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15 - Marzo - 2022
>> Francis Kéré

El arquitecto burkinés Francis Kéré (Gando, Burkina Faso, 1965) se ha convertido hoy en el primer ganador africano del Premio Pritzker, considerado como el Nobel de Arquitectura. El jurado ha definido su arquitectura como una “fuente de continua y duradera felicidad y alegría”.

Kéré es pionero de la arquitectura sostenible en zonas de extrema escasez. “En un mundo en crisis, en medio de cambios de valores y generaciones, nos recuerda lo que ha sido, y sin duda seguirá siendo, una piedra angular de la práctica arquitectónica: un sentido de comunidad y calidad narrativa que él mismo es capaz de contar con compasión y orgullo”, señala el fallo del jurado.

“Espero cambiar el paradigma, empujar a la gente a soñar y arriesgarse. No porque seas rico debes desperdiciar material. No porque seas pobre que no debas intentar crear calidad”, dice Kéré en declaraciones difundidas por The Hyatt Foundation, la entidad convocante de un premio que hasta ahora ha distinguido sobre todo a arquitectos europeos, americanos y japoneses pero que en los últimos años ha dejado un poco de lado la arquitectura estrella para poner el foco en otro tipo de arquitectura más social y adaptada a las necesidades reales de la gente.

“Todos merecen calidad, todos merecen lujo y todos merecen comodidad”, continúa el galardonado. “Estamos interrelacionados y las preocupaciones sobre el clima, la democracia y la escasez son preocupaciones para todos nosotros”.

Kéré pone la arquitectura al servicio del empoderamiento y la transformación de comunidades. Comprometido con la justicia social, el autor trabaja en países marginados cargados de limitaciones y adversidades, y graves carencias en infraestructuras. Ha construido escuelas, instalaciones de salud, viviendas profesionales, edificios civiles y espacios públicos.

“Francis Kéré es un pionero de la arquitectura sostenible para la tierra y sus habitantes, en tierras de extrema escasez. Es a la vez arquitecto y servidor, mejorando las vidas y experiencias de innumerables ciudadanos en una región del mundo a veces olvidada”, comenta Pritzker. “A través de edificios que demuestran belleza, modestia, audacia e invención, y por la integridad de su arquitectura y gesto, Kéré representa dignamente la misión de este premio”.

En Gando, su localidad natal, Kéré puso en práctica su ideología construyendo una escuela primaria en 2001 con escasos recursos, diseñando unas instalaciones que pudieran combatir el calor extremo y la mala iluminación y satisficiera las necesidades sociales de la comunidad. Gracias a este proyecto, el número de estudiantes de la escuela pasó de 120 a 700.

La obra de Kéré abarca desde modestas infraestructuras como la mencionada hasta la Asamblea Nacional de Burkina Faso en Uagadugú, un encargo que aún no ha sido construido y que sustituirá al anterior edificio, destruido durante la revolución que experimentó el país en 2014. Su proyecto es una pirámide escalonada y de celosía, con un salón de actos para 127 miembros de la asamblea y una zona común exterior que fomentará los encuentros informales. También ha diseñado la futura Asamblea Nacional del país vecino Benín.

Imagen virtual de la Asamblea Nacional de Burkina Faso.

Muchas de las obras de Kéré están en otros países de África, en países como Malí, Togo, Kenia, Mozambique, Togo y Sudán, pero también ha diseñado estructuras en Dinamarca, Alemania, Italia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos, donde, a través de su trabajo, ha difundido elementos propios de la cultura africana. Por ejemplo, la tradición de reunirse bajo un gran árbol sagrado para reunirse, conversar, celebrar o contar historias tuvo su reflejo en las estructuras que diseñó para el conocido festival de Coachella (California) que con formas geométricas y coloridas emulaban la forma de un baobab hueco.

'Sarbalé Ke', obra de Kéré en el festival Coachella.

18 - Mayo - 2025
>> Kofi Nyarko

Kofi Nyarko (54 años, Nyankomasi, Ghana) tenía siete años cuando su familia descubrió unas manchas en su rostro. No les dieron mayor importancia. Con el tiempo, estas lesiones se extendieron por otras partes de su cuerpo. Ni él ni nadie de su entorno lo sabían aún, pero estas marcas eran uno de los primeros síntomas de lepra, una enfermedad cuya incubación dura entre tres y cinco años y que llevaba tiempo desarrollándose en silencio dentro de su organismo. No fue hasta años después, cuando Nyarko tenía 13 y ya arrastraba secuelas físicas, que un vendedor ambulante que pasaba por su aldea lo vio, reconoció las deformidades en sus manos y pies y lo llevó al Hospital General de Lepra de Ankaful, un centro especializado en esta dolencia. “Ese día fue la primera vez que vi a alguien sin dedos, con ambas piernas amputadas. Me quedé totalmente impactado”, recuerda ahora, más de 40 años después, en una entrevista con EL PAÍS en Bilbao, donde viajó para asistir a los Premios de la Fundación Anesvad 2025, entregados la pasada semana. Hoy, Nyarko es el presidente de IDEA Ghana (red de personas afectadas por la lepra), director de un colegio para niños con necesidades especiales y un reconocido activista en Ghana contra el estigma y el desconocimiento que aún rodea a esta enfermedad incluida dentro de la lista de Enfermedades Tropicales Desatendidas (ETD) de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que en 2023 registró oficialmente 107.000 nuevos afectados.

Kofi Nyarko, presidente de IDEA Ghana, organización que trabaja para reducir el estigma relacionado con la lepra, en una fotografía tomada el 8 de mayo en Bilbao.

Después del diagnóstico, Nyarko se trasladó a un centro de atención infantil gestionado por misioneros, donde recibió tratamiento con antibióticos. También fue sometido a varias intervenciones quirúrgicas para corregir las deformaciones en los pies provocadas por la lepra y tuvo que aprender a caminar nuevamente. Hoy, como activista, incide en la importancia del diagnóstico temprano. “Si te diagnostican a tiempo, te curas sin discapacidades. Y si no, te curas igualmente, pero las discapacidades ya no se pueden revertir”, explica. La lepra es una enfermedad que tiene cura desde hace 40 años, un tratamiento gratuito que puede prevenir sus secuelas si se inicia a tiempo. Además, una vez que el enfermo comienza a tratarse, deja de ser contagioso. La también llamada enfermedad de Hansen, en honor a su descubridor, se transmite a través de gotitas microscópicas expulsadas por nariz y boca. Sin embargo, hace falta convivir mucho tiempo con un enfermo en ambientes poco higiénicos, con mala alimentación y hacinamiento para contagiarse. Una vez recuperado, Nyarko continuó sus estudios y empezó a ir a los campamentos segregados donde vivían personas con lepra y supervivientes. “Mucha gente pensaba que, cuando tenías lepra, lo único que podías hacer era ir a la calle a pedir limosna. Cuando escuché esas historias de algunos de los ancianos de las colonias, me dije a mí mismo que tenía que cambiar esa percepción”, recuerda. Poco a poco, y usándose a sí mismo como ejemplo de que “la lepra no es el fin de tu vida, y que puedes continuar con ella después del tratamiento”, Nyarko empezó a generar conciencia sobre esta dolencia, rodeada aún hoy de desconocimiento. “Me di cuenta de que, especialmente en África, muchos creen que la lepra es cuando alguien ha perdido los dedos de las manos, de los pies o cosas por el estilo, algo totalmente incorrecto. Puedes ver a alguien sin dedos, pero que lleve curado muchos años. Otras personas piensan que no tiene cura. Y algunos creen que no la causa una bacteria, sino un espíritu maligno”, se lamenta.

En Ghana, las zonas rurales se caracterizan por una alta dependencia de la agricultura, un alto porcentaje de pobreza y una población que está disminuyendo en comparación con las áreas urbanas. La agricultura de subsistencia es común, con pequeños agricultores que enfrentan dificultades para lograr cosechas satisfactorias debido a la degradación de la tierra y los efectos del cambio climático.

Durante sus visitas a las comunidades para personas con lepra, Nyarko fue recopilando, a lo largo de los años, los nombres y lugares de origen de sus habitantes. Pronto se dio cuenta de que muchos llevaban décadas viviendo en aislamiento, marcados por el estigma y el abandono. Al activista le marcó especialmente el testimonio de una mujer que residía en uno de estos campamentos. “Me dijo: ‘Kofi, lo más triste de todo es que, cuando alguien muere aquí, todos quedamos destrozados. Hay un gran cementerio. Nosotros mismos preparamos el ataúd, colocamos a la persona dentro, rezamos por ella… y luego la enterramos”, rememora el activista. “No se permitía enviar al fallecido de regreso a sus pueblos. Tenías que enterrarlo en la colonia”, aclara Nyarko. Una vez que Nyarko lograba establecer un vínculo de confianza con los habitantes del asentamiento, les hacía una pregunta clave: después de tantos años, si tuvieras la oportunidad, ¿volverías a casa?. “Por qué no, Kofi. Pero, tal vez, si vuelvo, me enfrente a discriminación”, recuerda que le respondían. “Entonces les decía que ellos no volverían primero, que iría yo antes a la comunidad y empezaría a educarlos”. Nyarko cogía su bicicleta y a veces pedaleaba durante tres horas para llegar a las comunidades de origen de los supervivientes de lepra. Allí hablaba con los habitantes, con el jefe de la aldea. Indagaba para saber si aún tenían familiares. Les contaba que uno de los suyos vivía desde hacía mucho tiempo en uno de esos campamentos segregados. Les hablaba de la posibilidad de su regreso, de la necesidad de acogerlo de nuevo. Desde entonces y gracias a este trabajo de sensibilización y educación, más de 860 personas han podido reintegrarse en sus comunidades de origen o establecerse en aldeas cercanas.

El Brugia Malawi es el gusano responsable de causar la elefantiasis, una enfermedad que se caracteriza por el agrandamiento excesivo y anormal de algunas partes del cuerpo. En 2007 se descifró el mapa genético del gusano que provoca la enfermedad.

Otra de las labores que lleva a cabo el activista e IDEA Ghana, la organización que preside, es la de sensibilización y concienciación sobre esta enfermedad, tanto en colegios o en iglesias, como en comunidades rurales. “En todo el continente, en muchos lugares, las estrategias se enfocan en las ciudades. Pero la mayoría de problemas no están allí, sino en las zonas rurales. A veces los coches no pueden llegar, o hay que caminar cinco o seis kilómetros. Pero son esas áreas en las que hay que trabajar”, detalla. “Vamos allí, hacemos actividades de concienciación y también exámenes de la piel. Si encontramos personas sospechosas de úlcera de buruli, elefantiasis o lepra, los referimos a profesionales sanitarios”, explica. También menciona un proyecto de carteles con imágenes para un diagnóstico visual, que colocan en farmacias, clínicas, paradas de autobús o en aldeas. “A veces, alguien ve la imagen, compara su propia mancha y dice: no es esta, pero alguien de mi comunidad sí que tiene algo así. Y entonces nos llaman por teléfono y referimos a esa persona al hospital más cercano”. Para Nyarko, la situación respecto a la lepra ha cambiado mucho desde que él era un niño. Sin embargo, aún hoy en Ghana se diagnostican unos 230 casos anuales de esta enfermedad, según registros oficiales de la OMS de 2023. A la pregunta de si cree que es posible alcanzar la cero lepra en su país para 2030 (la erradicación de esta enfermedad es una de las metas recogidas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible), el activista se muestra esperanzado. “Especialmente en Ghana, de la forma en la que estamos trabajando, si seguimos así, podemos alcanzar esa meta. Hemos llegado a un punto en el que, gracias a la labor de concienciación, la gente está atenta a los síntomas”, relata. Sin embargo, el activista teme que los recientes recortes de financiación de los principales donantes afecten a la lucha contra esta y otras ETD: “[Las organizaciones] tenemos trabajo sin terminar. Si la financiación se detiene… será un problema muy serio a nivel global. Mucha gente sigue sufriendo úlcera de Buruli, elefantiasis u otras enfermedades. ¿De dónde van a sacar los medicamentos? ¿De dónde saldrán los fondos para seguir con la concienciación? La gente comenzará a morir. Tenemos que pensarlo dos veces. Si no, será un desastre”.

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