El gobierno de Tailandia advirtió este viernes
que los enfrentamientos con Camboya podrían desembocar en
una guerra, tras la muerte de al menos 16 personas y el desplazamiento
de decenas de miles en ambos países. El primer ministro interino
de Tailandia, Phumtham Wechayachai, precisó que se está empleando
armamento pesado en los combates, los cuales se han extendido
a 12 puntos fronterizos. Tailandia también acusó a Camboya
de disparar contra zonas civiles y evacuó todas las aldeas
dentro del radio de alcance de sus cohetes. Por su parte,
Camboya acusó a Tailandia de utilizar municiones de racimo,
que están prohibidas en gran parte del mundo debido a sus
efectos indiscriminados sobre la población civil.
Y en la tarde de este viernes su embajador ante
la ONU, Chhea Keo, afirmó que su país solicitó una tregua
"incondicional" y reiteró que Phnom Penh desea una "solución
pacífica al conflicto", tras una reunión a puerta cerrada
del Consejo de Seguridad a la que asistieron ambos países.
Sin embargo, Tailandia no ha respondido a las
acusaciones de Camboya ni se ha pronunciado públicamente sobre
la propuesta de alto el fuego. El gobierno tailandés informó
de la muerte de 14 civiles y un soldado, mientras que las
autoridades provinciales de Camboya reportaron el fallecimiento
de al menos un civil en Oddar Meanchey. Los combates marcan
una escalada de la disputa entre los dos vecinos del Sudeste
asiático, que se remonta a más de un siglo.
El ministro de Asuntos Exteriores de Tailandia
dijo que no era necesaria la mediación de terceros en el conflicto,
a pesar de que varios líderes mundiales pidieron un alto el
fuego inmediato, reportó la agencia de noticias Reuters. El
primer ministro de Malasia, Anwar Ibrahim, quien preside la
Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), se ofreció
previamente a facilitar las conversaciones entre ambos países.
"Acojo con satisfacción las señales positivas y la disposición
mostrada tanto por Bangkok como por Phnom Penh de considerar
esta vía de avance", escribió Anwar en Facebook el jueves
por la noche. Sin embargo, el portavoz del Ministerio de Asuntos
Exteriores tailandés, Nikorndej Balankura, declaró a Reuters
que la situación debe resolverse por medios bilaterales, y
añadió que Phnom Penh debe detener sus ofensivas. "No creo
que necesitemos la mediación de un tercer país todavía", declaró
Nikorndej. Estos comentarios se produjeron mientras ambos
países actualizaban el número de muertos en los combates.

Un soldado tailandés custodia el templo jemer
Prasat Ta Muen Thom, en una zona disputada en la frontera
entre Tailandia y Camboya.
Estados Unidos pidió el cese inmediato de las
hostilidades, la protección de los civiles y una resolución
pacífica del conflicto. "Estamos profundamente preocupados
por la escalada de violencia en la frontera entre Tailandia
y Camboya, y profundamente entristecidos por los informes
de daños a civiles", declaró el portavoz del Departamento
de Estado, Tommy Pigott, en una rueda de prensa. China, que
mantiene vínculos políticos y estratégicos con Camboya y Tailandia,
expresó su "profunda preocupación" por el conflicto y espera
que ambas partes puedan resolver los problemas mediante el
diálogo y la consulta. Australia, la Unión Europea y Francia
también han hecho un llamamiento a la paz. Se espera que el
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas se reúna el viernes
para tratar el conflicto. En una carta dirigida al Consejo
el jueves, el primer ministro de Camboya, Hun Manet, instó
al Consejo a intervenir para "detener la agresión de Tailandia".

Un monje se sienta en un refugio antiaéreo en
medio de la escalada entre Tailandia y Camboya en la provincia
de Surin en Tailandia.
Tailandia y Camboya se acusan mutuamente de
haber sido los primeros en disparar el jueves. Ambas partes
intercambiaron disparos durante la madrugada del jueves. La
situación se agravó rápidamente y Tailandia acusó a Camboya
de disparar cohetes contra una aldea tailandesa y atacar un
hospital. Bangkok también lanzó ataques aéreos contra objetivos
militares camboyanos. Tailandia cerró su frontera con Camboya
tras ordenar a todos sus ciudadanos que abandonaran el país.
Mientras tanto, Camboya degradó sus relaciones con Tailandia,
a la que acusa de hacer un uso excesivo de la fuerza. Ambos
países pidieron a sus ciudadanos ubicados cerca de la frontera
que evacuaran la zona, ya que testigos presenciales alertan
de intensos combates. "Es realmente grave. Estamos en plena
evacuación", declaró a la BBC Sutian Phiwchan, residente del
distrito de Ban Dan, en la provincia tailandesa de Buriram,
cerca de la frontera con Camboya.
Personas mayores que sobrevivieron a los bombardeos
durante la guerra civil de Camboya, en la década de 1980,
contaron a la BBC que los recientes combates han sido los
peores que habían experimentado. Joi Phasuwan, del distrito
de Phanom Dong Rak, comentó que ella y sus dos nietos "esperaron
mucho tiempo" antes de que finalmente los trasladaran al centro
de evacuación. Esta vez los llevaron más lejos que en operativos
anteriores, añadió. En otro lugar, un pequeño grupo de hombres
mayores se apiñaba en la entrada de una escuela a unos 10
km de la frontera. Todas las casas alrededor estaban desiertas.
Los hombres se quedaron para proteger sus hogares y su ganado,
mientras que las mujeres y los niños fueron evacuados. Permanecieron
cerca de un refugio improvisado, construido el mes pasado
con secciones de tubería de hormigón y reforzado con sacos
de arena e hileras de neumáticos rellenos de arena. La artillería
resonó en esta pequeña aldea toda la mañana, y los ataques
con cohetes camboyanos del jueves inquietaron a los hombres.
La escuela también es utilizada por soldados tailandeses,
pero no querían ser filmados ni ser identificados. Las carreteras
estaban vacías, salvo algún que otro camión militar que transportaba
soldados. Al pasar de aldea en aldea, no se veía a nadie.
La vida a lo largo de esta región fronteriza se ha visto paralizada
por una disputa sobre algunos templos antiguos y unas franjas
insignificantes de bosque.

Pásate por JyV >> Fotografía
>> Agosto 2025.
La disputa comenzó hace más de cien años atrás,
cuando se trazaron las fronteras de ambas naciones tras la
ocupación francesa de Camboya. La situación se tornó hostil
oficialmente en 2008, cuando Camboya intentó registrar un
templo del siglo XI ubicado en la zona en disputa como Patrimonio
de la Humanidad de la Unesco, una medida que fue recibida
con fuertes protestas por parte de Tailandia. A lo largo de
los años se produjeron enfrentamientos esporádicos que se
saldaron con la muerte de soldados y civiles en ambos bandos.
Las últimas tensiones se intensificaron en mayo tras la muerte
de un soldado camboyano en un enfrentamiento. Esto llevó las
relaciones bilaterales a su punto más bajo en más de una década.
En los últimos dos meses, ambos países impusieron restricciones
fronterizas. Camboya prohibió las importaciones de Tailandia,
como frutas y verduras, y suspendió el suministro de electricidad
y servicios de internet desde el país vecino. Ambos países
también han reforzado la presencia de tropas en la frontera
en las últimas semanas.
Wechayachai afirmó que la disputa con Camboya
sigue siendo "delicada" y debe abordarse con cautela y de
conformidad con el derecho internacional. Por su parte, el
primer ministro camboyano, Hun Manet, afirmó que su país desea
resolver la disputa de forma pacífica y que "no tiene otra
opción" que "responder con la fuerza armada contra la agresión
armada". Si bien ha habido intercambios de disparos graves
en el pasado, estos se resolvieron con relativa rapidez. Pero
ambos países carecen de liderazgos con la fuerza y la confianza
necesarias para retirarse de esta confrontación. Hun Manet,
hijo de un exdictador camboyano, aún no tiene autoridad propia.
Hun Sen, su padre, parece dispuesto a intensificar el enfrentamiento
para mejorar sus credenciales nacionalistas. En Tailandia,
existe un gobierno de coalición inestable, respaldado por
otro exdictador, Thaksin Shinawatra. Thaksin creía tener una
estrecha relación personal con Hun Sen y su familia, y se
siente traicionado por la decisión de Hun Sen de filtrar una
conversación privada que provocó la suspensión del cargo de
primera ministra de su hija, Paetongtarn Shinawatra.
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