Alrededor de 3.000 represaliados por el franquismo
fueron asesinados en el madrileño cementerio de La Almudena
y no tuvieron una sepultura acreditada. Ni siquiera sus nombres
aparecen en ningún lugar del camposanto porque el Ayuntamiento
decidió arrancarlos del memorial que dignificaba su vida y
su muerte. ¿Dónde están los restos mortales de esas personas?
Durante años, sus familiares pensaron que habían sido incinerados
a partir de 1981 en el Crematorio de Carabanchel. No era una
suposición, la empresa de servicios funerarios se lo indicaba
así. La aparición reciente de restos humanos en osarios que
se creían desenterrados hace creer, ahora, que lo que les
dijeron podría no ser del todo cierto. Ya habían aparecido
huesos humanos anteriormente. Con las lluvias de la primavera
de 2017, surgieron en una zona en cuesta, dentro de un recinto
restringido utilizado para los trabajos de jardinería. El
anterior Gobierno de la capital de Manuela Carmena, mediante
el interés que puso en ello la desaparecida Oficina de Derechos
Humanos y Memoria, inició la licitación de un estudio, que
habría realizado la Sociedad de Ciencias Aranzadi, pero cuya
adjudicación se pilló los dedos con el fin de la legislatura
y el Gobierno del Partido Popular no lo continuó.
El pasado 23 de febrero, de nuevo con las lluvias,
ha vuelto a resurgir el pasado incierto y anónimo, de entre
los muertos, en el mundo de los vivos. Un mes después, el
gerente de la empresa de Servicios Funerarios, Fernando Sánchez,
compareció en la Comisión municipal de Seguridad y Emergencias
para dar respuesta a una pregunta del portavoz del grupo socialista,
Ramón Silva, e informó que dentro del convenio que ya existe
con la Escuela de Medicina Legal de la Universidad Complutense
de Madrid —y que finaliza en noviembre de este año— se había
solicitado, al fin, un estudio sobre los restos óseos, tanto
los que afloraron en 2017, que fueron tapados de nuevo con
tierra, como los más recientes. Los resultados estarán disponibles
para comienzos de mayo. Mientras tanto, los familiares de
los asesinados no salen de su asombro.

Zona acotada para el uso de los jardineros bajo
la que se encuentra enterrado un osario con restos humanos
anteriores a 1981.
"Durante 60 años nos dijeron que los restos
humanos de los osarios habían sido incinerados", explica Tomás
Montero, del colectivo Memoria y Libertad. Y así sigue siendo,
a pesar de la aparición de osarios que se creían vaciados.
Este diario ha accedido a una comunicación de la Secretaría
de Cementerios con el familiar de una víctima desaparecida,
de este mismo año, en la que se le indica que los restos no
reclamados por los familiares fueron "incinerados" y "las
cenizas se depositaron en el cinerario común del cementerio
Sur (...) a finales de los años 80". No hay ni siquiera una
fecha concreta de cuándo se hizo ese traslado. "Eso debería
haber quedado registrado en algún lado", se pregunta Montero,
cuyo abuelo, Tomás Montero Labrandero fue fusilado el 14 de
junio de 1939 contra la tapia del cementerio. A él también
le habían dicho que los restos de su abuelo habían sido cremados.
En el libro de referencia Los fusilamientos de La Almudena,
el documentalista Manuel García Muñoz explicó qué ocurría
con los cuerpos tras los fusilamientos: se les enterraba en
tumbas de caridad, situados en un orden determinado y se tomaba
nota para poder identificarlos. Los familiares que reclamaban
los cuerpos para llevarlos a nichos o tumbas de su propiedad,
se les daba permiso siempre que lo hicieran "sin ninguna publicidad".
Las fosas comunes podían incluir hasta 15 cuerpos. "Pasados
diez años, las familias eran avisadas para que se hicieran
cargo de los restos. Si no lo hacían eran trasladados al osario".
La inmensa mayoría no recibieron esta comunicación porque
habían cambiado de domicilio tras la guerra y, en otros casos,
preferían no significarse. "Años después, los restos depositados
en el osario fueron trasladados al cementerio de Carabanchel
y allí, en un horno crematorio, reducidos a cenizas", escribe
García Muñoz.

El lugar bajo el que se encuentra el osario
cimentado de la zona 1, en el cementerio de La Almudena.
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A los Servicios Funerarios de Madrid les consta
la existencia de cuatro osarios históricos. La primera de
ellas (zona 1), de unos 2.000 metros cuadrados, tiene una
capa de cemento encima, se utiliza como depósito temporal
y su acceso está restringido; está situada junto al antiguo
crematorio. La segunda (zona 2) es otra área cerrada al paso
a los visitantes, muy próxima a la anterior, en este caso
vallada, que la contrata de jardinería utiliza como almacén,
de unos 1.500 metros cuadrados. Esta no tiene cemento encima
sino tierra, por lo que las escorrentías han hecho aflorar
los huesos. Ninguno de estos dos osarios han sido vaciados.
Estos mismos servicios sí tienen confirmación del vaciado
de los otros dos osarios históricos. Uno (zona 3) estaba situado,
antiguamente, extramuros. Hoy, la zona la ocupa una galería
de columbarios frente al cementerio. Se afirma que los restos
fueron trasladados "en los años 80". Y el último (zona 4)
corresponde al osario del Cementerio Civil, que quedó inundado
por una avería de cañerías en el año 2000 y por ello fue vaciado
e incinerado. Paloma Contreras, es una experta en cultura
funeraria y, en especial, en la historia del Cementerio Civil.
"Muchas de las personas cuyas sepulturas vencieron durante
los años cuarenta [del siglo XX] fueron depositados en el
osario del civil", explica. "Depositados y olvidados, convirtiendo
el osario en una especie de vertedero desde entonces. El muro
se cayó y la gente encontró un sitio cómodo donde tirar sus
desperdicios", añade. "El problema está en que eso no se documentó,
ya que no era obligatorio por parte del cementerio aunque
por dignidad sí lo deberían haber hecho, y el recuerdo de
esas personas se perdió en el tiempo", dice Contreras. Ese
osario contenía los restos de muchísimos republicanos, "familiares
de alguien, que nunca van a tener la oportunidad de recuperarlos"
y también personajes más conocidos de la época, como [el anarquista]
Mateo Morral, [la abogada e intelectual] Hildegart Rodríguez
o Juana Posse, la madre de Pablo Iglesias, el fundador del
PSOE. "Este último caso me da especialmente rabia, y demuestra
que se hizo a traición y sin conocimiento ni ganas de perpetuar
la memoria histórica porque el mausoleo de Iglesias está a
escasos metros de ese osario. Lo lógico es que se hubiesen
sacado los cadáveres, reconocido y documentado su traslado",
añade Contreras.
Como responsable de memoria de la mencionada
Oficina de Derechos Humanos del Ayuntamiento de Madrid, Txema
Urkijo fue quien impulsó el estudio sobre la situación del
osario que finalmente no se realizó. "Frente a las informaciones
que se habían ofrecido durante muchos años por parte de los
responsables del cementerio y del Ayuntamiento de Madrid,
que decían que se habían vaciado e incinerado los osarios,
parecía que no era así y que había indicios que apuntaban
en la dirección de que ese osario estaba en uso en los años
que correspondían a los fallecidos e inhumados en la década
de los años 30 y 40, es decir, que entre otros miles de madrileños,
también podían encontrarse ahí los restos de las personas
fusiladas entre abril de 1939 y febrero de 1942 en las tapias
del cementerio y que no habían sido reclamados", recuerda
Urkijo.

Zona bajo la que se encuentran restos óseos
sin identificar en el cementerio de La Almudena.
Urkijo realizó una primera visita con el que
probablemente es el forense más relevante en España, Francisco
Etxebarria, de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, para tener
una primera aproximación con la que orientar al Ayuntamiento
sobre qué tipo de estudio debía acometerse. "Vinieron tres
especialistas de Aranzadi y estuvieron viendo el terreno.
Vieron que había mucha mezcla de escombros y cal, y que iba
a ser prácticamente imposible proceder a casi ningún tipo
de identificaciones, en una primera valoración muy a priori".
El estudio iba a ser "riguroso y complejo", con un fuerte
trabajo de arqueología forense y documentación para el que
se abrió una licitación pública ya que el coste, 62.000 euros,
iba a ser elevado. Tenía como objeto analizar si había "signos
de violencia como causa del fallecimiento de algunos" de los
restos depositados en la mencionada zona 2. No se pudo realizar
la adjudicación porque Aranzadi, única empresa que se presentó,
no se había inscrito en el Registro Oficial de Licitadores.
Jesús Martín, antropólogo de la asociación científica Arqueoantro,
ha visitado recientemente los dos osarios para incluirlos
en el mapa de fosas de la Comunidad de Madrid que está realizando,
con una subvención del Ministerio de Justicia, para actualizar
el actual. "Nos quedamos bastante impactados" dice, ya que
no esperaban encontrarse con una fosa común "de tanta importancia".
Para Martín, no cree que la mayor dificultad para estudiar
los restos sea "la cal o la tierra" sino "la cantidad", debido
a que "están muy mezclados y por tanto no tienen conexión
anatómica".
Los arqueólogos descubren en Madrid 150 fosas comunes
más de las que se tenían registradas. La asociación
encargada de ampliar el mapa de enterramientos colectivos
de la Guerra Civil y la represión pide la colaboración
ciudadana para ubicar las que faltan.

Primera exhumación con garantías técnicas realizada
en la Comunidad de Madrid, en el cementerio de Arganda,
efectuada por la ARMH en 2014.

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No obstante, esta dificultad se puede intentar
acometer "con tiempo y dinero": "es un esfuerzo que en Madrid
se tendría que poder hacer y, aunque no se pueda identificar
a las personas, sí podría demostrarse que se trata de fusilados",
añade. Txema Urkijo recuerda que esta no es solo una cuestión
que afecte a las personas fusiladas y sus familias, sino que
es un asunto más amplio, de interés público. "No sé si a los
ciudadanos madrileños les apetece mucho tener un osario en
su cementerio donde los restos afloran cada vez que hay unas
lluvias demasiado fuertes —dice—, no parece que sea lo más
adecuado". La intención de la anterior corporación de Ahora
Madrid era, una vez realizado el estudio, no vaciar el osario
sino "dignificar la zona" y acompañarla del memorial junto
a la puerta de O’Donnell, el cual ya no homenajea únicamente
a los fusilados por la represión franquista y no ha tenido
una inauguración oficial por parte del Ayuntamiento.
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Este mapa se realizó con la base de datos del Ministerio
de Justicia con las fosas de la Guerra Civil española
y la Represión franquista. La mayoría de los datos fueron
proporcionados directamente por las labores realizadas
por la Administración Central (Presidencia y Patrimonio
Nacional), las administraciones autonómicas, como los
Gobiernos de Aragón, Andalucía y Asturias, los ayuntamientos
y distintas asociaciones privadas.


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