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5 - Octubre - 2021
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El exsacerdote, Bernard Preynat, desposeído de su condición de clérigo desde julio de 2019, se sentaba a principios de 2020 en el banquillo de los acusados del Tribunal de Lyon (este de Francia) en el proceso del caso que sacó a la luz pública la pederastia en la Iglesia francesa y su ocultación orquestada por la jerarquía.

En el banco de los acusadores solo estarán una decena de las víctimas de los tocamientos y violaciones de este sacerdote, sufridos entre 1985 y 1991, los que han podido escapar a la prescripción de la mayor parte de los casos, un centenar detectados por la investigación y las asociaciones creadas para buscarlos.

Como ya hizo ante los investigadores, Preynat dejó claro desde el primer momento que no tiene previsto negar la acusación: "Reconozco los hechos. En aquel momento no me daba cuenta de su gravedad".

Con voz entrecortada, Preynat, que ahora tiene 75 años y afronta una pena que puede llegar hasta los diez años de cárcel y 150.000 euros de multa, aseguró que pudo abusar "de cuatro o cinco niños a la semana", que lo hacía sobre todo los fines de semana y cuando los llevaba de campamento. "No pensaba que estaba cometiendo agresiones sexuales", aseguró el antiguo clérigo, que sin embargo confesó que sabía que lo que hacía no estaba permitido, y por eso lo hacía a escondidas, y reconoció que le procuraba placer. Fueron las denuncias de las víctimas lo que le hicieron tomar consciencia de que sus caricias y tocamientos generaban un daño en los niños que, ahora adultos, reconocieron que siguen arrastrando secuelas y en algunos casos les hicieron pensar en el suicidio.

Francia vivió el proceso como un juicio a una época en la que la Iglesia miró para otro lado y consintió la actuación de un clérigo carismático y poderoso, que creó un grupo de "scouts" al margen de todo control, en el que multiplicó los abusos que también cometió en su diócesis.

El cardenal francés Philippe Barbarin durante su juicio, donde le condenaron por encubrir casos de abuso a menores. Su caso fue retratado en la película Grâce à dieu, de François Ozon, estrenada en febrero pasado, coincidiendo con otro juicio paralelo, el que acabó con la condena a seis meses de prisión exentos de cumplimiento al cardenal y arzobispo de Lyon, Philippe Barbarin, por haber encubierto a Preynat.

Durante la investigación, el sacerdote confesó que él mismo fue víctima de abusos en su infancia y que comenzó a cometerlos en su juventud, entre los 16 y los 17 años, cuando era monitor en colonias de vacaciones, época en la que se sitúan las primeras denuncias sobre su comportamiento. En el seminario continuaron las señales de alerta, lo que llevó a sus superiores a inscribirle en una terapia psiquiátrica entre 1967 y 1968, pero ello no impidió que fuera ordenado sacerdote en 1971. Enviado a la parroquia de Saint-Luc de Sainte-Foylès, a las afueras de Lyon, Preynat se convirtió en una figura influyente, muy querido por las grandes familias locales, un estatus que le permitió organizar su grupo de "scouts".

El goteo de denuncias de los padres fue incesante, hasta que en 1990 lo reconoció ante el entonces arzobispo de Lyon, Albert Decourtray, que se contentó con cambiarle de parroquia, lo que provocó un gran descontento entre sus fieles de Sain-Luc, que le tenían en alta estima.

Tras un breve paso por un convento de monjas, Preynat fue enviado al pequeño pueblo de Neulise. En el verano de 2015, una de las víctimas, Alexandre Hezez, comenzó una batalla para apartar a Preynat del clero. Ante la inacción del arzobispado, dirigido ya por Barbarin, Hezez escribió al papa Francisco y a la Fiscalía y presentó una denuncia, que sacó a la luz el caso que hizo temblar los cimientos de la Iglesia francesa. La investigación canónica fue más rápida de lo habitual y no esperó a la civil. Preynat fue desposeído de su condición de clérigo en julio de 2019. Pero el escándalo no se detuvo. La Fiscalía abrió una investigación y las víctimas se organizaron en una asociación, "La Palabra liberada", que acumuló testimonios de víctimas.

La onda expansiva se llevó por delante a Barbarin y obligó a la Iglesia francesa a endurecer sus procedimientos en materia de pederastia. Se creó una comisión interna para detectar nuevos casos y para sensibilizar a todos los estamentos de la forma en la que hay que actuar frente a ellos.

Bernard Preynat confesó ante la justicia que abusaba de "cuatro a cinco niños" por semana.

La iglesia católica francesa albergó, al menos, 330.000 casos de abusos o violencia sexual sobre menores o personas vulnerables desde 1950, según una comisión independiente que en los últimos tres años ha investigado ese fenómeno y que ha identificado a entre 2.900 y 3.200 religiosos pederastas. A través de cientos de entrevistas con víctimas y del análisis de los archivos eclesiásticos de las diferentes diócesis del país ha emergido un panorama desolador para la iglesia católica, "muy superior a lo esperado", según reconoció el presidente de la Conferencia Episcopal francesa, Éric de Moulins-Beaufort.

Si se suman los abusos provocados por laicos que trabajan en medios religiosos, catequesis o centros educativos católicos, el número se eleva a 330.000, reveló el presidente de esa comisión, Jean-Marc Sauvé. Sus conclusiones muestran que la iglesia es el tercer lugar donde más abusos sexuales sobre menores se producen en Francia, por detrás de la familia o los círculos de amigos. Sauvé señaló que a lo largo de casi tres años de trabajo de su comisión, iniciada en 2018 tras la aparición de varios escándalos en la iglesia católica francesa, se han identificado unos 3.000 religiosos que cometieron abusos sexuales. (Siga leyendo: Fundador de iglesia cristiana es acusado de ocultar casos de pederastia). Señaló que se trata de un porcentaje de incidencia de entre el 2,5 y el 2,8 %, inferior a otros países donde se han hecho estudios similares, como Alemania (4,4 %), Estados Unidos (4,8 %), Australia (7 %) o Irlanda (7,5 %).

Eneko, siempre certero.

El 56 % de las agresiones y actos pedófilos identificados se produjeron entre 1950 y 1969, mientras que en los años 70 y 80 hubo una reducción (22 %) y, a partir de ese momento, una estabilización (22 %). Sauvé explicó esa tendencia por la disminución del número de clérigos en esos años y la asistencia de público a ámbitos religiosos, pero señaló que "el problema no está resuelto". Acusó a la iglesia católica de "negligencias" en el trato de los casos y de haber "mantenido a clérigos acusados de tocamientos en contacto con niños" pese a las señales de advertencia que les llegaban. El informe apuesta por crear un mecanismo de indemnización de las víctimas pero, sobre todo, por un reconocimiento de su condición.

El presidente de la comisión habló de un fenómeno "masivo", reconoció que tanto las víctimas como los agresores identificados son "un mínimo" y apeló a la iglesia a "pedir perdón" e indemnizar a personas que, en su mayoría, arrastran problemas "importantes" de comportamiento sexual y psicológico. El presidente de los obispos franceses expresó su "vergüenza" por unos hechos que "por su carácter conmociona y por su número abruma". Pero Moulins-Beaufort pasó de puntillas por la cuestión de las indemnizaciones, que son la principal reclamación de las asociaciones de víctimas, que acusan a la iglesia de mirar para otro lado en ese asunto tras años de haberlo hecho con los casos denunciados. Así lo expresó el presidente de la asociación La Palabra Liberada, François Devaux, en el origen de la revelación de numerosos casos en Lyon que sentaron en el banquillo de los acusados en 2018 al arzobispo de esa importante diócesis, el excardenal Philippe Barbarin, lo que llevó a la Conferencia Episcopal a crear esta comisión independiente.

"Ustedes deben pagar por todos estos crímenes", lanzó Devaux ante un puñado de obispos y el nuncio papal en Francia, que tuvo que escuchar de boca de esta víctima de abusos en su infancia que el papa Francisco "está ausente" y que la iglesia francesa se escuda en "una estrategia fétida" de indemnizaciones a las víctimas. Las 485 páginas del informe reflejan un panorama "aterrador", en palabras de Sauvé, que señaló que estos actos no son solo cosa del pasado: "Las violencias sexuales en la iglesia no han sido erradicadas". Si el 56 por ciento de los casos identificados se produjeron entre 1950 y 1969, la caída registrada en los años 70, 80 y 90 (22 por ciento) se ha detenido en lo que va de siglo. Sauvé atribuyó esa bajada a una menor asistencia de los franceses a ámbitos católicos y no a la actuación de la iglesia, que solo a partir de la aparición de escándalos mediáticos comenzó a tomar medidas para combatir la pederastia.

François Devaux preside la asociación Parole Liberée que acabó con el silencio sobre los casos de pederastia de la Iglesia francesa.

Hasta entonces, denunció, hubo "una indiferencia profunda y total, incluso cruel, con las víctimas", porque todo su esfuerzo iba dirigido a "proteger la institución" y a "mantener a los clérigos en el sacerdocio". Entre las recomendaciones de la comisión figura revisar el secreto de confesión para que no pueda ser aplicado en caso de la comisión de crímenes, introducir laicos en los órganos de gobierno de la iglesia para evitar que los religiosos acumulen todo el poder, adaptar la formación de los curas o revisar la moral sexual, considerada ahora un tabú en el seno de la institución.

El presidente de la Conferencia Episcopal de Francia, monseñor Éric de Moulins-Beaufort, pidió este martes "perdón" a los menores víctimas de agresiones sexuales en la Iglesia católica francesa, tras la publicación del informe. "Mi deseo en el día de hoy es de pedirles perdón", aseguró De Moulins-Beaufort, durante la presentación del informe elaborado por una comisión independiente Ciase, tras expresar su "vergüenza" y su "determinación a actuar" con las víctimas.

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Estados Unidos, Australia, Irlanda, Bélgica, Alemania y ahora Francia han ido destapando la magnitud de unos crímenes sepultados por décadas de silencio. La última investigación realizada sobre las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia francesa ha vuelto a escandalizar al mundo. La Comisión Independiente sobre Abusos en la Iglesia Católica (Ciase) reveló este martes que al menos 216.000 menores fueron víctimas de pederastia en el seno de la Iglesia católica francesa en los últimos 70 años, una cifra que alcanza las 330.000 víctimas si también se cuentan los abusos cometidos por personal laico relacionado con la institución: enseñantes, catequistas o responsables de movimientos juveniles. En Francia fue la Conferencia Episcopal la que decidió encargar a una comisión independiente la tarea de investigar posibles casos de pederastia desde 1950. En España se publicó a finales del pasado junio una investigación de tres universidades –la Universitat Oberta de Cataluña, la Universidad de Barcelona y la Universidad del País Vasco– cuya principal conclusión es que las autoridades religiosas en España han eludido hasta ahora investigar “a fondo” este problema. Actitud que no parece haber variado, pese a la presión de la opinión pública, y que quedó reflejada en las palabras pronunciadas por el portavoz de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Argüello, el pasado 30 de septiembre, cuando admitió que no tienen una actitud “proactiva”. Es decir, afirman que si alguna víctima se dirige a los obispos, la atenderán, pero ellos no harán nada por saber la verdad. Ni revisar archivos, ni contabilizar casos, ni establecer indemnizaciones, ni emprender una investigación a gran escala del pasado.

En España la única contabilidad de víctimas es la que lleva EL PAÍS, ante la ausencia de datos oficiales y de la Iglesia. Frente a esa opacidad en los casos ocurridos en España, a lo largo de las últimas dos décadas se han sucedido otras macroinvestigaciones en diferentes países del mundo. Unas veces las ha impulsado el Parlamento, como ha ocurrido en Bélgica; la Conferencia Episcopal y algunas diócesis concretas han sido las impulsoras en el caso de Alemania y en otros casos, como ocurrió en Estados Unidos, la primera gran iniciativa que dio frutos corrió a cargo del equipo de investigación del diario The Boston Globe. Datos, nombres de víctimas y abusadores que solo han dejado entrever la magnitud de un problema que subsiste y sobre el sigue siendo habitual que gane el silencio y la impunidad de los agresores.

Los casos de abuso sexual cometidos por miembros del clero de la Iglesia católica hacen referencia a una serie de condenas, juicios e investigaciones sobre casos y crímenes de abuso sexual infantil cometidos por sacerdotes y miembros del clero católico en contra de menores de edad, que van desde los 3 años, e involucran, en la mayoría de los casos, a niños y adolescentes de entre 11 y 14 años de edad. Estos crímenes pueden incluir sexo anal y/o penetración oral. Los casos han sido documentados y denunciados ante las autoridades civiles de varios países, resultando en la persecución de los pederastas y demandas civiles contra las diócesis de la Iglesia católica. Muchos de los casos salen a la luz pública varias décadas después de los hechos. Las demandas ante las autoridades han sido hechas también contra la jerarquía católica, quien en muchas ocasiones obstaculiza las investigaciones, además de no reportar y de hecho encubrir a los sacerdotes pederastas, trasladándolos de las parroquias para evitar su detención y juicio. A partir de la segunda mitad del siglo xx se ha incrementado el número de denuncias por abuso sexual infantil en todas sus variedades por parte de religiosos católicos. En los últimos años, han cobrado relevancia los casos de Irlanda, Estados Unidos, Alemania y Chile, donde las autoridades locales han encontrado culpables a sacerdotes de cientos de acusaciones de pedofilia. El escándalo ha alcanzado a congregaciones como la Legión de Cristo; ocasionó la renuncia de los obispos irlandeses de Cloyne, John Magee, y de la diócesis de Kildare y Leighlin, James Moriarty, quienes reconocieron haber sido negligentes ante las denuncias de pedofilia por sacerdotes en sus diócesis; y ha llevado a la cárcel a varios sacerdotes católicos.

En abril de 2010, Roger Joseph Vangheluwe dimitió como obispo de Brujas por haber abusado sexualmente de un joven cuando era sacerdote y al comienzo de su episcopado. Organizaciones de víctimas de pedofilia han señalado que los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco I tienen algún grado de responsabilidad al haber encubierto abusos, o bien omitido las denuncias. La Santa Sede, por la voz de Benedicto XVI, ha condenado la pedofilia y reconocido los casos que han llevado al escándalo por esta causa en los últimos años de la primera década del siglo xxi. A través de un comunicado dirigido a los católicos de Irlanda, el máximo jerarca católico ha reconocido la actuación "insuficiente" de la Santa Sede en los casos de pedofilia denunciados y reconoció que se trataba de actos criminales que dañaron a las víctimas y han dañado la imagen de la Iglesia en el mundo; actos por los cuales los sacerdotes "deberán responder —dijo el papa— ante Dios y los tribunales debidamente constituidos". El papa Benedicto XVI ha reconocido públicamente los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes, ha pedido perdón a las víctimas y sostenido que los culpables deben responder ante los tribunales. Así mismo, el papa Francisco publicó una carta dirigida «al Pueblo de Dios» el 20 de agosto de 2018 en la que condena los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes.

"Ni me vio desnudo ni hubo penetración. Fue sin malicia". Roger Joseph Vangheluwe, aseguró que jamás pensó en el impacto de sus actos, que consideró hechos "superficiales".

El director de la Oficina de prensa de la Santa Sede indicaba que el papa Francisco dice que se necesita urgentemente que los culpables rindan cuentas, no solo los que cometieron esos crímenes, sino también aquellos que los cubrieron. Lo cual en muchos casos incluye a los obispos. Además de hacer un llamamiento a toda la Iglesia Católica para que se adopten las medidas de protección necesarias en todas las instituciones; y, así mismo, que el texto del papa «es para Irlanda, para Estados Unidos, es para Chile, pero también para el resto de fieles que conforman el pueblo de Dios.»

Sin embargo, a juicio de las organizaciones de sobrevivientes de abuso eclesiástico no se han producido avances significativos en el encubrimiento de estos crímenes, desde la curia vaticana y el propio papa Francisco.

Los expedientes que en el Vaticano documentaban los nombres implicados y los hechos sobre los abusos sexuales del clero "han sido destruidos o ni tan solo abiertos". La alarmante denuncia, en 2019, no procedia de un anticlerical, sino de Reinhard Marx, arzobispo de Múnich, presidente de la conferencia episcopal alemana y uno de los seis cardenales que colaboran con el Papa para reformar el gobierno central católico.

"En lugar de los culpables, quienes han recibido reprimendas han sido las víctimas, a las que ha sido impuesto el silencio", ha dicho Marx este sábado en la tercera y penúltima jornada del encuentro mundial convocado por Francisco para enfocar de una manera global la lacra de la pederastia clerical. El encuentro concluirá este domingo y el lunes el Vaticano ha organizado una rueda de prensa para ilustrar con detalle el contenido y las consecuencias de la primera cumbre mundial católica sobre los abusos sexuales del clero.

El cardenal alemán ha acusado de la desaparición o destrucción de los expedientes a la burocracia vaticana. "Los abusos sexuales contra menores y jóvenes son, en una medida no leve, debidos al abuso de poder en el ámbito de la administración", ha dicho a los 190 participantes en el encuentro, que reúne a las máximas autoridades jerárquicas de la Santa Sede y del catolicismo. Por esta razón, según el cardenal, "la administración no ha contribuido a cumplir la misión de la Iglesia, sino al contrario, la ha oscurecido, desacreditado y hecho imposible". La causa concreta sería que "las formalidades y procedimientos establecidos para perseguir los delitos han sido deliberadamente desatendidos, o mejor borrados o desguazados". Por esta razón "los derechos de las víctimas han sido pispoteados y abandonados al arbitrio de individuos singulares". Por si no quedase claro, el arzobispo de Múnich ha cerrado su intervención, afirmando que "la manera como la administración de la Iglesia ha sido estructurada y llevada a cabo no ha contribuido a unir a todo el género humano y a acercar a los hombres más hacia Dios, sino que al contrario ha violado tales objetivos". Nadie en el Vaticano ha comentado por el momento la dura acusación del cardenal, que se ha producido mientras unas 50 víctimas de los abusos recorrían varias calles de Roma para acercarse hasta el Vaticano.

El papa rechazaba hace unos meses la renuncia del cardenal alemán Reinhard Marx, frontal crítico de abusos sexuales en la Iglesia. Francisco rechazó la renuncia del arzobispo de Múnich, el cardenal Reinhard Marx, presentada como gesto para asumir responsabilidades ante los abusos a menores. "Toda la Iglesia está en crisis", reconoció el papa.

"Nosotros nos acercamos al Vaticano, que el Vaticano se acerque a nosotros", dijo uno de los oradores en una especie de sentada y rueda de prensa frente al Castillo de Sant’Angelo. Poco antes de su intervención, el cardenal Marx se había reunido con 16 víctimas de abusos, excluidas en estos días de poder hablar con los 190 participantes en la cumbre. "No existen alternativas a la trazabilidad [de los abusos] y a la transparencia", ha dicho después del encuentro. El Papa había entregado a cada uno de los participantes 21 puntos de reflexión y trabajo para afrontar por primera vez de una manera global, es decir en todo el orbe católico, la plaga de los abusos, que ha alcanzado un promedio de 400 casos al año, según cifras oficiales citadas en el volumen (anual) titulado 'Actividad de la Santa Sede'. Hasta hoy el problema lo afrontaban las conferencias episcopales, que se han demostrado inadecuadas: solo 26, sobre 144, han elaborado una guía práctica a seguir frente a los abusos, guía pedida hace 10 años por Benedicto XVI.

Al final de la tercera jornada de trabajo, también inaugurada como las demás con el testimonio de una o más víctimas, se están perfilando las posibles novedades o cambios que se prodrían producir: una revisión del secreto pontificio sobre los casos de pederastia clerical, la creación de una comisión externa, o sea no eclesiástica, para que examine todos los casos antes de llegar al Vaticano y un nuevo procedimiento para evaluar a los obispos negligentes o encubridores.

Phil Saviano: "Sufrir abusos horribles de crío no significa que toda tu vida deba ser horrible" El activista contra la pederastia eclesial fue el personaje clave para destapar la ocultación de la pederastia en la iglesia de Boston.

Pásate por Ser Humano >> Activistas >> USA.

Pásate por Destacado >> Marzo 2021.

Nota de prensa, Diciembre 2021:

La iglesia católica afronta en España una gran investigación.

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