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28 - Julio - 2022
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Un infrecuente, por no decir inédito, consenso bipartidista ha sacado adelante una ambiciosa legislación para fortalecer la industria de EE UU y reducir su dependencia estratégica de China. El Senado ha aprobado una ley de política industrial, la más importante en décadas, con medidas por valor de 280.000 millones de dólares (unos 274.000 millones de euros) para frenar la competencia de Pekín y dotar de autonomía estratégica a la industria nacional. Se trata de la intervención gubernamental más significativa en mucho tiempo y responde a la necesidad de desarrollar una ventaja tecnológica frente al rival asiático, por ejemplo, en la fabricación de microprocesadores, cuya escasez ha gripado repetidamente la producción en sectores como el automovilístico.

El amplio apoyo bipartidista —17 republicanos secundaron a la bancada demócrata— no solo permitirá subvencionar con 52.000 millones de dólares la producción local de microchips, sino también, sobre todo, diseñar una política estratégica a largo plazo para abordar la creciente rivalidad geopolítica con Pekín, con una guerra comercial aún no resuelta. El plan estratégico se centra en invertir fondos federales en I+D+i, para impulsar la industria (también la militar) y la economía de la nación. También es congruente con el plan de la Casa Blanca de crear miles de puestos de trabajo en sectores punteros.

El apoyo de los 17 republicanos, en una Cámara dividida en escaños, muestra también cómo la creciente competencia comercial y militar con Pekín ha contribuido a difuminar drásticamente la tradicional ortodoxia de partido: del lado de los republicanos, por su oposición hasta ahora a la intervención del Gobierno en la economía, y por parte de los demócratas, por resistirse al gasto federal excesivo.

“Ningún Gobierno, ni siquiera el de un país fuerte como el nuestro, puede permitirse el lujo de quedarse al margen” del desafío, ha dicho el senador Chuck Schumer, líder de la mayoría demócrata en el Senado. “Creo que [esta legislación] resulta ser un cambio radical que se mantendrá”. La ley pasa ahora a la Cámara de Representantes, donde está previsto que sea aprobada con algunos apoyos republicanos. Podría convertirse en ley esta misma semana, tras la rúbrica de Joe Biden, que ha defendido la iniciativa durante más de un año.

La legislación, en la que convergen dos intereses capitales, la política económica y la de seguridad nacional, contempla 52.000 millones de dólares en subsidios y créditos fiscales adicionales a las empresas que fabrican microprocesadores en Estados Unidos. También prevé destinar 200.000 millones a investigación científica, especialmente en los campos de la inteligencia artificial, robótica, computación cuántica y otras tecnologías avanzadas. La melodía que envuelve la buena nueva es la misma que resonó durante la campaña electoral de Biden: un claro llamamiento al Made in America, uno de los lemas de su programa; es decir, incentivar la producción local y reforzar y renovar un sector que se había visto sobrepasado por la producción china, y disminuido por la deslocalización.

En 2018 Toyota y Mazda se unieron para fabricar sus coches en Alabama.

Además del volantazo geoestratégico, la legislación también permite concebir esperanzas sobre la posibilidad de un acuerdo entre los dos partidos. El ejemplo de la colaboración y el entendimiento entre Schumer y el senador republicano Todd Young, que han sacado adelante la iniciativa, es también un indicio de consenso. Schumer se acercó a Young en el gimnasio del Senado en 2019, cuenta el diario The New York Times, y le propuso la idea. El republicano, un halcón con respecto a China, había colaborado previamente con los demócratas en política exterior.

El acercamiento de Schumer y Young se vio coadyuvado enseguida por las circunstancias. La pandemia, que también reveló la dependencia estratégica de China en el suministro de mascarillas y respiradores, y el posterior atasco de la cadena de suministro global acabaron de convencer a muchos senadores, también republicanos, de la necesidad de fortalecer la capacidad productiva nacional. La dependencia de EE UU de países vulnerables como Taiwán, que le proporciona buena parte de los microprocesadores avanzados que necesitan sus cadenas de montaje, ha sido otro factor decisivo.

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Joe Biden ha respondido en su reciente entrevista para la cadena CBS que el ejército de Estados Unidos defendería a Taiwán en caso de un “ataque sin precedentes”. Ha manifestado además que Washington apoya la política de ‘una sola China’ aunque mantiene relaciones comerciales y militares con Taiwán. Y es que el presidente de Estados Unidos le comentó a Xi que violar las sanciones sería un “error gigantesco”, pero que hasta ahora no hay indicios de que China haya apoyado activamente el esfuerzo bélico ruso con la venta de armas. “Llamé al presidente Xi (...) no para amenazar en absoluto, solo para decirle (...) que si cree que los estadounidenses y otros seguirán invirtiendo en China, cuando usted viola las sanciones que se han impuesto a Rusia, creo que está cometiendo un error gigantesco”, indicó.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de China dijo hoy que China ha presentado “gestiones severas” ante Estados Unidos, después de que Biden dijera que las fuerzas estadounidenses defenderían Taiwán en caso de una invasión china. China se reserva el derecho de tomar todas las medidas necesarias en respuesta a las actividades que dividen a la nación, dijo Mao Ning, portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, en una rueda de prensa. También instó a Estados Unidos a manejar los asuntos relacionados con Taiwán “con cuidado y de manera adecuada” y a no enviar “señales equivocadas” a las fuerzas separatistas independentistas de Taiwán, advirtiendo a Estados Unidos que no dañe seriamente las relaciones chino-estadounidenses y la paz en el Estrecho de Taiwán. “Solo hay una China en el mundo, Taiwán es parte de China y el gobierno de la República Popular China es el único gobierno legítimo de China”, dijo Mao.

Un bloqueo de China sobre la isla generará consecuencias en otros países de la región.

El presidente de Estados Unidos también rechazó la idea de que la alianza entre China y Rusia signifique que Estados Unidos esté luchando en un nuevo tipo de Guerra Fría. “No creo que sea una nueva, más complicada, Guerra Fría”, dijo. Por otra parte, Biden instó a su homólogo ruso, Vladimir Putin, a no usar armas nucleares ni químicas en Ucrania y le advirtió que se convertirá en el mayor “paria” del mundo si lo hace. “La respuesta dependerá del alcance de lo que hagan”, insistía.

Según un informe del gobierno nepalés, las tropas chinas invadieron a principios de años el territorio del pequeño estado del Himalaya. La zona afectada es el distrito de Humla, en la frontera con el Tíbet, donde la población depende en gran medida del comercio con los mercados chinos.

Katmandú también afirma que los chinos han empezado a construir una valla a lo largo de la frontera, además de una carretera y un canal en el lado nepalí. Sin embargo, la investigación niega que Beijing haya construido edificios en el distrito de Humla. En noviembre de 2020, los diputados del Congreso nepalés (entonces en la oposición, ahora al frente del Gobierno) ya habían denunciado la ocupación china en la zona, señalando que Beijing se había anexionado decenas de hectáreas de territorio nepalés. También afirmaron que las fuerzas chinas habían construido nueve estructuras de hormigón.

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