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Islandia.
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20-Noviembre-2019

Te encuentras en algún lugar de los remotos Fiordos Occidentales, una península grande en el extremo noroccidental de Islandia, cuando tu coche se para. Finales de septiembre, suspiras, estáss recorriendo el cabo de Látrabjarg, un acantilado barrido por el viento, cuando regresas a Ísafjörður, la localidad más grande de la zona (2.600 habitantes). Una vez en el apartamento, llamas a la compañía que alquiló el vehículo. El mecánico del pueblo no podrá atenderte antes de la fecha en la que debes estar de vuelta en la capital islandesa, Reikiavik.

"Bueno", dice el representante de la empresa de alquiler, "¡þetta reddast!".

Una rápida búsqueda en Google te informa de que þetta reddast (se pronuncia: "zet-ta red-ast") no quiere decir "lo siento, no me pagan lo suficiente como para que me importen sus problemas" ni tampoco "intenten no quedarse varados en medio de la nada". En cambio, significa "al final todo se solucionará". Si Islandia tuviera un eslogan oficial, sería esta frase que resume de forma casi perfecta la manera en que los islandeses se toman la vida: con una actitud relajada, tranquila y un gran sentido del humor.

"Es solo una de esas frases ubicuas que te rodean todo el tiempo, una filosofía de vida que flota en el aire", afirma Alda Sigmundsdóttir, autora de varios libros sobre la historia y la cultura de Islandia.

"Generalmente se usa de una manera bastante superficial y optimista. También se puede emplear para tranquilizar, sobre todo si la persona que intenta confortar a la otra no sabe muy bien qué decir. En ese sentido es una especie de palabra para toda ocasión". A primera vista, parece una filosofía rara para un lugar donde, durante siglos, muchas cosas no funcionaron del todo bien. Desde que Islandia empezó a asentarse en el siglo IX, su historia ha estado contaminada con cuentos de épocas en las que no cabía el þetta reddast.

En su obra "El pequeño libro de los islandeses en los viejos tiempos", Sigmundsdóttir da cuenta de algunas de estas penurias: los inviernos largos, la pobreza extrema, la esclavitud. Hubo erupciones volcánicas como la del Laki en 1783, que mató al 20% de la población de 50.000 de aquel entonces. También acabó con el 80% de sus ovejas, una fuente de alimentación vital en un país que apenas tenía agricultura.

La mayoría de la población desciende de los noruegos que huían aterrorizados del rey Harald Finehair en el siglo IX. Fue el primer rey de Noruega. A través de conquistas, logró unificar un conjunto de pequeños reinos rivales y extendió su dominio sobre Escocia, las Islas Hébridas, las Órcadas y las Shetland. La persecución que hizo de sus enemigos llevó al poblamiento noruego de Islandia.

Algunos de los noruegos exiliados huyeron hacia el este, hacia las actuales provincias suecas de Jämtland y Hälsingland. Otros se refugiaron en los archipiélagos del Atlántico, pero los persiguió a las Shetlands, las Órcadas y las Hébridas. Otros se unieron a expediciones vikingas a Escocia, mientras que algunos fueron aún más lejos: en 874, un noruego llamado Ingólfur Arnarson llegó hasta la isla que llamó Islandia (tierra de hielo). Es posible que la isla hubiera recibido algunas visitas anteriores, probablemente de monjes irlandeses que huían de las primeras incursiones vikingas, pero lo cierto es que Islandia estaba deshabitada desde hacía más de setenta años.

Los noruegos se convirtieron en sus primeros pobladores estables al fundar la ciudad de Reikiavik. La población de noruegos en Islandia se incrementó por el descontento con los impuestos de Harald, y por la expedición que éste realizaría hacia las islas próximas y a Escocia, sometiendo estos territorios a la autoridad noruega y colocando sus propios gobernantes. El reinado de Harald estuvo marcado por la amenaza constante de sus enemigos. Al final de su vida, comenzaron las disputas entre sus hijos para repartirse el reino, y el monarca gobernaría en los últimos tres años junto a su hijo favorito, Erico Hacha Sangrienta. Murió alrededor de los 83 años de edad. Doce de sus hijos fueron reyes, dos de ellos de toda Noruega.

Había tormentas que azotaban la nación y hundían los barcos a remo con los que pescaban, reduciendo también gran parte de la población masculina en pueblos enteros. Hasta el siglo XVIII, el 30% de los bebés morían antes de cumplir un año, según esta escritora.

La antigua Islandia era un lugar muy difícil de habitar... y eso no fue hace tanto tiempo. "No hace mucho éramos una sociedad de granjeros y pescadores y las estaciones y duras condiciones en las que vivíamos controlaban por completo nuestras vidas", explica Auður Ösp, la fundadora de la agencia turística I Heart Reykjavik.

Mientras la Islandia actual es un lugar ultramoderno donde abunda el wifi, las tarjetas de crédito se aceptan en todos los locales y la mayoría del país utiliza energía geotérmica; hace solo 90 años el 50% de la población vivía en casas de pasto (viviendas tradicionales con paredes y techos hechos con tierra y pasto). Así que las penurias no son un recuerdo muy lejano. Hace solo 45 años, el volcán Eldfell hizo erupción en la pequeña isla de Heimaey, escupiendo millones de toneladas de ceniza y engullendo 400 edificios. Las 5.000 personas que vivían allí tuvieron que ser evacuadas.

Hace 23 años, una avalancha gigantesca diezmó el pueblo de Flateyri en los Fiordos Occidentales, enterrando más de una docena de hogares y matando a 20 de los 300 residentes. Incluso cuando no había desastres naturales, Islandia está a la merced de las fuerzas de la naturaleza. La isla se mueve y respira de una forma en que pocas lo hacen, con fumarolas que exhalan vapor, manantiales de agua caliente que borbotean, géiseres que sueltan chorros y burbujean y cataratas que se precipitan.

El país se asienta sobre la grieta que se abre entre las placas tectónicas de Norte América y Eurasia, que se están separando lentamente. Algo que provoca que el territorio islandés se ensanche unos tres centímetros al año, desatando un promedio de 500 terremotos pequeños cada semana. Su clima es tan volátil como formidable. Hay vendavales que pueden llegar a la categoría de huracán, tormentas fuertes que se dan incluso en verano y, en los días más oscuros de invierno, el sol brilla solo cuatro horas.

Por ejemplo, cuando empieza a nevar de repente en agosto (verano), como pasó en el norte hace unos años, tienes que dejarlo todo y salir a rescatar a tus animales. O cuando hay una erupción volcánica que interrumpe vuelos en todo el mundo y deja a mucha gente varada en Islandia, tienes que pensar rápido y ver lo que haces. Tal vez tenga sentido que en un lugar donde la gente estuvo y aún está a merced de las fuerzas de la naturaleza, los islandeses hayan aprendido a ceder el control, dejar que el destino decida y limitarse a esperar lo mejor. Para esta población tan estoica, þetta reddast tiene menos que ver con negarse a lidiar con los problemas y más con admitir que si la vida te da limones, es mejor hacer limonada.

"El Thorrablót es la gran fiesta de final de invierno. Sus orígenes son paganos y recuerda los tiempos en que los vikingos festejaban la inminente llegada de la primavera. Para ello, sacaban todos los manjares que habían ido acumulando a lo largo de los meses de invierno y se los zampaban en medio de una gran comilona. Con unos orígenes como éstos, es evidente que nadie puede esperar manjares delicados. Las especialidades del Thorrablót son más bien un poco primitivas: pescado seco, tiburón podrido, testículos de cordero, morcillas de sangre y cabezas de cordero, con ojos y sesos incluidos."

Xavier Moret. La isla secreta.

La frase se entiende más cuando se tiene en cuenta que los islandeses no descienden de vikingos valientes y exploradores que cruzaban océanos en busca de tierras que saquear y conquistar, sino que proceden en su mayoría de granjeros y campesinos noruegos que huían de la esclavitud y la mano asesina del rey Harald Finehair en el siglo IX. Temían tanto su furia que arriesgaron sus vidas en un viaje de 1.500 kilómetros sin mapas, herramientas de navegación ni muchas esperanzas.

"No podríamos vivir en este entorno sin cierto nivel de convicción de que las cosas se solucionarán de alguna forma, por más difícil que parezcan en ese momento", afirma Ösp. "Þedda redast representa un cierto nivel de optimismo". "No es que seamos impulsivos o tontos. Es solo que creemos en nuestras habilidades para solucionar las cosas".

Como explica Ösp, debido a las condiciones en las que viven, los islandeses han tenido muchas veces que hacer posible lo imposible. Le dieron la vuelta al increíble colapso económico que sufrieron en 2008 y la crisis que desató un volcán de nombre impronunciable en 2010 y las convirtieron en oportunidades de darse a conocer ante el mundo, que convirtió a su Estado en un destino turístico. Una industria que ahora se erige como uno de los motores de su ahora robusta economía.

En 2016, Islandia volvió a sorprender al mundo al convertirse en el país más pequeño que clasificaba a la Eurocopa, donde llegó hasta los cuartos de final. Una encuesta de la Universidad de Islandia de 2017 muestra que casi la mita de islandeses considera a 'þetta reddast' su filosofía de vida.

Como Sigmundsdóttir y Ösp sugieren, tal vez sea algo que se ha fundido durante siglos con la cultura de este país. Después de todo, para aquellos que sobrevivieron a esas penurias las cosas sí se solucionaron al final.

La historia de una sociedad al margen de Europa, el reto de alcanzar el tamaño y la riqueza de un estado apropiado. Islandia es única entre las sociedades europeas, fundada en la época vikinga, a sobrevivido durante siglos sin ningún poder central después de que el cristianismo introdujo el arte de la escritura. Un tesoro de la humanidad.
El folklore islandés está plagado de cuentos de elfos y personas ocultas que habitaban colinas y rocas en el paisaje. Pero, ¿qué nos dicen realmente esas historias de elfos sobre la Islandia de antaño y las personas que vivían allí? En este libro, la autora Alda Sigmundsdóttir presenta veinte historias de elfos traducidas del folklore islandés, junto con notas fascinantes sobre el contexto del que surgieron.
En este libro, ganador del Premio Grandes Viajeros en 2002, Xavier Moret narra un viaje por Islandia en el que le interesa tanto la descripción de sus maravillosos paisajes como el factor humano, la historia y los personajes de esta isla volcánica y remota. Un viaje al corazón de Islandia para entender la cultura y la historia de unos originales europeos que descienden de los vikingos.

Publicado en 2012, Bruce Percy nos brinda su particular visión en este libro. Este libro resume todas las fotografías nocturnas de Bruce en Islandia realizadas entre 2004 y 2012. Principalmente una monografía de naturaleza, se entremezcla con entradas del diario de Bruce, con pensamientos que tratan sobre sus experiencias de fotografiar, el paisaje islandés con luz tenue.

Reykjavik Rocks, una guía completa de información privilegiada sobre la ciudad más pequeña del mundo. En clave de humor, está escrito por Hallgrímur Helgason, Örn Úlfar Sævarsson y Jón Atli Jónasson, tres escritores que conocen Reykjavik desde dentro. Con prólogo de Jón Gnarr, alcalde de la ciudad en el momento de la publicación. Reykjavik Rocks está lleno de fotografías de algunos de los fotógrafos jóvenes más emocionantes de Islandia. Reykjavik Rocks es un esfuerzo por capturar el espíritu creativo y siempre cambiante de una ciudad llena de actividad, arte y entretenimiento.
101 Réikiavik es un retrato irónico de la sociedad urbana islandesa actual y de los valores de la generación X, donde el individualismo y la búsqueda del placer personal contrastan con la desgana y la sensación de impotencia ante los acontecimientos diarios. Hallgrímur Helgason escribe con frescura y una apabullante riqueza de vocabulario, sus descripciones son certeras, los diálogos ágiles, hilarantes y esperpénticos.
Consolidado ya entre los escritores europeos más relevantes del momento, el islandés Jón Kalman Stefánsson transporta al lector a un territorio situado entre los sueños y la realidad, entre la inocencia y la conciencia, un lugar bañado en una luz crepuscular y melancólica que permanece viva en la memoria. En esta obra de singular valor literario, el autor de Entre cielo y tierra, primer volumen de una trilogía, explora las profundidades del alma humana con tal maestría que logra emocionarnos como sólo lo consiguen un puñado de libros en cada generación.
Adviento en la montaña es un relato inspirador y lleno de simbolismo, ambientado en el crudo invierno de las montañas del noreste de Islandia. En él su protagonista, el pastor Benedikt, afronta su tradicional aventura de Adviento para rescatar de la nieve a aquellas ovejas que se han extraviado de su rebaño y están destinadas a una muerte segura. Acompañado de su gran valor, su perro y un carnero, se adentra en la montaña nevada sin sospechar que, en esta ocasión, le aguarda un desenlace inesperado. Traducida a más de 10 idiomas, esta obra goza de gran popularidad en países como Alemania y Estados Unidos. Se ha afirmado incluso que sirvió de fuente de inspiración a Hemingway para escribir El viejo y el mar y que Walt Disney quiso llevarla al cine.
Una novela épica del premio Nobel Halldór Laxness, publicada originalmente en dos volúmenes en 1934 y 1935; literalmente, el título significa "pueblo autónomo [es decir, autosuficiente]". Se trata de la lucha de los agricultores islandeses pobres de principios del siglo XX, luchando por escapar de la servidumbre y sobreviviendo en crofts aislados en un paisaje inhóspito. La novela se considera uno de los principales ejemplos de realismo social en la ficción islandesa en la década de 1930. Dura crítica al materialismo y el propio capitalismo. Este libro, junto con otras novelas importantes, ayudó a Laxness a ganar el Premio Nobel de Literatura en 1955.

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La historia de Islandia abarca poco más de 1.100 años, desde el asentamiento del país en el siglo IX hasta la moderna república de hoy. Este libro ofrece una visión clara, concisa y vívida de la historia de Islandia a través de estos siglos, mostrando los principales eventos, las personas y su forma de vida, tanto en tiempos de gloria como en tiempos de degradación y desastres naturales.
Erlendur se ha unido recientemente a la fuerza policial como un joven oficial e inmediatamente se hunde en la oscuridad del inframundo de Reykjavik. Durante las noches de trabajo, descubre que la ciudad está llena de accidentes automovilísticos, robos, bebedores y violentos. Y a veces una muerte inexplicable.
Las sagas de los islandeses o sagas islandesas (en islandés: Íslendingasögur) y algunas veces denominadas sagas de familia son sagas que describen en su mayoría eventos que ocurrieron durante el poblamiento de Islandia durante los siglos X y comienzos del XI. Son las más antiguas expresiones de la literatura de Islandia. Fueron escritas en los siglos XIII y XIV y se centran en la historia, especialmente en la genealogía e historia familiar de los ancestros colonos. Reflejan además las luchas y conflictos de las sociedades de las segundas y terceras generaciones de colonos islandeses. Preserva por ende una gran cantidad de información social y cultural de las comunidades que las produjeron. Entre los hechos que recogen se encuentra la cristianización de la isla.
Hay muchos países en el mundo pero el caso de Islandia es punto y aparte, y su historia, en las últimas décadas, trepidante y ejemplar. John Carlin, sin disimular su pasión de converso, nos cuenta que a pesar de haber visitado medio centenar de países en viaje de trabajo, el que de verdad le hace brillar los ojos de envidia es Islandia. Lo cuenta con humor delicioso en estos relatos que toman el pulso a una sociedad milenaria y sabia, audaz y visionaria, pero con los pies en un suelo de lo más hostil; que ha levantado un Estado moderno, justo y comprometido, bendecido por los primeros puestos en la lista mundial de países con mayor progreso y bienestar social y el primero en igualdad de género.
Durante más de un cuarto de siglo, el reconocido fotógrafo Ragnar Axelsson se ha aventurado con los granjeros en Fjallabak, una de las maravillas naturales más extraordinarias del Ártico subpolar, en todo tipo de condiciones: tormentas de nieve, aguaceros y luz solar. En este desierto, las cascadas, aguas termales, hielo glacial y laderas de color verde mineral crean una interacción peculiar entre la luz y la superficie. Ragnar Axelsson ha creado una magnífica colección fotográfica que archiva la lucha de un pueblo con los caprichos de la naturaleza y retrata los cambios sociales que han erosionado gradualmente sus antiguas tradiciones.
El zorro ártico, novela ganadora del prestigioso Premio de Literatura del Consejo Nórdico en 2005, es una de las obras más importantes de la literatura islandesa actual. Sjón nos presenta la lucha del pastor Baldur Skuggason con un zorro al que quiere cazar.

Escrito por Alda Sigmundsdóttir, esta autora que ha vivido prácticamente toda su vida fuera de Islandia nos explica las particularidades de esta sociedad de forma muy amena y con ojos nuevos, puesto que aunque domina el idioma y es vista como una de ellos, sus raíces culturales están en Norteamérica y al trasladarse a vivir a Islandia tuvo que vivir un proceso de adaptación que explica muy bien en este libro. El pequeño libro de los islandeses trata un variadísimo abanico de temas y aspectos de la sociedad islandesa.

Todas las ilustraciones fueron hechas por la maravillosa y talentosa Megan Herbert, quien también hizo las ilustraciones en el primer Libro Pequeño. Se basa en los dos años de estudios de folklorística y etnología de la autora. Muy recomendable.
En pleno corazón de Reikiavik, en el lado derecho de la calle que muere en Hallgrímskirkja, existe una pequeña tienda de fotografía artística regentada por Ari Sigvaldason. Dejó el mundo de la prensa para montar su negocio y comercializar su manera personal de entender la fotografía: Ari es uno de los pocos fotógrafos islandeses más interesados en las personas que en los paisajes espectaculares y dramáticos de su tierra. Lleva dos décadas documentando la vida en Reikiavik a través de una mirada honesta, empática y cargada de humor. Toda una declaración de amor por Reikiavik.

El sol se pone antes de las cuatro de la tarde y las calles de Reikiavik combaten la oscuridad con escaparates de tiendas luminosos y luces exteriores que dan al ambiente un aire navideño mucho tiempo antes que en nuestras latitudes. Los locales que cierran más tarde, además de los restaurantes, son las librerías: no bajan persiana hasta las diez de la noche y acogen en sus pequeños bares a los curiosos que se acomodan entre libros, enfrascados en la lectura, o que las han convertido en un punto de encuentro social. No en vano, Islandia tiene una tasa alta de lectores, según una encuesta de noviembre de 2019 del Icelandic Literature Center, que apunta que sus habitantes leen una media de 2,3 libros al mes. Más datos reveladores: casi el 20 % de los islandeses se deja guiar por las indicaciones de los libreros antes de hacer una compra. Dejando de lado las tradiciones folclóricas, si la Navidad tiene un símbolo en la remota isla del norte, ese es un libro.

La llegada del invierno en el calendario nórdico es a finales de octubre, y lleva la fiebre lectora a tiendas y programas de radio y televisión. Los actos municipales y las actividades en escuelas y ferias giran en torno a las novedades literarias y los autores autóctonos viven su particular maratón al modo de nuestro Sant Jordi: presentaciones de libros, tertulias literarias, debates y entrevistas saturan sus agendas.

Una pequeña libreria de libre disposición.

El 'jolabokaflod' es un tsunami literario en toda regla (en islandés significa 'inundación de libros'). Y es que la tradición, que se institucionalizó hace 70 años, lleva a celebrar el día de Navidad leyendo libros en familia. Lilja Sigurdardóttir, escritora de novela negra islandesa, recuerda así sus Navidades de pequeña. «Después de la cena de Navidad ( la Nochebuena ) abríamos los regalos, que eran sobre todo libros, y nos íbamos a la cama con una caja de chocolates o galletas a leerlos». La escritora recuerda cómo su padre les hacía a la mañana siguiente un gran desayuno, que comerían todavía leyendo. «Era la única comida del año en que nos dejaban estar con un libro en la mesa, y es un bonito recuerdo el de la familia reunida junto a la luz del candil y buena comida, en silencio, leyendo», rememora la novelista.

La Biblioteca Nacional y Universitaria de Islandia (en islandés: Landsbókasafn Íslands — Háskólabókasafn) es la biblioteca nacional de Islandia, que también funciona como la biblioteca de la Universidad de Islandia. Se encuentra en Reikiavik, la capital nacional. La biblioteca fue fundada el 1 de diciembre de 1994 en Reikiavik la capital nacional, con la fusión de la antigua Biblioteca Nacional, Islas Landsbókasafn (fundada en 1818), y la biblioteca de la universidad (formalmente est 1940). Es, por mucho, la mayor biblioteca de Islandia con cerca de un millón de artículos en diversas colecciones. La mayor colección de la biblioteca es la colección nacional que contiene obras de casi todos los escritos publicados en Islandia y artículos relacionados con Islandia publicados en otras partes. Es el principal depósito legal en Islandia.

Puertas afuera, la costumbre islandesa se vive hoy en día en la efervescencia de las librerías y la intensa actividad cultural en bibliotecas y centros cívicos. Que los libros siguen siendo el regalo estrella de las Navidades islandesas lo demuestra que la industria editorial concentra las publicaciones en los meses de octubre y noviembre. Todos los hogares reciben por correo un boletín de libros editados para que les sea más fácil conocer la oferta y seleccionar los títulos deseados, de una manera que recuerda a los catálogos de regalos de los Reyes Magos. El boletín de 2019 presentó 850 novedades editoriales en islandés, una cantidad nada desdeñable para una población que asciende a 340.000 personas. Una feria del libro y un festival de novela negra, el Iceland Noir, que se celebra cada dos años en la capital, refuerzan la oferta. La primera dama islandesa, Eliza Reid, y la primera ministra, Katrin Jakobsdóttir, suelen participar activamente en mesas redondas y conferencias en torno al fenómeno literario.

Recientemente, el 'jolabokaflod' ha cruzado el Atlántico norte para calar en el Reino Unido gracias a la iniciativa de Christopher Norris, un promotor cultural implicado en proyectos en torno a los libros y en particular, en difundir este acontecimiento particular fuera de Islandia. Norris impulsa desde su plataforma un 'crowdfunding' para replicar la tradición islandesa en el resto del mundo. Y ya arrancó un concurso internacional para premiar el proyecto más original de fomento del 'jolabokaflod' con el nombre 'Leer por placer', que se financiará con el dinero de la colecta, y que está abierto hasta Nochebuena.

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