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14 - Abril - 2021
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Un nuevo miembro se ha incoporado a la familia de los abelisáuridos, los dinosaurios carnívoros que dominaron el supercontinente de Gondwana a finales del periodo Cretácico. Se trata del recién descubierto Llukalkan aliocranianus, del cual se han recuperado fragmentos fosilizados del cráneo en el yacimiento de La Invernada, en Argentina.

Llukalkan significa “el que causa terror” en lengua mapuche y aliocranianus “cráneo diferente” en latín. Este nombre apunta a algunas características craneales que difieren de otras especies de abelisáuridos conocidas: los autores del descubrimiento ponen en valor este hallazgo porque indica, según señalan, que se produjo una gran diversificación de esta familia de dinosaurios tras un evento de extinción que tuvo lugar a mediados del periodo Cretácico.

Los fragmentos recuperados pertenecen principalmente a la parte superior del cráneo, insuficientes para hacer una descripción en profundidad de este dinosaurio pero suficientes para distinguirlo de otras especies de la misma familia. Una característica que enfatizan los paleontólogos es la existencia de una cámara de aire próxima al oído que, según afirman, habría dotado al Llukalkan aliocranianus de capacidades auditivas superiores a sus parientes cercanos y comparables a las de los modernos cocodrilos. Esto implica, de acuerdo con los autores del estudio, que este dinosaurio era un depredador y no un carroñero, puesto que necesitaría esta audición superior para buscar a sus presas.

Hay que destacar también que el descubrimiento se realizó muy cerca de los restos de otro dinosaurio de la misma familia, llamado Viavenator exxoni. Esto implica, en palabras del coautor del estudio Ariel Méndez, que “es probable que estos dinosaurios compartieran el mismo nicho ecológico y se alimentaran del mismo tipo de presas, por lo que habrían competido entre ellos y, por qué no, incluso se habrían comido unos a otros. Esto no sería distinto de lo que observamos hoy en día, cuando depredadores de distintas especies pero de la misma familia coexisten en el mismo ecosistema, como leones, leopardos y guepardos”. En Gondwana, el supercontinente del hemisferio sur, los abelisáuridos ocupaban los lugares más altos de la cadena trófica, de forma similar a los tiranosáuridos en el supercontinente Laurasia en el hemisferio norte. El hecho de que hubiera tantas especies distintas coexistiendo implica la existencia de ecosistemas muy complejos en el Cretácico tardío, una complejidad que aumenta con cada nueva especie descubierta.

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Abelisauridae (castellanizado como abelisáuridos, del gr. “lagarto de Abel”) es una familia de dinosaurios terópodos ceratosaurianos. Estos prosperaron durante el periodo Cretácico, en el entonces supercontinente de Gondwana. Hasta la fecha se han localizado restos fósiles de esta familia en África y Sudamérica, también en la India y Madagascar. El registro fósil más antiguo de los abelisáuridos data del Jurásico Medio, y al menos un género (Majungasaurus) sobrevivió hasta el final de la era Mesozoica, hace 65 millones de años. Como la mayoría de los terópodos, los abelisáuridos fueron carnívoros bípedos. Se caracterizaron por extremidades posteriores (patas) bastante robustas y gran ornamentación de surcos y hendiduras en el cráneo. En la mayoría de los especímenes de la familia Abelisauridae, como el Carnotaurus, las extremidades anteriores eran vestigiales, el cráneo era pequeño y tenían crestas óseas por encima de la cavidad ocular. La mayoría de las especies conocidas habrían tenido un largo de entre 5 a 9 metros del hocico a la cola. Antes de que la familia fuera bien reconocida, algunos fragmentos eran identificados ocasionalmente como posibles tiranosáuridos del hemisferio sur.

Cráneo reconstruido del Abelisaurus en la exhibición “Dinosaurios de la Patagonia". Nótese la superficie rugosa del hueso y las proyecciones de los huesos lacrimal y postorbital en la cavidad ocular (circulada).

Aunque las proporciones craneales varían, los cráneos de los abelisáuridos eran generalmente muy altos y con frecuencia muy angostos. Por ejemplo, en el género Carnotaurus, el cráneo era casi tan alto como lo era de largo. El hueso premaxilar era muy largo, por lo que la parte frontal del hocico era achatada, no cónica, como se observa en la mayoría del resto de terópodos. Dos huesos del cráneo, el lacrimal y el postorbital, se proyectan en la cavidad orbital de afuera hacia adentro, casi dividiéndola dos compartimentos. El ojo podría haberse ubicado en el compartimento superior, el cual se inclina ligeramente hacia el exterior en los Carnotaurus, tal vez proporcionando algún grado de visión binocular. Los huesos lacrimal y postorbital también se encontraban sobre la cavidad orbital, formando una cresta o “ceja” sobre el ojo.

Muchos cráneos de los abelisáuridos parecen labrados pues cuentan con largos surcos, huecos y protuberancias. Como en otros ceratosaurios, los huesos frontales de la superficie superior del cráneo están fusionados. Los carnotaurinos comúnmente tenían proyecciones óseas del cráneo. En el Carnotaurus se observan dos cuernos pronunciados hacia afuera por encima de los ojos, mientras que en otra especie próxima a este, el Aucasaurus, se encuentran proyecciones óseas más pequeñas en la misma área. El Majungasaurus y Rajasaurus tenían un cuerno óseo o domo arriba del cráneo. Estas proyecciones, como de la mayoría de los cuernos de los animales modernos, podrían haber sido exhibidas para reconocimiento o intimidación.

Solo se cuenta con registro fósil de las extremidades anteriores en las especies carnotaurinas Aucasaurus, Carnotaurus y Majungasaurus. Todos estos muestran que tales extremidades eran vestigiales. Los huesos del antebrazo (radio y cúbito) eran demasiado pequeños; en el Carnotaurus eran de solo un veinticinco por ciento del largo de la parte superior del brazo (húmero) y de un treinta y tres por ciento en el Aucasaurus. Los brazos permanecían rectos en su totalidad y las articulaciones del codo, inmóviles. Como es común en los ceratosáuridos, las manitas de los carnotaurinos tenían cuatro dedos básicos. Sin embargo, esa es toda la semejanza que se guarda. No existen huesos de la muñeca, los cuatro huesos de la palma (metacarpianos) están unidos directamente al antebrazo. No tenían falanges en el primero de los cuatro dedos, solo una un el segundo y dos en el tercero. Los dos dedos externos eran muy cortos, no tenían garras y carecían de movilidad. Se desconoce si esta estructura peculiar de las extremidades anteriores es común a otros Abelisauridae además de los Carnotaurinae, pues no han sido descubiertos fósiles de tales extremidades en otras especies. La mayoría de las especies emparentadas más primitivas como los Noasaurus y Ceratosaurus tenían brazos largos móviles con dedos y garras.

Comparación de tamaños entre los géneros de Abelisauridae y la especie humana.

Las extremidades posteriores eran más típicas respecto de los ceratosáuridos; los huesos astrágalo y calcáneo estaban fusionados entre ellos y con la tibia, formando el tibiotarso. La tibia era más corta que el fémur, dando a las patas proporciones robustas. Tenían tres dedos funcionales en las patas (el segundo, tercero y cuarto) mientras que el primero, o hallux, no tenía contacto con el suelo.

El nombre Abelisauridae fue acuñado por los paleontólogos José Bonaparte y Fernando Novas en 1985 cuando describieron al espécimen Abelisaurus. El nombre fue dado por el descubridor del Abelisaurus, Roberto Abel. Abelisauridae es una familia clasificada, según la nomenclatura de Linneo, dentro del infraorden Ceratosauria y la superfamilia Abelisauroidea,que también contiene a la familia Noasauridae. Ha habido varias definiciones de la taxonomía filogenética. Originalmente fue definida como un taxón basado en nodos incluyendo Abelisaurus, Carnotaurus, sus ancestros comunes y todos los descendientes de ellos. Posteriormente la clasificación se redefinió en un taxón basado en tallos, incluyendo a todos los animales emparentados con mayor proximidad al Abelisaurus (o Carnotaurus, la especie más completa) que con el Noasaurus. La definición basada en nodos no incluía animales como Rugops o Ilokelesia, los cuales se cree, son más basales que el Abelisaurus y podrían ser incluidos en una definición de ramas. Dentro de Abelisauridae está el subgrupo Carnotaurinae, y entre los carnotaurinos, Aucasaurus y Carnotaurus están unidos en la tribu Carnotaurini.

Los esqueletos completos de la familia han sido descritos solo para los abelisáuridos más avanzados (como el Carnotaurus y el Aucasaurus), haciendo difícil establecer características del esqueleto que serían definitorias de toda la familia. Sin embargo, de la mayoría de las especies se conocen al menos algunos fragmentos del cráneo, por lo que se conocen características comunes de este. La mayoría de las características del cráneo de los abelisáuridos se comparten con los Carcharodontosauridae. Estas características comunes, junto al hecho de que los abelisáuridos parecen haber reemplazado a los carcarodontosáuridos en Sudamérica, han llevado a sugerir que ambos grupos están relacionados. No obstante, ningún análisis cladístico ha encontrado alguna relación y, fuera del cráneo, abelisáuridos y carcarodontosáuridos son muy diferentes, más próximos a los ceratosaurios y alosauroides, respectivamente.

Representación del Rugops, un abelisáurido basal.

Los abelisáuridos son considerados comúnmente como un grupo del Cretácico, pero son también conocidos del Jurásico Medio de Argentina (clasificado como la especie Eoabelisaurus mefi) y posiblemente de Madagascar (restos fragmentarios de una especie sin determinar); Los restos de especies de esta familia han sido encontrados únicamente en los continentes meridionales que alguna vez formaron el supercontinente de Gondwana. Cuando fueron descritos por vez primera en 1985, solo el Carnotaurus y el Abelisaurus eran conocidos, ambos pertenecientes al Cretáceo tardío en Sudamérica. Posteriormente fueron localizados restos del Cretáceo tardío en la India (el Indosuchus y el Rajasaurus) y en Madagascar (Majungasaurus), los cuales estaban vinculados a la mayor parte del Cretácico. Se llegó a pensar que la ausencia de fósiles de abelisáuridos en África continental indicaba que el grupo había evolucionado después de la separación de África de Gondwana, hace cerca de 100 millones de años. Sin embargo, el descubrimiento del Rugops y otros restos abelisáuridos del Cretácico medio en el norte del continente desecharon esta hipótesis. Abelisáuridos de ese periodo ahora también son conocidos en América del Sur, lo que muestra que el grupo existió antes de la separación de Gondwana.

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Bajo las aguas cristalinas de la isla Mauricio duermen desde hace millones de años los restos de un continente perdido, que nada tiene que ver con los ensueños de la Atlántida. Un grupo de científicos cofirmaron en 2017 el hallazgo bajo el océano Índico de rastros de la desintegración del supercontinente Gondwana, hace 200 millones de años, para dibujar la actual faz de la Tierra. El descubrimiento se produjo a partir de que sobre la superficie de Mauricio, una isla volcánica joven -de apenas nueve millones de años de edad-, había rocas (zircono) que databan de hace 3.000 millones de años. Y eso no era normal.

Los restos hallados bajo el océano Índico (y sobre Mauricio) son un pedazo de corteza que fue posteriormente cubierto por lava joven durante las erupciones volcánicas en la isla. Los investigadores estaban convencidos de que se trata de una pequeña pieza del continente antiguo, que se rompió desde la isla de Madagascar, cuando África, la India, Australia y la Antártida se separaron y formaron el océano Índico, según una investigación. El geólogo Lewis Ashwal, de la Universidad de Wits, autor principal de la investigación, y sus colegas Michael Wiedenbeck, del Centro Alemán de Investigación para las Geociencias (GFZ), y Trond Torsvik de la Universidad de Oslo, descubrieron que un mineral, el zircono, se encuentra en rocas arrojadas por lava durante las erupciones volcánicas. Los restos de este mineral eran demasiado antiguos para pertenecer a la isla de Mauricio. "La Tierra está formada por dos partes: los continentes, que son viejos y los océanos, que son jóvenes". En los continentes se encuentran rocas de más de 4.000 millones de años, pero no hay nada parecido en los océanos, Es donde se forman nuevas rocas ", explicó Ashwal. "Mauricio es una isla, y no hay roca de más de nueve millones de años en la isla, sin embargo, al estudiar las rocas de la isla, hemos encontrado zircones que son tan viejos como 3.000 millones de años". Los zircones son minerales que se producen principalmente en granitos de los continentes. Contienen trazas de uranio, torio y plomo, y debido al hecho de que sobreviven muy bien al proceso geológico, contienen un rico registro de procesos geológicos y pueden fecharse con gran precisión.

Mauricio —oficialmente en español la República de Mauricio (en inglés: Republic of Mauritius; en francés: République de Maurice; en criollo mauriciano: Repiblik Moris)— es un país soberano insular ubicado en el suroeste del océano Índico, a unos 900 kilómetros de Toamasina, ciudad en la costa oriental más cercana de Madagascar y, aproximadamente a 3800 kilómetros en dirección suroeste del cabo Comorin en el extremo sur de la India. Su capital y localidad más poblada es Port Louis. Además de la isla de Mauricio, la república incluye las islas de San Brandón o Cargados Carajos, Rodrigues y las islas Agalega. Mauricio forma parte de las islas Mascareñas, junto a la isla francesa de la Reunión, a unos 170 kilómetros al suroeste.

Plantaciones de caña de azúcar en Mauricio.

"El hecho de que hayamos encontrado zircones de esta edad demuestra que en Mauricio existen materiales de la corteza terrestre mucho más antiguos, que solo pudieron originarse en un continente", dijo Ashwal. Esta no es la primera vez que zircones de miles de millones de años se han encontrado en la isla. Un estudio hecho en 2013 ha encontrado rastros del mineral en la arena de la playa. Sin embargo, este estudio recibió algunas críticas, incluyendo que el mineral podría haber sido soplado por el viento, o llevado en los neumáticos del vehículo o los zapatos de los científicos. "El hecho de que encontramos los zircones antiguos en la roca (traquita de 6 millones de años), corrobora el estudio anterior y refuta cualquier sugerencia de zircones aerotransportados o transportados por las olas para explicar los resultados anteriores", agregó Ashwal. Este sugiere que hay muchas piezas de varios tamaños del "continente desconocido", colectivamente llamado Mauritia, extendido bajo el océano Índico, restos de la desintegración de Gondwana.

"De acuerdo con los nuevos resultados, esta ruptura no implicó una simple división del antiguo supercontinente de Gondwana, sino más bien una fragmentación compleja que tuvo lugar con fragmentos de corteza continental de tamaños variables dejados a la deriva dentro de la cuenca del océano Índico en evolución". Gondwana era un súper continente que existía hace más de 200 millones de años y que contenía rocas de 3.600 millones de años, antes de dividirse en lo que hoy son los continentes de África, América del Sur, Antártida, India y Australia. La división se produjo debido al proceso geológico de la tectónica de placas. Este es el proceso donde la cuenca del océano está en movimiento continuo, y se mueve entre 2 cm y 11 cm por año. Los continentes montan sobre las placas que componen el fondo oceánico, lo que provoca el movimiento de los continentes.

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