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Flores de luna.
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12-Septiembre-2023

El Padre Llanos fue un personaje muy importante durante el tardofranquismo y la Transición española. Una figura de relieve social cuyo nombre quedará para siempre adherido al Pozo del Tío Raimundo, barrio obrero del sur de Madrid. Se trata de una persona que nació en una «familia bien», me dice el director Juan Vicente Córdoba -quien investigó a fondo al personaje para su documental Flores de luna (2008)-. «Venía de una familia militar. Su padre era general de infantería. Vivían cerca del Retiro y era una gente de clase social alta. Aunque había tenido novias y demás, tras acabar la carrera decidió meterse a jesuita y dedicar su vida a la fe cristiana». La Guerra Civil estalla mientras él estudia en Bruselas, momento en que dos de sus hermanos son fusilados «por los rojos». Se convierte, una vez ganada la guerra por parte de Franco, en uno de los referentes del Nacional Catolicismo. «Es fundador de la OJE, se alista a Falange y empieza a instruir en ejercicios espirituales a sus conciudadanos» (al igual que hizo en su momento San Ignacio, fundador de la Compañía de Jesús). «En esa década de los cuarenta se hace tan conocido y famoso que Franco pide ser instruido por él en los ejercicios espirituales jesuíticos».

El último símbolo del comunismo ateo y estalinista, Dolores Ibárruri la Pasionaria, murió como una católica ferviente. Lo sostiene Pedro Miguel Lamet en su nuevo libro Azul y rojo. José María de Llanos, la primera biografía crítica del jesuita que militó en las dos Españas y optó por el suburbio.

Gracias a ello pasó a ser, durante años, el confesor del caudillo. También estuvo asociado a la «Congregación de los Luises, institución educativa a la que iba gente como Fraga, y los ministros jóvenes y tecnócratas del nuevo franquismo. A ese colegio también fueron posteriores conversos como Sánchez Maza, que llegó a ser comunista, o el filósofo Carlos París». Muchos jóvenes, instigados por Llanos, realizaban en esos años acciones políticas en contra de la modernidad, del cine considerado erótico, etc. «Por ejemplo, llevaban botes de pintura para tapar los posters de Gilda (1946), al ser demasiado provocativos. Llanos también enviaba a sus estudiantes a la Ciudad Universitaria para impedir que las jóvenes parejas mantuviesen relaciones sexuales o realizasen entre sí simples tocamientos. Iban, además, a los quioscos en los hubiese revistas liberales, e interferían con las ventas de tales publicaciones». Esa era la esencia de lo que el Padre Llanos representaba en esos años.

Sin embargo, a mediados de los años cincuenta comienza a perfilarse el arquetipo del cura obrero y la Teología de la Liberación. «El Padre era un estudioso del cristianismo y de todos los movimientos emergentes, etc..», me comenta Córdoba. «Aparecen por entonces esos curas brasileños, peruanos, que conforman una iglesia popular y tratan de poner a los pobres en primer lugar. En esa época Llanos funda el SUT, un organismo que viaja por España e instruye a los pobres, ejerciendo también una función caritativa». Comienza a identificarse, pues, con los curas obreros de Latinoamérica. «Ya el 24 de septiembre de 1955 aparece en el Pozo del Tío Raimundo, con varios jóvenes de veinte años. Ahí compra una chabola y la reconvierte en una capilla. Y es a partir de ese año que empieza toda la transformación del Pozo del Tío Raimundo».

El Padre Llanos, con el puño levantado en un mitin, dentro de un artículo de El País firmado por Francisco Umbral a principios de 1979.

Llanos atraía al barrio a gentes adineradas «los domingos para que regalasen sábanas, colchones, ropa, para los pobres. Se trataba de amigos suyos, gente como José Luis Álvarez Manzano, José María Ruiz-Gallardón, etc. De hecho, en una ocasión, se perdió el hijo de este último, Alberto Ruiz-Gallardón, siendo muy pequeño. Por lo visto, se puso todo el barrio a buscarlo». De este modo, José María Llanos acabó por modificar su punto de vista y en los años 60, como tantos otros, confió en la utopía, en cambiar el mundo. «En Madrid se crean organizaciones religiosas, aunque también sociales y marxistas. Surgen juventudes obreras sociales, que eran cristianas, pero centradas en apoyar a los más pobres. En los jóvenes había una necesidad de novedad, de cambio. Estalla la música rock, se difunde el marxismo, etc. Ya en los 70 se extiende la extrema izquierda. Siendo movimientos con los que Llanos simpatiza».

El Padre Llanos en el Pozo del Tío Raimundo, en los años 50.

El Pozo del Tío Raimundo, como otros barrios obreros, se convierte en el lugar y contexto propicio para el surgimiento y desarrollo de tales corrientes y nuevas estructuras políticas de resistencia al régimen franquista; organizaciones que son muy conscientes de la próxima muerte del caudillo, y se preparan para lo que habrá de ser, luego, la Transición. «La capilla del Padre Llanos a esas alturas era ya un colegio, biblioteca y escuela profesional. Él lo que quería era que los jóvenes del barrio que no tenían acceso a la universidad pudiesen aprender trabajos profesionales, prácticos, para ganarse la vida. Ahí se estudiaba para ser tornero, electricista, etc..».

Con La Pasionaria.

Esta aventura la inicia en el año 64, y con el tiempo su escuela acaba por ser verdaderamente representativa. En esa época, el Padre Llanos acaba por hacerse amigo de la Pasionaria, de Marcelino Camacho, de Carrillo, y ya en 1977, cuando el Partido Comunista es legalizado, «se da el primer mitin del partido en el campo del Rayo Vallecano, donde Llanos es fotografiado con el puño en alto, imagen que se convierte en portada de El País». Curiosamente, en su funeral, tras realizarse los ritos religiosos pertinentes, «todos los presentes cantaron La Internacional con el puño en alto». Qué duda cabe, el Padre Llanos fue una figura compleja, controvertida y muy representativa de la ciudad de Madrid, sobre todo en esos años de la Transición, aunque su influencia se dejase sentir por distintas razones en muy diversas décadas y no solo en la capital.

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