www.juezyverdugo.es --- contacto@juezyverdugo.es

 

4- Agosto - 2019
>>>> Destacado

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

Un efecto secundario de la tremenda sequía que asola el Kurdistán iraquí ha sido que, bajo las aguas de la presa de Mosul, han aparecido las ruinas de una milenaria edificación del Imperio Mitanni.

En 2010, los arqueólogos quedaron sorprendidos cuando durante un período de sequía en el Kurdistán iraquí, las aguas de la presa de Mosul, en un lugar llamado Kemune, bajaron y pudieron vislumbrar lo que parecían unas antiguas ruinas. Pero la falta de medios impidió realizar una excavación en el lugar, que pronto volvió a ser cubierto por las aguas de la presa.

Durante los últimos tiempos, Iraq se está viendo azotado por una terrible sequía, y las aguas de la presa de Mosul han alcanzado niveles mínimos, con lo que las ruinas que fueron vistas en 2010 volvieron a aparecer en otoño de 2018. Entonces sí, una expedición conjunta dirigida por Hasan Ahmed Qasim, de la Organización Arqueológica del Kurdistán, y por Ivana Puljiz, de la universidad alemana de Tubinga, iniciaron una campaña en este lugar.

Al parecer, las ruinas se han identificado como un antiguo complejo residencial de unos 3.400 años de antigüedad, que en su día se alzó a siete metros de altura sobre una terraza en la orilla oriental del río Tigris. Los arqueólogos han atribuido este edificio al Imperio mitanni, un pueblo que dominó gran parte de Mesopotamia y Siria entre los siglos XV y XIV a.C., y que llegó a establecer alianzas matrimoniales con otras potencias tan importantes como Egipto, pero que, a pesar de ello, es uno de los menos conocidos y estudiados del Próximo Oriente.

El "palacio", según los arqueólogos, fue minuciosamente diseñado, con paredes de adobe de hasta dos metros de espesor. Algunas de ellas aún se mantienen en pie, alcanzando los dos metros de altura, y están construidas con ladrillos de barro. Se han identificado al menos ocho estancias, que han sido parcialmente excavadas. Algunos muros conservan todavía restos de pinturas en brillantes tonos de rojo y azul, un descubrimiento importante puesto que es difícil que los pigmentos se conserven tanto tiempo y menos aún si han pasado años bajo el agua. Los arqueólogos también han hallado diez tablillas de arcilla con escritura cuneiforme. Los textos han sido fotografiados y enviados a Alemania, concretamente a la Universidad de Heidelberg, donde la filóloga Betina Faist procederá a su estudio y traducción. Los investigadores ya han avanzado que una de las tablillas indica que Kemune, el nombre recibido a la zona, fue posiblemente la antigua ciudad de Zakhiku, que es mencionada en una antigua fuente datada hacia 1800 a.C., y que indicaría que el lugar estuvo habitado durante unos 400 años.

Los arqueólogos coinciden en que este es un gran descubrimiento que permitirá profundizar más en los conocimientos que se tenían sobre los antiguos mittani, puesto que hasta ahora sólo se habían localizado restos de esta civilización en los yacimientos de Tell Brak, en Siria, y en Nuzi (Iraq) y Alalakh (Turquía), ambos lugares situados en la periferia del Imperio mitanni.

Mitanni fue probablemente un término nativo del país. Los hititas llamaban al país Hurri o Jurri y en un texto de Mursili I (siglo XVI a. C.) se cita a un "rey de los hurritas". Los asirio-acadios lo citan como Hanigalbat (Janigalbat) y los asirios no usaron el nombre de Mittani hasta una época en la que ya el reino no existía (indicando entonces un término geográfico y no político). Los egipcios lo citan como Naharina (en asirio-acadio quiere decir "río"). Mitanni es mencionado por primera vez en las fuentes egipcias hacia 1480 a. C. en las memorias de un oficial egipcio llamado Amememhet, que sirvió a Amenhotep I (en torno al 1525-1504 a. C.) y tal vez a sus dos sucesores.

Desde los tiempos de los acadios, los hurritas vivían al este del río Tigris, en la zona septentrional de Mesopotamia y en el valle del Jabur. Se los menciona en los textos encontrados en Nuzi, en Ugarit y en los archivos hititas de Hattusa. Textos cuneiformes mencionan gobernantes de ciudades-estado del norte de Mesopotamia con nombres en amorita (amurru) y hurrita. Se cree que las tribus enemigas hurritas y las ciudades-estado se unieron bajo una sola dinastía, gobernada por una élite indoeuropea, tras el colapso de Babilonia debido al saqueo hitita de Mursili I en 1595 a. C. y la invasión de los casitas. La conquista hitita de Alepo, la debilidad de los reyes asirios del momento y las luchas internas de los hititas crearon un vacío de poder en el norte de Mesopotamia. Esto llevó a la creación del reino de Mitani. Los nombres indoarios se reflejan sobre todo en la onomástica de los reyes y de los dioses mitanios. Por otra parte, el componente hurrita fue el transmisor de la vieja cultura sumeria. La primera mención escrita de Mitani o Janigalbat figura en la versión acadia de los textos hititas de Bogazköy, correspondientes al reinado de Hattusili I. Janigalbat y Mitani se usan indistintamente, aunque el primer término es más antiguo. Asimismo, Jurri y Mitani son términos estrechamente relacionados, pues corresponden a territorios vecinos de la misma comunidad lingüística, habitualmente gobernados por el mismo monarca. Sin embargo, geográficamente, Hurri se corresponde con la Alta Siria, entre el Cáucaso y el lago Van, mientras que Janigalbat está en la Alta Mesopotamia, al norte y nordeste de la anterior, entre los ríos Tigris y Éufrates.

La idea que se tiene de la historia de Mitani es forzosamente vaga, porque se dispone de pocos datos, y además proceden del exterior, principalmente las cartas de Amarna y las introducciones históricas de varios tratados hititas hallados en Bogazköy. El Estado de Mitani llegó a adquirir una importancia capital en torno al 1600 a. C. debido a su privilegiada situación entre los imperios asirio, egipcio e hitita. Alcanzó su máximo poder en el siglo XV a.C. y expandiéndose al sudoeste hacia Siria, donde logró contener a Egipto, hasta ser sustituido por Hatti como potencia dominante en el siglo XIV a. C. Contando con un ejército que introdujo mejoras determinantes como los carros de guerra y una potente caballería, la maquinaria bélica de Mitani infligió varias duras derrotas al inmenso Egipto faraónico y llegó a invadir Asiria (hecho que aún los historiadores no se explican dado el potencial bélico del imperio semita). Mitani no conseguiría mantener su territorio a salvo de conquistas. Por un lado, el territorio entre el alto Éufrates y el Tigris había sido objetivo de la expansión hitita desde los tiempos de Hattusili I. Por otro lado, tras las derrotas de los hicsos, los faraones egipcios trataron de reconquistar los territorios de Retenu que una vez poseyeron en el norte de Siria. El auge hitita y los conflictos dinásticos de Mitani debilitaron el reino, siendo finalmente subyugado por una resurgida y de nuevo poderosa Asiria, tan solo 250 años después de su surgimiento. Nos dejaron un valioso legado destacando su innovadora organización administrativa y un refinado arte con influencias diversas, tanto asirias como semitas y egipcias.

Ilustración de un posible carro de guerra y soldados hurritas de Mitanni.

La etnicidad u origen de los mitanni es difícil de discernir. Un tratado sobre el entrenamiento de caballos de carros de guerra de Kikkuli contiene un buen número de glosas de origen indoario. Kammenhuber (1968) conjeturó que este vocabulario derivaría de una lengua cercana al protoindoiranio aunque Mayrhofer (1974) demostró que presentaba características específicamente indoarias. Los nombres de la aristocracia de Mitanni frecuentemente son de origen indoario, pero son los nombres de sus deidades los que traslucen raíces léxicas indoarias (asocidas a nombres como Mitra, Varuna, Indra, Nasatya), aunque algunos piensan que estos nombres podrían estar relacionados con la influencia de los casitas (kašku). La lengua común del pueblo era el idioma hurrita, que no es una lengua indoeuropea ni semítica pero que muestra características tipológicas de las lenguas caucásicas nororientales. De hecho algunos lingüistas han conjeturado un parentesco con estas lenguas, según la hipótesis alarodiana.

Las lenguas alarodianas serían una supuesta macrofamilia dentro de las lenguas caucásicas que incluiría tanto a dos familias lingüísticas comprobadas: Lenguas caucásicas del nordeste y lenguas hurrito-urartianas.

La familia alarodiana fue propuesta inicialmente por Fritz Hommel (1854–1936). El término proviene del nombre que Heródoto usó para referirse al reino de Urartu. La conexión entre las lenguas caucásicas del Nordeste y las lenguas caucásicas norcentrales se basó en similaridades fonéticas y gramaticales, tales como el alineamiento morfosintáctico de tipo ergativo. Hoy en día sabemos que dichas similaridades podrían ser el resultado de convergencia lingüística típica de un área lingüística en formación. Por era razón las similaridades señaladas no constituyen una prueba concluyente para demostrar la relación filogenética. Peor aún, ninguna de las características señaladas es exclusiva del área caucásica, por lo que ni siquiera puede argumentarse que haya existido un contacto especialmente estrecho entre las lenguas hurrita-urarteas y las lenguas caucásicas septentrionales.

Posterioremente K. Ostir (1921, 1922), y A. Svanidze (1937), G. Melikishvili (1965), I.M. Diakonoff y S. A. Starostin (1986) retomaron la idea de Hommel tratando de aportar evidencia léxica en favor de la hipótesis, ya que la evidencia léxica y las correspondencias fonéticas regulares son el único medio universalmente aceptado para probar un parentesto filogenético.

Lo único seguro es que el hurrita está filogenéticamente emparentado con el urartiano, formando la familia hurrito-urartiana. Un pasaje en hurrita en las cartas de Amarna – que usualmente están escritas en acadio, la lingua franca de ese tiempo– señala que la familia real de Mitanni también solía hablar hurrita.

Hurrita es el nombre que se usa por lo general para el idioma de los hurritas, un pueblo que llegó al norte de Mesopotamia alrededor del 2300 a. C. y que prácticamente había desaparecido hacia el 1000 a. C. El hurrita fue el idioma del reino Mitanni en Mesopotamia Septentrional y probablemente se habló al menos al comienzo de los asentamientos hurritas en Siria. Se cree que los hablantes de este idioma llegaron de las montañas de Armenia y se expandieron por el sureste de Anatolia y el Norte de Mesopotamia a comienzos del segundo milenio antes de Cristo. Los centros más importantes donde se hablaba era la capital Wassukanni y las ciudades Taite, Nuzi, Qatna y Alalach, así como la capital del reino hitita, Hattuša.

El hurrita de la carta de Mitani se diferencia claramente de los textos de Hattuša. También hay diferencias en la morfología. Aun así, se asume que los diferentes dialectos pertenecían a la misma lengua. Se sabe de una lengua mezclada entre el hurrita y el acadio en Nuzi, una ciudad en la provincia de Mitani de Arrapha y en Qatna en Siria.

Los textos más antiguos que se tiene del hurrita son nombres de personas y topónimos del final del tercer milenio antes de Cristo. Los primeros textos son del tiempo del rey Tishatal de Urkesh (comienzos del segundo milenio a. C.). Los arqueólogos hallaron numerosas épicas, juramentos, textos de predicciones y cartas en Hattuša, Mari, Tuttul, Babilonia, Ugarit y otros sitios. Sin embargo, el texto más importante para entender el idioma ha sido una larga carta (la carta de Mitani) que se halló en Amarna, Egipto. El rey hurrita Tushratta la había escrito al faraón Amenhotep III. A partir del siglo XIV a. C. comienzan a penetrar al territorio hurrita desde el norte y oeste los hititas y algo después desde el este y el sur los asirios hasta que ambas potencias terminaron por dividirse por completo el territorio hurrita.

Las invasiones de los pueblos del mar en el siglo XII a. C. llevaron a más cambios políticos. Otros idiomas escritos como el hitita y el ugarítico se extinguieron. A partir de ese tiempo solo hay indicios del hurrita en nombres de personas y topónimos que se hallan en textos en acadio o en urarteo. Es por eso que no se sabe si el hurrita aun existió un tiempo más como idioma hablado.

El único idioma del que se conoce una conexión clara con el hurrita es el antiguo artaico, un idioma que se habló a comienzos y mitad del primer milenio antes de Cristo en un territorio que iba del lago de Sewan, al lago de Van y al lago de Urmia. Se han sugerido relaciones con otros idiomas como el eteochipriota, sobre el chipriominoico así como sobre el casita. También se considera posible una relación con los idiomas del noreste del Cáucaso, aunque esto no se ha podido probar. La razón estriba en la gran variedad de esta familia, lo que dificulta la reconstrucción del idioma madre. Además, es difícil comparar una familia lingüística extinta hace unos 2500 años con una de la que no hay registros tan antiguos.

Un batiburrillo de culturas extintas y un enigma casi imposible de descifrar.

En el territorio de la actual Turquia

Tras el kurdo se situa en tercer lugar el zazaki, con 1,6 millones de hablantes estimados (aunque otros estudios bajan su número a poco mas de un millón), usado principalmente en las provincias del centro y sureste de Anatolia. El cuarto idioma mas hablado del país euroasiático es el circasiano, originario del Cáucaso y usado por aproximimadamente un millón de personas que viven en provincias como Kayseri, Samsun, Amasya y Corum; una de sus varientes es el adygue, empleado por una población estimada en 278.000 personas.

El árabe es junto con el búlgaro -que tiene 300.000 hablantes en Turquía- una de las lenguas "importadas" más empleadas: se estima que lo hablan unas 500.000 personas principalmente en ciudades fronterizas con Siria en el sureste del país.

Otras lenguas cuyo número de usuarios es menor y por tanto corren peligro de desaparecer son el armenio (40.000 hablantes), georgiano (40.000), laz (30.000), domari (28.000), romaní­ balcánico (25.000), serbio (20.000), albanés tosco (15.000), abaza (10.000), griego póntico (4.500), griego continental (4.000), abjasio (4.000), turoyo (3.000), cremotártaro (2.000), uzbeco meridional (1.900), kirguizo (1.000), hérrtevin (950) o el turkmeno (900).

Algunos como el ubijé o el siriaco se consideran extintos. Este último se usa con fines litúrgicos y vive un cierto resurgimiento.

Destaca el caso del ladino, conocido también como judeo-español y hablado por unas 10.000 personas. Es el idioma hablado por los descendientes de los sefardiees, los judios que vivian en España hasta su expulsión por los Reyes Católicos a finales del siglo XV, y que el Imperio Otomano acogió en su territorio. Se trata de una lengua muy peculiar con raíces en el castellano de la Edad Media, pero que con el paso de los siglos ha tomado préstamos como es lógico de otras lenguas mediterráneas como el hebreo, el turco o el griego.

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------

NUBE DE

ETIQUETAS

LIBRERÍA

RELACIONADA

NOVEDADES EDITORIALES

 

 

 

 

 

 

 

--------------------------------------------------------------------------------------------------------------