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26 - Octubre - 2020
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La NASA confirma la existencia de moléculas de agua en la Luna. Las investigaciones detrás del descubrimiento se publican hoy en la revista Nature Astronomy. Un total de dos artículos que indican la detección de moléculas de esta sustancia de forma inequívoca, así como la existencia de pequeñas áreas en la superficie del satélite donde el agua podría quedar atrapada de manera estable. Estos hallazgos pueden tener implicaciones para las futuras misiones a la Luna. La noticia no pilla del todo por sorpresa. La agencia espacial emitió la semana pasada un comunicado en el que explicaba que anunciaría “un nuevo y emocionante descubrimiento” sobre la Luna. La NASA no daba muchos detalles sobre el hallazgo, solo que contribuiría a los esfuerzos de la agencia para saber más sobre el satélite en apoyo a la exploración del espacio profundo.

En el texto había también un guiño al programa Artemisa, con el que la NASA quiere volver a pisar la Luna en el año 2024. Así es el avión que ha descubierto agua en la luna El agua molecular se ha medido gracias al Observatorio Estratosférico de Astronomía Infrarroja (SOFIA, Stratospheric Observatory for Infrared Astronomy). Se trata de un observatorio transportado en un avión Boeing 747 modificado para tal uso. Al volar a varios kilómetros de altura y evitar el vapor de agua atmosférico, este telescopio de casi 3 metros de diámetro permite una visión clara del universo. SOFIA observa en longitudes de onda infrarrojas y puede detectar fenómenos imposibles de ver con luz visible. El autor principal de la investigación Casey Honniball, investigadora en el Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA, en Maryland (EE.UU.), y sus compañeros han sido quienes han analizado los datos de SOFIA. El equipo pudo detectar en el espectro de radiación infrarroja una marca correspondiente con el agua.

Con anterioridad ya se había hallado hidratación en la Luna en base al estudio de los espectros. Sin embargo, dada la frecuencia en la que se habían visto las marcas no se podía discriminar el tipo de moléculas detrás del descubrimiento. No se sabía si eran moléculas de agua u otros compuestos formados también por oxígeno e hidrógeno (hidroxilos), ni la proporción de cada uno. La firma espectral detectada por Honniball y sus compañeros se ha medido en una frecuencia diferente que no es compartida por los hidroxilos y aclara así la duda. Las moléculas descubiertas estaban presentes en las latitudes altas del sur del satélite con una abundancia de entre 100 y 400 partes por millón. Futuras observaciones podrán ampliar la extensión espacial analizada. Según los autores, el agua detectada probablemente se encuentre almacenada en forma de cristales o entre los granos de la superficie lunar que la protegerían del duro entorno.

Telescopio SOFIA de la NASA instalado en un Boeing 747.

De modo complementario, la segunda investigación se centró en examinar las zonas de sombra permanente de la superficie lunar: las “trampas frías” de la Luna. Aquí el agua podría quedar atrapada y permanecer de manera indefinida en forma de hielo. Paul Hayne, del laboratorio de Física Atmosférica y Espacial de la Universidad de Colorado Boulder (EE.UU.), y sus colegas fueron los encargados de llevar a cabo la tarea. Tradicionalmente se ha prestado especial atención a los polos lunares y a zonas con cráteres de gran tamaño al abrigo de la luz solar. El equipo evaluó el tamaño y la distribución de zonas menores, de entre un kilómetro y un centímetro e tamaño. Descubrieron que las trampas frías a pequeña escala, especialmente las cercanas a un centímetro,son incluso miles de veces más numerosas que las trampas frías más grandes y que se pueden encontrar en ambos polos.

El hallazgo aumenta sustancialmente el área de la Luna con capacidad para atrapar agua. El equipo indica en el artículo que aproximadamente 40.000 kilómetros cuadrados de la superficie lunar tendrían la capacidad de retener la sustancia. Para los autores, sus resultados sugieren que el agua atrapada puede estar más ampliamente distribuida y accesible como recurso para futuras misiones de lo que se pensaba anteriormente.

Y es que la disponibilidad de agua es uno de los principales objetivos que la NASA debe cubrir de cara a la misión Artemisa. Dentro del propio programa se incluye el instrumento MSolo para ayudar a analizar la composición química de los lugares de alunizaje y estudiar el compuesto en la Luna. Numerosos proyectos previos a la llegada de los astronautas al satélite también trabajan en esa dirección. Por ejemplo, la misión PRIME-1 se encargará de recolectar hielo justo debajo de la superficie lunar en el 2022.

El programa Artemisa pretende enviar a la primera mujer a la Luna en el 2024.

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Conquistar la Luna es uno de los grandes anhelos del ser humano desde tiempos inmemoriales. Desde siempre, hemos soñado con encontrar otro mundo en el que poder habitar y nuestro satélite es el más cercano que tenemos. De hecho, desde que en 1969 se consiguiera poner un pie allí por primera vez en la historia, siempre se ha trabajado con el objetivo de conocerla mejor, pero ahora, podría haberse dado un paso definitivo para su conquista. ¿La culpable? La orina.

Desde aquel hito del siglo pasado, varias expediciones más consiguieron llegar hasta nuestro satélite, en el que se analizó la superficie, se recogieron muestras, y se estudiaron algunos elementos básicos de la Luna. Sin embargo, la mejor manera de poder conocerla en profundidad es poder llevar a cabo una misión de larga duración, algo de momento impensable al no haber inventado los materiales que lo permitan. Al menos, hasta hoy.

Y es que unos estudios de la Agencia Espacial Europea (ESA) podrían ser básicos para conseguirlo: se podría haber hallado la manera de construir pequeños refugios lunares en los que los astronautas podrían superar las condiciones climatológicas adversas de nuestro satélite. Los investigadores han realizado una serie de pruebas con urea humana, mezclados con polvo lunar: el resultado que salió de la impresora 3D demostró ser hasta 10 veces más resistente que el mejor material antes descubierto.

Desde hace tiempo, los investigadores trabajan con un enfoque conocido como utilización de recursos in situ, una manera de permitir los viajes sin llevar enormes cargas de material a bordo, que también implicaría un importante sobrepeso y, con ello, que se malgaste el combustible en el transporte. Por ello, se han buscado diferentes soluciones en las que interviene el polvo lunar como elemento básico y la encontrada gracias a la orina humana parece tener gran efectividad.

"La comunidad científica está particularmente impresionada por la gran fuerza de esta nueva receta en comparación con otros materiales, pero también se siente atraída por el hecho de que podríamos usar lo que ya está en la Luna", afirma Marlies Arnhof, iniciadora y coautora del estudio de la ESA. "La esperanza es que la orina de los astronautas se pueda usar en una base lunar futura, con pequeños ajustes en el contenido de agua. Esto es muy práctico y evita la necesidad de complicar aún más los sofisticados sistemas de reciclaje de agua en el espacio", explica Marlies.

Evidentemente, el ingrediente principal es el polvo lunar, que se encuentra en cualquier lugar de la superficie de nuestro satélite. Si a eso le sumamos que cualquier persona tiene 1,5 litros de desechos líquidos al día, se podría haber encontrado la forma ideal de crear un material que sirviera para futuras construcciones en la Luna. "La urea es barata y fácilmente disponible, pero también ayuda a fabricar material de construcción fuerte para una base lunar", señala Marlies.

El principal problema que había hasta el momento tenía que ver con las temperaturas, que varían de los -171 grados nocturnos a los 114 grados diurnos, además de la necesidad de soportar las condiciones espaciales severas, como puede ser el vacío. Y las pruebas realizadas confirman que estos materiales soportan desde los -80 grados a los 114 grados, un inicio prometedor para encontrar un material susceptible de ser construido en la Luna.

Ahora el equipo de investigadores de la ESA, en el que se encuentran científicos de los Países Bajos, Noruega, Italia, y España, tratan de entender de qué manera pueden utilizar las fibras de basalto de la Luna para reforzar esa mezcla. Quién sabe si en un futuro próximo podría desplazarse allí una pequeña colonia lunar construida gracias a estos materiales. Un descubrimiento que puede que acabar la manera de entender el espacio: vivir en otro mundo podría no estar tan lejos.

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La intuición desafía a la ciencia con la Luna por testigo. Los estudios no se hacen de impresiones. Pero algo hay. Algo debe influir la Luna sobre el pelo, las uñas, el ánimo y los ciclos de la vida, como los cambios de estación, nos decimos dejándonos llevar por una marea de creencias cosechadas por generaciones. ¿Saber empírico? «En esto hay mucha leyenda urbana», advierte el psicólogo Manuel Lage. ¿Es la experiencia la madre de la ciencia o el rigor no se anda con refranes? «Tendemos a buscar coincidencias, a atar cabos -afirma el experto-, hay quien dice que está más alterado en luna llena... Pero ahí entra en juego la sugestión. La luz de la luna cuando es más intensa puede alterar el sueño, pero no desencadenar episodios esquizofrénicos».

El lenguaje atestigua un vínculo con acomodo en el Diccionario. La décima acepción de luna apunta al efecto que tiene el astro «en los faltos de juicio», y cuentan no solo con el favor de la calle, sino también con registro académico, expresiones como «hombre de lunas» (esto es, lunático).

La literatura y la mitología, con la diosa Artemisa a la cabeza, nos persuaden de modo parecido al lenguaje corporal. Nos lleva a la luna. Y nos miramos en ese espejo en el que confluyen la poesía enamoradiza de Gerardo Diego, el aullido hombre lobo y la realidad hormonal cíclica de una mujer. «La Luna influye en la tierra y nosotros estamos en ella. Solo hay que ver cómo afecta a los animales, que son instinto puro. En ellos vemos clara esa parte que mitiga nuestra parte racional, aprendida. La proporción de agua en el ser humano es similar a la terrestre, un 65 % -afirma la psicóloga Alejandra Dotor, autora de un taller sobre la mujer y la Luna- . Recurramos a la física. Newton advierte la fuerza que ejercen el Sol y la Luna sobre las masas de agua. La Luna no discrimina un planeta de un ser. Al igual que influye en el mar, la Luna provoca mareas biológicas en las células, cambios en el organismo».

¿Es el influjo de la Luna una impresión más habitual en la mujer? «Siempre se ha dicho que la Luna es mujer. Se ha asociado a la capacidad de generar vida. Las hormonas marcan una diferencia», explica Dotor; las mujeres estamos más familiarizadas con el lenguaje del cuerpo. Y hay un mapa lunar por el que suelen regirse menstruaciones y partos. Quienes hemos parido en luna llena, fuera del día previsto, nos preguntamos si algo habrá tenido que ver el elemento cósmico que da título a la última novela de Gioconda Belli. Un estudio de referencia que ofrece a YES la Asociación Galega de Matronas concluye que no hay diferencias significativas en el número de nacimientos por fases lunares. «Por un lado está la ciencia y por otro las percepciones», asegura Marta Bernárdez, presidenta de la Agam, quien matiza que varias compañeras perciben que el ritmo lunar tiene un influjo en los nacimientos que los estudios, al ceñirse a muestras pequeñas y no tener en cuenta todas las variables, no pueden constatar. La creencia popular apunta a la luna llena, pero «hay matronas que perciben que los partos aumentan con luna nueva», o en los cambios de fase lunar. ¿Estadística o saber empírico? Quizá cuerpo y mente no coincidan en su respuesta... al menos en luna llena.

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Diez cosas interesantes sobre la Luna que quizá desconocías:

La Luna ha estado siempre rodeada de un gran interés, tanto para el gran público como para investigadores y expertos. El hecho de que sea el único satélite de la Tierra ha sido determinante, de eso no hay duda, pero también debemos tener en cuenta que su cercanía y sus condiciones ambientales, que son relativamente «poco hostiles» para el hombre, han sido fundamentales para convertirla en el centro de la exploración espacial durante varias décadas. Sin embargo ese interés se fue diluyendo con el paso de los años. Los avances a nivel tecnológico y científico permitieron a los expertos poner el punto de mira más allá de las «inmediaciones» de nuestro planeta. Gracias a ello hemos podido obtener una gran cantidad de información de planetas como Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón, y también de algunas de las lunas más importantes del sistema solar. Incluso hemos tenido la oportunidad de echar «un vistazo» más allá de nuestro sistema solar, y de descubrir exoplanetas que podrían tener muchas cosas en común con la Tierra.

Podríamos decir que tras varias etapas siendo el objetivo prioritario la Luna acabó quedando relegada a un segundo plano. La exploración espacial «se olvidó» de dicho satélite, pero recientemente ha vuelto a estar de plena actualidad gracias al alunizaje de la sonda lunar Chang’e 4, que llegó a la cara oculta de la Luna el pasado año, y que marcó, con ello, un punto de inflexión en la exploración de nuestro satélite, ya que hasta ahora no habíamos enviado ninguna misión de forma directa a dicha sección de la Luna. Esta misión de la agencia de exploración espacial china tenia como objetivo profundizar en aspectos como la radiación cósmica, la forma en la que interaccionan ésta y el viento solar con la superficie de la Luna y otras claves que serán fundamentales para terminar de preparar uno de los movimientos más ambiciosos y más importantes que tiene China en mente: construir una base o una estación espacial lunar.

Andrew McCarthy, desde @cosmic_background.

1.- La Luna se está alejando de la Tierra.

Cuando miramos hacia este satélite lo contemplamos pensando en la Luna como en esa compañera «eterna» de la Tierra, pero lo cierto es que lleva muchos años alejándose poco a poco de nuestro planeta, una tendencia que no cambiará durante los próximos siglos. Según los expertos la Luna se aleja unos 3,8 centímetros de la Tierra cada año, y seguirá así durante los próximos 50.000 millones de años. Para que os hagáis una idea de lo que esto supondrá ahora mismo el satélite tarda 27,3 días en dar una vuelta completa a nuestro planeta, y cuando complete ese ciclo le llevará 47 días completar una órbita. Sí, quiere decir que estará casi al doble de distancia.

2.-En la Luna te notarías mucho más ligero:

Es una cuestión de gravedad, ya que en el fondo tu peso y tu constitución corporal sería la misma en la Tierra y en la Luna, pero es un tema muy interesante que, probablemente, recordarán nuestros lectores más veteranos si tuvieron ocasión de ver aquellos vídeos con los astronautas que pisaron dicho satélite dando saltos como si «flotaran» por su superficie. La Luna tiene una gravedad mucho más débil que la Tierra debido a que su masa más pequeña. Esto quiere decir que el peso de una persona se reduciría aproximadamente a una sexta parte (16,5%) comparado con su peso en la Tierra. Una persona de 78 kilogramos, se «convertirían» en unos livianos 12,8 kilogramos.

3.-La Luna no tiene atmósfera:

Titán es el único satélite que tiene una atmósfera realmente densa, tanto que parece más propia de un planeta, pero como él hay otras lunas que tienen también una atmósfera, aunque sea menos densa, como Ganímedes, por ejemplo. En el caso de nuestro satélite carece totalmente de atmósfera. Esto significa que está totalmente desprotegida de elementos como los rayos cósmicos y la radiación, los meteoritos, los vientos solares y los cambios bruscos de temperatura. Debido a la ausencia de atmósfera no es posible tampoco escuchar ningún sonido en la Luna, el cielo siempre aparece negro y las sombras se ven mucho más oscuras.

4.-En la Luna se producen terremotos:

Podemos pensar que los terremotos son algo «exclusivo» de la Tierra, pero nada más lejos de la realidad. También se producen en la Luna, aunque es cierto que las causas son distintas. En nuestro satélite estos son provocados por la fuerza gravitacional de la Tierra. Los astronautas que visitaron la Luna utilizaron sismógrafos y descubrieron que se producen pequeños terremotos a varios kilómetros bajo de la superficie que provocan rupturas y grietas. Es un tema importante que hay que tener en cuenta de cara al establecimiento de una base lunar.

5.-Es el quinto satélite más grande del sistema solar:

Si hablamos de satélites de gran tamaño es fácil que nos vengan a la cabeza lunas como Titán, Ganímedes, Calisto y también Ío, pero lo cierto es que nuestra Luna también es bastante grande, de hecho es la quinta más grande del sistema solar. Su diámetro es de 3.475 km de diámetro y tiene aproximadamente un volumen 80 veces menor que el de la Tierra, pero curiosamente ambas tienen la misma edad. Esto obedece a la teoría de que la Luna se formó a partir de la colisión de un objeto con nuestro planeta.

6.-Pudo ser un campo de pruebas nucleares:

El descubrimiento de la energía núcleo ha dado alegrías y disgustos a la humanidad. Es una fuente de energía increíble, pero también presenta unos peligros muy grandes que, para muchos expertos, son suficiente como para que debamos abandonarla. Su uso en la carrera armamentística experimentó un auge a partir finales de los años cuarenta. Durante la década de los años 50 Estados Unidos barajó probar bombas nucleares en la Luna, un proyecto secreto que durante la guerra fría se conoció como «Un estudio de vuelos de investigación lunares» o «Proyecto A119». Para ellos tenía sentido porque se entendía como una demostración de fuerza necesaria para compensar que se quedaban atrás en la carrera espacial.

7.-Solo vemos el 59% de la Luna desde la Tierra:

El lado oscuro de la Luna es un mito, al menos en su concepción más más simple, ya que es cierto que existe una cara oculta de dicho satélite que nunca llegamos a ver desde la Tierra. El motivo es que nuestro satélite tiene un movimiento de traslación alrededor de la Tierra que mantiene casi el mismo ritmo que el movimiento de rotación de nuestro planeta, de manera que la Luna siempre nos muestra la misma cara. En total vemos solo un 59% de la Luna desde la Tierra, y el otro 41% permanece «oculto».

8.-Registra temperaturas extremas:

Hemos dicho anteriormente que la Luna carece de atmósfera, y esto tiene consecuencias muy importantes que ya hemos explicado en el punto número tres. Una base lunar tendría que hacer frente a una gran cantidad de hostilidades, y también a unas temperaturas muy cambiantes. Durante el día la zona de la Luna que recibe luz directa del Sol puede alcanzar los 123 grados de temperatura, y durante la noche las zonas que quedan ocultas de dicha luz pueden registrar temperaturas de 233 grados bajo cero. Calor abrasador y frío insoportable en función de la zona en la que nos encontremos.

9.-El polvo lunar es muy peligroso:

La Luna está recubierta por una gran cantidad de polvo que a simple vista parece inofensivo, pero la realidad es totalmente distinta. El polvo de la luna se pega a cualquier cosa por la baja gravedad de la luna y por su propia textura. Esto ha dado ya más de un susto a la NASA y a los astronautas que pisaron dicho satélite. No solo se adhiere a los visores y entorpece las misiones de exploración, sino que puede acabar siendo respirado de forma accidental por los astronautas. Harrison Schmitt respiró accidentalmente polvo lunar cuando estaba a bordo del Challenger y sufrió «fiebre de heno por polvo lunar». Pudo recuperarse sin mayor problema, pero los expertos han confirmado que la composición del polvo lunar es similar al polvo de sílice de la Tierra, que produce silicosis, una enfermedad que puede llegar a ser terrible para los pulmones.

10.-Acumula huellas y restos de basura espacial:

No hay viento en la Luna. Debido a esto las huellas de los astronautas que una vez pisaron su superficie se mantienen en perfecto estado, lo que significa que una vez que volvamos a visitarla podremos verlas. Pero esto no es todo, por desgracia también quedan escombros y restos de las misiones espaciales que llegaron durante las misiones ejecutadas en los años 60 y 70. Se estima que ahora mismo hay más de 180 toneladas de basura en la Luna. Sí, más de 180.000 kilogramos de restos que no se limitan a la basura espacial, ya que según algunos medios también se quedaron «por el camino» bolsas de heces humanas.

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