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23 - Abril - 2020
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El buen humor está hoy desolado. Marcos Mundstock, el mayor ingenio de los juegos de palabras en lengua española, miembro del grupo Les Luthiers, ha fallecido este miércoles en Buenos Aires a los 77 años como consecuencia de una enfermedad que le fue descubierta en febrero de 2019, según informó a EL PAÍS una fuente cercana a la formación.

Durante más de medio siglo, este descendiente de inmigrantes judíos procedentes de Polonia compuso malabarismos con el idioma español al elaborar los guiones de Les Luthiers, el grupo argentino que mezcla el humor culto con la música perfecta, y los instrumentos tradicionales con estrafalarios artilugios inventados.

Las palabras buscaban a Mundstock para que él las dotara de nuevos significados, sorprendentes y desternillantes, de modo que así pudieran ampliar sus propiedades y producir la risa del público. Se hicieron amigas suyas; y hoy deben de estar, por tanto, desconsoladas.

El fallecimiento del actor, guionista y exlocutor es el tercero que sufren Les Luthiers, tras los de Gerardo Masana en 1973, a los 36 años, y Daniel Rabinovich en 2015, cuando tenía 71.

Con la retirada voluntaria de Carlos Núñez Cortés a los 75 años de edad, en 2017, tras recibir con sus compañeros en Oviedo el premio Princesa de Asturias de Humanidades, en la actual formación de seis integrantes sólo permanecen dos de los fundadores: Carlos López Puccio y Jorge Maronna.

Sin embargo, el grupo sigue activo porque se fue renovando con las incorporaciones de Tato Turano, Martín O’Connor, Roberto Antier y Tomás Mayer Wolf, quienes durante años habían viajado con Les Luthiers como reemplazantes en sus giras internacionales. La enfermedad había retirado a Mundstock de la actividad artística en marzo de 2019. Empezó entonces a sufrir problemas de movilidad, pero aún pudo componer un texto brillante que grabó en vídeo para participar así en el Congreso Internacional de la Lengua celebrado en Córdoba (Argentina) en abril de 2019.

En él hablaba sobre la manera en que nos referimos a las distintas mediciones del tiempo en nuestro idioma, que consideraba imperfectas. Por eso propuso una valoración más estricta de tales expresiones en el habla popular: “Propongo”, dijo, “que un lo que canta un gallo equivalga a dos santiamenes y a cuatro periquetes. Y que un me pareció un siglo sea igual a la cuarta parte de una eternidad o a un 0,33% de ya no veo la hora”. Y lo mismo habría de suceder con los valores que se asignan a las cosas de poca importancia: “Cuando alguien dice me importa un comino, ¿en qué está pensando?: ¿En más o en menos que me importa tres pepinos?..., ¿o en medio pimiento?

Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica (2007).

También contó en esa intervención grabada el sucedido de un joven escritor que había acudido a un taller literario para que le arreglaran un cuento; y que preguntó cuando le atendieron: “¿Podrá estar para el martes?”. En ese relato que se escuchó entre risas en el Congreso de la Lengua, Mundstock explicó que en su apócrifa serie de libros de autoayuda, algunos con más éxito que otros, había redactado uno para la colección Temas Eróticos. Y se titulaba así: Manual de autoayuda o autoayuda manual.

Marcos Mundstock es probablemente el ser humano que más ha visto reír a otros. Les Luthiers han ofrecido más de 7.600 presentaciones durante sus más de 50 años de trayectoria. Las risas promedio en cada uno de esos espectáculos rondan las 444 por función. Y a ellas han asistido unos 10 millones de espectadores. Por tanto, las risas que ha provocado Marcos Mundstock con sus guiones y con sus interpretaciones suman, en números redondos, 4.400 millones.

Algunos de esos juegos de lenguaje de Mundstock para Les Luthiers se basan en aparentes dobletes inventados con toda lógica y que a nadie se le habían ocurrido antes: el monólogo se produce cuando habla uno solo; pero si se trata de dos, en vez de "monólogo" deberíamos llamarlo "biólogo". El diptongo se activa al juntar dos vocales, pero ¿qué pasa si se juntan dos consonantes? Sin duda, habría de llamarse un "consonantongo". Y la fonética de las ovejas no genera fonemas ambivalentes como podría ocurrirnos a las personas, sino sonidos "ambibalantes".

Otra de sus técnicas humorísticas tiene que ver con la pragmática, una de las modernas ramas de la lingüística. La pragmática estudia el sentido de lo que queremos decir, más allá del significado exacto de las palabras que proferimos al hacerlo. Los profesores de esta materia tienen a su disposición los juegos de Les Luthiers, y por tanto de Marcos Mundstock, para explicar cómo nos ponemos de acuerdo todos para entender de una misma forma una frase que en realidad ofrece dos posibilidades si nos atenemos a su pura textualidad.

Marcos Mundstock durante una actuación en el Teatro Solís de Montevideo (Uruguay), en el año 2005, con el espectáculo 'Las obras de ayer', un recorrido por los principales éxitos del grupo hasta entonces.

En la escena en la cual los miembros de una banda de música militar se hallan perdidos en el campo de batalla, uno de ellos avisa: "Cuidado, por allá viene el enemigo". Y otro contesta envalentonado: "No me da miedo si sólo es uno". Y así ocurre también con el chiste sobre aquel avispado Cantalicio Luna, que se puso a vender “botas de potro”. Pero le fue mal. “Porque la mayoría de los potros andaban descalzos”. Mundstock llevaba el humor de serie, del mismo modo que los autos salen de fábrica con las ruedas y el motor.

Les Luthiers se formó en el coro universitario de Buenos Aires, en sus años de estudiantes. A fuerza de hacer bromas musicales para el resto de los compañeros, acabaron montando un espectáculo propio. Primero con la formación I Musicisti (1965-1966), y luego ya (desde 1967) bajo el formato de Les Luthiers que ha recorrido el último medio siglo. Desde entonces hasta hoy, este grupo ha logrado garantizar la felicidad del público durante dos horas de espectáculo.

Marcos Mundstock también ha ejercido como actor. La última película que rodó aún tiene vida comercial: la divertida El cuento de las comadrejas, dirigida por su compatriota Juan José Campanella y en cuyos diálogos saltan al oído algunas de las aportaciones del humorista, seguramente admitidas con agrado por los guionistas para enriquecer la obra. Poca felicidad mayor puede darse en esta vida que reír y hacer reír. Sobre todo si, como sucede en el caso de Mundstock y Les Luthiers, eso se consigue con un humor inteligente, que critica con respeto, que no ofende, que juega con las palabras pero no con las personas; y que nos ofrece unos ángulos insospechados sobre la riqueza y la alegría del idioma que compartimos.

Divertido y punzante, tranquilo y conciliador, entrañable y atento, sólo levantaba la voz para cantar. Vivía en paz consigo mismo y con su gente, disfrutaba de su trabajo y honró siempre a la palabra amigo. Estaba casado con Laura Glezer, cardióloga, con quien tuvo a su única hija, Lucía, ferviente madridista como él y que ha emprendido una carrera como actriz.

Les Luthiers han sobrevivido al paso del tiempo.

Laura y Lucía. Quisieron las palabras juguetonas que las primeras letras de esos nombres coincidieran con las siglas de los compañeros del escenario: LL (Les Luthiers). Ésa es la abreviación con la cual suelen citar al grupo cuando se escriben entre ellos algún mensaje de correo o de WhatsApp; las iniciales también de las dos mujeres que Marcos Mundstock llevaba impresas en su generoso corazón.

Miembro fundador de Les Luthiers (1967), Marcos Mundstock formaba con Daniel Rabinovich un dúo que, al actuar, guardaba una relación con el resto del grupo similar a la de un diamante con el anillo de oro al que se engarza. Con ellos uno nunca sabe qué admirar más, si la calidad de su comedia, o la de su música. Como sucede, a veces, con las grandes obras artísticas, sus creaciones son inclasificables, con lo incómodo que es eso a la hora de otorgar un premio Max, un Grammy, o el Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades.

No sé si la profesión de su padre (relojero) influyó en su precisión con el lenguaje. Debemos al teórico del “diptongonante” algunos de los más impresionantes malabares idiomáticos, con los que hizo reír a su estimado público (estimado en unas ochocientas personas, por lo visto). Como el mejor Quevedo, retorcía las palabras en forma y sentido, jugaba con la confusión y el equívoco, sugería la ambigüedad, dominaba el calambur y la litote. En un vídeo formidable con el que participó a distancia en el Congreso Internacional de la Lengua de 2019, además de plantear a la RAE una serie de sugerencias sublimes para enmendar ciertas imprecisiones del castellano (como bien señaló su amigo Álex Grijelmo), presentaba palabras nuevas como cinecólogo, médico de actrices de Hollywood, que podían llegar a sufrir actritis. Aficionado a la etimología, nos enseñó que un suicida no es el que mata a un suizo, sino alguien que se quita la vida “a sui mismo”, o que la musa de los escarabajos es la escaramusa [sic]. Pero su erudición iba más allá del español, aunque no vamos a extendernos aquí en su dominio del inglés, pues “time is money”, ya saben: “el tiempo es un maní”.

Marcos Mundstock (con casco amarillo) posa con "Les Luthiers" en Madrid.

Su ascendencia judía no le impidió asomarse a la hagiografía de san Ictícora de los Peces, distinguir entre los grandes adeptos al Islam (los "muy sulmanes"), y los que solo seguían en parte los preceptos de Mahoma (los "mahomenos"), o dar a conocer la secta del telepredicador Warren Sánchez (secta, porque antes había fundado otras cinco). Sin él, nunca habríamos sabido que la oración se compone de sujeto y predicado porque "nunca se ha sentido mejor sujeto que cuando ha predicado".

Ha caído la mejor barba de la comedia de guante blanco, el biógrafo de Manuel Darío, de D. Rodrigo Díaz de Carreras, de Oblongo 'Ngue, de Cantalicio Luna, de Kathy, la reina del saloon (Kathy reina, por un poquito no lo fue). Escipión, el político corrupto de las himnovaciones, el inolvidable presentador de "Entreteniciencia familiar", el tipo que mejor improvisó jamás la vida del célebre compositor Lajos Himrenhazy, el cual cuando nació fue el menor. El pirata modisto de "Las majas del bergantín", aquella obra de marineros inspirada en la vida de un leñador que vivía solo con su loro: la adaptación no fue fácil.

Como Borges, como Maradona, como Federico Lupi, nos hizo enamorarnos de Argentina. Sus actuaciones han sido pieza clave en la educación humorística de innumerables espectadores que las fuimos descubriendo en cintas de casete, cedés, algún VHS, los carísimos DVD que intentábamos coleccionar, o, últimamente, los vídeos subidos a la red, que acumulan millones de visitas. Dicen que un artista bueno es inimitable, pero cuando es excelente se vuelve canónico, referencial y, por tanto, imitadísimo: ¿cuántas y cuántas veces habrán sido versionadas por sus seguidores?

Cervantes se inventó a Don Quijote, igual que Marcos Mundstock a Johan Sebastian Mastropiero. Los dos entendieron la vida desde una mirada "lúdica y lúcida", como defendió el argentino al recibir el Princesa de Asturias, desde la risa, la parodia y el cambio de perspectiva. Los dos han hecho mejor la vida de mucha gente que nunca conocerán. Los dos murieron el mismo día, pero de distinto año.

Decía Alejandro Dolina que Les Luthiers es la prueba de que para triunfar no es obligatorio ser estúpido. Poco reconforta tanto como encontrar un humorista cuyas bromas nacen de la lectura sutil de códigos paralelos, de la elipsis, la ironía y lo implícito. En definitiva: de la inteligencia. Después de matarnos de la risa, ha muerto Marcos Mundstock, un referente y un estímulo para todos los que nos reímos en español, y lo ha hecho en plena pandemia. No sabemos si se ha ido dentro de un bajo barriltono o montado en mandocleta. Ahora que toca el ritual de revisitar algunos vídeos, nos reímos pese a todo, bajo la mascarilla.

Su ausencia dejará a este idolatrado conjunto argentino de comedia y música clásica sin su voz radiofónica y sus irónicos comentarios sobre su compositor de referencia, Johann Sebastian Mastropiero. Dejemos atrás la tristeza y dispongámonos a rendirle tributo como a él le gustaría, con una gran sonrisa y, para ello, nada mejor que repasar las obras que nos deja.

En su canal de YouTube podemos ver casi todos sus espectáculos completos (a medida que van pasando los años, la calidad de los vídeos es mejor) y descubrir sus insólitos instrumentos informales creados a partir de objetos cotidianos como el Bolarmonio, el Contrachitarrone de gamba, el Yerbomatófono d’amore o el Tubófono silicónico cromático. Empezamos por el primero que grabaron, Viejos fracasos (1976), subtitulado Lo peor de su repertorio. Era una antología de sus primeros éxitos como la canción de los barqueros del Vólgota (Oi Gadóñaya), el cantar bastante de gesta (Epopeya de Edipo de Tebas) o la Serenata mariachi. Mastropiero que nunca (1977) estaba compuesto íntegramente por piezas de este autor que ellos inventaron con escenas sencillamente geniales como el tráiler cinematográfico El asesino misterioso, la narración del documental Visita a la Universidad de Wildstone o el madrigal La bella y graciosa moza marchose a lavar la ropa, la mojó en el arroyuelo y cantando la lavó, al frotó sobre una piedra y la colgó de un abedul. Pausa para respirar. Y Mundstock aún no llevaba barba.

Les Luthiers hacen muchas gracias de nada (1979) incluía la canción infantil La gallina dijo Eureka o la música para radioteatro, Sinfonía interrumpida. Luthierias (1981) fue considerado por los propios artistas uno de los mejores que habían creado y no es de extrañar, ya que contenía momentos desternillantes que luego han recuperado como el Bolero de los celos o la zarzuela Las majas del Bergantín. Humor dulce hogar (1985) destacaba por su canción pusilánime Serenata tímida y la suite circense Vea esta noche.

Viegésimo aniversario (1987) se iniciaba con temas nuevos como la rapsodia gastronómica Encuentro en el restaurante (y su prólogo en el que Mundstock perdía los papeles y debía improvisar) o el juego de palabras donde brillaba la mímica Quien conociera a María amaría a María y, fuera de programa (como solían anunciar), recuperaban viejos éxitos como la chanson Nuit de París. Grandes hitos (1992) también jugaba con el título porque ellos ya eran "grandecitos" y era el momento de hacer una antología donde recordaban algunas piezas ya citadas y títulos míticos como la partitura para el wéstern Kathy la reina del saloon o la crítica a los falsos predicadores El sendero de Warren Sánchez.

Los temas nuevos llegarían en 1994 con Unen canto con humor con el merengue El negro quiere bailar, Así hablaba Sali Baba (una parodia de los gurús con influencias de la música de la India) o el bolero Perdónala. Bromato de armonio (1996) destaca por su ópera La hija de Escipión, la sonata Para Elizabeth o la misteriosa Quién mató a Tom McCofee. Continuaban jugando con los títulos con Todo por que rías (1999) con su Radio tertulia, sus Loas al cuarto de baño con instrumentos que reciclaban sanitarios (como una ducha o un bidé) o una incursión en la música contemporánea con el inesperado rap Los jóvenes de hoy en día.

En El grosso concerto (2001) contaron con la colaboración de la Camerata Bariloche, una prestigiosa formación de cámara argentina, que iniciaba el concierto para luego seguir con cuatro temas clásicos de los Luthiers como la balada A la playa con Mariana, y un tramo final en el que ambos grupos actuaban juntos con piezas como el Concierto para piano y orquesta del impronunciable Mpkstroff. Las obras de ayer (2002), también conocido jocosamente como Las sobras del ayer, combinaba temas nuevos y antiguos y contenía La balada del 7º regimiento o La canción a la independencia de Feudalia.

Aquí Les Luthiers (2005) arranca con su actuación en la plaza de Cosquín, una nueva recopilación en la que recuperaban la Candonga de los colectiveros y la zamba Añoralgias, para seguir con una parodia de El lago de los cisnes con el ballet de Julio Bocca y Mundstock como narrador y algunos gags sueltos como el exótico Música y costumbres en la isla de Makanoa. En el 2007 celebraron sus 40 años con un especial televisivo rodado también en un parque al aire libre con un público muy espontáneo y conmemorando el cumpleaños con otra antología de sus grandes éxitos. Hay que esperar a Lutherapia (2008) para encontrar temas nuevos, igual de geniales que siempre, como el vals geriátrico Pasión bucólica o el exorcismo sinfónico El día del final. La conversación entre un psicoanalista y su paciente, traumatizado por tener que escribir una tesis sobre Mastropiero, era el hilo conductor. Los espectáculos posteriores aún siguen utilizándolos en sus giras y por eso no están disponibles.

También hay una faceta menos conocida de Mundstock y es la de actor en diversas películas. Más allá de cameos en títulos como Torrente 3 pudo vérsele como analista que socorría al protagonista de la comedia romántica No sos, vos soy yo (2004) que está disponible en Amazon Prime Video, Google Play Movies, Rakuten TV y A3Player. Pero para disfrutarlo en su máximo esplendor podemos recurrir a la reciente El cuento de las comadrejas (2018) que está en Movistar+, Apple iTunes y Google Play Movies, una irónica parodia de El crepúsculo de los dioses en la que una veterana estrella de cine que vive en su mansión con su marido, su director y su guionista se enfrentan a una pareja de jóvenes que les tienden una trampa. Muchas gracias de nada, Marcos, por todo lo que nos hiciste reír.

Mundstock era hijo de inmigrantes judíos asquenazíes procedentes de Rava-Ruska, una ciudad de la región de Galitzia, en Europa Oriental, actualmente perteneciente a Ucrania. La ciudad formó parte de Polonia luego de la Primera Guerra Mundial, por lo cual los padres de Mundstock emigraron a la Argentina con pasaporte polaco.

Una rama de los judíos, también se escribe como askenazí o ashkenazí, es el nombre dado a los judíos de origen europeo que se asentaron en Europa central y oriental después de la destrucción romana de Jerusalén en el año 70; y que formaron comunidades a partir de comienzos del siglo VIII. Se establecieron principalmente en Alemania, Austria, Hungría, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Ucrania, Rumania, Rusia, Bielorrusia, Lituania y Letonia. Los asquenazíes son los descendientes de las comunidades judías medievales establecidas a lo largo del Rin, desde Alsacia, al sur, hasta Renania, en el norte. Ashkenaz, término hebreo medieval comúnmente empleado para designar a ‘Alemania’ es también el nombre dado en dicha lengua a toda la región del Centro y Este europeo, mientras que asquenazí es un término que designa de un modo general a la población judía que desciende de los mencionados judíos que se asentaron en Europa central y oriental. Desarrollaron costumbres y leyes particulares, que los diferencian de otros grupos del pueblo judío (sefardíes y mizrajíes, por ejemplo). Los asquenazíes desarrollaron su propia lengua, el yidis, que combina términos provenientes de diversos dialectos alemanes junto con algunos de origen eslavo y hebreo.

En cuanto a su historia familiar, Mundstock contaba:

Mi papá, que era relojero, y me llegó a enseñar algo de su oficio, vino a la Argentina solo en 1930 (aquí tenía una hermana) y se instaló en la ciudad de Rosario. Mi mamá había llegado con su familia un año antes y vivía en Santa Fe. Alguien que los conocía los contactó. Más adelante se casaron, y se fueron a vivir a Rosario, donde nació mi hermana. Luego se trasladaron a la ciudad de Santa Fe, donde nací yo en 1942. Siete años más tarde, nos mudamos a Buenos Aires. Mi familia hablaba en idish. Yo lo hablo bien, aunque nunca llegué a hablar tan fluidamente como ellos.

Desde pequeño, Mundstock estuvo expuesto a distintas influencias musicales, según él mismo cuenta:

En mi casa siempre se escuchaba música, a mi papá le encantaba. Cuando yo era chico, escuchábamos programas de radio de la colectividad italiana. Así conocí a varios tenores famosos, como Beniamino Gigli y Tito Schipa. Escuchábamos muchas canciones napolitanas, y también arias de ópera. Aquello fue para mí una primera aproximación a la música, con un gran disfrute. Por supuesto que también escuchábamos programas judíos. Los cantantes litúrgicos de sinagoga tenían una voz muy operística. Algunos eran fantásticos y a mi padre le encantaban. Durante mi infancia tuvimos algunos problemas económicos. Tras mudarse de Santa Fe a Buenos Aires, mi padre estuvo algunos años sin tener un trabajo estable. Tal vez por eso nunca me mandó a tomar clases de música, y por la misma razón, a mí tampoco se me ocurrió pedírselo.

Al comienzo de su participación en Les Luthiers realizó trabajos en radio y publicidad, aunque pronto pasó a dedicarse en exclusiva a las actuaciones del grupo. Junto con el fundador del conjunto, Gerardo Masana, creó el personaje del ficticio compositor Johann Sebastian Mastropiero, en cuya supuesta vida y obra se basan muchas de las piezas musicales que interpretan, así como los textos introductorios de las mismas. Si bien con Les Luthiers ocasionalmente interpreta algún instrumento, como el gom-horn, Mundstock reconoce ser el miembro del conjunto con menores cualidades para la interpretación musical.

Según su propio relato, a los 24 años se compró un piano e intentó aprender:

Pero tenía una especie de bloqueo. No era que no tuviera capacidad, sino que carecía de la constancia y la paciencia necesaria para sentarme a practicar. Quería aprender todo muy rápidamente. Y en la música, los tiempos de aprendizaje son muy difíciles de modificar. Mis intentos de aprender piano no prosperaron. La música es una asignatura pendiente en mi vida. Más adelante tomé clases de canto con un profesor. Ya había estudiado canto anteriormente, y siempre tuve la fantasía de ser cantante.

Reconocido por su voz de bajo, se destacaba por relatar los textos introductorios de la mayoría de las obras de cada espectáculo. Para eso usaba sus dotes de locutor profesional, a las que añadía su toque humorístico personal. En Mar del Plata, el 8 de febrero de 1971, en medio de una discusión después de actuar en un espectáculo donde trabajaban juntos, sufrió una agresión por parte de Nacha Guevara quien le arrojó un vaso de vidrio en la cara provocándole una cortadura por la que tuvieron que darle varios puntos de sutura. Guevara fue sentenciada a dos meses de prisión, sentencia que quedó en suspenso por falta de antecedentes.

Entre los premios que el grupo cómico ha recibido a lo largo de su carrera destacan el Premio Max de las Artes Escénicas (2001), que otorga la SGAE, el Grammy Latino a la excelencia musical (2011), el Premio Princesa de Asturias de Comunicación, además el Gobierno español les ha concedido la Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica (2007) y, en 2012, la nacionalidad española por carta de naturaleza.

En los últimos años ha unido a algunas apariciones anteriores en televisión la interpretación de papeles secundarios en películas argentinas para cine (por ejemplo No sos vos, soy yo o Roma), y en una española (Torrente 3). En 2011 participó de la película Mi primera boda con el papel del Padre Patricio. También locutó la voz del ermitaño en Metegol y actuó en El cuento de las comadrejas, una remake de Los muchachos de antes no usaban arsénico dirigida por Juan José Campanella. En enero de 2020 anunció su retirada temporal de los escenarios por indicación médica debido a un problema de salud que venía padeciendo desde 2019. Finalmente falleció a los setenta y siete años el 22 de abril del mismo año en Buenos Aires.

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