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24 - Abril - 2020
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Cuentan que José María Calleja siempre decía una frase: «Tenemos que tener la dignidad y la valentía dos peldaños por encima del miedo». Su muerte a los 64 años a causa del coronavirus ha sobrecogido a infinidad de conocidos que lo recuerdan como a un hombre honesto, con un gran compromiso cívico y una gran valentía. Porque Calleja no sólo era un periodista. En los años 80 y 90 fue el gran símbolo del periodismo libre y comprometido con la democracia en el lugar de España donde más difícil era ser periodista: el País Vasco.

José María Fernández Calleja (León, 1955) había ingresado en el Hospital Clínico de Madrid el 29 de marzo. Tras agravarse su salud, fue trasladado a la UCI, donde murió.

Nacido en León (aunque ya de niño su familia se trasladó a Valladolid), Calleja fue un joven comunista del PCE cuya militancia antifranquista lo llevó a la cárcel. Fue entre 1973 y 1974, con sólo 18 años.

Tras estudiar Historia en la Universidad de Valladolid, en los años 80 se estableció en el País Vasco, donde acabó entrando en la agencia Efe. En aquellos años de plomo en los que buena parte de la sociedad vasca miraba a ETA con compresión, Calleja vio con claridad que sus asesinatos y amenazas eran injustificables, cuenta Cristina Cuesta, víctima del terrorismo y una histórica del compromiso contra la banda a quien en 1986 aquel joven periodista «ayudó muchísimo» para montar el germen de la primera asociación por la paz en San Sebastián. «Siempre estuvo con nosotros, con ese humor que tenía, siempre tan cordial y tan cariñoso», recuerda, emocionada. De hecho, en los años siguientes Calleja participó en todo tipo de concentraciones cívicas contra ETA y siempre se enfrentó a sus cómplices con la palabra.

Sobre todo cuando saltó a la televisión pública vasca, ETB. Años muy duros: 1987-1995. Allí, como editor y presentador del informativo del mediodía, el Teleberri, hizo historia. En una cadena dependiente del Gobierno vasco en la que predominaba la neutralidad mal entendida, el presentador usaba el lazo azul y llamaba terroristas a los terroristas y asesinatos a los asesinatos. «Empezaba los informativos diciendo: 'Un día más, Julio Iglesias Zamora sigue secuestrado por la banda terrorista'», recuerda Gorka Angulo, compañero de profesión. O arrancaba: «Ortega Lara cumple el 36º día sometido a la tortura del secuestro».

Decir la verdad le costó caro. En 1993 aparecieron carteles que decían: «Calleja, asesino». En 1995 nuevos pasquines con su cara: «Los asesinos llevan lazo azul». Por entonces supo que ETA le tenía entre sus objetivos. Llegaron los escoltas. También una diana y la amenaza: «Serás el siguiente».

Pese a no tener una relación estrecha con Castilla-La Mancha, la muerte del periodista José María Calleja ha causado un gran impacto entre algunos colegas de la radio televisión pública de la región, donde fue entrevistado por última vez el pasado 9 de marzo, escasos días antes de la declaración del Estado de Alarma. Al acabar sendas entrevistas en la radio y la televisión, José María Calleja mantuvo, café por medio, una prolongada y afable reunión con la directora general de CMM, Carmen Amores, y algunos de sus colaboradores más cercanos. Además de admirar su sencillez y ejemplo de lucha, su amplio currículo profesional y su enseñanza de vida en defensa de la libertad, con la amenaza permanente de la banda terrorista ETA, de ese encuentro surgió la posibilidad de contar con él para participar en una Jornada sobre el tratamiento de la información en clave de igualdad, dirigida a los trabajadores. Calleja se mostró a disposición y quedó emplazado a una nueva reunión. Lo que no consiguió ETA, lo logró esta maldita epidemia.

En 1995 el director del grupo EiTB, Iñaki Zarraoa, del PNV, anunció que el periodista no regresaría al Teleberri. Según contó Calleja a la investigadora María Jiménez, Zarraoa le dijo: «Calleja, tu especial beligerancia con la violencia me plantea problemas en mi entorno». Él contestó: «Joder, pues cambia de entorno», a lo que el director replicó: «Además, como vas con escolta, no puedes ser objetivo». Y Calleja: «Hombre, como soy objetivo, por eso me han puesto escolta». Salió de ETB y HB lo celebró. Otra de las cosas que él decía: «Pasamos de la dictadura de Franco a la de ETA». Ambas le condenaron.

Amenazado y escoltado, acabó marchándose a Madrid un año después (1996). Aunque nunca abandonó Euskadi. En 2001 condujo junto a Maite Pagazaurtundua el multitudinario acto de la plataforma ¡Basta Ya! que en el Kursaal de San Sebastián reunió a Redondo (PSOE) y Mayor Oreja (PP) para impulsar su (fallida) alianza electoral.

Ya en Madrid, Calleja trabajaría, entre otros muchos medios, en CNN+, donde presentó el programa El Debate. Doctor en Ciencias de la Información y profesor asociado en la Universidad Carlos III de Madrid, en la actualidad participaba en tertulias de la Cadena Ser y TVE y escribía artículos para el digital eldiario.

Entre sus méritos figura el haber publicado en 1997 el primer libro sobre las víctimas de ETA, Contra la barbarie. Un alegato en favor de las víctimas de ETA), y el haber recibido la orden al mérito constitucional. En febrero pasado vio la luz su última obra, Lo bueno de España, en la que quiso reunir aquello de lo que los españoles pueden sentirse orgullosos.

Muchos de quienes le conocían, sobre todo en el País Vasco, están despidiéndose de Calleja en las redes sociales con mucho cariño. En muchas casas hay hoy vascos -políticos de todo color, periodistas, policías, civiles...- llorándole. Le definen como a un demócrata convencido, situado en la izquierda política y siempre un defensor de las libertades y de los valores constitucionales.

Los homenajes a su figura se sucedieron desde que se conoció la noticia. Por ejemplo, Antonio García Ferreras, el presentador de Al Rojo Vivo, no pudo contener la emoción al informar en directo ese mismo día del trágico suceso, mientras que Julia Otero, de Onda Cero, subrayó entre lágrimas haber perdido “un buen hombre”.

Este jueves, María Casado, la conductora de La Mañana de TVE, programa donde colaboraba Calleja, le ha recordado en directo y no ha podido contener ni la emoción ni las lágrimas: “Hemos perdido a uno de los nuestros, nuestro compañero José Mari Calleja”. “Lo que no pudo hacer ETA lo ha conseguido, me van a permitir, ha conseguido este puto bicho”, ha añadido Casado. Sus palabras y su emoción ha estado tan a flor de piel que incluso el expolítico del PP en el País Vasco, Borja Sémper, ha tenido casi que coger aire antes de empezar la entrevista. “Me estás emocionando. Esto no estaba previsto. Todo con un mínimo de sensibilidad tenía que ser Callejero. José Marí tenía una parte conocida que era su valor y su manera de expresarse, pero hay otra parte que me parece maravilloso que la estéis recordando y es que era un tío cariñoso”, ha recordado Sémper.

Calleja, amenazado por ETA, publicó el pasado mes de febrero su última obra, Lo bueno de España. En ella reflexiona sobre los hechos históricos, las iniciativas y los personajes que permiten sentir un orgullo razonable de este país.

José María Calleja: "La España constitucional, de la convivencia y del progreso son valores de izquierdas".

¿Por qué a los españoles les cuesta hablar bien de España? ¿Por qué alguien que se declara “muy español” sólo puede ser de derechas? ¿Por qué no se pueden reivindicar los logros del país desde una mirada progresista? ¿Por qué no se puede poner en valor la calidad de la democracia patria y sentirse orgulloso de leyes que admiran en otros países que han sido nuestros referentes? El periodista José María Calleja se ha sumergido de lleno en estas preguntas para dar respuestas. Y lo hace a lo largo de las 347 páginas de Lo bueno de España. Una crónica histórica ante el ataque nacionalista que reivindica el valor de España. Reflexión tras reflexión sobre la democracia en nuestro país. Lo tiene claro: ha habido una tradición castiza, “por no decir casposa”, de hablar mal de España. Un “auto odio” histórico. Pero ser español en el siglo XXI, define Calleja, es “estar dispuesto a convivir civilizadamente con gente que no piensa como tú”. Una nación, confiesa, que si fuera una película, estaría rodada por Saura, Gutiérrez Aragón y Cuerda. Sonaría al son de los acordes de Mediterráneo, de Joan Manuel Serrat. Una esencia de país que explica con su estilo propio.

¿Cómo es la España de 2020? ¿En qué país vivimos?

Es una España que ha recorrido un periodo muy meritorio, hemos pasado de una dictadura horrorosa a una democracia fructífera, de la que tenemos que sentirnos orgullosos. El problema que le veo ahora es que hay una serie de fuerzas políticas, sobre todo nacionalistas catalanas, que han intentado poner en cuestión ese sistema de convivencia. Lo digo en pasado porque creo que ese golpetazo que se quiso dar a la democracia ha sido encauzado y estamos en el momento de seguir avanzando y progresando en esa democracia moderna y que tanta calidad de vida nos ha dado desde la muerte de Franco.

¿Cómo se resuelve lo de Cataluña? ¿Tiene solución?

Puede tener arreglo, solución es muy complicado. Tienen que hablar, negociar, tratar de llegar a acuerdos para una cierta convivencia dentro de la comunidad autónoma catalana y para una relación no de enfrentamiento brutal, sino de cierta gobernanza entre la Generalitat y el Ejecutivo de España. Solución definitiva no creo que tenga porque hay posiciones muy radicalizadas que no se van a contentar pase lo que pase. Pero por lo menos debiera tener un encauzamiento político, democrático y civilizado.

¿Habrá algún día un referéndum? ¿Sería partidario?

Desde luego no soy nada partidario de que haya un referéndum. Agravan y dificultan más los problemas. Quiero pensar que no va a haber porque sería la consagración definitiva del enfrentamiento y la división. Creo que no lo va a haber y los que lo plantean hacen caso omiso a experiencias históricas que dicen que no es una solución.

Retomando una de las ideas del libro, ¿por qué a mucha gente de izquierdas le da vergüenza decir ‘español’?

Tiene que ver con el pasado franquista. Durante cuarenta años la dictadura se apropió de lo español. Un término bien curioso, parecía que todo lo que no era franquista no era español. Ha dificultado la vinculación de la izquierda con la idea de España, con los símbolos de la España constitucional. Creo que han sido los gobiernos de izquierdas, los gobiernos socialistas, los que más han hecho por conseguir una España moderna y de progreso, y deberían estar orgullosos de la palabra España. Está claro que en el discurso nacionalista han conseguido establecer español casi con el sinónimo de insulto. Pero la España constitucional, de la convivencia y del progreso son valores de izquierdas.

¿Qué es de verdad ser español en el siglo XXI? ¿Qué valores representa?

Es estar dispuesto a convivir civilizadamente con gente que no piensa como tú. Estar dispuesto a no tener una idea monopolística del país, sino una idea compartida, y pensar que hay un ámbito de convivencia y relación civilizada entre distintos pero que no se plantea darle una patada al tablero.

Por primera vez estamos viendo un Gobierno de coalición desde la II República. ¿Qué espera?

Que no sea un fracaso, creo que las dos partes que lo forman están perfectamente convencidas de que como lo hagan mal va a ser un fracaso con consecuencias complicadas para el futuro de la izquierda. Creo que se van a afanar en hacerlo lo mejor posible. Eso también pasa por que las discrepancias lógicas que haya no hagan reventar la operación. Me gustaría que mejorara la calidad de vida de la gente, las condiciones de empleo y hacer avanzar el país en el progreso. Y que se supere esa especie de lucha atávica entre españoles o entre nacionalismos de uno u otro tipo.

Hablando de la calidad de vida, en las primeras sesiones en el Parlamento sólo se habla de Venezuela. ¿Tenemos un problema en España?

Es un poco llamativa esa ocupación de la agenda con temas, que no digo que no son importantes pero no están entre los diez primeros que provocan preocupación entre los ciudadanos. Por parte de la derecha hay una estrategia de oposición de no darle ni un minuto al nuevo Gobierno y hacerlo fracasar, pero da la sensación de que esa actitud tan crispadora puede provocar una especie de fatiga de los materiales que al final acabe cansándoles a ellos. Fïjate la forma en la que se ha resuelto la situación en el País Vasco. Creo que cargarse a gente muy significativa del PP, que se ha estado jugando la vida literalmente… Otros de los que se lo han cargado no sé si pueden decir lo mismo. Me temo que no. La forma en la que se ha ventilado eso creo que se va a volver en contra del propio Casado. No puedes llegar allí y cargarte al candidato cuando falta un rato para las elecciones, resolviendo el asunto de una forma muy autoritaria. Puede ser un efecto bumerán para el propio PP.

Esto lamina un poco lo que es la idea de la España de las Autonomías. ¿Está en peligro ese concepto?

Creo que la España autonómica es uno de los grandes logros de los que tenemos que estar orgullosos en contra de los que piensan que ha sido un error y un despilfarro. Creo que ha servido para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos.

Una de las cosas que marca la política española y que no habíamos vivido hasta ahora es la irrupción de la ultraderecha en el Parlamento, Vox es ya la tercera fuerza.

Es una de las novedades de la situación política. Habíamos hablado muchas veces de que en España no había un fenómeno de ultraderecha como en otros países europeos, pues ya lo tenemos. Depende mucho del cómo haga las cosas este Gobierno de izquierdas para que Vox no pase de tercera a primera fuerza. Es un poco la argamasa que va unir a la izquierda pensando que un fracaso puede dar paso a un partido que hace medio año, en términos históricos, lo veíamos como irrelevante fuera del Parlamento y que hoy se está convirtiendo, y a medida que el proceso de degradación del PP sigue avanzando, y puede ser el partido para la gente de derechas de este país.

¿Podría llegar a gobernar Vox en unos años?

Espero que no. Pero, vamos, todo es posible. Tampoco pensábamos que iban a tener escaños en el Parlamento andaluz y los tuvieron, están cogobernando con otros partidos que en principio les tenían que haber hecho el cinturón sanitario. Espero que no, pero no se puede descartar nada.

En el libro habla de la figura del rey y del monarquía. ¿Goza de buena salud la institución o está en peligro?

Se está poniendo en cuestión como nunca antes. La llegada de Felipe VI ha atemperado un poco esa situación que se produjo con la crisis y la abdicación del rey Juan Carlos. Se ha pasado de poner todo en cuestión a aceptarla con naturalidad. Por parte de los que antes iban a cuchillo contra ella y hoy están en el Gobierno no hay la más leve crítica. Se ha bajado un poco la situación que tuvo complicada como institución, creo que va a seguir vigente. Sobre todo, porque una alternativa de otras características se encuentra casi en primer lugar con la división de las fuerzas que pueden proponerla. No se trata tanto del sistema que tengamos, sino de que funcione razonablemente bien.

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