Un equipo de científicos ha logrado devolver
a la vida a un gusano microscópico que llevaba 46.000 años
atrapado en el permafrost siberiano. Se trata de un nematodo
identificado como Panagrolaimus kolymaensis, una especie desconocida
hasta ahora, cuya resistencia extrema ha sorprendido a la
comunidad científica. El estudio, publicado en la revista
PLOS Genetics, revela que el gusano se halló a 40 metros de
profundidad dentro de una madriguera fosilizada de ardillas
árticas. Para determinar su antigüedad, los investigadores
recurrieron a la datación por radiocarbono, que confirmó que
el suelo donde fue encontrado tenía entre 45.000 y 47.000
años, aproximadamente.
Este nematodo logró sobrevivir gracias a un
proceso conocido como criptobiosis, un estado biológico en
el que el metabolismo se detiene por completo. En esta fase,
el organismo puede resistir la deshidratación, la falta de
oxígeno y temperaturas extremas sin sufrir daños. Al ser descongelado
en el laboratorio, el gusano mostró signos de actividad casi
de inmediato y comenzó a reproducirse asexualmente. Un fenómeno
que indica que su estructura celular permaneció intacta durante
tantos miles de años.

El prota de esta historia.
El análisis genético reveló que este gusano
comparte ciertos genes con el Caenorhabditis elegans, otro
nematodo capaz de entrar en criptobiosis. Ambos organismos
producen trehalosa, un azúcar que protege sus células contra
la congelación y la deshidratación extrema, permitiéndoles
sobrevivir por largos periodos.
Aunque el espécimen original falleció tras completar
su ciclo de vida, sus descendientes continúan bajo la mirada
de los investigadores. El objetivo es comprender mejor cómo
funciona la criptobiosis y evaluar posibles aplicaciones en
campos como la biotecnología y la exploración espacial.

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La criptobiosis es un estado que consiste en
la suspensión de los procesos metabólicos, en la que algunos
seres vivos entran cuando las condiciones ambientales llegan
a ser extremas. Un organismo en estado criptobiótico puede
vivir indefinidamente hasta que las condiciones vuelvan a
ser de nuevo tolerables. Los criptobiontes han sido clasificados
en:
a) aquellos en los que el estadio criptobiótico
puede aparecer solo en un específico estado de desarrollo
ontogenético.
b) aquellos que pueden entrar en criptobiosis
en cualquier estadio de su ciclo de vida.
La primera categoría incluye especies de artrópodos,
crustáceos, braquiópodos, insectos, esporas de ciertos hongos
y bacterias, así como polen y semillas de algunas plantas;
en tanto que la segunda categoría principalmente incluye especies
de protozoarios, rotíferos, nematodos, tardígrados, ortópteros
y varias especies de musgos, líquenes y algas, así como también
algunas plantas superiores. El ejemplo más conocido de seres
que entran en este estado son los tardígrados (del latín tardígradus,
que significa movimientos lentos), conocidos como ositos de
agua; son animales invertebrados capaces de vivir en cualquier
parte del mundo, desde las profundidades abisales del mar
hasta los lugares terrestres más inhóspitos. Existen desde
hace 600 millones de años con más de 1000 especies identificadas.

Tardígrados, los organismos con "superpoderes"
que (probablemente) están habitando la Luna.

Existen varios tipos de criptobiosis:
La anhidrobiosis se da para poder sobrevivir
a largos periodos sin agua, es un estado reversible y en el
cual ocurre casi una pérdida total de agua en el cuerpo para
la formación de la capa protectora que le permite sobrevivir,
llamada “tun”. La anoxibiosis ocurre cuando hay una deficiencia
de oxígeno en el ambiente, aunque no es considerada un tipo
de criptobiosis como tal ya que no presenta la formación de
un “tun” y se basa en una captación mayor de agua que la normal.
Aparece con casos de reducción severa del oxígeno. La criobiosis
permite tolerar descensos de temperatura que causan rápidos
congelamientos. La osmobiosis es un estado que se realiza
cuando se somete a un estrés osmótico (este se produce cuando
hay un aumento en la concentración salina) mediante este proceso
se genera un “tun”. La quimiobiosis se da cuando hay altos
niveles de toxinas en el ambiente.
Durante la criptobiosis se activan potentes
mecanismos de reparación del ADN, así como la producción de
membranas biológicas con fosfolípidos específicos, enzimas
antioxidantes, carbohidratos y proteínas que protegen a las
células y los tejidos. Estos carbohidratos y proteínas se
conocen como bioprotectores e interactúan directamente con
el ADN, membranas celulares y otras proteínas. Se ha observado
que durante la deshidratación, los tardígrados acumulan un
disacárido llamado trehalosa. Éste actúa como estabilizador
molecular al formar puentes de hidrógeno con las membranas,
reemplazando al agua y preservando las estructuras. También
forma “cristales”, un estado en el que la movilidad de las
macromoléculas se reduce enormemente.

Conservado en la savia fosilizada de un árbol,
el antiguo tardígrado Beorn leggi fue el primero descubierto
por los científicos. Este diminuto organismo quedó
atrapado en la savia de los árboles del Canadá prehistórico
hace entre 83 y 72 millones de años, compartiendo el mismo
bosque de coníferas con tiranosaurios gigantes y dinosaurios
con cuernos.
Hay además otros organismos que también entran
en estado criptobiótico, como las artemias salinas que utilizan
hasta cinco veces más trehalosa que la encontrada en los osos
de agua; muchos bacilos tienen la capacidad de formar esporas,
separando su nucleoide del resto del citoplasma y formando
a su alrededor una doble membrana que incluye pared celular
y que constituye la cubierta externa de la espora. Las esporas
pueden conservar su viabilidad durante mucho tiempo. También
se cree que la entrada y salida de la criptobiosis depende
de la síntesis de las proteínas de choque térmico, unas moléculas
que responden a diferentes tipos de estrés externo. Éstas
ayudan a que las nuevas proteínas que se están sintetizando
se plieguen de forma apropiada, las protegen del desdoblamiento
y las llevan al lugar dentro de la célula donde cumplirán
su función. Actúan por lo tanto como estabilizadores bioquímicos
en condiciones ambientales adversas, y en el proceso de recuperación
y reparación cuando estos organismos regresan al estado activo.
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