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28 - Abril - 2021
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En Kosovo pasaron muchas cosas por primera vez en las elecciones que celebró el pasado febrero. Que una candidatura, la que lideraban Albin Kurti y Vjosa Osmani (hoy primer ministro y presidenta, respectivamente) obtuviese el 50% de los votos, que quedasen fuera del Gobierno todos los partidos de la vieja guardia, que dos de los tres viceprimeros ministros y un tercio de los diputados sean hoy mujeres (casi todas sin necesidad de aplicar la cuota de género), o que alguien pulverizase el récord de votos directos a un candidato. Ese “alguien” es la muy popular Osmani, de 38 años, que llegó a los 300.000 apoyos, 117.000 por encima del anterior tope, logrado por Kurti en los comicios de 2019, cuando eran rivales. “Estos hitos no son suficientes. Son solo un punto de partida para tener una voz mucho más fuerte para afrontar los problemas diarios de las mujeres”, aseguraba en una entrevista por videoconferencia el pasado martes a El País.

Nacida en la hoy dividida ciudad kosovar de Mitrovica, militante desde la adolescencia en un partido conservador y doctora en Derecho por la Universidad de Pittsburgh (EE UU), Osmani fue confirmada por el Parlamento como jefa de Estado a principios de mes. Es la segunda presidenta, tras Atifete Jahjaga (2011-2016), de los cinco que ha tenido el país desde que en 2008 declaró unilateralmente la independencia de lo que entonces era Serbia y Montenegro, que hoy reconocen alrededor de la mitad de los miembros de la ONU. Aunque el cargo es principalmente representativo, como máxima autoridad diplomática y de las Fuerzas Armadas, encarna como pocos el cambio generacional y político por el que apostó en las urnas el país (1,8 millones de habitantes) más reciente de Europa. Hasta Dua Lipa y Rita Ora, las dos grandes estrellas de la música británicas de origen albanokosovar, aplaudieron en Instagram la elección.

Mitrovica, la ciudad partida en dos.

Osmani asegura que sus prioridades serán la justicia, la lucha contra el desempleo —sobre todo el juvenil y el femenino—, la integración en la UE y en la OTAN, y el aumento de los reconocimientos a su país; y se escuda en el apoliticismo de su nuevo cargo para evitar definirse ideológicamente. “Desde que fui elegida, soy la presidenta de todos los kosovares”, dice.

En realidad, ha conseguido dos cuadraturas del círculo. La primera, militar dos décadas en una formación de centroderecha -la Liga Democrática, que abandonó en 2020 por luchas internas— y acabar logrando la presidencia en alianza con un partido nacionalista de izquierdas, Vetevendosje. La segunda: ejercer como diputada durante cinco legislaturas con una formación tradicional y ser aun así percibida como un soplo de aire fresco. Ella lo atribuye sobre todo a que el grueso de su trabajo en las instituciones ha sido técnico. “Mi mundo era político, pero también profundamente profesional”, matiza. Fue la representante presidencial en el organismo que diseñó la Constitución y más tarde representó a Kosovo en el famoso caso en el que el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya concluyó en 2010, en una opinión no vinculante, que la declaración de independencia de Kosovo dos años antes había sido legal, dada la excepcionalidad del contexto.

Parte de su imagen de outsider se debe también a sus críticas públicas a decisiones de su propio partido, hasta el punto de boicotear las presidenciales de 2016. “Se fue forjando una imagen de mujer joven y políticamente inteligente que se mantiene firme ante hombres de más edad en medio de una estructura política masculina”, explica por videoconferencia la redactora jefa de la publicación digital Kosovo 2.0, Besa Luci. Hombres como el anterior ministro del Interior, Agim Veliu, quien le dedicó un comentario machista poco antes de las elecciones: “No sabía que fuese tan grande como para necesitar un espacio tan grande como la presidencia” de la Liga Democrática.

A la tercera fue la vencida. La conservadora Vjosa Osmani ha sido elegida presidenta de Kosovo por el Parlamento, en la última de las tres votaciones posibles y con el boicot de gran parte de la oposición. La candidatura de Osmani, doctora en derecho, fracasó en las dos primeras rondas al no obtener el respaldo de dos tercios de los 120 diputados, pero fue elegida en la tercera votación, en la que sólo necesitaba mayoría simple. De no haber sido elegida en esta tercera votación, se tendrían que haber celebrado nuevas elecciones legislativas. La elección de la presidenta era uno de los mayores retos que el Gobierno, formado el pasado 22 de marzo por el izquierdista y nacionalista Kurti, se había planteado para dar solidez política a un país inmerso en una constante incertidumbre.

La victoria de Osmani, aliada del primer ministro, Albin Kurti, ofrece, en consecuencia, cierta estabilidad al país pero es ante todo una victoria para las mujeres como destacó Osmani en su discurso ante el Parlamento. "Hoy, Kosovo eligió a una mujer presidenta. Para todas las chicas que pueden estar observándonos en estos momentos, espero que siempre recuerden lo que estoy diciendo ahora. Las chicas pueden ocupar el puesto que ellas mismas quieran, el puesto con el que sueñan todas las noches, y para el que trabajan duro y con esmero ." Vjosa Osmani, de 38 años, ya ejercía de presidenta interina de Kosovo desde el pasado noviembre, cuando el exlíder guerrillero Hashim Thaci abandonó el cargo tras ser acusado de crímenes de guerra durante el conflicto por la independencia de Kosovo, que le enfrentó a Serbia, entre 1998 y 2.000. Durante su mandato interino, la presidenta dejó claro que su enfoque político es la lucha contra la corrupción y el crimen organizado, y a favor la judicatura independiente de influencias políticas.

Osmani ya ocupó la jefatura de Estado de forma interina entre noviembre de 2020 y marzo pasado, a raíz de que el exlíder guerrillero Hashim Thaci dimitiera como presidente tras ser imputado por el Tribunal Especial para Kosovo —con sede en La Haya, pero parte del sistema judicial kosovar— por crímenes de guerra y contra la humanidad en la guerra de Kosovo. Al hablar del tema, le cambia el tono de voz. “Aún estamos esperando que Serbia se arrepienta, se disculpe y haga justicia por los crímenes que ha cometido en Kosovo y otras partes de la región, a través de las guerras que ha llevado a cabo durante el régimen de Milosevic, que fue un régimen genocida […]. La realidad en Kosovo es que los crímenes fueron cometidos por Serbia. Nosotros fuimos las víctimas y ellos, los agresores. No podemos permitir una equivalencia moral entre lo que hizo Serbia, acciones promovidas, organizadas y ejecutadas por el Estado, con lo que algunos individuos hayan podido hacer después de la guerra, sin ninguna organización”.

Vjosa Osmani, el pasado febrero, cuando aún era presidenta interina, saluda a soldados del Ejército kosovar, en Prístina.

En sus primeros actos simbólicos como presidenta, Osmani rindió homenaje a Ibrahim Rugova, considerado el padre de la independencia kosovar, a una familia asesinada por fuerzas serbias en 1998, a víctimas de violaciones de guerra y a los cientos de desaparecidos del conflicto. Sus recuerdos de infancia están marcados por las imágenes en televisión del conflicto bélico en Bosnia, iniciado en 1992. “Me iba a dormir cada día pensando en si nos pasaría a nosotros también”, afirma. Sus padres —él, empleado civil en una empresa de defensa; ella, enfermera— fueron despedidos en el marco de la creciente persecución y represión de los albanokosovares en los noventa. Siguió estudiando gracias al sistema de escuelas paralelo que estableció Rugova. En alguna ocasión ha contado que no puede olvidar aún el frío del cañón del Kaláshnikov que un soldado serbio le metió en la boca cuando tenía 16 años, antes de ser expulsada de su casa por paramilitares serbios y obligada a caminar durante cuatro días.

Su mensaje es menos apasionado cuando aborda el no reconocimiento de Kosovo por parte de España (uno de los cinco países de la UE que no lo hace, con Grecia, Chipre, Rumania y Eslovaquia), incluso cuando se le pregunta por la reciente decisión de mostrar en minúsculas las iniciales de Kosovo, al lado de las de España en mayúsculas, en el marcador del partido de clasificación para el Mundial que disputaron ambas selecciones el pasado 31 de marzo. “No hay un solo ciudadano de Kosovo al que sentase bien eso, porque creemos que el deporte debe conectar a la gente, y no al revés, y no debería haber política en el deporte. Fue bastante desafortunado […]. Espero que este episodio quede atrás y tengamos mejores oportunidades para cooperar en ese ámbito en el futuro, considerando Kosovo lo que es y seguirá siendo siempre: la República de Kosovo como un Estado soberano e independiente que está aquí para quedarse”. Asimismo, y en una alusión dirigida a enfatizar las diferencias entre el caso kosovar y los movimientos independentistas en España, Osmani subraya que España está “edificada sobre el principio de unidad del Estado, que es extremadamente importante para nosotros”, destaca la “gratitud” por su participación en los bombardeos de 1999 contra Serbia y recuerda que la OTAN estaba entonces encabezada por un español, Javier Solana.

Mitrovica, el polvorín tranquilo de Kosovo. Albaneses y serbios llevan vidas paralelas en esta ciudad kosovar, pero los acuerdos de 2013 han aumentado los contactos entre ambos lados de un puente que antes nadie cruzaba.

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Vjosa Osmani-Sadriu (Kosovska Mitrovica, 1982) es una jurista kosovar, ex presidenta de la Asamblea de Kosovo y actual presidenta de Kosovo desde el 4 de abril de 2021. Es profesora en la Universidad de Pristina, y también ha ejercido como profesora visitante en la Universidad de Pittsburgh. Osmani fue la candidata del partido Liga Democrática de Kosovo (LDK) a primer ministro en las elecciones parlamentarias de Kosovo de 2019.

Vjosa Osmani-Sadriu nació en 1982 en Kosovska Mitrovica, en la provincia autónoma de Kosovo y Metojia, entonces parte de Serbia. Terminó la escuela primaria y secundaria con éxito en su ciudad natal. Completó sus estudios básicos en la facultad de derecho de la Universidad de Pristina y sus estudios de maestría y doctorado en la Universidad de Pittsburgh, en Estados Unidos. Como profesora universitaria, imparte cursos en el campo de Derecho Internacional en Kosovo, mientras que en América imparte la asignatura "Construcción del Estado y Derecho: La Experiencia de Kosovo". Osmani es actualmente presidenta del Comité de Asuntos Exteriores, Diáspora e Inversiones Estratégicas. Anteriormente se ha desempeñado como presidenta del Comité de Integración Europea y vicepresidenta del Comité de Reformas Constitucionales en Kosovo.

Además de su exitosa carrera profesional, Osmani está casada y es madre de dos hijas gemelas. Además de su lengua materna, también habla inglés, turco, español y serbio. Es conocida por su contribución a la independencia de Kosovo, precisamente como representante ante la Corte Internacional de Justicia, donde en ese momento formaba parte de la delegación kosovar en la defensa de la legalidad de la independencia de la provincia, un caso que Kosovo ganó contra Serbia.

De no haber logrado el apoyo en esa tercera votación, la ley establece que se hubieran celebrado nuevas elecciones solo siete semanas después de los últimos comicios anticipados. Se trata de la segunda mujer que ejerce el cargo desde la independencia en el 2008. Los diputados de todas las minorías, menos la serbia, y de la opositora Liga Democrática de Kosovo proporcionaron el quórum, mientras que el resto de la oposición boicoteó la sesión. Osmani, jurista de 38 años, es junto al izquierdista Kurti una de las figuras más populares del país. Desde noviembre del 2020 ejercía de presidenta interina tras la renuncia del exlíder guerrillero Hashim Thaci, acusado de crímenes de guerra cometidos entre 1998 y el 2000. Osmani tenía el respaldo del Movimiento de Autodeterminación, o Vetevendosje!, que ganó las elecciones anticipadas el pasado 14 de febrero de forma aplastante.

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Kosovo o Kósovo, oficialmente la República de Kosovo, es un Estado con reconocimiento limitado ubicado en la península balcánica, en el sureste de Europa. Abarca 10 908 km² de superficie y está habitado por cerca de 1,8 millones de personas. Su capital es Pristina. Limita con Montenegro, Albania, Macedonia del Norte y la región de Serbia Central, y está compuesto por las regiones de Kosovo y Metojia. El reconocimiento internacional de la independencia de Kosovo es motivo de controversia. El gobierno de Kosovo, en cuyo territorio la etnia albanesa tiene predominio numérico, declaró unilateralmente su independencia de Serbia el 17 de febrero de 2008, con el apoyo de Estados Unidos y de la mayoría de los países de la Unión Europea, instaurando la República de Kosovo.

Sin embargo, Serbia aún considera la provincia autónoma de Kosovo y Metojia como una región autónoma dentro de su propio territorio, en conformidad con su Constitución y con la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aunque no intervenga en su administración desde 1999. Al finalizar la Guerra de Kosovo, el gobierno de la región quedó en manos de la OTAN y de la Misión de Administración Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo por mandato del citado Consejo de Seguridad.

Actualmente Kosovo es reconocido como Estado soberano por 90 de los 193 miembros de Naciones Unidas. Serbia, Rusia, China, España y la mayor parte de los países de América, Asia y África no aceptan la declaración unilateral de independencia, ni reconocen a la República de Kosovo como Estado soberano. La comunidad internacional se encuentra dividida entre los países que han reconocido oficialmente la independencia de Kosovo, los que se niegan a reconocerla y los que han declarado su neutralidad o su esperanza de una evolución de los acontecimientos, acordada por las partes. La soberanía de Kosovo como república fue proclamada por la mayor parte de los habitantes de origen étnico albanés. Sin embargo, la parte norte de Kosovo, habitada en su mayoría por la etnia serbia, es administrado autónomamente con la coordinación de la Asamblea Comunitaria de Kosovo y Metojia, un organismo creado en junio de 2008 con el apoyo de la República de Serbia y que no es reconocido por el autoproclamado gobierno kosovar. Tras seis meses de negociaciones auspiciadas por la Unión Europea, el 19 de abril de 2013 los gobiernos de Serbia y la República de Kosovo alcanzaron un acuerdo para el establecimiento de relaciones bilaterales.

La guerra de Kosovo fue un conflicto armado en dicha región serbia que se prolongó entre finales de febrero de 1998 y el 11 de junio de 1999.

Víctimas serbias durante la insurgencia en Kosovo.

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