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18 - Noviembre - 2020
>>>> Ser humano > Trabajo infantil

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La explotación infantil, también llamada esclavitud infantil, es la utilización de niños en trabajos normales o peligrosos, para fines económicos familiares o de otra índole, de menores de edad por parte de adultos, afectando con ello el desarrollo personal y emocional de los menores y el disfrute de sus derechos. Algunos autores utilizan este término como sinónimo de trabajo infantil, aunque otros emplean este último de un modo más amplio, sin una necesaria carga negativa.

El salario de aquellos niños que se dedicaban a trabajar en la revolución industrial tan solo representaba el 10-15% del salario masculino adulto. Comenzaban a trabajar a una edad muy temprana, entre 7 y 8 años. Normalmente con labores específicas como vigilar el correcto funcionamiento de las máquinas (portadores de bobinas, devanadores de tramas) o engrasar las máquinas. La primera hiladora de algodón era tan pequeña que las únicas personas capaces de trabajar con ellas o arreglarlas eran niños y niñas, además enseñarselas a utilizar resultaba muy sencillo. Esto los exponía a un grave peligro ya que metidos entre los entresijos de las máquinas sufrían quemaduras, graves traumas y aplastamiento de los miembros. Hay datos de desfiguraciones faciales a causa del aceite hirviendo de las máquinas o al tratar con productos altamente inflamables.

En los distritos fabriles es corriente que los padres envíen a trabajar a sus hijos e hijas a los siete u ocho años, en invierno y verano, a las seis de la mañana, a veces cuando aún es de noche a veces con escarcha y nieve, para ir a las fábricas, que a menudo tienen una elevada temperatura y una atmósfera poco beneficiosa. [...] Están rodeados de otros niños en las mismas circunstancias, y así, al pasar de la niñez a la juventud, poco a poco se inician, especialmente los hombres, en los seductores placeres de la droga y la embriaguez; para esto les ha preparado el duro trabajo diario, la falta de mejores costumbres y el vacío total de sus mentes [...] Un hombre en tales circunstancias se da cuenta de que todos los poderosos que viven a su alrededor están lanzados en veloz carrera para adquirir riqueza individual, sin tener ninguna consideración con él, ni con su comodidad, ni con sus necesidades, ni siquiera con sus sufrimientos, excepto por medio de una degradante caridad de parroquia, que solo sirve para endurecer el corazón del hombre contra sus semejantes o para crear al tirano y el esclavo.

Robert Owen (1815) Observaciones sobre el efecto del sistema de manufacturas.

Niña trabajadora, fotografía de Lewis Hine, Newberry (Carolina del Sur) (1908).

Esto les hacía permanecer muchas horas de pie sin poder cambiar su posición. En otros casos manipulaban manivelas que accionaban complejas maquinarias. Debido al movimiento monótono mantenido durante gran cantidad de horas, pronto aparecían deformaciones en sus extremidades. Por otra parte, desarrollaban otro tipo de oficios. Ganaban unos pocos peniques como limpia chimeneas, mensajeros, llama-carruajes, limpia carretas, vendedores de juguetes o de flores y como porta equipajes o paquetes. En 1850 tan solo una de cada nueve chicas alrededor de diez años trabajaban en una casa. En este mismo tiempo, durante la primera mitad del siglo XIX los huérfanos tan pronto como cumplían los 4 años eran vendidos por los orfanatos a los jefes de cuadrilla de limpia chimeneas; también era legal ''capturar'' niños sin hogar y obligarles a mantener un régimen de esclavitud. Estos mismos eran enviados dentro de la chimenea trepando por los muros de la misma con las manos o con rascadores. Todo este panorama, de escasez y miseria, hacia frecuente los hurtos infantiles de bienes consumibles. Una sucesión de leyes sobre trabajo infantil, las llamadas Factory Acts, se aprobaron en el Reino Unido en el siglo XIX. Los niños menores de nueve años no podían trabajar, los de 9 a 16 años podían trabajar 12 horas al día según la Ley de fábricas de algodón. En 1856, la ley permitía el trabajo infantil después de los 9 años, durante 60 horas a la semana, de noche o de día. En 1901, la edad permitida para el trabajo infantil se elevó a 12 años.

Niños trabajadores en una mina de carbón, fotografía de Lewis Hine (1908 a 1912).

La erradicación del trabajo infantil tiene para la Organización Internacional del Trabajo (OIT) una prioridad urgente y muy importante ya que durante siglos el trabajo infantil fue aceptado y era legal mientras que actualmente, ésta y otras prioridades forman parte de la Declaración de los Derechos del Niño. Eliminar la explotación laboral infantil es una prioridad por los efectos que las actividades laborales tienen sobre la salud y el desarrollo de los menores de edad. Igualmente está demostrado que cuando los menores de edad trabajan en condiciones que afectan el ejercicio de sus derechos, con frecuencia son explotados al no recibir salario o porque las jornadas de trabajo son usualmente extensas. Algunos estudios muestran que en la medida que más trabaje el menor de edad se expone a sufrir una mayor accidentalidad y enfermedades. El trabajo de menores también afecta a la educación al generar deserción escolar. Está demostrado que el atraso escolar se relaciona con las horas de trabajo en la niñez. No todo trabajo infantil es pernicioso; determinadas actividades productivas realizadas en edades infantiles pueden ser consideradas formadoras: tareas domésticas o de contribución a la economía familiar, el autosustento o el aprendizaje de oficios. Esto es válido tanto en sociedades tradicionales, como en las sociedades modernas. El trabajo infantil puede ser calificado como formativo siempre que no afecte el ejercicio de derechos como la educación, salud y recreación.

Dos niñas que llevan pancartas con el lema "¡ABOLID LA ESCLAVITUD INFANTIL!" en inglés y yidis. Foto probablemente tomada durante el desfile laboral del 1 de mayo de 1909 en la ciudad de Nueva York.

En 1992, la OIT creó el Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil para combatir el trabajo de los niños y niñas que atentan con su desarrollo y en 2014 el fundador del Centro Internacional sobre trabajo infantil y educación, Kailash Satyarthi fue galardonado con el Premio Nobel de la Paz por su lucha contra la explotación infantil en la India. En América Latina las condiciones de trabajo en muchos casos son de peligro, debiéndose reglamentar los trabajos peligrosos para evitar el trabajo de niños, niñas y adolescentes. Entre 1992 al 2012 existió la propuesta Educadores de Calle de atención en calle, desactivada y reemplazada. Cabe subrayar que en el Perú, el trabajo por debajo de la edad mínima (14 años) y el trabajo peligroso se encuentran prohibidos. Ante ello, y en cumplimiento de los compromisos internacionales como la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, cuyo objetivo es la erradicación del trabajo infantil, el Estado debe dar mayor impulso al cumplimiento de la Estrategia Nacional para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (2012-2021), tomando en consideración la nueva realidad al momento de articular funciones en torno a la prevención y erradicación del trabajo infantil en sus formas peligrosas.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) es un organismo especializado de las Naciones Unidas que se ocupa de los asuntos relativos al trabajo y las relaciones laborales. Fue fundada el 11 de abril de 1919, en virtud del Tratado de Versalles con el doble objetivo de lograr la expansión global de los derechos de los trabajadores y atenuar las causas de las revoluciones obreras que sacudieron fundamentalmente a algunos de los países involucrados en la Primera Guerra Mundial. Su Constitución, sancionada en 1919, se complementa con la Declaración de Filadelfia de 1944.

De acuerdo al informe El trabajo infantil en México: avances y desafíos, elaborado por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), la principal causa del trabajo infantil es la pobreza. Otros factores causantes de este fenómeno social es la demanda en hogares, granjas o negocios familiares para que los niños participen en el trabajo; las normas y actitudes sociales y, los costos que implica la educación (uniformes, transporte, material escolar, inscripciones). Solamente uno de cada cuatro niños trabajadores concluye su educación básica de lo cual se desprenden problemas como el analfabetismo y el ausentismo escolar, altos índices de reprobación, bajo aprovechamiento y deserción escolar. El informe detalla que los motivos por los cuales los niños laboran son los siguientes: 23.3 por ciento trabaja para pagar sus gastos o para la escuela; el 22.5 por ciento lo hace para completar el gasto de sus hogares; 22.4 por ciento realiza estas labores solo por ayudar y, 13.5 por ciento labora para aprender un oficio.

Niños dedicados a la extracción de diamantes en Sierra Leona.

El trabajo infantil es un problema de escala mundial y aunque en México se ha ido reduciendo, el informe señala que aún hay un estimado de 2 millones 500 mil niños y adolescentes de 5 a 17 años laborando. La OIT, UNICEF y la oficina de la UNESCO en México exhortan al país a centrar su atención en el acceso a una educación de calidad de todas las niñas, niños y adolescentes como factor clave en la lucha contra el trabajo infantil. Ya que señala que la primera razón por la que las niñas y niños no asisten a la escuela es la falta de interés o actitud, en este sentido es necesario se les dé un seguimiento educativo en comunidades indígenas, con discapacidad o migrantes (como las hijas y los hijos de jornaleros agrícolas). Según CEPAL, hasta 2019 más de dos millones de menores de edad trabajaba en el país, siendo el segundo país con más cifras en Latinoamérica, solo por detrás de Brasil. A inicios de 2020 se había contabilizado un aumento de la explotación infantil en la Ciudad de México, llegando a más de 84000 niños.

La Comisión Económica para América Latina y el Caribe es el organismo dependiente de la Organización de las Naciones Unidas responsable de promover el desarrollo económico y social de la región. Creada en 1948, la Cepal se dedica a la investigación económica.

Diferentes formas de trabajo infantil en Centroamérica, 1999.

En Argentina, el trabajo infantil de menores es delito y sólo pueden trabajar los mayores de 16 años con autorización de sus padres, la única excepción es si tiene 14 años y trabaja en la empresa del padre, madre o tutor 3 horas diarias o 15 semanales, debiendo cumplir con la asistencia escolar y no hacer tareas riesgosas o que perjudiquen la salud. Los menores que tienen 16 años pueden trabajar 6 horas por día o 36 horas semanales, y sólo con permiso del Ministerio de Trabajo esa jornada puede llegar a 8 horas diarias o 48 horas semanales y está prohibido que trabajen entre las 20:00 y las 6:00. El sueldo no puede ser menor a los de los demás trabajadores si la jornada de trabajo es igual o sus tareas son las mismas que hacen los trabajadores mayores de edad y la licencia anual por vacaciones no puede ser de menos de quince días. En los últimos años, el trabajo infantil en Argentina ha aumentado: hacia el año 2018, más de 1,4 millones de niños trabajaba.

Escena de la película ¡Qué verde era mi valle! en la que se entrena a un niño en el pugilismo, con el fin de ganar dinero a través de las apuestas ilegales.

El trabajo infantil en Ecuador, la edad en la que se registra mayor trabajo infantil es entre los 12 y los 17 años, lo que tienen un impacto en la interrupción de la educación de los adolescentes. Incluso trabajando a las espaldas de los padres por la falta de empleo por varios ámbitos de pobreza, acceso a la educación o factores cultural, etc. Según el fondo de las naciones unidas para la infancia (UNICEF), el trabajo infantil tiene consecuencias desfavorables a corto como a largo plazo: en lo inmediato hay un deterioro en la educación del niño, una exposición a situaciones de riesgos (accidentes, lesiones físicas,enfermedades) y una socialización en ámbitos que no siempre son adecuados para su edad. Cabe recalcar que en el transcurso del tiempo que se investigado la problemática del trabajo infantil, las conclusiones siempre nos traen mismo punto de origen, por eso se debe ser estudiada está problemática desde varias perspectivas para el cambio social.

El trabajo infantil en el Perú es muy notable. Pese a que la Ley 27337 establece que el trabajo recién se permite desde los 14 años, hacia el año 2019 más de un millón de menores de edad trabajaban en el país, alrededor del 88% en el área rural y agrícola, una cifra equivalente al 17.6% de niños del país. Esto se ve en varias regiones del país, que niños desde muy corta edad, sacrifican su infancia para poder aportar algo a la economía familiar. Este problema se da por muchos factores de pobreza, problemas de planificación familiar o explotación en las áreas rurales o por trata.

Niña tirando de una tina de carbón en una mina durante la época victoriana.

El corazón de la Tierra, dirigida por Antonio Cuadri, narra una de las primeras manifestaciones que hubo en España en 1888 a consecuencia de las minas de Río Tinto en contra de la explotación infantil. En 1941, la película ¡Qué verde era mi valle! ganó el Oscar al mejor film del año. En esta película se narra la historia de los Morgan, una familia de mineros del carbón en el sur de Gales, en el Reino Unido. Todos los miembros varones de la familia trabajaban en dicha mina, incluyendo al hijo menor, Huw, personaje interpretado por Roddy McDowall, actor que en ese entonces tenía 13 años y que narra las condiciones tan críticas del trabajo infantil en las minas carboníferas, con sus peligros de derrumbes y explosiones. El documental Los Herederos realizado en el 2009 por Eugenio Polgovsky retrata las vidas de los niños que son forzados a trabajar en las áreas rurales de México El documental La Espalda del Mundo, de Javier Corcuera, relata la experiencia de niños y adolescentes picapedreros de la zona de Progreso, distrito de Carabayllo, Lima, Perú, durante el año 2002.

Se calcula que 151,6 millones de niños y niñas son víctimas del trabajo infantil. Casi la mitad (72,5 millones) ejercen alguna de las peores formas de trabajo infantil, como esclavitud, trata, trabajo forzoso o reclutamiento para conflictos armados. UNICEF recuerda que la educación es clave para frenar esta tendencia. Estos niños y niñas se encuentran en todas partes, pero son invisibles; trabajan como sirvientes domésticos en casas, están ocultos tras las paredes de talleres o se encuentran fuera de la vista del público en plantaciones. La gran mayoría de los niños y niñas que trabajan lo hacen en el sector agrícola. Millones de niñas trabajan como sirvientas domésticas y asistentas sin salario en el hogar y son especialmente vulnerables a la explotación y el maltrato. Millones de otros niños y niñas trabajan bajo circunstancias terribles. Pueden ser víctimas de la trata (1,2 millones), víctimas de la servidumbre por deuda u otras formas de esclavitud (5,7 millones), víctimas de la prostitución y/o la pornografía (1,8 millones) o reclutados como niños soldados en los conflictos armados (300.000).

Los cálculos regionales indican que:

- La región de Asia y el Pacífico alberga el mayor número de niños y niñas trabajadores en el grupo de edad de 5 a 14 años, 127,3 millones en total (19% de los niños y niñas que trabajan en la región).

- En África subsahariana hay alrededor de 48 millones de niños que trabajan. Casi uno de cada tres menores de 15 años (29%) es activo económicamente.

- En América Latina y el Caribe hay aproximadamente 17,4 niños y niñas trabajadores (un 16% de los niños y niñas de la región trabajan).

- Un 15% de los niños y niñas de Oriente Medio y África del Norte trabajan.

- Aproximadamente entre 2,5 millones y 2,4 millones de niños y niñas trabajan en las economías desarrolladas y en transición respectivamente.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia o Unicef (United Nations International Children's Emergency Fund) es una agencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con sede en Nueva York y que provee ayuda humanitaria y desarrollo a niños y madres en países en desarrollo. Es uno de los miembros de la comisión ejecutiva de la United Nations Development Group.

Quizá te cueste imaginarlo, pero todavía hay niñas y niños en el mundo que no van a la escuela, no juegan o no tienen tiempo libre por tener que ir trabajar. Es muy triste, pero lo es más saber que en su mayoría son actividades dañinas para su salud (tanto física como mental), les impiden tener un desarrollo adecuado y perpetúa situaciones de pobreza y desigualdad. Según datos publicados por la OIT, más de 151 millones de niñas y niños de entre 5 y 17 años se encuentran en esta situación (casi 1 de cada 10). De ellos, casi la mitad (72,5 millones) ejercen alguna de las formas más inhumanas de trabajo infantil como es la esclavitud, trata, la prostitución, trabajo forzoso o reclutamiento para conflictos armados. Pero no todas las tareas o actividades que realizan las niñas y los niños se pueden considerar trabajo infantil. El Programa Internacional para la Erradicación del Trabajo Infantil (IPEC) lo define como todo aquel “que priva a los niños de su niñez, su potencial y su dignidad, y que es perjudicial para su desarrollo físico y psicológico”. Por tanto, cuando se habla de trabajo infantil, no se contemplan las tareas o actividades que desarrollan fuera del horario escolar o durante las vacaciones para ganar una paga extra. O las que realizan para ayudar a sus madres y padres en el hogar o negocio familiar y que, por otro lado, se consideran positivas para su desarrollo personal.

Yemen es uno de los peores lugares para vivir si eres niño o niña. En la actualidad, existe una grave situación económica y humanitaria provocada por los conflictos armados que asolan el país. Algo que también ha afectado al acceso de la infancia a la educación ya que más de la mitad de las escuelas han sido dañadas. El trabajo infantil ha aumentado los últimos años debido precisamente al conflicto armado y sus consecuencias como son el desplazamiento interno y el deterioro de las condiciones de vida de la población. En este país, lo más preocupante es el incremento de los casos de reclutamiento de jóvenes (varones) de entre 12 y 17 años. Según la OIT, se debe más a la necesidad económica de las familias que a la cultura tribal local, ya que la paga que reciben proporciona una fuente estable de ingresos a las familias.

El agua potable y la falta de educación encadenan a la infancia en Yemen.

En el caso nepalí, más del 25% de las niñas trabajan, frente al 17% de los niños. Esta diferencia se debe a que los varones representan el futuro de la familia y, por ello, se apuesta por su formación y educación. La trata es uno de los problemas más graves a los que se enfrenta Nepal que afecta a más de 20.000 personas al año. Y las niñas y las mujeres son las peor paradas: 2 de cada 3 menores son niñas y que, junto a con las mujeres, representan el 70% del total de víctimas de trata en el mundo, según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC). Las mafias de trata se aprovechan de la vulnerabilidad de las familias, agravado por la falta de oportunidades, los contextos de pobreza y exclusión y los desplazamientos forzosos. Ayuda en Acción trabaja desde el año 2015, junto a su socio local Maiti Nepal, dando apoyo a más de 33.000 personas a través de campañas de sensibilización y prevención, casas de acogida de menores o el rescate, asistencia legal y la rehabilitación de víctimas.

En el caso birmano, el trabajo infantil afecta a más de 1,2 millones de niñas y niños de entre 5 y 7 años. Y trabajan jornadas interminables, con una media de 51 horas semanales en sectores como el agropecuario, forestal y pesquero pero también en el sector servicios. Algo que es ilegal en el país, ya que los menores de edad pueden comenzar a trabajar a los 14 años pero la jornada no puede exceder las cuatro horas. Muchos menores que trabajan para ayudar a sus familias lo hacen vendiendo flores, sirviendo té o como empleados domésticos. Otros lo hacen en las fábricas textiles que en los últimos años han proliferado en este país asiático. En el caso de los que trabajan el ámbito doméstico o locales de masajes, suelen hacerlo en condiciones de servidumbre, es decir, sus padres reciben por adelantado el salario equivalente a seis meses.

La Organización Internacional del Trabajo (OIT) pidió a Birmania (Myanmar) que elimine el trabajo infantil ilegal que afecta a más de 1,2 millones de niños de entre 5 y 7 años en el país a principios de 2018. Estos niños trabajan una media de 51 horas semanales en los sectores de la agricultura, forestal y pesquero (60,5 por ciento), así como en la industria (12 por ciento), comercio (11,1 por ciento) y el sector servicios (5 por ciento). Piyamai Pichaiwongse, representante de la OIT, indicó que muchos de estos niños y niñas trabajan en condiciones de servidumbre para empresas o particulares, que pagan por adelantado a sus padres una cantidad de dinero para periodos de seis meses. "Una vez que se establece este tipo de relación, trabajan un número exagerado de horas. Las condiciones son indescriptibles y se enfrentan a esa realidad, que es muy dura", afirmó Piyamai.

El sistema de trabajo de servidumbre afecta a muchos menores empleados en empresas familiares, como servicio doméstico y locales de masajes. Piyamai señaló que la solución de este problema pasa por que las autoridades birmanas establezcan un sistema de seguridad social y se fortalezcan las redes de sindicatos y asociaciones civiles.

Las autoridades birmanas, que se comprometieron en 2013 a eliminar el trabajo peligroso para los menores de 18 años con la ratificación de la convención 182 de la OIT, han creado un comité nacional para acabar con el trabajo infantil. U Thein Swe, el entonces ministro birmano de Trabajo, dijo que el Gobierno está actualizando los datos sobre trabajo infantil para promover la implementación de medidas que mejoren la vida de los niños birmanos con programa de educación y apoyo a las familias. En 2016, Birmania enmendó la ley para que los niños menores de 14 años no puedan ser empleados en lugares de trabajo, excepto como ayuda familiar.

Niños Rohingya esperan por sus padres para recibir ayuda en un centro de recepción de alimentos.

La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN, en inglés CRC) es un tratado internacional de las Naciones Unidas, firmado en 1989 y en vigor desde el 2 de septiembre de 1990, a través del cual se enfatiza que los niños tienen los mismos derechos que los adultos y se subrayan aquellos derechos que se desprenden de su especial condición de seres humanos que, por no haber alcanzado el pleno desarrollo físico y mental, requieren de protección especial.

En 2018 la Asamblea Legislativa de Bolivia suprimía un apartado de la Ley Niña, Niño Adolescente que establecía que las niñas y niños entre 10 y 14 años podían trabajar, medida que fue muy criticada cuando fue aprobada en 2014. Gracias a esta modificación, solo se autoriza el trabajo desde los 14 años de forma excepcional, se prohíbe el trabajo infantil después de las 22.00 horas y nunca puede exceder las ocho horas. Sin embargo, esto esconde otra cara: la de las niñas y niños que han abandonado sus estudios por tener que trabajar para ayudar a sus familias. Solo 6 de cada 10 de los menores que trabajan está escolarizado, lo que hace que les resulte casi imposible salir del círculo de la pobreza.

Ayuda en Acción es una ONG apartidista y aconfesional que lucha contra la pobreza y la desigualdad. Impulsamos la dignidad y la solidaridad para la construcción de un mundo justo. Más de 38 años de historia y con la ayuda de los socios, hoy trabajan en 20 países de América Latina, Asia, África y Europa, incluidos España y Portugal. Además, estan desarrollando su presencia en 3 nuevos países. En total apoyan a más de 1,4 millones de personas.

Se calcula que 85 millones de niños y niñas en todo el mundo se exponen a alguna de las peores formas de trabajo infantil. Trabajos que son mental, física y moralmente peligrosos para su bienestar y que les impiden, además, disfrutar de su derecho a ir a la escuela. La pobreza, la discriminación, la falta de políticas sociales y de acceso a una educación adecuada y de calidad son las principales causas que empujan a los niños a esta forma de violencia. Save the Children, en sus programas, guiados por la Convención sobre los Derechos del Niño, aborda el amplio y complejo problema del trabajo infantil a través de un enfoque integral que combina la experiencia en protección, en refuerzo de los medios de vida del niño y de su familia, en educación y en salud. Como parte integral de su trabajo, llevan a cabo programas para erradicar todas las formas de trabajo peligroso y de esclavitud infantil y también para apoyar a los Movimientos de Niños, Niñas y Adolescentes Trabajadores. Estos movimientos están formados por infancia trabajadora y organizada contra la explotación y por un trabajo en condiciones dignas que les permita acceder a la escuela y tener tiempo de ocio.

Save the Children Fund, comúnmente conocido como Save the Children o Save the Children International (Salvar a los niños) es una organización no gubernamental (ONG) internacional que tiene como finalidad trabajar por los derechos de la niñez. Fue fundada en 1919 por Eglantyne Jebb para ayudar a los millones de niños refugiados y desplazados diseminados por Europa después de la Primera Guerra Mundial. Eglantyne elaboró la primera Declaración de los Derechos del Niño, conocida como la Declaración de Ginebra, aprobada por la Sociedad de Naciones en 1924, que es el antecedente histórico inmediato a la actual Convención sobre los Derechos del Niño, ratificada por Naciones Unidas en 1989. Poco después de la fundación de Save The Children en Londres (1919), se crearon asociaciones en otros países, tales como Suecia, Australia y Canadá.

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Solo faltaba Tonga. Cuando este país archipelágico del Pacífico firmó el pasado 4 de agosto el Tratado Global auspiciado por la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para acabar con el trabajo y la explotación infantil, convirtió esta Convención en la primera relativa al trabajo en ser firmada por todas las naciones que forman parte de la ONU. Además de prohibir el trabajo de menores, protege a los niños y niñas de la explotación sexual y del reclutamiento forzoso. La convención, que es legalmente vinculante para los gobiernos, fue adoptada en 1999, pero los países han tardado veintiún años en ratificarla. Y ha sido en un buen momento, cuando la pandemia está haciendo retroceder los derechos de la infancia en muchos países. «La ratificación universal es un hito histórico, y significa que todos los niños tienen ahora protección legal en todos los países contra la explotación laboral», según declaró el director general de la OIT, Guy Ryder. Para la OIT el mensaje es que la esclavitud, la explotación sexual, el uso de niños en conflictos armados u otros trabajos ilícitos o peligrosos «no tienen cabida en nuestra sociedad».

Desde el año 2000 el número de niños trabajadores ha ido reduciéndose, y ha pasado de 246 millones a 152 millones. El 70 por ciento de esos niños trabajan en la agricultura y casi la mitad desempeñan trabajos peligrosos. Esta disminución se ha visto ralentizada en los últimos años, y con la pandemia se prevé un aumento por primera vez desde el año 2000. La crisis económica provocada por la extensión de la COVID-19 está empujando a muchas familias a aceptar el trabajo infantil para sobrevivir. Por ello, la ratificación del tratado podría ser un impulso para detener esa tendencia. El objetivo de la ONU-incluido en los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible- es que en 2025 se haya puesto fin a cualquier forma de trabajo infantil.

Un documento conjunto de la OIT y UNICEF sobre el impacto del COVID-19 en el trabajo infantil, publicado el 12 de junio, examinará algunos de los principales canales a través de los cuales es probable que la pandemia afecte el progreso hacia la eliminación del trabajo infantil.

El 12 de junio es el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.

Impacto de COVID-19 en el trabajo infantil y el trabajo forzoso:

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