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31 - Mayo - 2021
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Israel está más cerca de la formación de un amplio Ejecutivo de coalición que podría desbancar del poder al actual primer ministro, Benjamín Netanyahu, tras el anuncio este domingo del ultraderechista religioso Naftali Benet de que intentará crear un "Gobierno de unidad" con el centrista y líder del bloque opositor Yair Lapid. Benet, actor clave que con sus 7 escaños, podía ayudar a decantar la balanza a favor del conglomerado derechista y religioso que encabeza Netanyahu o de la amplia amalgama de partidos opositores, dio este domingo por la tarde un paso firme al comprometerse a establecer coalición con Lapid, actual encargado de formar Gobierno en Israel tras haber recibido la tarea de parte del presidente el pasado cinco de mayo. "En este momento decisivo, debemos asumir responsabilidades. Pretendo hacer todo lo que está en mi poder para formar un gobierno de unidad nacional con mi amigo Yair Lapid que devuelva el país a la senda correcta", anunció Benet en un discurso televisado , donde apeló al sentido de la responsabilidad para sacar Israel de su largo bloqueo político.

Después de que el país se viera abocado a cuatro comicios en solo dos años –los últimos en marzo– sin lograr hasta ahora una clara mayoría y tras el fracaso de Netanyahu para formar un gobierno de derechas, Benet aseguró que los únicos escenarios posibles son "unas quintas elecciones" o crear "un ejecutivo de unidad nacional" que lo evite. Con todo, su paso, aunque no significa aún la materialización definitiva de un Gobierno anti-Netanyahu, acorrala aún más al actual primer ministro y le resta opciones para revalidar el cargo, tras haberlo ostentado de manera seguida durante los últimos 12 años. Netanyahu, imputado con cargos de corrupción en tres casos distintos, reaccionó rápidamente al anuncio de Benet acusándole de "traición" a los votantes derechistas, alertó ante "el peligro" de un "Ejecutivo izquierdista" para "la seguridad y futuro de Israel" e instó a hacer un último intento para alcanzar un Gobierno de derechas.

Naftali Bennett es un empresario y político israelí. Es el líder del partido político Nueva Derecha junto con Ayelet Shaked. Fue también líder del partido político La Casa Judía, así como del movimiento extra parlamentario "Mi Israel" y exlíder del Consejo del Área de Judea y Samaria.

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El actual primer ministro israelí acusó a Benet de cometer el "fraude del siglo" al traicionar a los casi dos millones de israelíes que votaron por partidos de derecha porque "lo único que quiere es convertirse él en primer ministro". De hecho, al frente de la formación Yamina, Benet –antiguo protegido y ministro de Netanyahu– representa una corriente ultranacionalista y derechista, favorable a la colonización de los territorios palestinos ocupados, y ultraliberal en lo económico, una ideología de difícil encaje con la de otros partidos necesarios en la autodenominada "coalición de cambio", algunos árabes.

Benjamín «Bibi» Netanyahu es el actual primer ministro de Israel. También se desempeña actualmente como miembro de la Knéset y presidente del partido Likud. Nacido de padres judíos seculares, ?? es el único primer ministro israelí nacido en Israel después de la creación del Estado.

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Tras el anuncio de Benet, los equipos negociadores de Yamina y Yesh Atid –el partido de Lapid– se pusieron de nuevo manos a la obra y retomaron negociaciones para encarrilar el Ejecutivo, dijo un portavoz del líder centrista. Según informaron este domingo medios locales, Benet y Lapid estarían negociando un Ejecutivo de alternancia en la jefatura de Gobierno: el primero ostentaría el cargo de primer ministro los primeros dos años y el centrista le sucedería los dos siguientes. Lapid tiene de plazo hasta el próximo 2 de junio para comunicar al presidente israelí, Reuvén Rivlin, si consiguió entablar una coalición de gobierno que todavía no está asegurada. Tras los comicios de marzo, Netanyahu –cuyo partido Likud fue la primera fuerza con 30 escaños– recibió en primer lugar el encargo de conformar Ejecutivo, pero no lo consiguió y Rivlin trasladó la tarea a Lapid. Con el respaldo de Benet, y dependiendo también de si todos los diputados de Yamina apoyan un Gobierno con el bloque anti-Netanyahu, el centrista tendría ahora unos 58 escaños, pero le faltarían tres para una mayoría de 61 en un Parlamento (Knéset) de 120.

Lapid lidera un amplio bloque de partidos de gran diversidad ideológica –desde la izquierda hasta la extrema derecha–, incluso antitético, cuyo único elemento de unión es su oposición a Netanyahu. A estas alturas, para llegar a una mayoría, debería conseguir también el respaldo directo o externo de la Lista Unida (seis diputados) o del islamista Raam, ambos partidos árabes. Esto sería un paso sin precedentes en Israel, y es que formaciones árabes-israelíes que representan a comunidades de origen palestino del país no apoyaron antes a gabinetes integrados por partidos derechistas y marcados a menudo por una narrativa anti-árabe. En esta línea también figura Avigdor Lieberman, líder del partido ultraderechista Israel Nuestro Hogar, que sería otra de las piezas claves en un Ejecutivo unitario donde deberían compartir el poder con partidos de tendencia de centro-izquierda o pacifista como son el Partido Laborista y Meretz. Ante todo, lo sucedido hoy parece marcar otro paso para acabar con la larga era de Netanyahu, el primer ministro más longevo de la historia de Israel con quince años acumulados en el poder (1996-1999 y 2009-2021). Sin embargo, acostumbrados a las maniobras que suelen marcar y desestabilizar la política israelí en el último momento, hay quien no descarta que Netanyahu pueda seducir a tránsfugas de los partidos derechistas del bloque opositor para forzar el apoyo de Benet a su favor, algo que el actual primer ministro insinuó esta tarde en modo de advertencia.

Israel y Marruecos: el legado de Trump que salpica a España. A cambio de un acuerdo entre Israel y Marruecos, Trump se comprometió a reconocer la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Rabat sigue aferrado a ese pacto y eso explica también sus últimos movimientos.

Este miércoles se acaba el plazo para que el líder de la oposición israelí, Yair Lapid, consiga los apoyos necesarios para formar un gobierno de coalición tras las elecciones celebradas el 23 de marzo. El primer ministro Benjamin Netanyahu ya tuvo su turno, pero no logró convencer a suficientes fuerzas políticas en el tradicional juego de alianzas israelí. El domingo, Lapid, líder del partido Yesh Atid ("hay futuro"), considerada una formación de centro, alcanzó un acuerdo con el ultraderechista Naftali Bennett, del partido Nueva Derecha. Juntos suman 24 escaños y necesitan el apoyo de otras formaciones para poder gobernar y llegar a los 61 de los 120 escaños del Parlamento.

Según el acuerdo alcanzado, ambos líderes se turnarían en el puesto de primer ministro –Bennett empezaría ocupando el cargo, según medios locales– y el Gobierno funcionaria dividido en dos bloques: el bloque de Yesh Atid y las formaciones que consiga atraer y el bloque de Nueva Derecha y los aliados que obtenga. Ambos bloques se repartirían los ministerios, con más peso para el grupo de Lapid. Además, toda legislación que resultase polémica quedaría congelada durante un año. Cualquier coalición para destronar a Netanyahu necesita la unión de formaciones con agendas opuestas. Si finalmente se confirma el acuerdo, estos serán los dos líderes del nuevo Gobierno.

"Hay algunas cosas que la mayoría de nosotros sabemos que nunca pasarán: no habrá una nueva temporada de Los Soprano… y nunca habrá un plan de paz con los palestinos", decía Naftali Bennett en un anuncio de campaña para las elecciones de 2013, según publicó The New Yorker.

El líder del partido Hay Futuro, Yair Lapid, (izquierda) y el ultraderechista Naftali Bennett, líder de la formación Nueva Derecha.

Es un político que empezó como empresario. En 2005, con 35 años, ya era multimillonario gracias a la venta de su empresa de software de seguridad a una compañía estadounidense por 145 millones de dólares. Poco después, entre 2006 y 2008 se convirtió en jefe de gabinete de Netanyahu. En 2010 fue nombrado director del Consejo Yesha, la principal organización para la promoción de los asentamientos en territorio ocupado, declarados ilegales por la Corte Internacional de Justicia. Desde sus primeras elecciones, las de 2013, este político ha ocupado las carteras de Economía, Servicios Religiosos, Asuntos de la Diáspora, Educación y Defensa, y siempre se ha mantenido en la línea dura. Para Bennett, la Línea Verde –demarcación establecida tras el armisticio de 1949– "no tiene ningún significado". "La tierra es nuestra. Haré todo lo que pueda para luchar contra la creación de un Estado palestino en la tierra de Israel", decía de cara a las elecciones de 2013. "No más ilusiones". El que puede ser el próximo primer ministro de Israel ha negado incluso la existencia de la ocupación: "¿Qué ocupación? ¿Puede uno ser un ocupante en su propio hogar? Esta es nuestra casa". Como ministro de Economía, Bennett fue muy criticado por sugerir que a los "terroristas" no había que detenerlos, sino matarlos. "Yo ya he matado a muchos árabes en mi vida y no hay absolutamente ningún problema". Meses antes había comparado la situación entre Israel y los palestinos como metralla molesta clavada en el culo que no se puede extirpar.

Otras veces no ha escondido sus posiciones racistas, como cuando le dijo a un diputado árabe lo siguiente: "Cuando ustedes todavía colgaban de los árboles, aquí teníamos un Estado judío". El político ultra también afirmó que la joven activista palestina Ahed Tamimi y su madre deberían "terminar su vida en prisión". Tamimi fue detenida en 2018, cuando tenía 17 años, tras viralizarse un vídeo en el que aparecía empujando y abofeteando a un soldado israelí.

Yair Lapid es exministro de Netanyahu, ahora convertido en su principal enemigo. Antes de entrar en política, Yair Lapid trabajó como periodista para varios periódicos y se convirtió en un famoso presentador de televisión. En 2012, dejó su carrera periodística y fundó el partido Yesh Atid. Se mostró contrario a los privilegios de la comunidad ultraortodoxa, prometió reducir costes de la vivienda y llevar a cabo una reforma educativa, entre otras cosas. En las elecciones de 2013 fue la gran sorpresa del Parlamento, convirtiéndose en segunda fuerza con 19 escaños. Yesh Atid acabó formando coalición con el Likud de Netanyahu y Lapid se hizo con el Ministerio de Economía. La alianza duró poco y en diciembre de 2014 el primer ministro echó a Lapid y convocó elecciones anticipadas. "Ya no voy a tolerar oposición desde dentro del Gobierno", dijo. Lapid se había opuesto a la ley para destacar el caracter judío del Estado y a la política de asentamientos del primer ministro. En las elecciones de 2015 no tuvo buenos resultados y perdió siete escaños. En 2019, formó la alianza Azul y Blanco con el general militar Benny Gantz a la cabeza. Según dicho acuerdo, el cargo de primer ministro rotaría entre ambos en caso de victoria. Azul y Blanco empató a 35 escaños con Netanyahu, pero ninguno pudo formar gobierno. Dos repeticiones electorales después, el bloqueo continuaba y Gantz accedió a formar un gobierno de unidad bajo el liderazgo de Netanyahu. La alianza Azul y Blanco saltó por los aires y Lapid se presentó solo a las elecciones de marzo de 2021, donde quedó como segunda fuerza.

Beniamin Netanyahu consiguió un año y medio más al frente el Gobierno de Israel gracias al apoyo in extremis de su máximo rival político, Benny Gantz, el general que lideraba la oposición y que llevaba un año insistiendo en que nunca aceptaría entrar en una gran coalición con un primer ministro que está procesado por corrupción.

Netanyahu y Gantz se dan la mano por delante del presidente de Israel y el presidente de la Knesset en un acto celebrado en 2019.

Lapid ha descrito la alianza que quería formar Netanyahu como "un gobierno extremista, homófobo, chovinista, racista y antidemocrático". En cuanto al conflicto con Palestina, Lapid mantiene una posición dura, defendiendo que el Ejército israelí tiene que poder entrar en territorio palestino por motivos de seguridad, que el Valle del Jordán tiene que estar en manos de Israel, que "no existe el derecho de retorno" de los palestinos que fueron desplazados en 1948 y que Jerusalén es la capital indivisible de Israel "porque los países no dividen sus propias capitales". Aunque Lapid criticó la política de asentamientos de Israel, el líder de Yesh Atid ha apoyado la construcción en los denominados ‘bloques de asentamientos’, que son aquellos asentamientos que Israel considera que puede mantener en un futuro acuerdo de paz. "Si mañana fuese primer ministro, es lo que haría. Construir en los bloques a cambio de congelar fuera de los bloques", afirmó en 2016. El político también criticó la decisión de la UE de prohibir la financiación de instituciones relacionadas con los asentamientos, afirmando que era "una metedura de pata" que "envalentona a los extremistas". "Tenemos que sacar a los palestinos de nuestras vidas. Lo que tenemos que hacer es construir un muro alto y quitarlos de nuestra vista", declaró Lapid en televisión en 2016. Por último, el político se ha mostrado muy duro con la ONU y sus organismos. "En lo que respecta a Israel, la ONU ha perdido credibilidad, sentido común e integridad", escribió en una columna. Lapid ha criticado al Consejo de Derechos Humanos, la UNESCO e incluso a la OMS –por decir que en los Altos del Golán existe una "ocupación israelí"–. También ha denunciado la existencia de la UNRWA, la agencia de la ONU para los refugiados palestinos, afirmando que "han creado una industria cínica: la creación de refugiados".

Israel recorta el derecho de defensa de la cooperante española acusada de financiación del terrorismo. La abogada de Juana Ruiz solo ha podido visitarla por primera vez 24 horas antes del juicio, que se celebra este miércoles en un tribunal militar en Cisjordania.

Decenas de sonrisas bien anchas se pasean por los bulevares israelís. Ni rastro de mascarillas sobre unas caras tostadas por el sol. Israel ha levantado este martes todas las medidas preventivas para el coronavirus, excepto las restricciones para entrar en el país. Mientras en el interior se respira la esperanza de un verano normal, sus fronteras siguen cerradas de forma hermética. Para evitar la entrada de variantes del virus, Israel quiere obligar a sus viajeros a vestir un brazalete electrónico que controle su respeto a la cuarentena. Ya se han encargado 30.000 pulseras a la espera de que el sistema sea aprobado por el Comité de Asuntos Constitucionales. Solo cuatro casos nuevos de coronavirus se detectaron el pasado domingo entre las 22.360 pruebas realizadas. El retorno a la normalidad ya es una realidad. Israelís vacunados y no vacunados pueden participar en cualquier evento sin necesidad de tener el aclamado pasaporte verde, que pierde su validez. Tras 14 meses de pandemia, la tasa de infecciones ha caído con apenas 352 casos activos. Solo en el interior de los establecimientos la mascarilla es obligatoria. Pero las autoridades israelís saben lo difícil que es mantener este esperanzador escenario.

Por ello, buscan controlar el aeropuerto de Ben Gurion a las afueras de Tel-Aviv. Con la llegada a cuentagotas de algunos turistas y los retornos de su ciudadanía, han llegado nuevas variantes. El Gobierno no ha escatimado en recursos para evitarlo. Por 40 millones de shekels –unos nueve millones de euros–, el Ministerio de Salud encargó a la empresa SuperCom 30.000 brazaletes electrónicos que permitan controlar que los recién llegados cumplan con su cuarentena.

Dos viajeros muestran sus brazaletes electrónicos a su llegada al aeropuerto de Ben Gurion, en Tel-Aviv, el pasado 1 de marzo en una prueba piloto de las pulseras.

Ubicado en la muñeca o en el tobillo, el brazalete se usaría para monitorear la ubicación del usuario a través de Bluetooth y GPS. Según el proyecto de ley aprobado en la Kneset, el Parlamento israelí, quienes se nieguen a usarlo, o no puedan aislarse en casa, deberán quedarse en un hotel operado por el Ejército como alternativa. SuperCom ha comunicado a Netanyahu en una carta que no existe ningún impedimento legal para la supervisión electrónica por parte del Gobierno de quienes ingresan en el país. "Desde nuestro punto de vista, el 1 de junio de 2021 es un día festivo", ha declarado Tomer Mor, líder de un grupo de defensa de los restauradores, al sitio web de noticias Ynet. A partir de este martes, no hay límites en las reuniones. Cualquier persona puede acceder a tiendas, restaurantes, lugares de culto sin necesidad de presentar ninguna documentación. Después de tres confinamientos y una campaña de vacunación masiva, la vida en su plenitud vuelve a Israel.

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