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Una mujer surcoreana fue absuelta luego de que
un tribunal revisara su condena por arrancarle la lengua de
un mordisco a un hombre durante una presunta agresión sexual
hace más de seis décadas. Choi Mal-ja tenía 18 años cuando
fue declarada culpable de lesiones corporales graves y condenada
a 10 meses de prisión. Su agresor, de 21 años, recibió una
pena menor de seis meses. Tras una campaña de años para limpiar
su nombre, en julio comenzó un nuevo juicio en la ciudad de
Busan, en el sur del país. En la primera audiencia la fiscalía
se disculpó con ella y, en una medida inusual, solicitó al
tribunal que anulara la condena. "No podía dejar que este
caso quedara sin respuesta... Quería defender a otras víctimas
en la misma situación", declaró Choi tras la absolución.
"La gente me advirtió que sería como tirar huevos
a una piedra, pero no podía dejar pasar este caso", declaró
Choi, que tiene ahora 79 años.
También agradeció a quienes la apoyaron y denunció
a quienes ostentan el poder y, según ella, "abusaron de su
autoridad para pisotear a los débiles y manipular la ley".

El caso de Choi es citado en los libros de texto
de Derecho de Corea del Sur como un ejemplo clásico de un
tribunal que no reconoce la legítima defensa durante la violencia
sexual. Según registros judiciales, el atacante inmovilizó
a Choi contra el suelo en algún lugar de la ciudad sureña
de Gimhae. Ella solo logró liberarse tras arrancarle de un
mordisco aproximadamente 1,5 cm de la lengua. El hombre exigió
repetidamente una indemnización por las lesiones e incluso
irrumpió en la casa de Choi con un cuchillo, según informaron
medios surcoreanos. En una de las sentencias más polémicas
de Corea del Sur sobre violencia sexual, el hombre recibió
una condena de seis meses de prisión, suspendida por dos años,
por allanamiento de morada e intimidación. Nunca fue acusado
en la justicia por intento de violación. Choi recibió la sentencia
más severa por causarle lesiones corporales graves, y el tribunal
declaró que sus acciones habían excedido los límites razonables
de la legítima defensa. La entonces adolescente estuvo detenida
durante seis meses mientras se realizaba la investigación,
y posteriormente recibió una condena de diez meses, que fue
suspendida durante dos años.
En 2018, inspirada por el movimiento global
#MeToo, que también se extendió en Corea del Sur, Choi contactó
a grupos de defensa y pasó cerca de dos años reuniendo pruebas
antes de presentar una solicitud de nuevo juicio. Su camino
hacia la exoneración ha sido difícil. Tribunales inferiores
rechazaron su petición alegando que no había pruebas que respaldaran
sus argumentos de defensa propia. Pero ella siguió luchando,
afirmando que no quería ver a otras víctimas de violencia
sexual pasar por lo mismo. "No deberían tener que soportar
el dolor solas", declaró al diario The Korea Herald en una
entrevista. Finalmente, en diciembre de 2024, el Tribunal
Supremo accedió a su solicitud de reabrir el caso. Este miércoles,
frente al tribunal, Choi y sus simpatizantes sonreían, algunas
de ellas con pancartas que decían: "¡Choi Mal-ja lo logró!"
y "¡Choi Mal-ja triunfó!". La abogada de Choi, Kim Soo-jung,
describió la condena anterior como un "error de juicio debido
a prejuicios de género y percepciones sociales". "Gracias
a la lucha incansable de Choi Mal-ja, quien jamás se rindió,
la fiscalía y el Poder Judicial tuvieron la oportunidad de
corregir ese error hoy", declaró Kim. La abogada añadió que
Choi planea presentar una demanda civil contra el Estado para
obtener una indemnización.

La Línea Directa de Mujeres de Corea es un nombre
común para diversas organizaciones de apoyo y activismo feminista
en Corea del Sur, que participa en eventos como el movimiento
#MeToo.

La Línea Directa de Mujeres de Corea, uno de
los grupos que apoyó a Choi en su campaña, cree que el veredicto
del miércoles allanará el camino hacia la justicia para víctimas
de violencia sexual. "En el futuro, los actos defensivos de
las mujeres se entenderán como legítimos. Espero que esto
signifique que menos mujeres se enfrentarán a un sufrimiento
injusto", afirma Song Ran-hee, quien lidera el grupo. "Como
mínimo, enviará un mensaje a las víctimas. Aunque el proceso
que están viviendo ahora sea doloroso e injusto, les dice:
'Tu voz importa. Alza la voz'", señaló Song a la BBC. En Corea
del Sur se han dado al menos otros dos casos de mujeres que
mordieron la lengua de agresores sexuales: uno en 1988 en
la ciudad de Andong y otro en 2020 en Busan. En ambos casos,
los tribunales reconocieron lo que hicieron las mujeres como
actos de legítima defensa y fallaron a su favor.
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