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20 - Diciembre - 2020
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La UNESCO sigue sin considerar la tauromaquia como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. El Bureau del Comité Intergubernamental rechaza considerarla entre sus expedientes en curso, por lo que no la ha incluido en su agenda. El tema iba a ser debatido en septiembre pero dos días antes, la Plataforma La Tortura No Es Cultura (LTNEC) y Animal Guardians junto con la organización Gladiadores por la Paz y AACME lanzaron una ofensiva con el apoyo de 985 organizaciones de todo el mundo e importantes personalidades en contra de la candidatura. La movilización fue tal que el Bureau decidió postergar el debate hasta su reunión de octubre, donde finalmente el tema taurino no ha sido incluido. Los sectores animalistas y ecologistas no ocultan ahora su alegría.

El sector taurino, en cambio, lo recibe como un revés más de este 2020, año en el que dicha actividad se ha visto reducida en un 89% debido a la pandemia del coronavirus. Prueba de ello es que desde el pasado mes de julio hasta la finalización de la campaña este mes de noviembre únicamente se han organizado en España 75 festejos taurinos mayores frente a los 793 que tuvieron lugar en 2019. Una reducción de espectáculos que se ha traducido en la pérdida de más de 15.000 contrataciones directas, además de cientos de puestos de trabajo en otras actividades indirectas aunque necesarias para su celebración.

La entrada de la tauromaquia en ese catálogo de manifestaciones culturales protegidas era improbable, dado que en 2014 el Comité de las Naciones Unidas de los Derechos del Niño recomendó a los países miembros que revisasen si sus legislaciones sobre tauromaquia cumplían con la Convención de los Derechos del Niño. "Sería incomprensible que mientras que un órgano de la ONU, el Comité de los Derechos del Niño, insta a proteger a los más jóvenes de la violencia de la tauromaquia, otro órgano de la ONU, en este caso la Unesco, lo incluyese en la lista de patrimonio inmaterial de la humanidad para ser transmitido a estos mismos niños y jóvenes y subvencionado con dinero público", afirma en el comunicado Marta Esteban Miñano, presidenta de la Plataforma La Tortura No Es Cultura. A finales de Noviembre la Unesco recordó a través de su perfil oficial de Twitter que ningún Estado miembro había presentado una candidatura formal y que, por tanto, "no ha habido candidatura alguna en estudio".

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Natural de Teruel, “donde la afición al toro se mama desde chico”, Alberto García Buj fue recortador profesional antes que un respetado empresario taurino que a sus 35 años gestiona 15 plazas de toros y la carrera de seis toreros. La pandemia lo ha golpeado con fuerza. Este año solo ha organizado nueve festejos de los 90 que tenía previstos entre populares y mayores. La foto de la oficina de Tauroemoción, la empresa que dirige desde 2009, es elocuente: está vacía, y sus nueve trabajadores, en ERTE. Pero el empresario no pierde el ánimo. Acaba de volver de Colombia, donde ha firmado la gestión de la plaza de Cali, de primera categoría, porque dice estar convencido que la temporada próxima será diferente. Mientras tanto, este joven emprendedor analiza con desazón el presente de la tauromaquia, y afirma tajante que el sector taurino se debate en una disyuntiva capital: o se organiza o le quedará poca vida.

“La pandemia ha puesto de relieve la ausencia de estructura de la tauromaquia actual”, afirma el empresario. “El sector está dividido”, continúa, “y carece de una organización que lo defienda y lo promocione. De ahí nace la necesidad de una federación nacional con músculo económico, credibilidad y autoridad que la represente ante las administraciones, la publicite ante la sociedad, sea inflexible con los profesionales en el cumplimiento de las normas y no dude en sancionar a quien las incumpla”. Alberto García creó Tauroemoción con 24 años, dedicada especialmente a la celebración de festejos populares, enraizados en su provincia; con 26 accedió a la gestión de plaza de Teruel en compañía de los Hermanos Lozano, “con quienes hice un master intensivo y aprendí a ser un empresario honesto”.

Hoy, reconocido como savia nueva del taurinismo moderno, la experiencia le ha mostrado su cara más ácida. “Ser empresario taurino no es rentable”, confiesa. “Los costes son abismales y mínimos los ingresos. Asumes muchos riesgos y son muy escasas las opciones de beneficios. Esta situación obliga a los empresarios a entrar en el campo del apoderamiento para adquirir fuerza y obtener ingresos. Por ello, insisto en la urgencia de la federación…” Alberto García considera trascendental este asunto y toda la conversación gira en torno a él, convencido el taurino de que es la única solución para la tauromaquia moderna.

Alberto García, en Las Ventas, en sus tiempos de recortador.

“Esa federación estaría por encima de la Fundación Toro de Lidia, que debe seguir existiendo para defender la tauromaquia, pero no entra en asuntos profesionales. La organización que propugno debe ser profesional, mantenida con cuotas o porcentajes de la venta de entradas, constituida por toreros, ganaderos y empresarios, y dirigida por personas ajenas al sector. Una federación al estilo de la del fútbol, que lidere, gestione, negocie y represente a todo el sector”. No son muchos los empresarios jóvenes que intentan hacer fortuna en el mundo de los toros, y Alberto García lo tiene claro: “El empeño para hacer rentable una empresa taurina es muy difícil”, afirma.

“El problema en las plazas grandes suele radicar en la competencia desleal de nosotros mismos y en las condiciones leoninas de los contratos de arrendamiento, y, en las pequeñas, los costes elevados de los impuestos, la Seguridad Social (se pagan 9.000 euros por dos horas de espectáculo) y el convenio colectivo de los toreros. No se puede cobrar lo que no se genera, situación que conduce a la eliminación del espectáculo y a optar por otros más competitivos”. García Buj entiende que no se debería licitar cuando un concurso no se rija por normas lógicas, y se deben eliminar los cánones de arrendamiento de las plazas públicas “ya que el Estado no ayuda como a otras industrias culturales, e invertir ese dinero en el propio sector”. “Por otra parte, una corrida en una plaza de tercera no puede costar 75.000 euros, y una novillada, 45.000. Creo que el convenio nacional taurino es una barbaridad, y hay que buscar fórmulas para reducir costes”.

“Lo que es inadmisible”, insiste Alberto García, “es que cada Comunidad Autónoma se rija por un reglamento taurino diferente, que los toros dependan de quien gobierne -ahí está el caso de Cataluña- y que estén sometidos a un férreo intervencionismo por parte de las administraciones públicas. No es normal que desde que llega el toro a la plaza todo dependa del equipo presidencial, y ni el empresario ni el ganadero tengan nada que decir. El espectáculo taurino debe estar regulado por el propio sector, y no bajo la sospecha constante de que pretende engañar al público”. Es crítico con ANOET, la patronal de los grandes gestores taurinos, a la que alaba por su trabajo y reprende por su oscurantismo informativo. “Ha pecado de falta de unidad en el caso de José María Garzón, que actuó como lo hubiera hecho yo, y falta comunicación, hasta el punto de que no vende nada, y ahí radica una parte de la mala prensa del sector empresarial”.

La polémica viene de lejos. Ya en 2013, El Partido por los Animales holandés consiguió el apoyo unánime del Parlamento, en el que contaban con dos escaños, para pedir a la UE la retirada de ayudas públicas a la tauromaquia.

“Tengo muy claro que el futuro pasa por una nueva estructura para toda la tauromaquia”, asegura. “Las circunstancias nos obligan a reinventarnos; hace unos años no hacían falta nuevas ideas, pero ahora sí; cada vez más acorralados, sin ingresos por patrocinios y sin subvenciones, no es fácil encontrar la sostenibilidad económica del espectáculo”. A su juicio, esa ‘reinvención’ pasa hoy por combinar la labor de empresario con la de apoderado. Alberto García dirige los destinos profesionales de seis toreros: los matadores Emilio de Justo, El Cordobés, Rubén Pinar y Joselito Adame; el rejoneador Leonardo, y el novillero El Rafi. “Si yo no fuera apoderado no podría mantener la estructura de mi empresa”, confiesa.

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“Esa actividad es el negocio más rentable del mundo del toro porque no asumes riesgo económico y obtienes un beneficio. Lo paso mal, claro que sí, porque veo lo duro que es ser torero y alcanzar los objetivos. Hoy solo hay hueco para los superestrellas. Disfruto más siendo empresario, aunque este año he padecido angustia por no saber si el festejo se celebrará hasta última hora, porque te están mirando con lupa, y porque sabes que el más mínimo brote de la epidemia lo achacarán a los toros. Ha habido noches que lo he pasado mal” . “Considero que el empresario solo debe ser apoderado de sus abonados”, prosigue, “pero no tengo más remedio que equilibrar los intereses de mis clientes con los de mis representados; no por llevar a un torero tengo obligación de anunciarlo en mis ferias. Ellos están advertidos, y, hasta ahora no he tenido problemas con ninguno de ellos”. “Necesitamos un sector taurino sostenible y gestionado por gente seria”, termina Alberto García. “Todos debemos ser generosos; de lo contrario, nos quedará poca vida…”

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La tauromaquia se define por la RAE como: «el arte de lidiar toros», tanto a pie como a caballo, sus antecedentes se remontan a la Edad de Bronce. La tauromaquia reúne el concepto y las reglas que definen el arte de lidiar o toreo, un arte que nació en España del que se tiene constancia en el siglo XI. La forma más conocida de tauromaquia es la corrida de toros cuya expresión más moderna surgió en el siglo XVIII. La Tauromaquia es además el nombre que reciben las obras o libros que tratan sobre la misma y en los que se desarrollan dichas reglas del torero. La tauromaquia en sus diferentes modalidades está presente en Europa, donde se celebran corridas de toros en España, Portugal y en algunos departamentos del sur de Francia.

En Hispanoamérica se realizan corridas en México, Colombia, Perú, Ecuador y Venezuela. En otros países como en China, Filipinas y Estados Unidos también se han celebrado corridas de toros pero en menor número. En otras partes del mundo hay otros tipos de festejos taurinos como los toros a la Tica o Fiestas de Zapote en Costa Rica, el Jallikattu también conocido como Eruthazhuvuthal o Manju Virattu que se practica en Tamil Nadu (India). La tauromaquia incluye además de todos aquellos espectáculos relacionados o vinculados con el toro, el conjunto de tradiciones, fiestas y festejos populares con el toro como protagonista. Estas actividades abarcan desde la cría del toro de lidia por parte de las ganaderías bravas, las técnicas del toreo y aquellas actividades relacionadas directamente con el mismo como la confección de los vestidos de torear tanto de toreros como de banderilleros y picadores, muletas, capotes de brega y guarnicionería. Engloba también el diseño gráfico de los carteles taurinos y otras manifestaciones culturales en torno al mundo del toro como la literatura, las artes plásticas con sus variaciones según los lugares donde se producen y que son parte de la cultura nacional.

En la edad de bronce, en donde solo la realeza era digna de demostrar su valentía frente a un toro, al contrario de lo que se cree, el rejoneo es la expresión más antigua, los escritos datan del año de 1455 en España. Y esto no sería posible sin el toro bravo. Estas historias se entrelazan de tal manera en la que se cree que los primeros enfrentamientos fueron con los uros animales de caza que a pesar de no ser una raza endémica de España fue allí donde se encontró uno de los mayores asentamientos.

Por miles de años los uros fueron los mamíferos terrestres más grandes de Europa, hasta que el auge de la civilización humana los diezmó y el último murió en Polonia en 1627, uno de los primeros casos registrados de extinción de un animal.

El ecologista Ronald Goderie lanzó su proyecto Tauros en el 2008, dirigido a los ecosistemas más débiles. Y el más poderoso herbívoro de la historia de Europa parecía serle muy útil. “Pensamos que necesitábamos un animal de pastoreo que fuera completamente autosuficiente en el caso de los grandes depredadores y que pudiera hacer el trabajo de pastar en grandes áreas salvajes”, dice Goderie. “Nos dimos cuenta que ese animal tendría que ser parecido al uro”. Y antes que tratar de conseguir un tipo de gen con alta tecnología a partir de otras especies ya extintas como el mamut o la paloma mensajera, Goderie decidió usar el método del back-breeding (algo así como reproducción asistida) para crear un bovino sustituto que llamó Tauros. Los genes del uro siguen presentes en varias razas de ganado alrededor del continente y el equipo de expertos identificó descendientes en España, Portugal, Italia y los Balcanes. Los genetistas aconsejaron reproducir ciertas especies juntas para conseguir una descendencia cerrada con las características de un uro, y luego reproducir esa descendencia.

La vaca maronesa, descendiente cercana del uro.

“Pudimos ver desde la primera generación que además del tamaño de sus cuernos, era lo suficientemente salvaje en su reproducción para producir animales más parecidos al uro de lo que esperábamos”, explica Goderie. El ecologista predijo que se necesitarían siete generaciones para obtener el resultado esperado, algo que podría lograrse en el 2025. En este momento el programa está en la cuarta generación y hay programas pilotos que están ofreciendo estímulos para seguir haciéndolo en toda Europa.

‘Manolo Uno’, uno de los primeros animales que salieron del cruce de genes del proyecto Tauros.

En las culturas de la antigüedad el toro ha sido un símbolo importante como elemento identificador de ritos y sacrificios de animales cuyo fin era favorecer la fuerza de los guerreros o la fertilidad del ganado; también fue frecuente su empleo en las ofrendas, ceremonias funerarias o rituales de paso. De estas antiguas tradiciones existen vestigios procedentes de culturas como la indo-iraní, mesopotámica, egipcia y europea, entre todas ellas las referentes a la península ibérica tienen relevancia por su relación directa con las tradiciones taurinas que desembocaron en la tauromaquia o toreo, tradiciones culturales que fueron más tarde llevadas a otros países, como Portugal, Francia, México, Perú, Colombia, Venezuela o Ecuador –donde se mantienen tradiciones propias–. Los vestigios de Baleares muestran hallazgos de tipo argárico y de la cultura talayótica similares a los existentes en Creta en donde se dieron cultos al toro. Del periodo de la Edad del Bronce son las cabezas de toro encontradas en Costig (Palma de Mallorca).

El entorno o marco hace referencia a aquellos elementos y factores sociales que hacen posible entender la tauromaquia, así como aquellas actividades que hacen posible la compresión de la misma. Dichos factores comprenden tanto los elementos culturales y tradicionales, antropológicos, históricos y ecológicos como aquellos que son propios de la actividad, como la crianza y selección del toro bravo de lidia. La tauromaquia fue declarada patrimonio cultural español el 12 de noviembre de 2013; es una tradición cultural que tiene su arraigo en países de América y Europa. En España tiene diferentes niveles de arraigo cultural según el lugar, así pueden encontrarse comunidades donde no se realizan actividades taurinas, como otras zonas en las que las tradiciones taurinas son conocidas mundialmente como es el caso de los Sanfermines.

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Inaugurada en 1929, la plaza de toros de Huesca no camina hacia su centenario en el mejor estado de forma posible. En pleno debate sobre su uso al margen del taurino y el reciente aplazamiento de una clase práctica de la escuela local, la pandemia ha reducido a cero sus usos desde el mes de marzo. Dos corrientes, la de su preservación y la de ideas alternativas, vigente en el Ayuntamiento con un debate que hace suyo el grupo municipal de Con Huesca Podemos Equo con la propuesta de convertirla en un espacio de cultura y gastronomía. Además, las ‘no fiestas’ de San Lorenzo el pasado mes de agosto y la situación sanitaria llevan a repensar el futuro de la tauromaquia en la capital oscense.

El nuevo pliego de condiciones para la hipotética feria taurina de 2021 refleja un contrato de un año de duración que podrá prorrogarse anualmente durante dos más. El valor estimado del contrato supera los 3,5 millones de euros y el tipo de licitación mínimo, mejorable al alza, es de 6.000 euros más IVA, que se corresponderá con el canon que el adjudicatario deberá pagar al Ayuntamiento por cada año de vigencia del contrato. El equipo de gobierno del PSOE encargó el pliego a la Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación (OTRI) de la Universidad de Zaragoza.

Ante el ejemplo generalizado de lo que está ocurriendo en España en lo que se refiere a la tauromaquia, no era complicado atisbar que Cantabria también se pudiese sumar a la drástica reducción de esta "fiesta popular" condenada por los sectores animalistas. Y así está siedo, a la vista de las cifras oficiales sobre su práctica en la comunidad autónoma. Según datos del Ministerio de Cultura, las corridas de toros se han reducido en la comunidad a casi a la mitad (un 44,4%) en los últimos doce años. Esto supone que si en el año 2007 hubo nueve corridas de toros, en 2019 únicamente hubo cinco. Lo mismo ha ocurrido con las novilladas con picadores y el rejoneo con novillos, que también han pasado a celebrar la mitad de sus citas habituales. Si en el año 2007 se celebraron 3.651 festejos taurinos en plaza, durante 2019 el número fue de 1.425, lo que supone un 61% menos. El importante descenso que se ha ido produciendo en este tipo de festejos, salvo alguna excepción puntual (las novilladas), indica el escaso interés de los jóvenes por la tauromaquia como futuro profesional y la poca atracción para los aficionados que tiene este tipo de espectáculos.

Rafael Celis, el último bombero torero. Será el último de la dinastía Celis (con tres generaciones dedicadas a este oficio) en enfundarse el traje y el casco. Enterrará a un personaje querido, por lo que siente una "profunda pena". El toreo bufo, que hace años tenía bastante aceptación, está desapareciendo. Las asociaciones de acondroplásicos cuestionan este tipo de actividad entre los miembros de su colectivo.

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