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30 - Septiembre - 2021
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Se asoma el final de la era Merkel. Una campaña impredecible, una lucha por el futuro político del país.

A un mes para las elecciones el diario alemán 'Bild' la describió como el “thriller hacia la cancillería más emocionante de todos los tiempos.” Más allá de si ese enunciado fuera exagerado o acertado, lo cierto es que los comicios federales del pasado 26 de septiembre no solo fueron particularmente significativos para Alemania y Europa, sino que también se están volviendo cada vez más difíciles de predecir. Las encuestas no daban un claro partido ganador y había dudas sobre los tres candidatos que aspiraban a suceder a la canciller Angela Merkel, que ha estado en el poder desde el año 2005 y que se retirará después de los comicios. ¿Por qué son tan importantes estas elecciones en Alemania?

La elección es la primera desde 2005 en la que no participará Angela Merkel, luego de que en 2018 anunciara que dejaría el poder tras estos comicios. Merkel ha dicho que no quiere asumir ningún nuevo cargo y dejará la cancillería en Berlín como la política más popular de Alemania, con 66 por ciento de favorabilidad. También se retira tras haber marcado el destino europeo como ningún otro jefe de gobierno durante los últimos 16 años. Merkel ha negociado con cuatro presidentes franceses, cinco primeros ministros británicos, cuatro presidentes de Estados Unidos y ocho primeros ministros de Italia, por solo nombrar algunos casos.

Merkel ha tenido que afrontar enormes desafíos. No en vano la líder alemana ha sido descrita como 'la canciller de las crisis'. Con mayor o menor éxito enfrentó una crisis financiera, la crisis de la eurozona, la crisis de refugiados y, en su último tramo político, la pandemia del coronavirus. Si bien hay cierto cansancio político y también un interés de renovación, es evidente que los alemanes reconocen el peso político que ha obtenido Merkel, sobre todo a nivel internacional. Y en parte por ese mismo peso político es evidente que están teniendo dificultades para escoger un posible sucesor.

Las encuestas más recientes revelaban con claridad qué tan polarizado está el ambiente político en Alemania. El bloque de centro derecha al que pertenece Merkel (CDU/CSU), que partía como favorito indiscutido hace unos meses, se ha desplomado en las encuestas, en gran parte gracias a los deslices de su candidato, Armin Laschet. Ahora está a la par de los socialdemócratas del SPD, un partido por el que hasta hace unas semanas prácticamente ningún experto habría apostado y que se encontraba en una profunda crisis. Pero ahora, incluso, en una encuesta a última hora, el SPD superó al bloque conservador, algo que no ocurría hacía 15 años.

El SPD, un partido de centro izquierda, se ha beneficiado sobre todo de la imagen de experiencia que ofrece su candidato, Olaf Scholz, el actual vicecanciller y ministro de finanzas de Alemania, pero también de los problemas de sus contrincantes. En particular, la líder de los Verdes, Annalena Baerbock, se ha visto obligada a responder interrogantes sobre su hoja de vida y su ética profesional, lo que ha tenido un impacto negativo para Los Verdes en las encuestas. El partido, una de las sorpresas políticas de los últimos años, no ha podido capitalizar el impulso que tuvo en mayo, cuando brevemente lideró las encuestas y llevó a los analistas a preguntarse si Alemania estaba cerca de un "futuro político verde". Este panorama reflejaba una campaña que estaba totalmente abierta, con ninguno de los principales partidos con una clara ventaja. Y esto, a su vez, podría tener un impacto considerable tras las elecciones del 26 de septiembre. Después de todo, los bloques políticos deben ponerse de acuerdo para formar una coalición de gobierno, un tema que podría ser particularmente difícil este año dados los grandes desafíos que enfrenta el país.

El pasado Abril era designada candidata.

La pandemia, que actualmente se encuentra en su cuarta ola en Alemania, con números crecientes de infectados y una dinámica que preocupa a los líderes políticos de cara a los meses de otoño y de invierno, no es la única preocupación. También se trata de las dramáticas inundaciones de julio en el occidente del país. Estas no solo dejaron grandes daños sino que también pusieron en el primer plano la urgencia política de combatir el cambio climático. Y está la crisis de Afganistán, un país en el que Alemania estuvo involucrada militarmente durante 20 años, con un costo para los contribuyentes de unos 12.500 millones de euros. Las críticas por el manejo de la retirada de las tropas han venido de la mano con un debate sobre la acogida de migrantes afganos y con la preocupación de que se pueda repetir una crisis migratoria como la de 2015.

Estos son solo los temas más urgentes que actualmente marcan el debate político en Alemania y de los cuales, sin duda, se deberá encargar el nuevo líder del país. También están las crisis de largo aliento, como la tensa relación con Rusia o con China, los vínculos problemáticos con Turquía o las fracturas dentro de la misma Unión Europea, en particular con países como Polonia o Hungría. Al ser Alemania la principal potencia económica del bloque, la elección de su próximo canciller es un tema que trasciende las fronteras del país. De ahí que la elección, con el ambiente tan polarizado y con tantas dudas sobre quién sucederá a Merkel, sea tan importante: en buena medida, también puede estar en juego la dirección que tome Europa en los próximos años.

Caravanas destruidas en un área afectada por las inundaciones causadas por las fuertes lluvias en Kreuzberg, Alemania, el 19 de julio de 2021.

Las inundaciones en Alemania desataron críticas al sistema de alertas ante catástrofes. Pásate por los destacados de Julio 2021.

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Dos diputadas transgénero han sido escogidas para convertirse en las primeras mujeres transgénero al obtener escaño parlamentario. Tessa Ganserer y Nyke Slawik representarán el partido de los Verdes en el Bundestag, partido que quedó tercero en las elecciones. El partido de los Verdes han aumentado casi 6 puntos sus votos y han pasado del 8,9% del 2017 al 14,8% de las últimas elecciones. Además, jugará una pieza clave para formar el gobierno. De hecho, todo apunta a un tripartito donde los Verdes entrarían a gobernar.

"Es una victoria histórica por los Verdes, pero también para el movimiento trans emancipatori y para toda la comunidad queer", ha dicho Ganserer, de 44 años en la agencia Reuters, además ha añadido que "los resultados son un símbolo de una sociedad abierta y tolerante". Ganserer, que tiene dos hijos, también quiere cambios legislativos para permitir que las madres lesbianas adopten niños. Slawik, de 27 años, dijo que los resultados fueron increíbles. Consiguió un escaño en el parlamento a través de la lista de candidatos de los Verdes en el estado occidental de Renania del Norte-Westfalia.

El Parlamento alemán contará con dos diputadas trans.

"¡Una locura! Todavía no puedo creerlo, pero con este resultado histórico de las elecciones definitivamente seré miembro del próximo Bundestag", publicó Slawik en Instagram. Slawik ha pedido un plan de acción nacional contra la homofobia y la transfobia, una ley de autodeterminación y mejoras a la ley federal contra la discriminación.

El Partido Socialdemócrata de centroizquierda (SPD) ha conseguido la victoria por la mínima. Con el 25,7% de los votos dando apoyo a esta formación, la coalición de Unió Democràtica Cristiana de centroderecha y Unión Social Cristiana de Baviera (CDU-CSU) habría sido vencida por primera vez en 16 años (con el 24,1%). De esta manera, los de Olaf Scholz obtendrían 205 de los 730 totales, mientras que los de Armen Laschet, 194.

De esta manera, el partido socialdemócrata podría hacer traquetear la hegemonía del partido hasta ahora liderado por Angela Merkel, que lleva en el gobierno desde el año 2005. Los resultados actuales serían los peores desde finales de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, el partido de Laschet habría conseguido un resultado más favorable que el que pronosticaban las previsiones anteriores, que daban un 25% a los socialdemócratas de Scholz y sólo un 22% a la formación de coalición.

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Un Olaf Scholz impertérrito pide unidad en la sede del partido en Berlín. Es noviembre de 2019, y acaba de perder la carrera por la presidencia del Partido Socialdemócrata (SPD) de Alemania. En un resultado sorprendente, el candidato del establishment, el vicecanciller al que le quedan aún dos años de mandato por delante, cae ante el dúo de izquierdas formado por Norbert Walter-Borjans y Saskia Esken, poco conocidos y críticos con el Gobierno de "gran coalición" de Angela Merkel. Scholz se queda fuera. Es una de las mayores derrotas de su carrera política.

No tan rápido. Apenas nueve meses después, Scholz es designado como candidato a reemplazar a Merkel al frente de la cancillería en las elecciones de septiembre de 2021. El partido reconoce que la decisión puede resultar controvertida, pero cierra filas. Lo consideran el más indicado para captar votos de centro y disipar los temores de un giro a la izquierda. "Quiero ganar", dice Scholz.

En agosto de 2020 las encuestas colocan al SPD por debajo de los Verdes y el bloque conservador (CDU/CSU) en intención de voto. Llevan meses en tercera posición, por debajo del 18%. El obituario de los socialdemócratas ya estaba escrito. No tan rápido. Con la campaña a punto de entrar en su recta final a finales de agosto, los socialdemócratas protagonizan una sorprendente remontada en los sondeos, a los que dan la vuelta hasta situarse primeros, por encima del 25%, dejando atrás a sus rivales. Si se pregunta a los alemanes a quién quieren como próximo canciller –un indicador simbólico, puesto que Alemania es un sistema parlamentario, no presidencialista– la proporción que se decanta por Scholz es aún mayor, más del 35%, según la última actualización del rastreador de encuestas de New Statesman.

Olaf Scholz llegaba como favorito a las elecciones generales más abiertas de los últimos tiempos en Alemania, aunque su ventaja en los sondeos se había reducido en la recta final de la campaña a medida que la CDU/CSU iba acortando distancias. En unos comicios atravesados por el adiós de Angela Merkel tras 16 años en el poder, el candidato socialdemócrata se ha presentado como garante de la estabilidad y se le ha atribuido el mérito de la subida de su partido en las encuestas, un fenómeno que muchos analistas han calificado como "efecto Scholz". "No hay duda de que Scholz ha demostrado ser el mayor activo del SPD hasta ahora", dice Ugur Tekiner, investigador especializado en el SPD del Departamento de Política y Estudios Internacionales de la Universidad de Cambridge. "Para un partido que se ha dado por perdido durante tanto tiempo, el efecto Scholz ha llegado a significar la consecución de la cohesión interna, la claridad ideológica y la relevancia política de nuevo".

Se dice a menudo que parece más un trabajador de la banca o un contable que una estrella de la política. Situado en el ala centrista del partido, Scholz es un hombre amable, reservado y rara vez pierde la calma. Se le reprocha que le falta carisma, y a veces se le etiqueta como aburrido. Su capacidad para comunicar también se ha puesto en entredicho. Hace tiempo, el periódico Die Zeit le puso el apodo de 'Scholzomat' –un híbrido entre su nombre y automat (máquina, autómata)– por su cadencia monótona al hablar, su rostro inexpresivo y su discurso tecnocrático, aparentemente robótico. Sin embargo, Scholz también es un político veterano, experimentado y conocido en el país. Además de ser el vicecanciller desde 2018, también es el actual ministro de Hacienda, y su popularidad aumentó con la pandemia. Muchos destacan su carácter pragmático. Sus partidarios defienden que desempeñó un papel fundamental en la elaboración del plan de recuperación de la UE de 750.000 millones de euros, que supuso una ruptura del tabú alemán sobre el endeudamiento común. Recientemente, los ministros del ramo de los países del G7 acordaron un impuesto mínimo global del 15% para las empresas. En la foto de aquel momento "histórico", con corbata roja, estaba él.

Pero para entender la trayectoria política del candidato del SPD hay que retroceder muchos años atrás. Scholz nació hace 63 años en el norte, en Osnabrück, pero creció en Hamburgo. Estudió Derecho en la universidad y se unió al SPD muy joven, con 17 años. Se pasó la década los 80 inmerso en la política de izquierdas. "Scholz era entonces muy crítico con el sistema capitalista, la OTAN y el orden político de Alemania Occidental. Pero después se posicionó mucho más como un político moderado y centrista, conocido por sus opiniones pragmáticas", dice Tekiner. En los 90, ejerció como abogado laboralista. Entró por primera vez en el Parlamento en 1998, como diputado por Hamburgo. En 2001, fue brevemente ministro del Interior del Gobierno hamburgués –y vivió su primera controversia con una medida polémica contra los traficantes de drogas–.

En 2002, se convirtió en secretario general del SPD, un cargo desde el que defendió obstinadamente las impopulares reformas económicas y laborales del canciller socialdemócrata Gerhard Schröder, la llamada Agenda 2010, que implicaron recortes sociales y siguen pasando factura al partido, ya que se considera el comienzo del abandono de sus raíces. En 2005, Schröder perdió las elecciones –y el SPD se sumió en una profunda crisis existencial, tanto política como ideológica–. Merkel se convirtió en la primera mujer canciller de Alemania y formó su primer Gobierno de "gran coalición" con los socialdemócratas (que decidió elevar la edad de jubilación hasta los 67 años, una medida impopular). Scholz entró en 2007 como ministro de Trabajo. Durante esta etapa introdujo un plan que permite a las empresas reducir las horas de trabajo de los trabajadores, explica Tekiner. El SPD volvió a perder las elecciones en 2009 y abandonó el Ejecutivo. Scholz fue elegido vicepresidente de la formación. Volvió a Hamburgo: en 2011, llevó al SPD a la victoria y se convirtió en alcalde. También se hizo cargo de la rama regional del partido.

Olaf Scholz, junto a los príncipes de Suecia, Victoria y Daniel, durante su etapa como alcalde de Hamburgo.

La alcaldía de Hamburgo, la segunda ciudad más grande de Alemania, fue, a juicio de Guillermo Íñiguez, analista de política europea, su gran trampolín. "Las alcaldías son muy importantes en Alemania, y le dio mucha visibilidad. A raíz de eso empieza a crecer en el SPD. Es su punto de inflexión". A pesar de que su imagen sufrió con las protestas durante la cumbre del G20 en 2017 en la ciudad, su carrera fue en ascenso. "Este periodo da algunas pistas importantes sobre su estilo general de liderazgo. Al gobernar una ciudad tan grande, se enfrentó a muchas dificultades. Para tratar de superarlas, adoptó una especie de enfoque equilibrado, que combinaba el conservadurismo fiscal con iniciativas socialdemócratas progresistas, como los planes de empleo para los que abandonaban la escuela o la creación de guarderías gratuitas desde el nacimiento hasta la edad escolar", dice el investigador de Cambridge. Además, este periodo tiene un alto valor simbólico para Scholz por sus raíces comunes (Hamburgo) con el excanciller del SPD Helmut Schmidt, que se convirtió en su mentor.

Ocupó la alcaldía hasta 2018, cuando, después de muchos meses de negociaciones, Merkel formó un nuevo Gobierno de "gran coalición" con los socialdemócratas. Scholz se convirtió en nuevo vicecanciller y ministro de Hacienda. En las finanzas, se mantuvo en principio leal a la disciplina presupuestaria, recuerda Tekiner. Pero, entonces, estalló la pandemia de COVID-19. Scholz ha sido el encargado de desembolsar millones de euros para ayudar a las empresas y trabajadores en apuros. Alemania, prometió Scholz en marzo de 2020, va a "hacer lo necesario", va a sacar la "bazuca" financiera. Salió todas las semanas durante el último año diciendo que "se van a inyectar millones de euros en la economía para rescatar a pymes y autónomos". Una preciosa proyección.

Hamburgo, el puerto mas dinámico de Alemania.

A pocos días de las elecciones, Scholz compareció en una comisión parlamentaria en relación con una investigación abierta en febrero de 2020 contra empleados no identificados de la unidad de inteligencia financiera (FIU) –dependiente de Aduanas, departamento a su vez adscrito al Ministerio que dirige– por no informar a las autoridades pertinentes sobre posibles casos de blanqueo de dinero. La Fiscalía de Osnabrück llevó a cabo registros en el Ministerio el 9 de septiembre, a menos de tres semanas de las elecciones, lo que ha alimentado especulaciones de posibles motivaciones políticas. La unidad financiera ha sido señalada por carecer del personal y los recursos necesarios para gestionar un número creciente de casos. Scholz defendió su trabajo al frente del Ministerio. El socialdemócrata, al igual que Merkel, también tuvo que dar explicaciones en el Parlamento por los fallos de supervisión en la empresa Wirecard, en la insolvencia tras varios balances falseados. "Scholz negó cualquier tipo de responsabilidad (...). Fue criticado principalmente por no haber detectado mucho antes las irregularidades de la firma", recuerda Tekiner. Piensa que es poco probable que este caso le afecte mucho a corto plazo. "Pero si más adelante surgen nuevos hallazgos de la investigación parlamentaria, pueden dañar su carrera política, en particular su reputación de líder competente".

Se considera que Scholz ha ganado los tres debates televisados con los otros dos candidatos, la aspirante verde, Annalena Baerbock, y el conservador Armin Laschet. En el primer cara a cara, mientras sus rivales se lanzaban al ruedo, el socialdemócrata se mostró comedido, apacible, optando por respuestas más sosegadas. "En los debates ha jugado a ser el hombre de Estado que no se mete en las peleas y solo interviene para anunciar políticas de gestión", dice Íñiguez. ¿Les suena? Es el estilo Merkel. Muchos analistas coinciden en que, paradójicamente, el socialdemócrata ha conseguido presentarse ante la opinión pública como el más merkeliano de los tres candidatos en liza. "Ha conseguido proyectarse como un político de grandes consensos, que va a dar continuismo a la estabilidad del país", dice Íñiguez. "Ha hecho especial hincapié en que él y la canciller comparten puntos de vista similares en muchas cuestiones políticas importantes. Esto atrae al electorado alemán, que tradicionalmente ha preferido la estabilidad a los cambios políticos bruscos", añade el experto de Cambridge. De hecho, se ha dejado fotografiar haciendo el típico gesto de la canciller, el rombo formado con los dedos de las dos manos. Merkel, que se va siendo la política más popular del país, ha intentado distanciarse de la idea de que Scholz es su sucesor natural.

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