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1 - Marzo - 2021
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La región de Magallanes, en el extremo austral de Chile, está conformada por miles de islas e innumerables canales, fiordos, senos y bahías que comprenden cientos de kilómetros de costas, muchas de ellas todavía poco exploradas debido a las dificultades que comporta la navegación en esta área, aunque sus pobladores, con sus sencillas canoas de corteza, se desplazaban sin problema por sus peligrosas aguas. Entre estas aguas destaca el seno Última Esperanza, una gran extensión marina que abarca la costa continental por el oriente y la costa noreste de la península Antonio Varas, por el occidente, en la Patagonia chilena.

Esta zona fue durante milenios el dominio de los llamados nómadas del mar, cazadores-recolectores-pescadores que en época histórica fueron conocidos como kawésqar. El calificativo de "nómadas del mar" deriva de la alta movilidad de estas poblaciones y de su medio de transporte: la canoa. Estas gentes surcaron canales y mares interiores demostrando una gran habilidad técnica y un gran conocimiento geográfico. Si bien los kawésqar históricos son relativamente bien conocidos, poco se sabe sobre su pasado. Estos cazadores-recolectores-pescadores forman parte de los escasos grupos humanos que consiguieron mantener esta estrategia de subsistencia hasta prácticamente nuestros días. El estudio, por lo tanto, de su historia, solo posible a partir de la arqueología, es fundamental para comprender la diversidad de estrategias desarrolladas por estos grupos y su resiliencia frente a las presiones ambientales.

A las increíbles dotes de navegación de estas poblaciones y su gran conocimiento geográfico hay que añadir la no menos extraordinaria proeza de vivir en un ambiente tan climáticamente hostil. Estos grupos canoeros encontraron en este entorno de clima frío, húmedo y lluvioso el espacio donde establecerse y prosperar durante milenios. Desarrollaron conocimientos y habilidades únicos que les permitieron aprovechar de manera eficiente los recursos de su entorno, sobre todo los recursos litorales. Obtenían alimentos mediante la caza de mamíferos marinos y terrestres, de aves, la pesca y la recolección de moluscos y plantas, recursos abundantes en las costas insulares que ocuparon. La acumulación de los desechos de su alimentación ha dado lugar a la formación de yacimientos arqueológicos característicos denominados concheros, muy valiosos para los arqueólogos ya que su investigación permite abordar aspectos relevantes sobre su forma de vida.

El equipo arqueológico trasladándose a la isla en barca.

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En este contexto se desarrolla el proyecto "Excavaciones arqueológicas en la isla Diego Portales (Última Esperanza, Chile): Canoeros del mar interior", que se centra en el mar interior de Última Esperanza, una zona de sumo interés ya que permite analizar las estrategias de movilidad de los grupos canoeros, por lo menos durante los últimos dos mil años.

El poblamiento de la región de los canales y mares interiores de Última Esperanza (Chile) ha permanecido prácticamente desconocido hasta la fecha, con tan sólo algunas prospecciones arqueológicas en el interior que documentan que la zona fue ocupada hace al menos cinco mil años. Aunque existen algunas observaciones etnográficas. La más antigua se remonta a la exploración de Juan Ladrillero, que en febrero de 1557 atisbó a indígenas canoeros haciendo señales desde un campamento en la isla Focus, ubicada al este de la isla Diego Portales. Posteriormente la Misión Hidrográfica Inglesa de Philip Parker King y Fitz Roy (1826-1830) describió un asentamiento abandonado en la costa de la bahía Easter, en la isla Diego Portales, donde se observaron materiales relacionados con la construcción de canoas de corteza. La presencia de población indígena en el área perduró hasta principios del siglo XX.

En el año 2017, arqueólogos del proyecto realizaron una exploración de la isla Diego Portales, situada en el mar interior de Última Esperanza, donde pudieron constatar evidencias de montículos de conchas, materiales líticos y antiguos bosques explotados. En la misma visita, y en torno a la bahía Easter, se registraron marcas de que mostraban descortezamiento de árboles, que según los análisis podrían ser contemporáneas al asentamiento indígena descrito. Esta visita fue determinante para el desarrollo del actual proyecto arqueológico, cuyo objetivo prioritario es la prospección sistemática y la excavación de los concheros localizados en la isla. Así, el proyecto se inició en el año 2019, financiado por el Ministerio de Cultura de España y con el apoyo de la Fundación Prisma Austral de Chile.

Excavación de un yacimiento en Diego Portales.

Hasta la fecha se ha llevado a cabo una campaña de trabajo de campo en el norte de la isla, que ha permitido localizar ocho yacimientos de tipo conchero. Los sondeos realizados en dos de ellos, Bahía Easter 1 y Bahía Easter 2, confirmaron que los yacimientos corresponden a ocupaciones de grupos de cazadores-recolectores-pescadores. La densidad de montículos de conchas en los yacimientos y sus dimensiones sugieren que las costas de la isla Diego Portales fueron frecuentadas de manera recurrente por estos grupos. Las dataciones obtenidas indican que estas ocupaciones se produjeron durante el Holoceno tardío, abarcando los últimos dos mil años.

Las ocupaciones registradas corresponden a campamentos establecidos a pocos metros sobre el nivel de la alta marea, en el interior del bosque y cerca de playas estrechas y protegidas. Se trata de concheros en los que se ha documentado el consumo de fauna marina, terrestre, pruebas de talla lítica y algunas áreas de combustión. Junto con los yacimientos se han detectado marcas de descortezamiento en los árboles más viejos de los bosques costeros. A partir de los resultados obtenidos en las prospecciones y sondeos realizados en el año 2019 se ha determinado que los grupos canoeros que frecuentaron el noreste de Diego Portales desarrollaron una estrategia de movilidad centrada en la explotación de recursos marinos, sugiriendo la circulación reiterada por los canales que rodean la isla. Estos mismos canoeros navegaban hasta la costa continental de Última Esperanza para proveerse de recursos terrestres y realizar intercambios con otros grupos.

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Los yacimientos documentados en 2019 en la isla Diego Portales, junto con los localizados previamente gracias a diversas prospecciones en distintas áreas de la región (por ejemplo en isla Focus, el sur de la Península Varas o el canal Última Esperanza) dan cuenta del poblamiento de determinadas áreas de costa, a resguardo de los vientos dominantes del oeste, a lo largo de una secuencia de varios miles de años. Asimismo, y al menos en tiempos históricos, el seno Obstrucción, otro mar interior, jugó un papel muy importante al conectar mediante una breve ruta de porteo el mar interior de Última Esperanza con otros mares interiores, los senos Skyring y Otway. El registro arqueológico de todo este sector permitirá a los investigadores una mayor comprensión de la forma en que estos pueblos se desplazaban por la zona, además de caracterizar el tipo de intercambios que se llevaban a cabo y evaluar el grado de interacción social entre los grupos de canoeros y los de cazadores-recolectores terrestres. También se podrá determinar el grado de resiliencia de las comunidades canoeras a los cambios ambientales ocurridos en Última Esperanza desde principios del Holoceno hasta época reciente (siglos XIX y XX).

Hasta el momento, los trabajos arqueológicos del equipo han consistido en el registro de evidencias arqueológicas en superficie o la realización de pequeños sondeos. La excavación en extensión de determinados yacimientos en el futuro permitirá reconstruir con mayor precisión y resolución el paisaje social conformado por los grupos canoeros en Última Esperanza, además de evaluar el impacto ambiental que tuvieron estas comunidades en la isla Diego Portales.

El proyecto "Excavaciones arqueológicas en la isla Diego Portales (Última Esperanza, Chile): Canoeros del mar interior" está codirigido por Raquel Piqué y Vanessa Navarrete, del departamento de Prehistoria de la Universidad Autónoma de Barcelona y por Alfredo Prieto de la Universidad de Magallanes-Centro de Investigación GAIA Antártica (UMAG). El proyecto cuenta además con la participación de investigadores del Centro Austral de Investigaciones Científicas CADIC-CONICET (Ushuaia, Argentina), del Museo de Historia Natural Río Seco y Museo Regional de Magallanes (Punta Arenas, Chile) y del Museu d’Arqueologia de Catalunya, además de contar con la colaboración de arqueólogos chilenos y miembros de la comunidad kawésqar.

Puedes ampliar información en ...

>> destacado >> 11 de septiembre de 2020.

JyV >> fotografía >> septiembre 2020.

Nutuayin Mapu y el cine indígena en Chile.

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