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2 - Julio - 2025
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Entre 1946 y 1990, más de 200.000 barriles que contenían residuos radiactivos fueron deliberadamente hundidos en las profundidades del Océano Atlántico por varios países europeos. Estos contenedores, sellados en betún o cemento, se depositaron en las llanuras abisales del noreste del Atlántico, a más de 4.000 metros de profundidad y a unos 600 kilómetros de la costa de Nantes, Francia. Este verano, una misión interdisciplinaria denominada NODSSUM, liderada por el Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS) en colaboración con el Instituto Francés de Investigación para la Explotación del Mar (Ifremer), la Autoridad de Seguridad Nuclear y de Radioprotección (ASNR) y otros socios internacionales, se embarcará en una expedición de un mes para localizar y evaluar el estado de estos barriles sumergidos. La primera fase de la misión, que comenzó el 15 de junio, tiene como objetivo cartografiar una zona de 6.000 kilómetros cuadrados del fondo marino utilizando sonar de alta resolución y el vehículo submarino autónomo UlyX, capaz de operar a profundidades superiores a los 4.000 metros.

«El diseño de los paquetes para los desechos vertidos no tenían por objeto garantizar el aislamiento de los radionucleidos (o elementos radiactivos) dentro de los bidones, sino más bien asegurar que se transportaran intactos al fondo marino; posteriormente se esperaba que ocurriera un proceso de dispersión lenta en el agua circundante», explica en uno de sus informes la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA) , conexa a Naciones Unidas.

Además de localizar los barriles, los científicos recogerán muestras de agua, sedimentos y fauna marina para analizar la presencia y el comportamiento de radionúclidos en el ecosistema profundo. Estas muestras permitirán evaluar los posibles efectos de los residuos radiactivos en la biodiversidad marina y en la dinámica de los ecosistemas abisales. Para garantizar la seguridad, se implementarán medidas de radioprotección a bordo del buque de investigación, incluyendo el monitoreo y control de las muestras e instrumentos desde su recogida hasta su análisis en laboratorios en tierra. Los datos recopilados durante esta primera expedición servirán para planificar una segunda misión que se centrará en el entorno inmediato de los barriles. Esta etapa implicará el uso de sumergibles tripulados o robots operados remotamente equipados con brazos mecánicos para observar directamente los barriles y tomar muestras en su proximidad. La misión NODSSUM forma parte del proyecto PRIME RADIOCEAN, que busca comprender mejor los riesgos asociados con los residuos radiactivos en el medio marino y contribuir al desarrollo de políticas de gestión de residuos nucleares más seguras y sostenibles.

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En 1982, tres pequeños barcos de madera desafiaron a varias potencias mundiales para frenar los vertidos nucleares en la Fosa Atlántica. Así fue como Galicia y Greenpeace consiguieron detener los vertidos.

Entre 1949 y 1982, ocho países europeos, Holanda, Francia, Gran Bretaña, Bélgica, Alemania, Italia, Suiza y Suecia, arrojaron 140.000 toneladas de residuos nucleares en la Fosa Atlántica, a 700 km de Galicia, convirtiendo el fondo marino en un cementerio nuclear.

Los bidones, de acero y hormigón. se lanzaban a 4.000 metros de profundidad, con una vida útil de 20 a 50 años. La radioactividad, siete veces mayor que Chernóbil, amenazada el océano, que, sin controles, quedó a su merced.

Greenpeace nació en Canadá en 1971 para protestar contra las pruebas nucleares en Alaska, pero en 1980 puso su foco en aquellos vertidos. Contactó con politicos y autoridades, buscando aliados en la zona más cercana a los vertidos. El 14 de Septiembre de 1981, el Xurelo, un pequeño palangrero de madera de Ribeira, zarpó con 4 marineros y 12 activistas. Greenpeace planeaba unirse con su buque Sirius, pero una avería lo dejó en Plymouth.

Bajo el mando de Anxo Vila, el Xurelo navegó a la Fosa Atlántica, enfrentando a los cargueros holandeses Louise Smits y Kirsten Smits. Una patrullera holandesa los bloqueó, pero su protesta simbólica fue recibida por cientos.

En 1982 el Xurelo regresó con los barcos gallegos Pleamar y Arosa I ya junto al Sirius. Los activistas usaron zodiacs mientras eran atacados con chorros de agua a presión y los bidones caían sobre ellos, en un acto heroico que dió la vuelta al mundo.

El gallego Modesto Solla junto a Harold Zindler y Rusell Wra, se encadenaron a las grúas del carguero Rijnborg, por lo que fueron arrastrados a Holanda, donde los liberaron sin cargos.

Las imágenes provocaron que el gobierno holandés suspendiese los vertidos en 1982. 10.000 personas recibieron al Sirius. Y se inició el movimiento ecologista en España. Greenpeace España nació en 1984. El convenio de Londres de 1993 convirtió la moratoria de 1982 en una prohibición permanente de vertidos nucleares, aunque no definitiva.

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