RCD, un grupo análogo que defiende los intereses de gestores de escombros en Castilla y León, Extremadura, País Vasco y Cataluña, calcula que la cifra apenas llega a un 5% de los ayuntamientos (al tener en cuenta que País Vasco y Cataluña, más avanzados en la gestión de residuos, suben la media española).

Peor aún, la normativa no siempre funciona, según cuenta Ana Laforga, consultora ambiental independiente y docente de un curso de gestión de este tipo de residuos en la escuela de formación ISM. Para una obra de vivienda o de un pequeño local comercial con presupuesto de medio millón de euros, la fianza de gestión de residuos podría ser de tan solo 150 euros. Es una proporción irrisoria del total que mucha gente “se toma como un gasto más de la obra”, explica Laforga, aunque matiza que las grandes promotoras sí suelen ser más respetuosas con el reglamento, “aunque solo sea por su imagen corporativa”.

Quienes denuncian la desidia de las autoridades piden también mayores alicientes para el reciclaje. Dado que la grava, la arena y otros materiales rocosos fabricados a partir de escombros cuestan lo mismo que los áridos naturales, los constructores tienden a escoger aquellos que se extraen de las canteras. Promover el uso de los materiales reciclados pasa por certificar su calidad e incentivar su compra, como ya ha hecho el Ayuntamiento de Málaga, con medidas pioneras para la contratación de obras públicas.

La Subdirección General de Residuos del Ministerio de Transición Ecológica asegura que a nivel nacional también “se ha estado trabajando en medidas que impulsen el consumo de áridos reciclados”, como la estrategia de economía circular —en fase de elaboración por el departamento y publicada en borrador público el año pasado— o la guía para la “rehabilitación de espacios degradados con residuos de construcción y demolición”. Desde el sector del reciclaje de estos materiales, sin embargo, alegan que esto último es “un eufemismo”: no es verdadero reciclaje, sino “un desperdicio de recursos” ideado con el único fin de alcanzar los objetivos internacionales de valorización de estos residuos, fijados en un 70% para el año 2020 por la Directiva Marco de Residuos.

Estamos lejos de la meta, incluso haciendo apaños. “En el año 2016 se generaron en España 13.839.038 toneladas de residuos de construcción y demolición, valorizándose un 54% de estos residuos”, declaran las mismas fuentes del ministerio. Es un cálculo que no contempla los residuos gestionados ilegalmente. Y, sin embargo, ahí están: en Lugo, en Nerja, y en el resto de los vertederos clandestinos de España.

Algunos restos de construcción, como el amianto, la pintura o las lámparas fluorescentes, son peligrosos y contaminantes. Su gestión está regulada, pero existen vertidos olvidados de los que ninguna administración se quiere hacer cargo. En el barrio toledano de El Polígono, la asociación de vecinos El Tajo ha identificado 19 focos de amianto, y la Consejería de Medio Ambiente reconoce nueve. Enormes restos del fibrocemento, conocido causante de cáncer, mesotelioma y asbestosis, yacen allí desde que la antigua empresa Ibertubo los abandonó a finales del siglo pasado. “Ahora la administración está actuando, lo llaman sellado”, dice Gemma Ruiz, presidenta de la asociación. Pero retirar los restos es un engorro; meramente se “tapan con tierra”, y hasta ahora “solo un 20%”, estima Ruiz.

CATALUÑA.

La Generalitat de Cataluña tendrá que gastarse hasta 159 millones de euros en limpiar y restaurar la antigua cantera de arcilla ocupada por un gigantesco vertedero ilegal con el que Jordi Pujol Ferrusola hizo a principios de la pasada década un pelotazo de 5,3 millones de euros, según los documentos consultados por EL PAÍS. La instalación, llamada Vacamorta y situada en Cruïlles, en el turístico Baix Empordà (Girona), ocupa una superficie de 15,4 hectáreas y en algunas zonas los residuos alcanzan los 70 metros de profundidad. Un vaciado de estas dimensiones —ordenado por una sentencia firme del Tribunal Supremo de 2014— obliga a retirar 2,9 millones de desechos y tierras contaminadas. Para ello, serán necesarios 143.000 viajes de camión —a un ritmo de uno cada cinco minutos durante cinco años—, según el anteproyecto encargado por la Generalitat.

El destino de los residuos ni siquiera está claro, ya que el volumen a trasladar llevaría al límite de su capacidad a los tres vertederos existentes en Cataluña y quizá sea necesario abrir otro nuevo. Fangos procedentes de depuradoras y plantas de tratamiento (49% del total), residuos industriales (27%) y restos de obras (13%) son los desechos más abundantes en Vacamorta.

No hay precedentes de una operación parecida tan gravosa en España. Limpiar los lodos de la catástrofe de Aznalcóllar, por ejemplo, costó a la Junta de Andalucía apenas 90 millones de euros. En relación con la población de Cataluña (7,5 millones), el vaciado de Vacamorta tendrá un coste en fondos públicos de unos 20 euros per cápita.

El anteproyecto estudia cinco alternativas, aunque solo dos de ellas serían hoy viables —y no sin problemas— con los medios de la Generalitat, teniendo además en cuenta que el Gobierno catalán ya está incumpliendo los dos años que el Supremo fijaba para vaciar la instalación. Esas dos opciones suponen la salida de Vacamorta de 120 camiones al día cargados con 20 toneladas de residuos, en 250 jornadas de trabajo anuales de 10 horas. A este ritmo, serían necesarios 4 años y 10 meses.

La alternativa 1A, con un coste de 159,5 millones de euros, prevé llevar todos los residuos al vertedero de Riba-roja d‘Ebre (Tarragona), una instalación a punto de ser estrenada y situada literalmente en la otra punta de Cataluña (a 320 kilómetros). Esta opción, además, reduciría la vida útil del nuevo vertedero de 24 a solo seis años, ya que los residuos de Vacamorta llenarían casi dos tercios de su capacidad.

La opción 1B, en cambio, divide los residuos de Vacamorta entre tres vertederos: el de Riba-roja, el de Tivissa (a 275 kilómetros, también en Tarragona) y el de Hostalets de Pierola (a 157 kilómetros, en Barcelona). Esta opción, presupuestada en 146,8 millones de euros, colapsaría en poco tiempo —15 meses y tres años, respectivamente— los dos últimos, lo que además bloquearía su uso para las industrias locales.

Ante esta situación, el anteproyecto se inclina por el plan 1C, que supone la creación de un nuevo vertedero más cercano a Cruïlles —en un radio de 60 a 80 kilómetros—. Esta opción, sin embargo, tiene dos problemas que cuestionan su viabilidad. La primera, admite el propio anteproyecto, es que retrasaría cinco años el vaciado de Vacamorta —tiempo necesario para tramitar y construir el vertedero—, lo que choca con los plazos fijados por el Supremo. A ello habría que sumar la dificultad de consensuar en la actual situación política de Cataluña una ubicación que no se tope con una fuerte oposición social. Esta opción sería la más barata —81 millones—, aunque la estimación no incluye los costes del nuevo vertedero.

Por último, el anteproyecto estudia otras dos opciones, las denominadas 2A y 2B, que implican un cambio radical. Se trata en ambos casos de aplicar la tecnología denominada llamada “minería de vertedero”: procesar en origen los residuos para obtener de ellos todos los materiales, como metales, a los que se puede dar un nuevo uso. Este sistema, sin embargo, tiene el problema de que es muy lento —llevaría 37 años procesar todos los residuos—, algo que choca con la sentencia del Supremo y las demandas de las entidades que han logrado el cierre de Vacamorta en los tribunales, como la Plataforma Alternativa al Vertedero de Cruïlles (PAAC).

El Consejo de Dirección de la Agencia de Residuos de Cataluña (ARC) aprobó en 2016 subvencionar íntegramente con 233.700 euros el Consejo Comarcal del Solsonès, que mejore las instalaciones del centro de tratamiento de residuos municipales de Clariana de Cardener. Las mejoras consistieron en adecuar un espacio en el depósito antiguo clausurado para realizar tareas de minería de vertedero (Landfill mining); realizar actuaciones de mejora en obra civil; y adquirir maquinaria para mejorar los procesos. Esta instalación integra en cada una de sus fases la promoción de los residuos como recursos para la producción de materiales que se pueden devolver a los procesos productivos, para avanzar efectivamente hacia la economía circular. La ARC, sin embargo, quiso ir más allá del tratamiento previo de los residuos, lo que se hace antes de depositarlos en el vertedero. Por ello ha apostó por un diseño destinado a posibilitar el desarrollo de la minería de vertedero, que es el proceso de recuperación de materiales residuales de los depósitos controlados para un uso posterior como materiales secundarios y, cuando no es posible, para su reaprovechamiento energético.

De esta manera, la planta de Clariana fue la primera del país que experimenta con esta técnica. La implantación de la minería de vertedero puede significar un impulso económico para Cataluña, propiciar la creación de puestos de trabajo, favorecer la reducción de la dependencia exterior de algunas materias primas, y contribuir a los objetivos de mitigación del cambio climático, con la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. El órgano de dirección de la ARC también aprobó destinar 246.300 euros al Consorcio del Bages para la gestión de los residuos para realizar mejoras en la planta de tratamiento biológico de Manresa. Esta financiación permitió instalar una criba rotatorio de doble malla y un sistema de control de polvo.

Pese a los enormes costes económicos y ambientales del plan, la Generalitat ni siquiera preveia limpiar el vertedero en su totalidad. El Gobierno catalán interpretó que la sentencia del Supremo solo la obligaba a retirar los residuos depositados a partir de 2003. Completada toda la operación, quedarían en la zona aún más de 330.000 toneladas correspondientes a los materiales acumulados entre 2000 y 2003, que serían sellados y cubiertos de tierra. Esta interpretación es rechazada por la PAAC, la entidad ecologista CEPA y el Ayuntamiento de Cruïlles, que prepararon unas alegaciones conjuntas al anteproyecto para exigir al Gobierno catalán el vaciado total de Vacamorta. La larga batalla legal contra el vertedero de Vacamorta se prolongó durante 15 años y ha necesitado de cinco sentencias para que finalmente la Generalitat ordenara su clausura, el pasado 13 de noviembrede 2015. En la interlocutoria del TSJC, el alto tribunal también destacó que el informe de la Agència Catalana de Residus aportado por la Generalitat, en el que se advertia de las consecuencias ambientales que tendría la retirada de esos 2,2 millones de desechos, no evidencia ninguna “imposibiliad técnica” para llevar a cabo el vaciado del vertedero.

El vertedero de Vacamorta era uno de los negocios investigados por la Audiencia Nacional en el caso Pujol. La Fiscalía Anticorrupción consideró que Jordi Pujol Ferrusola —como ya hizo con otro vertedero situado en Tivissa (Tarragona)— utilizó las influencias que tenía en la Generalitat y en Convergència (CDC) para sacar adelante un proyecto que siempre que llegó a los tribunales se declaró ilegal. La primera vez fue en julio de 2002, solo dos años después de su apertura y tras un recurso presentado por la Plataforma Alternativa al Vertedero de Cruïlles.

Un juzgado de Girona anuló la licencia de actividad concedida en 2000 por la Generalitat y declaró ilegal la instalación. Entre otras razones, por estar a solo 400 metros de una urbanización. La sentencia, confirmada por el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC), ordenó la clausura del vertedero en febrero de 2003. El cierre, sin embargo, apenas duró un mes y medio.

La Generalitat, apoyándose en un cambio legislativo, concedió de nuevo la autorización ambiental al vertedero en abril de ese año. La PAAC volvió a recurrir a los tribunales y en 2006 el TSJC volvió a darle la razón. Por entonces, Pujol Ferrusola ya no era propietario del vertedero. Entre 2003 y 2004, él y sus dos socios locales habían vendido el 80% negocio a Fomento de Construcciones y Contratas (FCC) por 13,2 millones de euros.

Oculto en una larga cadena de sociedades instrumentales que terminaba en la Isla de Man —un conocido paraíso fiscal— y tras invertir 277.000 euros, Pujol Ferrusola ingresó con la venta del vertedero 5,5 millones, según destapó hace dos años EL PAÍS y ha confirmado un reciente informe de la Agencia Tributaria. FCC gestionó el vertedero desde entonces y hasta 2014, cuando la Generalitat ordenó su clausura tras la sentencia firme del Supremo, que confirmó la del TSJC de 2006.

El estudio de impacto ambiental que acompaña el anteproyecto del vaciado de Vacamorta revela las grandes repercusiones para el medio ambiente que tendrá la operación. El estudio calcula que los trabajos liberarán a la atmósfera “entre 180.000 y 350.000 metros cúbicos de biogás”, formado en “un 46% por metano”, causante del efecto invernadero. También destaca que el traslado de los residuos consumirá hasta 25,7 millones de litros de gasoil y alerta sobre los “fuertes olores” que los desechos provocarán “en la zona y las poblaciones cercanas al recorrido de los camiones”. La conclusión del informe es que la forma de reducir al máximo el impacto al medio ambiente sería sellar los residuos y dejarlos donde están.

El vertedero de Vacamorta, en febrero del 2014, antes de ser clausurado.

ZALDIBAR.

Las ventanas de buena parte de los 50.000 vecinos de los alrededores del vertedero de Zaldibar (Gipuzkoa) permanecen cerradas desde el estallido de la noticia. El Gobierno vasco recomendó no ventilar las viviendas, especialmente por las noches, y evitar hacer deporte al aire libre como medida de precaución por las sustancias tóxicas que comenzó a emitir la planta tras su derrumbe. Los expertos insisten en que las concentraciones no son preocupantes para la salud, pero las autoridades mantienen las recomendaciones.

El jueves 6 de febrero de 2020 colapsó el vertedero de Zaldibar (Bizkaia). El lunes 10 el lehendakari, Iñigo Urkullu, anticipó las elecciones vascas al 5 de abril para no coincidir con las catalanas. Entonces aseguró que su presencia en la zona, con dos trabajadores aún sepultados, no aportaba nada. El miércoles, casi una semana después de la tragedia, acudió. Y al duodécimo día, pidió perdón. Era demasiado tarde: el alud ya había entrado en la agenda política.

¿Qué tóxicos se han emitido? Dioxinas y furanos, ambos pertenecientes a una familia de sustancias que se pueden generar por la combustión del cloro o materiales que lo contienen, como puede ser el PVC. ¿Cómo se han producido las emisiones? La fermentación de la materia orgánica del vertedero produce metano, que es inflamable. Según Julen Rekondo, técnico asesor ambiental, este tipo de residuos no debería estar presente en un vertedero industrial como el de Zaldibar. ¿Cuáles son los niveles registrados? La concentración habitual de estas sustancias en el aire es de entre 10 y 50 femtogramos (una milmillonésima parte de un microgramo) por metro cúbico. La medición en los alrededores del vertedero era entre 40 y 50 veces mayor. Sin embargo, en opinión de Begoña Jiménez, investigadora del CSIC, siguen siendo proporciones “muy bajas” y no deberían ser preocupantes para la ciudadanía.

Imagen aérea del estado en el que quedó la zona tras el derrumbe.

¿A qué niveles son peligrosos? La Organización Mundial de la Salud (OMS) no establece niveles seguros en aire, puesto que la inhalación de estas sustancias es mínima: supone entre el 1% y el 2% de lo que llega al organismo a través de alimentos. Jiménez explica que podrían preocupar proporciones mucho más altas o que estas se prolongasen en el aire durante mucho tiempo, algo altamente improbable. ¿Cuánto tiempo estarán presentes las sustancias en la atmósfera? Jiménez asegura que las muestras que se han analizado son del 10 de febrero, por lo que es previsible que en la actualidad sean menores, teniendo en cuenta que los incendios han remitido. Además, cuanto más lejos del vertedero, más diluidas están, así que las sustancias tóxicas que respiran los vecinos de la zona son con toda probabilidad mucho más bajas que las que se midieron. Pero los expertos no pueden determinar cuánto durarán estos niveles más elevados de lo normal.

¿Qué efectos tienen estas sustancias en la salud? Niveles muy altos (mucho más que los medidos) a corto plazo pueden provocar lesiones en la piel, según la OMS. Una exposición ambiental prolongada puede causar un rango de dolencias, que incluyen afecciones al sistema inmunitario, efectos sobre el desarrollo neurológico, en las hormonas tiroideas y en la función reproductiva. Afectan especialmente a fetos y neonatos. Experimentos en animales también han mostrado efectos cancerígenos en una amplia variedad de tumores. ¿Es preocupante el amianto que había en el vertedero? En el vertedero había casi 10.000 toneladas de amianto, una sustancia altamente cancerígena, por lo que los obreros que trabajaban en la zona tuvieron que tomar medidas de protección especial. Sin embargo, en las mediciones diarias del Gobierno Vasco no se han detectado fibras de este material, por lo que “no hay peligro para la salud”. ¿Están contaminadas las aguas? Se han detectado niveles más altos de lo normal de amonio, pero “no en una cantidad preocupante para la salud”, subraya Rekondo. Las dioxinas y furanos son poco solubles en agua, así que su llegada a los ríos no es probable.

¿Es beneficiosa la lluvia? Las precipitaciones ayudan a asentarse a las partículas en el aire, así que en ese sentido es positiva, pero dificulta los trabajos de las máquinas y hace más probables los deslizamientos. ¿Cómo se produjo el derrumbe? Es algo que los técnicos están estudiando. Rekondo explica que el vertedero funciona desde 2011 y en nueve años había acumulada la cantidad de residuos prevista para casi 35. “Este ritmo acelerado pudo provocar que no se asentasen y se produjese el deslizamiento”, asegura.

El término metal pesado se refiere a cualquier elemento químico metálico que tiene una densidad relativamente alta y puede ser tóxico o venenoso en concentraciones bajas. Los metales pesados son componentes naturales de la corteza terrestre. No pueden ser degradados o destruidos naturalmente. Algunos metales pesados (por ejemplo, cobre, selenio, zinc) son esenciales para mantener el metabolismo del cuerpo humano. Sin embargo, a concentraciones altas pueden conducir a la intoxicación. El envenenamiento por metales pesados puede suceder si se consume agua contaminada con alguno de estos metales, las concentraciones altas en el aire que estén cerca de las fuentes de emisión, o la ingesta a través de la cadena alimentaria.

Un estudio científico basado en la presencia de metales pesados en la ría de Huelva, desveló la existencia de altos niveles de zinc, cobre y plomo en las aguas de la ría, además de estar presente en los sedimentos del lecho del río y estar disponible en las especies de peces estudiados.

Aluminio:

Aunque el aluminio no es un metal pesado (gravedad específica de 2.55 a 2.80), que representa aproximadamente el 8% de la superficie de la tierra y es el tercer elemento más abundante. Es fácilmente disponible para la ingestión humana a través del agua potable.

Arsénico:

El arsénico es la causa más común de intoxicación por metales pesados aguda en adultos. El arsénico se libera en el medio ambiente por el proceso de fundición de cobre, zinc y plomo, así como por la fabricación de productos químicos y gafas. El gas arsano (AsH3) es un subproducto producido en la fabricación de plaguicidas que contienen arsénico. El arsénico también se puede encontrar en los suministros de agua, dando lugar a la exposición en los mariscos, el bacalao, el eglefino y algunos otros alimentos marinos, otras fuentes de exposición son las pinturas, raticidas, fungicidas y conservadores de la madera.

Cadmio:

El cadmio es un subproducto en la minería en la fundición de plomo y zinc, en las baterías de níquel-cadmio, plásticas de PVC, y pigmentos de la pintura, en la fabricación de galvanizado cuando se fabrican las aleaciones con el zinc.

Cobre:

El cobre a concentraciones altas puede ser tóxico. Los efectos de saludo son los siguientes: puede causar vómitos, diarrea, pérdida de fuerza o, para una exposición grave, cirrosis del hígado. El cobre hidratado es de un color azul-verde, se puede observar cuando sale del interior de las tuberías y aparece en el agua como un precipitado.

Hierro / Fierro:

El hierro es un metal pesado común en el agua, hay que tener cuidado en ingestión de suplementos de hierro, y en la dieta puede envenenar de forma aguda los niños pequeños. La Ingestión representa la mayor intoxicación de hierro para las personas porque este metal se absorbe rápidamente en el tracto gastrointestinal. La naturaleza corrosiva del hierro parece aumentar aún más la absorción. Puede causar una mancha de color rojo o marrón oxidado en los accesorios o ropa y / o al agua dar un sabor metálico.

Mercurio:

El mercurio se genera de forma natural en el medio ambiente en la desgasificación de la corteza terrestre y las emisiones volcánicas. Existe en tres formas en que encontramos este elemento: mercurio elemental, mercurio orgánico e inorgánico.

Plomo:

El Plomo es un metal muy blando, se utilizó en las tuberías, drenajes y materiales de soldadura durante muchos años, y se prohibió después de descubrir su capacidad bioacumulativa en el cuerpo humano. A pesar de eso los hogares construidos antes de 1940 todavía pueden contiener plomo (por ejemplo, en las superficies pintadas), dando lugar a la exposición crónica en el hogar. Cada año, la industria produce alrededor de 2.5 millones de toneladas de plomo en todo el mundo. La mayor parte de este cable se utiliza para las baterías.

¿Cómo eliminar los metales pesados? Existen varios métodos para eliminar estos metales del agua potable:

Intercambio Iónico:

El intercambio iónico es la mejor solución cuando tienes un flujo de agua considerable, aunque hay que tener especial cuidado en la selección de la resina, para que tenga selectividad con el metal pesado que quiera eliminarse.

Catalizadores de fierro y manganeso; Los catalizadores de MnO2 sirven para precipitar fierro y manganeso en presencia de un oxidante fuerte. Aunque este precipitado de fierro pueda ser un contaminante, tiene la capacidad de adsrober algunos metales pesados como es el arsénico.

KDF:

El KDF se utiliza a nivel doméstico por fabricantes de equipos residenciales (En las regaderas por ejemplo), se utiliza en pequeñas cantidades ya que es un medio granular un tanto costoso.

Coagulación – floculación:

Es posible eliminar metales pesados con el uso de agentes coagulantes o floculantes, formando un coagulo lo suficientemente grande para ser retirado por un proceso de filtración. Es importante saber que un proceso de Coagulación – floculación necesita de un proceso extra de filtración para eliminar el coagulo o flóculo.

Filtración:

Cuando los metales pesados estén suspendidos en el agua, se utiliza el proceso de filtración para eliminarlos, aunque es raro que algún metal se encuentre en suspensión, se pueden utilizar procesos de coagulación – floculación para aumentar el tamaño del precipitado. Se puede utilizar la filtración de lecho profundo, filtros por membrana (microfiltración y ultrafiltración), y filtración por cartucho.

El informe de seguimiento de la calidad del agua del entorno del vertedero de Zaldibar realizado por la Agencia Vasca del Agua (URA) desde el derrumbe hasta el pasado 11 de febrero, detectó un aumento de la cantidad de amonio y presencia de los metales cadmio, níquel y selenio. Tras la publicación del informe, el organismo, que depende de la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno vasco, quiso tranquilizar a la ciudadanía sobre la seguridad de beber agua de grifo: "En la regata de Aixola, donde llega lo que sale del vertedero" y "con los datos disponibles hasta ahora, el vertido al río es el equivalente a un vertido de aguas residuales domésticas", afirmó la URA en su cuenta de Twitter. "A la luz de los resultados de los exhaustivos análisis y el estrecho monitoreo, el agua del grifo se puede seguir consumiendo con normalidad". Las analíticas, realizadas en la regata de Aixola y en el río Ego, y que corresponden a las muestras recogidas hasta el día 11, indicaban que el parámetro "más relevante" es el amonio, característico de los lixiviados—las partículas que arrastran los líquidos vertidos desde la zona del desprendimiento—.

Asimismo, se detectó "presencia de algunos compuestos orgánicos, tales como disolventes orgánicos (BTEX) e hidrocarburos, aunque su concentración no parece relevante", sostenia el informe. Entre sus conclusiones, el análisis de las muestras concluia que "no existe superación de las normas de calidad ambiental en ninguno de los parámetros analizados hasta el día 11, último dato disponible, a excepción de los niveles de amonio en los puntos de toma instalados en la regata Aixola, aguas abajo del vertedero, donde la superación se corresponde probablemente con el lixiviado del vertedero".

Asimismo, se detectó amonio en el punto de toma del río Ego ubicado entre Ermua y Eibar, donde el contenido en amonio, "más elevado", se debe, según señala URA, "a las aguas residuales urbanas todavía no recogidas por el sistema de colectores". La Agencia Vasca del Agua halló en sus muestras "presencia de algunos metales (cadmio, níquel y selenio), así como, desde el inicio de los controles, se ha constatado un incremento del caudal de lixiviado". Sin embargo, URA considera que, en la actualidad, "se estima que este caudal es inferior a tres litros por segundo, tanto en el incremento de la conductividad constatado como del parámetro amonio hasta el día 11 (último resultado disponible en el momento de redacción del informe)".

Por otro lado, los equipos de extinción consiguieron a los pocos días apagar los frentes del incendio en el vertedero, donde los focos humeantes mantenian en vilo a 50.000 vecinos de Zaldibar, Ermua y Eibar. El director general de la Agencia Vasca del Agua (URA), Ernesto Martínez Cabredo, así lo explicó. Martínez informó que los frentes más importantes del incendio quedaron "vencidos" y que a lo largo del siguiente día desapareceria el humo en la zona, pero advirtió que el fuego y las brasas podrían reproducirse, como acabó sucediendo. Para evitar mayores problemas, un retén permaneció en la zona. La extinción del incendio, que había provocado niveles de furanos y dioxinas que podían ser nocivos en los municipios de la comarca, facilitó las tareas de búsqueda de los dos trabajadores desaparecidos en el desprendimiento de miles de toneladas de residuos.

Un juez instructor abrió diligencias previas contra la empresa Verter Recycling 2000 SL, propietaria del vertedero derrumbado, por un presunto delito ambiental y laboral. Así lo ha desveló el consejero portavoz del Ejecutivo vasco, Josu Erkoreka, durante la rueda posterior al Consejo de Gobierno en la que no ofreció más datos sobre esa apertura de diligencias. Erkoreka afirmó también que la gestión que estaba haciendo dicha empresa sobre el derrumbe, en relación con la administración pública vasca, era "manifiestamente mejorable" en los ámbitos medioambiental y laboral.

Joaquín y Alberto, 41 días sepultados por basura en Zaldíbar... y ahora también por el Covid-19.

SOLLANA.

El síndic de Greuges de la Comunidad Valenciana, José Cholbi, abrió una queja de oficio con la finalidad de conocer cuáles eran las medidas que, desde las administraciones implicadas, se iban a adoptar para hacer frente al vertedero ilegal instalado en la planta de reciclaje abandonada en el municipio de Sollana (Valencia), con dos grandes incendios, el segundo alargado en el tiempo.

Según informó el síndic en un comunicado, la antigua fábrica "ha ido acumulando a lo largo de los años todo tipo de residuos de forma incontrolada y podría suponer un peligro latente tanto para los vecinos como para el Parque natural de l'Albufera". Por ello, el síndic, "más allá de las actuaciones que se están llevando a cabo para sofocar el incendio y minimizar sus consecuencias", se interesó "por las labores de limpieza de residuos de dicho vertedero, así como las actuaciones previstas para controlar y actuar en los suelos, en caso de que estuvieran contaminados y requieran de una actuación especial".

El defensor valenciano se dirigió al Ayuntamiento de Sollana y a la Consejería de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural para solicitarle información al respecto. Las explicaciones de las dos administraciones interpeladas llegaron poco después. El Ayuntamiento de Sollana denunció que el segundo incendio de la empresa abandonada es consecuencia de la "dejadez" de las administraciones competentes, dijo el alcalde en funciones, Juan José Martínez, quien informó de que cuando el Consistorio clausuró la empresa, en 2015, las instalaciones almacenaban unas 19.000 toneladas de residuos. Fuentes de la Consejería de Medio Ambiente informaron de que la Generalitat abrió un expediente a la empresa en 2014 y le instó a retirar el material que no era de madera, que era el tipo de residuos que estaban autorizados a gestionar.

La Generalitat añadió que la empresa procedió a retirar poco a poco el material informando "puntualmente" a la consejería del proceso hasta que se produjo la retirada de la licencia por parte del Ayuntamiento, el posterior precintado de las instalaciones y la entrada de la firma en concurso de acreedores. Según Medio Ambiente. tras el primer incendio de la empresa se utilizó una parcela colindante para depositar los restos y esperar a que estuvieran listos para retirar. El dueño de la parcela donde fueron sido depositados los residuos pidió que fueran retirados, y la consejería quiso tramitar su traslado, con un coste de unos 800.000 euros.

Mientras tanto, efectivos de bomberos comenzaron los trabajos de sectorización en el incendio de la fábrica de Sollana con una pala retro excavadora para separar la parte afectada de la que no y reducir así el combustible. El viento sopló en dirección contraria a la población por lo que no causó problemas al vecindario, como en el caso de Zaldibar, después de que ayer el Ayuntamiento recomendara a los vecinos cerrar las ventanas y no practicar deporte ante un posible cambio de viento. Como la zona afectada está dentro del parque natural de l'Albufera, todas las operaciones de los bomberos fueron dirigidas a "la sensibilidad de minimizar en la medida que sea posible el impacto" en el lago y alrededores.

El difícil equilibrio de la Albufera, un entorno único que cumple 35 años como Parque Natural. La Albufera de València representa un espacio natural de un valor medioambiental y ecológico incalculable, pero esa valía debe compatibilizarse con otros intereses urbanos, económicos y sociales en un difícil equilibrio que puede amenazar la vida de un humedal que cumple 35 años como Parque Natural. Esta laguna de 21.000 hectáreas a 10 kilómetros al sur de València representa unos de los humedales más importantes del Mediterráneo, pues por él pasan cada año miles de aves en sus procesos migratorios pero también acoge especies de gran valor ecológico y en peligro de extinción.

SESEÑA.

El vertedero de neumáticos de Seseña comenzó en 2002. “Nosotros no hubiésemos dado la licencia, fue el Gobierno del señor Bono”, insistió González Taobada del partido contrario. Creció tanto que sobrepasó la región y llegó a Madrid, la comunidad vecina. Rodríguez Taboada calculó que la empresa contratada por el Ayuntamiento de Seseña para destruir las ruedas tenia tan poca capacidad que se tardarían “tres o cuatro años en triturar los neumáticos”. Por eso Madrid era partidaria de rescindir el contrato por falta de ejecución. Tras el “órdago” a Castilla-La Mancha para abordar el problema, el vertedero se cerró con una valla y personal de seguridad vigila que no haya alarmas. De producirse un incendio, no se podría apagar con agua sino con tierra.

En 2003, el cementerio de neumáticos fue declarado ilegal por no respetar las normas medioambientales y los expedientes administrativos se acumulaban. La empresa que lo gestionaba, Disfilt SA. constituida en 1990, contaba con cuatro trabajadores y su especialidad era la fabricación de neumáticos y cámaras de caucho, además de la reconstrucción y recauchutado de neumáticos. Una sentencia judicial en enero de 2009 condenó al propietario por un delito contra el medio ambiente. Desde 2011 no hay nuevos vertidos y esa empresa no continuó. La relevó Gestión de Desechos y Ruedas Iberia que tiene los permisos necesarios.

Cruïlles, Zaldibar y Sollana son solo tres ejemplos.

La enmarañada historia del mayor vertedero de neumáticos de España El alcalde de Seseña asegura que un duopolio que controla el reciclaje de ruedas ha impedido la limpieza del cementerio.

IÑIGO DOMÍNGUEZ Seseña 13 MAY 2016 - 18:41 CEST

El alcalde de Seseña, Carlos Velázquez (Partido Popular), habla sobre el vertedero ilegal de neumáticos y los problemas que genera en la ciudad en una entrevista para EL PAÍS realizada el pasado 3 de febrero en el despacho del primer edil. El encuentro se produjo para realizar el reportaje Seseña, orgullo del ladrillo para EL PAÍS SEMANAL.

Pregunta. Los vecinos dicen que el vertedero sigue creciendo porque siguen echando ruedas por las noches.

Respuesta. Son rumores, hablar por hablar. Saben que hasta hace unos meses, hasta marzo de 2015, se ha estado trabajando, hasta por las noches, sacando neumáticos de allí. Quedan en torno a 80.000 toneladas. Hay 10.000 toneladas menos de las que había cuando llegué a la alcaldía y en 2012 empezamos a sacar neumáticos.

P. ¿Cómo empieza este vertedero?

R. La historia comienza en 1999. Empezó de forma aparentemente controlada, porque la Junta de Comunidades sí que dio al propietario original de la explotación, que no es el de la parcela, permiso para reciclado de neumáticos. Pero en ningún caso para hacer acopio. Se trituraba y reciclaba uno y se hacía acopio de, que sé yo, 50.000, por decir una cifra, es solo un ejemplo. Se han estado echando sin control hasta 2009. A partir de ahí estaba cerrado pero cualquiera iba y echaba lo que le daba la gana, era un lugar muy conocido en la zona sur de Madrid . Venían con furgonetas por las noches. Hasta que en 2011 pusimos un vigilante. Al menos pusimos un tapón, cómo decir, para que no entrara más agua, otra cosa es vaciar la bañera.

P. ¿Y por qué no se vacía el vertedero?

R. Los competentes en materia de gestión de residuos son las comunidades autónomas. Nosotros como ayuntamiento no tenemos competencia. Pero ante la falta de respuesta por parte de las administraciones, tanto de la comunidad de Madrid como de Castilla La Mancha, como el ministerio, en 2012 el ayuntamiento actuó. Y abrimos un procedimiento para formalizar un convenio con una empresa. Esta empresa, con todos los permisos, ha llegado donde ha podido, porque el sector de reciclado de neumáticos es para un reportaje. Podemos hablar de los sistemas integrado de gestión (SIG): hay dos empresas que son SL pero funcionan como grandes empresas que son SIGNUS y TNU que controlan el mercado. Y a este señor, por ejemplo, le dijeron que o pertenecía a SIGNUS o a TNU o que no iba a poder hacer nada, y así ha sido.

P. ¿Por qué paró?

R. Paró porque los costes eran superiores a los ingresos. El neumático tiene una serie de aplicaciones. Fundamentalmente y aunque no nos guste, pero es legal, va a incineración en las plantas cementeras, como combustible. También va a para reciclado, suelas de caucho, campos de fútbol de césped artificial, suelo técnico de parques infantiles, hay tanto que da para todo. ¿Qué pasa? Que lo más rápido es reciclarlo, y formalizamos un convenio en ese sentido, para reciclarlo por partes: granulado, chipeado, como veas, la parte metálica, que tiene mucho, a fundición… Estas dos empresas tienen plantas por toda España que trabajan para ellos y hay que recordar que aunque ellos no lo reconozcan están subvencionados, porque cada vez que cambiamos un neumático pagamos una ecotasa, un euro y pico, que va al sistema integrado de gestión. Ellos tienen la obligación, y se constituyeron por real decreto de 2005, de reciclar todo el neumático que venden. Los SIG están formados por todas las productoras de neumáticos que operan en España.

P. ¿Qué pasó entonces con la empresa contratada por el ayuntamiento?

R. Esta empresa no estaba en el SIG, y nos dijo que nos lo hacía gratis, porque todos nos pedían dinero. ¿Qué pasa? Que si vendía a 25 euros la tonelada, pues llega SIGNUS, se entera y dice a sus compradores: “Ah, ¿le estás comprando a Seseña? Te lo pongo a 15 euros y si pagas el transporte te lo regalo”. Era imposible hacer competencia a los SIG. Este pensaba que podía hacer la competencia, y al final no pudo.

P. ¿Cuál es la situación en este momento, cómo se va a solucionar?

R. A día de hoy, sobre todo derivado por la comunidad de Madrid, por las noticias de prensa y de EL PAÍS, dijeron que por lo menos se hará cargo de su parte. Tiene un 33%, porque la parte de abajo del vertedero es de Seseña, pero al acumularse tanto y llegar a la parte de arriba de la ladera eso ya es Valdemoro. Eso complica mucho más las cosas, porque tienen que ser reuniones bilaterales y trilaterales: el ministerio, dos municipios, dos comunidades, un propietario de la parcela, otro de la explotación… Hemos tenido reuniones con la comunidad de Madrid y harán su parte. Obviamente se trata de que actuemos conjuntamente, porque no pueden poner allá arriba una planta, tiene que estar abajo. En las últimas reuniones con el ministerio se trataba de firmar un convenio entre las partes para, a través de TRAGSA, que estuvo hace poco con los últimos estudios y controles, se saque a licitación.

P. ¿Entonces cuándo estará limpio el vertedero?

R. Espero que TRAGSA saque la licitación a lo largo de 2016. Funciona como medio propio de la administración, y pueden utilizarla tanto Madrid como Castilla La Mancha, por lo tanto es el instrumento adecuado para que vaya todo junto. Luego, tres años para que eso esté limpio. El convenio que firmamos con aquella empresa era ese, tres años para limpiarlo, lo que pasa es que se paró.

P. ¿El Pocero tiene algo que ver en esto?

R. No, eso es casi lo único de Seseña que no tiene nada que ver.

Una de las frases que más se repitieron en los meses posteriores al incendio que el 13 de mayo de 2016 arrasó con casi con 88.000 toneladas de neumáticos -de las 100.000 acumuladas ilegalmente entre los términos municipales de Seseña (Toledo) y Valdemoro (Madrid)- es que un siniestro de este tipo no se volvería a repetir. Al menos así se ha venido reiterando desde el Gobierno de Castilla-La Mancha, que asumió la práctica totalidad de las tareas de extinción del fuego y la posterior restauración de la parcela. Fue la primera crisis ambiental a la que tuvo que enfrentarse, al año de su estreno, el Gobierno de Emiliano García-Page, debido que dos tercios de la parcela afectaron a territorio castellano-manchego y a que una inmensa columna de humo y cenizas desató todas las alarmas.

El incendio y su posterior combustión estuvieron activos 24 días y alrededor de un millar de personas tuvieron que ser desalojadas de la urbanización ‘El Quiñón’ de la localidad toledana. Los niveles de contaminación del aire sufrieron picos alarmantes pero finalmente no hubo que lamentar afectados de gravedad.

La retirada y gestión de los residuos de las 1.290 toneladas de fracción metálica de los neumáticos finalizó a los tres meses desde que se extinguiera el incendio. Posteriormente se retiraron las 9.759 toneladas de neumáticos fuera de uso (NFU) que quedaron, y se extrajeron las 25.306 toneladas de cenizas. Según precisaron fuentes del Ejecutivo regional, todas estas labores se realizaron “cumpliendo con toda la normativa medioambiental en el proceso”. “Ha sido una recuperación ambiental ejemplarizante a nivel europeo”, comentó a eldiarioclm.es el consejero de Medio Ambiente, Francisco Martínez Arroyo.

¿Cuánto supuso para las arcas públicas? No solo se trataba de extinguir el incendio, donde el despliegue de efectivos involucró a toda la administración, sino que también había que realizar la gestión medioambiental de la zona, altamente contaminada y afectada. “Desde el Gobierno no se escatimaron esfuerzos humanos, materiales y económicos”, con un cálculo total de las actuaciones en Seseña cifrado casi cinco millones de euros. Actualmente, la zona está "completamente restaurada" desde que finalizó la actuación e incluso ha favorecido su revaloración urbanística. No hay que olvidar la zona urbanizada más próxima es ‘El Quiñón’, la polémica construcción de Francisco Hernando 'El Pocero' que tuvo Plan de Actuación Urbanizadora (PAU), y separada del cementerio de neumáticos por la carretera radial R-4. Se aprobó en 2003, un año después de que el vertedero comenzara a almacenar neumáticos.

El macrocomplejo residencial de Francisco Hernando, alias el Pocero, es un fiel reflejo del estallido de la burbuja inmobiliaria, pero también de la recuperación que experimentó el sector en 2018, al menos en algunas zonas como Madrid y sus alrededores. De ciudad fantasma pasó ese año a tener largas listas de espera de familias para alquilar una vivienda. "Estamos al 95%, es una barbaridad cómo se ha disparado la demanda, los pisos vuelan, no duran más de un día publicados y los alquilamos en el momento" aseguraba entonces Gema Gordo, agente de Tamcasa, una de las dos inmobiliarias que sobrevivieron a la burbuja en Seseña.

Alexandre Ratier, arquitecto y autor del estudio del fenómeno poceril de Seseña, resaltó en la Escuela de Arquitectos de París "la sorprendente calidad de las construcciones y el diseño al igual que las zonas más caras de Madrid. Uno no hace una chapuza y le pone el nombre de su mujer", recalcó el francés en declaraciones al diario El País en 2016.

Comenzó reciclando basura y se remangó a la hora de mezclar el cemento en sus obras. Tras Seseña lo volvió a intentar en Guinea y fracasó. Además, Hacienda publicó su nombre en un listado de morosos y se le atribuye una deuda con el Fisco de 86 millones de euros. El Pocero ha tenido que vender sus yates y propiedades: "Ahora estoy arruinado, pero yo soy un inversor al estilo de los Estados Unidos. Allí se dice que el empresario que no se arruina tres veces no es empresario".

El alcalde José Luis Martín, que aprobó en un erial de Seseña (Toledo) la mayor urbanización de España adjudicada a un solo promotor -13.000 pisos-, se sentaró en el banquillo por posible prevaricación y por blanquear presuntamente casi un millón de euros de origen desconocido. La investigación impulsada por Izquierda Unida constató, además, que entre él y sus hijos ingresaron por ventanilla otros 750.000 euros en efectivo entre 2001 y 2005, sin que se haya aclarado tampoco de dónde salió ese dinero.

Sin embargo, ni la Fiscalía Anticorrupción ni el Juzgado consideraron pertinente orientar las pesquisas hacia el gran beneficiario de la operación, el constructor Francisco Hernando -Paco el Pocero-, pese a que incluso en la denuncia que en 2008 presentó el Ministerio Público se advertían ya «vínculos indiciarios» de un cohecho, al coincidir las fechas de esos movimientos en metálico con los principales actos administrativos en favor del empresario.

El aumento de la población en este residencial fue creciendo en paralelo al número de neumáticos en el vertedero que muchos de ellos pudieron contemplar desde sus terrazas durante años. Dos días después del incendio, El Pocero acudió a la urbanización para prometer a los vecinos que pagaría una demanda colectiva de todos ellos contra las administraciones, algo que finalmente no sucedió. Al margen de esto, la lección aprendida de incendio de Seseña ha ido mucho más allá de la propia parcela. El Gobierno de Castilla-La Mancha no quería que este siniestro se volviera a repetir. Anunció la retirada de estos depósitos de neumáticos de toda la región, y así se actuó durante esa legislatura en la limpieza de otros depósitos ilegales de neumáticos fuera de uso que había localizados en todo el territorio castellano-manchego.

A mediados de 2019 se habían invertido casi 1,4 millones de euros en la retirada de 4.308 toneladas de estos otros depósitos que existían en algunas poblaciones como Argamasilla de Alba, en la provincia de Ciudad Real, o en Hellín, en Albacete. Ya se habían terminado el 95% de todas las intervenciones previstas, y en lo que quedaba de abril y mayo se finalizaron en su totalidad. "No quedará ningún depósito de este tipo de residuos en toda Castilla-La Mancha”, apuntó el consejero Además, y mientras el proceso judicial siguió paralizado, pendiente de las elecciones del 26 de mayo se actualizó la tramitación parlamentaria del proyecto de Ley de Economía Circular, en la cual se contemplaba una futura estrategia donde se impondrian multas y fianzas por la gestión de residuos peligrosos. Era la respuesta normativa que el Gobierno de Castilla-La Mancha quiso dar a la máxima de que “quien contamina, paga” puesto que el dinero recaudado por estas tasas de reinverteria para medidas medioambientales.

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