En Kosovo pasaron muchas cosas por primera vez
en las elecciones que celebró el pasado febrero. Que una candidatura,
la que lideraban Albin Kurti y Vjosa Osmani (hoy primer ministro
y presidenta, respectivamente) obtuviese el 50% de los votos,
que quedasen fuera del Gobierno todos los partidos de la vieja
guardia, que dos de los tres viceprimeros ministros y un tercio
de los diputados sean hoy mujeres (casi todas sin necesidad
de aplicar la cuota de género), o que alguien pulverizase
el récord de votos directos a un candidato. Ese “alguien”
es la muy popular Osmani, de 38 años, que llegó a los 300.000
apoyos, 117.000 por encima del anterior tope, logrado por
Kurti en los comicios de 2019, cuando eran rivales. “Estos
hitos no son suficientes. Son solo un punto de partida para
tener una voz mucho más fuerte para afrontar los problemas
diarios de las mujeres”, aseguraba en una entrevista por videoconferencia
el pasado martes a El País.
Nacida en la hoy dividida ciudad kosovar de
Mitrovica, militante desde la adolescencia en un partido conservador
y doctora en Derecho por la Universidad de Pittsburgh (EE
UU), Osmani fue confirmada por el Parlamento como jefa de
Estado a principios de mes. Es la segunda presidenta, tras
Atifete Jahjaga (2011-2016), de los cinco que ha tenido el
país desde que en 2008 declaró unilateralmente la independencia
de lo que entonces era Serbia y Montenegro, que hoy reconocen
alrededor de la mitad de los miembros de la ONU. Aunque el
cargo es principalmente representativo, como máxima autoridad
diplomática y de las Fuerzas Armadas, encarna como pocos el
cambio generacional y político por el que apostó en las urnas
el país (1,8 millones de habitantes) más reciente de Europa.
Hasta Dua Lipa y Rita Ora, las dos grandes estrellas de la
música británicas de origen albanokosovar, aplaudieron en
Instagram la elección.
Mitrovica, la ciudad partida en dos.


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Osmani asegura que sus prioridades serán la
justicia, la lucha contra el desempleo —sobre todo el juvenil
y el femenino—, la integración en la UE y en la OTAN, y el
aumento de los reconocimientos a su país; y se escuda en el
apoliticismo de su nuevo cargo para evitar definirse ideológicamente.
“Desde que fui elegida, soy la presidenta de todos los kosovares”,
dice.
En realidad, ha conseguido dos cuadraturas del
círculo. La primera, militar dos décadas en una formación
de centroderecha -la Liga Democrática, que abandonó en 2020
por luchas internas— y acabar logrando la presidencia en alianza
con un partido nacionalista de izquierdas, Vetevendosje. La
segunda: ejercer como diputada durante cinco legislaturas
con una formación tradicional y ser aun así percibida como
un soplo de aire fresco. Ella lo atribuye sobre todo a que
el grueso de su trabajo en las instituciones ha sido técnico.
“Mi mundo era político, pero también profundamente profesional”,
matiza. Fue la representante presidencial en el organismo
que diseñó la Constitución y más tarde representó a Kosovo
en el famoso caso en el que el Tribunal Internacional de Justicia
de La Haya concluyó en 2010, en una opinión no vinculante,
que la declaración de independencia de Kosovo dos años antes
había sido legal, dada la excepcionalidad del contexto.
Parte de su imagen de outsider se debe también
a sus críticas públicas a decisiones de su propio partido,
hasta el punto de boicotear las presidenciales de 2016. “Se
fue forjando una imagen de mujer joven y políticamente inteligente
que se mantiene firme ante hombres de más edad en medio de
una estructura política masculina”, explica por videoconferencia
la redactora jefa de la publicación digital Kosovo 2.0, Besa
Luci. Hombres como el anterior ministro del Interior, Agim
Veliu, quien le dedicó un comentario machista poco antes de
las elecciones: “No sabía que fuese tan grande como para necesitar
un espacio tan grande como la presidencia” de la Liga Democrática.
A la tercera fue la vencida. La conservadora Vjosa
Osmani ha sido elegida presidenta de Kosovo por el Parlamento,
en la última de las tres votaciones posibles y con el
boicot de gran parte de la oposición. La candidatura
de Osmani, doctora en derecho, fracasó en las dos primeras
rondas al no obtener el respaldo de dos tercios de los
120 diputados, pero fue elegida en la tercera votación,
en la que sólo necesitaba mayoría simple. De no haber
sido elegida en esta tercera votación, se tendrían que
haber celebrado nuevas elecciones legislativas. La elección
de la presidenta era uno de los mayores retos que el
Gobierno, formado el pasado 22 de marzo por el izquierdista
y nacionalista Kurti, se había planteado para dar solidez
política a un país inmerso en una constante incertidumbre.

La victoria de Osmani, aliada del primer ministro,
Albin Kurti, ofrece, en consecuencia, cierta estabilidad
al país pero es ante todo una victoria para las mujeres
como destacó Osmani en su discurso ante el Parlamento.
"Hoy, Kosovo eligió a una mujer presidenta. Para todas
las chicas que pueden estar observándonos en estos momentos,
espero que siempre recuerden lo que estoy diciendo ahora.
Las chicas pueden ocupar el puesto que ellas mismas
quieran, el puesto con el que sueñan todas las noches,
y para el que trabajan duro y con esmero ." Vjosa Osmani,
de 38 años, ya ejercía de presidenta interina de Kosovo
desde el pasado noviembre, cuando el exlíder guerrillero
Hashim Thaci abandonó el cargo tras ser acusado de crímenes
de guerra durante el conflicto por la independencia
de Kosovo, que le enfrentó a Serbia, entre 1998 y 2.000.
Durante su mandato interino, la presidenta dejó claro
que su enfoque político es la lucha contra la corrupción
y el crimen organizado, y a favor la judicatura independiente
de influencias políticas.
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Osmani ya ocupó la jefatura de Estado de forma
interina entre noviembre de 2020 y marzo pasado, a raíz de
que el exlíder guerrillero Hashim Thaci dimitiera como presidente
tras ser imputado por el Tribunal Especial para Kosovo —con
sede en La Haya, pero parte del sistema judicial kosovar—
por crímenes de guerra y contra la humanidad en la guerra
de Kosovo. Al hablar del tema, le cambia el tono de voz. “Aún
estamos esperando que Serbia se arrepienta, se disculpe y
haga justicia por los crímenes que ha cometido en Kosovo y
otras partes de la región, a través de las guerras que ha
llevado a cabo durante el régimen de Milosevic, que fue un
régimen genocida […]. La realidad en Kosovo es que los crímenes
fueron cometidos por Serbia. Nosotros fuimos las víctimas
y ellos, los agresores. No podemos permitir una equivalencia
moral entre lo que hizo Serbia, acciones promovidas, organizadas
y ejecutadas por el Estado, con lo que algunos individuos
hayan podido hacer después de la guerra, sin ninguna organización”.

Vjosa Osmani, el pasado febrero, cuando aún
era presidenta interina, saluda a soldados del Ejército kosovar,
en Prístina.
En sus primeros actos simbólicos como presidenta,
Osmani rindió homenaje a Ibrahim Rugova, considerado el padre
de la independencia kosovar, a una familia asesinada por fuerzas
serbias en 1998, a víctimas de violaciones de guerra y a los
cientos de desaparecidos del conflicto. Sus recuerdos de infancia
están marcados por las imágenes en televisión del conflicto
bélico en Bosnia, iniciado en 1992. “Me iba a dormir cada
día pensando en si nos pasaría a nosotros también”, afirma.
Sus padres —él, empleado civil en una empresa de defensa;
ella, enfermera— fueron despedidos en el marco de la creciente
persecución y represión de los albanokosovares en los noventa.
Siguió estudiando gracias al sistema de escuelas paralelo
que estableció Rugova. En alguna ocasión ha contado que no
puede olvidar aún el frío del cañón del Kaláshnikov que un
soldado serbio le metió en la boca cuando tenía 16 años, antes
de ser expulsada de su casa por paramilitares serbios y obligada
a caminar durante cuatro días.
Su mensaje es menos apasionado cuando aborda
el no reconocimiento de Kosovo por parte de España (uno de
los cinco países de la UE que no lo hace, con Grecia, Chipre,
Rumania y Eslovaquia), incluso cuando se le pregunta por la
reciente decisión de mostrar en minúsculas las iniciales de
Kosovo, al lado de las de España en mayúsculas, en el marcador
del partido de clasificación para el Mundial que disputaron
ambas selecciones el pasado 31 de marzo. “No hay un solo ciudadano
de Kosovo al que sentase bien eso, porque creemos que el deporte
debe conectar a la gente, y no al revés, y no debería haber
política en el deporte. Fue bastante desafortunado […]. Espero
que este episodio quede atrás y tengamos mejores oportunidades
para cooperar en ese ámbito en el futuro, considerando Kosovo
lo que es y seguirá siendo siempre: la República de Kosovo
como un Estado soberano e independiente que está aquí para
quedarse”. Asimismo, y en una alusión dirigida a enfatizar
las diferencias entre el caso kosovar y los movimientos independentistas
en España, Osmani subraya que España está “edificada sobre
el principio de unidad del Estado, que es extremadamente importante
para nosotros”, destaca la “gratitud” por su participación
en los bombardeos de 1999 contra Serbia y recuerda que la
OTAN estaba entonces encabezada por un español, Javier Solana.
Mitrovica, el polvorín tranquilo de Kosovo. Albaneses
y serbios llevan vidas paralelas en esta ciudad kosovar,
pero los acuerdos de 2013 han aumentado los contactos
entre ambos lados de un puente que antes nadie cruzaba.


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Vjosa Osmani-Sadriu (Kosovska Mitrovica, 1982)
es una jurista kosovar, ex presidenta de la Asamblea de
Kosovo y actual presidenta de Kosovo desde el 4 de abril
de 2021. Es profesora en la Universidad de Pristina, y también
ha ejercido como profesora visitante en la Universidad de
Pittsburgh. Osmani fue la candidata del partido Liga Democrática
de Kosovo (LDK) a primer ministro en las elecciones parlamentarias
de Kosovo de 2019.
Vjosa Osmani-Sadriu nació en 1982 en Kosovska
Mitrovica, en la provincia autónoma de Kosovo y Metojia,
entonces parte de Serbia. Terminó la escuela primaria y
secundaria con éxito en su ciudad natal. Completó sus estudios
básicos en la facultad de derecho de la Universidad de Pristina
y sus estudios de maestría y doctorado en la Universidad
de Pittsburgh, en Estados Unidos. Como profesora universitaria,
imparte cursos en el campo de Derecho Internacional en Kosovo,
mientras que en América imparte la asignatura "Construcción
del Estado y Derecho: La Experiencia de Kosovo". Osmani
es actualmente presidenta del Comité de Asuntos Exteriores,
Diáspora e Inversiones Estratégicas. Anteriormente se ha
desempeñado como presidenta del Comité de Integración Europea
y vicepresidenta del Comité de Reformas Constitucionales
en Kosovo.

Además de su exitosa carrera profesional,
Osmani está casada y es madre de dos hijas gemelas. Además
de su lengua materna, también habla inglés, turco, español
y serbio. Es conocida por su contribución a la independencia
de Kosovo, precisamente como representante ante la Corte
Internacional de Justicia, donde en ese momento formaba
parte de la delegación kosovar en la defensa de la legalidad
de la independencia de la provincia, un caso que Kosovo
ganó contra Serbia.
De no haber logrado el apoyo en esa tercera
votación, la ley establece que se hubieran celebrado nuevas
elecciones solo siete semanas después de los últimos comicios
anticipados. Se trata de la segunda mujer que ejerce el
cargo desde la independencia en el 2008. Los diputados de
todas las minorías, menos la serbia, y de la opositora Liga
Democrática de Kosovo proporcionaron el quórum, mientras
que el resto de la oposición boicoteó la sesión. Osmani,
jurista de 38 años, es junto al izquierdista Kurti una de
las figuras más populares del país. Desde noviembre del
2020 ejercía de presidenta interina tras la renuncia del
exlíder guerrillero Hashim Thaci, acusado de crímenes de
guerra cometidos entre 1998 y el 2000. Osmani tenía el respaldo
del Movimiento de Autodeterminación, o Vetevendosje!, que
ganó las elecciones anticipadas el pasado 14 de febrero
de forma aplastante.
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Kosovo o Kósovo, oficialmente la República de
Kosovo, es un Estado con reconocimiento limitado ubicado en
la península balcánica, en el sureste de Europa. Abarca 10
908 km² de superficie y está habitado por cerca de 1,8 millones
de personas. Su capital es Pristina. Limita con Montenegro,
Albania, Macedonia del Norte y la región de Serbia Central,
y está compuesto por las regiones de Kosovo y Metojia. El
reconocimiento internacional de la independencia de Kosovo
es motivo de controversia. El gobierno de Kosovo, en cuyo
territorio la etnia albanesa tiene predominio numérico, declaró
unilateralmente su independencia de Serbia el 17 de febrero
de 2008, con el apoyo de Estados Unidos y de la mayoría de
los países de la Unión Europea, instaurando la República de
Kosovo.
Sin embargo, Serbia aún considera la provincia
autónoma de Kosovo y Metojia como una región autónoma dentro
de su propio territorio, en conformidad con su Constitución
y con la resolución 1244 del Consejo de Seguridad de las Naciones
Unidas, aunque no intervenga en su administración desde 1999.
Al finalizar la Guerra de Kosovo, el gobierno de la región
quedó en manos de la OTAN y de la Misión de Administración
Provisional de las Naciones Unidas en Kosovo por mandato del
citado Consejo de Seguridad.
Actualmente Kosovo es reconocido como Estado
soberano por 90 de los 193 miembros de Naciones Unidas. Serbia,
Rusia, China, España y la mayor parte de los países de América,
Asia y África no aceptan la declaración unilateral de independencia,
ni reconocen a la República de Kosovo como Estado soberano.
La comunidad internacional se encuentra dividida entre los
países que han reconocido oficialmente la independencia de
Kosovo, los que se niegan a reconocerla y los que han declarado
su neutralidad o su esperanza de una evolución de los acontecimientos,
acordada por las partes. La soberanía de Kosovo como república
fue proclamada por la mayor parte de los habitantes de origen
étnico albanés. Sin embargo, la parte norte de Kosovo, habitada
en su mayoría por la etnia serbia, es administrado autónomamente
con la coordinación de la Asamblea Comunitaria de Kosovo y
Metojia, un organismo creado en junio de 2008 con el apoyo
de la República de Serbia y que no es reconocido por el autoproclamado
gobierno kosovar. Tras seis meses de negociaciones auspiciadas
por la Unión Europea, el 19 de abril de 2013 los gobiernos
de Serbia y la República de Kosovo alcanzaron un acuerdo para
el establecimiento de relaciones bilaterales.
La guerra de Kosovo fue un conflicto armado en dicha
región serbia que se prolongó entre finales de febrero
de 1998 y el 11 de junio de 1999.

Víctimas serbias durante la insurgencia en Kosovo.

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