El gobierno de Estados Unidos ha comenzado a aplicar los
aranceles anunciados a principios de abril sobre los productos
procedentes de la UE, China, Japón, India y otros países.
Estados Unidos ha establecido un arancel universal del 10%
aplicable a partir del día 5 de abril para todos los productos
importados en su territorio, sin excepción por sector o categoría,
y otros más altos implementados a partir del 9 de abril. Algunos
países sólo tendrán que hacer frente al tipo básico del 10%.
Entre ellos están Argentina, El Salvador o Nueva Zelanda.
Este tipo básico del 10% no se aplica a Canadá y México, que
ya soportan unos aranceles del 25% para todas las mercancías
que entren desde ambos países, aunque posteriormente se han
anunciado algunas exenciones y retrasos. Las mercancías cargadas
en un buque en el puerto de carga y en tránsito en el modo
final de tránsito antes de las 00:01h del 5 de abril de 2025,
hora del Este de Estados Unidos, que se introduzcan para el
consumo o se retiren del almacén para consumo después de esa
hora, no estarán sujetas a este arancel.

Las exportaciones de China a Estados Unidos enfrentan aranceles
de hasta el 245%, mientras Pekín ha respondido con un impuesto
del 125% a las importaciones de productos estadounidenses.
Consumidores, empresas y mercados se preparan para una mayor
incertidumbre a medida que aumentan los temores a una recesión
mundial. El gobierno del presidente chino, Xi Jinping, ha
reiterado su disposición al diálogo pero advirtió que, de
ser necesario, luchará hasta el final.
Este mes hablamos del 50 aniversario del fin de la guerra
de Vietnam, con los aranceles en la picota.
Los aranceles más elevados, aplicables a partir del 9 de
abril, afectan a las importaciones de productos procedentes
de ciertos países. Se encuentran enumerados en el Anexo I
de la orden gubernamental publicada y son, entre otros, Tailandia
36%, Sudáfrica 30%, Taiwán 32%, UE 20%, China 84% que se suma
al 20% que se impuso a principios de este año, lo que eleva
el total de aranceles al 104%. Las mercancías cargadas en
un buque en el puerto de carga y en tránsito en el modo final
de tránsito antes de las 00:01h del 9 de abril de 2025, hora
del Este de Estados Unidos, que se introduzcan para el consumo
o se retiren del almacén para consumo después de esa hora,
no estarán sujetas a estos aranceles. Las mercancías enumeradas
en el Anexo II de la orden gubernamental, no estarán sujetas
a los derechos ad valorem en ella establecidos, sin perjuicio
de que hayan sido o puedan ser objeto de imposición de otros
derechos o medidas de política comercial.
Desde el 3 de abril se ha previsto la aplicación de aranceles
del 25% sobre todos los vehículos importados en el territorio
estadounidense, y en el caso de los componentes de la automoción,
se prevé una aplicación escalonada hasta el 3 de mayo, ya
que hay varias empresas estadounidenses del sector automovilístico
que importan una cantidad muy importante de piezas de otros
países. También se ha impuesto un arancel adicional del 25%
a las latas de aluminio, incluidas las latas utilizadas para
envasar cerveza, lo que también afecta a las latas de cerveza
importadas. Esta medida actualiza los aranceles del 25 % que
Estado Unidos ya impuso el pasado 12 de marzo sobre las importaciones
de acero y aluminio y que, en aquel momento, afectaban especialmente
a Canadá, Brasil, México, Corea del Sur y Vietnam en el sector
del acero, y a Emiratos Árabes Unidos, Rusia, China y de nuevo
Canadá en el del aluminio.
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China es la segunda mayor economía del mundo,
lo que le permite absorber el impacto de los aranceles mejor
que otros países más pequeños. Con más de mil millones de
habitantes, también cuenta con un enorme mercado interno que
podría aliviar parte de la presión sobre los exportadores
afectados por esos aranceles. Los ciudadanos chinos no consumen
lo suficiente y esto preocupa en Pekín, que trata de cambiarlo
con una serie de incentivos, desde subsidios para electrodomésticos
hasta "trenes plateados" para jubilados que viajan. Los aranceles
de Trump han dado al Partido Comunista Chino un motivo aún
mayor para liberar el potencial de consumo del país. Es muy
posible que los líderes "estén muy dispuestos a soportar cierto
sufrimiento para evitar ceder ante lo que consideran una agresión
estadounidense", declaró Mary Lovely, experta en comercio
entre Estados Unidos y China del Instituto Peterson en Washington
D. C., al programa de la BBC Newshour a principios de este
mes. China, como régimen autoritario, también tiene un umbral
de dolor más alto, ya que le preocupa mucho menos la opinión
pública a corto plazo. No hay elecciones próximas en las que
se evalúe a sus líderes. Aun así, la inestabilidad es preocupante,
sobre todo porque ya existe cierto descontento por la crisis
inmobiliaria y la falta de empleo. La incertidumbre económica
sobre los aranceles supone un nuevo golpe para los jóvenes,
que solo han conocido una China en auge. El Partido ha apelado
al nacionalismo para justificar sus aranceles de represalia
y los medios estatales han llamado a los ciudadanos a "capear
las tormentas juntos". Quizá el presidente Xi está preocupado,
pero hasta ahora su gobierno ha adoptado un tono desafiante
y confiado. "No se va a caer el cielo", afirmó una autoridad
china.

China se ha enfocado en industrias emergentes,
desde vehículos eléctricos hasta inteligencia artificial.
Considerada la fábrica del mundo, China ha invertido
miles de millones para convertirse en un productor mucho más
avanzado. Bajo el mando de Xi, ha competido con Estados Unidos
por el dominio tecnológico y ha invertido grandes cantidades
en tecnología local, desde energías renovables hasta chips
e inteligencia artificial. Algunos ejemplos son el chatbot
DeepSeek, considerado un digno rival de ChatGPT, y la firma
automotriz BYD, que superó a Tesla el año pasado para convertirse
en el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo.
Mientras, Apple ha ido perdiendo cuota de mercado frente a
competidores locales como Huawei y Vivo. Pekín anunció recientemente
planes de invertir más de un billón de dólares en la próxima
década para impulsar la innovación en IA. Las empresas estadounidenses
han intentado trasladar sus cadenas de suministro fuera de
China, pero les ha costado encontrar en otros lugares el mismo
nivel de infraestructuras y mano de obra cualificada. Los
fabricantes chinos en todas las etapas de la cadena de suministro
han otorgado al país una ventaja de décadas que tardará en
replicarse. Esa mayor experiencia en la cadena de suministro
y el apoyo gubernamental convierten a China en un duro competidor
en esta guerra comercial. En cierto modo, Pekín se preparaba
para esto desde el anterior mandato de Trump.

Xi (centro) realizó recientemente una gira diplomática
por el Sudeste Asiático para fortalecer los lazos con socios
comerciales clave.
Desde que los aranceles de Trump afectaron a
sus paneles solares en 2018, China aceleró sus planes de futuro
más allá de un orden mundial liderado por Estados Unidos.
Ha invertido miles de millones en un polémico programa de
comercio e infraestructuras, conocido como la Iniciativa Franja
y Ruta, para fortalecer los lazos con el llamado Sur Global.
La expansión del comercio con el Sudeste Asiático, América
Latina y África se produce en un momento en que China intenta
distanciarse de Estados Unidos. Los agricultores estadounidenses
abastecían el 40% de las importaciones de soja de China, que
redujo la cifra al 20% aproximadamente. Tras la última guerra
comercial, Pekín intensificó el cultivo de soja a nivel nacional
y compró volúmenes récord de Brasil, que ahora es su mayor
proveedor de este vegetal. "Esta táctica mata dos pájaros
de un tiro: priva al cinturón agrícola estadounidense de un
mercado que antes dominaba y refuerza las credenciales de
seguridad alimentaria de China", afirma Marina Yue Zhang,
profesora asociada del Instituto de Relaciones Australia-China
de la Universidad Tecnológica de Sídney. Estados Unidos ya
no es el principal mercado de exportación de China, un puesto
que ahora ostenta el Sudeste Asiático. De hecho, China fue
el principal socio comercial de 60 países en 2023, casi el
doble que Estados Unidos, y es el mayor exportador del mundo
con un superávit récord de 1 billón de dólares a finales de
2024. Eso no significa que Estados Unidos, la mayor economía
del mundo, deje de ser un socio comercial crucial para China,
pero sugiere que Washington no tendrá fácil poner a Pekín
entre la espada y la pared. Tras divulgarse informes de que
la Casa Blanca utilizará las negociaciones comerciales bilaterales
para aislar a China, el gobierno de Xi ha advertido a los
países de consecuencias en caso de "llegar a un acuerdo a
expensas de los intereses de China". Para gran parte del mundo,
esa sería una decisión imposible. "No podemos elegir, y nunca
elegiremos" entre China y EE.UU., declaró la semana pasada
a la BBC el ministro de Comercio de Malasia, Tengku Zafrul
Aziz.

El mercado de bonos del gobierno estadounidense
sufrió una fuerte caída cuando Trump anunció fuertes aranceles
a la mayoría de los países.
Trump se mantuvo firme ante el desplome de las
acciones a principios de abril tras su drástico anuncio de
aranceles, que comparó con "medicamentos". Pero luego dio
un giro de 180 grados, suspendiendo la mayoría de esos aranceles
durante 90 días después de una fuerte caída de los bonos del
gobierno estadounidense. También conocidos como bonos del
Tesoro, estos se han considerado durante mucho tiempo una
inversión segura; sin embargo, la guerra comercial ha socavado
la confianza en estos activos. Desde entonces, Trump ha sugerido
la posibilidad de una reducción de las tensiones comerciales
con China, afirmando que los aranceles sobre los productos
chinos "se reducirán sustancialmente, pero no serán cero".
Por lo tanto, señalan expertos, Pekín ahora sabe que el mercado
de bonos puede inquietar a Trump. China también posee US$700.000
millones en bonos del gobierno estadounidense, lo que lo convierte
en el segundo mayor tenedor después de Japón, un firme aliado
del país norteamericano. Algunos argumentan que esto aporta
influencia a Pekín: los medios de comunicación chinos han
planteado con frecuencia como un "arma" la idea de vender
o retener la compra de bonos estadounidenses. Los expertos,
no obstante, advierten de que China no saldría indemne de
tal situación; al contrario, provocaría enormes pérdidas para
sus inversiones en el mercado de bonos y desestabilizaría
el yuan. China solo puede ejercer presión con los bonos del
gobierno estadounidense "hasta cierto punto", afirma la profesora
Zhang, que considera que la potencia asiática "tiene una moneda
de cambio, no un arma financiera".

Las tierras raras son cruciales para fabricar
semiconductores.
Lo que China puede utilizar como arma es su
casi monopolio en la extracción y refinamiento de tierras
raras, cruciales para fabricar tecnología avanzada. China
posee enormes depósitos de estos elementos, como el disprosio,
que se utiliza en imanes de vehículos eléctricos y turbinas
eólicas; o el itrio, que aporta un recubrimiento resistente
al calor para motores a reacción. Pekín ya ha respondido a
los últimos aranceles de Trump restringiendo las exportaciones
de siete tierras raras, incluyendo algunas esenciales para
la fabricación de chips de IA. China acapara alrededor del
61% de la producción de tierras raras y el 92% de su refinamiento,
según estimaciones de la Agencia Internacional de la Energía
(AIE). Si bien Australia, Japón y Vietnam han comenzado a
extraer tierras raras, pasarían años antes de que China pudiera
ser excluida de la cadena de suministro. En 2024 China prohibió
la exportación de otro mineral esencial, el antimonio, imprescindible
para diversos procesos de fabricación, y su precio se duplicó
con creces en medio de una ola de compras de pánico y la búsqueda
de proveedores alternativos. Se teme que ocurra lo mismo con
el mercado de tierras raras, lo que perturbaría gravemente
diversas industrias, desde los vehículos eléctricos hasta
la defensa. "Todo lo que se puede encender o apagar probablemente
funciona con tierras raras", declaró a la BBC Thomas Kruemmer,
director de la empresa de comercio e inversiones Ginger International.
"El impacto en la industria de defensa estadounidense sería
importante", sentenció.
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Estados Unidos importa una amplia variedad de
bienes, entre los que destacan productos como máquinas de
procesamiento de datos, aparatos de telefonía, automóviles,
piezas de vehículos y medicamentos. También se importan productos
como gas petróleo, petróleo crudo, vacunas, sangre y productos
farmacéuticos.

Exporta una amplia variedad de productos, destacando
maquinaria, piezas de vehículos, productos químicos y energía.
Aviones y computadoras, también son importantes en las exportaciones
estadounidenses. En cuanto a sectores específicos, los alimentos
y productos agrícolas son otro pilar fundamental, con productos
como soja, maíz y carne de vacuno.
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La guerra arancelaria de Donald Trump ha puesto
patas arriba la economía mundial. El presidente no parece
dispuesto a dar marcha atrás a sus planes, pretenda lo que
pretenda con ellos. Su 'arancelazo' ya es historia y se va
a sumar a otros parecidos que ya han quedado destacados en
los libros. Uno de ellos, precisamente, tuvo mucho que ver
con el nacimiento de los Estados Unidos de Norteamérica. La
historia nos sitúa en mayo de 1773. El Parlamento del Reino
de Gran Bretaña promulgó la Ley del Té, que gravaba la importación
proveniente de la metrópoli de distintos productos, incluido
el té. Se permitía a la Compañía Británica de las Indias Orientales
vender su té en las Trece Colonias de América del Norte sin
pagar impuestos, o sea, aranceles. En respuesta, los colonos
de las Trece Colonias iniciaron un boicot al té británico:
se lo empezaron a comprar a los Países Bajos. Aquello culminó
el 16 de diciembre de 1773 con el Motín del té de Boston.
Un grupo de colonos disfrazados de indios nativos mohawk arrojó
al mar el cargamento de té de tres buques británicos. Destruyeron
342 cajas, valoradas en 18.000 libras de la época.

La protesta tuvo eco en otras ciudades. En Filadelfia,
los vecinos se reunieron para rechazar la presencia de barcos
británicos en su puerto; en Nueva York, no permitieron que
descargaran; y en Charleston, los funcionarios de aduanas
confiscaron la carga. El motín de Boston pasaría a conocerse
como el Boston Tea Party y es considerado un precedente de
la guerra de independencia. Año y miedo después llegaron las
verdaderas hostilidades.
La asamblea colonial había formado un gobierno
provisional patriota conocido como el Congreso Provincial
de Massachusetts y convocando a las milicias locales a entrenarse
ante posibles hostilidades. El gobierno colonial controlaba
efectivamente la colonia fuera de Boston. En febrero de 1775,
el gobierno británico declaró Massachusetts en estado de rebelión,
de modo que impuso la ley marcial. Al tiempo, cerró el puerto
de Boston y, de modo más general, recortó la capacidad de
decisión y las libertades de los colonos.

La batalla de Lexington, según el cuadro pintado
en 1910 por William Barnes Wollen.
Concord es un pueblo ubicado en el condado de
Middlesex, en el estado estadounidense de Massachusetts. En
abril de 1775, un grupo de rebeldes se hizo allí con un depósito
de armas. Londres respondió enviando soldados desde Boston.
Pero los combates no se habían iniciado, cosa que ocurrió
el 19 de abril en Lexington, otro pueblo del condado de Middlesex.
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Bajo la premisa de proteger a empresarios y
agricultores nacionales, en 1930 y recién estallado el crack
del 29, Estados Unidos aprobó la Ley de Tarifas Smoot-Hawley,
con la que incrementó los aranceles de importación de alrededor
de 900 productos en un promedio de entre el 40% y el 60%.
El resultado fue catastrófico y contribuyó a agudizar la Gran
Depresión de 1929: el comercio global cayó en picado, llegaron
fuertes represalias de otros países, los bancos cayeron en
bancarrota y se produjo un aislamiento económico que muchos
historiadores aseguran, fue decisivo para el inicio de la
Segunda Guerra Mundial. Hoy, el temor a que la historia se
repita mantiene en vilo las bolsas de todo el mundo. De sus
impulsores, los senadores Reed Smoot y Willis C. Hawley procede
el nombre de esta ley arancelaria, considerada como una de
las más controvertidas jamás promulgadas por el Congreso estadounidense.
Su aprobación tuvo lugar el 17 de junio de 1930, con el republicano
Hoover a la cabeza del Gobierno. Aunque en su campaña presidencial
de 1928 Hoover prometió aumentar los aranceles sobre los productos
agrícolas, fue tras asumir el cargo, presionado por grupos
de otros sectores económicos, cuando decidió apoyar un aumento
más amplio.
Sin embargo, las consecuencias que tuvo la aprobación
de estas medidas arancelarias fueron devastadoras: el día
que firmó la ley, las acciones en Wall Street perdieron 1.000
millones de dólares de valor y las exportaciones -en su mayoría
agrícolas- pasaron de 7.000 millones de dólares en 1929 a
2.400 millones en 1932, según la CFI, destruyendo el sector
agrícola estadounidense por completo. Además, en 1932 se redujeron
un 85,5 % las exportaciones de hierro y acero.

El ex presidente estadounidense Herbert Hoover
(1874 - 1964).
El 5 de mayo de ese año, 1.028 miembros de la
American Economic Association publicaron una declaración firmada
que se oponía fuertemente a la ley Smoot-Hawley. En primer
lugar, argumentaban que el arancel elevaría el coste de la
vida al "obligar al consumidor a subvencionar el despilfarro
y la ineficacia de la industria [nacional]". En segundo lugar,
el sector agrícola no se vería beneficiado, ya que "el algodón,
la carne de cerdo, la manteca de cerdo y el trigo son cultivos
de exportación que se venden en el mercado mundial" y el precio
de la maquinaria agrícola subiría. En tercer lugar, "nuestro
comercio de exportación en general se resentiría. Los países
no pueden comprarnos a menos que se les permita vendernos".
En cuarto lugar, el arancel "provocaría inevitablemente que
otros países nos devolvieran en especie nuestras mercancías".
Por último, los estadounidenses con inversiones en el extranjero
se verían perjudicados, ya que el arancel haría "más difícil
que sus deudores extranjeros les pagaran los intereses que
les adeudan".
En 1934, el presidente Franklin D. Roosevelt
aprobó la Ley de Acuerdos Comerciales Recíprocos, con la que
se redujeron los impuestos a las importaciones y se fomentó
la liberalización del comercio y la colaboración con gobiernos
extranjeros. Esto permitió que la economía estadounidense
se recuperara y alcanzara la estabilidad antes del inicio
de la Segunda Guerra Mundial, consolidándose como una potencia
económica. La recién declarada guerra comercial de Trump tiene
muchos paralelismos con lo ocurrido en 1930. Como entonces,
el proteccionismo, la inestabilidad económica y la desconfianza
de ciudadanos y empresas ante un mundo que se está rearmando,
contribuyen a incrementar las probabilidades de una crisis
económica que podría alcanzar dimensiones preocupantes. Así
lo explica Tamas Varga, de PVM Oil para El Economista: "Es
un mundo inquietante e innecesariamente disfuncional, moldeado
por egos descomunales, y solo cabe rezar para que la aparente
falta de control y rendición de cuentas sea solo un fenómeno
temporal. De lo contrario, incluso si la historia rima y no
se repite con exactitud, las consecuencias de la Gran Depresión
de la década de 1930, el auge del fascismo y la Segunda Guerra
Mundial se tratarán en términos apocalípticos en un futuro
próximo".
"Estoy asustado", confesaba Kaletsky. "Asustado
por el desplome bursátil, por una recesión estadounidense
-que ahora considero casi segura- y por un posible colapso
de la economía mundial, comparable con 2008".
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La Comisión Europea sacó finalmente el
whisky bourbon de la lista de productos de Estados Unidos
a los que aplicará aranceles de hasta el 25% como represalia
por los gravámenes impuestos por Washington a las importaciones
de acero y aluminio europeos. La lista de productos que Bruselas
envió esta tarde a los Estados miembros precisa que
esta bebida estadounidense debe ser "eliminada" del documento
original, del que sí formaba parte en un primer borrador.
La retirada del bourbon supone una concesión de Bruselas a
Donald Trump, quien amenazó con imponer un arancel del 200%
al vino y otras bebidas alcohólicas europeas si el bourbon
americano era finalmente gravado por las autoridades comunitarias.
En su amenaza, Trump mencionó específicamente al champagne
francés, lo que provocó que París haya presionado especialmente
para que el bourbon americano salga de la lista de productos
gravados por los aranceles europeos.
Los países de la UE votaron dicha lista propuesta
por el Ejecutivo comunitario, que solo podrá ser rechazada
si una mayoría cualificada de capitales no la respalda. Una
vez aprobada, el bloque europeo empezó a aplicar aranceles
de hasta el 25% a partir del 15 de abril a una primera oleada
de productos, entre ellos maíz dulce, arroz, puros, cigarrillos,
aceites esenciales, calzado, diversos tipos de muebles, vidrios
de seguridad u ópticos. En segundo lugar, la Comisión Europea
planteó otra extensa lista de productos estadounidenses
que tendrán que pagar aranceles de hasta el 25% a partir del
16 de mayo para cumplir con los tiempos de comunicación que
establece la Organización Mundial de Comercio (OMC). Estas
mercancías van desde los minerales y concentrados de cobre
a elementos muy específicos usados en la construcción de ingeniería
civil, como rieles ranurados, ciertos tipos de tubos metálicos
o tablestacas. También afecta a gallinas ponedoras, diversos
tipos de carne de ave o café, por poner solo algunos ejemplos
de la extensa lista.
Una locura.
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