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Ann Radcliffe (9 de julio de 1764–7 de febrero de 1823) fue una
novelista británica, pionera de la llamada novela gótica de terror.
Su nombre real era Ann Ward y nació en Holborn, Londres, hija de
un comerciante. En el año 1788 contrajo matrimonio con William Radcliffe,
editor del English Chronicle de la ciudad de Bath. No tuvieron hijos.
Ann empezó a escribir historias, siendo animada a ello por su marido.
Publicó The Castles of Athlin and Dunbayne en 1789. Ambientada en
Escocia, esta obra recibió escasa atención por parte de la crítica
y el público, sin embargo fijó el tono que predominaría en el resto
de su producción, en la cual siempre aparece alguna inocente y heroica
joven en el marco de un tétrico y misterioso castillo en manos de
un aún más misterioso señor de oscuro pasado. En los años siguientes
escribió otras cuatro novelas, ambientadas en lugares que resultaban
exóticos para sus lectores. Sus novelas fueron tremendamente populares
entre la clase alta y media alta, y eran devoradas por las jóvenes
señoritas que se sentían identificadas con sus intrépidas heroínas.

Así, escribió: A Sicilian Romance (1790), The Romance of the Forest
(1791), Los misterios de Udolfo (The Mysteries of Udolpho) (1794)
y The Italian (1796). Igualmente, escribió un volumen describiendo
sus viajes a Holanda, Alemania y el Lake District. El éxito de The
Romance of the Forest (traducible por El idilio del bosque) colocó
a su autora como máximo exponente de la novela histórica. Sus últimas
novelas despertaron aún mayor interés, lo que trajo consigo un gran
número de imitadores de todo tipo. Jane Austen parodió Los misterios
de Udolfo de Radcliffe, a la cual conocía y admiraba, en su obra
La abadía de Northanger.
Ann Radcliffe murió el 7 de febrero de 1823 de insuficiencia respiratoria,
probablemente derivada de una neumonía. Su punto de vista acerca
de sí misma y de su trabajo apareció en 1826, bajo el intrigante
título de "On the Supernatural in Poetry", by the late Mrs. Ann
Radcliffe (traducible por Sobre lo sobrenatural en poesía, por la
difunta Ann Radcliffe). Se trata sin embargo de un trabajo serio,
digno de lectura atenta. Póstumamente fueron publicadas una novela,
Gaston de Blondeville, y el relato "St Albans Abbey, a Metrical
tale".

Publicada en 1797, esta novela narra las vicisitudes
de una pareja de enamorados, cuyo amor prohíben las convenciones
sociales de la época, que se ven en vueltos en una sucesión vertiginosa
de acontecimientos que implican secuestros, asesinatos e incluso
el juicio en el Tribunal de la Inquisición del joven Vivaldi, el
ferviente enamorado capaz de las mayores proezas e imprudencias
para conseguir la liberación de su amada de las garras de una pérfida
abadesa y un monje asesino.
Radcliffe influyó en el gran novelista escocés Sir Walter Scott
y en la pensadora Mary Wollstonecraft. Aluden a Radcliffe en sus
obras otros importantes escritores como Maria Edgeworth, Edgar Allan
Poe, Charles Dickens, Henry James, Honoré de Balzac y Victor Hugo.
Su influencia en escritores posteriores incluye a Jane Austen,
William Makepeace Thackeray, Sir Walter Scott, William Wordsworth,
Samuel Taylor Coleridge, Percy Bysshe Shelley, John Keats, Lord
Byron, Charles Dickens, Wilkie Collins, Hermanas Brontë (Muy notable
en Charlotte Brontë: Jane Eyre (1847), Daphne du Maurier, Witold
Gombrowicz y Edgar Allan Poe. Paul Féval, padre, usó a la autora
como protagonista de su novela La Ville Vampire (traducible como
La ciudad vampiro).
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Uno de los grandes logros literarios de Manuel Puig: pasión, crimen
y secretos familiares a ritmo de tango y bolero.Prólogo de María
Dueñas Boquitas pintadas sigue la historia de Juan Carlos Etchepare,
un donjuán sin más oficio que dividir su tiempo entre tres mujeres:
Nené, una humilde muchacha que está verdaderamente enamorada de
él; Mabel, una chica bien que es tan infiel como lo es propio Juan
Carlos; y la viuda Di Carlo, mal vista por los rumores de que no
respeta su viudez. Cuando la tuberculosis obliga al joven a permanecer
interno durante una larga temporada y a alejarse de todas ellas,
comienza una formidable exposición de las relaciones humanas y del
valor de los lazos afectivos frente a los vínculos establecidos
por el deseo. Publicada en 1969 como un «folletín en dieciséis entregas»,Boquitas
pintadas convirtió a Puig en un escritor de renombre en Argentina.
De nuevo, la novela se inspiraba en la vida y sucesos de su pueblo
natal, General Villegas, que el autor vuelca en sus páginas a partir
de conversaciones oídas a escondidas. Como en los radioteatros de
la época, aquí se habla permanentemente de lo prohibido a través
del ocultamiento o la simulación. Es sin duda uno de los grandes
logros de Puig: toda la novela está contada a través de diálogos
directos, cartas, diarios íntimos, expedientes y publicaciones,
y cada episodio está precedido por versos de canciones populares,
en su mayoría tangos y boleros.
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Popeye podrá golpear sin permiso y Tintín podrá viajar libremente
a partir de 2025. Estos dos clásicos personajes de cómic, que aparecieron
por primera vez en 1929, están entre las propiedades intelectuales
que pasaron a dominio público en Estados Unidos el 1 de enero. Esto
significa que pueden ser utilizados y reutilizados sin necesidad
de permiso o pago a los titulares de derechos de autor.
La remesa de este año de creaciones artísticas que pasan a dominio
público no tiene el impacto emblemático que tuvo el dominio público
de Mickey Mouse el año pasado. Sin embargo, incluye un amplio archivo
de obras icónicas que verán expirar sus derechos de autor al cumplir
95 años. Y la presencia de Mickey en el dominio público aumenta:
"¡Es un tesoro! Hay una docena de nuevos dibujos animados de Mickey.
Habla por primera vez y se pone los famosos guantes blancos", dice
Jennifer Jenkins, directora del Centro de Estudio del Dominio Público
de Duke. "Hay obras maestras de Faulkner y Hemingway, las primeras
películas sonoras de Alfred Hitchcock, Cecil B. DeMille y John Ford,
y música increíble de Fats Waller, Cole Porter y George Gershwin.
¡Muy emocionante!".

Popeye el Marino, con sus gruesos antebrazos, su jerga difícil
de entender y su propensión a las peleas, fue creado por E.C. Segar
y apareció por primera vez en la tira de periódico "Thimble Theater"
en 1929, diciendo sus primeras palabras, "¿crees que soy un vaquero?"
cuando le preguntaron si era marinero. Lo que se suponía que era
una aparición única se volvió permanente, y la tira sería renombrada
como "Popeye". Pero al igual que con Mickey Mouse el año pasado
y Winnie the Pooh en 2022, solo la versión más antigua es libre
para reutilizar. La espinaca que le dio al marinero su superfuerza
no estaba desde el principio y es el tipo de elemento del personaje
que podría generar disputas legales. Y los cortos animados que presentan
su distintiva voz balbuceante no comenzaron hasta 1933 y siguen
bajo derechos de autor. Lo mismo ocurre con la película de 1980
del director Robert Altman, protagonizada por Robin Williams como
Popeye y Shelley Duvall como su novia Olivia. Esa película fue recibida
con poco entusiasmo en un principio. Lo mismo ocurrió con "Las aventuras
de Tintín" de Steven Spielberg en 2011. Pero los cómics sobre el
joven reportero que los inspiró, creación del artista belga Hergé,
estuvieron entre los más populares en Europa durante gran parte
del siglo XX.

Pásate por Séptimo arte >> Localizaciones.
El joven, dibujado de forma sencilla con puntos por ojos y un
flequillo como una ola del océano, apareció por primera vez en un
suplemento del periódico belga Le Vingtième Siècle, y se convirtió
en un personaje semanal. El cómic también apareció por primera vez
en Estados Unidos en 1929. Sus colores brillantes característicos,
incluido el cabello pelirrojo de Tintín, no aparecieron hasta años
después y podrían, como la espinaca de Popeye, ser objeto de disputas
legales. Y en gran parte del mundo, Tintín no se convertirá en propiedad
pública hasta 70 años después de la muerte de su creador en 1983.
Los libros que se hacen públicos este año parecen el programa de
un seminario de literatura estadounidense. "El ruido y la furia",
posiblemente la novela más emblemática de William Faulkner causó
sensación tras su publicación a pesar de ser reconocida como "difícil"
para los lectores. Utiliza múltiples narrativas no lineales para
contar la historia de la ruina de una prominente familia en el Mississippi
natal del autor, y llevó a Faulkner hasta el Premio Nobel. "Adiós
a las armas" de Ernest Hemingway se une a su anterior "Fiesta" en
el dominio público. La historia parcialmente autobiográfica de un
conductor de ambulancia en Italia durante la I Guerra Mundial consolidó
el estatus de Hemingway en el canon literario estadounidense. Se
ha adaptado con frecuencia para cine, televisión y radio, algo que
ahora se puede hacer sin permiso. La primera novela de John Steinbeck,
"La taza de oro", de 1929, también entrará en el dominio público.
El ensayo de la novelista británica Virginia Woolf "Una habitación
propia", que se convertiría en un hito en el feminismo de la célebre
escritora modernista, también está en la lista. Su novela "La señora
Dalloway" ya forma parte del dominio público de Estados Unidos.

El 25 de enero de 1882 nació en Londres (Reino Unido) la escritora
Virginia Woolf.
Si bien hay un grupo de películas verdaderamente importantes que
se harán públicas en la próxima década, por ahora tendrán que bastar
las primeras obras de directores importantes de la no siempre estelar
era del cine sonoro temprano. Una década antes de que se mudara
a Hollywood e hiciera películas como "Psicosis" y "Vértigo", Alfred
Hitchcock hizo "Blackmail" (Chantaje) en Reino Unido. La película
comenzó como muda pero cambió a sonora durante la producción, resultando
en dos versiones diferentes, una de ellas la primera película sonora
de Reino Unido y de Hitchcock. John Ford, cuyos westerns posteriores
lo colocarían entre los directores de cine más venerados, también
hizo su primera incursión en el sonido con "The Black Watch" de
1929 (traducida como "Shari la hechicera" en algunos países hispanohablantes),
una aventura épica que incluye al futuro colaborador principal de
Ford, John Wayne, como un joven extra. Cecil B. DeMille, que ya
era un magnate de Hollywood gracias a las películas mudas, hizo
su primera cinta sonora con el melodrama "Dinamita". Groucho, Harpo
y los otros hermanos Marx tuvieron sus primeros papeles protagonistas
en el cine en "The Cocoanuts" (Los cuatro cocos) de 1929, precursor
de futuros clásicos como "Animal Crackers" (El conflicto de los
Marx) y "Duck Soup" (Sopa de ganso) a los que les quedan pocos años
para ser de dominio público también. "Melodías de Broadway", la
primera película sonora y la segunda película en ganar el Oscar
a la mejor película, conocida en ese momento como "producción destacada",
también se hará pública. Y después de que "Steamboat Willie" hiciera
público al Mickey Mouse más temprano, una docena más de sus animaciones
obtendrán el mismo estatus, incluyendo "The Karnival Kid" (Mickey
en la feria) , donde habló por primera vez.
Las canciones del último año de los locos años veinte también están
a punto de convertirse en propiedad pública. Las composiciones de
Cole Porter "What Is This Thing Called Love?" y "Tiptoe Through
the Tulips" están entre los temas destacados al igual que el clásico
de jazz "Ain't Misbehavin'", escrito por Fats Waller y Harry Brooks.
María del Mar Escobedo (Bogotá, 1990) estudió cine, creación literaria
y una maestría en escrituras creativas. Es profesora de la maestría
en escrituras creativas de la Universidad Nacional, e hizo parte
del equipo editorial de la Comisión de la Verdad. Tu sombra de Pájaro,
su primera novela, fue publicada en 2022 por Laguna Libros.

Isabel decide hacerse cargo de su prima Lorena, quien sufre de
una enfermedad misteriosa que la ha tenido aislada durante toda
su vida. Afuera, las protestas estudiantiles y los desaparecidos
son noticia; adentro, el encierro distorsiona el deseo y el paso
del tiempo. Con precisión y belleza, en Tu sombra de pájaro los
cuidados y la amenaza se encuentran.

Una madre y su niño viajan en canoa por el caudaloso río Atrato.
La madre es blanca, el niño es negro. Entre manglares, frutas y
trenzas, la narradora le va contando a la pasajera de al lado su
infancia, sus recuerdos y cómo el pequeño llegó a su vida una mañana
calurosa. La lancha avanza, la inquietud se acrecienta. La mujer
preferiría no llegar o dar la vuelta. Esta es una historia sobre
el arraigo, el miedo y la maternidad en un contexto de violencia,
sobre los peligros de la selva colombiana. A través del lirismo
de su prosa, Lorena Salazar Masso crea una atmósfera adictiva y
nos traslada a un mundo a veces onírico y otras descarnadamente
realista en el que la ternura y la belleza de las imágenes salpica.

Un prometedor oftalmólogo desaparece en extrañas circunstancias
dejando por escrito una última voluntad de atravesar todo Madrid
a pie, desde el kilómetro cero hasta sus confines. De aquel empeño
quedan solo unas fotografías y un cuaderno que su autor se encuentra
por casualidad en un anticuario. Sin saber si cumplió su cometido,
Servando Rocha se lanzó a imaginar y recomponer aquel camino. Transitando
por un paisaje en permanente cambio desde hace siglos. En los años
20, aquel viaje hacia el exterior de la ciudad terminaría en el
Hotel del Negro, el último edificio antes de una nada que ahora
está compuesta por Plaza Castilla y la silueta de sus cuatro torres.
Hasta ahí se propone Rocha seguir sus pasos, exorcizando por el
camino los muchos cementerios que han quedado adheridos a muros
y cimientos por toda la ciudad.
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Experta en pisar charcos y meterse en jardines, como ha demostrado
en novelas como Las teorías salvajes y Mona, donde reflexionaba
con libertad y mucho humor sobre diversos fanatismos ideológicos
e identitarios, la valentía literaria de Pola Oloixarac (Buenos
Aires, 1977) está fuera de toda duda. Sin embargo, pocos se hubieran
atrevido a firmar las páginas de Bad hombre (Random House), un texto
que surgió ante las peticiones recibidas en los últimos años para
participar de escraches y linchamientos online de distintos hombres,
algunos amigos o conocidos de la autora.
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La ganadora del National Book Award, cinco veces finalista del
Pulitzer y en lista para el Nobel, vuelve con una novela inspirada
en la vida del padre de la neurología y sus terribles investigaciones
en un psiquiátrico para mujeres del siglo XIX.
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Naturaleza infiel es un viaje biográfico en el que Renata, cruda
y sincera protagonista y narradora desgaja las etapas de su vida
de un modo honesto y duro, casi desapasionado. Desde los puntos
de inflexión vitales que afectan a todas las vidas, como la muerte
del abuelo o del padre, a la experiencia particular como la tragedia
una hermana enganchada a las drogas Grande convierte la biografía
de un personaje de ficción en una oportunidad al lector para ser
testigo e intrometerse en los escondrijos vitales y en la mente
de una mujer real a lo largo de una vida. La muerte o las primeras
experiencias sexuales como no se habían hecho nunca antes en literatura.
El mito de la felicidad o el sufrimiento aparente y todas las convenciones
que rodean este concepto quedan en entredicho tras la lectura de
Naturaleza infiel, una lectura que nunca deja indiferente.
Cristina Grande esta llamada a ser una de las grandes voces femeninas
de la literatura española. Naturaleza infiel es una novela que sigue
la intimidad de la intensa vida de su protagonista. Con una prosa
rabiosa y carente de artificio y con un talento fuera de lo común,
Cristina Grande sabe indagar en el alma humana y retratar el sexo,
los afectos y las situaciones sin un ápice de afectación.
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Ganas 10 años al salir del armario, todo el mundo lo sabe, escribe
Constance Debré en Love Me Tender (Alpha Decay), el libro que la
convirtió en una estrella literaria en Francia.
Heredera de una conocida dinastía de políticos de centroderecha
—su abuelo fue Michel Debré, primer ministro de De Gaulle y redactor
de la Constitución de la V República—, la escritora saltó a la fama
con este libro escrito en clave de autoficción, en el que narra
cómo, a los 40 años, abandonó su exitosa carrera como abogada penalista
para dedicarse a la literatura. Por el camino, asumió su lesbianismo,
que exploró a través de una larga serie de relaciones breves, y
perdió la custodia de su hijo. La obra refleja la feroz batalla
judicial que la enfrentó a su exmarido, resentido por su cambio
de orientación sexual, que utilizó los tribunales y manipuló al
niño para alejarlo de ella. Entre juicios kafkianos y exámenes psicológicos
para evaluar su salud mental, Debré traza en Love Me Tender —elogiado
por autores como Colm Tóibín, Eileen Myles y Maggie Nelson— una
especie de camino hacia el ascetismo que habla, en realidad, de
lo que la sociedad sigue esperando de una mujer y de una madre.

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Julieta Marchant es Licenciada y magíster en Literatura y estudiante
del Doctorado en Filosofía con mención en Estética y Teoría del
Arte en la Universidad de Chile. Ha publicado los libros de poesía
Urdimbre (Ediciones Inubicalistas, 2009), Té de jazmín (Marea Baja
Ediciones, 2010), El nacimiento de la hebra (Edicola Ediciones,
2015), Habla el oído (Cuadro de Tiza Ediciones, 2017), Reclamar
el derecho a decirlo todo (Pez Espiral, 2017; Jámpster eBooks, 2019)
y En el lugar de la mano el ímpetu de un río (Bisturí 10, 2020;
Liliputienses, 2021; HD, 2021). Codirige los sellos editoriales
Cuadro de Tiza y Bisturí 10, trabaja en J&P Editoras, donde ofrece
servicios de diseño y edición, e imparte talleres de poesía.

Este poema (Marea Baja, 2010), estructurado en seis partes, consiste
en la escritura de una crisis de pareja, es decir, en el deterioro
de un vínculo afectivo y de un proyecto de vida, cuyo sentido y
dirección se moviliza en la “casa” como centro de significación
de la unión amorosa a la par de su contacto sociocultural con la
urbe.
Como editora, ha estado a cargo de algunas compilaciones como Teoría
de la noche de María Moreno (Ediciones Universidad Diego Portales,
2011), Cruce de peatones de Alejandra Costamagna (Ediciones Universidad
Diego Portales, 2012), Diarios íntimos de Teresa Wilms Montt (Alquimia
Ediciones, 2015), Poesía reunida de Teresa Wilms Montt (Alquimia
Ediciones, 2016) y Pide la lengua de Soledad Fariña (Alquimia Ediciones,
2017). Dictó cursos en varias carreras de la Universidad Diego Portales
del año 2010 al 2018 y trabajó en la revista Grifo del 2008 al 2012.
El 2015 fue elegida como uno de los 100 jóvenes líderes de la revista
Sábado por su labor editorial.
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Memorias de España 1937, los diarios que la escritora mexicana
Elena Garro elaboró durante su viaje a este país en plena Guerra
Civil junto a su entonces esposo, el poeta Octavio Paz, volverán
a publicarse en España después de llevar años descatalogados. Lo
harán de la mano de la editorial valenciana Bamba, que ha iniciado
la publicación en España de las obras inéditas de esta escritora,
considerada precursora del realismo mágico, y que comenzó el pasado
mes de septiembre con su novela más autobiográfica, Testimonios
sobre Mariana. En Memorias de España 1937, que sale a la venta hoy,
Garro rememora una travesía que la llevó a Valencia, Madrid y Barcelona,
y por la que desfilan voces y silencios de un tiempo convulso, como
las de Miguel Hernández, Antonio Machado, Rafael Alberti, León Felipe,
Luis Cernuda, César Vallejo o Pablo Neruda, entre otros escritores
con quienes coincidió en este periplo.
Según explica la directora de esta pequeña editorial, Raquel Bada,
Elena Garro viajó a España con 20 años, todavía menor de edad, junto
a Octavio Paz, con quien acababa de casarse y que había sido invitado
por la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) al II
Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura.
“Ella vino un poco a ciegas, un poco perdida, recién salida de su
entorno en México, y se quedó muy impactada por el ambiente que
vio, obviamente revolucionario pero también de guerra”. Y es que
las memorias de Garro, más que el relato de un viaje, son “un testimonio
único de las turbulencias del mundo cultural en medio del conflicto”,
en el que se retratan “la camaradería de los escritores, las contradicciones
ideológicas y los vestigios de humanidad que emergen en medio del
horror”. Bada señala que cuando iniciaron el “rescate de Elena Garro
en España” consideraron que estas memorias tenían que estar en su
catálogo porque suponen “un testimonio, ya no solo a nivel de recuperación
de la voz de una escritora, sino que nos está contando lo que estaba
pasando en España” en una época muy concreta.

Raquel Bada, editora de Bamba.
Aunque la escritora regresó a México dos años después, no fue hasta
1978 cuando se publicaron por primera vez algunos fragmentos de
los acontecimientos vividos en este país en diferentes periódicos
españoles, que, sin embargo, dieron relevancia a la figura de su
ya exesposo en detrimento de la autora. De hecho, Informaciones,
que fue el primero en brindarle espacio para hacer públicas sus
memorias españolas, en noviembre de 1978, las publicó bajo el título
de “Con Octavio Paz en el frente de escritores antifascistas”, algo
que molestó mucho a Elena Garro.
No fue hasta 1992 cuando estas memorias se publicaron en formato
libro en México, a través de la editorial Siglo XXI, poco antes
de que la escritora regresara a México, en junio de 1993, de donde
había tenido que exiliarse en 1972 tras ser acusada de encabezar
un complot comunista para derrocar al gobierno de Gustavo Díaz Ordaz
y convertirse en una enemiga política de su país. Memorias de España
1937 llegó a España en 2011 de la mano de Salto de Página, aunque,
según señala Bada, fue una edición muy pequeña, que se encuentra
descatalogada desde hace muchos años y cuyos libros pueden llegar
a costar en el mercado de segunda mano hasta 300 euros. De hecho,
Garro no llegó a ver el libro publicado en este país, pues falleció
en 1998, y era uno de los deseos que ella tenía, afirma la responsable
de esta editorial valenciana, nacida hace unos tres años y que busca
recuperar la vida y obra de escritoras silenciadas u olvidadas.

Pásate por Intro >> Resumen temático
>> Elena Garro.
Ahora Bamba recupera estas memorias, y es precisamente con una
editorial de Valencia, una ciudad con la que Garro tenía muchas
conexiones, pues aunque su padre era asturiano tenía familia radicada
en esta provincia y aquí escribió parte de estos diarios, en los
que habla de sus días en la playa de la Malvarrosa, en el Café de
la Paz o la Casa de Cultura. Con Memorias de España 1937, la editorial
inicia una nueva colección, Híbrida, que recogerá “estos textos
un poco fuera del canon”, como diarios, cuadernos, ensayos, extractos
o incluso poesía, y que se sumará a su colección clásica, Eterna,
más centrada en la novela autobiográfica. La publicación de este
libro se ha hecho coincidir con la visita a España de la profesora
de Literatura Mexicana y biógrafa de Elena Garro, Patricia Rosas
Lopátegui, quien presentará el libro en Madrid y Barcelona. La colección
Híbrida continuará con la publicación de obras de otras autoras
como la chilena María Luisa Bombal, otra madre del realismo mágico;
la estadounidense Hilda Doolittle, más conocida por sus iniciales,
H. D., o la cubana Dulce María Loynaz. Y de Elena Garro, Bamba tiene
pendiente publicar Un traje rojo para un duelo, una obra “no tan
enfocada en la corriente del realismo mágico”, sino más en los relatos
que tiene “como mujer en una sociedad muy concreta, la mexicana,
y en un matrimonio complicado”, como el que tuvo con Paz.


Enrique Vila-Matas vuelve en su nueva novela al registro de la
exitosa Bartleby y compañía, apoyándose en Laurence Sterne
y Samuel Beckett para armar una preciosa reflexión sobre
la escritura,
Vidal Escabia, el protagonista de esta historia, ha seleccionado
71 libros en un cuarto oscuro de su casa con la idea de, a lo largo
de 71 días, escribir un canon desplazado, intempestivo e inactual,
disidente de los oficiales. Cada mañana, elige al azar uno de ellos,
y saca a la luz un fragmento con destino al Canon, pero lo que desentraña
su lectura influye en su vida y tambien en su escritura. Las sospechas
crecen en torno a si el autor del Canon de cámara oscura tiene un
origen androide y es un superviviente de los Denver-7 de Barcelona
o si, por el contrario, utiliza el canon para dar sentido a su vida
ante el amor desorbitado que, fuera del tiempo y el espacio, siente
por su hija ausente.á El mejor Enrique Vila-Matas regresa al registro
de la celebrada Bartleby y compañía con un libro sobre libros, sobre
la imposibilidad de escribir, y sobre el sentido último de la escritura.
Un novela tan erudita como irónica que ofrece un recorrido único
por una biblioteca ligera y portátil de libros de cabecera, al tiempo
que explora temas como el de las voces ajenas que conviven con nosotros
o el de la ausencia infinita que dejan aquellos a los que amamos.
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Dentro del monográfico dedicado al cuento
y a la censura, se incluyen letras dominicanas. Aquí, otras
maravillas.

Con una voz poética espontánea, altanera, a veces refrescante,
otras veces siniestra, Yaissa Jiménez elabora su Ritual Papaya,
un compendio lírico en el que cultiva un misticismo afro oriundo
de Los Mina, abonado con la afilada cimarronería de “aquel lao”.
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Celsa Albert Batista es una académica, escritora e historiadora
negra dominicana. Escribió una de las principales obras sobre la
esclavitud y es una de las pocas académicas que se han centrado
en la identidad negra en la República Dominicana. Albert ha impartido
numerosas conferencias internacionales sobre la diáspora africana
en América Latina. Sigue publicando sobre el tema, con ensayos y
textos como República Dominicana: Primer País afrodescendiente de
América (2014) y Diversidad e identidad en República Dominicana
(2014). En 2013, una calle de la Plaza de la Cultura de Santo Domingo
fue rebautizada en su honor.
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Dominicana es una novela de 2019 de Angie Cruz. Es la tercera novela
de Cruz y fue preseleccionada para el Premio de Ficción Femenina
2020. El libro cuenta la historia de Ana, una joven dominicana que
se muda a Nueva York en 1965 tras casarse con Juan, un hombre mayor
que ella. No es feliz allí, pero descubre una nueva faceta de la
vida cuando su esposo regresa temporalmente a la República Dominicana,
dejándola al cuidado de su hermano menor, César: puede estudiar
inglés, ir a la playa y bailar. Cuando Juan regresa, debe tomar
una decisión.
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¿Qué lleva a Lurdes hasta el alejado Venga a Ver, un pueblo fronterizo
y costero? ¿A María a destrozar todo lo que durante 40 años construyó?
¿A Chino a arriesgar su vida en el mismo viaje que se propone hacer
Yudelka, su antigua novia? ¿A Tiburón a ser tan violento y despiadado?
En este pueblo parece que no pasa nada. Sin embargo, encarnadas
en los distintos personajes: Lurdes, Chino, capitán Jiménez, María,
Yudelka, Tiburón..., las fuerzas del crimen, del altruismo, de las
aspiraciones sociales, del todo vale para alcanzar el "paraíso"
soñado de la abundancia y el bienestar van entrelazándose y repeliéndose,
como estalla la marejada en medio de una tormenta tropical (una
tormenta que será determinante en la resolución de este drama).
Un crudo retrato de gran parte del siglo XX dominicano y de tantos
países latinoamericanos, en los que la gente lucha por no doblegar
la voluntad ni abandonar sus ideales ante los embates de la adversidad,
pero en los que al final la vida se impone y resulta en otra cosa.
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Amelia Francisca Marchena Sánchez de Leyba fue una escritora, considerada
la primera novelista dominicana, conocida por haber inaugurado el
género autobiográfico en la literatura nacional dominicana. Era
feminista y fue muy criticada por escribir prosa, cuando las mujeres
de su época escribían poesía. También la cuestionaban por escribir
fantasías eróticas.
Al igual que Carmen Natalia, precursoras dignas de recordar.
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Leila Guerriero (Junín, 17 de febrero de 1967) es
una escritora, periodista y editora argentina. En 2010 ganó la novena
edición del premio de la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano
en la categoría texto, por su crónica El rastro en los huesos, donde
relata el trabajo que realiza el Equipo Argentino de Antropología
Forense que identifica los restos de desaparecidos de la última
dictadura militar argentina.
En enero del año 2011 viajó hasta un pueblo de seis
mil habitantes, en el interior de su país, con la intención de contar
la historia de una competencia de baile folklórico tan secreta como
prestigiosa que se lleva a cabo allí desde 1966: el Festival Nacional
de Malambo de Laborde.

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De origen ruso-judío, Carla Guelfenbein se exilió
con sus padres en Inglaterra en 1976 como consecuencia del golpe
militar del 11 de septiembre de 1973, que significó la caída del
gobierno de la Unidad Popular. La casa había sido allanada y su
madre, Eliana Dobry, profesora de filosofía de la Universidad de
Chile y militante socialista, detenida por los agentes de Pinochet;
durante tres semanas no se supo de su paradero.
En 2012 publicó su cuarta novela, Nadar desnudas,
cuya trama trascurre en la época de la Unidad Popular y los meses
posteriores al golpe de Pinochet."«La tragedia íntima de sus personajes
corre en paralelo a la tragedia colectiva de Chile [...] Traición
filial y traición de la amistad; pasión y transgresión, son algunos
de los asuntos que laten en el texto».
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La inglesa Mary Kingsley (1862-1900) vivió dos existencias
radicalmente diferentes. Una vez le preguntaron a esta dama victoriana,
que siempre vestía con faldas y enaguas almidonadas, si no le daban
miedo los caníbales. “Cuando veían mi cara blanca, los niños de
la aldea soltaban un alarido como si estuvieran ante el mismísimo
Satanás”, respondió. “Es la mujer más valiente que conozco”, dijo
Rudyard Kipling de ella. Realizó tres viajes a África, que la convirtieron
en una conferenciante y escritora reverenciada. El Museo Británico
se quitó el sombrero ante sus hallazgos. De aquellas expediciones
nacieron dos estupendos libros biográficos: Cautiva de África (Mondadori)
y Viajes por el África occidental (Valdemar). Pero eso fue en su
segunda y cortísima vida. Hasta los 30 años estuvo atada a los fogones
y los trabajos domésticos.

Uno de los peces que catalogó, el 'Paramormyrops kingsleyae'
.
No se liberó de las tareas propias de su sexo hasta
los últimos siete años de su vida, cuando fallecieron sus padres.
Solo entonces dijo adiós a la supervisión del hogar y de la cocina
(era una afamada repostera y cocinera) para convertirse en una audaz
exploradora, comerciante y antropóloga. Eso sí, nunca salía de expedición
sin una buena provisión de té. Protagonizó sus mayores gestas en
solo tres años. ¡Pero qué tres años! En tres décadas muchas personas
no podrían hacer lo que ella hizo de 1893 a 1895. Dio su nombre
a tres nuevas especies de peces, entre ellas el Paramormyrops kingsleyae,
natural de ríos de la región ecuatorial de África Fue la primera
europea que exploró territorios de África que no habían sido pisados
jamás por una mujer blanca. También fue la primera montañera que
coronó el monte Camerún, de más de 4.000 metros.
Mary Henrietta Kingsley, su nombre completo, convivió
entre nativos con fama de antropófagos y recorrió inhóspitas zonas
de Gabón, Sierra Leona, Liberia, Camerún, Angola, Ghana, Nigeria...
Nunca renunció al té ni a su vestimenta victoriana (“antes muerta
que con pantalones”). Casi siempre de luto por sus padres, vestía
con faldones hasta los tobillos, corsé, enaguas y sombrilla. Y de
la sombrilla hizo bien en no separarse. La falda y las enaguas le
salvaron de morir empalada cuando tenía 31 años, como refleja una
divertida anécdota en Viajes por el África occidental. La exploradora
encabezaba una comitiva de guías y porteadores cuando creyó tomar
un atajo y cayó en una trampa de caza: un foso con el fondo erizado
de púas para ensartar a los animales. Se lo tomó a broma. “En ese
instante una se da cuenta de la bendición de una buena falda gruesa”.
Los machos alfa de la exploración colonial, como el
vil Morton Stanley o el mucho más digno sir Richard Burton hubieran
convertido un episodio así en una odisea homérica. Ella se reía
de su torpeza y elogiaba su buena suerte. Pero si la flema británica
existe es por personas como nuestro personaje, que no necesitaba
más armas que un remo o una sombrilla. Con el remo ahuyentó a un
cocodrilo y con la sombrilla a un hipopótamo. Nunca se alejó mucho
de los utensilios de cocina y eso también resultó providencial.
Una vez arrojó una olla contra un leopardo demasiado interesado
en su falda, y no por cuestiones estéticas. Ironías al margen, pocos
contemporáneos mostraron tanto interés como ella por respetar y
tratar de comprender las culturas aborígenes. No solo desmitificó
la antropofagia, también la poligamia (“¡menos trabajo para las
mujeres!”).

De luto y con su inseparable sombrilla (también de
color negro).
Su padre, viajero irredento, fue un médico de la aristocracia
que dejó embarazada a una sirvienta, la madre de Mary, con la que
se casó cuatro días antes del parto. El matrimonio tuvo otro hijo,
un varón, que estudió en Cambridge. Mary no fue ni siquiera al colegio,
a pesar de que era con diferencia la más espabilada de la familia.
Aprendió a leer y escribir de forma autodidacta. Su padre solo consintió
que recibiera clases de alemán. Criticó los gobiernos coloniales
y el mesianismo insensible de los misioneros. Veía a los nativos
como semejantes, y no como salvajes a los que había que civilizar.
Fue una pionera a la hora de denunciar que la rápida aculturización
de los pueblos nativos por la contaminación y las injerencias de
los colonizadores tendría graves consecuencias para el futuro de
“ramas que pertenecen a nuestro mismo árbol, el de la raza humana”.
“En cuanto regreso a Inglaterra quiero irme de nuevo
a África, como si el continente me llamara: ’Vuelve, vuelve, esta
es tu casa...’, eso les dicen los nativos a las almas de sus amigos
y eso es lo que me parece escuchar a mí”. No está nada mal para
alguien que creció entre el jardín de su casa y la cocina, aunque
siempre que podía se escapaba a ese lugar maravilloso donde comienzan
casi todas las grandes aventuras: los libros. Cuando se quedó sola,
cogió los bártulos de su padre (él y su esposa murieron con meses
de diferencia) y se fue a África, de la que tanto había leído. Le
dijeron que esta tierra sería su perdición. Y fue verdad. Pero no
la mataron los caníbales, sino otros salvajes. En su último viaje,
en 1900, antes de cumplir 38 años, trabajó en un hospital de Ciudad
del Cabo, atestado de heridos de la guerra de los bóers. Allí contrajo
el tifus y murió.

En Barranquilla, un niño es partido en dos por su
abuela. "Un lado de tu cara es elegante y el otro es vulgar", le
dice ante el espejo, mientras traza una línea desde la frente hasta
la boca, lanzando una suerte de hechizo social. Aunque ella, a toda
costa, intenta que el lado "distinguido" del niño reluzca, la casa
se sume en una bancarrota que provoca el quiebre mental del padre
y que revela, de maneras insospechadas e hilarantes, esa procedencia
plebe que la abuela insiste en ocultar. La frontera encantada es
la historia de la vida que sigue a ese suceso fundacional. Es la
indagación profunda, descarnada y entrañable de los meandros que
recorre el narrador mientras el hechizo crece y se manifiesta en
el amor, el sexo y la amistad. Y es, sobre todo, el recuento del
enorme esfuerzo que hace por recomponer la libertad y el amparo
a través del gozo del cuerpo. A la manera de unas "mil y una noches
costeñas", esta novela oscila con delicadeza entre la narrativa,
el ensayo, el archivo y la fantasía. Como un largo cuento de hadas,
condensa la propuesta estética y política de un autor extraordinario.
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«El boom latinoamericano fue totalmente machista»,
aseguró la escritora chilena Alejandra Costamagna en una entrevista.
No nos costará darle la razón si nos paramos a pensar en el desconocimiento
profundo que tenemos de la literatura latinoamericana escrita por
mujeres y producida durante todo el siglo XX. Tampoco sería descabellado
decir que ese machismo es el que ha impregnado al mundo editorial
español durante décadas, y que es solo ahora cuando por fin empezamos
a leer, desprendiéndonos de prejuicios, a las autoras olvidadas
de la Generación del 27 y precedentes. Recuperando el título de
un pequeño cuento con el que la puertorriqueña Rosario Ferré analizó
la misoginia literaria en los años noventa, El coloquio de las perras
pretende ser un homenaje a las escritoras hispanohablantes que sortearon
todo tipo de obstáculos para hacer su literatura. Desde populares
figuras como Elena Garro, Gabriela Mistral o Alejandra Pizarnik
hasta otras más desconocidas como Alcira Soust Scaffo, Agustina
González López o María Emilia Cornejo, la periodista y poeta Luna
Miguel entabla una conversación llena de ladridos con una docena
de mujeres, con la voluntad de que sus obras sean leídas y reivindicadas,
y tal vez con la esperanza de que la egoísta y peligrosa raza del
«escritor macho» quede de una vez por todas extinguida.
Elena Garro, Hilda Hilst, Luisa Valenzuela, Marvel
Moreno, Marta Brunet, Cristina Peri Rossi, Rosario Castellano, Ines
Arredondo, Silvina Ocampo, Clarice Lispector, Isabel Allende, Sara
Gallardo, Josefina Vicens, Maria Luisa Bombal, Armonia Somers, Liliana
Heker, Blanca Varela, Idea Vilariño. Albalucía Ángel
y Elena Poniatowska.
Ale.

“Nunca son los temas los que me convocan a escribir.
Son los lugares. Lo material”, le cuenta a Clarín Marina Yuszczuk
cuya última novela (Historia natural, Blatt & Ríos), está ambientada
en los comienzos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata. Tal
como se lee en las primeras páginas, está “basada libremente”. De
hecho, inventa un personaje, la hija de Francisco P. Moreno, el
fundador del Museo, y narra la historia desde su punto de vista.

“Mis hermanos y yo habíamos crecido entre esqueletos,
animales embalsamados, puntas de flechas, restos de vasijas. (...)
nos estremecíamos de placer cada vez que llegábamos en coche desde
la ciudad y la visión del museo nos salía al encuentro en toda su
grandeza (...) dirigiendo la vista al ángel de la Ciencia allá en
lo alto y dándonos la viva impresión de que habitábamos un castillo,
en el medio de la nada, y mi padre era el rey”, escribe.
Revela un poco más acerca de la génesis de esta obra:
“Fui al museo muchas veces, la primera vez estaba sola, un día de
semana. Fui la única persona que hizo la visita guiada y entonces
pude hablar mucho con la guía, que me contó en detalle cómo se estaba
revisando esto de exhibir restos humanos de los pueblos originarios,
y cómo de a poco, y con mucha dificultad, algunos se estaban restituyendo
a las comunidades que los reclamaban”. Ganadora del Premio de Novela
Sara Gallardo 2021 por La Sed, encuentra una ligazón con esta novela:
“Si en algo se parece al Cementerio de la Recoleta es que es uno
de esos lugares en los que uno puede ver, si presta atención, distintas
capas, que se remontan hasta el siglo XIX. Eso es lo que me vuelve
loca. El pasado, el tiempo, el paso del tiempo, las huellas, los
restos. Soy melancólica”.
En esta novela, la escritora, también editora del
sello independiente Rosa Iceberg, construye una trama que dialoga
con la historia argentina y las representaciones en torno a las
poblaciones indígenas acalladas y utilizadas como pieza de exhibición
de manera descarnada por la ciencia más dura, moldeados bajo el
ojo del hombre blanco. Al mismo tiempo, todo está narrado con sutileza,
sin subrayados innecesarios y con destellos del gótico que suele
caracterizar a su prosa.
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En vísperas del 80 aniversario del fin de la contienda
que incendió el planeta, Olivier Wieviorka publica 'Historia total
de la Segunda Guerra Mundial', una obra ambiciosa que desbroza leyendas
y establece relaciones hasta ahora insospechadas.

Fruto de muchos años de trabajo, esta obra innova,
en primer lugar, por su enfoque global, que la diferencia de sus
ilustres predecesoras anglosajonas centradas principalmente en la
guerra en sí. El historiador aborda todos los frentes: Europa, por
supuesto, pero también Asia-Pacífico (a menudo descuidada, en particular
China), África del Norte y Oriente Medio. Además, se interesa por
todos los actores (canadienses, australianos, indios...) y abarca
todos los ámbitos: estratégico, como es de esperar, pero también
ideológico, económico, logístico, diplomático..., sin olvidar la
historia social y de la memoria, que siempre se trata, cuando se
aborda, como algo secundario. Finalmente, el historiador renueva
ampliamente la materia, a menudo algo desactualizada, incorporando
todos los trabajos esenciales publicados en la última generación
en una demostración tan rigurosa en su contenido como clara en su
forma.
De ello surge un gran relato, bien escrito y formidablemente
representado, que muestra hasta qué punto este conflicto fue verdaderamente
mundial y total. Una obra que se dedica, al mismo tiempo, a narrar,
comprender y explicar, adoptando la exigencia formulada por Albert
Camus en El hombre rebelde: «Quizás se piense que una época que,
en cincuenta años, desarraiga, esclaviza o mata a setenta millones
de seres humanos debe, ante todo, ser juzgada. Pero primero es necesario
comprender su culpabilidad».
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"Tenía un don extraordinario para saber esperar, una
romántica presteza que jamás he hallado en otra persona, y que no
es probable que vuelva a encontrar". Esta es la forma en que Nick
Carraway, el narrador de la novela 'El gran Gatsby', se refiere
en el primero de los capítulos a Jay Gatsby, un nuevo rico cuyas
ganancias durante el tiempo de la Prohibición corrompen un idealismo
basado en los mitos americanos de la autosuficiencia y las oportunidades
ilimitadas.
La novela se publica en 1925 y, a pesar de su fracaso
comercial, supone la consagración con escritor de Scott Fitzgerald,
su autor. T. S. Eliot, Getrude Stein o Robert Wilson, se rinden
sin condiciones ante esta obra que desde entonces, hace un siglo,
no ha hecho sino fascinar a generaciones de lectores y que puede
sin duda considerarse como uno de los grandes clásicos del siglo
XX.

Concretamente, fue el 10 de abril de 1925 cuando la
editorial estadounidense Scribner's puso a la venta por primera
vez la gran novela de Scott Fitzgerald. 'El gran Gatsby' recibió
críticas mixtas y su venta fue mala; en su primer año, el libro
vendió sólo 20.000 copias. Fitzgerald murió en 1940, creyéndose
un fracaso. Sin embargo, la novela experimentó un renacimiento durante
la Segunda Guerra Mundial, se convirtió en una parte del plan de
estudios de la escuela secundaria estadounidense y tuvo numerosas
adaptaciones teatrales y cinematográficas en las siguientes décadas.
"Nadie conocía exactamente quién era Gatsby. Algunos
decían que había sido espía de los alemanes durante la Primera Guerra
Mundial; otros, que estaba emparentado con una de les familias reales
de Europa. Sin embargo, nadie le aventajaba en su espléndida hospitalidad.
Las fiestas más maravillosas tenían lugar en su soberbia mansión
de Long Island. La ironía de esta fachada fabulosa era que él no
la había construido para deslumbrar al mundo, los amigos o la esposa,
sino para impresionar a una chica que había amado, que era su sueño,
su ilusión", leemos en la sinopsis que hace de la novela la editorial
Austral.
Dentro de la Colección Austral Singular.

Doña Bárbara es una novela escrita por el venezolano
Rómulo Gallegos y publicada por Editorial Araluce, el 15 de febrero
de 1929. Ha sido reeditada más de cuarenta veces y traducida a otros
idiomas. Consta de tres partes y se ambienta en los llanos de Apure
en Venezuela, en los predios del río Arauca.
Es la novela venezolana más popular: desde su aparición,
en 1929, se leyó con avidez quizás porque entre líneas Gallegos
expresaba su rebeldía al régimen dictatorial de Juan Vicente Gómez
y al atraso que vivía el país. La novela examina el tópico sociológico,
de raíz positivista, civilización frente a barbarie en la vida venezolana
rural. Entre otros méritos, se destaca la maestría del escritor
en cuanto a la creación de personajes, así como también la descripción
del paisaje llanero. Para Carlos Fuentes, en la La nueva novela
hispanoamericana, se trata de una de las novelas fundamentales de
la literatura de América Latina y aquella que simbolizará "los primeros
cien años de la novela y de la sociedad latinoamericana". Gabriel
García Márquez, por su parte, en Vivir para contarla, la considera
como una de sus primeras referencias antes de volcarse hacia Faulkner.

Primera edición de Doña Bárbara por la editorial Araluce.
Doña Bárbara representa aquella Venezuela cruel, insensible
por la corrupción, traición, despotismo, falta de libertad, latifundismo
e injusticia y brujería; pero en el melodrama se muestra que en
la realidad existía también una raza buena que ama, sufre y espera
para luchar contra la dictadura desenfrenada de aquel entonces,
gente representada por Santos Luzardo. Es una novela realista, hay
en ella una observación profunda del mundo, una marcada descripción
de una realidad, su intención va más allá de lo literario. Persigue
un fin social, un cambio en la sociedad, la obra muestra la clásica
y casi compulsiva obsesión de Rómulo Gallegos por incidir en la
realidad Venezolana rural, salvaje e insensata del siglo XIX mediante
un proyecto civilizador que plantee, en primera instancia, un impulso
educativo abrasador, proyectado por una sociedad o un hombre intelectual
cuya meta es concientizar al bárbaro, luego de la negativa inicial
que la única manera de progreso es el cumplimiento de la ley y que
existen mecanismos colectivos de bien común que van más allá de
simples personalismos e instintos particulares.
Gallegos plantea, pues, una solución al caudillismo.
Se cuenta que una vez que salió la novela, alguien informó al general
Juan Vicente Gómez (entonces presidente de Venezuela) que era contraria
a su causa. Gómez pidió que se la leyeran. Fue tanto el interés
de Gómez por la trama que, en cierta ocasión, en campo abierto,
al anochecer, hizo encender los faros de los automóviles para no
interrumpir la lectura. Finalizada esta comentó: Ese libro no puede
ser contra mí porque es muy bueno. Gómez ofreció después el cargo
de senador por el estado Apure a Gallegos, pero este optó por el
destierro.
Nos acercamos a la región en ...
Paisajismo >> Senderismo >> Largo recorrido
VII.
La literatura y la tragedia suelen llevarse mejor
en la distancia. A menudo la primera necesita dejar reposar la segunda;
se escribe no palpando la herida, sino la cicatriz. En otras –pocas–
ocasiones, para regocijo de conspiranoicos, una novela anticipa
accidentalmente un suceso terrible en similares circunstancias.
En las ocasiones más extrañas, la catástrofe real y su fantasma
literario se encuentran en la misma vereda. En el verano de 2024,
la editorial valenciana Drassana estaba preparando dos lanzamientos,
dos novelas de autoría diferente y separadas por más de seis décadas.
El más extraño de los dos libros, por formar parte del linaje de
las novelas olvidadas, llevaba la firma de Maria Beneyto, excepcional
autora valenciana que gozó de popularidad durante buena parte de
su vida, sobre todo como poeta, si bien una capa de ostracismo cubrió
su trayectoria en sus últimos años y tras su muerte, en 2011.
Este año, para revindicar su legado, la Acadèmia Valenciana
de la Llengua la nombró escritora del año. "Buscando obras que reeditar
sobre ella me encontré El río viene crecido, una novela que habla
de lo que nadie había escrito: la riada del 57 y, más importante
todavía, la del 49", explica Carme Manuel, académica, presidenta
de la Comisión de la Escritora del Año y, sí, rescatadora de aquella
novela que ya solo existía en alguna librería de viejo. Manuel,
hija del trauma de quien crece escuchando en casa las historias
de una catástrofe como fue la crecida del Túria de 1957, se propuso
devolver al presente aquel relato, con el apoyo de la Acadèmia,
de la Institució Alfons el Magnànim y de la editorial Drassana,
dándole una nueva vida, esta vez en valenciano: El riu ve crescut.

La novela aborda la vida de diferentes personajes
que viven en la miseria de una ciudad que se aposta poblados de
chabolas a orillas del río. Las dos crecidas del Túria perfilan
la trama de tono costumbrista. Con crudeza describe la autora en
su primera página el "poblado de Nazaret, mísero y sórdido de día"
y con "un curioso aspecto de ente embrionario, a medio hacer, como
si se hubiera quedado en un feto que no hubiera crecido más allá
de aquella caducidad ruinosa que todos conocían". "¿De dónde salía
un libro así? ¿Cómo me había podido pasar inadvertida una novela
de esta magnitud? ¿Cómo era posible que alguien fuera capaz de trenzar
un relato tan poderoso apenas dos años después de la riada de 1957?
¿Quién fue Maria Beneyto?". Todas esas preguntas se las hace el
prologuista de la reedición y, además, autor de la otra novela que
se cruza en esta historia. Es Rafa Lahuerta, uno de los escritores
valencianos más celebrados en los últimos años tras su éxito con
Noruega, considerada por muchos la gran novela contemporánea de
la ciudad de Valencia. "El profeta del Túria navegable", lo describieron
sus propios editores, también de Drassana, en la sinopsis de la
obra que completa el relato de Noruega. Se trata de la reciente
La promesa dels divendres, en la que el autor reincide en un momento
dado en la visión de un río desbordado, de barrios secos y céntricos
convertidos en distritos portuarios, en la torre del Miguelete como
un faro.
Toda esta literatura fluvial con sus evocaciones del
desbordamiento, onírico en La promesa dels divendres y real en El
riu ve crescut, era la que estaba cobrando forma en Drassana en
el verano de 2024. Ambas obras eran parientes temáticamente y si
Lahuerta prologó la reedición de Beneyto es porque, como apunta
la traductora Carme Manuel, "es de los poquísimos que habían leído
a día de hoy esta obra". ¿Quién fue Maria Beneyto?, se pregunta
el escritor. Antes de ser una prolífica escritora, fue una niña
que se relacionó estrechamente con la pobreza: su familia se mudó
a Madrid antes de la Guerra Civil siguiendo la vocación teatral
del padre, pero el fracaso les escupió de nuevo a Valencia y el
progenitor, implicado en la causa republicana, murió antes de que
acabase la guerra.

Se conoce como la gran riada de Valencia a la inundación
que tuvo lugar el 14 de octubre de 1957, en la cuenca del río Turia,
a su paso por la ciudad de Valencia, España, y que causó al menos
81 muertos, además de cuantiosos daños materiales. Desde la época
romana, la ciudad de Valencia ha sido testigo de numerosos desbordamientos
del río Turia. A lo largo de los siglos, la ciudad ha experimentado
una expansión y ha implementado diversas medidas para defenderse
de las fuertes inundaciones.
"Conoció el hambre, la miseria y el miedo", relata
Manuel. Con una madre encarcelada primero y ciega después, y unos
hermanos cumpliendo el servicio militar, Beneyto se ganó el pan
como pudo hasta que su situación financiera dio un vuelco, según
las últimas versiones aportadas a su biografía por la relación con
un hombre adinerado, también casado. En 1952 –tenía 32 años– se
publicaron sus primeros poemarios. Comenzó a ganar premios y a despuntar
entre los círculos literarios de aquella ciudad de posguerra. "Se
convierte en una poeta conocida en Valencia y Barcelona, allí Josep
Maria Castellet la reconoce como una de las grandes. Después fue
reconocida también a nivel nacional, aparece en todas las antologías
de poesía de posguerra", apunta Manuel. Su producción, bilingüe
desde el inicio, le genera problemas: los círculos literarios valencianohablantes
le reprochan su escritura en castellano. La misoginia de la época
tampoco la ayuda: el periodista Voro Contreras recupera en un reportaje
en Levante-EMV una entrevista de 1960 en la que el periodista le
pregunta si ser guapa le había ayudado en su carrera.


Ese año se había publicado precisamente El río viene
crecido, en el que Beneyto desarrolla un tono naturalista que golpea
y se afila en líneas que asumen la oralidad de la época. "Como hacía
Blasco Ibáñez, para indicar que sus personajes originalmente hablan
en valenciano, inserta algunas expresiones en esta lengua en diálogos
escritos en castellano", apunta Manuel. El libro abunda en la descripción
de una ciudad arrasada en la guerra y ahogada en dos riadas en poco
más de una década. La obra aparece solo dos años después de la gran
crecida del 57, la que provocó que se desmantelaran las chabolas
y se construyera el nuevo cauce, el mismo que salvó a la capital
de la última dana. Justo ese momento en que se cruza la catástrofe
real con la reaparición de esta obra, y también la publicación del
último libro de Lahuerta. "Debajo de la terrible certeza de la destrucción,
se esconde una verdad incontestable: Valencia es aquello que pasa
entre riada y riada", apunta Lahuerta en el prólogo. "El río ha
tenido una influencia poderosísima sobre la ciudad de Valencia.
La gran novela y seguramente la única novela sobre la riada del
57 es esta", comenta el editor de Drassana.
Volvamos al momento en que los dos libros esperan
su lanzamiento en librerías. Avanzaba el otoño de 2024. "El libro
de Beneyto estaba en revisión, pero el de Lahuerta, La promesa dels
divendres, estaba listo. El 29 de octubre el repartidor lleva la
primera edición al almacén, pero antes de llegar al polígono se
da media vuelta porque la situación ya era complicada", relata Baydal.
Ese almacén, como ese polígono, como todo el paisaje de l'Horta
Sud de Valencia y tantas vidas, sería arrasado esa misma noche.
Dice el editor que durante un tiempo no supieron qué hacer con los
dos libros que hablaban de riadas pasadas o ensoñadas, mientras
miles de personas caminaban entre el fango, la podredumbre y el
duelo. "Más tarde entendimos que precisamente esa es una de las
claves de la literatura: hablar de los que nos pasa como sociedad,
y estos libros son testigos históricos, es una manera de ser conscientes
de nosotros mismos", abunda Baydal. La promesa dels divendres vio
la luz el pasado mes de noviembre y El riu ve crescut acaba aparecer
en librerías. "Como tantas otras mujeres de su generación, la biografía
de la Beneyto responde a una mezcla de ostracismo y olvido", lamenta
Lahuerta sobre la autora de la gran novela de la Valencia que fue
golpeada por su río dos veces. Y que resurge ahora, precisamente
ahora.
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Hay una palabra que se repite mucho en las casi quinientas
páginas que Anna Caballé, después de doce años de trabajo, ha dedicado
a la vida de la escritora vallisoletana Rosa Chacel, y que ha titulado
Íntima Atlántida (Taurus). Esa palabra es “asco”. A Rosa Chacel
le da “asco” una carta de amor que le envía su marido, el pintor
Timoteo Pérez Rubio; le dan asco las niñas y la infancia usual;
le da asco España; le da asco Brasil. “Tengo un asco atroz a tanta
preciosidad”, escribe. La de Rosa Chacel (1898-1994) fue una larga
vida de asco. Para llevar la cuenta del asco, Rosa Chacel escribe
un diario. Ahí comprobamos el asco que le da Cien años de Soledad,
Cortázar, Las ratas, de Delibes, y todos sus amigos y familiares,
que no dejaron de ayudarla en el casi siglo entero de sentir asco
que fue su vida. Un siglo sufriendo es mucho sufrir, sobre todo
para el siglo: “El 65 ha sido el año más triste de mi vida”. “El
86 ha sido el peor año de mi vida”. En general, no hay año en su
perra vida que no sea “el peor”, según su diario, y eso que no le
tocó hacer nunca la declaración de la renta.
Anna Caballé es una biógrafa extraordinaria que aborda
en su nuevo trabajo la figura de una escritora también extraordinaria.
Después de aclarar las vidas de Francisco Umbral, Carmen Laforet
o Concepción Arenal, Caballé cierra uno de los misterios más manoseados
de la literatura española del siglo XX: ¿por qué Rosa Chacel no
le importa a nadie? Su novela Memorias de Leticia Valle es una de
las mejores novelas españolas del siglo pasado, y sus diarios, titulados
Alcancía, se elevan, precisamente por su crueldad y desencanto,
como una deliciosa estridencia del ego literario. Luego tiene libros
imposibles de leer, pero “uno es tan bueno como lo mejor que ha
hecho”, por decirlo con palabras del cineasta Billy Wilder.

Rosa Chacel tuvo un problema muy castellano: es antipatiquísima.
Recorriendo su vida, minuciosamente explorada por Anna Caballé,
uno va sumando a ese carácter otras circunstancias refractarias
al éxito. Por ejemplo, no publicar libros hace muy difícil que te
lean, te premien y te valoren. Rosa Chacel dejaba pasar diez años
entre una novela que no le había interesado a nadie y otra novela,
que no le iba a interesar a nadie. Luego se preguntaba por qué le
iba tan bien a Miguel Delibes, que publicaba una novela cada año,
cada dos años o cada tres. La confabulación del mundo contra la
literatura de Rosa Chacel empieza pronto, con una beca que recibe
su marido, el pintor, en Roma, desde 1922 a 1928. Ella no podía
ir, pero se amañó o torturó el reglamento para que Rosa pudiera
pasar seis años en Roma tan ricamente. Luego ella recibirá más becas,
de la Fundación Guggenheim, de la Juan March, y dos millones de
pesetas así porque sí de Javier Solana, ministro de Cultura, a cuenta
del ministerio. Entre medias, Julián Marías, Concha de Albornoz,
Ortega y Gasset, Gimferrer, Trapiello, Cernuda, un embajador por
aquí, un diplomático por allá, Esther Tusquets o Dionisio Ridruejo
(cada uno en su momento y según su capacidad) la animaron, apoyaron,
hicieron gestiones para que publicara, para que recibiera esas becas,
le dejaron viviendas gratis (en el Paseo de la Habana de Madrid)
o le consiguieron billetes de avión. Toda la vida de Chacel la pagó
su marido o un gobierno. Según ella misma asentó en su diario, sobre
su esposo: “El sacrificio de Timo, su vida íntegramente supeditada
a la lucha por el dinero, y yo, mientras tanto, haciendo literatura
pura”.
Esta pureza se la inoculó Ortega y Gasset, que la
convenció de que las novelas no debían tener mucho argumento, sino
interioridades y adjetivos. La “voluntad explícita de oscuridad”
(Caballé) hace que sus libros sean una elipsis de sí mismos, y,
en cuanto algo va a pasar, no pasa, se oculta y acelera. Miren cómo
describe su biógrafa el proyecto literario de Chacel: “Imbuida por
la filosofía fenomenológica, su idea del tiempo no es la convencional
y por tanto tampoco puede serlo el relato del tiempo vivido. Si
el fundamento ontológico de la existencia es su condición temporal,
solo desde ella resulta existencialmente comprensible la totalidad
del ser.” El resultado de esta acrobacia estética fue diríamos que
justo. En 1960 publicó en Argentina, en la editorial Losada, La
sinrazón. Vendió 4 ejemplares. Repito: 4. No es que “vendiera poco”,
no es como que haya una tiranía editorial que se ceba con los que
menos venden, 1000 ejemplares, 545… No, es que vendió cuatro.
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Rosa Clotilde Chacel Arimón (Valladolid, 3 de junio
de 1898-Madrid, 27 de julio de 1994) fue una escritora española
de la Generación del 27. Incluida en el grupo de "las sin sombrero".
Chacel escribió muchas novelas, narraciones breves, poesía, ensayos
y memorias.
Nuestra bibliotecaria dedica a aquellas pioneras un
monográfico.
En 1965, de la reedición española de Teresa (Buenos
Aires, 1941) “no se había vendido ni un solo ejemplar”. “Realmente
me indigna la falta de reconocimiento que tienes, para tus cualidades.
Aunque se explica por muchas cosas: exilio, poca producción, falta
de distribución de tus libros argentinos, independencia, falta de
adscripción a grupos que te jaleen, carácter…”, explica con admirable
precisión Lolita Franco, esposa de Julián Marías. Su hijo, Javier
Marías, adjudicaba a Chacel “una queja sistemática”. Leemos en su
diario, extractado por Caballé: “No tengo sábanas ni platos ni cubiertos.
No vivo como las personas decentes”. Esto es así porque, como tantos
otros artistas, Chacel considera que no vale para trabajar, que
no sabe hacer nada salvo escribir. Siempre me he preguntado si esta
gente es consciente de que para fregar escaleras valemos todos,
y para cargar cajas en un camión, y para atender la caja de un supermercado
Día. Incluso para auxiliar administrativo vale casi todo el mundo.
El carácter de Chacel “es envidioso, suspicaz, oscuro resentido
y victimista”, desgrana Caballé. “Es el desahogo de una hija (casi)
única que no acepta otro lugar que no sea el centro que ocupó en
la infancia.” Rosa Chacel tuvo un hijo, y, como pueden suponer,
hizo todo lo posible para perderlo de vista, pues su obra estaba
muy por encima de la vida humana que ella misma trajo al mundo.
El niño fue de acá para allá, era matriculado en colegios privados,
como interno, para que no diera la lata, odió a su madre desde el
primer minuto y, por lo que sea, no le apetecía lo más mínimo leer
los libros que ella iba publicando. La pregunta que sugiere la trayectoria
de Rosa Chacel es apoteósica: ¿Qué escritor eres si no tienes lectores?
¿Si no tienes, qué sé yo, más de 100? ¿Se le puede dar el Nobel
de literatura a alguien que leen 100 personas en el mundo? A lo
mejor si fueran mil quinientas… Curiosamente, Chacel trabaja muchísimo
incluso pasados los sesenta años, o sobre todo pasados los sesenta
años, cuando los escritores normales empiezan a vivir de las rentas,
perder fuelle y publicar novelas de cien páginas (Philip Roth, verbigracia).
Y, más curioso todavía, a su regreso a España en los
años 70, consigue el éxito. Los años 80 (a pesar de ese infausto
1986) son la época gloriosa de Rosa, como también los cuatro años
que viviría de la década siguiente. Almuerza con Felipe González
en Moncloa, recibe el premio Nacional de las Letras (1987), se emborracha
con Alberti, sale en la tele (Con las manos en la masa) y todo ¿saben
por qué? Por el signo de los tiempos. Recuerdo cómo en los años
90 nos daban sin parar la tabarra con Francisco Ayala, que aparecía
en los periódicos premiado, homenajeado o celebrado cada dos semanas.
Yo me preguntaba, ¿quién es este hombre, qué ha hecho? Y lo único
que había hecho era no morirse (1906-2009). El que resiste gana,
sobre todo si no hay nadie más a tu alrededor para resistir. Rosa
Chacel, entonces, vivió una dorada ancianidad porque su enaltecimiento
representaba la reparación, el exilio, incluso la venganza. Diríamos
que fue elegida para compensar a todos los que tuvieron que irse
de España durante la dictadura, y no tanto porque su obra viviera
una súbita aceptación por parte de los lectores, como le ha sucedido
estos años a un Chaves Nogales, por ejemplo, al que la gente sí
lee con gusto.
“La verdad es que la atención se concentraba en la
imagen de la anciana encantadora y vital que procedía del pasado
republicano y cuya identidad afloraba en la Transición con toda
la fuerza de la reivindicación política”, escribe Caballé. Así,
sumando todo (carácter infame, escritura oscura, exilio, publicaciones
espaciadas y mal distribuidas), podemos concluir que, lejos de ser
una autora discriminada injustamente por el patriarcado malévolo,
bastante bien le fue a esta mujer, a fin de cuentas. “Es tan atroz
lo que pienso de todos y de mí misma que tal vez por eso me odian;
me odian todos, sin excepción. Me odian cada día más”.
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