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19 - Julio - 2020
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Es la primera vez en la historia que sucede. Ha ocurrido después de dos semanas de fuertes presiones internas y externas. El Opus Dei ha pedido formalmente perdón a Miguel G.F., una de las víctimas del cura abusador Manuel Cociña, quien convivió con el mismísimo Escrivá de Balaguer y que se ha convertido en el primer clérigo de la Obra en ser condenado por el Vaticano por abusos. Una condena ínfima (cinco años sin poder ejercer el sacerdocio en público y la prohibición de atender a menores de 30 años), pero que supone un antes y un después en una institución que se vanagloriaba de estar limpia de la lacra de los abusos.

Ya no podrá decirlo nunca más. Y así lo reconoce en un comunicado histórico, aunque insuficiente: "La prelatura del Opus Dei en España pide perdón y lamenta profundamente el sufrimiento generado en las víctimas. Pedimos a Dios que brinde consuelo y curación a las personas afectadas, e invitamos a rezar por ellas y por el mencionado sacerdote". En una breve nota, la Obra reconoce su responsabilidad y pide perdón a las víctimas de Manuel Cociña, el primer sacerdote del Opus condenado por el Vaticano en un caso de abusos.

El infame sujeto de marras.

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Han tenido que pasar dos semanas y el fin del plazo para que Cociña apelase –aunque él mismo dijo que no lo haría y, de hecho, comenzó a cumplir su pena el pasado 30 de junio– para que la Prelatura, como tal, pidiera perdón oficialmente a Miguel G.F., que ha acogido el comunicado con alegría y alivio, aunque le parece insuficiente. "Llevo 18 años esperando esto. Me alegra mucho, aunque no menciona los otros casos de Barcelona, Madrid o Santiago de Compostela", apunta en conversación con elDiario.es, justo después de leer el comunicado, el principal denunciante. Porque hay más. Como la misma Prelatura reconoce, "a lo largo de la investigación y del proceso, además del denunciante, otros dos adultos han manifestado actuaciones canónicamente reprobables por parte del sacerdote". "No ha habido menores involucrados", insiste la Obra. "Me asombra eso", recalca Miguel, que apunta que pareciera que "quieren dejar claro que yo era adulto, como si no fuera grave lo que ocurrió". La asunción de responsabilidad del Opus Dei también será económica. El comunicado señala que "la Prelatura está atendiendo los gastos médicos y psicológicos del denunciante, a través del Arzobispado de Santiago de Chile". Eso sí: no dice nada del acceso de Miguel G.F. a las actas del proceso, como obligan las normas canónicas. Con todo, el primer paso para acabar con la omertà de la Obra ya se ha dado. Aunque no está claro que sea una puerta abierta a la asunción de responsabilidades en el caso Gaztelueta, el colegio del Opus Dei en el que era profesor José María Martínez Sanz. Martínez Sanz fue condenado a 11 años de prisión después de que la Audiencia Provincial de Bizkaia diera por probados los abusos, en un fallo que cuestionó también la diligencia del colegio a la hora de investigar los hechos.

"El sacerdote del Opus que abusó de mí lleva 30 años haciéndolo con chicos por toda España" Miguel G.F, denunciante de Manuel Cociña, el primer cura del Opus Dei condenado por el Vaticano por abusos sexuales, considera la sentencia –cinco años de prohibición de predicar y dar confesiones– "una ridiculez" y al condenado, un peligro: "No puede seguir siendo sacerdote".

La prelatura de la Santa Cruz y del Opus Dei (en latín: Praelatura Sanctae Crucis et Operis Dei), conocida simplemente como Opus Dei, es una jurisdicción de alcance mundial perteneciente a la Iglesia católica. Fue fundada el 2 de octubre de 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote español canonizado en 2002 por Juan Pablo II. Fue erigida como prelatura personal el 28 de noviembre de 1982 mediante la constitución apostólica Ut sit del papa Juan Pablo II. También es denominado la Obra, ya que el término latino «Opus Dei» significa «obra de Dios».

Durante la guerra civil española, en la que se desata la persecución religiosa, Josemaría Escrivá se ve obligado a refugiarse en diversos lugares. En 1937, Escrivá y otros miembros del Opus Dei abandonan la zona "republicana" cruzando los Pirineos por Andorra y llegan a Francia, desde donde regresan a España, a la zona dominada por los sublevados, donde la Iglesia no era perseguida. La contienda hace suspender los proyectos del fundador del Opus Dei de extender la labor apostólica a otros países. Tras la guerra civil, se inició en España la dictadura de Francisco Franco que, después de la persecución religiosa sufrida por la Iglesia católica, contó con el apoyo de buena parte de la jerarquía. Terminada la guerra, Josemaría Escrivá regresó a Madrid, y comenzó a expandir la labor del Opus Dei por otras ciudades de España. El inicio de la Segunda Guerra Mundial impidió los intentos de expandir el Opus Dei a escala internacional. En 1941 fue aprobado como Pía Unión por el obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, pues desde la fecha de su fundación en 1928 el Opus Dei había estado sin reconocimiento jurídico por parte de la Iglesia católica. Esta figura estaba englobada en las asociaciones de fieles, y no suponía un cambio de estado para sus miembros.

Tras la Segunda Guerra Mundial el fundador del Opus Dei se trasladó a vivir a Roma al darse cuenta de que si quería expandir sus enseñanzas alrededor del mundo, debía establecer la sede del Opus Dei en esa ciudad. En los años siguientes viajó por Europa para preparar el establecimiento del Opus Dei en diversos países. En 1946 empezó la labor del Opus Dei en Portugal, Italia, Inglaterra, Irlanda y Francia. A partir de su establecimiento en Roma, se comenzaron a fundar nuevos centros de enseñanza del Opus Dei, entre los que cabe destacar el Colegio Romano de la Santa Cruz (fundado en 1948 y actualmente uno de los dos seminarios de la prelatura), por el que pasarán a partir de entonces cientos de miembros "numerarios" del Opus Dei, que recibirán una formación espiritual y pastoral al tiempo que realizan estudios en diversos ateneos pontificios romanos. Con esos estudios, gran parte de dichos numerarios se preparan para el sacerdocio. En 1947 el Opus Dei recibió la aprobación provisional por parte de la Santa Sede como instituto secular de derecho pontificio. La aprobación definitiva le fue otorgada en 1950. Al instituto pertenecen hombres y mujeres laicos y sacerdotes, tanto los que provienen de los laicos del instituto y que se ordenan para servir a éste, como los sacerdotes diocesanos que continúan dependiendo de sus respectivos obispos. Desde 1949 el fundador impulsó desde Roma la expansión del Opus Dei por todo el mundo. Antes de acabar ese año, irán los primeros miembros a Estados Unidos y México. Cada año se fueron sumando nuevos países.

La prelatura está formada tanto por presbíteros y diáconos del clero secular, como de fieles laicos, hombres y mujeres, gobernados por un Prelado. Anteriormente a ser erigida como prelatura personal, ya en 1947 obtuvo la aprobación de la Santa Sede como Instituto Secular de Derecho Pontificio, siendo aprobados unos estatutos en 1950. Escrivá solicitó la conversión en prelatura personal en 1962, y no fue sino hasta el papado de Juan Pablo II, el cual finalmente concedió esta petición. La constitución apostólica "Ut Sit" erigió al Opus Dei como prelatura personal de la Iglesia católica el 28 de noviembre de 1982. Según Juan Pablo II "se vio con claridad que tal figura jurídica se adaptaba perfectamente al Opus Dei", "teniendo presente la naturaleza teológica y genuina de la Institución." Como prelatura personal, su clero está sometido directamente a la jurisdicción y a la autoridad del prelado del Opus Dei, y este a su vez, a la del papa, por tanto no está sometido ni a la jurisdicción, ni a la autoridad de los obispos diocesanos. Esto le ha dado amplia independencia dentro de la Iglesia católica para ejercer su apostolado, pues, a diferencia de las diócesis, que tienen una jurisdicción territorial, las prelaturas personales —como los ordinariatos militares— se encargan de personas en cuanto a algunos objetivos particulares sin tener en cuenta donde viven.

En cuanto a los laicos del Opus Dei, ya que no son diferentes de otros católicos, "continúan bajo la jurisdicción del obispo diocesano," en las palabras de Ut Sit. Estas estructuras seculares son muy diferentes de las órdenes religiosas o las congregaciones.

Según críticos al Opus Dei como Juan José Tamayo-Acosta, teólogo y profesor de la Universidad Carlos III de Madrid, Hans Küng, Leonardo Boff, Jesús Cardenal, Michael Walsh (exjesuita) y Kenneth Woodward, periodista de Newsweek, el Opus Dei con esta categoría jurídica se convirtió de facto en una "Iglesia dentro de la Iglesia", debido a su gran independencia dentro de la misma por no estar sometida a la jurisdicción directa de las diócesis territoriales.

Por el contrario, desde el Opus Dei se señala: "Ninguna parte de la Iglesia constituye “una iglesia dentro de la Iglesia”, sino justamente lo contrario: cada parte promueve vínculos de comunión respecto a toda la Iglesia. (...) La legítima autonomía del Opus Dei para llevar a cabo su misión eclesial, como por lo demás la autonomía que en diversos grados es propia de todo fiel y de cualquier realidad eclesial, es siempre autonomía en la comunión con la Iglesia universal y el Romano Pontífice, y con las Iglesias particulares y los obispos diocesanos. En este sentido, el Opus Dei, en su actual configuración como prelatura, goza de la autonomía propia de los entes de la constitución jerárquica de la Iglesia (cuya cabeza es un sujeto con potestad episcopal), que es distinta de la autonomía propia de los entes de estructura asociativa".

Los casos de abuso sexual cometidos por miembros del clero de la Iglesia católica hacen referencia a una serie de condenas, juicios e investigaciones sobre casos y crímenes de abuso sexual infantil cometidos por sacerdotes y miembros del clero católico en contra de menores de edad, que van desde los 3 años, e involucran, en la mayoría de los casos, a niños y adolescentes de entre 11 y 14 años de edad. Estos crímenes pueden incluir sexo anal y/o penetración oral. Los casos han sido documentados y denunciados ante las autoridades civiles de varios países, resultando en la persecución de los pederastas y demandas civiles contra las diócesis de la Iglesia católica. Muchos de los casos salen a la luz pública varias décadas después de los hechos. Las demandas ante las autoridades han sido hechas también contra la jerarquía católica, quien en muchas ocasiones obstaculiza las investigaciones, además de no reportar y de hecho encubrir a los sacerdotes pederastas, trasladándolos de las parroquias para evitar su detención y juicio.

Mario Napoleón Sasso. Condenado en 2007 a 17 años de prisión por haber abusado sexualmente de cinco niñas en 2002 y 2003, cuando era párroco de la capilla San Manuel en Pilar, Buenos Aires. En el juicio probaron el encubrimiento de dos sacerdotes colegas de Sasso, que fueron procesados.

A partir de la segunda mitad del siglo XX se ha incrementado el número de denuncias por abuso sexual infantil en todas sus variedades por parte de religiosos católicos. En los últimos años, han cobrado relevancia los casos de Irlanda, Estados Unidos, Alemania y Chile, donde las autoridades locales han encontrado culpables a sacerdotes de cientos de acusaciones de pedofilia. El escándalo ha alcanzado a congregaciones como la Legión de Cristo y ocasionó la renuncia de los obispos irlandeses, quienes reconocieron haber sido negligentes ante las denuncias de pedofilia por sacerdotes en sus diócesis, llevando a la cárcel a varios sacerdotes católicos. En abril de 2010, Roger Joseph Vangheluwe dimitió como obispo de Brujas por haber abusado sexualmente de un joven cuando era sacerdote y al comienzo de su episcopado. Organizaciones de víctimas de pedofilia han señalado que los papas Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco tienen algún grado de responsabilidad al haber encubierto abusos, o bien omitido las denuncias.

La Santa Sede, por la voz de Benedicto XVI, ha condenado la pedofilia y reconocido los casos que han llevado al escándalo por esta causa en los últimos años de la primera década del siglo XXI. A través de un comunicado dirigido a los católicos de Irlanda, el máximo jerarca católico ha reconocido la actuación "insuficiente" de la Santa Sede en los casos de pedofilia denunciados y reconoció que se trataba de actos criminales que dañaron a las víctimas y han dañado la imagen de la Iglesia en el mundo; actos por los cuales los sacerdotes "deberán responder —dijo el papa— ante Dios y los tribunales debidamente constituidos".

El Vaticano ocultó la pederastia del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, durante 63 años.

El papa Benedicto XVI ha reconocido públicamente los casos de pedofilia cometidos por sacerdotes, ha pedido perdón a las víctimas y sostenido que los culpables deben responder ante los tribunales. Así mismo, el papa Francisco publicó una carta dirigida «al Pueblo de Dios» el 20 de agosto de 2018 en la que condena los abusos sexuales cometidos por los sacerdotes. El director de la Sala de Prensa del Vaticano indicaba que el papa Francisco dice que se necesita urgentemente que los culpables rindan cuentas, no solo los que cometieron esos crímenes, sino también aquellos que los cubrieron. Lo cual en muchos casos incluye a los obispos. Además de hacer un llamamiento a toda la Iglesia Católica para que se adopten las medidas de protección necesarias en todas las instituciones. y que el texto del papa «es para Irlanda, para Estados Unidos, es para Chile, pero también para el resto de fieles que conforman el pueblo de Dios.» Sin embargo, a juicio de las organizaciones de sobrevivientes de abuso eclesiástico no se han producido avances significativos en el encubrimiento de estos crímenes, desde la curia vaticana y el propio Papa Francisco.

El principal modelo de política de encubrimiento es el caso "Brendan Smyth" en Irlanda del Norte cuya detención en 1997 causó una crisis política en Irlanda y un duro cuestionamiento a su comunidad religiosa, los norbertinos, quienes conocieron el comportamiento delictivo de Smyth por espacio de 40 años y no adelantaron ningún tipo de proceso disciplinario ni ante las autoridades eclesiásticas ni mucho menos ante las autoridades civiles. Analistas tanto católicos como no católicos discrepan si existió una confabulación deliberada para ocultar la naturaleza de su comportamiento, o si tuvo que ver en lo que pasó la completa incompetencia de sus superiores de la Abadía Kilnacrott, o si tal vez hubo una mezcla de la incompetencia de sus superiores con su presunción de que lo que ocurría con los miembros de su orden no era de su incumbencia. Al respecto, William McMurry, abogado de Louisville, Kentucky, entabló una demanda en contra de la Santa Sede en junio de 2004 representando a tres hombres que alegaban abuso sexual y que acusaron a los líderes de la Iglesia de organizar un encubrimiento de los casos de abuso sexual de niños. Los expertos legales predijeron el fracaso de la demanda por la soberanía de la Santa Sede y la falta de evidencia de la complicidad de la misma.

El pago extrajudicial a las víctimas de abuso infantil por parte de los clérigos infractores e incluso por parte de sus superiores con el fin de comprar su silencio ha sido otro aspecto que agrava la situación. Si los mismos fueron hechos por los mismos superiores, quedan automáticamente incriminados como encubrimiento de un delito, tanto dentro del derecho civil como eclesiástico. Uno de los casos más célebres en este sentido es el del cardenal Connel de Dublín al cual se le acusó de prestar dinero a un sacerdote incriminado para comprar el silencio del acólito Andrew Madden. Posteriormente, el arzobispo Connel se defendió asegurando que sencillamente prestó el dinero al sacerdote, sin conocer para qué lo iba a utilizar. La historia quedó registrada en un libro que Madden publicó posteriormente como Acólito: una vida después de abuso, en donde relata su drama.

El aumento de denuncias y la publicación en los medios tuvo bien pronto sus consecuencias en la Iglesia, especialmente durante el Pontificado de Juan Pablo II. Una de las consecuencias fue la de revisar los procesos de formación sacerdotal en los seminarios y el 25 de marzo de 1992 completó la exhortación apostólica Pastores Dabo Vobis ("Os daré pastores"), uno de los documentos papales más largos de la historia. Este documento estudiaba la crisis de la identidad sacerdotal, la renovación de la vida sacerdotal y la reforma de los seminarios en detalle. Asimismo, en el 2002 hubo una reunión en la Ciudad del Vaticano impulsada por el papa Juan Pablo II con los principales Obispos de Estados Unidos para tratar del problema del abuso sexual por miembros del clero.

Por último, también desde este Pontificado, la Iglesia comenzó a tratar el tema de la homosexualidad dentro del clero, ya que la mayoría de los casos de abuso sexual involucran varones púberes. La Congregación para la educación católica publicó un documento en 20051 en donde controversialmente establece un paralelo entre la homosexualidad y la pedofilia y declara que la Iglesia "no puede admitir en los seminarios o para las sagradas órdenes a aquellos quienes practiquen la homosexualidad, presenten bien marcadas tendencias homosexuales o apoyen a la llamada 'cultura gay'".

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