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9
- Junio - 2025 |
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Nigeria
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La República de Biafra fue una pequeña nación africana de 71.000
km2 y 18 millones de habitantes que existió durante un breve periodo
de 31 meses. Durante su efímera existencia entre 1967 y 1970 en
la esquina oriental de Nigeria vio morir a más de un millón de personas,
la mayoría de ellas por hambre. Las ambiciones secesionistas de
esta república iniciaron una guerra civil en territorio nigeriano,
que duró poco más de dos años pero es considerado uno de los peores
desastres humanitarios en la historia reciente de África. Y sus
fantasmas cobraron forma nuevamente en 2017. Fue liberado, tras
varios meses de protestas y tensiones, Nnamdu Kanu, uno de los líderes
que ansiaba una nueva República de Biafra. En 2009, Kanu había fundado
"El pueblo indígena de Biafra" (Ipob, por sus siglas en inglés)
que aspiraba a escindir la región con una mayoría de población de
la etnia igbo del gobierno central de Abuja. El arresto de Kanu,
en octubre de 2015, removió los espectros de la guerra civil de
fines de los 60 y la posterior tragedia humanitaria.
Desde su arresto, muchos seguidores y miembros de Ipob comenzaron
a protestar por varias regiones de Nigeria y el movimiento comenzó
a ser visto como una fuerza real. El Brexit de Reino Unido y la
elección de Donald Trump en EE.UU. eran evidencia del apoyo internacional
al 'derecho de autodeterminación' al que ellos aspiraban. Pero la
libertad de Kanu no acabó con las tensiones: el líder independentista
debió enfrentar un juicio por traición. Y la noción de una
"nueva" Biafra y el renovado impulso de independencia llevó
a muchos a recordar la breve pero dolorosa experiencia.

Una familia biafreña hambrienta durante la hambruna
resultante de la Guerra de Biafra.
La República de Biafra se creó el 30 de mayo de 1967, cuando el
oficial del ejército nigeriano Chukwuemeka Ojukwu declaró la independencia
de cinco estados de mayoría igbo ubicados en el oriente del país.
Se llamó así por la bahía sobre el océano Atlántico que llevaba
ese nombre. Después de la declaración de independencia, y con el
reconocimiento de cinco naciones africanas, llegó la presión del
gobierno de Nigeria por recuperar un territorio que consideraba
fundamental por su riqueza mineral, especialmente el petróleo. Durante
31 meses, las fuerzas nigerianas lideradas por Yakubu "Jack" Gowon
-y apoyadas por el gobierno británico- asediaron a la región no
sólo por la vía militar sino con un bloqueo de suministros básicos.
Eso sumió al territorio separatista en una profunda crisis por hambruna.
Aunque no se conoce una cifra oficial, diversas organizaciones no
gubernamentales señalan que los muertos de la llamada Guerra de
Biafra podrían estar entre los 800.000 y el millón de personas.
Las imágenes de niños consumidos por el hambre en Biafra que fueron
difundidas por televisión, le dieron la vuelta al mundo y llegaron
hasta el presidente de EE.UU., que ordenó hacer algo al respecto.
Entonces comenzó una campaña inédita de envío de ayuda humanitaria.
Un dato que sirve para medir la dimensión de la crisis: la movilización
de transporte aéreo civil que se usó para aliviar la situación de
hambruna fue la más grande desde el final de la II Guerra Mundial.
El 15 de enero de 1970, tras varios meses de resistencia, las fuerzas
biafreñas firmaron la rendición. Ojukwu huyó del país. El gobierno
de Nigeria, en su intento por erradicar de la historia ese conflicto
separatista, borró el nombre de Biafra de los archivos: "¿Por qué
de la guerra no se habla, se discute o se le enseña a los jóvenes
después de 40 años de haber finalizado?", se preguntó el premiado
escritor nigeriano Chinua Achebe en su libro "Allí había un país",
de 2012. Durante años, los habitantes de lo que se conoció como
la República de Biafra continuaron argumentando que el gobierno
central no los tenía en cuenta. "Estamos forzando un matrimonio
no sagrado. No tenemos la misma cultura ni la religión de las personas
del norte", le dijo a la BBC Edson Samuel, presidente del Movimiento
Sionista de Biafra. Y lo que era una unión basada en el temor, comenzó
a fragmentarse.

La experiencia definitoria de la vida de Chinua Achebe fue la guerra
civil nigeriana, también conocida como la Guerra de Biafra, de 1967-1970.
El conflicto fue infame por su impacto salvaje en el pueblo biafreño,
el pueblo de Chinua Achebe, muchos de los cuales murieron de hambre
después de que el gobierno nigeriano bloqueara sus fronteras. Para
entonces, Chinua Achebe ya era un novelista de renombre mundial,
con una joven familia que proteger. Tomó partido del lado biafreño
en el conflicto y sirvió a su gobierno como embajador cultural itinerante,
desde cuya posición privilegiada absorbió todo el horror de la guerra.
Inmediatamente después, Achebe se refugió en un puesto académico
en los Estados Unidos, y durante más de cuarenta años ha mantenido
un silencio meditado sobre los acontecimientos de esos años terribles,
abordándolos solo de forma indirecta a través de su poesía. Ahora,
tras décadas de gestación, llega un imponente reconocimiento de
uno de los acontecimientos más trascendentales del África moderna,
de la mano de un escritor cuyas palabras y valentía han dejado una
huella imborrable en la literatura mundial. Achebe relata magistralmente
su experiencia, tanto tal como la vivió como cómo la ha llegado
a comprender. Comienza su relato con los dolores de parto de Nigeria
y la historia de su propia formación como hombre y como escritor
para que podamos comprender la promesa del país, que se convirtió
en horror cuando los vientos ardientes del odio comenzaron a azotarlo.
Leer " There Was a Country" es un poderoso recordatorio de que los
artistas tienen una obligación particular, especialmente en tiempos
de guerra. Todos los escritores, argumenta Achebe, deben ser escritores
comprometidos: deben hablar en nombre de su historia, sus creencias
y su pueblo. Fusionando historia y memorias, poesía y prosa, " There
Was a Country" es una síntesis de vívida observación directa y cuarenta
años de investigación y reflexión. Sabio, humano y autorizado, será
definitivo y reforzará el lugar de Achebe como una de las voces
literarias y morales más vitales de nuestra época.

La guerra de Biafra es un tema poco probable para un best seller,
pero la calidad de la narrativa de Chimamanda Ngozi Adichie en Half
of a Yellow Sun es cautivadora.
En noviembre de 2011, 100 personas fueron arrestadas en Enugu,
la ciudad que sirvió de capital a la fugaz nación, acusadas de portar
la bandera de Biafra durante una movilización pacífica. Fue durante
esos meses agitados que surgió la figura de Kanu. En 2009, ya había
creado una emisora radial donde llevaba adelante una recia campaña
por la independencia de la región debido a la falta de inversión
de recursos gubernamentales. Su emisora se llamó Radio Biafra y
se transmitía desde Reino Unido, donde Kanu se había mudado tras
graduarse de la universidad. Y fue allí donde lanzó un mensaje que
alertó a las fuerzas de seguridad: "Necesitamos armas y necesitamos
balas". Después, el mismo mensaje fue grabado y publicado en la
plataforma de videos YouTube.
Fue, además, una consigna que llegaba en un momento delicado: al
tiempo que se daba la aparición del grupo radical islamista Boko
Haram en el norte del país. En octubre de 2015, Kanu regresó a Nigeria
de forma temporal y fue arrestado en el hotel de la ciudad de Lagos
donde estaba alojado, acusado de traición. La captura y la posterior
demora en resolver su situación jurídica agitaron los ánimos. Y
las protestas comenzaron a multiplicarse. Los recuerdos de la feroz
hambruna y la violenta guerra durante los años de la República de
Biafra obligaron al gobierno a responder con firmeza a los vientos
separatistas. "El ejército nigeriano quiere enviar un mensaje inequívoco
de advertencia, sobre todo a aquellos que amenazan con desmembrar
este país, cometiendo crímenes de traición y daños a la propiedad",
le dijo a la BBC un alto mando del ejército nigeriano. Durante los
más de 18 meses que pasó Kanu en prisión -fue liberado el pasado
5 de mayo-, múltiples manifestaciones tuvieron lugar en varias ciudades
alrededor del país.

Un cartel que pide la liberación de Kanu.
Sin embargo, como lo notó la periodista nigeriana Mannir Dan Ali,
la situación ha sido confusa para muchos nigerianos. "No entienden
lo que ocurre. La comunidad igbo en Nigeria, como ninguna otra,
se ha establecido y está haciendo negocios en la mayoría del territorio
del país", dijo Dan Ali. Otro que rechaza de plano el levantamiento
y lo considera injustificado es Ochereome Nnanna, columnista del
diario Vanguardia de Nigeria y que ha defendido la causa igbo durante
años. "Veo a estos manifestantes como personas que no entienden
la historia de la difunta Biafra", expresó el analista. "Los veo
como personas que no saben qué República de Biafra quieren. Los
ciegos seguidores de Kanu deben ser bien informados y saber que
están conduciendo a miles de personas hacia cosas que no quieren
hacer o pedir", agregó. En julio, el líder separatista deberá responder
en un juicio por los cargos de "conspiración criminal, intimidación
y liderar una organización ilegal". Hasta entonces no se sabrá la
suerte de este nuevo movimiento que ha sacudido la arena política
y social de Nigeria. Y en el país entero, los fantasmas del pasado
están lejos de acallarse.
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