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21 - Marzo - 2022
>> Sahara Occidental

Hace más de 45 años que activistas y periodistas bajo ocupación marroquí sufren maltratos, vigilancia, allanamientos, arrestos, torturas y desapariciones por el hecho de ser saharauis y defender sus derechos. Sin embargo, desde el pasado 13 de noviembre de 2020 la situación no ha parado de recrudecerse. Ese día Marruecos rompió, en el paso fronterizo de Guerguerat [al sur del Sáhara Occidental], el acuerdo de alto el fuego que había firmado con el Frente Polisario 29 años atrás. Desde entonces, activistas y periodistas afincados en el Sáhara Occidental ocupado han denunciado el estado militar y policial en el que viven.

"Nos recuerda a lo que ocurrió en 2010 e incluso la situación actual parece peor" relataba entonces Nazha Elkhalidi, periodista de Equipe Media en El Aaiún. En 2010, las autoridades marroquíes arrasaron el campamento saharaui de Gdeim Izik, a escasos kilómetros de El Aiaún, contabilizándose cerca de una veintena de fallecidos y centenares de heridos y desaparecidos. Después de aquello, las ciudades del Sáhara Occidental se convirtieron en una prisión para activistas y periodistas saharauis. Cuando Nazha aludió al año 2010 se refiería a casos como el de Sultana Khaya. Desde principios de 2021, vídeos y fotos agitan las redes sociales mostrando el maltrato y la tortura que sufre esta mujer activista en su propia casa.

Sultana Khaya vive en la ciudad saharaui de Bojador y es la presidenta de la Liga Saharaui para la Defensa los DDHH y en Contra del Expolio de los Recursos Naturales. Fue una de sus fundadoras en el año 2010 –no es casualidad el año de creación– pero comenzó a ser una activa defensora de los Derechos Humanos muchos años antes.

El 19 de noviembre de 2020 cuando volvió de España tras realizarse unos reconocimientos médicos, habían pasado seis días desde que Marruecos rompiera el alto el fuego. "Me detuvieron en un puesto de control a la entrada de Bojador y me registraron de una manera muy humillante" recordaba Sultana. Los agentes marroquíes le ordenaron que cuando llegara a casa se encerrase y se aislase. Le aseguraron que si intentaba contactar con algún saharaui correría graves riesgos. "Les dije que me dedicaba a defender los derechos de mi pueblo y que me arrestaran ya, si era lo que querían". Sostiene que uno de los agentes le amenazó diciéndole que si no cumplía sus órdenes lo que iba a hacerle "no lo sabe ni Dios".

Antes de que llegara a su casa, un grupo de policías marroquíes la inspeccionaron por si alguien estuviera esperándola. "Fue ahí cuando agredieron a mi madre empujándola contra la pared provocándole una herida en la espalda y otra en la cabeza" afirma Khaya. Su madre tiene 84 años. No dejaron que la acompañara al hospital de El Aiaún porque estaba bajo arresto domiciliario. Desde aquel momento un grupo de agentes marroquíes vigila su casa permanentemente para impedir que salga al exterior.

El día siguiente a su llegada, sus sobrinas y su hermana fueron a visitarla. Tuvieron un enfrentamiento con la policía porque les impidieron entrar. Agredieron a su hermana dándole un porrazo en la cabeza y abriéndole una brecha. No dejaron que fuera al hospital. Hicieron una videollamada con una médica española y esa fue la única atención sanitaria que recibió. Desde entonces, todos los días se han repetido situaciones similares.

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Eneko Gerrikabeitia, director de la fundación Mundubat, viajó el viernes pasado, 10 de diciembre de 2021, a Madrid, para recibir el premio otorgado por la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE) a la activista saharaui Sultana Khaya. Sultana Sid Brahim Khaya, es una mujer activista defensora de los derechos humanos del Sahara Occidental, presidenta de la ‘Liga Saharaui para la Defensa de los Derechos Humanos y en Contra del Expolio de los Recursos Naturales’. Lo hizo junto con María Carrión, directora ejecutiva de FiSahara y cofundadora de Nomads HRC, ya que Khaya, no pudo disfrutar del honor de recibir su premio en persona: permanece bajo un arresto domiciliario impuesto sin ningún tipo de orden judicial por Marruecos, cercada por más de un año en su casa familiar, en la ciudad ocupada de Bojador, Sáhara Occidental.

La Asamblea Ciudadana por Torrelavega concedió este año el V Premio Esther García a la lucha popular a la activista saharaui Sultana Khaya. Este galardón, que es entregado cada año por la formación asamblearia, tiene por objeto «premiar a personas, asociaciones o colectivos que se hayan distinguido por su lucha en defensa de los derechos ciudadanos, sociales y laborales, en sintonía con los valores que representaba nuestra compañera Esther García, pudiendo ser premiadas personas o entidades de cualquier lugar del mundo». El jurado de aquella edición, formado por todos los miembros de la organización que quisieron participar, y en una asamblea extraordinaria decidieron otorgar este premio, que consiste en un reconocimiento público y en la entrega de una talla original donada y realizada por ArtAkanto, en favor de la activista saharaui Sultana Khaya.

La lucha de Sultana por la libertad se remonta a 2007 cuando en su oposición a la policía marroquí, siendo estudiante universitaria, perdió un ojo a causa de los golpes recibidos en una manifestación por los derechos de su pueblo. Desde entonces hasta ahora la activista ha continuado con su lucha.

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Cada vez que Sultana intenta salir de casa los agentes le bloquean la puerta. "Vivo en una prisión", asegura Khaya. Pese a los plásticos negros que le han puesto en las ventanas lleva tres meses haciendo fotos y vídeos para transmitir al mundo lo que está pasando alrededor de su casa. "Siempre me intentan agredir o quitar el teléfono pero he podido documentar este arresto domiciliario" sostiene orgullosa Sultana.

Gracias al activismo y a la persistencia de Khaya se ha formado un equipo multidisciplinar que trabaja para denunciar su agonía ante la comunidad internacional. "Estoy contactando con varios organismos internacionales para intentar contar mi situación y romper este bloqueo mediático", afirma con rotundidad Sultana. Organizaciones como Front Line Defenders, Democracy Now o incluso la misma Equipe Media han publicado diversos informes que acreditan el maltrato y la tortura que están viviendo desde hace meses la activista y su familia.

Tone Sørfonn Moe es una de las personas que forman parte de este equipo multidisciplinar. "Estamos en contacto frecuente con Sultana para documentar las violaciones que se están cometiendo contra ella y contra toda su familia", afirma. Es jurista noruega y trabaja de forma voluntaria con el Comité Noruego de Apoyo al Sáhara Occidental. "El movimiento de solidaridad que trabaja con los territorios ocupados del Sáhara Occidental está formado por personas de todo el mundo, con diferentes orígenes y nacionalidades. Intentamos cooperar lo más ampliamente posible" asiente Tone.

"Docenas de policías y unidades de inteligencia marroquíes han sitiado el hogar con el objetivo de infligir dolor y miedo en la familia y, en última instancia, silenciar la voz de Sultana pero también la de la comunidad saharaui en general", sentencia la jurista noruega.

Tone tiene claro que el arresto domiciliario de Khaya "se ve agravado por actos arbitrarios de violencia excesiva, amenazas e intimidaciones". Relata que el pasado 13 de febrero, Sultana agitaba una gran bandera desde su azotea cuando el comisario de policía de Bojador, Hakim Amer, lanzó una piedra y la golpeó en la cabeza. "Los vídeos y fotografías del asalto y de las heridas en la cabeza de Khaya se volvieron virales. Al día siguiente, decenas de mujeres saharauis se acercaron al hogar familiar en solidaridad alegando que ellas también eran miembros de la familia Khaya", sostiene. Fueron golpeadas por la policía. Mientras Sultana protestaba por su arresto domiciliario, el mismo oficial de policía la golpeó en la nuca con una porra y volvió a desmayarse. Asimismo, la jurista denuncia que esta misma semana decenas de saharauis han intentado traspasar las líneas policiales para visitar a la familia Khaya y todos se han encontrado con violencia. "Ahora, Sultana sigue sufriendo un dolor insoportable debido a sus heridas, especialmente después de haber sido golpeada con una piedra dejándola mareada con dificultades para levantarse y para ver", apunta Tone.

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