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Hace 65 años, el 11 de julio de 1960, la escritora estadounidense
Nelle Harper Lee publicó su primera novela, Matar a un ruiseñor,
donde narró, a través de los ojos de una niña llamada ‘Scout Finch’,
el racismo estructural, la segregación racial y el odio al diferente
imperante en la sociedad patriarcal y conservadora de Estados Unidos.
El marco temporal de la obra –por la que recibiría el Premio Pulitzer
en 1961–, sin embargo, se sitúa en los años treinta, durante el
periodo de la Gran Depresión, protagonizado por la gran crisis económica
que siguió al crack del 29 y dejó a millones de personas sin empleo
ni recursos con los que subsistir dignamente. Un contexto en el
que el racismo se intensificó cada vez más, pues muchos creyeron
que denostar al ‘diferente’ podría ser una forma de mantener el
orden social y combatir la pobreza. Un eco que, 65 años después,
la extrema derecha ha vuelto a poner de actualidad con sus discursos
racistas. Así, los hombres blancos que se encontraban sumidos en
la pobreza, a menudo con graves problemas de alcoholismo, comenzaron
a aumentar el hostigamiento y el odio hacia las personas negras
hasta casi deshumanizarlas. Un odio y una sinrazón que la escritora
convirtió en el lema principal de Matar a un ruiseñor, cuyo eje
central es el juicio contra Tom Robinson, un campesino negro acusado
de violar a una joven del ficticio pueblo de Maycomb, en el estado
de Alabama. Harper Lee supo reflejar todas aquellas opresiones en
su novela de manera magistral, a través del ambiente seco y polvoriento
del desierto de Alabama, y convirtió su libro en un manifiesto en
defensa de los inocentes y en plena lucha por los derechos civiles
en EE.UU., liderada por referentes como Martin Luther King.

Pásate por Intro >> Resumen temático.
En Matar a un ruiseñor, Harper Lee realizó un fantástico análisis
sobre la situación de las mujeres de la época a través de dos personajes
principales: Scout, la niña protagonista y narradora de la historia,
y Mayella Ewell, hija de un vecino problemático del pueblo llamado
Bob Ewell y supuesta víctima de la violación. La autora, que escribió
la novela a través de su propia experiencia de infancia como hija
de un abogado, que daría forma al personaje de Atticus Finch, muestra
a una niña poco común que rechaza constantemente los vestidos que
su tía le prepara, o se enfada al ver cómo todos pretenden que se
comporte como ‘una señorita’.

Escena del interior de 'Matar a un ruiseñor' (la novela gráfica)
ilustrada por Fred Fordham y editada por Random Comic.
Y es que Scout tan solo quiere descubrir, satisfacer su constante
curiosidad y vestir cómoda para moverse y jugar con su hermano y
su amigo Dill. Una rebeldía que sitúa a Harper Lee como pionera
en la ruptura contra los cánones establecidos para la feminidad
por el puritanismo americano, y que la autora refuerza incluso en
su nombre, ‘Scout’, tradicionalmente asociado a los niños. Por eso
muestra a una pequeña que se empeña en trepar, ensuciarse, explorar
y cuestionarlo todo, desarmando así las expectativas injustas que
pesaban sobre las niñas de la época y abriendo una disidencia totalmente
rompedora que define el feminismo de la autora y que pudo marcar
su propia educación. La aclamada escritora hablaría poco tiempo
después sobre la gran influencia que ejercería su padre en ella
en una entrevista al locutor de radio Roy Newquist en Nueva York
(realizada en 1964 y publicada por la Universidad de Ucla tras su
muerte en 2016): "Atticus no es idéntico a mi padre, pero sí se
parece a él en su sentido moral, en su paciencia y en la forma de
tratar a sus hijos".
Aunque Harper Lee retrató a personajes más tradicionales y esporádicos,
como el de Calpurnia o la tía Alejandra, el personaje femenino adulto
más crucial es el de Mayella Ewell, una mujer blanca que denuncia
haber sido violada por Tom Robinson y que vive sumida en la pobreza
bajo la continua vigilancia de su padre. Mayella es también una
víctima, a pesar de que su falsa acusación decide el destino terrible
de Tom –asesinado al intentar escapar–, y con ella la autora quiso
denunciar la opresión que sufrieron las mujeres al margen de su
color de piel. Porque a ellas la sociedad les negaba el derecho
a decidir sobre sus sentimientos, cuerpos y deseos, como el de acercarse
a Tom, un joven empático que se solidariza con ella y la ayuda siempre
que puede.

Como recuerda Atticus a su hija, "Nunca entiendes
de verdad a una persona hasta que ves las cosas desde su punto de
vista. Hasta que te pones en su piel y la sientes como propia".
Frase que los hermanos no comprenden hasta el final, cuando conocen
al misterioso y también inocente Boo Radley, un ‘ruiseñor’ que les
salva la vida. Un 'ponerse en los zapatos de los demás' que finalmente
no hace Mayella con Tom, pues se ve superada por el sentimiento
de culpa y la vergüenza que el patriarcado le ha hecho sentir, quedando
atrapada en su mentira y en el hogar de su violento padre, incapaz
de decidir por sí misma y sucumbiendo a su control. Y es que, en
1933, que una mujer blanca desease o besase a un hombre negro, como
plantea el libro, era casi un crimen contra el orden racial y patriarcal,
máxime para un padre como Bob, racista y capaz de maltratar y atemorizar
a su propia hija.
En 1962 el libro se convirtió en una película protagonizada
por Gregory Peck en el papel de Atticus, ganadora de tres Óscar.
Un film, dirigido por Robert Mulligan, que dejaría imágenes impactantes
para la historia, como la que muestra a los vecinos negros de Maycomb
subiendo hasta la parte superior del tribunal para presenciar el
juicio sin ‘incomodar’. En aquella época, las personas negras tenían
que situarse en zonas delimitadas, norma que, tan solo cinco años
antes del libro, rompería Rosa Parks en un autobús en Montgomery
(Alabama), negándose a ceder su asiento a un blanco. Casualmente,
en 1919, el padre de Harper Lee (Amasa Coleman Lee), legislador
y abogado, tuvo que defender a dos negros acusados de asesinato,
perdiendo más tarde el caso a pesar de su esfuerzo. Algo que inspiraría
a la autora, al igual que su honestidad, su trato igualitario hacia
todas las personas y su tenacidad, como retrata en el libro: “El
simple hecho de saber que hemos perdido la batalla de antemano no
es razón para que no intentemos vencer”. Hoy, 65 años después, la
obra sigue recordando que matar a un ruiseñor es destruir la inocencia,
la compasión y la justicia, valores que tan bien encarnan los hermanos
protagonistas de la historia, Scout y Jem. Por ello es la niñez
el vehículo a través del cual Lee narra su canto contra el racismo,
el machismo y la violencia, odios capaces de destruir por completo
al ser humano, como a Boo y Tom. Porque, como reza la vecina señorita
Maudie en la obra, “Lo único que hacen los pájaros es cantar para
alegrarnos. No se comen los huertos ni anidan en los graneros de
maíz. Lo único que hacen es cantar para nosotros. Por eso es pecado
matar a un ruiseñor”.

Su publicación tuvo un éxito instantáneo: ganó el
premio Pulitzer y pasó a convertirse en un clásico de la literatura
estadounidense. La novela está inspirada en las observaciones de
la autora sobre su familia y sus vecinos, así como en un incidente
ocurrido cerca de su ciudad en 1936, cuando tenía diez años de edad.
Aunque la novela trata sobre temas polémicos como
la violación sexual y la desigualdad racial, también se le alaba
por su calidez y humor. El padre de la narradora, Atticus Finch,
ha servido como ejemplo de moral para muchos lectores y como modelo
de integridad para los abogados. Un crítico explicaba el impacto
de la novela diciendo: «En el siglo XX, Matar un ruiseñor es el
libro más leído sobre el tema racial en Estados Unidos, y su protagonista,
Atticus Finch, es la imagen de ficción más duradera del heroísmo
racial».
Siendo una novela gótica sureña y un Bildungsroman,
los temas principales de Matar un ruiseñor comprenden la injusticia
racial y la destrucción de la inocencia. Los estudiosos han hecho
notar que Lee también toca temas de clase, coraje y compasión, y
de roles de género en el Deep South estadounidense. El libro se
utiliza ampliamente en las escuelas de países angloparlantes con
lecciones que ponen énfasis a la tolerancia y condenan los prejuicios.
No obstante, Matar un ruiseñor también ha sido objeto de campañas
para que se lo retirara de la escuela pública, con frecuencia por
el uso que hace de epítetos raciales. De igual modo, los estudiosos
señalan que los personajes negros no se exploran completamente,
por lo que muchos lectores negros los reciben de forma ambivalente,
a pesar de que sí tienen un profundo efecto en muchos lectores blancos.
La novela de aprendizaje, novela de formación o novela
educativa es un género literario que retrata la transición de la
niñez a la vida adulta. El término alemán original, Bildungsroman
significa literalmente 'novela de formación' o 'novela de educación'.
Muchas de las grandes novelas de los siglos XIX y XX, sin ser estrictamente
Bildungsroman, comparten alguna de sus características. Por ejemplo,
Marcel Proust en En busca del tiempo perdido narra el proceso de
aprendizaje del protagonista, Marcel; lo mismo sucede en Retrato
del artista adolescente, de James Joyce, en el Moll Flanders de
Daniel Defoe o en La montaña mágica, de Thomas Mann.

Ulises, de James Joyce y La montaña mágica, de Thomas
Mann tienen sendos monográficos.
Bajo las ruedas, de Hermann Hesse, es también un Bildungsroman
en sentido aún más estricto. A pesar de que la novela de aprendizaje
parece haber perdido peso desde la segunda mitad del siglo XX, muchos
de sus elementos aún perviven en novelas como El guardián entre
el centeno, de J. D. Salinger, o en numerosas películas contemporáneas.
Matar a un ruiseñor consiguió una variada
acogida a partir de su publicación. Los análisis literarios son
bastante escasos en comparación con el número de ejemplares vendidos
y su uso en la educación. La autora Mary McDonough Murphy, que coleccionó
impresiones particulares sobre el libro realizadas por numerosos
autores y figuras públicas, la considera como «un fenómeno sorprendente».
En 2006 los bibliotecarios británicos situaron la obra por delante
de la Biblia en cuanto a «libros que todo adulto debería leer antes
de morir». Fue adaptada al cine en 1962 con título homónimo por
el director Robert Mulligan, con guion de Horton Foote, obteniendo
diez nominaciones a los premios Óscar y consiguiendo tres premios.
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El juzgado del condado de Monroe fue elegido para
rodar la escena del juicio de la película. Es parte del Registro
Nacional de Lugares Históricos.
Desde 1990 se ha representado una obra de teatro anualmente
en la localidad natal de Lee, Monroeville, Alabama. Fue la primera
y única novela publicada de Harper Lee hasta el 15 de julio de 2015,
cuando se publicó Ve y pon un centinela, borrador que inicialmente
no fue publicado y que narra la infancia de la protagonista de Matar
un ruiseñor. El ave mencionada en el título original se refiere
al Mimus polyglottos, conocido comúnmente como cenzontle, que habita
en gran parte de Norte América, donde ocurre la historia, y no al
Luscinia megarhynchos, conocido comúnmente como ruiseñor y que solo
habita en Eurasia.
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