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El mapa y el territorio, es la quinta novela del escritor
francés Michel Houellebecq, publicada el 4 de septiembre de
2010 por Ediciones Flammarion. El título de la obra fue inspirado
por la frase de Alfred Korzybski, el mapa no es el territorio
y su narración gira en torno a un exitoso artista francés.
Fue publicada cinco años más tarde que su anterior novela,
La posibilidad de una isla. El mapa y el territorio estuvo
entre las novelas más esperadas y discutidas del 2010 en Francia.
La primera impresión fue de 120 000 copias, según la propia
editorial. Una traducción al español por Jaime Zulaika fue
publicada en septiembre de 2011 por Editorial Anagrama. La
novela recibió el premio Goncourt el 8 de noviembre de 2010
con siete (7) votos contra dos (2) frente a Apocalypse Bébé
de Virginie Despentes.
Si Jed Martin, el protagonista de esta novela, tuviera que
contarles la historia, quizá comenzase hablándoles de una
avería del calentador, un 15 de diciembre. O de su padre,
arquitecto conocido y comprometido, con quien pasó a solas
muchas noches navideñas. Evocaría, desde luego, a Olga, una
rusa muy bonita, a la que conoce al principio de su carrera
en la exposición inaugural de su obra fotográfica, consistente
en los mapas de carreteras Michelin. Esto sucede antes de
que llegue el éxito mundial con la serie de oficios, retratos
de personalidades de todos los sectores (entre ellas el escritor
Michel Houellebecq), captados en el ejercicio de su profesión.
También debería referir cómo ayudó al comisario Jasselin a
dilucidar un caso criminal atroz, cuya aterradora puesta en
escena dejó una impronta duradera en los equipos de la policía.
Al final de su vida, Jed alcanzará cierta serenidad y ya solo
emitirá murmullos. El arte, el dinero, el amor, la relación
con su padre, la muerte, el trabajo, Francia convertida en
un paraíso turístico son algunos de los temas de esta novela
decididamente clásica y abiertamente moderna.
«Esta magnífica novela, irreducible a una sola tesis, construida
como un laberinto, hormigueante de visiones metafísicas, escrita
con una maestría pasmosa, nos concede continuamente la gracia
de paliar su desesperación con una ironía irresistible. El
Premio Goncourt habría perdido toda credibilidad y se habría
deshonrado si hubiese tenido la arrogancia de denigrar la
gran novela que es El mapa y el territorio.». Nelly Kaprièlian,
Les Inrockuptibles.
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Este es un libro clásico que revolucionó en su día el arte
de la entrevista. Su autor lo califica de «experimento de
intención mayéutica, mezcla de ensayo, periodismo y théâtre
verité». Y añade que se trata de verdaderas conversaciones
«que tratan de alumbrar, a través del diálogo, el mensaje
central de unas cuantas personas estratégicamente situadas
en alguna zona del saber o del hacer humano». Muchas de estas
personas son hoy ya personajes históricos, cuyo apasionante
testimonio conserva su más genuina actualidad. Cataluña, España,
la vida en general, son temas recurrentes en este documento
insubstituible que hoy volvemos a ofrecer al lector. Los textos
vienen ilustrados por unas también históricas fotografías
del ya desaparecido Xavier Miserachs.
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Mucho
se ha escrito y dicho sobre Maria Callas, uno de los mitos
del siglo xx, pero hasta ahora nadie había tenido acceso a
su correspondencia privada para poder ahondar en las dudas
y los miedos de una mujer que empezó cantando en los peores
bares de Nueva York y que, por amor, estuvo dispuesta a renunciar
a su mágica voz. Un retrato único y descarnado de una diva
triste que conoció, a la par, la gloria y la soledad.
«Crecí
comiendo pan y Callas porque mis abuelos se conocieron escuchando
La Traviatta, y toda mi vida he estado acompañado por su voz.».
Alfonso Signorini.
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Cuando Crónica sentimental de España apareció en forma de
artículos en la revista Triunfo en 1969, supuso una insólita
y fresca mirada al pasado inmediato, alejada tanto de la pesadez
crítica como de la autocomplacencia. Firmada por Manuel Vázquez
Montalbán, por entonces un joven y casi desconocido treintañero
que más tarde se convertiría en una de las voces más importantes
de la España contemporánea, esta crónica presenta un recuento
de los mimbres con los que se forjó la supervivencia espiritual
de una generación que perdió la guerra, muchas veces sin llegar
a vivirla: la canción y el deporte, la radio y el cine, lo
español y lo «americano»... Con todo, lo importante de este
libro no se limita a lo que dice, sino a cómo lo dice, en
tiempos en los que según qué no podía decirse. Un libro determinante
para toda aquella gente que formaba parte de la cofradía de
los disidentes y sabía leer entre líneas, y que con la Crónica
sentimental de España de Montalbán aprendió a respetar el
afán de supervivencia psicológica de las clases populares
en el erial de los tiempos de plomo.
Poeta, novelista, ensayista y periodista, Manuel Vázquez
Montalbán forma parte del grupo de intelectuales indispensables
para entender la segunda mitad del siglo xx. Autor multidisciplinar,
fueron las novelas protagonizadas por su detective Pepe Carvalho
las que lo convirtieron en un fenómeno narrativo transfronterizo.
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Barcelona,
1968. Rufo Batalla recibe su primer encargo como plumilla
en un periódico: cubrir la boda de un príncipe en el exilio
con una bella señorita de la alta sociedad. Coincidencias
y malentendidos le llevan a trabar amistad con el príncipe,
que le encomienda, entre otras cosas, escribir la crónica
de su peculiar historia. El opresivo ambiente de la gris España
franquista pronto se quedará pequeño para Rufo, que viajará
a Nueva York con poco dinero, grandes esperanzas y el difuso
objetivo de hacer algo emocionante con su vida. Rufo Batalla
será testigo de los fenómenos sociales de los años setenta,
como la igualdad racial, el feminismo, el movimiento gay o
el desplazamiento de los grandes centros culturales y la deriva
de la cultura hacia nuevas formas de expresión, fenómenos
que en buena parte hicieron del presente lo que es hoy. Y
dejará constancia, no tanto de los hechos como de la forma
en que lo vivieron quienes los presenciaron. Con la conocida
unión de maestría narrativa y refinamiento estilístico del
autor, personajes reales e imaginarios, típicos del universo
de Eduardo Mendoza, se dan la mano en esta novela, brillante
inicio de la trilogía Las Tres Leyes del Movimiento, que recorrerá
los principales acontecimientos de la segunda mitad del siglo
XX.
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Pecola es una niña pequeña que vive con sus padres y tiene
una prima que se llama Claudia. Le gustan las muñecas y las
caléndulas, que no le gustan a nadie excepto a ella. Pecola
es negra y cree que es fea porque no se parece a Shirley Temple.
Y tiene un truco para desaparecer cuando sus padres se pelean
o su padre la molesta por las noches: piensa en que tiene
unos preciosos ojos azules y que todo el mundo admira su belleza
y que las otras niñas la envidian. Pero ese sueño nunca se
convertirá en realidad y Pecola seguirá atrapada en la triste
vida que le ha tocado en suerte.
En esta primera novela, Toni Morrison, la ganadora del Premio
Nobel de Literatura 1993, parte de la realidad de una chiquilla
desgraciada para tratar temas muy diversos, como el concepto
de belleza impuesto, la voz femenina o la infancia truncada,
y lo consigue con una historia dura y deliciosa al mismo tiempo.
Visita los destacados de Agosto de 2019.
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The Grizzly King: A Romance of the Wild es una novela de
1916 del autor estadounidense James Oliver Curwood. Fue la
inspiración para la película de 1988 del director Jean-Jacques
Annaud L'Ours, conocida en Norteamérica como The Bear.
Thor, un poderoso oso pardo, y Muskwa, un cachorro de oso
sin madre, se convierten en compañeros en el desierto canadiense,
en esta emocionante historia.
Escena clave de la película. No me toques
los bemoles ...
Curwood era el más pequeño de cuatro hermanos
y en su rama materna parece ser que tuvo por abuela a una
princesa india mohawk. Su padre era cordonero y James empezó
a escribir sus primeras historias a los nueve años; recibió
una escolarización irregular por su frecuente absentismo.
El 23 de noviembre de 1894 el diario local The Argus le publicó
un cuento y el mismo año recorrió el sur de los Estados unidos
en bicicleta. Pasó con éxito el examen de entrada a la Universidad
de Michigan en 1898 y allí estudió periodismo, pero dejó los
estudios a los dos años para ingresar en el Detroit News Tribune;
fue despedido a los seis meses. Entonces trabajó para una
empresa farmacéutica. Desposó a Cora Leon Johnson y volvió
a ser contratado por el Detroit News Tribune en 1902. Allí
estuvo cinco años ocupando distintos puestos hasta llegar
a ser redactor jefe. Se divorció de su mujer en 1908. En 1906
había decidido consagrarse a la literatura, pero su trabajo
periodístico le impedía dedicarse a fondo a esta tarea, por
lo que dimitió de su empleo en 1907.
Bobbs-Merrill publicó su primera novela (The
Courage of Captain Plum), en 1908, y el mismo año una segunda
(The Wolf Hunters) donde narra las aventuras del trapero Roderick
y su guía indio Mukoki, aventuras que continuaron con The
Gold Hunters, 1909.
Pasaba largas vacaciones en la Bahía de Hudson
y comenzó a escribir sobre esta región. Y el gobierno canadiense,
notando la popularidad de sus escritos, le encargó explorar
las provincias del noroeste de Canadá con la intención de
atraer nuevos colonos a esta parte del país. Fue el único
estadounidense contratado por el gobierno de Canadá a la vez
como explorador y escritor. Se volvió a casar en 1909 con
Ethel Greenwood, de la que tuvo un hijo, James Curwood Junior.
Durante los dieciocho años siguientes pasó más de seis meses
al año en el norte de Canadá en una cabaña nutriéndose de
lo que él mismo cazaba y pescaba. Publicó su novela más conocida,
Kazan, en 1914, seguida de Bari, perro lobo, en 1917. Tenía
por hábito escribir en bosques o cabañas construidas por él
mismo en su casa o en su estudio, una réplica de un castillo
normando a la que llamó «Curwood Castle», hoy convertido en
museo.
En 1927 fue mordido por una araña en Florida
y una fuerte reacción alérgica seguida de una septicemia lo
mató con apenas 49 años en su casa de Williams Street en Owosso.
Su mujer se mudó a California y su autobiografía inacabada
se publicó póstuma con el título de El hijo de los bosques.
Imbuido de la admiración hacia su compatriota y coetáneo el
novelista Jack London y especializado como él en el género
de la novela de aventuras, en cierto modo se constituyó en
su continuador y discípulo cuando este se suicidó. Sin embargo,
al contrario que su maestro, su visión no es pesimista y cuidó
más el estilo literario. Por otra parte, habiendo sido un
gran cazador en su juventud, evolucionó hacia una postura
radicalmente defensora de la conservación de la naturaleza
y militó en la protección del entorno y la limitación de la
caza, de forma que fue nombrado miembro de la Comisión de
conservación de Michigan en 1926. Explicó su cambio de actitud
en el prefacio de su novela The Grizzly king, llevada al cine
por Jean-Jacques Annaud.
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¿Quién sabe lo que hay en el corazón de un ser humano? Leila
Slimani (Rabat, 1981) obtuvo el Premio Goncourt 2016 con una
historia aterradora. Canción dulce narra la bajada a los abismos
de Louise, una niñera de cuarenta años, de aspecto juvenil
y rostro angelical. Myriam, una abogada de origen magrebí
y madre de dos niños pequeños, Adam y Mila, se asfixia con
su rutina doméstica, mientras su marido, Paul, prospera en
su trabajo de agente y productor musical, pasando la mayor
parte del tiempo fuera de casa.
Cuando el afecto hacia los niños se convierte en frustración,
decide recurrir a una niñera, pero no quiere que una africana
o una marroquí se ocupen de sus hijos, pues estima que sólo
les interesa el dinero y no el bienestar de las criaturas.
Por eso, cuando aparece Louise, con sus modales impecables,
su piel blanquísima y su sonrisa franca, experimenta una especie
de flechazo. Mila simpatiza con Louise de inmediato y Adam
acepta su presencia con regocijo. Louise no se limitará a
cuidar de los niños. Limpiará la casa, preparará la comida,
arreglará cualquier desperfecto, sin preocuparse por el tiempo
o el dinero.
Discreta, eficaz, silenciosa, poco a poco, se hará imprescindible,
manejando los hilos de un hogar que se ha rendido a sus encantos.
Louise “es Visnú, la divinidad nutricia, celosa y protectora.
Es la loba a cuyos pechos ellos acuden a beber, la fuente
infalible de la felicidad del hogar”. Nadie sospecha que su
dedicación brota de la insatisfacción que le produce su vida.
Viuda y con una hija de veinte años a la que no ve desde hace
tiempo, su meticulosidad se transforma en negligencia en su
apartamento alquilado. El vacío y la desolación de su hogar
reflejan el desorden de sus afectos. Cuando viaja a Grecia
con la familia de Myriam, reacciona con violencia ante la
insistencia de los niños para que se bañe con ellos.
No sabe nadar, pero eso no es tan determinante como sus fragilidades
y carencias. Su miedo al agua contrasta con la fascinación
que le produce el cuerpo abrasado por el sol de una mujer,
chorreante de sudor y con incipientes ampollas. Louise siente
que la soledad ha devorado su vida, que su existencia se parece
al triste deambular de locos y mendigos por los parques públicos
y las periferias, repudiados y malditos.
El asesinato de los niños se produce fuera de cámara, pero
los signos que preludian la tragedia son terriblemente inquietantes.
Una tarde, Louise maquilla a Mila como si fuera un travesti,
convirtiéndola en una muñeca grotesca. Otro día, anota en
su libreta con tapas de florecitas el diagnostico de un psiquiatra:
“melancolía delirante”. La perspectiva de la vejez le resulta
insoportable. De niña comía las sobras. Nunca tuvo un dormitorio
propio. Ha vivido con emociones prestadas, inspiradas por
la intimidad de las familias a las que ha servido. Si nada
cambia, pasará sus últimos años en una residencia de la tercera
edad. Un odio feroz se rebela contra sus impulsos serviles
y su pueril optimismo. Myriam, la madre, le pide que arroje
a la basura un pollo de aspecto ajado, pero ella lo sirve
a los niños y exhibe su esqueleto como un “tótem maléfico”,
feliz de desafiar a la joven madre. El asesinato de los niños
será el tributo que pagarán las familias satisfechas, ajenas
a su infelicidad. “Se me castigará por no saber amar”, anticipa.
Canción dulce es una excelente novela, que aborda sin miedo
la frustración, la soledad, el resentimiento y la locura.
Aunque el estilo es fluido y elegante, leerla produce angustia
y de-saliento. Es verdadera literatura, porque duele y perdura
en la memoria como un eco helado y persistente, clamando que
el odio sólo necesita grandes dosis de desamor para florecer
y propagarse.
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«¿Quieres cortarle el pelo a mi novio?». Las tijeras se quedaron
temblando en sus manos. Leslie Cavendish llevaba sólo unos
meses trabajando en la peluquería de Vidal Sassoon y lo último
que esperaba era una oferta similar, en boca de la actriz
Jane Asher, la novia del mismísimo Paul McCartney. «¿Puedes
venir esta tarde? Aquí tienes la dirección, en Cavendish Avenue»,
le dijo ella, extendiéndole un papel. «¡No me lo puedo creer!»,
recalcó él. «Cavendish es también mi apellido».
Así arranca la leyenda del peluquero de los Beatles, que
cree por supuesto en la fuerza del destino. O más bien en
el arte de estar «en el sitio adecuado y el momento propicio».
Al fin y al cabo, ya fue una carambola eso de encontrar trabajo
con Vidal Sassoon, el famoso estilista de los cortes geométricos.
A sus 19 años, el chaval judío de la periferia norte de Londres
había culminado de algún modo su sueño, codeándose con clientes
famosos.
A Sassoon le estuvo siempre agradecido por algunas lecciones
impagables. Como la de estar callado y saber escuchar. Con
los 70 ya cumplidos, Leslie Cavendish mira atrás y reconoce
que gran parte de su secreto consistió en ser «receptivo».
Aquel corte de pelo en casa de Paul le abrió de par en par
las puertas de los Beatles en su mejor época: la gestación
del Sgt. Pepper's y todo lo que vino después.
De la noche a la mañana, Leslie ganó en 1966 acceso directo
a los estudios de Abbey Road, se embarcó en el alucinógeno
Magical Mistery Tour en el 67 y fue de los pocos privilegiados
en escuchar el legendario último concierto del 30 de enero
1969 en el tejado de Savile Row... Y en presenciar la llegada
de los dos bobbies con la misión de interrumpir la fiesta
para evitar altercados. Todo esto lo cuenta el propio Cavendish
en un libro, The Cutting Edge (algo así como El corte a la
última). «Dice el famoso dicho que si recuerdas lo que pasó
en los 60 es porque no estuviste allí», recalca él. «Yo sí
lo recuerdo y puedo certificar que fueron como un sueño que
concluyó abruptamente con la ruptura de los Beatles».
«Al llegar la primera vez a la casa de Paul vi su Aston Martin
aparcado: fue como entrar en una película de James Bond. No
acababa de creérmelo y estaba atenazado por los nervios. Al
fin y al cabo, yo era ante todo un fan de los Beatles, y allí
estaba, a punto de encontrarme con mi gran héroe, que encima
me abrió la puerta directamente y me invitó a tomar té».«No
me dio apenas instrucciones. Charlamos como si tal cosa, me
dejé guiar por mi instinto y al final me dijo: "No se nota
que me han hecho un corte de pelo". Ese es el mejor cumplido
que le pueden hacer a un peluquero. Pero yo me marché de allí
con la sensación de que iba a ser una vez y no más. Fui el
primer sorprendido cuando me volvieron a llamar, y acabé siendo
un asiduo en la mansión de Cavendish Avenue».«La tercera vez
me contó que estaba harto de no poder salir a la calle sin
que le persiguieran. Me pidió un corte radical que le dejara
irreconocible para viajar a África y hacer un safari. Se lo
dejé muy corto, con la frente despejada, y pasó desapercibido.
Con el tiempo sacaron fotos de Paul a lo skinhead...».«El
look de los Beatles era hasta cierto punto muy improvisado.
Uno se dejaba el pelo más largo y los otros le imitaban. Uno
se dejaba bigote y lo mismo los otros... Cuando veo una foto,
por el corte de pelo, soy perfectamente capaz de decir en
qué etapa estaban y qué álbum tenían entre manos. Yo llegué
a tiempo para los mostachos y las patillas del Sgt. Pepper's».
«"Tenemos una sesión interesante esta noche", me dijo un
día Paul. "Les diré que te dejen entrar". Fue mi primera visita
a Abbey Road. Lo último que imaginaba es que estaba asistiendo
a la gestación del álbum más emblemático de la historia del
rock... Nunca me sentí como un intruso, Paul tenía la virtud
de hacerme sentir parte de la "familia extendida" de los Beatles.
Aún recuerdo un día a la una de la madrugada: John y Yoko
estaban a lo suyo, George tomaba un té y Paul nos invitó a
escuchar una canción que se le acababa de ocurrir: Ob-La-Di,
Ob-La-Da. Nos preguntó qué nos parecía... No es su mejor canción,
pero desde aquella noche se me clavó en la cabeza». «Me llamaron
un día de EEUU con la cantinela de que Paul había muerto.
Llamaron también a su dentista y a todas las personas cercanas
para confirmar el rumor. Cuando volví a ver a Paul, le tiré
del pelo para comprobar si eran sus entradas. "Me han dicho
que me asegure de que no eres un impostor y que compruebe
si realmente eres tú", le dije. "Soy yo", me dijo entre risas,
y no tuve ninguna duda».«Yo siempre vi a Paul como el director
de orquesta de los Beatles, sobre todo tras la muerte de Brian
Epstein. Se habla mucho del mano a mano entre John y él, pero
quien tiraba del carro era siempre Paul. Eso sí, Paul mandaba
sobre los Beatles, pero no sobre John, George o Ringo. Las
individualidades eran demasiado fuertes».
«Un día, al poco de acabar las grabaciones del Sgt. Pepper's,
John se fijó en el pelo de Mal Evans, el mánager de los Beatles.
Apreció mucho el corte por capas y las patillas bien recortadas.
"Me gusta, Leslie, me gusta, ¿puedes venir a mi oficina y
hacerme el pelo?". Como puedes imaginar, renuncié a todo lo
demás en mi agenda. Llevaba tiempo esperando esa oportunidad"».«John
era lo que yo llamo "la pesadilla de todo peluquero". No dejaba
de mover la cabeza. Tenía miedo a cortarle de verdad con las
tijeras, e incluso llegué a visualizar los titulares de los
tabloides: "El peluquero de los Beatles decapita a Lennon".
Siempre fue un poco así con John, pendiente de mil cosas aún
cuando le cortabas el pelo. Aquel primer corte fue de los
peores en mi vida, pero los dos sobrevivimos».«Otro día, cuando
fui a cortarle el pelo a la oficina, había allí una chica
oriental vestida de negro. No era especialmente atractiva
pero tenía algo especial. Al principio creí que se trataba
de una periodista porque no dejaban de hablar y hablar. La
conversación acabó en algo parecido a una performance. Se
le veía totalmente inmerso en ella. Creo que fui testigo de
los primeros escarceos de John y Yoko. Un año después, Lennon
se separó de su esposa Cynthia. Al poco tiempo, Yoko empezó
a ser una presencia habitual en las grabaciones y a ser una
relativa distracción para el resto de la banda, aunque no
puedo decir hasta qué punto contribuyó a la ruptura. El caso
es que John empezó a dejarse el pelo cada vez más largo, y
pareciéndose más a ella. «Al final, cada uno llevaba el pelo
a su manera, y ahí podías ver que sus caminos se estaban separando».
«Prácticamente sólo se cortaba [Lennon] las puntas».«Me entrevistaron
para la revista Disc, y me preguntaron por la textura del
cabello de cada uno de los Beatles. Dije que Paul, George
y Ringo tenían un buen cuero cabelludo, pero al llegar a John
me lo pensé. La entrevistadora insistió: "¿Significa eso que
John puede ser el primero en quedarse calvo?". La futura calvicie
de John saltó a los titulares y se montó un gran revuelo.
Me acabó llamando el propio John: "Leslie, ¿es verdad que
me estoy quedando calvo?". Le dije que no: "Si es así, ven
a cortármelo antes de que empiece a caerse"».
«George fue el segundo beatle en mi lista: tenía el pelo
más abundante y grueso que Paul. Y a diferencia de McCartney,
que te hacía pasar un buen rato, se quedaba callado y como
en trance. ¿Qué diablos pasaba por la cabeza de George? Nunca
lo supe. Yo creo que entraba en estados más altos de conciencia.
Al fin y al cabo, en aquella época compuso Within You Wihout
You, el himno del Verano del Amor».«Con el tiempo fuimos cogiendo
más confianza, y muchas veces se dejaba caer por el salón
del Apple Tailoring en Chelsea para que le lavara el pelo.
Una vez vino con Brian Jones y Jimi Hendrix, que se compraron
40 o 50 chaquetas de todos los colores y se dejaron caer por
la peluquería».
«George era un caso único. Compuso un puñado de grandes canciones
para los Beatles, pero descorchó como compositor después de
la ruptura. Eso confirma mi tesis: las individualidades en
los Beatles eran tan fuertes que el submarino amarillo se
les quedó pequeño. Dime tú en qué otra banda sus componentes
iniciaron su carrera en solitario con éxito... Lo que nunca
llegué a entender en George es la facilidad con la que se
dejó arrebatar a su mujer, Pattie Boyd, a manos de su amigo
Eric Clapton. Aunque en el fondo así era su carácter: "Aquí
la tienes, Eric, paz y amor"».
Cavendish cortándole el pelo a George Harrison.
«Ringo presumía de algo que no podían hacer los otros: su
mujer era peluquera. De hecho, tenía todos los boletos para
haber sido la estilista de los Beatles. Ringo pasó alguna
vez por mis manos, pero mantuve una relación más distante
con él. La distancia que él mismo mantenía con la banda se
fue acrecentando durante el Sgt. Pepper's. Aún recuerdo cómo
después, Paul McCartney le echó una reprimenda y se sentó
a la batería para indicarle cómo quería que tocara. Ringo
nos gritó a todos: "¡Fuera de aquí!". No quería que fuéramos
testigos de esa humillación».«Pero no podemos olvidar que
Ringo marcó el beat de los Beatles. Cierto: en ningún tema
de la banda hay un solo de percusión, pero Ringo está siempre
ahí. Como me dijo un tío mío, batería de jazz: "Ringo es básico,
pero fue tal vez el primero en hacer bueno lo básico"».
«La ruptura de los Beatles fue mi propia ruptura», dice Leslie
Cavendish mientras prepara sus raquetas para jugar al tenis,
su elixir vital junto a los tours que organiza para recorrer
el Londres de los Beatles. «Los 70 fueron una cura de realidad.
Fue difícil seguir adelante. Cortarles el pelo a los músicos
por excelencia del siglo XX fue como llegar a la cima del
Everest. ¿Y ahora qué?».En 2012 el peluquero coincidió con
McCartney en la presentación de un documental. «¿Leslie?»,
le reconoció. Y se fundieron en un abrazo. «¿Ves como yo tenía
razón, Paul?», le dijo. «Te advertí que los dos íbamos a llegar
con pelo abundante hasta más allá de los 64». «Aunque la melena
que lleva ahora Paul no me gusta», apunta él. «No es su color
natural, parece que se ha hecho la permanente. Con los Beatles
yo me limité a lavar y cortar. Todo lo más, un acondicionador».
En Alhaurín el Grande, a tiro de piedra de Marbella,
tuvo Leslie Cavendish la idea de escribir su peculiar
libro de memorias sobre los Beatles.
Allí vivió más de 10 años, tostándose al sol y jugando
al tenis: «Estaba medio jubilado, ejercía de padre en
casa y tenía mucho tiempo para pensar». De vuelta a
su país, ejercitando su 'drive' en un club de Londres,
conoció a Lorenzo Rulfo, de la agencia Book on a Tree.
Le contó su historia y le entregó el primer manuscrito,
que acabó en manos del escritor y psicólogo Eduardo
Jáuregui (autor de 'Juicio a los humanos', 'Amor y humor'
y 'Yoga a la siciliana'). «A Eduardo le bauticé como
'The Pump' por su capacidad para 'bombear' y sacarme
historias», reconoce Leslie Cavendish. «A lo largo del
proceso decubrí cosas que ni siquiera el propio Leslie
había imaginado», reconoce el propio Jáuregui. «El corte
de pelo a lo 'skinhead' que le hizo a Paul McCartney
para que pudiera irse de safari a Kenia en 1966 fue
vital para la idea de 'Sgt. Pepper's'. En el avión de
vuelta, McCartney jugó con su 'mánager' Mal Evans a
buscar nombres para una banda de 'alter egos', y el
nombre se le ocurrió al pedirle que le pasara el 'salt
and pepper'. Aquel corte de pelo tuvo un impacto directo,
inespetado y trascendental sobre la historia del 'rock
and roll'». Jáuregui ayudó pues a Cavendish a aderezar
sus mil anécdotas con sal y pimienta. Al aliño contribuyó
también lo suyo el profesor e historiador Neil McNaughton,
que estudió en el mismo colegio que John Lennon y le
puso el contrapunto 'made in' Liverpool.
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De forma autobiográfica el presentador habla de
su niñez con un crudo calificativo. En el libro Sardà cuenta,
entre otras cosas, la separación obligada de su hermana Rosa
María Sardá, la muerte de su madre cuando era niño, la pérdida
de su hermano pequeño por drogas y SIDA, el asesinato de su
abuelo por posibles motivos políticos, la paliza que recibió
de los 'grises' cuando era adolescente, lo mal que le sentó
su primer porro, etc.
Xavier Sardá titula sus memorias ‘Mierda de
infancia’ y cuenta que su infancia no fue una ‘infancia de
mierda’, sino que hubo mierda en ella como el franquismo,
la muerte de seres queridos, la mili o su paso por el colegio.
A los once años descubrió cuál era el día de su cumpleaños,
ya que hasta entonces sólo sabía que era en abril; lo descubrió
cuando murió su madre al coger el libro de familia.
Cuenta que tenía unos abuelos ‘falsos’, es decir,
que nunca conoció a sus abuelos: murió su abuelo y su abuela
se casó con un hombre, murió su abuela y éste hombre se casó
con otra mujer. De su familia también habla de su hermana
mayor, Rosa María, que ha jugado un papel importantísimo en
su vida; recuerda algunas de las anécdotas que ha vivido junto
a ella y concluye sobre hermana que ‘era una hermana-madre
sufridora’. Ha tenido tres muertes muy cercanas en su vida:
sus padres y su hermano mayor; afirma que con el paso del
tiempo esos golpes se terminan superando, pero que duelen.
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Tras décadas de omnipotencia acaudillada por
“el general victorioso de la Guerra Civil”, la familia Franco
ha vivido su particular hundimiento de la casa Usher. La instauración
de la democracia en España ha transformado a los descendientes
del Generalísimo en una familia desintegrada, arrinconada
por quienes amasaron fortunas a su costa, relegada a una existencia
crepuscular en las revistas del corazón. Una dinastía que
conoció su ocaso con la muerte de Carmen Polo, Señora de Meirás,
llamada por muchos “La Dictadora del Dictador”. Por su temática,
LOS FRANCO S.A. puede ser considerado, de alguna manera, el
último libro del franquismo, al abarcar desde su ascensión
palaciega hasta la degradación protagonizada por los depositarios
de su presunta grandeza.
En sus páginas se relata toda la vida de la
familia Franco; desde que vivieron como monarcas sin corona,
hasta su descenso a una mediocridad de clase media en plena
democracia. Mientras el general vivió, a su sombra marcaron
casi medio siglo de la historia de España. Lo tuvieron todo:
fortuna incontrolable, poder ilimitado, brillo social... y
fueron a nuestros ojos obligatoriamente felices. Elaborado
con técnicas de investigación periodística, pero escrito con
el pulso narrativo de una novela-crónica, LOS FRANCO S.A.
desvela los negocios secretos; la manera insólita con que,
partiendo del simple sueldo del general Franco, amasaron una
inmensa y desconocida fortuna; el holding empresarial forjado
alrededor de “la corte de El Pardo”, los oscuros manejos de
los secretarios y testaferros familiares, los manejos profesionales
del doctor Martínez-Bordiú, los increíbles pluriempleos; la
caza furtiva de Francis, los divorcios de las nietas, los
escándalos monetarios, la venta de los santuarios y los recuerdos
de Francisco Franco...
En suma, la dilapidación del patrimonio y
la memoria de quien se proclamó “Caudillo de España por la
gracia de Dios”.
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Laura y Juan llevan viviendo juntos dos décadas. A día de
hoy, Juan es un político instalado en el poder, un político
corrupto que, finalmente, se ha adaptado a sortear el peligro.
Laura fue una prestigiosa abogada matrimonialista, aunque
hace años tuvo que dejar el mundo de la judicatura. Cuando
sale a la luz la noticia de que Juan oculta una cantidad exorbitante
de dinero en Suiza, la vida de ambos se tambalea. Esto desencadenará
un thriller en el que se verán implicados ambos, su hija,
la amante de Juan y el partido político en el que militan.
Eduardo Ladrón de Guevara (Madrid, 1943) empezó su vida profesional
como periodista, trabajando para los diarios Informaciones
y Pueblo, entre otros, además de colaborar con Fax-Press y
Colpisa, que distribuían sus artículos de opinión a más de
cincuenta periódicos diariamente. Ha escrito más de una veintena
de obras de teatro y obtenido los siguientes premios teatrales:
Constitución, Calderón de la Barca, Borne, Rojas Zorrilla
y Ciudad de San Sebastián. Para televisión ha escrito títulos
de gran éxito, entre los que figuran Farmacia de guardia,
Los ladrones van a la oficina, Tío Willy, Eva y Adán Agencia
Matrimonial, Querido maestro, Siete días de amor, Manolito
Gafotas y Gente encantadora. Como guionista, ha sido galardonado
con diversos premios nacionales e internacionales: New York
Festival, Ondas, Fotogramas, Academia de las Artes y las Ciencias
de Televisión, el Premio Nacional de Televisión en su primera
edición y finalista en 2003 de los Emmy. En la actualidad
escribe la serie Cuéntame (la más exitosa de la televisión),
que puso en marcha y de la que, además de guionista, es coordinador
y editor.
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El extranjero (en francés, L'Étranger) es la primera novela
del escritor francés Albert Camus, publicada en 1942. El extranjero
suele asociarse a la filosofía del absurdo y al existencialismo,
aunque Camus siempre se distanció de esta última etiqueta.
El protagonista, Meursault, es un francés argelino indiferente
a la realidad por resultarle absurda e inabordable. El progreso
tecnológico le ha privado de la participación en las decisiones
colectivas y le ha convertido en "extranjero" dentro de lo
que debería ser su propio entorno.
El protagonista, el señor Meursault, jamás se manifestará
contra su ajusticiamiento ni mostrará sentimiento alguno de
injusticia, arrepentimiento o lástima. La pasividad y el escepticismo
frente a todo y todos recorre el comportamiento del protagonista:
un sentido apático de la existencia y aun de la propia muerte.
La obra de Camus advierte sobre el hombre que está siendo
creado. Es una denuncia frente a una sociedad que olvida al
individuo. Fue premonitorio respecto al ciudadano occidental
que se encontrará la sociedad tras la II Guerra Mundial. Camus
escribió una obra provocadora en cuyo trasfondo aparece el
rostro desgarrado de una Europa herida y violentada por dos
guerras mundiales. Pintó una historia gris donde el paisaje
está oscurecido por la extirpación de cualquier pasión o voluntad
del hombre. Meursault es el personaje que encarna ese sentimiento
de profunda apatía por todo lo que le rodea haciéndose de
manera más ostensible en la actitud ante la muerte de su madre.
Meursault personifica la carencia de valores del hombre, degradado
por el absurdo de su propio destino, ni el matrimonio, ni
la amistad, ni la superación personal, ni la muerte de una
madre... nada tenía la suficiente importancia ya que la angustia
existencial de este antihéroe inundaba todo su ser. Así su
ateísmo estaba justificado, la vida no tenía ningún sentido
fuera de uno mismo, la confianza en fuerzas externas a él
mismo le producía una sensación de caída hacia el abismo de
lo incierto. La búsqueda de la felicidad no se hallaba en
esa religión, ni en la confianza en una sociedad cuyos mecanismos
y leyes son desconocidos al individuo, la felicidad se encontraba
en uno mismo, en la seguridad de la propia existencia, en
la conciencia de ser y cuyo fin es el mismo conocimiento del
ser.
Meursault se transforma así en un extranjero que juzga y
remueve los fantasmas de una sociedad angustiada, cuya moral,
carente de sentido, regula la vida de un todo social. Esa
moral que condena a muerte de igual manera a un hombre que
no llora la muerte de una madre que a un asesino, esa muerte
que resulta ser la única opción posible para consumar la búsqueda
de la propia existencia.
En 1967, fue adaptada al cine por Luchino Visconti y
protagonizada por Marcello Mastroianni. El grupo inglés
The Cure se inspiró en el libro para componer la canción
«Killing an Arab». |
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Jerry of the Islands: A True Dog Story es una novela del
escritor estadounidense Jack London . Jerry of the Islands
se publicó inicialmente en 1917 y es uno de los últimos trabajos
de Jack London. La novela se desarrolla en la isla de Malaita,
una parte delarchipiélago de las Islas Salomón, que en 1893
se convirtió en un protectorado británico. El héroe de la
novela es el terrier irlandés Jerry, que era un hermano de
perro llamado Michael, sobre quien London escribió otra novela:
Michael, hermano de Jerry.
En el prefacio, Jack London cuenta sobre el barco Minota
en el que viajó y que naufragó en las Islas Salomón. El capitán
Kellar del barco Eugenie rescató a Jack London después del
naufragio, pero luego murió a manos de los caníbales. London
menciona una carta que recibió de CM Woodford, el Comisionado
Residente de las Islas Salomón británicas. En esta carta,
Woodford escribió sobre una expedición punitiva en la isla
vecina. El segundo objetivo de la operación fue buscar los
restos de los amigos de Jack London. Durante el viaje en Minota,
Jack London y su esposa encontraron un perro a bordo del barco,
un terrier irlandés llamado Peggy. La pareja se unió tanto
a Peggy que la esposa de Londres robó el perro después del
naufragio del barco.
Jerry nació en la isla de Santa Isabel , una parte del archipiélago
de las Islas Salomón. El dueño de Jerry era el Sr. Haggin,
quien trabajaba como guardia de plantación y usó a Jerry para
perseguir esclavos negros. Higgin le dio a Jerry al Sr. Van
Horn, Capitán del barco Arangi, bajo condición de devolver
al perro si algo malo sucediera. El barco se dedicaba a entregar
los llamados esclavos "inversos" que trabajaron durante tres
años en una plantación.
Durante una parada en la isla de Malaita, Arangifue es atacado
por los nativos, quienes mataron al capitán y al capitán.
Jerry es expulsado del barco, que fue saqueado y quemado.
Un niño nativo encontró a Jerry en el mar y entregó al perro
en la orilla. Más tarde, Jerry fue llevado a una aldea, donde
el jefe de la tribu Bashto decidió usar a Jerry para mejorar
la raza de perros locales. Jerry recibió un estado tabú y
comenzó a vivir entre los miembros de la tribu. Jerry llevó
una vida bastante tranquila hasta que el hechicero local Agno
decidió usar al perro como sacrificio. Para superar su estado
tabú, Agno arregló a Jerry para atacar una megapoda de ave
sagrada, que también tenía un estado tabú. Jerry robó los
huevos de aves, que se guardaron para el jefe Bashta. Jerry
fue visto mientras mataba al cuarto pájaro. El estado tabú
del pájaro era más alto que el de Jerry; por lo tanto, el
perro podría ser sacrificado.
La isla Malaita es la isla más grande de la
provincia de Malaita en las Islas Salomón.
Sin embargo, el viejo ciego Nalasu compró a Jerry por un
cerdo para protegerse contra una esperada venganza. Más tarde,
el pueblo fue destruido por británicos como parte de una operación
punitiva para tomar represalias por la pérdida de Arangi.
Jerry escapó y se escondió en la jungla.
Después de haber permanecido allí durante mucho tiempo, Jerry
comenzó a buscar personas. En la playa, el perro vio un barco
lejano y se lanzó al mar, pensando que era Arangi y esperando
ver a su amado Capitán Van Horn. El barco era el yate Ariel
que viajaba por todo el mundo. Las personas a bordo notaron
al perro y lo salvaron. Uno de los tripulantes reconoce al
perro y anuncia que pertenece al Sr. Haggin. Más tarde, el
yate llegó al puerto de Tulagi , donde un comisionado que
conocía al Sr. Haggin le envió un mensaje. El Sr. Haggin navegó
a la isla con el perro Michael, que era el hermano de Jerry.
Los hermanos, Jerry y Michael, se conocieron para separarse
diez días después. Jerry se quedó en el yate Ariel con su
dueño, Villa, mientras que Michael se quedó en la isla. Se
encontraron una vez más varios años después en California.
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Después de ser parcialmente censurada por otra editorial,
Lectura fácil, quinta obra publicada por Cristina Morales
(Granada, 1985) gana el Premio Herralde de Novela de 2018
y se publica en Anagrama, situando en el panorama literario
más canónico a esta autora así como ciertos temas polémicos
o tabú. Las protagonistas de la obra, Nati, Patri, Marga y
Àngels, cuatro mujeres “discapacitadas” -según los criterios
del Estado- que conviven en un piso tutelado en la Barceloneta,
nos colocan contra las cuerdas de nuestra propia moral y nuestra
hipocresía.
¿Quiénes son las personas “discapacitadas”, es decir, en
relación con qué parámetros se construye la discapacidad?
Los parámetros de discapacidad y productividad están íntimamente
ligados al sistema capitalista (y patriarcal y colonial).
Las instituciones público-privadas que gestionan la tutela
de las personas con “discapacidad”, lejos de empoderar y otorgar
autonomía persiguen su “integración”.
Cabe recordar, sin embargo, que la integración tiene como
referencia la norma capacitista y a menudo, más que esta autonomía
se busca reducir las molestias causadas al sistema. Si bien
esta afirmación puede sonar un tanto hiperbólica, la esterilización
a la que una de las protagonistas se enfrenta en la novela
nos muestra cómo el placer o la sexualidad de estas personas
es visto como un obstáculo.
Si realizamos un repaso a nuestra biblioteca tal vez nos
demos cuenta de la falta de protagonistas con diversidad funcional
(término que algunos activistas prefieren a “discapacidad”).
Tal vez corroboremos que los personajes que encontramos no
tienen agencia y son o bien humillados o bien infantilizados.
¿Cuánta opresión generamos por nuestro capacitismo normativo,
es decir, por el hecho de detentar una “normalidad” psicológica
y física? ¿Y qué tiene que decir el feminismo o la izquierda
a todo esto?
Visita la sección de entrevistas.
La novela de Cristina Morales proporciona posibles respuestas
al realizar una radiografía de la moral del ala “supuestamente”
progresista de nuestra sociedad. Una radiografía realizada
especialmente por Nati, una de las cuatro protagonistas: ella,
con el mayor grado de discapacidad, tiene una condición psicológica
que le impide controlar la rabia ante situaciones injustas
y convencionalismos sociales ridículos. Este síndrome ficticio,
el “síndrome de las Compuertas”, producido por su lucidez
política, vertebra el tono y el contenido del libro, puesto
que se trata de una crítica corrosiva a la supuesta tolerancia
promovida por la democracia representativa. Las páginas de
la novela intercalan descripciones de clases de danza, transcripciones
de las sesiones judiciales del caso sobre la posible esterilización
de Marga, un fanzine (“Yo también quiero ser un macho”) y
una metanovela escrita por Àngels empleando la lectura fácil,
un método de adaptación de textos literarios y periodísticos
para facilitar su comprensión. Dicho método es empleado de
tal manera que ilustra la arbitrariedad y la absurdidad de
los procesos burocráticos y las instituciones al ser descritas
de forma literal: la lectura fácil muestra el carácter obtuso
del engranaje que nos gobierna.
Además, los diferentes escenarios urbanos que describen las
narradoras dan cuenta de los mecanismos de poder cotidianos
que operan a pequeña escala: las campañas de civismo que educan,
los cursos que contribuyen a crear un tipo de ciudadanía,
lo políticamente correcto que encapsula silenciosamente la
violencia del status quo, los incentivos a vivir la sexualidad
de una manera concreta -monógama, heteronormativa y vetada
a cuerpos “discapacitados”-. Pensar lo político desde un pacto
ficcional entre el discurso crítico sobre la discapacidad
y el movimiento anarquista pone en diálogo dos “márgenes”
del poder: ambos tienen en común la crítica a las retóricas
sobre el civismo y el reformismo institucional de la nueva
política en el contexto de la Barcelona de Ada Colau. No obstante,
la novela es también una crítica arriesgada y satírica a los
espacios supuestamente emancipados, a un tipo de feminismo
reactivo que olvidaría el goce y a un discurso libertario
que roza lo dogmático y se agota a sí mismo en ocasiones.
Lectura fácil es una invitación muy “punki” a reflexionar
sobre el significado de la politización en el contexto actual
desde un punto de vista irónico, “antirretórico” y con alegría:
una alegría hecha de facilidad, de gratuidad, y, en virtud
de esos ingredientes, proveedora de una clarividencia repentina,
un caérsete la venda de los ojos como cuando una tarde hace
cuatro años, sin haberlo planeado, cien anónimos prendieron
fuego a la excavadora que acababa de derruir media Can Vies
el día que la desalojaron. Que una novela como Lectura fácil
haya logrado un premio tan relevante como el Herralde da cuenta
de que algo se está moviendo en las estructuras de poder y
de legitimación en el campo literario.
En el caso de Cristina Morales, no se trata únicamente de
estar inserta en un momento de visibilización de autoras -producto
de la irrupción en el feminismo en la esfera pública-, sino
también de la aparición de sujetos otros en las tramas narrativas
-mujeres “discapacitadas” con sexualidades disidentes-. Ahora
bien, la pregunta que sigue en el aire es la siguiente: ¿para
cuándo la visibilidad y celebración de autoras que no sean
mujeres, blancas o “capacitadas”?
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Alias Grace es una novela de ficción histórica de la escritora
canadiense Margaret Atwood, publicada originariamente en 1996,
ganadora del Giller Prize en Canadá. El libro narra los famosos
asesinatos de 1843 de Thomas Kinnear y de su ama de llaves
y amante, Nancy Montgomery, en el oeste de Canadá. Dos sirvientes
de la casa, Grace Marks y James McDermott fueron arrestados
por el crimen. McDermott fue colgado y Marks, la protagonista
de esta historia, fue sentenciada a cadena perpetua. Aunque
la novela está basada en estos eventos, Atwood construye una
narrativa con un doctor ficticio, Simon Jordan, el cual está
investigando el caso. Primeramente este se interesa en el
comportamiento criminal, pero poco a poco se ve envuelto en
una historia con Grace Marks y así se dictaminará si ella
es una femme fatale, convicta por asesinato; o una mujer de
buenos modales, víctima de las circunstancias.
Grace Marks, la asesina convicta, ha sido contratada como
sirvienta en la casa del Gobernador de la prisión. El comité
de caballeros y señoritas de la Iglesia Metodista (Protestante),
dirigidos por el ministro, tienen la esperanza de que esta
sea perdonada y liberada. Grace no recuerda el día del asesinato,
ya que muestra síntomas de histeria, y es por esto que el
ministro contrata al psiquiatra Simon Jordan, para entrevistarla
y determinar si realmente sufre histeria o sencillamente es
una asesina de sangre fría. El Dr. Jordan intenta que Grace
hable de sus sueños y recuerdos, y tras una negativa por su
parte, esta empieza a contarle su vida. Grace narra sin tapujos
detalles sobre su infancia en Irlanda, como por ejemplo, la
muerte de su madre o la adicción a la bebida que sufría su
padre, y sus continuados abusos, e incluso, un intento de
violación por su parte.
El Dr. Jordan escucha a Grace con atención, a pesar de que
él sabe que todas esas narraciones le son de poca a ayuda
para ayudarla a ser libre. Grace continúa relatando su vida
al doctor: cuando empezó a trabajar de sirvienta, junto a
Mary Whitney, su compañera de habitación y única amiga, la
cual le enseñó todo lo que sabe. Sin embargo, no es hasta
que Grace comienza a describir a James McDermott y la aventura
que tenían Thomas Kinnear y Nancy Montgomery, cuando el Simon
Jordan realmente se interesa por la historia. Pero, tras no
llegar a ninguna conclusión relevante, y no pudiendo evitar
más al Comité de Espiritualidad, el Dr. Jordan cede el papel
al Dr. DuPont, el cual ejerce neuro-hipnosis en la joven,
y es en este momento cuando Mary Whitney toma el control del
cuerpo de Grace y confiesa que ella poseyó el cuerpo de Grace
el día de los asesinatos.
Tras estos extraños eventos ocurridos, el Dr. Jordan finaliza
su informe alegando que Grace sufrió un trastorno de doble
personalidad, y acto seguido abandona el pueblo canadiense
y se une al Ejército de la Unión. Finalmente, Grace Marks
consigue ser perdonada y liberada, y tras cambiarse el nombre
se muda a Estados Unidos y comienza una nueva vida. Durante
la novela, al igual que en la vida real, nunca queda claro
si Grace Marks realmente fue cómplice de los asesinatos o
no.
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Los jardines del presidente es una novela del escritor iraquí
Muhsin Al-Ramli, su primera edición en árabe (Hdaa'k alra'is
) fue en Abu Dabi en 2012 por la editorial Thaqafa y en Beirut
por la Editorial Arab Scientific Publishers, (co-edición).
Es una narración intrahistórica llena de acontecimientos,
fechas, temas y personajes de los cuales sobresalen Abdullah
Kafka, Tarek el asombrado e Ibrahim Suerte. Los tres nacieron
en meses consecutivos, y se convirtieron en inseparables amigos
desde sus primerísimos pasos. La novela relata sus vidas y,
a través de ellas, gran parte de la historia de Irak en el
último medio siglo y el impacto de sus peripecias en la vida
de la gente sencilla: las batallas, el embargo, la dictadura,
las fosas comunes, el caos de una ocupación en la que la culpa
de la muerte sangrienta de Ibrahim, símbolo del derrame de
la sangre iraquí, se dispersa entre los secuaces del régimen
anterior y los seguidores del régimen sucesor. Se trata de
una novela que permite al lector la comprensión de la complejidad
de la historia iraquí y sus sucesivos dramas a través de una
interesante narración dividida en 28 capítulos de cuyos títulos
destacamos: ‘Hijos de la grieta de la tierra’, ‘Viaje con
un solo pie’, ‘Kafka vuelve de su cautiverio’, ‘La espina
del mar’, ‘El secreto de un escándalo no revelado’, ‘Infancia
en una caja militar’, ‘El presidente asesina al músico’, ‘Cadáveres
y cuadernos’, ‘La boda de Nesma’, ‘Los devoradores de rosas’,
‘Encuentros entre vivos y muertos’ y ‘Un matrimonio repetido’.
Lo terrible es que una novela como Los jardines del presidente
esté basada en hechos reales. Una novela donde se lee: “En
un país sin platanares, los habitantes del pueblo se despertaron
con el hallazgo de nueve cajas para transportar plátanos.
En cada una de ellas estaba depositada la cabeza degollada
de uno de sus hijos y el documento que lo identificaba, ya
que algunos rostros habían quedado totalmente desfigurados
por la tortura anterior a su decapitación o por la posterior
mutilación, tanto que los rasgos con que habían sido conocidos
a lo largo de su truncada vida ya no eran suficientes para
identificarlos”. Lo terrible son los recuerdos y las explicaciones
de su autor, el iraquí Muhsin Al-Ramli: “Comencé a escribir
Los jardines del presidente en 2006 después de recibir la
noticia del asesinato de nueve de mis parientes, que estaban
ayunando en el tercer día de Ramadán. La gente de la aldea
solo encontró sus cabezas en cajas de plátanos, junto con
sus documentos de identidad. Dediqué la novela a sus almas”.
Lo increíble y lo hermoso es que de esas mezclas haya surgido
un libro valiente, político, poético y onírico como Los jardines
del presidente. Una novela que narra la historia –o mejor,
las historias– del Irak en tiempos del innombrable dictador
(innombrable porque el autor no quiere nombrarlo). Los protagonistas
son tres amigos de la infancia, conocidos como “los hijos
de la grieta de la tierra”: Ibrahim, Tarek y Abdulá. El primero
ocupa el centro de la narración. Recibe el sobrenombre de
‘Quisma’, destino, y eso ya dice bastante de su actitud: “Todo
es destino y ley”, es su lema. Apreciado por todos por su
bondad y discreción, le caracteriza la sabiduría y elegancia
a la hora de afrontar las tragedias.
Había nacido y se había criado en un remoto pueblo del norte
de Irak, junto a los mencionados amigos: Tarek, de vida acomodada
y al que siempre sonrió la vida; y Abdulá, huérfano y depresivo,
a quien llaman ‘Kafka’ por su manera de pensar y por haber
devorado las obras del autor checo. Como todos los amigos,
los “hijos de la grieta de la tierra”, habían vivido juntos
alegrías, esperanzas, amores... Como los amigos en esos tiempos
y en ese país también habían padecido guerras, injusticias
y las arbitrariedades del poder. Las buenas relaciones de
Tarek permiten a Ibrahim lograr un empleo en Bagdad, en los
jardines del presidente. ¿Qué provocó su muerte? ¿Qué le llevó
a morir de tal manera? Los exóticos jardines del presidente
esconden la respuesta tras sus verjas. Por desgracia Los jardines
del presidente no es un thriller.
1988-2004.
Los hechos, como el del inicio, tienen su poso de verdad
y horror. Muhsin Al-Ramli afirma haber escrito esta novela
a trompicones. Dos años después de iniciada su escritura,
otra historia, otra noticia, le dio un nuevo empujón a la
escritura: la de “alguien cuyo trabajo era enterrar a personas
anónimas ejecutadas en Irak y que guardaba de manera secreta
algo que les pertenecía, ya fuera una tarjeta, un reloj o
un anillo. Él registraba algunas de sus características personales
e información sobre dónde fueron enterrados. Después de la
caída del régimen, ayudó a muchas familias a encontrar los
restos de cadáveres de sus seres perdidos”. La novela fue
escrita en Granada, Irak, Asturias… pero después de ese periplo
“hice varias revisiones en Madrid, así que la escritura comenzó
y terminó allí, donde vivo”. En esta ciudad, a la que llegó
en los 90, Muhsin Al-Ramli es profesor en la Universidad de
San Luis.
Considerado uno de los más importantes novelistas y dramaturgos
iraquíes, además de traductor de varios clásicos españoles
al árabe, es fundador y coeditor de la revista cultural Alwah.
Por Los jardines del presidente ganó el English Pen Award,
pero su premio más importante quizá sea el que ha conocido
a través de las reacciones y agradecimientos de los lectores:
haber puesto palabras y sentimientos a lo que pasó en Irak
y razones a lo que sigue sucediendo.
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Hace cerca de tres mil años, en el norte de la India, floreció
una civilización de una extraordinaria riqueza, que sin embargo
no dejó reliquias arquitectónicas ni artísticas. Y es que
su fortuna no se basó en las conquistas ni en la acumulación
de tesoros sino en la insuperada sofisticación de una serie
de textos en torno al Veda (el saber). Textos que, en su mayor
parte, son minuciosas prescripciones para ejecutar los ritos,
desde el más sencillo hasta el más complejo: el sacrificio.
Calasso, que ya se dedicó a la religión de la India antigua
en un libro memorable, Ka, vuelve ahora sobre ella para centrarse
precisamente en la cuestión del sacrificio. ¿Qué es? ¿En qué
consistía? ¿Cuál es la diferencia entre la mera violencia
ejercida sobre un ser y la esencia del sacrificio? ¿Qué valor
le damos hoy a ese concepto?
Con el magnetismo propio de una poderosa novela, el recorrido
de Calasso en El ardor habla, también, de nuestra cultura:
de lo que significa el progresivo abandono de las formas del
rito, de nuestra dificultad ya casi insuperable para establecer
un intercambio con lo invisible, y las distorsiones que ello
causa en la historia y la sensibilidad presentes; del rito
como forma de comunicación entre lo visible y lo invisible
y de todo lo que la mentalidad positivista nos ha ocultado,
haciendo que confundamos nuestra incapacidad para percibirlo
con su inexistencia.
«La actitud sacrificial –escribe Calasso– implica que la
naturaleza tenga un sentido, mientras que la actitud científica
nos ofrece la pura descripción de la naturaleza, de por sí
desprovista de sentido.» Por eso, «el Satapatha Brahmana es
un antídoto poderoso para la existencia actual». Calasso es
una figura única en el panorama intelectual de hoy: sin arroparse
en jergas académicas, y poniendo en relación saberes tan complejos
como la historia de las culturas y las religiones, la antropología
moderna y los grandes debates del pensamiento de todos los
tiempos, es capaz de desplegar ante el lector la esencia de
aquellos libros legendarios y mostrar el modo en que aún tienen
mucho que decirnos. El ardor que da título a este libro es
el que se enciende en la lectura, no sólo como un aprendizaje
sino también como una intensa experiencia del espíritu y de
la inteligencia.
«El ardor evoca y narra aquel mundo remoto con sugestiva
y vertiginosa precisión. Es como si Calasso hubiera advertido
la necesidad de un análisis frontal, que nos afecta a todos»
(Antonio Gnoli, La Repubblica). «Este libro parece llegar
desde muy lejos para formularnos preguntas esenciales con
la fuerza de una luz incandescente. El mérito de Calasso (su
secreto) consiste en haberlo escrito con ardor» (Giorgio Montefoschi,
Corriere della Sera). «Calasso ha aportado una prolífica genealogía
de ideas al escepticismo filosófico acerca de la modernidad
que trasciende muchos conceptos actuales sobre literatura
y filosofía. La variedad de su obra esconde una continuidad
de temas y preocupaciones: el poder y la soberanía de la mente
y su relación con el mundo, la base de los órdenes políticos
y sociales y el ineludible papel de la violencia» (Pankaj
Mishra, The New York Times).
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