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05-Febrero-2022

Palestinan, denominado oficialmente Estado de Palestina, es un Estado con reconocimiento limitado ubicado en el Próximo Oriente, más concretamente en el Levante mediterráneo, que consta de las regiones de Cisjordania (en la que se incluye Jerusalén Este) y la Franja de Gaza. Limita con Israel, Jordania, Egipto y la ribera sudoriental del mar Mediterráneo. También es considerado un protoestado. Fue proclamado en el exilio en Argel el 15 de noviembre de 1988, cuando el Consejo Nacional de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) adoptó la declaración de independencia de Palestina de forma unilateral. En ese tiempo la OLP no ejercía control sobre territorio alguno, y era un gobierno en el exilio. Aún hoy, el territorio reclamado para el Estado de Palestina se mantiene bajo ocupación israelí. Reivindica los territorios palestinos definidos antes de la guerra de 1967, y ha designado a Jerusalén Este como su capital. En 1994, conforme a los acuerdos de Oslo entre la OLP y el Gobierno de Israel, fue establecida la Autoridad Nacional Palestina como una entidad administrativa transitoria. El 31 de octubre de 2011, fue admitida como miembro número 195 de la UNESCO, como estado miembro de pleno derecho.

El 29 de noviembre de 2012 la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó la Resolución 67/19 (proyecto de resolución A/67/L.28) en virtud de la cual concedió a Palestina la condición de «Estado observador no miembro» de la organización, reafirmando además el derecho del pueblo palestino a un territorio bajo las fronteras definidas antes de la Guerra de 1967. Esta resolución no implica aún la admisión de Palestina como miembro pleno de la organización, pues para ello se necesitaría de la aprobación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en el cual Estados Unidos se opone. El 17 de diciembre de 2014 el Parlamento Europeo apoyó públicamente el reconocimiento del Estado de Palestina, tras haberlo hecho los parlamentos de varios países miembros como Reino Unido, España, Francia, Irlanda e Italia. El reconocimiento del Parlamento Europeo y de los parlamentos nacionales es puramente simbólico, ya que el reconocimiento efectivo lo deben realizar cada uno de los gobiernos de los estados miembros. En la actualidad, el único país de la UE que lo ha reconocido siendo ya miembro de la Unión ha sido Suecia, si bien Polonia, Bulgaria, República Checa, Eslovaquia, Hungría, Rumanía, Malta y Chipre lo reconocen desde la década de los ochenta. En mayo de 2015 también fue reconocido oficialmente por la Santa Sede. A comienzos de 2018, un total de 139 Estados reconocen a Palestina como un Estado soberano.

Una imagen del fotógrafo palestino Mustafa Hassona para la agencia turca Anadolu -distribuida por Getty Images- provocó en 2018 miles de comentarios en las redes sociales. La foto recoge el momento en el que un gazatí se dispone a lanzar una piedra con una honda contra las fuerzas israelís con la mano izquierda, mientras sujeta una bandera palestina con la derecha. La escena se produjo durante las protestas que hubo en Gaza el octubre de aquel año, cerca de la línea divisoria entre la franja palestina e Israel, en las que varios manifestantes quemaron neumáticos y tiraron piedras contra soldados israelíes, que dispararon gases lacrimógenos y fuego real causando al menos 32 heridos.

La cadena de televisión catarí Al Jazeera identificó al palestino de la fotografía como Aed Abu Amro, de 22 años. "Estoy muy sorprendido de que esta fotografía se haya hecho viral. Participo en las protestas cada semana, a veces más a menudo. Ni siquiera sabía que tenía cerca a un fotógrafo", explicó Amro a Al Jazeera. "La bandera que sujeto (en la imagen) es la misma que siempre llevo a todas las protestas a las que he asistido. Mis amigos se ríen de mi, dicen que es más fácil tirar piedras sin aguantar la bandera en la otra mano, pero ya me he acostumbrado", añadió el protagonista de la foto viral.

La imagen, compartida en diversas redes sociales por miles de personas, se ha vinculado al famoso cuadro del pintor francés Eugene Delacroix "La Libertad guiando al pueblo", pintado en 1830 y que se conserva en el Museo del Louvre, en París. El lienzo representa a los parisinos que levantaron barricadas el 28 de julio de 1830, cuando el rey Carlos X de Francia suprimió el Parlamento por decreto y estallaron disturbios. Las protestas desembocaron en una revolución ciudadana.

El término "Palestina" proviene del antiguo pueblo de los filisteos, mencionados en la Biblia y otros textos antiguos, como ocupantes de la faja costera al sur de Siria y Fenicia. Esta etnia, integrada por inmigrantes vinculados a los pueblos del mar (quizás de procedencia egea, aunque no es seguro) se asentó en el territorio conocido como Canaán durante la transición entre la Edad del Bronce y del Hierro; aproximadamente en el siglo XII a. C.

Formaron una confederación de cinco ciudades (Pentápolis filistea) entre Jope y Gaza, adoptaron costumbres cananeas y se convirtieron en la potencia dominante de la región durante el siglo X a. C., reemplazando la hegemonía egipcia en la región. Merced a su uso del hierro, dominaron a las poblaciones del interior, las tribus hebreas, con las cuales libraron cruentas batallas. Esta enemistad quedó reflejada en la Biblia y transformó el término filisteo en una designación peyorativa.

La historiografía del territorio llamado Palestina está marcada en gran medida por dos factores relacionados que son las tradiciones religiosas y las disputas territoriales. Algunos autores, como Dever o Pfoh, sostienen que para evitar la lectura fundamentalista o nacionalista debe interpretarse de manera crítica la evidencia arqueológica y epigráfica utilizando los textos bíblicos con extrema cautela, dado su carácter secundario. Pfoh destaca que: "... la historia que obtendremos siguiendo esta metodología será bastante diferente de la que podemos leer en la narrativa bíblica, o incluso en ciertos estudios históricos modernos". Uno de los antecedentes más remotos de asentamientos humanos en la región del levante mediterráneo corresponden a la Cultura Natufiense que tuvo presencia entre el 12,500–9,500 a.C., extendiéndose por los actuales territorios de Siria, Jordania, Líbano, Israel y Palestina. Los cananeos por su parte, serían los primeros habitantes históricos de la región, conocida entonces como Canaán (un término que aparece en documentos egipcios del Antiguo Imperio). Durante el III milenio a. C. los cananeos establecieron ciudades-estado, entre ellas Jericó, Megido y Hazor. Desarrollaron un alfabeto a partir del cual se derivaron otros sistemas de escritura; por otro lado, su religión tuvo una importante influencia en las creencias y prácticas del judaísmo, y, más tarde, en el cristianismo y el islamismo. En el siglo XIII o XII a. C. aparecieron en el territorio los filisteos, un pueblo ligado a las migraciones de los pueblos del mar, quienes se instalaron en la costa, la actual Franja de Gaza, formando una federación de cinco ciudades. En la misma época aparecieron en la región interior las tribus hebreas, seminómadas y ganaderas emparentadas con los posteriores arameos, las cuales formaron una confederación que aparece testimoniada hacia el 1210 a. C. (estela de Merenptah). Según sus propios relatos, conservados en la Biblia y puestos por escrito siglos después, estas tribus habían sido oprimidas en Egipto hasta que el profeta Moisés, por orden de su dios Yavé, las liberase y condujera hasta Canaán. El lugarteniente y sucesor del Moisés, Josué, habría conquistado la mayor parte de Canaán, la "Tierra Prometida" por Yavé a los Patriarcas hebreos. Estas tribus hebreas tenían el mismo origen que los cananeos y hablaban su mismo idioma, por lo que los investigadores se inclinan a considerarlas un emergente de las poblaciones locales que tomó el control del territorio a expensas de las ciudades estado al final de la edad de Bronce.

Los israelitas, una confederación de tribus hebreas, parecen haber controlado el territorio interior en torno al siglo XII a. C., pero no ocurrió lo mismo con los filisteos, que habrían establecido un estado propio en la costa meridional de Palestina y controlaban varias ciudades al norte y al este, pero siempre en la costa, quedando sus límites territoriales aproximadamente entre la franja terrestre de Gaza, Ascalón y Asdod. Con una organización militar superior y gracias al uso de armas de hierro, derrotaron severamente a los israelitas en torno al 1050 a. C. La amenaza filistea obligó a los israelitas a unirse y a establecer una monarquía. Según la Biblia, David, rey de Judá e Israel, derrotó a los filisteos poco después del año 1000 a. C. La federación filistea perdió su autonomía temporalmente durante el siglo X a. C. bajo la hegemonía egipcia, y definitivamente tras la conquista asiria de 722 a. C. Nabucodonosor II devastó el territorio filisteo en 604 a. C. y, como el resto de Oriente Medio, cayeron en manos del imperio de Alejandro Magno. Para dicho momento, parece que los filisteos ya habían perdido buena parte de o prácticamente toda su identidad cultural. Con todo, el término Palestina, en su forma actual, siguió utilizándose como término geográfico, referido a un área cada vez más extensa, en la cual se solía incluir las ciudades de la costa además de Samaria y Judea.

La unidad de Israel y la debilidad de los imperios adyacentes permitió a David, según el relato bíblico, establecer un gran reino independiente, cuya capital fue Jerusalén. Bajo su hijo y sucesor, Salomón, Israel disfrutó de paz y prosperidad, pero a su muerte en el año 922 a. C. el reino fue dividido en dos: Israel, al norte, y Judá, al sur. Algunos autores como Finkelstein y Silberman, sin embargo, basándose en la interpretación de los restos arqueológicos y el estudio crítico de los textos bíblicos, consideran problemática esta reconstrucción de la historia de Israel. Sostienen que el reino de Israel, basado en las ciudades de la región central (la tribu de Efraím) surgió en torno al siglo IX a. C. y que Judá, el reino del sur, era un estado menor hasta la invasión asiria.

El levita de Efraín , Francesco Hayez (1842-1844).

Cuando los imperios cercanos reanudaron su expansión, los israelitas, divididos, no pudieron mantener durante más tiempo su independencia. Israel cayó ante Asiria en los años 722 y 721 a. C., y Judá fue conquistado en el año 586 a. C. por Babilonia, que destruyó Jerusalén y exilió a gran parte de los judíos que la habitaban. Las tribus israelitas fueron deportadas y, según la Biblia, su lugar fue ocupado por una población extranjera; los samaritanos. Este pueblo, sin embargo, sostiene que es descendiente directo de los antiguos israelitas. Los judíos deportados a Bablionia, sin embargo, mantuvieron su identidad nacional y religiosa en el exilio; algunos de sus mejores escritos teológicos y muchos libros históricos del Antiguo Testamento fueron escritos durante este periodo. El recuerdo de la tierra de Israel estaba patente en sus escritos.

Cuando Ciro II el Grande de Persia conquistó Babilonia en el año 539 a. C. les permitió regresar al antiguo territorio. Bajo el dominio persa los judíos recibieron una considerable autonomía. Reconstruyeron las murallas de Jerusalén y codificaron la ley mosaica, la Torá, que se convirtió en el código de la vida social y la práctica religiosa. A la dominación persa, le siguió el gobierno griego cuando Alejandro Magno conquistó la región en el 333 a. C. Los sucesores de Alejandro, miembros de la dinastía Tolemaica de Egipto y de la Seléucida de Siria, continuaron gobernando la zona. Estos últimos intentaron imponer la cultura y religión helenística a la población. En el siglo II a. C., sin embargo, los judíos, dirigidos por la familia de los Macabeos, se rebelaron y organizaron un estado independiente (entre el 141 y el 63 a. C.) que sería llamado o conocido como el Reino Asmoneo hasta que Cneo Pompeyo Magno conquistó el Reino Asmoneo para Roma y la convirtió en una provincia gobernada por dirigentes judíos cambiando su nombre a Provincia de Judea. Durante el reinado del rey Herodes el Grande (desde el 37 hasta el 4 a. C.), nació Jesús de Nazaret, figura central del cristianismo.

Jesús de Nazaret, también llamado Cristo, Jesucristo o simplemente Jesús (provincia de Judea, Imperio romano; ca. 4 a. C.Nota -Jerusalén, Imperio romano; 30-33 d. C.), fue un predicador y líder religioso judío del siglo I. Es la figura central del cristianismo y una de las más influyentes de la historia. En la imagen, la visión de El Greco.

Estallaron dos revueltas judías contra la dominación romana (del 66 al 73 d. C. y del año 132 al 135), pero fueron reprimidas. Después de la segunda, la destrucción de Jerusalén y la dura represión sobre los judíos provocó su diáspora hacia otros territorios. Según algunos autores el territorio de la provincia de Judea pasó a llamarse Palestina con el fin de desligar a los judíos del territorio. Prohibiéndoseles, además, entrar en la ciudad de Jerusalén que fue renombrada Aelia Capitolina. La región, ahora conocida como Palestina, recibió una atención especial cuando el emperador romano Constantino I el Grande legalizó la actividad de la hasta entonces perseguida Iglesia cristiana en el año 313 a través del denominado Edicto de Milán. Su madre, Elena, visitó Jerusalén. Palestina, considerada la Tierra Santa, se convirtió en el centro de las peregrinaciones cristianas. La consecuencia de esto fue una época de prosperidad, seguridad y desarrollo de la actividad cultural. La mayor parte de la población se helenizó y cristianizó. No obstante, el gobierno bizantino fue interrumpido durante una breve ocupación persa (614-629) y finalizó por completo cuando los ejércitos musulmanes conquistaron Jerusalén en el año 638.

La conquista árabe inició mil trescientos años de presencia musulmana en Palestina, un territorio sagrado para los musulmanes porque el profeta Mahoma había designado Jerusalén como la primera quibla, dirección hacia la que los musulmanes deben dirigir sus plegarias; si bien posteriormente y hasta la actualidad, la oración debe efectuarse con los fieles orientados hacia la ciudad de La Meca. Además se difundió la creencia de que el Profeta había ascendido al cielo en el Miraj, un viaje místico desde el lugar donde se alzó el templo de Salomón, en el cual más tarde se construyó la cúpula o Mezquita de la Roca. También cabe destacar que figuras bíblicas asociadas a la región de Palestina tienen consideración de profetas en el islam, como es el caso de David, Salomón, Abraham o Jesús.

En la religión musulmana, se considera a Mahoma «el último de los profetas», quien es la culminación de una larga cadena de mensajeros enviados por Dios para actualizar su mensaje, entre cuyos predecesores se cuentan Abraham, Moisés y Jesús de Nazaret.

Jerusalén se convirtió así en la tercera ciudad sagrada del islam. Los gobernantes musulmanes, en un principio, no obligaron a los habitantes locales a adoptar su religión; de hecho, pasó más de un siglo antes de que se convirtiera la mayoría al islamismo. Los cristianos y judíos eran considerados dhimmi (‘pueblos del Libro’). Se les concedió el control autónomo de sus comunidades y se les garantizó seguridad y libertad de culto. La mayor parte de los habitantes adoptaron la cultura árabe e islámica. Palestina se benefició del comercio entre los territorios musulmanes y de su trascendencia religiosa durante el gobierno de la primera dinastía musulmana, los Omeyas de Damasco. Cuando el califato pasó a manos de los Abasíes de Bagdad en el año 750, Palestina quedó olvidada. Sufrió desórdenes y la dominación sucesiva de los selyúcidas, los fatimíes, los mongoles y los cruzados europeos. Con todo, participó del esplendor de la civilización musulmana del momento, en concreto, en lo relativo a la ciencia, el arte, la filosofía y la literatura. Con posterioridad, Palestina decayó bajo el reinado de los mamelucos y comenzó su decadencia.

Los turcos otomanos de Asia Menor derrotaron a los mamelucos en 1517 y, con pocas interrupciones, gobernaron Palestina hasta 1917. El país quedó dividido en varios distritos (denominados sanjaks o sanjacados), como el de Jerusalén. La administración de estos distritos se confió en su mayor parte a los palestinos arabizados, descendientes de los cananeos y de los colonizadores posteriores. No obstante, las comunidades cristiana y judía recibieron una amplia autonomía. Palestina participó del esplendor del Imperio otomano durante el siglo XVI, pero perdió toda importancia con la decadencia de este en el siglo XVII —lo que afectó a la actividad económica en el territorio y provocó el consiguiente descenso demográfico—, que continuó hasta el siglo XIX. En esa época, las potencias europeas, en busca de materias primas y mercados, y llevadas también por intereses estratégicos, llegaron a Oriente Próximo, estimulando el desarrollo social y económico. Entre 1831 y 1840, Mehmet Alí, el virrey (pachá) de Egipto, partidario de la modernización, expandió su área de influencia hasta Palestina. Sus reformas políticas supusieron la eliminación del orden feudal, el incremento de la agricultura y la mejora de la educación. El Imperio otomano reafirmó su autoridad en 1840 e instituyó sus propias reformas. A partir de 1880 colonos alemanes e inmigrantes judíos llevaron a la zona la maquinaria moderna y el capital que la región necesitaba urgentemente. El auge del nacionalismo europeo durante el siglo XIX, y especialmente la intensificación del antisemitismo a partir de 1880, estimuló a los judíos europeos a buscar refugio en su "tierra prometida" (Eretz Israel). El escritor y periodista Theodor Herzl, autor de El estado judío (1896), fundó la Organización Sionista Mundial en 1897 para resolver el “problema judío” en Europa. Como resultado, la emigración judía a Palestina se incrementó de manera espectacular. En 1880, los árabes palestinos constituían alrededor del 95 % de una población total de 450.000 habitantes. No obstante, algunos dirigentes palestinos reaccionaron con alarma ante la emigración, la compra de terreno y las reivindicaciones judías, y desde entonces se convirtieron en inexorables opositores al sionismo.

Theodor Herzl, también conocido como Teodoro Herzl en países hispanos, fue un periodista, dramaturgo, activista político y escritor austrohúngaro de origen judío, fundador del sionismo político moderno.

La promesa que los británicos hicieron a los dirigentes árabes, en especial a través de la correspondencia mantenida (1915-1916) con Husein ibn Alí —gran jerife (perteneciente a la familia de Mahoma) de La Meca—, de conceder la independencia de sus territorios tras la conclusión de la Primera Guerra Mundial, permitió la expulsión de los turcos de Palestina entre 1917 y 1918. Los británicos, sin embargo, no mantuvieron sus promesas a los árabes. Así, en el tratado secreto Sykes-Picot firmado con Francia y Rusia en 1916, Gran Bretaña se comprometía a dividir y gobernar la región con sus aliados. Posteriormente, a través de la Declaración Balfour (1917), Gran Bretaña declaró que:

El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina.

La Declaración Balfour fue una manifestación formal pública del gobierno británico durante la Primera Guerra Mundial, para anunciar su apoyo al establecimiento de un «hogar nacional» para el pueblo judío en la región de Palestina, que en ese entonces formaba parte del Imperio otomano.

El 2 de noviembre de 1917, el ministro británico de Asunto Exteriores, Arthur Balfour, dirigía una carta a Lionel Walter Rotschild, miembro eminente de la comunidad judía en Gran Bretaña y gran patrocinador del movimiento sionista. Esta carta, conocida con el nombre de "declaración Balfour" es un momento clave de la historia de Palestina, puesto que por primera vez el gobierno de una gran potencia se comprometía a apoyar al movimiento sionista, entonces ultraminoritario entre las comunidades judías. La declaración Balfour sella la alianza entre sionismo e imperialismo, al mismo tiempo que sella la suerte de las y los palestinos que son simbólicamente desposeídos de su tierra por una potencia colonial que la atribuye a un movimiento del que numerosos dirigentes no ocultan su intención de desposeerles de ella físicamente. Para el escritor Arthur Koestler, con la declaración Balfour, "una nación prometió solemnemente a una segunda el territorio de una tercera".

Esta declaración se incorporó posteriormente como promesa al mandato conferido a Gran Bretaña por la Sociedad de Naciones en 1922. Durante su mandato (1922-1948) los británicos encontraron difícil reconciliar las promesas hechas a ambas comunidades. Las organizaciones sionistas mantuvieron la emigración judía a gran escala y algunos hablaron de la constitución de un Estado judío en toda Palestina. Además, otras declaraciones de potencias internacionales apoyaban la idea del reconocimiento del estado judío, entre ellas podemos citar la Declaración Cambon, emitida en 1917 por Francia, y una manifestación semejante también fue emitida por el Imperio Alemán, además, de forma paralela, para los años 1920/1930 el futuro estado judío ya disponía de importante infraestructura y desarrollo autónomo judío en Palestina. Esta actitud provocó el rechazo de los palestinos, temerosos de ser desposeídos de sus territorios por los sionistas, a pesar de que el mandato británico ya había divido a Palestina en dos Estados, cediendo en el 70/80 % del territorio de Palestina al estado o Reino de Transjordania (actual Jordania), como una solución para la creación en Palestina de dos estados, uno judío y el otro árabe, y dejando el restante 20/30 % para la creación de un futuro estado judío. Aun así, los pobladores árabes, todavía una amplia mayoría de la población, no quedaron conforme con ello y se produjeron ataques antisemitas en Jerusalén (1920) y Jaffa (1921). Posteriormente, en 1922, a causa de la presión política que ejercían los árabes sobre el Reino Unido y los excesivos y contradictorios compromisos asumidos por Inglaterra con múltiples bandos -que muchas veces eran rivales entre sí- durante la Primera Guerra Mundial, una declaración británica rechazó las reivindicaciones sionistas sobre toda Palestina y limitó la inmigración judía, pero reafirmó el apoyo al “hogar nacional judío”.

Los británicos propusieron establecer un consejo legislativo, pero los palestinos rechazaron este consejo por considerarlo contrario a sus intereses, fuertemente promovidos por el líder árabe Amin al-Husayni, Gran Mufti de Jerusalén y estableció conversaciones con Hitler en la Segunda Guerra Mundial. Después de 1928, cuando la inmigración judía se incrementó ligeramente, la política británica a este respecto osciló bajo las conflictivas presiones árabe-judías. La afluencia de judíos procedentes de Europa central aumentó bruscamente tras la llegada del régimen nazi a Alemania en 1933; así, en 1935 casi 62.000 judíos entraron en el Mandato de Británico de Palestina. El temor a la dominación judía y la creación de un estado propio judío fue la principal causa de la revuelta árabe que estalló en 1936 y continuó intermitentemente hasta 1939. En esa época Gran Bretaña había restringido de nuevo la inmigración y la adquisición de tierras por parte de los judíos.

Muhammad Amin al-Husayni fue un líder nacionalista árabe palestino y un líder religioso musulmán en su calidad de gran muftí de Jerusalén y a quien Netanyahu culpa de instigar el Holocausto.

La lucha por el control de Palestina, que se mitigó durante la Segunda Guerra Mundial, se reanudó en 1945. El Holocausto despertó la simpatía mundial por los judíos europeos y por el sionismo, y, a pesar de que el Reino Unido aún rechazaba admitir a 100.000 judíos supervivientes en Palestina, muchas víctimas de los campos de concentración nazis consiguieron entrar ilegalmente. Varios planes para resolver el problema palestino fueron repudiados por ambas partes. Finalmente, los británicos declararon el Mandato impracticable y traspasaron el problema a la recién creada Organización de las Naciones Unidas en abril de 1947. Judíos y árabes se prepararon para un enfrentamiento. Aunque los árabes superaban a los judíos en número (1.259.000 frente a 579.000 respectivamente), estos últimos estaban mejor preparados, habiendo desarrollado en los años precedentes las estructuras necesarias para alcanzar el umbral estatal. Los judíos tenían un gobierno semiautónomo, dirigido por David Ben Gurión, y una milicia bien entrenada y experimentada, la Haganá, mas con escaso y mediocre armamento, llegando al caso de tener un rifle por cada tres soldados. Los árabes, por otra parte, nunca se habían recobrado de la fallida revuelta ya que los intereses y aspiraciones propias los tenían fuertemente divididos, además de que la mayoría de sus dirigentes habían sido apresados, habían muerto en combate o se hallaban en el exilio. El muftí de Jerusalén, su principal portavoz, se negó a aceptar el plan de la ONU elaborado en noviembre de 1947 y que establecía la división de la zona en dos estados, uno árabe y otro judío, mientras que los judíos lo aceptaron. La lucha militar posterior sería conocida como la guerra árabe-israelí de 1948. En este conflicto, los intereses árabes fueron defendidos por organizaciones militares palestinas o por pequeños contingentes de países árabes de la zona, mientras que el recién creado Estado de Israel, con su ejército y sus grupos paramilitares. A pesar de tener una fuerza política y militar aparentemente mayor que los judíos palestinos, ya que disponían de fuerte armamento (disponiendo de aviones y vehículos de combate), especialmente las tropas de Transjordania y Egipto, la implicación de los países árabes fue simbólica y, en el caso de Transjordania, incluso pactó con Israel una división del Mandato británico de Palestina por la que Cisjordania quedaría en manos jordanas y la legión jordana no atacaría al Estado de Israel. Se impuso un parcial bloqueo internacional de venta de armamento militar hacía el nuevo estado judío, aunque Checoslovaquia fue el único país que aceptó vender armamento al Estado de Israel durante el conflicto. Los árabes palestinos fueron finalmente derrotados por el ejército israelí.

Cisjordania: 6 preguntas para entender cuál es la situación y los planes de Israel para anexionarse parte de ese territorio palestino.

Al finalizar la guerra, y una vez firmados los acuerdos de armisticio con los diversos países con los que había combatido, Israel quedó en posesión del 78 % del antiguo Mandato británico de Palestina, mientras que Jordania ocupó Cisjordania (posteriormente se la anexionaría sin apenas reconocimiento internacional) y Egipto hizo lo propio con la Franja de Gaza. La guerra supuso la expulsión o el exilio de aproximadamente 780.000 árabes palestinos en lo que se ha dado en conocer como la Nakba. Estos refugiados escaparon a los países árabes vecinos, como Líbano o Jordania principalmente, donde crearon una identidad nacional y el deseo de regresar a Palestina y recuperar los bienes que habían dejado atrás con su marcha. Al término de la guerra, Israel negó a estos refugiados el derecho de retorno a los hogares que habían tenido que abandonar, mientras aprobaba la denominada Ley de Retorno que proporcionaba residencia y ciudadanía israelí a todos los judíos que emigrasen a Israel. Poco después nació la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Medio, conocida comúnmente por las siglas UNRWA, que estableció numerosos campos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria, Cisjordania y la Franja de Gaza destinados a dar apoyo a los refugiados palestinos de la guerra árabe-israelí de 1948. En cuanto a los palestinos que habían permanecido dentro de las recién creadas fronteras de Israel, se convirtieron en una minoría y fueron gobernados por una administración militar hasta 1966.

Un año después, en 1967, Israel atacó simultáneamente a Egipto, Siria y Jordania en la Guerra de los Seis Días y obtuvo una victoria aplastante, conquistando Cisjordania y Jerusalén Este de Jordania, los Altos del Golán de Siria y la Franja de Gaza y la península del Sinaí de Egipto. Salvo esta última, que fue devuelta a Egipto tras los Acuerdos de paz de Camp David en 1978, el resto siguen a día de hoy bajo un régimen de ocupación israelí declarado ilegal por la ONU en numerosas resoluciones.

Se conocen como los acuerdos de Camp David a los que fueron firmados por el presidente egipcio Anwar el-Sadat y el primer ministro israelí Menájem Beguín el 17 de septiembre de 1978 tras doce días de negociaciones secretas con la mediación del presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter.

En 1993, tras décadas de conflictos violentos entre palestinos e israelíes, los dirigentes de cada bando aceptaron la firma de un histórico acuerdo de paz. Yasir Arafat, dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina, y el primer ministro israelí Isaac Rabin se reunieron en los Estados Unidos el 13 de septiembre de 1993, para firmar el acuerdo de paz para la región. El plan contemplaba la autonomía de los territorios ocupados por Israel, que debía iniciarse en la Franja de Gaza y Jericó. La administración palestina sobre parte de estas áreas comenzó en mayo de 1994.

Las elecciones celebradas en los territorios autónomos palestinos reafirmaron la dirección de Yasir Arafat y de la OLP, pero las actitudes intransigentes de extremistas judíos (asesinato del primer ministro israelí Isaac Rabin en noviembre de 1995) y del grupo palestino Hamas (que ha llevado a cabo atentados terroristas indiscriminados en las principales ciudades de Israel) han puesto varias veces en peligro todo lo acordado en ese primer tratado de paz global y todos los que le siguieron. En ese contexto de avance hacia la plena pacificación de la región, a finales de octubre de 1999 (con cinco años de retraso) los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania bajo control de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) quedaron unidos a través de una carretera de 44 kilómetros de longitud que atraviesa territorio israelí desde el puesto de Erez (al norte de la Franja de Gaza) hasta la ciudad autónoma de Tarqumiyah (en Cisjordania). Su apertura supuso el fin de la incomunicación que habían sufrido durante años tres millones de palestinos de ambos sectores ocupados por Israel en 1967.

Israel reabrió en 2016, después de casi 10 años, el paso de Erez con Gaza (en la foto). Los camiones, automóviles y personas pasaban nuevamente desde Israel a la Franja. El paso de Erez estaba cerrado desde el año 2007, lo cual obligaba a usar el paso meridional de Kerem Shalom. El consiguiente tráfico de cientos de medio pesados y de automóviles, que cotidianamente atravesaban la zona, había generado las quejas de los habitantes de las ciudades israelíes. En mayo, el entonces ministro de Defensa, Moshe Yaalon, había anunciado la reapertura de Erez para permitir que el flujo de mercaderías hacia Gaza fuera más simple, y reducir así la congestión de Kerem Shalom.

Entre agosto y septiembre de 2005, en virtud del denominado Plan de Desconexión promovido por el gobierno de Ariel Sharón, Israel desmanteló los asentamientos de la Franja de Gaza y procedió a la retirada de todos sus efectivos militares; se ponía así fin a una situación que perduraba desde la Guerra de los Seis Días. La Franja de Gaza pasó a depender de la ANP, aunque Israel conservó el control de las aguas jurisdiccionales, del espacio aéreo y de las fronteras, y por ello la comunidad internacional sigue considerando a la Franja de Gaza como territorio ocupado. El 29 de enero de 2019, el primer ministro Rami Al-Hamdallah, junto con su gobierno de unidad, renunció ante el Presidente Mahmoud Abbas, quien aceptó la misma indicando la pronta formación de un nuevo gobierno. El 13 de abril, Mohammad Shtayyeh asumió como nuevo gobernante. Después de 15 años de gobernar ininterrumpidamente sin elecciones democráticas, las primeras elecciones parlamentarias y presidenciales desde 2006 estaban previstas para mayo y julio de 2021, pero en abril de 2021 el presidente Mahmoud Abbas volvió a posponerlas, tanto las legislativas como las presidenciales. Hamás se pronunció en contra de la decisión de posponerlas y aseguró que el líder palestino utiliza la cuestión de Jerusalén como excusa para evitar unas elecciones que un Fatah dividido podría perder frente a Hamás.

Mahmud Ridha Abás es un político palestino que ejerce como actual y primer Presidente de Palestina desde el 2 de junio de 2014, siendo anteriormente el tercer Presidente de la Autoridad Nacional Palestina, desde 2005 hasta 2013.

El Estado de Palestina carece de independencia de facto. Su extensión geográfica se identifica generalmente con los Territorios Palestinos, cuyos límites son motivo de disputa con Israel, si bien la Organización de Naciones Unidas reconoce las fronteras de 1967 previas a la Guerra de los Seis Días. En 1974 la Asamblea General de la ONU reconoció a la OLP como representante del pueblo palestino, otorgándole la condición de observadora. Ha podido desde entonces participar en todos los trabajos de la Asamblea y en las conferencias internacionales convocadas por la ONU, y desde 1976, ha sido invitada regularmente por el Consejo de Seguridad a participar en sus deliberaciones sobre la situación en el Oriente medio, la cuestión de Palestina y asuntos conexos. Desde el 15 de diciembre de 1988, la ONU utiliza el término «Palestina» en lugar de «Organización para la Liberación de Palestina» (OLP) en su organización, sus agencias y sus organismos afiliados. El Estado palestino fue reconocido como tal por 94 países tras su proclamación en 1988, y para enero de 2012, 130 países miembros de la ONU lo habían reconocido formalmente. Existen sin embargo diversos estatus de reconocimiento que la nación palestina ha ido alcanzando a lo largo de los años. Entre las principales potencias mundiales, los Estados Unidos no reconocen aún a Palestina como un Estado independiente, pero sí afirman que dicho reconocimiento deberá ser la consecuencia final de las conversaciones de paz que, bajo su patrocinio, vienen sosteniéndose desde hace muchos años con el Estado de Israel. Consideran a la Autoridad Nacional Palestina como un interlocutor válido que representa los intereses de la Nación Palestina, y otorgan a sus representantes un estatus diplomático especial. La Unión Europea manifestó, en 2010, que reconocería al Estado Palestino cuando llegase «el momento oportuno», adoptando en un primer tiempo una posición similar a la estadounidense, pero en diciembre de 2014 aprobó apoyar su reconocimiento y animó a la jefa de la diplomacia europea a promover dicho reconocimiento en todos los Estados de la Unión. Al margen de estas posiciones intermedias, la mayor parte de naciones del orbe sí han reconocido oficialmente a Palestina como un Estado independiente, como ocurre con gran parte de los países árabes y africanos, así como algunos de Europa del este y de Asia.

Qué es Hamas, el enemigo más obstinado de Israel.

Desde diciembre de 2010, diversos gobiernos latinoamericanos emitieron una serie de pronunciamientos reconociendo oficialmente a Palestina como un Estado. Así, los gobiernos de Argentina, Costa Rica, Brasil, Paraguay, Surinam, Uruguay y Honduras han reconocido a Palestina como Estado libre e independiente con las fronteras definidas antes de 1967, como lo han hecho los países que integran el ALBA (Antigua y Barbuda, Bolivia, Cuba, Dominica, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y las Granadinas, Venezuela). Por su parte, los gobiernos de Chile, Perú y El Salvador también han efectuado este reconocimiento, aunque sin realizar precisión alguna sobre las fronteras que deberían regir al nuevo Estado. Adicionalmente, México mantiene relaciones “de representación” con Palestina. El 31 de octubre de 2011, la Asamblea General de la Unesco admitió en su seno a Palestina como Estado miembro. 107 de los 194 Estados miembros de la organización de la ONU votaron a favor, 14 en contra y 52 se abstuvieron. Votaron en contra, entre otros, Israel y Estados Unidos, además de Canadá y República Checa.

Los Estados Unidos, el mayor contribuyente de la Unesco, anunciaron que dejaban de contribuir al presupuesto de la organización, dado que una ley federal prohíbe financiar a las agencias de la ONU que reconozcan a Palestina como Estado. Este hecho equivale a la reducción del presupuesto de la organización en un 22 %. En enero de 2015 el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, confirmó que Palestina se unirá a la Corte Penal Internacional (CPI) el 1 de abril de dicho año como Estado miembro pleno. El 29 de noviembre de 2012 la Asamblea General de la ONU aprobó la Resolución 67/19 mediante la cual se acordaba el ingreso de Palestina como «Estado observador no miembro» con las fronteras definidas antes de 1967 con 138 votos a favor, 41 abstenciones y 9 en contra.

Los 9 votantes en contra fueron Estados Unidos, Canadá, Israel, República Checa, Panamá, Palaos, Estados Federados de Micronesia, Nauru y las islas Marshall. Casi la totalidad de América Latina votó a favor, excepto Panamá que votó en contra y Colombia, Guatemala y Paraguay que se abstuvieron de votar, África, Asia, además de la mayoría de los países europeos como España, Francia, Italia y Rusia votaron a favor.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, conocida abreviadamente como Unesco, es un organismo especializado de las Naciones Unidas.

El Reino Unido, Australia y Alemania se abstuvieron en la votación. Su gobierno afirmó apoyar la solución de dos estados. El Parlamento británico aprobó el 13 de octubre de 2014 una resolución no vinculante –apoyada por 274 diputados frente a 12 votos en contra— que pedía por primera vez al Gobierno que reconozca el Estado palestino. La resolución 67/19 de la ONU, copatrocinada por 60 países, instó a reanudar las negociaciones por la paz y se pronunció «a favor de los derechos inalienables del pueblo palestino y pugna por el fin de la ocupación iniciada en 1967 y por un Estado palestino independiente, soberano, democrático y contiguo con las fronteras definidas antes de 1967». La resolución también expresó su esperanza por una solución de dos Estados conviviendo en condiciones de paz y seguridad y la «esperanza de que el Consejo de Seguridad considere favorable la solicitud presentada el 23 de septiembre de 2011 por Palestina para su admisión a la ONU como Estado de pleno derecho». El secretario general, Ban Ki-moon, reclamó el derecho legítimo de los palestinos a tener un Estado independiente y el de Israel a vivir en paz y seguridad. Al mes siguiente, en diciembre de 2012, la ONU sustituyó el nombre de «Palestina» por el de «Estado de Palestina», reconociendo implícitamente a Mahmud Abbas como presidente del nuevo Estado. En consonancia con la terminología adoptada por las Naciones Unidas, un decreto promulgado el 5 de enero de 2013 por el presidente palestino sustituyó oficialmente el nombre de «Autoridad Nacional Palestina» por «Estado de Palestina». El 29 de octubre de 2014, Suecia reconoció a Palestina como Estado, poco después de que el Parlamento británico y el Senado irlandés pidieran a sus Ejecutivos que la reconociesen oficialmente. Suecia fue el tercer país de la UE en reconocer oficialmente al Estado de Palestina, después de Malta y Chipre. El 18 de noviembre de 2014, las Cortes Generales de España aprobaron con 319 a favor, una abstención y dos en contra, una proposición no de ley por la que se instaba al Gobierno a reconocer a Palestina como Estado independiente y soberano. El 2 de diciembre de 2014 la Asamblea Nacional Francesa aprobó, con 339 votos a favor, 131 en contra y 16 abstenciones, una resolución que invita a su gobierno a reconocer el Estado Palestino. El 13 de mayo de 2015, la Santa Sede reconoció al Estado de Palestina y expresó su apoyo a la política de los dos Estados, Israel y Palestina, conviviendo en paz y seguridad, en diciembre de 2015 el Parlamento griego aprobó una resolución que insta al Gobierno al reconocimiento de Palestina como Estado. El 3 de agosto de 2018 Colombia reconoció a Palestina como un estado soberano, movimiento seguido por San Cristóbal y Nieves el 30 de julio de 2019.

Ban Ki-moon; Eumseong, 13 de junio de 1944, es un diplomático surcoreano, secretario general de las Naciones Unidas entre enero de 2007 y diciembre de 2016. En el año de su graduación universitaria se unió al Ministerio de Asuntos Exteriores de Corea del Sur y recibió su primer puesto en Nueva Delhi.

La Ley Básica palestina de 2003, enmendada en 2005, define el marco legal y constitucional del sistema gobernativo palestino a la espera de que se constituya el Estado de Palestina. Fue elaborada a partir de un borrador redactado por el Consejo Legislativo Palestino en 1997 y promulgado en 2002 tras su aprobación por Yasir Arafat, entonces Presidente de la ANP. Define el gobierno de Palestina como una democracia parlamentaria basada en el pluralismo político, la primacía del derecho y la separación de poderes.

Desde su creación en 1964, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) ha sido el organismo representativo del pueblo palestino de los Territorios Ocupados, de los campos de refugiados en los países árabes y de la diáspora. Es un amplio frente nacional compuesto de numerosas organizaciones políticas, de organizaciones civiles y de personalidades independientes de todos los sectores de la sociedad palestina. Los grupos islámicos no participan en la OLP que siempre ha mantenido las actividades políticas separadas de las religiosas. Desde 1974, la OLP desempeña un papel diplomático fundamental: es el representante legítimo de Palestina ante las Naciones Unidas, el Movimiento de Países No Alineados, la Organización de la Conferencia Islámica y muchos otros foros internacionales.

Los órganos directivos de la OLP son:

- El Consejo Nacional Palestino.

- El Consejo Central.

- El Comité Ejecutivo.

La OLP ha actuado de gobierno en el exilio de los palestinos hasta la constitución de la Autoridad Nacional Palestina en 1994, el primer órgano gobernativo de Palestina. Tras las primeras elecciones generales celebradas en enero de 1996 en los territorios palestinos, Jerusalén incluida, la OLP ha obrado a favor del establecimiento y reforzamiento de la ANP, y por lo tanto va cediéndole paulatinamente responsabilidades. Estas estructuras gobernativas se encuentran en remodelación para adaptarse a la creación de un verdadero Estado.

La creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) en el marco de los Acuerdos de Oslo en 1993 marcó el inicio del desarrollo institucional de Palestina. La ANP fue establecida entonces como el representante ejecutivo de la OLP, y sus normas de funcionamiento y el ámbito de su autoridad fueron definidos en la Declaración de Principios sobre el Autogobierno Interino (Declaration of Principles on Interim Self-Government, o DOP), firmada en Washington en septiembre de 1993, hasta que su estatus final se definiera en un acuerdo de paz definitivo con Israel. Esta declaración define el dominio geográfico de la ANP y su organización administrativa, estructurada en dos cuerpos: el Consejo Legislativo Palestino (Palestinian Legislative Council, o PLC) y el Consejo de Ministros. La ANP adoptó por decreto el nombre de Estado de Palestina a principios de enero de 2013.

El Consejo Legislativo Palestino es el órgano legislativo de Palestina. Es un parlamento unicameral de 132 representantes elegidos para cuatro años. La mitad son elegidos a nivel nacional por listas y por votación proporcional, y la otra mitad a nivel regional por votación mayoritaria uninominal. Para la elección de los diputados regionales, el territorio palestino está dividido en 16 circunscripciones electorales, 5 en la Franja de Gaza y 11 en Cisjordania. El Consejo Legislativo tiene que aprobar por mayoría el presupuesto del Estado y vigila las acciones del poder ejecutivo. Desde 2006, el presidente del parlamento palestino es Mahmoud Abbas, que asume también los cargos de Presidente del Estado de Palestina (hasta enero de 2013 Presidente de la Autoridad Nacional Palestina), y Presidente del Comité Ejecutivo de la OLP. Pertenece al partido socialista y nacionalista Fatah.

Fatah a veces llamado Al-Fatah, es una organización político-militar palestina, fundada en 1958 en Kuwait, por Yasser Arafat. Constituye un componente principal de la Organización para la Liberación de Palestina, que se creó en 1964, y es miembro consultor de la Internacional Socialista, creada en 1951.

Los expertos rusos aseguran que Arafat murió por causas naturales. El responsable del informe encargado por los palestinos considera que esta es la conclusión definitiva.

El poder ejecutivo se compone del Presidente de Palestina y de su gobierno, el Consejo de Ministros. El presidente es elegido por sufragio universal directo para un mandato de cuatro años. Preside el Consejo de Ministros, promulga las leyes y nombra al primer ministro a propuesta del partido que ha obtenido el mayor número de escaños en el Parlamento. De 2007 a abril de 2013, el primer ministro palestino fue Salam Fayyad, líder del partido Tercera Vía. Tras su dimisión, Mahmud Abbas eligió en junio de 2013 a Rami Hamdallah, un académico independiente, para sucederle en el cargo. Actualmente Mohammad Shtayyeh se desempeña como primer ministro.

Tras el alto el fuego de la Intifada de al-Aqsa logrado en la cumbre de Sharm el-Sheij de 2005, se organizaron en enero de 2006 las primeras elecciones generales palestinas desde 1996. Hamás, que había boicoteado las elecciones anteriores, consiguió la mayoría absoluta con 74 escaños frente a los 45 de Fatah. Ante la derrota, el primer ministro Ahmed Qurei dimitió y Hamas escogió a Ismail Haniya para sucederle. Fatah rechazó participar en el gobierno que se constituyó en el mes de marzo, pero tras meses de bloqueo político se anunció en septiembre la formación de un gobierno de unión nacional entre los dos partidos. Las negociaciones fracasaron y empezaron violentos enfrentamientos entre los militantes de Hamas y Fatah. Hamas acabó tomando el control militar y político de la Franja de Gaza en junio de 2007, y Mahmud Abbas nombró, con el apoyo de la comunidad internacional, un nuevo gobierno cuya autoridad real se extiende solo a Cisjordania. Desde 2007 el partido islámico Hamás, vinculado a los Hermanos Musulmanes, gobierna el territorio de la Franja de Gaza. El 4 de mayo de 2011 se alcanzó un acuerdo político de reconciliación nacional entre Fatah y Hamas, que implicaba la formación de un gobierno conjunto y la preparación de elecciones parlamentarias y presidenciales en ocho meses, pero no se pudo llevar a cabo por desacuerdos sobre el fuerte liderazgo de Abbas, considerado como una fuente de estabilidad y seguridad del islam radical por algunos, y por otros como una falta de democracia. Un nuevo intento de reconciliación se formalizó en Doha en 2012, sin que llegara a aplicarse. Finalmente, tras años de negociaciones y rupturas sucesivas entre ambas partes, se logró un acuerdo de reconciliación el 23 de abril de 2014 que dio paso, el 2 de junio de 2014, a la formación de un gobierno de unidad presidido por Mahmud Abbas y compuesto por 17 ministros designados por ambos grupos. Los tres ministros residentes en la Franja de Gaza no pudieron asistir a la toma de posesión en Ramala porque Israel no les autorizó a salir. Abbas declaró que el nuevo gobierno reconocía al Estado de Israel y mantenía su compromiso de buscar un acuerdo de paz al conflicto con Israel. Se dio también seis meses de plazo para convocar nuevas elecciones presidenciales y legislativas. El Departamento de Estado de los Estados Unidos aseguró que estaba «dispuesto a trabajar con el nuevo Gobierno, siempre que respete los principios reiterados por Abbas». En respuesta al acuerdo con Hamás y antes de que acabase el plazo de nueve meses que las partes habían fijado para redactar un borrador de acuerdo de paz, el jefe del ejecutivo israelí, Benjamin Netanyahu, interrumpió las negociaciones de paz que se mantenían con los palestinos bajo los auspicios de los Estados Unidos.

Las Brigadas de los Mártires de Al-Aqsa es un grupo armado palestino vinculado al Tanzim, que a su vez es la rama militar del movimiento político Fatah. Las Brigadas nacieron con el estallido de la Segunda Intifada (también conocida como Intifada de Al-Aqsa) en el año 2000, tras los enfrentamientos del 29 de septiembre en la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. El nombre de este grupo está relacionado con la Mezquita de Al-Aqsa, situada en Jerusalén, a pesar de ser, como Fatah, un movimiento laico.

La organización territorial actual del Estado de Palestina fue implantada a raíz de los acuerdos de Oslo de 1994. Aquel año la ANP creó el Ministerio de Gobierno Local (Ministry of Local Government) que en 1995 estructuró el primer nivel de la administración territorial del país en 16 gobernaciones, 11 en Cisjordania y 5 en la Franja de Gaza. Posteriormente, la Ley sobre el Gobierno Local (Law on Local Government) de 1997 reorganizó las administraciones municipales que aún funcionaban según antiguas leyes inspiradas en las administraciones otomanas, egipcias, británicas y jordanas. En función de su peso demográfico, se crearon dos tipos de administraciones locales, los municipios (municipalities) y los pueblos (village councils), que cuentan menos de 1000 habitantes. Los municipios se clasifican a su vez en municipios de tipo A, B, C o D según su población. En el siglo XXI, la Oficina Central de Estadísticas de Palestina (PCBS) contabiliza 121 municipios (96 en Cisjordania y 25 en la Franja de Gaza) y 335 pueblos. Casi todos los pueblos están situados en Cisjordania, donde la población es atomizada en localidades relativamente pequeñas, y casi ninguno en la Franja de Gaza debido a su alta densidad de población. La ley de 1997 sobre administración local excluye los campos de refugiados de la jurisdicción del Ministerio de Gobierno Local. Dependen directamente de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA), si bien ésta solo se encarga de suministrar servicios en materia de sanidad y educación. Para otros tipos de servicios, como el suministro en agua o electricidad, las responsabilidades son confusas y se gestionan conjuntamente con los municipios, lo que da lugar a diversas situaciones según el lugar.

Gobernaciones del Estado de Palestina. Cisjordania y la Franja de Gaza.

Los medios de comunicación en Palestina son un tema de diversas controversias, debido a que muchos de estos son presuntamente controladas por facciones de Palestina (por ejemplo, los grupos armados Hamás y Fatah), lo que según agencias, dificulta una verdadera libertad de expresión y libertad de prensa.

Los medios de comunicación en Palestina son sujetos a diversas críticas y denuncias, debido a la guerra social-política entre Israel y Palestina. El 12 de octubre de 2000, poco después de los hechos de la Segunda Intifada la Fuerza Aérea Israelí detuvo la transmisión de la emisora Voz de Palestina, destruyendo el equipo de transmisión de onda media. En julio de 2007, cuando Hamás consiguió el poder de facto en la Franja de Gaza, Ma'an News Agency declaró que su editor jefe había recibido "amenazas directas" de Hamás en las que afirmaban que llevarían a cabo una "campaña de difamación" contra Ma'an a menos que cesasen sus críticas contra el movimiento Hamás. En mayo de 2021, en la Franja de Gaza, Palestina; el gobierno de Israel bombardeó un edificio el cual era sede de las agencias de noticias estadounidense Associated Press y de la cadena de televisión catarí Al Jazeera.

El Estado de Palestina se divide en dos grandes regiones: Cisjordania y la Franja de Gaza. En general, ambas regiones se encuentran en una zona desértica entre Asia, África y el Mar Mediterráneo, cuya situación favorece la variedad de climas en tan reducido espacio. Las zonas costeras tienen un típico clima mediterráneo con inviernos templados y húmedos y veranos muy calurosos y secos. En buena parte de Cisjordania el clima mediterráneo está más continentalizado, con escasas precipitaciones y mucha diferencia térmica entre las estaciones.

El conflicto en 2019.

Es la parte del país de mayor tamaño y en ella se encuentra la capital y el gobierno. Sus límites serían por el este el río Jordán y el mar Muerto y por el oeste la llamada Línea Verde que la separaba del estado de Israel. La capital de la región es Jerusalén Este, aunque la sede del gobierno se encuentra en Ramala. Su mayor frontera es con Israel, con 307 kilómetros terrestres. Su punto más bajo es el Mar Muerto con -408 metros, constituye una de las áreas más deprimidas de Oriente Próximo. Por el contrario, su punto más alto es el monte Tall Asur, con 1.022 metros de altitud sobre el nivel del mar. En cuanto al aprovechamiento del medio, en Cisjordania la mayoría es terreno desértico improductivo, después le sigue un 18,97 % de terreno de campos y, aproximadamente tiene la misma proporción de campo arable y cultivable (16,9 %).

Es una estrecha franja de tierra situada en el Oriente Próximo, al suroeste de Israel y al noreste de la península del Sinaí de Egipto. Tiene 11 km de frontera con Egipto, en la ciudad de Rafah, y 51 km de frontera con Israel; también tiene 40 km de costa en el Mediterráneo. La Franja de Gaza está formada por cinco provincias: del Norte, Gaza, Deir Al-Balah, Khan Younes y Rafah. Este pequeño territorio goza de un clima templado debido a la influencia marítima del Mar Mediterráneo, que le confiere el clima mediterráneo como único del territorio. Presenta un terreno plano con dunas cerca de la costa, siendo su punto más alto Abu 'Awdah (Joz Abu 'Auda), con 105 metros sobre el nivel del mar.

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Un conflicto bélico que ya hace más de 60 años que causa víctimas, que parece no tener visos de solución, y que el cine ha retratado en numerosas ocasiones, en especial en los últimos años.

Algo así como la historia de Romeo y Julieta en la franja de Gaza, narra la historia de un joven que debe sortear casi a diario las balas para visitar, al otro lado del muro, a su amada. El director de 'Paradise Now' repitió nominación al Oscar por una película de la que se ha aplaudido su realismo sin maniqueísmos y su capacidad para retratar sin juzgar a todos sus personajes.

Se proyectó en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes de 2013, donde ganó el Premio Especial del Jurado. También se proyectó en el Festival Internacional de Cine de Toronto. La película fue nominada para el Óscar a la mejor película de habla no inglesa en su 86ª edición. Posteriormente, el 1 de mayo de 2014, se proyectó en el edificio principal de las Naciones Unidas en Nueva York.

El joven panadero Omar (Adam Bakri) está acostumbrado a esquivar las balas de los vigilantes cuando trepa por el muro para ir a ver a Nadia, su amor secreto. Pero en la Palestina ocupada no se puede amar abiertamente ni hacer la guerra de frente. Al otro lado del muro Omar se convierte en un guerrero de la libertad que deberá enfrentarse a dolorosas decisiones de vida o muerte. Cuando es capturado después de que un amigo dispare a un soldado israelí, empieza un letal juego del gato y el ratón con la policía militar. Las sospechas y la traición hacen peligrar la relación con sus dos amigos de infancia, Amjad y Tarek, el hermano de Nadia. Los sentimientos de Omar acaban tan divididos como Palestina. Pero es obvio que todas las acciones están guiadas por su amor a Nadia.

El film se rodó en Palestina e Israel con actores no profesionales, excepto el actor palestino-estadounidense Waleed Zuaiter. Este fundó, juntos con sus dos hermanos, la productora independiente ZBROS que produjo la película.

Anaïs Barbeau-Lavalette aporta la mirada internacional y exterior al conflicto, relatándonos la historia de una enfermera que colabora en un campo de refugiados palestino en Cisjordania, e ilustrando las trabas que le pone el ejército israelí para hacer su trabajo.

La joven directora franco canadiense Anaïs Barbeau-Lavalette estrenó su segundo largometraje, Inch’Allah, en el TIFF 2012 (Festival Internacional de Toronto). Luego obtuvo gran éxito en el Festival Internacional de Berlín, llevándose dos galardones en la sección Panorama: el Premio FIPRESCI (de la Federación Internacional de Críticos de Cine) y el Premio del Jurado Ecuménico, con una mención especial: “Por su uso de conmovedoras metáforas, imágenes e historias para inculcar la compasión, para resaltar la vida y puntos de vista de las mujeres en el contexto del conflicto entre Israel y Palestina, y para mostrar que ciertas situaciones de la vida hacen difícil no tomar partido”.

La mención especial resume de manera excelente el valor de este film, ya que, sin tomar posición política, nos muestra este conflicto a través de los ojos de una mujer. Se trata de los lindos ojos de Chloe, una joven médica canadiense que trabaja en una clínica de un campo de refugiados palestinos. Chloe vive en Jerusalén, y todos los días cruza la frontera para llegar a su trabajo. En su mismo edificio vive Ava, una joven soldado israelí que trabaja en la frontera, en plena zona de conflicto de guerra. A medida que pasa el tiempo, la doctora entabla una relación muy sólida con una de sus pacientes, Rand, y con todos los miembros de su familia. Luego de la primera escena, que se va a retomar al final, los minutos iniciales de la película ilustran el entorno en el que se encuentran estas mujeres extranjeras. El traslado diario de Chloe implica un bus que la lleva desde Jerusalén hasta la frontera, un cruce en donde abundan las filas y las escenas de violencia, así como diversos controles, antes de llegar a un taxi que, finalmente, podrá dejarla en la clínica. Su lengua natal es el francés, conoce el inglés, pero en muchas ocasiones no alcanza, por lo tanto debe conocer también el hebreo y el árabe.

La actriz principal, Evelyne Brochu, realiza una labor excelente para representar el proceso interior de Chloe. Su personaje no es demasiado extrovertido, por lo tanto, el sufrimiento y la indignación son generalmente parte de un proceso interno. La cámara acompaña eficazmente con primerísimos planos que captan la expresión de sus ojos, la tensión de su cuello y la indignación que expresa su cuerpo ante ciertas injusticias. Existen también planos en dónde la cámara sigue a Chloe de muy cerca, mientras se desplaza caminando por la calle. Este es un recurso efectivo para hacernos sentir más cerca de los personajes, entender cómo viven, compartir sus actividades, sus miedos y sus alegrías. En contraposición a Chloe, Rand (Sabrina Ouazani), es una joven palestina, extrovertida, positiva y alegre, pese a que su vida no es fácil. Tiene un hijo de ocho años, está embarazada, trabaja a sol y sombra, y su marido se encuentra encarcelado en espera de una sentencia. Ella siempre mantiene su buen humor y está abierta a la cultura occidental; por ejemplo, es una ferviente fan del cantante Mika, y su bebé se llamará como él. Todo cambiará drásticamente, luego que de a luz a su hijo, y las particularidades de este parto van a determinar que sea una escena que quede grabada un nuestras mentes por largo tiempo.

La madre de la joven médica es el único lazo con su hogar, y las charlas que mantiene con ella son un indicador clave de cómo se siente en relación a su condición de extranjera. El problema es que, sin importar cuán cerca se sienta de sus amigos palestinos, siempre le recriminarán que ella no puede entender el conflicto. Esto se vuelve palpable cuando, luego de varias negociaciones, Chloe logra llevar a toda la familia de Rand a lo que había sido la casa de infancia de su madre, en el actual territorio israelí. El hermano de Rand, indignado, la acusa de no entender la injusticia por la que ha atravesado su familia, al perder ese territorio. La médica tan sólo quería ayudar. Con respecto a los lazos con la gente del lugar, el jefe de Chloe, un médico mayor que parece haber estado muchos años en la zona, le aconseja y hasta le exige que no tome partido por ninguno de los bandos. Las vueltas del relato le intentarán mostrar al espectador que hay circunstancias en las cuáles es realmente difícil no tomar partido. El film brinda un pequeño homenaje a los médicos, en especial a los que se trasladan a lugares donde las necesidades son mayores. Las escenas en la clínica son siempre a consultorio completo, y todas las mujeres con bebés y niños son atendidas sin cansancio por Chloe.

Pese al miedo y a las injusticias, existen detalles que demuestran cómo siempre se puede disfrutar de algo simple. Por ejemplo, los momentos agradables de amistad entre Chloe y Rand, cuando ven entretenidas un programa de televisión, o cuando Chloe le regala un lápiz labial a Rand, y le pinta los labios ella misma la primera vez. Otra sutileza del film es que, a pesar de las referencias a escenas de mucha violencia, estas no se muestran. Luego de un atentado se ve una desoladora montaña de celulares que no paran de sonar. Luego de un asesinato, la única sangre que observamos son unas gotas en las zapatillas de la médica que trata de salvar una vida. Inch’Allah nos muestra que la tensión que sufren israelíes, palestinos y extranjeros es debido a una atmósfera en la cual pareciera que siempre hay algo a punto de explotar. Puede ser, literalmente, una bomba o agresiones fuertes entre civiles y soldados. Pequeños detalles que son habituales para la gente de la zona e impactantes para el espectador extranjero, como, por ejemplo, cuando Ava habla por teléfono con su madre, unos minutos después de un atentado, para informarle que se encuentra con vida. Sin revelar demasiados datos sobre el final, quiero rescatar que es bastante sorpresivo, pero también guarda un sentido. No es para nada feliz, y nos deja un regusto amargo difícil de eliminar. La única alternativa es que creamos que los seres queridos puedan reencontrarse en el más allá, y a esto diremos inch’Allah (ojalá, si Dios quiere).

Un drama esperanzador, quizás algo ingenuo, que habla de la posibilidad de reconciliación entre las nuevas generaciones palestino-isralíes. Tras la inmolación de un terrorista palestino en el barrio donde vive, una joven escribe una carta a un palestino imaginario y la lanza al mar de Gaza. Sorprendentemente, días después recibe respuesta. Es la adaptación al cine de la novela de Valèrie Zenatti, del mismo nombre.

Una joven (Agathe Bonitzer) de Jerusalén y un palestino (Mahmoud Shalabi) de Gaza intercambian correspondencia a través de botellas que lanzan al mar. La relación entre una chica de 17 años, judía, de Jerusalén, y un muchacho palestino de su misma edad, de Gaza, y de un amor imposible.

Casi al principio de esta película, la protagonista, una joven israelí de origen francés, va con sus compañeros de clase a las ruinas de Masada, la fortaleza en la que se inmolaron, en el Siglo I, los últimos resistentes judíos ante los romanos. Y frente al discurso casi poético del profesor, un colega le dice a la chica: ¡Vaya kamikazes!, poniendo de repente en perspectiva a los inmolados propios de ayer con los no menos inmolados, pero enemigos, de hoy. Es sólo un rasgo, pero también una declaración de principios: la cosa no va a ir de buenos y malos, sino de las razones de cada uno. La verdadera razón de ser de 'Una botella en el Mar de Gaza' es justamente esta: el contar una trabajosa historia de comprensión, progresivo respeto y definitivo amor entre una adolescente israelí y un palestino que no se conocen, que sólo se comunican por Internet y que viven todas las contradicciones de su origen y condición. Se trata, parece decir el director, de poner sobre la mesa los ingredientes para una discusión (más para el espectador de fuera, tal vez, que para los involucrados), todo lo apasionada que se quiera, pero lo más civilizada posible. Y el resultado es un film que se ve sin grandes problemas, con una historia entre tierna y naïve, pero efectiva, y unas consecuencias que serán las que el espectador decida.

La película que representó a Israel en los Oscar de 2009 retrata la vida en Ajami, un barrio de la ciudad israelí de Jaffa que es un crisol de culturas y en el que conviven, no sin tensión, ciudadanos árabes, judíos y cristianos. Dos de sus cuatro historias paralelas están protagonizadas por palestinos.

Hay dos motivos por los que Ajami, candidata sorpresa al Oscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa, merece ser destacada. Uno tiene que ver con la historia, el otro con la forma de contarla. En cuanto a la historia, lo mejor es ver un film que trata de Israel y Palestina desde un punto de vista distinto: el de los árabes que viven en Tel Aviv, concretamente en el barrio de Ajami, al sur de Jaffa, en una complicada pero no imposible convivencia con judíos y cristianos. La misma película es una prueba de que esa convivencia es posible, ya que está codirigida por un palestino, Scandar Copti, y un hebreo, Yaron Shani. Esto no quiere decir que la vida sea fácil para sus protagonistas. Omar, Malek y Dando tienen que sobrevivir en un entorno hostil no por motivos políticos, ni siquiera religiosos, sino por problemas de dinero, de drogas y de mafias. Los autores han escogido como forma narrativa una división en cinco capítulos no cronológicos. Podría pensarse en una estructura tipo 'Babel' (Alejandro González Iñárritu, 2006), pero esta es menos pretenciosa y más directa. Los dos primeros nos presentan el conflicto de Omar y de Malek; el tercero introduce la variante judía con el personaje del policía Dando. El cuarto y el quinto capítulos explican el cómo y el por qué se llega al clímax dramático del tercer capítulo.

Partir de lo anecdótico para hablar de una herida global. Es la estrategia de este film, Premio del Público en el Festival de Berlín, que nos narra la historia de una mujer palestina a la que el gobierno obliga a talar su campo de limoneros cuando el ministro de Defensa israelí decide construirse una casa enfrente.

Una viuda palestina que debe hacer frente a su nuevo vecino, el Ministro de Defensa de Israel. Los limoneros son los árboles que dan limones. Asuntos de estado, asuntos de hombres, son solo unos limones? En realidad no son solo unos limones, es toda una serie de injusticias que se cometen permanentemente en el mundo por motivos económicos, políticos, militares. Dos mujeres, Salma y Mira, son víctimas también de violencias, pero estas violencias son de orden simbólico por parte de sus tradiciones religiosas y culturales. De este modo, estas mujeres intentan hacer frente a sus realidades familiares, a sus vínculos con el pasado, y les es bien difícil asumir esas contradicciones propias de sus vidas. Salma debe lidiar con sus vecinos y Mira debe asumir su soledad, en su condición de esposa de un alto mando político israelí. En el trasfondo se encuentra el muro que Israel construye en contra de las decisiones de Naciones Unidas y la Corte Internacional de Justicia. Así, la bella musicalización, nos hace saber que el filme es un drama, siempre contenido, sin excesos y sin concesiones al espectador. El arraigo y la dignidad puestos en escena, nos permiten comprender, a distancia, el complejo problema político entre una Palestina empobrecida por culpa de occidente y un Israel que poco a poco se ha ido tomando los territorios árabes. La frontera Cisjordana nos revela entonces, a través de un sembrado de árboles, que una cosa es la cotidianeidad de los que padecen los efectos de la guerra y otra bien distinta las confrontaciones políticas sean estas o no armadas. Siempre hay víctimas y la pregunta sería de qué forma estas víctimas en las fronteras podrían disfrutar de formas de vida más honrosas y justas. El “off the record” se traduce en prepotencia, ante la idea de poder. Nunca debe ser “confidencialmente” en materia de asuntos públicos, así como tendríamos que pensar que no todos los palestinos son terroristas ni todos los israelíes son imperialistas. En términos de humanidad pues, a todos nos asiste el derecho a la defensa de nuestras formas de arraigo y nuestras creencias. Cómo debe sentirse Salma después de su valiente lucha? Es probable que su abogado capitalice todo el esfuerzo en su favor, ella lo sabe; no obstante, cada uno, reconociendo su posición, toma decisiones que les blindan frente al futuro. Mira, el personaje de la esposa del político, por su parte, también decide que quiere para su futuro y, al parecer, tiene bien claro que debe hacer. Las violencias simbólicas algunas, a veces, pueden subsanarse pero otras no.

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Spielberg enfadó a las comunidades sionistas de Estados Unidos al retratar la Operación Cólera de Dios, una venganza de Israel, a través del Mossad, por los asesinatos del comando palestino Septiembre Negro de varios deportistas israelíes durante los Juegos Olímpicos de Múnich de 1972. Al director de 'La Lista de Schindler' le acusaron de equiparar a los terroristas palestinos con los agentes israelíes.

La historia transcurre en los meses posteriores a la masacre en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, cuando a un comando del Mossad dirigido por un joven agente secreto israelí, Avner Kaufman, le ordenan encontrar y asesinar a once palestinos, algunos de ellos miembros de la organización terrorista Septiembre Negro, responsable de la muerte de los once miembros del equipo olímpico israelí. Para ello, tendrá que abandonar a su mujer embarazada, cambiar su identidad y, junto a otros agentes, localizar, buscar y matar a las personas que, según el Mossad, son responsables de esta matanza. Sus compañeros son Steve, un judío de origen sudafricano; Carl, encargado de la limpieza posterior a cada acción; Hans, experto falsificador alemán y Robert, un fabricante belga de juguetes transformado en fabricante de explosivos.

Nominada al Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa, asume el complicadísimo reto de poner al espectador en la piel de dos yihadistas suicidas en las horas previas a un atentado en Israel. Con coproducción israelí, es tal vez la película que mejor ha sabido retratar la sinrazón del terrorismo islámico.

Ganó un Globo de Oro en la categoría de mejor película en lengua no inglesa, y también fue candidata al premio Oscar en la misma categoría.

Said y Khaled son dos amigos de la infancia que han vivido toda su vida en un campo de refugiados palestino en Cisjordania. Cansados de su vida y de la opresión que vive su pueblo, son reclutados para realizar un ataque suicida en Tel Aviv. Los dos amigos vivirán las horas más intensas de sus vidas cuando su ideología y sus sentimientos se enfrenten, y donde al parecer no hay solución al problema. La película intenta acercarse al trasfondo del terrorismo suicida, deteniéndose sobre las circunstancias y las dudas de ambos personajes y quienes planean el atentado, así como las peripecias que tienen lugar.

El palestino Elia Suleiman ganó el Premio del Jurado del Festival de Cannes con esta extraña y surrealista comedia negra que narra la historia de amor entre un palestino residente en Jerusalén, y su amada que vive en Ramala. Comparada con el humor de Buster Keaton o Jacques Tati, su no aceptación en 2002 para participar en la carrera por el Oscar a la Mejor Película de Habla no Inglesa (un error que fue corregido al año siguiente por parte de la Academia), fue objeto de una fuerte controversia.

Una de las películas más controvertidas de Costa-Gavras (que ya es decir), y a su vez una de las menos vistas. En Estados Unidos sufrió una auténtica persecución previa a su estreno que la convirtió en un film maldito e invisible. Acusado de antisemitismo, Costa-Gavras se atrevió a humanizar a los palestinos en una época en que atacar al Estado de Israel estaba totalmente prohibido.

Hanna Kaufman (Jill Clayburgh), judía de origen polaco nacida en Estados Unidos, se convierte en israelita al casarse. Tras abandonar a su marido, vivirá un romance con un poeta y un fiscal general. Su labor como abogada se complica al defender a un palestino.

Como los buenos vinos, Hanna K. no solo ha envejecido dignamente, sino que los 20 años que tardó en estrenarse en España han incrementado la vigencia de su análisis sobre el conflicto palestino-israelí. Allá donde, en 1983, predominaba el dilema sentimental entre una abogada judía y tres hombres (un francés, un israelí y un palestino), ahora afloran las raíces de un problema basado en la identidad y el reparto de un territorio en disputa. No es casual que Franco Solinas, el guionista italiano que ya había escrito Estado de sitio, partiese de Bartleby, el escribiente. Detrás de ese maravilloso relato de Herman Melville subyace la lógica aplastante a la cual conduce el absurdo. El preferiría no marcharme lacónicamente esgrimido por el escribiente para no abandonar su puesto de trabajo se transfiere en el film al palestino que pugna por recuperar su casa con la oposición del israelí de pura cepa que ha dejado embarazada a la protagonista y ante la distante mirada del marido francés que, periódicamente, acude a visitarla. Sólido, contundente y políticamente eficaz, Hanna K. responde a los parámetros habituales del cine de Costa-Gavras. Jill Clayburgh los asumió con valentía en un papel comprometido y la sombra de represalias sionistas planea no solo sobre el eclipse de su carrera, sino también en las dificultades que este film tuvo para estrenarse en su momento.Para los que aún creen que todo cine es político. Lo mejor: la trágica premonición de Costa-Gavras sobre el conflicto palestino-israelí. Lo peor: algunos subrayados de trazo excesivamente grueso.

Este telefilm de la ABC podría ser la precuela del 'Munich' de Speilberg, pues narra el secuestro de los once atletas de la delegación israelí en los JJ.OO. de Munich '72 por parte del grupo terrorista palestino Septiembre Negro. Lo más curioso, ver a Franco Nero (el Django de Sergio Corbucci) como terrorista palestino.

La masacre de Múnich u Operación Ikrit y Biraamnota fue un atentado terrorista ocurrido durante los Juegos Olímpicos de 1972 en Múnich, Baviera, al sur de Alemania Occidental, cuando once miembros del equipo olímpico israelí fueron tomados rehenes y asesinados por un comando del grupo terrorista Septiembre Negro, una facción de la Organización para la Liberación de Palestina, entonces liderada por Yasir Arafat.

Pásate por la selección fotográfica de Septiembre 2020.

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