------------------------------------------------------------------------------------------------------------

------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Estas cartas con Michael Fraenkel con Hamlet
como excusa, escritas entre 1935 y 1938, constituyen uno de
los destellos de inteligencia más deslumbrantes del autor
de’Sexus’. Como resalta Michael Hargraves en el prólogo «La
belleza del libro no radica en el examen de Hamlet (si bien
estoy seguro de que un erudito shakespeareano podría disfrutar
enormemente con el libro), sino en la forma como los autores
se van por las ramas para revelarse.

Esas desviaciones son las que les permiten fluir,
lanzarse a debates sobre muchas cosas caras a su corazón y
sobre el mundo en general» y «contiene algunas de las páginas
mejores de Miller, algunos de sus pensamientos más libres
[…] publicados e imbuidos del estilo sarcástico y maravillosamente
vulgar del Miller que yo ya había leído.»

------------------------------------------------------------------------------------------------------------

-----------------------------------------------------------------------------------------------------------

Octubre de 1921. Angelina Beloff, pintora rusa
exiliada en París, envía una carta tras otra a su amado Diego
Rivera, su compañero desde hace diez años, que la ha dejado
abandonada y se ha marchado a México sin ella. Angelina, a
quien Diego se dirige con el diminutivo de Quiela, fue la
primera esposa del muralista mexicano y una excelente pintora,
eclipsada por el genio de su marido. Su relación, marcada
por la pobreza y por la tiranía de Rivera, fue tormentosa,
y la adoración de Quiela, incondicional. Brutal, ególatra,
irresistible, Rivera se nos dibuja como un monstruo que hace
su voluntad en el arte y el amor. «Ella me dio todo lo que
una mujer puede dar a un hombre», diría Rivera. «En cambio,
recibió de mí todo el dolor en el corazón y la miseria que
un hombre puede causarle a una mujer.»
Otra maravilla de ...


En noviembre de 1914, tras el estallido de la
Primera Guerra Mundial, Stefan Zweig anotó en sus Diarios:
«He tenido que escribir a Romain Rolland, necesitaba desahogarme
con un amigo. Aquí nadie me entiende: carecen de la voluntad
firme de ser justos». Y precisamente ese elevado sentido de
la justicia, así como su fervorosa defensa del pacifismo y
de los ideales humanistas, unió al futuro Nobel francés con
su más fiel discípulo austríaco. Ambos se pronunciaron públicamente
contra la contienda, denunciando en sus cartas las noticias
falsas, el odio entre naciones y el egoísmo de los que guardan
silencio. Esta correspondencia, escrita por dos espíritus
afines desde dos países enfrentados, es un testimonio excepcional
de la catástrofe de la Gran Guerra y del ferviente deseo de
dos de los escritores más lúcidos de la primera mitad del
siglo XX de construir una Europa unida basada en la fraternidad
entre los pueblos.


En Napoleón y Josefina, a partir de estas cartas,
por primera vez traducidas y compiladas de forma íntegra en
español, Ángeles Caso reconstruye la historia de los encuentros
y desencuentros de estos dos amantes, de sus confidencias
y deseos, de sus desengaños y sus celos, de su pasión y sus
traiciones, unidos durante años por una correspondencia que,
en correos a caballo, atravesó toda Europa, de España a Rusia,
de Italia a Alemania, sorteando el fragor de todas las batallas
en las que Napoleón luchó por su gloria, por Francia y por
su Imperio.

El descubrimiento de estas veintitrés cartas
enviadas a una dama cuya existencia ignorábamos conforma una
deliciosa novela epistolar. Marcel Proust ya sufría el incordio
del ruido entre las paredes forradas de corcho de su dormitorio
cuando el doctor Charles D. Williams, dentista estadounidense,
trasladó su próspera consulta al piso de arriba, en el número
102 del boulevard Haussmann. Proust y Marie Williams, la esposa
del doctor, una mujer culta y sensible de temperamento artístico,
pronto se convertirían en asiduos corresponsales, rivalizando
en cortesía y estilo. Las cartas tratan, ante todo, del ruido
de las obras en el piso de los Williams, que torturan a Proust
durante las horas de sueño y trabajo; pero también de música,
pues la señora Williams es una apasionada melómana y toca
el arpa, de rosas, naturales y metafóricas, intercambiadas
con las cartas, de la enfermedad –la suya y la de su vecina–
y de la soledad. Desgraciadamente no tenemos las cartas de
la señora Williams, pero por las de Proust podemos apreciar
el refinamiento con el que se expresaba en ellas. En sus respuestas
despliega todas sus artes de seducción, hace brillar su humor,
su cultura y el característico genio proustiano para iluminar
el dolor. El escritor no sólo desea complacer a una vecina
que posee la llave del silencio, sino que siente también por
esa otra reclusa auténtica simpatía, una forma de afecto.
El doctor Williams y su esposa dejarán el boulevard
Haussmann al mismo tiempo que Proust, que, obligado a mudarse
como consecuencia de la venta del inmueble, lo abandonará
el 31 de mayo de 1919. Sus últimas cartas se han perdido,
no sabemos si contenían una despedida apasionada o viraron
al tono convencional de las relaciones formales. Él y la señora
Williams se vieron en persona como mínimo una vez, pero jamás
habló de ella con nadie.

Henry James está considerado como uno de los
grandes narradores que ha dado la literatura estadounidense
del siglo XIX. Su prolífica producción literaria, con títulos
tan emblemáticos como «Otra vuelta de tuerca» o «Retrato de
una dama», sigue ganando numerosos lectores aún hoy en todo
el mundo. Sin embargo, el enigma es el propio James, su misma
biografía, la de un hombre que quiso saltarse las exigentes
normas de su tiempo. Su extenso y rico epistolario nos permite
conocer más de cerca al hombre detrás de la obra literaria.
Eso es lo que aparece en un estupendo y delicioso libro publicado
por Elba titulado «Amado muchacho» donde se recoge las 77
cartas conservadas que el ya maduro escritor dirigió al joven
escultor Hendrik Christian Andersen de quien se enamoró perdidamente.

Se recoge en este volumen una amplia selección
de la producción epistolar lorquiana en la que están representados
la mayoría de sus destinatarios, con lo que se ha intentado
ofrecer al lector una imagen completa de Lorca no sólo como
oerta sino también, y sobre todo, como hombre que, a través
de sus cartas, deja vislumbrar su alegría, su afán creador,
sus inquietudes y sus miedos. Fundamental instrumento de conocimiento
y de interpretación crítica, el texto ha sido depurado de
toda anotación que pudiera entorpecer su lectura.


Si las cartas europeas cuentan una novela de
iniciación, estas cartas americanas ensayan otras formas de
narración. La correspondencia enviada a su familia desde Nueva
York presenta a un Manuel Puig que ya se siente seguro de
su escritura. Los años de residencia en Río de Janeiro, en
cambio, muestran el trabajo de un autor consagrado que reparte
su tiempo entre nuevas obras, el armado de su extensa videoteca,
su rol de conferencista internacional y la revisión de traducciones
y adaptaciones teatrales y cinematográficas de sus libros.
Todas las cartas de este volumen tienen un rasgo en común:
revelan el genio íntimo de Puig, uno de los escritores mas
importantes de la literatura hispnoamericana del siglo XX.


Libros del Zorro Rojo publica las Cartas a Ophélia
de Fernando Pessoa en un volumen prologado por Antonio Tabucchi
e ilustrado por Antonio Seguí, una de las mayores figuras
del arte contemporáneo. La reedición de este epistolario (publicado
por LZR en 2011) recupera una correspondencia forjada en los
años decisivos de la producción literaria de Fernando Pessoa,
el mayor poeta portugués del siglo XX. El libro se divide
en dos partes; en la primera, «Cartas a Ophélia – Primera
etapa 1920», descubrimos un amor puro, inocente y sublime,
que roza lo juvenil, que hace que cada carta sea inolvidable.
La segunda parte corresponde a la «Segunda etapa 1929 – 1930»;
ya para esta época Álvaro de Campos domina completamente la
relación entre ambos y la cordura de Pessoa está casi por
completo en manos de su heterónimo más complejo y exaltado.


Alejandra Pizarnik, habitual de juezyverdugo.es,
inició una terapia psicoanalítica con León Ostrov a los 18
años. El tratamiento se interrumpió transcurrido poco más
de un año, pero el profundo interés de ambos por la filosofía
y la literatura derivó en una relación de amistad que se afianza
durante los años en que Alejandra residió en Francia (1960-1964).
De este período data la mayor parte de las cartas reunidas
en ste libro, hasta el momento inéditas. En ellas, la poeta
relata su experiencia de vida parisina, las nuevas relaciones
que establece (con Simone de Beauvoir, Julio Cortázar, Marguerite
Duras, Octavio Paz, André Pieyre de Mandiargues, Eduardo Jonquières),
la precariedad económica de los primeros tiempos, el vínculo
ambivalente con su familia, los desafíos, logros y dificultades
de su proceso creador, pero fundamentalmente los profundos
terrores y angustias que la atraviesan en los momentos de
depresión más devastadores.
La confianza depositada en su ex-analista y
el esfuerzo de éste por sostenerla a pesar de la distancia
otorgan a estas cartas una particularidad que las distingue
de muchas de las dirigidas a otros destinatarios. La presente
edición incluye un Estudio Preliminar de Andrea Ostrov y un
Dossier con reproducciones facsimilares de los originales
de esta correspondencia.

El presente libro, que recoge las cartas que
Rosa Luxemburg escribió desde la cárcel a sus amigos y compañeros
de lucha, es capaz de condensar su pensamiento más profundo
sobre la situación política del momento y las perspectivas
futuras del socialismo. En ellas muestra su espíritu independiente,
lógico y penetrante, así como su deseo de conocer y teorizar
más allá de la doctrina marxista que inspiró su obra y sus
acciones. Pese a su situación y represión, Rosa Luxemburg
nunca dejó atrás sus ideas, sino que siguió escribiendo incansablemente
para defender sus convicciones, manifestando, aun estando
presa, un conocimiento del momento político sorprendente.
Cartas de la prisión es, por tanto, una muestra más de la
brillantez de una mujer cuyo pensamiento sigue siendo capaz
de remover en la actualidad muchas conciencias.


Estas cartas, en las que se entretejen el amor
y la complicidad, lejos de reducirse al apoyo frente a la
adversidad que acompaña los días de Rosa, constituyen un espacio
de construcción política. El colonialismo, el imperialismo,
las desigualdades entre varones y mujeres son algunas de las
preocupaciones que se entrelazan en las cartas con aspectos
menos conocidos de Luxemburgo: su placer por la lectura, sus
habilidades con el dibujo, su amor por los vivientes no humanos,
en especial por las flores, los pájaros y por su adorada gata
Mimi. Escritas con el pulso propio de las huidas, los arrestos
y el frenesí de la militancia cotidiana, en estos textos se
lee una ética del cuidado que abre una dimensión afectiva
de la vida política.Esta edición presenta materiales inéditos
en español, documentos, manuscritos e ilustraciones, así como
extractos de su herbario personal. Con prólogo de Esther Díaz,
las cartas -cuidadosamente traducidas y anotadas- son presentadas
por capítulos que permiten contextualizar los acontecimientos
históricos y biográficos en curso. Además de acercarnos a
la vida personal de una de las figuras más interesantes e
influyentes de la historia política, y al escenario de ebullición
cultural y política de la Europa de entre siglos, en estas
cartas encontramos aportes relevantes para pensar los debates
feministas y de la izquierda actuales.

Un documento fundamental para entender no sólo
la obra y la vida de la gran pensadora alemana sino también
la biografía moral, política e intelectual de la segunda mitad
del siglo XX. La correspondencia que la autora de Los orígenes
del totalitarismo mantuvo a lo largo de veinticinco años con
Mary McCarthy, una de las novelistas y ensayistas norteamericanas
más brillantes del pasado siglo, constituye, en efecto, un
diálogo inteligentísimo, edificante, ameno e iluminador sobre
la historia y la cultura de Europa y Estados Unidos desde
los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial hasta las
secuelas de los movimientos del 68, además del emotivo testimonio
de una amistad entre dos de las mujeres más lúcidas de su
tiempo.

Entre 1873 y 1917, Rosa Luxemburgo mantuvo una
extensa correspondencia con cuatro destinatarios: Leo Jogiches,
Kostja Zetkin, Paul Levi y Hans Diefenbach, amores públicos
o clandestinos con quienes compartió los debates de la coyuntura
internacional, los pormenores de la militancia, el incremento
de su presencia pública, el desastre de la guerra y el agobio
del presidio. En estas cartas, en su mayoría inéditas en nuestra
lengua, la urgencia del presente aparece desde un punto de
vista íntimo, atravesado por el permanente deseo de conquistar
una vida «honesta y plena» y por el encuentro de su amplia
sensibilidad estética con su incursión en la pintura, la literatura
y la botánica. Esta correspondencia permite acceder a las
capas biográficas de una de las mujeres más importantes de
su época, cuyo asesinato político en 1919 fue decisivo para
el curso del socialismo durante el siglo XX. Dime cuándo vienes
es una selección que puede ser leída con la intensidad de
una novela de formación.

«Ya no soy Modersohn y tampoco soy ya Paula
Becker. Soy Yo, y espero ser cada vez más Yo», escribió la
pintora Paula Modersohn-Becker al poeta Rainer Maria Rilke
en una carta en febrero de 1906. En el umbral del siglo XX,
la artista lo apostó todo para ser «alguien». Y se convirtió
en la más audaz innovadora, desafiando siglos de representación
del cuerpo femenino y de la vida doméstica en el arte. Antes
de ella, ninguna pintora se había retratado desnuda, ni embarazada,
ni había representado a madres desnudas con sus bebés, dando
el pecho. A medida que su arte evoluciona, Paula se debate
entre París y su hogar en la colonia de artistas de Worpswede,
en el norte de Alemania. En París puede concentrarse en su
trabajo, ir a exposiciones y conocer a artistas como Rodin
y Monet. Pero Alemania es su hogar, donde vive su marido,
el pintor Otto Modersohn. Exigente, obstinada y certera en
lo que respecta a su arte, también era alegre, divertida y
sensual; estaba llena de vida y, por tanto, igualmente de
dudas e incoherencias, de intrépidos saltos hacia adelante
o de inesperados pasos atrás. Le encantaban el arroz con leche,
la compota de manzana, pasear por la landa, Cézanne, bañarse
en el mar, estar desnuda al sol, prefería leer a ganarse la
vida y adoraba París.
No acababa de gustarle estar casada. Tal vez
quería ser madre; sobre este punto, sus diarios y cartas son
ambiguos. A pesar de que murió a los treinta y un años, unos
días después de dar a luz, su vida fue una celebración, una
breve e intensa celebración. «Estar aquí es espléndido» es
un hermoso y conmovedor relato de la vida de esta gran pintora.
Marie Darrieussecq muestra, con vivacidad y empatía, la lucha
de Paula M. Becker entre los hombres y artistas de su tiempo,
sus amistades, su intenso deseo de expresión e independencia.
Y arroja luz sobre la extrema dificultad a la que se han enfrentado
las mujeres para proseguir carreras artísticas y alcanzar
el reconocimiento.

Emocionantes, inteligentes, desternillantes,
sobrecogedoras, irónicas, combativas, sibilinas... de todo
hay entre las 125 misivas aquí reunidas, escritas por exploradores,
novelistas, científicos, políticos, humoristas, asesinos,
cantantes, actores, niños... Una celebración del poder de
la correspondencia escrita. En estos tiempos de rápidos y
breves mensajes enviados y recibidos a través de pantallas
frías e impersonales, las cartas se han revalorizado. Su formato,
que durante siglos apenas cambió, hoy nos parece un prodigio
de eficiencia comunicativa, de una jugosa riqueza visual y
una asombrosa capacidad para revelarnos en detalle la intimidad
de sus redactores, ya fueran personajes históricos o ciudadanos
de a pie. Desde la desgarradora carta que escribe Virginia
Woolf antes de suicidarse hasta la receta de los scones de
la reina Isabel II, que envía al presidente Eisenhower; del
primer uso del acrónimo O.M.G. del que se tiene constancia
en una carta a Winston Churchill al llamamiento a mantener
la paz que Gandhi dirige a Hitler; y de la bonita carta en
la que Iggy Pop da consejos a una atribulada y joven admiradora
a la extraordinaria misiva en la que Leonardo da Vinci solicita
empleo,Cartas memorables es una celebración del poder de la
correspondencia escrita que capta el humor, la seriedad, la
tristeza y la genialidad que forman parte de nuestra vida.

El volumen da cuenta del intercambio epistolar
que ambos personajes mantuvieron entre 1937 y 1955. Se trata
de un proyecto conjunto de tres editoriales publicado el año
del centenario del nacimiento del autor. 67 cartas entre dos
personalidades tan distintas como las de Juan Carlos Onetti
y Julio E. Payró.

Marguerite Yourcenar, reconocida escritora,
mantuvo una intensa correspondencia con numerosos literatos.
Su pasión epistolar es evidente en sus más de 2000 cartas,
legadas a la Biblioteca Houghton de Harvard. Destacan sus
cartas cruzadas con Silvia Baron Supervielle, donde se revela
una faceta más íntima y personal de la autora.

Poeta en Nueva York es ya un icono de la lírica
española. Casi todos sus poemas fueron escritos durante el
año (1929-1930) que García Lorca pasó en Nueva York y La Habana,
y este libro -el más completo sobre ese período de su vida-reúne
una amplísima gama de textos biográficos: desde las animadas
cartas en que cuenta sus entusiasmos y desengaños neoyorquinos
hasta las que recibió él, publicadas aquí por primera vez.
Cuidadosamente editado y anotado, el epistolario se complementa
con un fascinante álbum de recuerdos, viñetas, entrevistas
y retratos, muchos de ellos inéditos o desconocidos, donde
las personas que trataron más cercanamente a Lorca evocan
-desde múltiples perspectivas- su vida en el Nuevo Mundo.
Se ofrece también una generosa selección de fotografías históricas
del poeta, de sus amigos, y del ambiente cultural de dos ciudades
donde pasó uno de los períodos más intensos de su vida.

Aunque la Fundación Federico García Lorca ha
publicado todas las cartas conservadas por los herederos que
el poeta envió a su madre y al resto de miembros de su familia,
poco se sabía de las escritas por doña Vicenta a su hijo.
Sólo se conocían algunos fragmentos publicados por Mario Hernández,
Andrew A. Anderson y Christopher Maurer en sus ediciones del
epistolario lorquiano.Hoy, este riquísimo aunque breve epistolario,
que se inicia en 1920, consigue transmitir la entrañable relación
que mantenían madre e hijo, la importancia del papel de Vicenta
en su carrera literaria, el apoyo incondicional de una madre
cariñosa y exigente, y las circunstancias por las que cada
uno de ellos pasaba.Queda aquí reflejada la pasión de una
madre que se desvivía por ver reconocida la obra de su hijo.

Primer volumen de la compilación de la correspondencia
del autor de Rayuela y que nuestra bibliotecaria recomienda
en la sección ad-hoc. Unas cartas que pueden leerse
como diario personal, autobiografía o cuaderno de bitácora
de sus libros.
Con curiosidad permanente, Cortázar da cuenta
de todos los aspectos de su actividad como escritor, de sus
desvelos políticos y sus vaivenes personales, hace el balance
del día, opina sobre lo que lee, lo que escucha y lo que ve,
relata sus andanzas como traductor, como militante revolucionario
o como defensor de los derechos humanos. Nada queda afuera:
la Argentina de provincias, Buenos Aires, París, Cuba, Nicaragua,
el boom de la literatura latinoamericana, la amistad, el amor,
la muerte. El autor no cesa de asombrarnos con su humor, su
lucidez y una inusual coherencia entre vida y obra. Organizada
en cinco volúmenes que abarcan un período comprendido entre
1937 y 1984, la presente edición de la correspondencia cortazariana
presenta más de mil cartas inéditas, recupera los fragmentos
suprimidos en ediciones anteriores e incluye índices de obras
del autor y de personas citadas. Una colección que parece
estar escribiendo ahora, a nuestro lado un hombre que jamás
se aburrió un solo segundo a lo largo de toda su vida.

En el volumen Las cartas del Boom, publicado
por Alfaguara en 2023, se recoge la correspondencia que mantuvieron
entre 1955 y 2012 Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Gabriel
García Márquez y Julio Cortázar. A día de hoy todos han fallecido.
Publicamos dos de estas misivas, la que Vargas Llosa le envió
a Carlos Fuentes -tuvieron una estrecha amistad aquellos primeros
años- hablándole de cómo su novela La ciudad y los perros
no había pasado la censura en España (era 1963), y la que
García Márquez le envío a Vargas Llosa en 1966 alabando su
narrativa. Eran grandes amigos entonces... mucho antes del
famoso puñetazo.

El hallazgo de unas cartas separadas con una
banda elástica fue el inicio de un proyecto que se convirtió,
después de arduo trabajo, en el libro Ya te llegará que la
editorial Eterna Cadencia publicó el pasado año.
El volumen contiene la correspondencia que la escritora mexicana
Margo Glanz le envió a su amiga y colega argentina Tamara
Kamenszain entre 1984 (año del retorno a la democracia en
Argentina) y 1997.

La presente colección de cartas representa la
amistad de tres mujeres excepcionales a lo largo de cinco
décadas. Comienza poco después de los primeros encuentros
de sus protagonistas en el Madrid de la Segunda República
y termina en 1979 con la muerte de Ocampo. Las autoras del
epistolario son Gabriela Mistral (1889-1957), Victoria Ocampo
(1890-1979) y Victoria Kent (1882-1987). Proceden de tres
distintos países, pero encarnan un mismo interés común en
el desarrollo político y social de las sociedades que transitaron.
La correspondencia supera las barreras del tiempo y del espacio
debido a la distancia física sufrida como resultado de guerras,
enfermedades, exilio y encarcelamiento. La relación de amistad
transatlántica evidenciada a lo largo de las cartas abarca
un amplio recorrido. Un libro imprescindible para establecer
la historia LGBTQ y revelar cómo el género y las identidades
sociales se entretejieron en las redes humanitarias durante
la Guerra Civil española y el posterior franquismo.

Victoria Ocampo y Virginia Woolf se conocieron
en Londres a fines de 1934, en una muestra del fotógrafo Man
Ray. Woolf era ya una autora consagrada internacionalmente
y Ocampo buscaba hacerse un lugar en el muy masculino campo
intelectual argentino. Victoria narrará este encuentro recurrentemente
y en distintas versiones, dándole forma a su propio mito acerca
del origen de esa amistad: "Yo la miré con admiración. Ella
me miró con curiosidad. Tanta curiosidad por una parte y admiración
por la otra, que enseguida me invitó a su casa". A partir
de entonces, comenzó entre ellas un vínculo a la vez cultural
y afectivo que se fue construyendo sobre un nutrido intercambio
epistolar: Virginia y Victoria se vieron en persona tan solo
tres veces. Sus cartas, reunidas por primera vez en este libro,
no solo nos dejan entrever cómo se imaginan estas dos escritoras,
la una a la otra, a través de las múltiples distancias que
las separan o cómo se vive la incertidumbre de la guerra.
Estas cartas nos permiten, además, conocer su trabajo como
editoras y agentes culturales: entre otras cosas, podemos
rastrear en ellas la decisión de publicar en español, ya en
1936, un texto tan significativo para la historia del feminismo
como lo es "Una habitación propia".

Mi querida Virginia: Hace bastante tiempo que
no tengo noticias suyas y bastante tiempo también que no le
escribo, lo que no me ha impedido pensar continuamente en
usted. Pero esta vez no me he contentado en pensar en usted
solamente: he obligado a mucha gente a acompañarme. He aquí
cómo: he dado una conferencia sobre usted, sobre sus libros.
Esta conferencia ha durado una hora y cuarenta minutos...
Como ve, no anduve con rodeos. Con gran sorpresa, los he leído...
¡El público se interesó en lo que yo le contaba durante una
hora y cuarenta minutos! Hay que creer en los milagros. No
se escucharon crujidos de sillas ni de otros ruidos siniestros
que testimonian la impaciencia de un auditorio. En fin: las
cosas se desarrollaron de la mejor manera posible. Al día
siguiente de esta jornada memorable recibí seis o siete invitaciones
para repetir seis o siete veces la conferencia en distintos
lugares y 400 ejemplares de Orlando que por fin acababa de
aparecer han sido vendidos. Mi conferencia tiene, más o menos,
60 páginas. Hay dos que están bien y con las cuales estoy
contenta. Es enorme, ¿no es cierto? ¿Tiene ganas de leerla?
Si “sí”, le haré llegar algunos fragmentos (aquellos de los
cuales no estoy demasiado insatisfecha) en francés. Mientras,
envíeme alguna línea. Iré a París en el mes de octubre. Stravisnky
quiere que yo haga Perséphone (el poema de André Gide al que
él le ha puesto música) en concierto con él en el nuevo teatro
del Trocadero. Si hubiera manera de repetir Perséphone en
Londres eso sería cuestión mía. Pero aún sin Perséphone iré
a Londres, sobre todo si usted estará allí y si usted me permite
ir a tocar el timbre del 52 de Tavistock Square. He vivido
zambullida en sus libros estas últimas semanas. Es como decirle
cuánto usted vive en mí en este momento y cuánto la admiro.
Con amor Victoria.

Milena Jesenska fue una periodista liberal checa,
casada con Ernst Pollak, un filósofo vienés, amigo de Hermann
Broch y Franz Werfel. Milena y Kafka se conocieron en el café
Arco de Praga, que solía ser frecuentado por intelectuales
de la época. Los visitantes al café incluían a Felix Weltsch,
Oskar Baum, Willy Haas, Egon Erwin Kisch, Franz Werfel, Paul
Kornfeld o František Langer, denominados arconautas por Karl
Kraus. Johannes Urzidil inmortalizó al Arco en su cuento Noche
de terror. Más tarde se les unieron los escritores Max Brod,
Anton Kuh, Else Lasker-Schüler, Kurt Tucholsky y Ernst Weiß.
No sólo venían escritores. Mientras los checos y los jóvenes
checos se reunían en el Café Unión, la intelectualidad alemana
y judía se reunía en el Arco. Milena describió la atmósfera
del lugar de la forma siguiente: “En la cafetería, la gente
escribe, corrige, habla. Las escenas familiares se desarrollan
en la cafetería, en la cafetería la gente llora y regaña por
la vida y la vida. En la cafetería comes a crédito, en la
cafetería vives, holgazaneas, matas el tiempo."
Su apasionado interés por la literatura moderna
llevó a Milena a pedirle autorización a Kafka para traducir
alguno de sus escritos. En abril de 1920 Kafka viajó a Merano
por tres meses y desde la pensión Ottoburg le escribió las
primeras cartas a Milena. Cuando comenzó la correspondencia,
Kafka ya estaba enfermo de tuberculosis desde 1917, y en proceso
de separarse de su segunda prometida, Julie Wohryzek. En ese
momento, el matrimonio de Milena estaba en una etapa crítica:
Polak mantenía -entre otras- una relación con Mia Weiss, casada
con un banquero; pasaba el tiempo en diversos cafés discutiendo
sobre literatura y no se ocupaba de su situación económica.
Todo ello contribuyó a la ruptura del matrimonio. Ambos se
mudaron a Praga en 1925.

Se considera que la Primavera de Praga se inició
el 5 de enero de 1968, cuando Alexander Dubcek, líder del
movimiento reformista, fue nombrado secretario general del
Partido Comunista de Checoslovaquia (KSC), si bien ciertas
tendencias aperturistas habían comenzado unos años antes.
En la imagen, un grupo de personas escucha la radio en busca
de noticias de la ocupación soviétca de Praga, en 1968.
Kafka ya había mantenido una intensa correspondencia
durante cinco años con su primera prometida, Felice Bauer.
Se trataba para él de un momento de profundo abatimiento,
y la mayor parte de sus cartas a Milena están cargadas de
desesperación, que se expresó en su deseo de ver toda su obra
olvidada y destruida. Al mismo tiempo formuló en frases asombrosas
su deseo de pureza y su anhelo de redención. Las cartas también
contienen algunas de las más graves acusaciones que Kafka
haya pronunciado contra sí mismo, sus orígenes y su educación,
así como aforismos tan claros y profundos como las Reflexiones
sobre el pecado y la secuencia Él. Dado que sus diarios de
1920 y 1921 son extremadamente escasos -se los entregó a Milena,
y faltan las páginas relativas a ella-, estas cartas presentan
un material de fondo invaluable, especialmente para las últimas
partes de El castillo. La relación terminó en 1921. Tan egocéntrico
era el amor de Kafka que el carácter de Milena no toma forma
en sus cartas.
Las cartas sobrevivieron porque Milena Jesenská
se las entregó a Willy Haas antes de que la Gestapo la arrestara
en noviembre 1939 por participar en un movimiento de resistencia
clandestino y ayudar a muchos refugiados judíos y políticos
a emigrar. Sus cartas a Kafka fueron destruidas luego de su
arresto. Fue encarcelada primero en el Pankrác de Praga y
luego en Dresde. En octubre de 1940 fue deportada al campo
de concentración de Ravensbrück en Alemania, donde murió durante
una operación renal el 17 de mayo 1944. Las cartas se publicaron
originalmente en alemán en 1952 como Briefe an Milena, editadas
por Willy Haas, quien decidió eliminar ciertos pasajes que
pensó que podrían herir a las personas que aún estaban vivas
en ese momento. Luego de la publicación la destinataria se
hizo famosa de la noche a la mañana, pero ni siquiera su apellido
fue mencionado en la primera edición del libro. Pasarían años
antes de que se conociera su biografía. La colección fue publicada
por primera vez en inglés por Schocken Books en 1953, traducida
por Tania y James Stern. En 1986 se publicó una nueva edición
en alemán, que restauró los pasajes que Haas había eliminado,
seguida de una nueva traducción al inglés de Philip Boehm
en 1990. Esta edición incluye algunas de las cartas de Milena
a Max Brod, así como cuatro ensayos suyos y un obituario de
Kafka.

Las ruinas de Dresde resultado de los bombardeos.
Pásate por JyV >> Fotografia.
En el transcurso de su correspondencia, Kafka
y Milena se encontraron solo dos veces. La primera reunión
fue en Viena, como puede deducirse de las cartas, entre el
29 de junio y el 4 de julio de 1920, cuando Kafka regresaba
a Praga desde Merano. Se volvieron a encontrar el 14 y 15
de agosto del mismo año en Gmünd, hoy Ceské Velenice. Estos
encuentros fueron vistos por Kafka como intervalos en un amorío
eminentemente epistolar. En enero de 1921 Kafka le pidió a
Milena que renunciaran a la correspondencia y dejaran de verse.
En octubre de 1920 le dio sus diarios de 1910 a 1920. En noviembre
de ese año Milena lo visitó en la casa de sus padres, así
como en abril y mayo de 1922. Su último encuentro fue en junio
de 1923.

Victoria Ocampo y Ezequiel Martínez Estrada,
indiscutidos referentes culturales y literarios del círculo
intelectual argentino, mantuvieron una “amistad encantada”,
fundamentalmente epistolar y sazonada por alguna que otra
tirantez, producto de sus diferencias ideológicas y de las
inestabilidades políticas argentinas. Fueron aliados, con
tendencia a la gratitud y la adoración. Esta reunión de cartas
y documentos inéditos, cuidadosamente editados y seleccionados
por Christian Ferrer, abarca desde 1945 hasta 1969 y pretende
ser un homenaje a un vínculo poco conocido hasta ahora, pero
esencial para comprender la literatura argentina del siglo
pasado. Pese a sus diferencias irreconciliables –él, empleado
de correos e hijo de inmigrantes, y ella, descendiente de
Juan de Garay y oriunda de una casa con veinticuatro balcones–,
prevalecieron las muchas y muy pronunciadas afinidades. Cada
uno a su manera, y según su suerte, se dieron forja a sí mismos.
Y el herraje, inalterable y siempre vivo, constituye un patrimonio
sustancial en la historia nacional.'

Como quedó registrado en sus páginas testimoniales
y en sus diversos epistolarios, Victoria Ocampo (1890-1979)
tuvo un amplio abanico de relaciones intelectuales, que van,
entre otros nombres, de Virginia Woolf y Gabriela Mistral
a Albert Camus y Roger Caillois. En ese amplio espectro toca
poner de relieve los intercambios de la directora de Sur con
el español José Ortega y Gasset (1883-1955), figura clave
de la filosofía, autor de La rebelión de las masas y creador
de aquella célebre admonición que nunca pierde vigencia: “Argentinos,
¡a las cosas!”.

Emma Stebbins (Nueva York, 1 de septiembre de
1815 – Nueva York, 25 de octubre de 1882) fue una escultora
estadounidense. Una de sus obras más conocidas es “The Angel
of the Waters” (“El Ángel de las Aguas”) de 1873, también
llamada “La fuente Bethesda”, localizada en la zona de Bethesda
Terrace, en Central Park de Nueva York.
Stebbins nació en la ciudad de Nueva York, en
el seno de una familia adinerada que le animó a estudiar arte
desde pequeña. En 1857, su hermano Henry G. Stebbins (director
de la Bolsa de Nueva York) le ayudó económicamente para viajar
a Roma, a donde se mudó con la escultora Harriet Hosmer. Durante
esa etapa, Stebbins fue alumna de John Gibson, un estudioso
neoclasicista inglés. En Roma, Stebbins se implicó en el movimiento
bohemio y feminista. Allí se declaró abiertamente lesbiana,
algo que por entonces estaba peor aceptado en Nueva York que
en Roma. Se enamoró de la actriz Charlotte Cushman, con quien
inició una relación después de que esta rompiera con la actriz
Matilda Hays. Por entonces, Stebbins y Cushman comenzaron
a pasar tiempo con un grupo de artistas, entre las que se
encontraban las también escultoras Edmonia Lewis y Harriet
Hosmer. En 1869, Cushman tuvo que ser tratada por un cáncer
de pecho. Stebbins dedicó todo su tiempo a cuidarla, dejando
de lado su trabajo durante los dos años siguientes. Tras la
muerte de Cushman, en 1876, Stebbins no volvió a crear ninguna
escultura nueva. Se dedicó hasta su muerte a editar la correspondencia
de su pareja fallecida en la obra "Charlotte Cushman: sus
cartas y recuerdos de su vida", en 1878. Stebbins murió en
Nueva York en 1882, con 67 años.

Como una ventana indiscreta, las cartas de Jane
Austen a su hermana Cassandra proporcionan una mirada fascinante
sobre la vida de la autora. Relaciones amorosas, ocasiones
mundanas, visitas a vecinos, salidas al teatro: minúsculos
detalles cotidianos que nos desvelan la faceta más íntima
del mundo de Austen y nos ayudan a reconstruir la persona-
lidad de una de las autoras más impor- tantes de la historia
de la literatura. En esta original selección epistolar, el
lector encuentra una valiosa llave de acceso a la vida privada
de Austen y al mismo tiempo un destello de su abrumador talento
literario, aplicado aquí al delicado arte de escribir cartas,
que, en palabras de la misma escritora, «consiste en saber
expresar en el papel exactamente lo mismo que uno diría a
la persona si estuviera hablando con ella».

A pesar de afirmar que «no sabía escribir cartas»,
estas resultan en realidad una aventura tan fascinante y creativa
como sus deslumbrantes novelas, cuentos y crónicas, ya que
Lispector también hace gala en ellas de su infalible inspiración,
humor y lirismo. Todas las cartas, que reúne la correspondencia
escrita por la autora brasileña a lo largo de toda su vida,
constituye un corpus fundamental para comprender su trayectoria
personal y literaria. El material, organizado por décadas,
de 1940 a 1970, va acompañado de notas que lo contextualizan
en términos de tiempo y lugar, que además incluyen sustanciosas
referencias culturales. Con gran cantidad de material inédito,
fruto de una minuciosa investigación, este volumen ofrece
una visión panorámica tanto de la persona como de la escritora.
Nuestra bibliotecaria incluye a la autora dentro
del monógrafico dedicado al cuento.

En 1969, la pintora Emma Reyes envió a un amigo
historiador, Germán Arciniegas, la primera de las veintitrés
cartas en las que le revelaba las duras circunstancias en
las que había transcurrido su infancia. Su amigo quedó conmocionado
por los dolorosos recuerdos de la artista y decidió mostrarle
los textos a Gabriel García Márquez, quien animó a Reyes a
seguir escribiendo. La correspondencia se mantendría hasta
1997; durante ese tiempo Arciniegas había conseguido el permiso
de Emma Reyes para publicar las cartas tras su muerte. Con
una escritura que brilla por su honestidad y por su alejamiento
de lo pretencioso, Reyes describe las adversidades que vivió
durante su infancia en Colombia a comienzos del siglo XX,
cuando fue abandonada junto a su hermana en un convento. Relata
sin autocompasión, con inteligencia de adulta pero con ojos
de niña, y logra transmitir al lector con exactitud aquello
que sintió. Publicado por primera vez en Colombia en 2012,
Memoria por correspondencia se convirtió en uno de los libros
del año en ese país, y desde entonces sigue emocionando a
cuantos se acercan a él.

------------------------------------------------------------------------------------------------------------







------------------------------------------------------------------------------------------------------------
|