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10 - Marzo - 2021
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El pasado 3 de noviembre, dos bulldozers y dos excavadoras llegaron escoltados por el ejército israelí dispuestos a arrasar la aldea beduina palestina de Humsa al Bqai’a, situada en el Valle del Jordán, en Cisjordania. Derribaron 18 tiendas y casetas en las que se alojaban 73 personas, incluidos 41 menores. El 75% de la comunidad perdió su hogar, según la ONU. También derribaron otras 29 tiendas para el ganado, tres almacenes, nueve carpas utilizadas como cocinas, 10 baños portátiles, 10 corrales, 23 depósitos de agua y dos paneles solares, entre otros. Fue la mayor operación de demolición en más de una década. Israel tiene a Humsa al Bqai’a en el punto de mira y el mes pasado repitió la operación hasta en cinco ocasiones los días 1, 3, 8, 16 y 22 de febrero. En total, entre noviembre y febrero, Israel ha destruido o confiscado 165 estructuras y desplazando a 311 personas de Humsa al Bqai’a (la cifra suma todas las veces que una misma persona ha sido expulsada). Además, buena parte de la infraestructura destruida y confiscada había sido donada a los palestinos como asistencia humanitaria, entre otros por la Unión Europea y sus Estados miembros.

"Es una aldea beduina tradicional en territorio ocupado que depende de sus casas tradicionales, sus rebaños y sus depósitos de agua para su cobijo, su seguridad alimenticia y su supervivencia económica", señalaron a principios de marzo el relator especial de la ONU sobre la situación de derechos humanos en el territorio palestino ocupado desde 1967, Michael Lynk, y el relator sobre el derecho a una vivienda adecuada, Balakridhnan Rajagopal. "Separar a esta gente de sus tierras y sus casas es particularmente punitivo dado el duro invierno al que se están enfrentando y el peligro siempre presente de una pandemia global". La explicación que ha dado Israel para justificar sus operaciones en Humsa al Bqai’a es que la aldea se sitúa sobre una zona de tiro para la formación de militares israelíes. "En las últimas semanas, el personal de la Administración Civil ha mantenido varias reuniones con los residentes palestinos de Khirbat Humsa y les explicó el peligro de permanecer dentro del área de prácticas militares y les ofreció un espacio alternativo fuera de él", señala a elDiario.es una fuente de la embajada israelí en España. "La razón de esta medida es evitar situaciones de peligro para los habitantes de la zona. En cualquier caso, las carpas se habían instalado de forma ilegal y sin los permisos necesarios. A pesar de la oferta, los residentes se negaron a trasladarlas", añade la misma fuente, que dice que las carpas se confiscaron porque los residentes se negaron a abandonar la zona. "El decomiso, debidamente autorizado, se ejecutó conforme al procedimiento correspondiente". El activista israelí Jeff Halper, fundador de la organización Israeli Committee Against House Demolitions (comité israelí contra la demolición de casas), ha pasado buena parte de su vida promoviendo la resistencia pacífica e intentando parar este tipo de operaciones poniéndose delante de las excavadoras. "La demolición de casas no tiene nada que ver en absoluto con la seguridad", dice. "Con Hamsa al Bqai’a dicen que es una zona de tiro, pero eso solo es una excusa. En la gran mayoría casos se demuelen porque no obtienen permisos para construir, pero cuando quieren deshacerse de aldeas enteras, lo que hacen es declarar el territorio como zona de tiro y entonces utilizan la seguridad como justificación para eliminar estas comunidades. En realidad no tiene nada que ver con seguridad", denuncia Halper.

Jeff Halper, durante una de sus acciones hace años para impedir la demolición de una construcción palestina en territorio ocupado.

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Desde los años 70, Israel ha declarado alrededor del 18% de Cisjordania como "zonas de tiro" para entrenamiento militar. Esto se da sobre el territorio designado como Área C –el de mayor control israelí–, que representa el 60% de todo Cisjordania. Alrededor del 30% del Área C ya es un campo de tiro para Israel. En este sentido, Humsa al Bqai’a es una de las 38 comunidades beduinas que han quedado atrapadas en estas zonas de entrenamiento militar. En total, son alrededor de 6.200 palestinos los que están en esta situación. "Son algunas de las comunidades más vulnerables de Cisjordania, con acceso limitado a servicios educativos y sanitarios, agua e infraestructura de saneamiento y electricidad", señala la OCHA (Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios). La aldea de Humsa al Bqai’a tiene su origen en el desplazamiento provocado por la primera guerra árabe-israelí de 1948. Desde entonces, la comunidad se ha ido asentando gradualmente "debido a la expansión de los asentamientos israelíes y a las restricciones impuestas en el acceso a sus tierras de pasto", señala el organismo de la ONU. "El objetivo real es tomar la tierra. Primero se quita y luego se entrega a los asentamientos israelíes", dice Halper. "Están atacando todo Cisjordania, pero el Valle del Jordán es el principal objetivo porque Israel quiere limpiarlo para asentamientos israelíes y de esa forma rodear a la población Palestina. Las zonas A y B –de mayor control palestino– quedan en el centro y así lo dominas geográficamente". "Los hogares y las pertenencias de las familias que viven ahí fueron demolidas o confiscadas cinco veces desde principios de febrero. Tiendas, comida, depósitos de agua y pienso para el ganado han sido confiscados a pesar de las repetidas peticiones de la comunidad internacional para frenar estas acciones y cumplir con la legislación internacional", señaló Lynn Hastings, coordinador humanitario para el territorio ocupado palestino de la OCHA, tras la operación del 22 de febrero.

Israel ha aumentado considerablemente las demoliciones durante la pandemia de coronavirus, incumpliendo una promesa que había hecho al inicio de la crisis sanitaria. En abril de 2020, la Administración Civil prometió que no derribaría "edificios habitados" y que se esforzaría en "reducir la tensión con la población palestina". En 2020, sin embargo, destruyó 851 estructuras, un 36% más que el año anterior, según datos de OCHA. De hecho, es la segunda cifra más alta desde hace 12 años. En 2021, las autoridades israelíes ya han derribado 273 estructuras, 100 de ellas financiadas por donantes internacionales, lo que también representa un mayor ritmo de demoliciones que en 2020 (alrededor de un 28% más).

"La política de las autoridades israelíes de demoler construcciones palestinas ha continuado incluso durante el brote de COVID-19. Como resultado, muchos palestinos se han quedado sin casa y muchos han perdido acceso a servicios y a su sustento", señaló en septiembre Jamie McGoldrick, coordinador humanitario de la ONU en Palestina. "La destrucción de propiedad en un territorio ocupado está prohibida bajo el derecho internacional a no ser que sea absolutamente necesaria para operaciones militares". "La destrucción de infraestructura esencial durante la pandemia de COVID-19 es especialmente preocupante. La pandemia ha aumentado las necesidades y vulnerabilidades de los palestinos, que ya están atrapados en la anormalidad de una larga ocupación militar. por tanto, las demoliciones ilegales agravan estas vulnerabilidades y deben parar inmediatamente", añadió.

Desde 2009, Israel ha demolido 7.515 construcciones, desplazando a 11.000 personas. "En el 99% de los casos dicen que es un problema de construcción y en un 1% alegan razones de seguridad. Es imposible obtener un permiso de construcción y además puede costarte entre 20.000 y 30.000 euros, pero el 77% de los palestinos vive bajo el umbral de la pobreza. Por un lado sabes que si no tienes permiso, te pueden demoler, pero por otro lado no tienes suficiente dinero ni siquiera para solicitarlo y, si lo tuvieses, sabes que no lo vas a obtener", explica.

ONU reitera su llamado para que se acaben las demoliciones y se respete el derecho internacional.

Declaración de Sarah Muscroft, jefa de OCHA en el territorio palestino ocupado, James Heenan, jefe de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU en el territorio palestino ocupado, y Lucia Elmi, Representante Especial de UNICEF en el Estado de Palestina.

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La historiografía del territorio llamado Palestina está marcada en gran medida por dos factores relacionados que son las tradiciones religiosas y las disputas territoriales. Algunos autores, como Dever o Pfoh, sostienen que para evitar la lectura fundamentalista o nacionalista debe interpretarse de manera crítica la evidencia arqueológica y epigráfica utilizando los textos bíblicos con extrema cautela, dado su carácter secundario. Pfoh destaca que: "... la historia que obtendremos siguiendo esta metodología será bastante diferente de la que podemos leer en la narrativa bíblica, o incluso en ciertos estudios históricos modernos". Uno de los antecedentes más remotos de asentamientos humanos en la región del levante mediterráneo corresponden a la Cultura Natufiense que tuvo presencia entre el 12.500–9.500 a.C., extendiéndose por los actuales territorios de Siria, Jordania, Líbano, Israel y Palestina. Los cananeos por su parte, serían los primeros habitantes históricos de la región, conocida entonces como Canaán (un término que aparece en documentos egipcios del Antiguo Imperio). Durante el III milenio a. C. los cananeos establecieron ciudades-estado, entre ellas Jericó, Megido y Hazor.

En 2019 Jordania recuperó las tierras que cedió a Israel 25 años atrás.

Desarrollaron un alfabeto a partir del cual se derivaron otros sistemas de escritura; por otro lado, su religión tuvo una importante influencia en las creencias y prácticas del judaísmo, y, más tarde, en el cristianismo y el islamismo. En el siglo XIII o XII a. C. aparecieron en el territorio los filisteos, un pueblo ligado a las migraciones de los pueblos del mar, quienes se instalaron en la costa, la actual franja de Gaza, formando una federación de cinco ciudades. En la misma época aparecieron en la región interior las tribus hebreas, seminómadas y ganaderas emparentadas con los posteriores arameos, las cuales formaron una confederación que aparece testimoniada hacia el 1210 a. C. (estela de Merenptah). Según sus propios relatos, conservados en la Biblia y puestos por escrito siglos después, estas tribus habían sido oprimidas en Egipto hasta que el profeta Moisés, por orden de su dios Yavé, las liberase y condujera hasta Canaán. El lugarteniente y sucesor del Moisés, Josué, habría conquistado la mayor parte de Canaán, la "Tierra Prometida" por Yavé a los Patriarcas hebreos. Estas tribus hebreas tenían el mismo origen que los cananeos y hablaban su mismo idioma, por lo que los investigadores se inclinan a considerarlas un emergente de las poblaciones locales que tomó el control del territorio a expensas de las ciudades estado al final de la edad de Bronce. Los israelitas, una confederación de tribus hebreas, parecen haber controlado el territorio interior en torno al siglo XII a. C., pero no ocurrió lo mismo con los filisteos, que habrían establecido un estado propio en la costa meridional de Palestina y controlaban varias ciudades al norte y al este, pero siempre en la costa, quedando sus límites territoriales aproximadamente entre la franja terrestre de Gaza, Ascalón y Asdod. Con una organización militar superior y gracias al uso de armas de hierro, derrotaron severamente a los israelitas en torno al 1050 a. C.

La amenaza filistea obligó a los israelitas a unirse y a establecer una monarquía. Según la Biblia, David, rey de Judá e Israel, derrotó a los filisteos poco después del año 1000 a. C. La federación filistea perdió su autonomía temporalmente durante el siglo X a. C. bajo la hegemonía egipcia, y definitivamente tras la conquista asiria de 722 a. C. Nabucodonosor II devastó el territorio filisteo en 604 a. C. y, como el resto de Oriente Medio, cayeron en manos del imperio de Alejandro Magno. Para dicho momento, parece que los filisteos ya habían perdido buena parte de o prácticamente toda su identidad cultural.

El ADN revela el origen de los antiguos filisteos. En la Biblia aparecen como enemigos del pueblo de Israel y hasta el momento no se conocía bien la procedencia de los filisteos tales como Goliat o Dalila. En 2019 un estudio pareció demostrar el origen europeo de los filisteos que se establecieron en la zona del actual Israel, y también cómo se acabaron mezclando con las poblaciones locales.

Los filisteos fueron un pueblo originario del Bronce Reciente, del cual existen testimonios en diferentes fuentes textuales o arqueológicas

La unidad de Israel y la debilidad de los imperios adyacentes permitió a David, según el relato bíblico, establecer un gran reino independiente, cuya capital fue Jerusalén. Bajo su hijo y sucesor, Salomón, Israel disfrutó de paz y prosperidad, pero a su muerte en el año 922 a. C. el reino fue dividido en dos: Israel, al norte, y Judá, al sur. Algunos autores como Finkelstein y Silberman, sin embargo, basándose en la interpretación de los restos arqueológicos y el estudio crítico de los textos bíblicos, consideran problemática esta reconstrucción de la historia de Israel. Sostienen que el reino de Israel, basado en las ciudades de la región central (la tribu de Efraím) surgió en torno al siglo IX a. C. y que Judá, el reino del sur, era un estado menor hasta la invasión asiria. Cuando los imperios cercanos reanudaron su expansión, los israelitas, divididos, no pudieron mantener durante más tiempo su independencia. Israel cayó ante Asiria en los años 722 y 721 a. C., y Judá fue conquistado en el año 586 a. C. por Babilonia, que destruyó Jerusalén y exilió a gran parte de los judíos que la habitaban. Las tribus israelitas fueron deportadas y, según la Biblia, su lugar fue ocupado por una población extranjera; los samaritanos. Este pueblo, sin embargo, sostiene que es descendiente directo de los antiguos israelitas. Los judíos deportados a Bablionia, sin embargo, mantuvieron su identidad nacional y religiosa en el exilio; algunos de sus mejores escritos teológicos y muchos libros históricos del Antiguo Testamento fueron escritos durante este periodo. El recuerdo de la tierra de Israel estaba patente en sus escritos. Cuando Ciro II el Grande de Persia conquistó Babilonia en el año 539 a. C. les permitió regresar al antiguo territorio. Bajo el dominio persa los judíos recibieron una considerable autonomía. Reconstruyeron las murallas de Jerusalén y codificaron la ley mosaica, la Torá, que se convirtió en el código de la vida social y la práctica religiosa.

Torá es el texto que contiene la ley y el patrimonio identitario del pueblo judío; es llamada Pentateuco en el cristianismo; y constituye la base y el fundamento del judaísmo.

A la dominación persa, le siguió el gobierno griego cuando Alejandro Magno conquistó la región en el 333 a. C. Los sucesores de Alejandro, miembros de la dinastía Tolemaica de Egipto y de la Seléucida de Siria, continuaron gobernando la zona. Estos últimos intentaron imponer la cultura y religión helenística a la población. En el siglo II a. C., sin embargo, los judíos, dirigidos por la familia de los Macabeos, se rebelaron y organizaron un estado independiente (entre el 141 y el 63 a. C.) que sería llamado o conocido como el Reino Asmoneo hasta que Cneo Pompeyo Magno conquistó el Reino Asmoneo para Roma y la convirtió en una provincia gobernada por dirigentes judíos cambiando su nombre a Provincia de Judea. Durante el reinado del rey Herodes el Grande (desde el 37 hasta el 4 a. C.), nació Jesús de Nazaret, figura central del cristianismo. Estallaron dos revueltas judías contra la dominación romana (del 66 al 73 d. C. y del año 132 al 135), pero fueron reprimidas. Después de la segunda, la destrucción de Jerusalén y la dura represión sobre los judíos provocó su diáspora hacia otros territorios. Según algunos autores el territorio de la provincia de Judea pasó a llamarse Palestina con el fin de desligar a los judíos del territorio. Prohibiéndoseles, además, entrar en la ciudad de Jerusalén que fue renombrada Aelia Capitolina. La región, ahora conocida como Palestina, recibió una atención especial cuando el emperador romano Constantino I el Grande legalizó la actividad de la hasta entonces perseguida Iglesia cristiana en el año 313 a través del denominado Edicto de Milán. Su madre, Elena, visitó Jerusalén. Palestina, considerada la Tierra Santa, se convirtió en el centro de las peregrinaciones cristianas. La consecuencia de esto fue una época de prosperidad, seguridad y desarrollo de la actividad cultural. La mayor parte de la población se helenizó y cristianizó. No obstante, el gobierno bizantino fue interrumpido durante una breve ocupación persa (614-629) y finalizó por completo cuando los ejércitos musulmanes conquistaron Jerusalén en el año 638.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, planea anexar parte del territorio ocupado de Cisjordania, lo cual estaba programado para comenzar el pasado 1 de julio. La alta comisionada de la ONU para los derechos humanos, Michelle Bachelet, calificó la anexión de "desastrosa" y dijo que sus consecuencias "durarán décadas y serán extremadamente dañinas para Israel y los palestinos". Un panel de 50 expertos en derechos humanos de Naciones Unidas condenó una iniciativa que calificaron de “una visión del apartheid en el siglo XXI”.

1. ¿Qué es Cisjordania y qué partes planea anexar Israel?

Cisjordania es un territorio en la ribera occidental del río Jordán que limita con Israel, en el norte, oeste y sur, y con Jordania en el este. El territorio ha estado ocupado por Israel desde la Guerra de Medio Oriente de 1967 y tanto este país como los palestinos reivindican derechos allí. Pero a pesar de décadas de difíciles conversaciones entre ambas partes, el estatus del territorio continúa sin resolverse. Entre 2,1 y 3 millones de árabes palestinos viven en Cisjordania. La región está parcialmente bajo control militar de Israel y parcialmente bajo la administración de la Autoridad Nacional Palestina. En el territorio también habitan unos 430.000 judíos israelíes que viven en 140 asentamientos construidos durante la ocupación de Israel. Gran parte de la comunidad internacional considera que estos asentamientos son ilegales bajo las leyes internacionales. Pero Israel y Estados Unidos (bajo el gobierno de Donald Trump) disputan esa interpretación. Los planes de anexión del primer ministro Netanyahu, cuyos contornos precisos están siendo trazados por Israel y Estados Unidos, comprenden casi 30% de Cisjordania. Incluyen decenas de asentamientos judíos, y el valle del Jordán, una zona estratégicamente importante con la que Israel podría crear una frontera en el este colindando con Jordania.

2. ¿Qué es "anexión" y por qué importa en este contexto?

Anexión es el término que se aplica cuando un Estado proclama unilateralmente su soberanía sobre otro territorio.

La anexión está prohibida bajo las leyes internacionales. El ejemplo más reciente es el de Rusia, cuando se anexó la península de Crimea en Ucrania en 2014. Netanyahu declaró que su plan “no es una anexión”, aunque éste involucra aplicar la soberanía israelí en las partes de Cisjordania que contienen los asentamientos judíos, y en el valle del Jordán. La medida podría resultar en que casi 4,5% de los palestinos en Cisjordania vivirían en enclaves dentro del territorio anexado. Netanyahu ha indicado que no se aplicará la soberanía israelí a los palestinos que viven en el valle del Jordán y hay informes de que esa exclusión se extenderá a los palestinos en otras zonas anexadas en Cisjordania. El primer ministro israelí podría inicialmente anexar sólo los asentamientos, que suman un 3% de Cisjordania. Quizás tendrá que esperar a la anexión del restante 27% cuando se acuerden los límites con Washington. Los palestinos reclaman todo el territorio de Cisjordania como un derecho histórico y es, junto con la Franja de Gaza, esencial para cualquier Estado independiente futuro. Cualquier anexión de Israel, argumentan, dejaría fragmentadas las áreas palestinas y a los palestinos con considerablemente menos tierra para un país propio.

3. ¿Por que Israel quiere llevar a cabo un plan tan controvertido?

Israel reclama derechos históricos y religiosos en Cisjordania como una tierra ancestral del pueblo judío. También dice que su presencia allí, especialmente en el valle del Jordán, es estratégicamente vital para su autodefensa. Indica que los asentamientos no son un obstáculo para la paz y que deberían formar parte de Israel bajo cualquier acuerdo de paz con los palestinos, ya sea que estén anexados o no. Desde hace mucho tiempo Netanyahu ha estado abogando por los asentamientos. Y por medio de la anexión quiere eliminar cualquier duda sobre su futuro, algo que es sumamente atractivo para su base política.

Por el Valle del Jordán discurre el río Jordán, en Oriente Medio. Esta región geográfica forma parte del Valle del Rift de Jordania. Tiene unos 105 kilómetros de largo y se extiende desde el mar de Galilea en el norte hasta la ribera norte del mar Muerto en el sur, donde desemboca el río Jordán. Los 155 kilómetros adicionales del rift al sur del mar Muerto hasta Aqaba, un área también conocida como Wadi Arabah o valle de Arava, no pertenecen al valle del río Jordan. Dado que el río Jordán marca la frontera occidental de Jordania en la región, la ribera este del valle se encuentra en este país mientras que su ribera oeste se encuentra en Israel en su tramo norte, y en Cisjordania (Palestina) en su tramo central y meridional. Esta última región se incluye en el Área C de los Territorios Palestinos (exceptuando la ciudad de Jericó), bajo control de Israel que la considera un territorio en disputa. Una semana antes de la repetición de las elecciones generales de Israel de septiembre de 2019, el primer ministro Netanyahu anunció su intención de anexionar el valle del Jordán a Israel si salía reelegido.

El Valle del Jordán y la parte sur del mar de Galilea.

4. ¿Qué cambiaría con la anexión?

No hay ninguna certeza de que la anexión se llevará a cabo. De hecho, Estados Unidos recientemente pareció moderar su posición. Pero asumiendo que ocurrirá, los asentamientos y las áreas circundantes se volverían parte permanente de Israel (al menos desde la posición israelí). Revertirlo requeriría del apoyo de la gran mayoría de los parlamentarios israelíes, algo que es muy poco probable.

En la práctica, las leyes israelíes ya se aplican a los colonos, aunque no a los palestinos. Estos están sometidos a las órdenes militares israelíes y a las leyes palestinas, de manera que habría muy pocos cambios notables al respecto. Una de las diferencias más significativas que marcaría la anexión sería en lo que se refiere a la construcción en los asentamientos, que durante mucho tiempo ha sido uno de los asuntos más espinosos entre Israel y los palestinos. Actualmente, la construcción y la gestión de suelo en Cisjordania requiere la aprobación del Ministerio de Defensa de Israel y del primer ministro, y puede tomar meses o años. Después de la anexión, estos asuntos se volverían cuestiones locales y consecuentemente sería más fácil para Israel construir allí. Más allá de las áreas anexadas, las fuerzas armadas israelíes continuarían ejerciendo la autoridad general, algo que, según los palestinos, los ha privado de derechos civiles básicos durante generaciones.

5. ¿Por qué se está hablando ahora de la anexión?

Hasta hace recientemente, Netanyahu habría enfrentado una fuerte oposición entre la comunidad internacional por sus planes de anexión. Sin embargo, el plan de paz palestino-israelí de Donald Trump permitia a Israel “incorporar” los asentamientos, un cambio radical de las anteriores posiciones de Estados Unidos. Joe Biden se opone a la anexión. El acuerdo con Trump permitió al primer ministro el regreso al poder como jefe de un gobierno de unidad nacional.

6. ¿Cuál ha sido la reacción global al plan de Israel?

En líneas generales, tanto amigos como enemigos le han advertido a Israel que no lleve a cabo la anexión. Hay temores de que la medida aleje aún más la posibilidad de lograr la paz entre Israel y los palestinos. Los palestinos están pidiendo a la comunidad internacional que ejerza presión para evitar el plan de Netanyahu y sus líderes indicaron que si Israel anexa territorio en Cisjordania ellos declararán su propio Estado independiente en todo el territorio.

El enviado de Naciones Unidas para Medio Oriente advirtió que la anexión “cambiaría drásticamente la dinámica local y que hay muchas probabilidades de que ésta provoque un conflicto e inestabilidad en Cisjordania y la Franja de Gaza”. Asimismo, unos 50 expertos de derechos humanos de la ONU condenaron en un comunicado los planes de Israel que calificaron como “una visión del apartheid en el siglo XXI” e indicaron que la medida violaría las leyes internacionales. Y varios Estados árabes también han criticado fuertemente los planes de Israel. Sin embargo, es probable que Estados Unidos bloquee cualquier intento de aprobar una resolución en el Consejo de Seguridad de la ONU condenando a Israel. Y la Unión Europea, el mayor socio comercial de Israel, indicó que usará medios diplomáticos para “desalentar” a Israel de llevar a cabo la anexión, pero hasta ahora no ha hablado de tomar medidas más firmes si éste sigue adelante con sus planes.

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8 preguntas para entender por qué pelean israelíes y palestinos.

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