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1 - Abril - 2021
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Berenice, en la costa egipcia del mar Rojo, fue durante mucho tiempo una de las ciudades egipcias más prósperas. Allí atracaban barcos procedentes del Mediterráneo y de más allá que transportaban todo tipo de mercancías y productos exóticos. Pero sorprendentemente, hace más de 2.000 años la ciudad fue abandonada, al parecer cuando el suministro de agua potable se acabó. Pero ¿qué ocurrió exactamente en Berenice? Hasta ahora los arqueólogos e investigadores no lo tenían muy claro.

Precisamente, que la ciudad fue abandonada es lo que se desprende de un reciente estudio publicado en la revista Antiquity, realizado por Marek Wozniak del Instituto de Culturas Mediterráneas y Orientales en Varsovia, Polonia, y por James A. Harrell, profesor emérito de Geología en la Universidad de Toledo, Ohio. Según estos investigadores, la causa del abandono de Berenice pudo haber tenido origen en una catastrófica erupción volcánica, posiblemente acaecida en el otro lado del mundo, lo que provocó en Egipto una sequía severa.

Los arqueólogos han estado excavando la ciudad de Berenice en la costa egipcia del mar Rojo de forma intermitente desde 1994. Berenice se fundó entre 275 y 260 a.C., pero al parecer fue abandonada temporalmente en algún momento entre los años 220 y 200 a.C., antes de volver a ser repoblada. Tras la anexión de Egipto al Imperio romano, en 30 a.C., Berenice se convirtió en el puerto situado más al sur del Imperio. La ciudad era "una especie de combinación de ciudad y base militar", explica Wozniak. Desde 2014, el investigador polaco ha excavado los restos de una puerta y una torre en la muralla de la fortaleza que se alzó en la ciudad junto con el geólogo James Harrell, y sus trabajos han sacado a la luz un pozo hundido en el pavimento del edificio. El pozo todavía acumula agua en la actualidad. "Sabe bastante bien, aunque en realidad un poco salada", comenta Wozniak.

Situación de Berenice en Egipto.

Berenice, situada en un entorno desértico, dependía de los pozos para obtener agua. Pero el pozo de la fortaleza se secó entre 220 y 200 a.C., y, con el tiempo, el viento del desierto fue cubriéndolo de arena.Los arqueólogos que excavan en Berenice han encontrado esta arena milenaria conservada en el interior pozo, en cuyo fondo se han descubierto asimismo dos monedas de bronce que datan de las décadas anteriores al año 199 a.C. En otras zonas de la fortaleza, se han hallado muy pocos objetos de ese período, lo que sugiere que, en efecto, Berenice fue abandonada.

Wozniak cree que la sequía que provocó el abandono de la ciudad tuvo que haber sido muy intensa para llegar a secar el pozo. De hecho, la erupción volcánica que pudo haberla provocado arrojó a la atmósfera toneladas de cenizas y gases (como el dióxido de azufre), que absorben la luz solar, enfrían la superficie de la Tierra y debilitan los monzones. Esto probablemente ocasionó que las lluvias de verano que estos hacían caer sobre Egipto no se produjeran. Esta falta de lluvia podría explicar que el pozo se secase.

Parte occidental del complejo de la puerta con el pozo, las cuencas de almacenamiento de agua y las estructuras relacionadas, mirando hacia el norte.

En línea con la teoría de Wozniak de la erupción volcánica como causa principal de la sequía que obligó a los habitantes de Berenice a abandonar la ciudad, un estudio de 2017 dirigido por Jennifer Marlon, de la Universidad de Yale, analizó los rastros químicos conservados en los núcleos de hielo y descubrió que en el año 209 a.C., una erupción volcánica había liberado muchos aerosoles de sulfato en la atmósfera terrestre. Lo que sigue sin estar claro es qué volcán fue el responsable, pero comparando los rastros químicos con la composición química de las rocas de lava de origen conocido, los geólogos identificaron cuatro posibles culpables: el Popocatéptl en México, el Pelée en la isla de Martinica (en las Antillas Menores), o el Tsurumi o el Hakusan, ambos en Japón. El mismo estudio registró otros dos picos de sulfato en el registro de hielo, que datan de los años 46 y 44 a. C., y un estudio publicado en 2020 por un grupo internacional de investigadores identificó la posible fuente como el volcán Okmok de Alaska en las Islas Aleutianas, que al parecer causó la erupción volcánica más grande de los últimos 2.500 años.

La erupción del año 209 a.C. causó un cambio climático que sería el culpable, asimismo, de que el Nilo no se desbordase, lo que acabó provocando un período de malas cosechas y una hambruna devastadora en el Alto Egipto (que sería el origen de una grave revuelta entre los años 207 y186 a.C.). Las excavaciones de Berenice han aportado numerosa información sobre la vida en esta ciudad helenística de la costa del este de África, y ahora también parece que van a contribuir a una mejor comprensión del efecto de los desastres naturales en las sociedades antiguas.

Berenice o Berenice Troglodytica , conocida actualmente como Medinet-el Haras, fue un antiguo puerto marítimo de Egipto situado en la costa occidental del mar Rojo. A partir de una aldea ya existente, se fundó la ciudad por Ptolomeo II (r. 285 a. C. — 246 a. C.), que la denominó con el nombre de su madre: Berenice I de Egipto.

Troglodytica hace referencia a la gente aborigen de la región, los trogloditas o «moradores de cuevas». Aunque el nombre es atestiguado por varios escritores clásicos, las inscripciones ptolemaicas más antiguas leen Trogodytai (lo cual George Wynn Brereton Huntingford ha especulado podría tener relación con la misma raíz que tuareg, con la palabra árabe, tawariq, sing. tariqa, «tribu»). Es posible que los copistas tardíos confundiesen este nombre con el término más común Troglodytai.

Construida en la cabeza de un golfo, el Sinus Immundus o bahía Inmunda, de Estrabón, estaba resguardada al norte por la península de Ras Benas (Lepte Extrema). Una cordillera elevada transcurre junto a este lado de la costa africana, y separa Berenice del valle del Nilo. Las minas de esmeralda de Zabara y Saket están próximas. El puerto es mediocre, pero fue mejorado. Berenice se levanta sobre una estrecha franja de costa situada entre el mar Rojo y las montañas. El puerto de Berenice estaba protegido del viento del noroeste por la isla Ofiodes. Estrabón era rica en topacios.

Imagen de satélite de Berenice Troglodytica.

En 1818 las ruinas de Berenice fueron identificadas por Giovanni Battista Belzoni, confirmando un dictamen anterior de D'Anville. Desde entonces, se han llevado a cabo varias excavaciones. El puerto está casi lleno, tiene una barra de arena en su entrada y se puede llegar solo en embarcaciones pequeñas. La más importante de las ruinas es un templo; los restos de sus esculturas e inscripciones conservan el nombre de Tiberio y las figuras de muchas deidades, también el nombre del magistrado jefe de los judíos en Alejandría bajo el dominio ptolemaico y romano. El templo es de piedra arenisca y piedra caliza blanda, en estilo egipcio. Tiene 31 m de largo y 13 m de ancho. Una parte de sus muros está esculpida con bajorrelieves bien ejecutados, de mano de obra griega y también de vez en cuando aparecen jeroglíficos en las paredes. Belzoni dijo que la ciudad medía 490 m de norte a sur, y 690 de este a oeste. Se estima que la antigua población era de unos 10 000 habitantes.

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Arqueólogos han descubierto en Egipto el que sería el cementerio de mascotas más antiguo, de hace casi 2.000 años. Está lleno de restos de gatos y monos que lucen collares de conchas, vidrio y piedra. Los antiguos egipcios son conocidos por momificar innumerables animales para honrar a los dioses, pero este cementerio es diferente, dijo la investigadora líder del estudio Marta Osypinska, zooarqueóloga de la Academia Polaca de Ciencias en Varsovia. A diferencia de algunos animales momificados que fueron enterrados en otros sitios, a veces por inanición o un cuello roto, ninguna de las criaturas en este cementerio, ubicado en las afueras del puerto de Berenice en el Mar Rojo, mostró signos de haber muerto a manos de personas.

En cambio, "tenemos animales viejos, enfermos y deformados que tuvieron que ser alimentados y cuidados por alguien", dijo Osypinska a 'Live Science'. "Tenemos animales (casi todos) que se entierran con mucho cuidado. Los animales se colocan en una posición para dormir, a veces envueltos en una manta, a veces cubiertos con platos", añadió. En un caso, un mono macaco fue enterrado con tres gatitos, una canasta de pasto, tela, fragmentos de vasija (uno de los cuales cubría a un lechón) y "dos conchas muy hermosas del Océano Indico apiladas contra su cabeza", dijo Osypinska. "Entonces, pensamos que en Berenice los animales no eran sacrificados a los dioses, sino solo mascotas". Los arqueólogos descubrieron el cementerio de mascotas, que data de los siglos I y II d.C. durante el período romano temprano de Egipto, por accidente. Durante años, los investigadores han excavado las afueras de Berenice porque alberga un antiguo vertedero. En 2011, los arqueólogos comenzaron a encontrar restos de animales pequeños en una área, por lo que recorrieron Osypinska debido a su especialidad en zooarqueología. "Resultó ser decenas de esqueletos de gatos", dijo. De hecho, de los 585 animales que excavaron, 536 eran gatos, 32 perros, 15 monos, un zorro y un halcón.

Ninguno de los animales fue momificado, pero algunos fueron colocados en ataúdes improvisados. Por ejemplo, un perro grande "estaba envuelto en una esfera de hojas de palma y alguien había colocado cuidadosamente dos mitades de una vasija grande (ánfora) en su cuerpo", como un sarcófago, dijo Osypinska. Al igual que algunas mascotas de hoy, estos animales pueden haber trabajado para sus dueños. Por ejemplo, los gatos pueden haber sido 'mousers' y los perros podrían haber ayudado a proteger y cazar. Pero algunos animales estaban deformados, lo que significa que probablemente no podrían correr. "Alguien alimentó y mantuvo a un gato tan 'inútil", dijo Osypinska.

Su equipo también encontró perros, algunos casi desdentados, que llegaron a la vejez, y tres "perros de juguete", más pequeños que los gatos, que probablemente eran demasiado pequeños para trabajar. Otras pistas indicaron que estos animales eran mascotas, incluido el hecho de que muchos de los gatos llevaban collares de hierro, "a veces muy preciosos y exclusivos". Un ostracon, una pieza de cerámica con texto, como un "mensaje de texto antiguo", que se encontró en el sitio, tenía una nota de cuando algunos gatos domésticos aún estaban vivos, que le decía al dueño que no se preocupara por los gatos, porque alguien más los estaba cuidando. Muchos estudiosos sostienen que el mundo antiguo no tenía concepto de "mascotas", pero "nuestro descubrimiento muestra que los humanos tenemos una profunda necesidad de la compañía de los animales", dijo Osypinska. Hace unos 2.000 años, "el puerto de Berenice estaba en el fin del mundo. Era un pedazo del mundo vacío y hostil", dijo. "Los comerciantes vinieron aquí para traer bienes exclusivos al imperio. Lo que tomaron en un viaje tan largo y difícil: un perro amado, o tenían un mono traído de la India, o tenían gatos".

Tradicionalmente se ha culpado a la invasión mongola del siglo XIII de la desaparición de las civilizaciones fluviales que antaño florecieron en Asia Central, alrededor del Mar de Aral y de sus afluentes. Pero un nuevo estudio apunta a que la causa última de su decadencia fue el cambio climático, que redujo el caudal de los ríos e impidió la recuperación de los centros urbanos tras los ataques mongoles.

La invasión mongola sin duda jugó un papel en la desaparición de estos núcleos comerciales. No obstante, los investigadores señalan que en otras ocasiones -como la expansión árabe del siglo VII- las poblaciones pudieron recuperarse rápidamente de la devastación gracias a su condición de oasis en las grandes rutas comerciales. En cambio, cuando sufrieron el ataque de las hordas de Gengis Khan, las sequías prolongadas habían mermado su importancia como paradas en dichas rutas, afectando gravemente a su capacidad de recuperarse económicamente.

El estudio, liderado por la Universidad de Lincoln, ha empleado una técnica conocida como datación por luminiscencia. Esta permite medir el tiempo transcurrido desde que un sedimento estuvo expuesto por última vez a la luz solar antes de quedar enterrado, lo que a su vez permite determinar hasta qué momento estuvieron activos los cauces fluviales y los canales de irrigación alrededor de los núcleos urbanos.

Vista aérea de Otrar (Kazajistan), que antaño fue un oasis comercial en la Ruta de la Seda.

El equipo de científicos ha empleado esta técnica en los canales del oasis de Otrar, en el sur de Kazajistán, que entre los siglos VII y IX fue un núcleo comercial de la Ruta de la Seda. Los resultados han mostrado que a partir del siglo X y hasta el XIV, los cauces del río Sir Daria, sus afluentes y, en último término, los canales de irrigación que llevaban el agua al oasis, sufrieron una progresiva erosión que apunta a sequías cada vez más severas y prolongadas, que habrían sido la causa última de la decadencia de las civilizaciones fluviales de Asia Central.

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