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17 - Agosto - 2020
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Ojén es un pequeño municipio situado en el entorno de la Sierra Blanca, Málaga. Allí se ha realizado un hallazgo que puede ser de una gran importancia. Los biólogos Vicenta Alguacil y Fernando Bernal han encontrado diversos artefactos prehistóricos. Estos van de hachas a flechas y las primeras valoraciones los sitúan en el lejano Paleolítico. De esta forma, se cree que tienen «entre 200 y 300.000» años atrás. De confirmarse los números, significaría que son las herramientas más viejas del continente.

Actualmente un equipo especializado de la capital malagueña está datando los elementos encontrados. Bernal apunta a que están “pendientes de que se verifique y certifique por parte de arqueólogos de la Universidad de Málaga el hallazgo, pero todo indica que se trata de útiles del Paleolítico Inferior”. Tanto él como Alguacil indican que de ser correctos los análisis preliminares serían “los objetos más antiguos elaborados por los seres humanos en Europa, son herramientas muy toscas». Los descubridores dieron con ellas por casualidad, mientras investigaban la flora local. El primer hallazgo fue una punta de flecha y luego vino el resto.

Respecto al tema también se ha pronunciado el ayuntamiento. De momento descartan hacer público el lugar del hallazgo para protegerlo. El expolio arqueológico es un peligro real, como se pudo comprobar en el hallazgo de la ciudad romana de Sabora Flavia, también en Málaga.

Con dicha prioridad en mente, el alcalde de Ojén, José Antonio Gómez se ha mostrado expectante ante el hallazgo. «Ahora solo esperamos la verificación pertinente que supondrá el inicio de más estudios», asegura. Asimismo, señala que el descubrimiento «pone de manifiesto la importancia de esta zona, un lugar que ha sido elegido por su fertilidad y su idoneidad para la vida, para crear asentamientos desde que el hombre es hombre».

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Las pinturas rupestres son, en general, manifestaciones pictóricas realizadas sobre piedra por el hombre. Suelen hallarse sobre rocas en cavernas, cuevas o barrancos. Las mejores manifestaciones de este tipo de arte se encuentran en España y Francia. Algunas se remontan hasta 36.000 años atrás, a los períodos Paleolítico y Neolítico. En la zona del Cantábrico, Euskadi, Asturias, Navarra y Castilla y León hay multitud de ejemplos impresionantes. Normalmente representan escenas de la vida cotidiana y se desconoce cuál sería la motivación real de sus creadores. Algunas teorías hablan de claves mágico-religiosos relacionadas con la subsistencia, con la creencia de que las pinturas favorecerían a una caza fructífera. Seres humanos, plantas, deidades, manos, animales como el mamut, el caballo, el ciervo, leones, osos y hasta canguros son elementos habituales. Todos los colores utilizados se extraían de pigmentos naturales vegetales, animales o minerales.

La historia del arte acabó ganando unos cuantos miles de años en 2019. Una escena de caza con al menos 44.000 años de antigüedad hallada en una cueva de Indonesia dió un vuelco a todos los esquemas conocidos sobre el arte rupestre. La pintura por un grupo de arqueólogos de la Universidad de Griffith, cuya investigación publicó Nature. En ella aparecen ocho figuras humanas y seis animales (dos cerdos y cuatro búfalos enanos) que se realizaron al mismo tiempo, con la misma técnica estilística y con pigmentos rojos.

Las figuras humanas de ese tipo se conocen como “teriántropos”, que cazan grandes mamíferos con lanzas y cuerdas. Están dibujadas con trazos simples y muy estilizados, con caras alargadas que evocan hocicos y bozales y otras características propias de aves, reptiles y otros animales de la zona.

A unos ojos acostumbrados a la realidad virtual y los deep-fakes, estos pocos trazos encontrados sobre una roca en una cueva de las islas Célebes, en Indonesia, les pueden parecer poca cosa. Pero significan mucho desde el punto de vista histórico, artístico y religioso. Los arqueólogos señalan en su investigación que la representación de los cazadores a través de estas figuras antropomórficas puede ser la prueba más antigua de la habilidad de nuestra especie para imaginar “la existencia de seres supernaturales, la piedra angular de la experiencia religiosa”. “Los primeros indonesios crearon arte”, abunda Maxime Aubert, responsable de la investigación junto a Adam Brumm, “que podría expresar el pensamiento espiritual acerca de un vínculo especial entre humanos y animales mucho antes de que el primer arte se hiciera en Europa, donde se ha supuesto frecuentemente que se pueden localizar las raíces de la cultura religiosa moderna”.

Hasta el momento, las imágenes reconocibles más antiguas de humanos y animales interactuando correspondían al arte rupestre descubierto en Europa proveniente del Paleolítico Superior, con una antigüedad de entre 14.000 y 21.000 años. En 2018, en la isla de Borneo, se halló una pintura figurativa de al menos 40.000 años de antigüedad. “La pintura rupestre de Leang Bulu’Sinpong 4 sugiere que no hubo una evolución gradual del arte paleolítico desde lo más simple a lo más complejo hace 35.000 años, al menos no en el sureste de Asia”, ha manifestado Aubert. “Los grandes componentes de una cultura artística avanzada estaban presentes en Célebes hace 44.000 años, incluyendo arte figurativo, escenas y teriántropos”, ha añadido.

El estudio ha consistido en una medición la degradación radiactiva del uranio que se ha formado en los dibujos de la cueva, sobre unos 4,5 metros de pared, que dio como resultado una franja de edad que oscila entre los 35.100 y los 43.900 años. No obstante, los investigadores aludieron al deterioro alarmante de las cuevas descubiertas, en las que, aseguraron, aún quedan muchas pinturas “espectaculares” por datar. En 2014, también en las islas Célebes, otro grupo de arqueólogos indonesios y australianos descubrió pinturas del contorno de manos humanas, a las que atribuyeron una antigüedad de al menos 39.900 años.

¿Y en España?

Descubierta en 1959, la cueva de Nerja se encuentra en Maro, pedanía de Nerja. Es conocida como la “Catedral Natural” de Málaga gracias a sus enormes bóvedas cubiertas de estalactitas. En la cueva de Nerja se han encontrado los restos de unas pinturas de focas que durante un tiempo se creyeron las más antiguas de la historia de la humanidad. Focas monje, delfines, peces son algunos de los animales que se muestran en las paredes. Estas representaciones se han encontrado al lado de restos orgánicos que han sido datados entre 43.000 y 45.000 años. Sin embargo, estudios posteriores apuntan a que son de hace 24.000 años. Asimismo, se atestiguaría una de las presencias humanas que se ha mantenido durante más tiempo en una cueva, que abarca hasta la Edad del Cobre.

La Cueva de Altamira es, sin duda, una de las más famosas del mundo. Situada en Santillana del Mar, a unos 30 km de Santander en Cantabria, estuvo habitada entre hace 35.000 y 13.000 años atrás, durante el Paleolítico. Destaca por sus pinturas en las que se pueden apreciar caballos, cabras y bisontes. Algunas de ellas alcanzan hasta dos metros. Se la conoce como la “capilla sixtina” de las pinturas rupestres. Es importante remarcar que desde 2015 esta cueva mantiene un régimen limitado de visitas. También es interesante conocer que se habilitó una Neocueva en el Museo de Altamira, fiel reconstrucción de una calidad excepcional que permite disfrutar de la calidad de sus pinturas sin que estas sufran ningún deterioro.

La Cueva de Tito Bustillo es una de las grandes joyas del arte rupestre dentro de la cornisa Cantábrica en Ribadesella. Estuvo habitada desde el 33.000 al 10.000 a.C. en época paleolítica. Debe su nombre a uno de sus descubridores, Celestino Tito Bustillo. Hay que destacar varios elementos dentro de los doce conjuntos de arte rupestre que contiene. Estos son el panel principal de la Sala de las pinturas y la Galería de los Caballos. Incluida en el Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde 2008, incluye imágenes de caballos, ciervos, renos e incluso algunas figuras antropomorfas. También es posible observar algunas formas que representan la fecundidad en forma de varias vulvas.

En el valle de Camargo, muy cerca de la localidad de Escobedo y de la bahía de Santander, se encuentra esta cavidad de grandes dimensiones. Declarada Patrimonio Mundial por la Unesco en 2008, se cree que fue habitada por los primeros Neardenthales hace 84.000 años. Su “Friso de Pinturas” se puede contemplar desde cualquier parte de la sala principal y contiene una veintena de figuras: ciervas, una cabra, un caballo, dos formas zoomorfas y varias simbólicas. Tanto su composición como su estilo con figuras de contorno punteado y lineal prueban una cierta sincronía. Los expertos coinciden en datarla alrededor de hace unos 20.000 años.

Cueva de El Pendo.

Esta cueva se encuentra situada en el límite de las comunidades de Asturias y Cantabria, rondando San Vicente de la Barquera. Fue habitada hace unos 18.000 años y es un buen ejemplo para atestiguar la presencia de los hombres prehistóricos en Asturias durante el Paleolítico superior. Contiene importantes pinturas de bisontes, caballos y cuervos, incluso un mamut. Tal arte se extiende a lo largo de 300 metros visitables, a pesar de que la longitud total es de 600 metros. Las imágenes se distribuyen en un total cinco zonas.

El Pindal.

Con unos restos de hace aproximadamente 14.000 años, esta oquedad se encuentra en la población de Cortézubi, en Vizcaya. Cuenta con unas 50 pinturas que se pueden datar durante el Magdaleniense del Paleolítico superior. Bisontes, caballos, osos o ciervos se pueden observar, aunque ya no en directo sino gracias a los recorridos virtuales en 3-D de su Centro de Interpretación, situado junto a la cueva. También es posible visitar este yacimiento arqueológico vasco todos los días durante el período estival. Su entorno privilegiado permite disfrutar también del bosque de Oma, adornado con pinturas de un artista y activista local.

Cueva Santimamiñe.

La Roca dels Moros se trata de uno de los yacimientos rupestres más importantes de toda la Península Ibérica. Situada en El Cogul, en la comarca de Les Garrigues de Lleida, es Patrimonio Mundial de la Unesco desde 1998. Habitada desde el Paleolítico se utilizó durante 5.000 años como lugar de culto. Se pueden encontrar estos de arte levantino del VIII-V milenio a.C., así como ejemplos de arte esquemático posterior. Cabe destacar las escenas de la cacería donde se puede observar una figura humana con arco y flechas, además de un jabalí. La escena más representativa de todo el conjunto es sin duda la “danza fálica”, donde un grupo de mujeres vestidas con falda rodean a un hombre desnudo con un marcado sexo.

La Cueva de los Caballos, ubicada en Valltorta en Castellón se dató sobre el 7.000 a.C. El conjunto presenta un mural con una escena figurativa de caza. Lo que claramente destaca es el tono rojizo, obtenido gracias al óxido de hierro o manganeso mezclado con grasa animal o resinas vegetales, que actuarían como aglutinante. Se trata de otro ejemplo de pintura levantina, que se extendió desde Escandinavia hasta el norte de África. En ellas, el ser humano es el protagonista. Cabe resaltar una escena de la vida cotidiana, con la que posiblemente se pretendiera trascender y llegar a las generaciones futuras.

Sello basado en las pinturas de la Cueva de los Caballos.

En el término de Fuencaliente en Ciudad Real se pueden admirar hasta doce abrigos con pinturas rupestres además del de Peña Escrita. Bien conocido por sus pinturas rupestres de arte esquemático, se encuentra al aire libre. Los expertos coinciden en situar estas representaciones en el Periodo Calcolítico (Bronce I). Son diversas las interpretaciones que se les han dado. Los estudios más recientes hablan de un factor religioso de culto a los antepasados, aunque no exclusivo. De esta manera no se descarta que en algunos casos haya un sentido más descriptivo y narrativo, que implique que se trate quizás de un tipo de escritura pictográfica.

El yacimiento de Atapuerca en Burgos es el buque insignia mundial para el estudio de la prehistoria y de la evolución humana. Con restos de al menos cinco tipos de homínidos diferentes, entre ellos el más antiguo de todos llamado Homo antecesor de unos 850.000 años, se postula como la cuna de los humanos más antiguos de toda Europa. Actualmente el equipo de investigación sigue trabajando en las diferentes zonas en las que se divide el yacimiento. Concretamente en el complejo Cueva Mayor-Cueva del Silo, en la llamada Galería del Sílex se han encontrado más de 400 grabados y pinturas rupestres de hace 4.000 años, es decir, de la Edad del Bronce.

La cueva de Lascaux es un sistema de cuevas en Dordoña (Francia) en donde se han descubierto significativas muestras del arte rupestre y paleolítico.

La cueva fue descubierta el 12 de septiembre de 1940 por cuatro adolescentes, Jacques Marsal, Georges Agnel, Simon Coencas y Marcel Ravidat, que se encontraban buscando al perro de este último, de nombre Robot. En ese momento Ravidat encuentra un hueco causado por la caída de un árbol. Una vez pasado un tiempo los cuatro adolescentes vuelven, agrandan el hueco y acceden al interior. Ravidat es el primero en entrar, se desliza por unos escombros y se encuentra en una gran cavidad. Posteriormente se desplazan por el interior y llegan a la primera sala, donde los jóvenes encuentran dibujos en las paredes. El acceso a la cueva para el público se facilitó tras la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, hacia 1955, el dióxido de carbono producido por los 1200 visitantes que la cueva recibía al día dañó la misma visiblemente. Por este motivo la cueva fue cerrada al público en 1963 y así preservar el arte rupestre de sus paredes. Después del cierre, las pinturas fueron restauradas.

El Paleolítico significa etimológicamente piedra antigua, término creado por el arqueólogo John Lubbock en 1865 en contraposición al de Neolítico (piedra nueva). Es el período más largo de la existencia del ser humano (de hecho abarca un 99 % de la misma y se extiende desde hace unos 2,59 millones de años (en África) hasta hace unos 12 000 años. Constituye, junto con el Mesolítico/Epipaleolítico (fases de transición) y el Neolítico, la llamada Edad de Piedra, denominada así porque la elaboración de utensilios líticos ha servido a los arqueólogos para caracterizarla (en oposición a la posterior Edad de los Metales). Aunque esta etapa se identifica con el uso de útiles de piedra tallada, también se utilizaron otras materias primas orgánicas para construir diversos artefactos: hueso, asta, madera, cuero, fibras vegetales, etc. Durante la mayor parte del Paleolítico inferior las herramientas líticas eran gruesas, pesadas, toscas y difíciles de manejar, pero a lo largo del tiempo fueron haciéndose cada vez más ligeras, pequeñas y eficientes. El hombre del Paleolítico era nómada, es decir, su vida estaba caracterizada por un desplazamiento continuo o periódico (estacional).

Venus de Willendorf, estatuilla antropomorfa femenina del Paleolítico superior (entre 22 000-24 000 años AP).

Hasta hace poco las primeras evidencias de que los hominidos habían desarrollado ciertas creencias religiosas y espirituales pertenecían al Paleolítico medio: los neandertales presentan un comportamiento funerario complejo, caracterizado por hechos como que enterraban a sus muertos, les ofrecían ofrendas (artefactos líticos, flores o restos animales) y, en algún caso, manipulaban los cuerpos.

Pero el hallazgo de decenas de individuos de H. heidelbergensis arrojados intencionadamente a la Sima de los Huesos junto con un bifaz sin utilizar ha llevado a los investigadores a remontarse hasta más allá de los 300 000 años. Este tipo de comportamientos se generalizó y diversificó con la aparición del H. sapiens. Por otro lado, antropólogos como James Harrod y Vincent W. Fallio, han propuesto que la religión y la espiritualidad (así como el arte) podrían haber surgido primero entre homínidos prepaleolíticos o en las sociedades tempranas del Paleolítico inferior. De acuerdo con Fallio, el ancestro común de los chimpancés y los humanos experimentó estados alterados de conciencia, participando en el ritual, el cual fue utilizado en sus sociedades con la finalidad de fortalecer los lazos sociales y la cohesión del grupo.

Aunque existen una placa grabada hace 300 000 años en Alemania (en Bilzingsleben) y una posible figura antropomorfa de 250 000 en Israel (en Berejat Ram), solo son ejemplos aislados de arte paleolítico, no habiéndose generalizado las manifestaciones simbólico-artísticas hasta la aparición de H. sapiens. Estas evidencias se remontarían a, por lo menos, 75 000 años, consistiendo en unas placas grabadas y pintadas, así como una serie de conchas marinas perforadas, halladas todas ellas en Sudáfrica (en la cueva de Blombos). Es posible que el H. sapiens haya producido elementos artísticos o decorativos con anterioridad a esta fecha, pero su cuna es África y allí es muy difícil datar adecuadamente ciertas manifestaciones artísticas y las investigaciones al respecto no son tan abundantes como en otros continentes.

En Europa se han encontrado gran cantidad de obras de arte posteriores, pintadas o esculpidas en las paredes de las cuevas (arte parietal) o decorando elementos de uso cotidiano (arte mueble, que abarca artefactos de piedra, hueso o marfil, como arpones, puntas de lanza o bastones). No se sabe cuál era el objeto de estas representaciones simbólicas, pero es posible que tuvieran alguna finalidad mágica o religiosa, ya que su temática está íntimamente relacionada con el medio natural y su numen. Quizás eran una forma de magia simpática o evocaban figuras apotropaicas (protectoras). Las venus paleolíticas nos proporcionarían, según algunos autores, un indicio, ya que podrían haberse utilizado para asegurar el éxito en la caza o para lograr la fertilidad de la tierra o femenina. Otras veces han sido explicadas como representaciones de la Madre Tierra, similar a la diosa Gea, siendo descritas, además, por James Harrod como representantes de las mujeres (y hombres) en chamánicos procesos de transformación espiritual.

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