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19 - Abril - 2025
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El gobierno de Estados Unidos ha comenzado a aplicar los aranceles anunciados a principios de abril sobre los productos procedentes de la UE, China, Japón, India y otros países. Estados Unidos ha establecido un arancel universal del 10% aplicable a partir del día 5 de abril para todos los productos importados en su territorio, sin excepción por sector o categoría, y otros más altos implementados a partir del 9 de abril. Algunos países sólo tendrán que hacer frente al tipo básico del 10%. Entre ellos están Argentina, El Salvador o Nueva Zelanda. Este tipo básico del 10% no se aplica a Canadá y México, que ya soportan unos aranceles del 25% para todas las mercancías que entren desde ambos países, aunque posteriormente se han anunciado algunas exenciones y retrasos. Las mercancías cargadas en un buque en el puerto de carga y en tránsito en el modo final de tránsito antes de las 00:01h del 5 de abril de 2025, hora del Este de Estados Unidos, que se introduzcan para el consumo o se retiren del almacén para consumo después de esa hora, no estarán sujetas a este arancel.

Las exportaciones de China a Estados Unidos enfrentan aranceles de hasta el 245%, mientras Pekín ha respondido con un impuesto del 125% a las importaciones de productos estadounidenses. Consumidores, empresas y mercados se preparan para una mayor incertidumbre a medida que aumentan los temores a una recesión mundial. El gobierno del presidente chino, Xi Jinping, ha reiterado su disposición al diálogo pero advirtió que, de ser necesario, luchará hasta el final.

Este mes hablamos del 50 aniversario del fin de la guerra de Vietnam, con los aranceles en la picota.

Los aranceles más elevados, aplicables a partir del 9 de abril, afectan a las importaciones de productos procedentes de ciertos países. Se encuentran enumerados en el Anexo I de la orden gubernamental publicada y son, entre otros, Tailandia 36%, Sudáfrica 30%, Taiwán 32%, UE 20%, China 84% que se suma al 20% que se impuso a principios de este año, lo que eleva el total de aranceles al 104%. Las mercancías cargadas en un buque en el puerto de carga y en tránsito en el modo final de tránsito antes de las 00:01h del 9 de abril de 2025, hora del Este de Estados Unidos, que se introduzcan para el consumo o se retiren del almacén para consumo después de esa hora, no estarán sujetas a estos aranceles. Las mercancías enumeradas en el Anexo II de la orden gubernamental, no estarán sujetas a los derechos ad valorem en ella establecidos, sin perjuicio de que hayan sido o puedan ser objeto de imposición de otros derechos o medidas de política comercial.

Desde el 3 de abril se ha previsto la aplicación de aranceles del 25% sobre todos los vehículos importados en el territorio estadounidense, y en el caso de los componentes de la automoción, se prevé una aplicación escalonada hasta el 3 de mayo, ya que hay varias empresas estadounidenses del sector automovilístico que importan una cantidad muy importante de piezas de otros países. También se ha impuesto un arancel adicional del 25% a las latas de aluminio, incluidas las latas utilizadas para envasar cerveza, lo que también afecta a las latas de cerveza importadas. Esta medida actualiza los aranceles del 25 % que Estado Unidos ya impuso el pasado 12 de marzo sobre las importaciones de acero y aluminio y que, en aquel momento, afectaban especialmente a Canadá, Brasil, México, Corea del Sur y Vietnam en el sector del acero, y a Emiratos Árabes Unidos, Rusia, China y de nuevo Canadá en el del aluminio.

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China es la segunda mayor economía del mundo, lo que le permite absorber el impacto de los aranceles mejor que otros países más pequeños. Con más de mil millones de habitantes, también cuenta con un enorme mercado interno que podría aliviar parte de la presión sobre los exportadores afectados por esos aranceles. Los ciudadanos chinos no consumen lo suficiente y esto preocupa en Pekín, que trata de cambiarlo con una serie de incentivos, desde subsidios para electrodomésticos hasta "trenes plateados" para jubilados que viajan. Los aranceles de Trump han dado al Partido Comunista Chino un motivo aún mayor para liberar el potencial de consumo del país. Es muy posible que los líderes "estén muy dispuestos a soportar cierto sufrimiento para evitar ceder ante lo que consideran una agresión estadounidense", declaró Mary Lovely, experta en comercio entre Estados Unidos y China del Instituto Peterson en Washington D. C., al programa de la BBC Newshour a principios de este mes. China, como régimen autoritario, también tiene un umbral de dolor más alto, ya que le preocupa mucho menos la opinión pública a corto plazo. No hay elecciones próximas en las que se evalúe a sus líderes. Aun así, la inestabilidad es preocupante, sobre todo porque ya existe cierto descontento por la crisis inmobiliaria y la falta de empleo. La incertidumbre económica sobre los aranceles supone un nuevo golpe para los jóvenes, que solo han conocido una China en auge. El Partido ha apelado al nacionalismo para justificar sus aranceles de represalia y los medios estatales han llamado a los ciudadanos a "capear las tormentas juntos". Quizá el presidente Xi está preocupado, pero hasta ahora su gobierno ha adoptado un tono desafiante y confiado. "No se va a caer el cielo", afirmó una autoridad china.

China se ha enfocado en industrias emergentes, desde vehículos eléctricos hasta inteligencia artificial.

Considerada la fábrica del mundo, China ha invertido miles de millones para convertirse en un productor mucho más avanzado. Bajo el mando de Xi, ha competido con Estados Unidos por el dominio tecnológico y ha invertido grandes cantidades en tecnología local, desde energías renovables hasta chips e inteligencia artificial. Algunos ejemplos son el chatbot DeepSeek, considerado un digno rival de ChatGPT, y la firma automotriz BYD, que superó a Tesla el año pasado para convertirse en el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo. Mientras, Apple ha ido perdiendo cuota de mercado frente a competidores locales como Huawei y Vivo. Pekín anunció recientemente planes de invertir más de un billón de dólares en la próxima década para impulsar la innovación en IA. Las empresas estadounidenses han intentado trasladar sus cadenas de suministro fuera de China, pero les ha costado encontrar en otros lugares el mismo nivel de infraestructuras y mano de obra cualificada. Los fabricantes chinos en todas las etapas de la cadena de suministro han otorgado al país una ventaja de décadas que tardará en replicarse. Esa mayor experiencia en la cadena de suministro y el apoyo gubernamental convierten a China en un duro competidor en esta guerra comercial. En cierto modo, Pekín se preparaba para esto desde el anterior mandato de Trump.

Xi (centro) realizó recientemente una gira diplomática por el Sudeste Asiático para fortalecer los lazos con socios comerciales clave.

Desde que los aranceles de Trump afectaron a sus paneles solares en 2018, China aceleró sus planes de futuro más allá de un orden mundial liderado por Estados Unidos. Ha invertido miles de millones en un polémico programa de comercio e infraestructuras, conocido como la Iniciativa Franja y Ruta, para fortalecer los lazos con el llamado Sur Global. La expansión del comercio con el Sudeste Asiático, América Latina y África se produce en un momento en que China intenta distanciarse de Estados Unidos. Los agricultores estadounidenses abastecían el 40% de las importaciones de soja de China, que redujo la cifra al 20% aproximadamente. Tras la última guerra comercial, Pekín intensificó el cultivo de soja a nivel nacional y compró volúmenes récord de Brasil, que ahora es su mayor proveedor de este vegetal. "Esta táctica mata dos pájaros de un tiro: priva al cinturón agrícola estadounidense de un mercado que antes dominaba y refuerza las credenciales de seguridad alimentaria de China", afirma Marina Yue Zhang, profesora asociada del Instituto de Relaciones Australia-China de la Universidad Tecnológica de Sídney. Estados Unidos ya no es el principal mercado de exportación de China, un puesto que ahora ostenta el Sudeste Asiático. De hecho, China fue el principal socio comercial de 60 países en 2023, casi el doble que Estados Unidos, y es el mayor exportador del mundo con un superávit récord de 1 billón de dólares a finales de 2024. Eso no significa que Estados Unidos, la mayor economía del mundo, deje de ser un socio comercial crucial para China, pero sugiere que Washington no tendrá fácil poner a Pekín entre la espada y la pared. Tras divulgarse informes de que la Casa Blanca utilizará las negociaciones comerciales bilaterales para aislar a China, el gobierno de Xi ha advertido a los países de consecuencias en caso de "llegar a un acuerdo a expensas de los intereses de China". Para gran parte del mundo, esa sería una decisión imposible. "No podemos elegir, y nunca elegiremos" entre China y EE.UU., declaró la semana pasada a la BBC el ministro de Comercio de Malasia, Tengku Zafrul Aziz.

El mercado de bonos del gobierno estadounidense sufrió una fuerte caída cuando Trump anunció fuertes aranceles a la mayoría de los países.

Trump se mantuvo firme ante el desplome de las acciones a principios de abril tras su drástico anuncio de aranceles, que comparó con "medicamentos". Pero luego dio un giro de 180 grados, suspendiendo la mayoría de esos aranceles durante 90 días después de una fuerte caída de los bonos del gobierno estadounidense. También conocidos como bonos del Tesoro, estos se han considerado durante mucho tiempo una inversión segura; sin embargo, la guerra comercial ha socavado la confianza en estos activos. Desde entonces, Trump ha sugerido la posibilidad de una reducción de las tensiones comerciales con China, afirmando que los aranceles sobre los productos chinos "se reducirán sustancialmente, pero no serán cero". Por lo tanto, señalan expertos, Pekín ahora sabe que el mercado de bonos puede inquietar a Trump. China también posee US$700.000 millones en bonos del gobierno estadounidense, lo que lo convierte en el segundo mayor tenedor después de Japón, un firme aliado del país norteamericano. Algunos argumentan que esto aporta influencia a Pekín: los medios de comunicación chinos han planteado con frecuencia como un "arma" la idea de vender o retener la compra de bonos estadounidenses. Los expertos, no obstante, advierten de que China no saldría indemne de tal situación; al contrario, provocaría enormes pérdidas para sus inversiones en el mercado de bonos y desestabilizaría el yuan. China solo puede ejercer presión con los bonos del gobierno estadounidense "hasta cierto punto", afirma la profesora Zhang, que considera que la potencia asiática "tiene una moneda de cambio, no un arma financiera".

Las tierras raras son cruciales para fabricar semiconductores.

Lo que China puede utilizar como arma es su casi monopolio en la extracción y refinamiento de tierras raras, cruciales para fabricar tecnología avanzada. China posee enormes depósitos de estos elementos, como el disprosio, que se utiliza en imanes de vehículos eléctricos y turbinas eólicas; o el itrio, que aporta un recubrimiento resistente al calor para motores a reacción. Pekín ya ha respondido a los últimos aranceles de Trump restringiendo las exportaciones de siete tierras raras, incluyendo algunas esenciales para la fabricación de chips de IA. China acapara alrededor del 61% de la producción de tierras raras y el 92% de su refinamiento, según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía (AIE). Si bien Australia, Japón y Vietnam han comenzado a extraer tierras raras, pasarían años antes de que China pudiera ser excluida de la cadena de suministro. En 2024 China prohibió la exportación de otro mineral esencial, el antimonio, imprescindible para diversos procesos de fabricación, y su precio se duplicó con creces en medio de una ola de compras de pánico y la búsqueda de proveedores alternativos. Se teme que ocurra lo mismo con el mercado de tierras raras, lo que perturbaría gravemente diversas industrias, desde los vehículos eléctricos hasta la defensa. "Todo lo que se puede encender o apagar probablemente funciona con tierras raras", declaró a la BBC Thomas Kruemmer, director de la empresa de comercio e inversiones Ginger International. "El impacto en la industria de defensa estadounidense sería importante", sentenció.

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Estados Unidos importa una amplia variedad de bienes, entre los que destacan productos como máquinas de procesamiento de datos, aparatos de telefonía, automóviles, piezas de vehículos y medicamentos. También se importan productos como gas petróleo, petróleo crudo, vacunas, sangre y productos farmacéuticos.

Exporta una amplia variedad de productos, destacando maquinaria, piezas de vehículos, productos químicos y energía. Aviones y computadoras, también son importantes en las exportaciones estadounidenses. En cuanto a sectores específicos, los alimentos y productos agrícolas son otro pilar fundamental, con productos como soja, maíz y carne de vacuno.

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La guerra arancelaria de Donald Trump ha puesto patas arriba la economía mundial. El presidente no parece dispuesto a dar marcha atrás a sus planes, pretenda lo que pretenda con ellos. Su 'arancelazo' ya es historia y se va a sumar a otros parecidos que ya han quedado destacados en los libros. Uno de ellos, precisamente, tuvo mucho que ver con el nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica. La historia nos sitúa en mayo de 1773. El Parlamento del Reino de Gran Bretaña promulgó la Ley del Té, que gravaba la importación proveniente de la metrópoli de distintos productos, incluido el té. Se permitía a la Compañía Británica de las Indias Orientales vender su té en las Trece Colonias de América del Norte sin pagar impuestos, o sea, aranceles. En respuesta, los colonos de las Trece Colonias iniciaron un boicot al té británico: se lo empezaron a comprar a los Países Bajos. Aquello culminó el 16 de diciembre de 1773 con el Motín del té de Boston. Un grupo de colonos disfrazados de indios nativos mohawk arrojó al mar el cargamento de té de tres buques británicos. Destruyeron 342 cajas, valoradas en 18.000 libras de la época.

La protesta tuvo eco en otras ciudades. En Filadelfia, los vecinos se reunieron para rechazar la presencia de barcos británicos en su puerto; en Nueva York, no permitieron que descargaran; y en Charleston, los funcionarios de aduanas confiscaron la carga. El motín de Boston pasaría a conocerse como el Boston Tea Party y es considerado un precedente de la guerra de independencia. Año y miedo después llegaron las verdaderas hostilidades.

La asamblea colonial había formado un gobierno provisional patriota conocido como el Congreso Provincial de Massachusetts y convocando a las milicias locales a entrenarse ante posibles hostilidades. El gobierno colonial controlaba efectivamente la colonia fuera de Boston. En febrero de 1775, el gobierno británico declaró Massachusetts en estado de rebelión, de modo que impuso la ley marcial. Al tiempo, cerró el puerto de Boston y, de modo más general, recortó la capacidad de decisión y las libertades de los colonos.

La batalla de Lexington, según el cuadro pintado en 1910 por William Barnes Wollen.

Concord es un pueblo ubicado en el condado de Middlesex, en el estado estadounidense de Massachusetts. En abril de 1775, un grupo de rebeldes se hizo allí con un depósito de armas. Londres respondió enviando soldados desde Boston. Pero los combates no se habían iniciado, cosa que ocurrió el 19 de abril en Lexington, otro pueblo del condado de Middlesex.

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Bajo la premisa de proteger a empresarios y agricultores nacionales, en 1930 y recién estallado el crack del 29, Estados Unidos aprobó la Ley de Tarifas Smoot-Hawley, con la que incrementó los aranceles de importación de alrededor de 900 productos en un promedio de entre el 40% y el 60%. El resultado fue catastrófico y contribuyó a agudizar la Gran Depresión de 1929: el comercio global cayó en picado, llegaron fuertes represalias de otros países, los bancos cayeron en bancarrota y se produjo un aislamiento económico que muchos historiadores aseguran, fue decisivo para el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Hoy, el temor a que la historia se repita mantiene en vilo las bolsas de todo el mundo. De sus impulsores, los senadores Reed Smoot y Willis C. Hawley procede el nombre de esta ley arancelaria, considerada como una de las más controvertidas jamás promulgadas por el Congreso estadounidense. Su aprobación tuvo lugar el 17 de junio de 1930, con el republicano Hoover a la cabeza del Gobierno. Aunque en su campaña presidencial de 1928 Hoover prometió aumentar los aranceles sobre los productos agrícolas, fue tras asumir el cargo, presionado por grupos de otros sectores económicos, cuando decidió apoyar un aumento más amplio.

Sin embargo, las consecuencias que tuvo la aprobación de estas medidas arancelarias fueron devastadoras: el día que firmó la ley, las acciones en Wall Street perdieron 1.000 millones de dólares de valor y las exportaciones -en su mayoría agrícolas- pasaron de 7.000 millones de dólares en 1929 a 2.400 millones en 1932, según la CFI, destruyendo el sector agrícola estadounidense por completo. Además, en 1932 se redujeron un 85,5 % las exportaciones de hierro y acero.

El ex presidente estadounidense Herbert Hoover (1874 - 1964).

El 5 de mayo de ese año, 1.028 miembros de la American Economic Association publicaron una declaración firmada que se oponía fuertemente a la ley Smoot-Hawley. En primer lugar, argumentaban que el arancel elevaría el coste de la vida al "obligar al consumidor a subvencionar el despilfarro y la ineficacia de la industria [nacional]". En segundo lugar, el sector agrícola no se vería beneficiado, ya que "el algodón, la carne de cerdo, la manteca de cerdo y el trigo son cultivos de exportación que se venden en el mercado mundial" y el precio de la maquinaria agrícola subiría. En tercer lugar, "nuestro comercio de exportación en general se resentiría. Los países no pueden comprarnos a menos que se les permita vendernos". En cuarto lugar, el arancel "provocaría inevitablemente que otros países nos devolvieran en especie nuestras mercancías". Por último, los estadounidenses con inversiones en el extranjero se verían perjudicados, ya que el arancel haría "más difícil que sus deudores extranjeros les pagaran los intereses que les adeudan".

En 1934, el presidente Franklin D. Roosevelt aprobó la Ley de Acuerdos Comerciales Recíprocos, con la que se redujeron los impuestos a las importaciones y se fomentó la liberalización del comercio y la colaboración con gobiernos extranjeros. Esto permitió que la economía estadounidense se recuperara y alcanzara la estabilidad antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, consolidándose como una potencia económica. La recién declarada guerra comercial de Trump tiene muchos paralelismos con lo ocurrido en 1930. Como entonces, el proteccionismo, la inestabilidad económica y la desconfianza de ciudadanos y empresas ante un mundo que se está rearmando, contribuyen a incrementar las probabilidades de una crisis económica que podría alcanzar dimensiones preocupantes. Así lo explica Tamas Varga, de PVM Oil para El Economista: "Es un mundo inquietante e innecesariamente disfuncional, moldeado por egos descomunales, y solo cabe rezar para que la aparente falta de control y rendición de cuentas sea solo un fenómeno temporal. De lo contrario, incluso si la historia rima y no se repite con exactitud, las consecuencias de la Gran Depresión de la década de 1930, el auge del fascismo y la Segunda Guerra Mundial se tratarán en términos apocalípticos en un futuro próximo".

"Estoy asustado", confesaba Kaletsky. "Asustado por el desplome bursátil, por una recesión estadounidense -que ahora considero casi segura- y por un posible colapso de la economía mundial, comparable con 2008".

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La Comisión Europea sacó finalmente el whisky bourbon de la lista de productos de Estados Unidos a los que aplicará aranceles de hasta el 25% como represalia por los gravámenes impuestos por Washington a las importaciones de acero y aluminio europeos. La lista de productos que Bruselas envió esta tarde a los Estados miembros precisa que esta bebida estadounidense debe ser "eliminada" del documento original, del que sí formaba parte en un primer borrador. La retirada del bourbon supone una concesión de Bruselas a Donald Trump, quien amenazó con imponer un arancel del 200% al vino y otras bebidas alcohólicas europeas si el bourbon americano era finalmente gravado por las autoridades comunitarias. En su amenaza, Trump mencionó específicamente al champagne francés, lo que provocó que París haya presionado especialmente para que el bourbon americano salga de la lista de productos gravados por los aranceles europeos.

Los países de la UE votaron dicha lista propuesta por el Ejecutivo comunitario, que solo podrá ser rechazada si una mayoría cualificada de capitales no la respalda. Una vez aprobada, el bloque europeo empezó a aplicar aranceles de hasta el 25% a partir del 15 de abril a una primera oleada de productos, entre ellos maíz dulce, arroz, puros, cigarrillos, aceites esenciales, calzado, diversos tipos de muebles, vidrios de seguridad u ópticos. En segundo lugar, la Comisión Europea planteó otra extensa lista de productos estadounidenses que tendrán que pagar aranceles de hasta el 25% a partir del 16 de mayo para cumplir con los tiempos de comunicación que establece la Organización Mundial de Comercio (OMC). Estas mercancías van desde los minerales y concentrados de cobre a elementos muy específicos usados en la construcción de ingeniería civil, como rieles ranurados, ciertos tipos de tubos metálicos o tablestacas. También afecta a gallinas ponedoras, diversos tipos de carne de ave o café, por poner solo algunos ejemplos de la extensa lista.

Una locura.

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