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8 de Septiembre de 2019

Viajera indomable, Alexandra David-Neel falleció el 8 de septiembre de 1969 a la edad de cien años. Fue la primera occidental que entró en la ciudad prohibida de Lhasa, la capital del Tíbet, cuando ésta era aún inaccesible a los extranjeros. Alexandra David-Néel fue nombrada lama y durante su apasionante existencia escribió más de treinta libros acerca de religiones orientales, filosofía y, por supuesto, sobre sus viajes.

Louise Eugénie Alexandrine Marie David nació en la población francesa de Saint-Mandé el 24 de octubre de 1868. Era la heredera de una gran fortuna y parecía que estaba destinada a seguir los pasos de la mayoría de jóvenes europeas de buena familia de las últimas décadas del siglo XIX: casarse, tener hijos y quizás escribir o pintar, nada por lo que pudiera ser recordada en el futuro. Pero Alexandra tenía otras intenciones. Su infancia se vio influida por las diferentes mentalidades de sus padres: él, un masón que dirigía una publicación republicana; ella, una católica conservadora belga. Alexandra, que era hija única, recibió de su madre una firme formación religiosa; en cambio, su padre le proporcionó una educación revolucionaria, tanto que incluso en 1871 la llevó a ver el fusilamiento de los últimos reos de La Comuna de París para que nunca olvidara lo que era la vida real.

A los 15 años, Alexandra intentó embarcarse sola rumbo a Gran Bretaña, pero su familia, horrorizada, se lo impidió; y es que a finales del siglo XIX las mujeres "decentes", y ya no digamos las jóvenes, debían viajar acompañadas. Pero Alexandra acabó saliéndose con la suya. La joven viajó por la India y Túnez antes de cumplir los 25 años, y visitó España montada en bicicleta. Por aquel entonces estuvo muy de moda la Sociedad Teosófica dirigida por la famosa Madame Blavatsky, dedicada al espiritismo, al ocultismo oriental y al estudio de las religiones comparadas, de la cual Alexandra se hizo miembro. Fue seguidora del geógrafo y anarquista francés Elisée Reclus, el cual amplió las ideas anarquistas que ya le había inculcando su padre, a las que añadió además un ideario feminista. Alexandra le dedicó su primer libro, un ensayo titulado Pour la vie (Elogio a la vida,) que escribió en 1898. Al año siguiente, Alexandra escribió un tratado sobre el anarquismo, y el propio Reclus fue el autor del prólogo. Ante el rechazo de los editores (y aunque la obra sería traducida a cinco idiomas), el libro fue publicado por un amigo.

La Comuna de París fue un movimiento insurreccional que del 18 de marzo al 28 de mayo de 1871, gobernó brevemente la ciudad de París, instaurando un proyecto político popular socialista autogestionado.

Convencida de que nunca sería respetada como escritora, conferenciante o incluso como cantante si continuaba soltera, el 4 de agosto de 1904 Alexandra se casó en Túnez con Philippe Néel, ingeniero jefe de los ferrocarriles tunecinos. Aunque su vida conyugal fue a veces tempestuosa, siempre estuvo impregnada de un respeto mutuo. A pesar de vivir en el norte de África, un lugar que le fascinaba, y de hacer continuos viajes en barco y ferrocarril, Alexandra se dio cuenta de que la vida de casada no era para ella. Nunca se consideró una mujer "felizmente casada". A pesar de que tenía libertad para viajar en solitario, para escribir libros y para impartir conferencias, Alexandra se sentía angustiada, padecía continuas jaquecas y crisis nerviosas.

Finalmente, el matrimonio se rompió el 9 de agosto de 1911, cuando Alexandra decidió emprender su segundo viaje a la India. Este hecho, unido a que ella no deseaba tener hijos, acabaría precipitando la ruptura. Durante su periplo, Alexandra visitó Egipto, Ceilán, India, Sikkim, Nepal y Tíbet. A pesar de que ella dijo que estaría de vuelta en 18 meses, la realidad es que Alexandra estuvo fuera ¡14 años! En todo aquel tiempo, y aunque su matrimonio se había terminado, la pareja mantuvo una fluida correspondencia hasta la muerte de él en 1941. Por desgracia, la mayoría de estas cartas se perdieron durante la Guerra Civil China. Durante la travesía hacia Egipto, Alexandra escribiría a Philippe: "He emprendido el camino adecuado, ya no tengo tiempo para la neurastenia".

La intrépida viajera francesa quiso pasar los últimos años de su vida en una casa que compró en Digne-les-Bains, donde se dedicó a escribir sobre su vida y viajes.

Cerca de Madrás, en el sur de la India, Alexandra se enteró de que el decimotercer Dalái Lama había tenido que huir del país, por aquel entonces sublevado contra China, y que residía en el Himalaya. A partir de aquel momento se marcó como objetivo encontrarse con él, algo que conseguiría en 1912. Alexandra continuó viaje hasta Nepal, donde llegó en 1912. Una vez allí, el marajá le regaló unos elefantes para que pudiera recorrer cómodamente el país. De esa forma llegó hasta Sikkim, un pequeño reino en los Himalayas, donde conoció a un joven tibetano llamado Aphur Yongden. Primero lo contrató como criado, luego fue su discípulo y, tras finalizar su aventura por el Tíbet, se convirtió en su hijo adoptivo. Ambos comenzaron a viajar por las cumbres con la intención de llegar hasta la ciudad soñada, Lhasa, por aquel entonces bajo el mandato de funcionarios británicos, un lugar cerrado e inaccesible a los extranjeros. Alexandra y Yongden se dirigieron a Japón, Corea, Pekín y regresaron al Tíbet. De nuevo en el país, Alexandra vivió dos años y medio en el monasterio budista de Kumbum, donde fue nombrada lama. "Viví en una caverna a 4.000 metros de altitud, medité, conocí la verdadera naturaleza de los elementos y me hice yogui. Cómo había cambiado mi vida, ahora mi casa era de piedra, no poseía nada y vivía de la caridad de los otros monjes". Allí recibiría el nombre de Lámpara de Sabiduría.

Pero la prohibida Lhasa seguía siendo el objetivo final de Alexandra. La exploradora intentaba llegar una y otra vez, pero siempre acababa siendo arrestada y devuelta a la India. Al final, para poder acceder a la ciudad, Alexandra trazó un plan. Ella y Yongden se hicieron con una pequeña pistola, unas monedas de plata y algo de comida. Se disfrazaron de mendigos y empezaron a peregrinar. "Les dijimos a todos que íbamos en busca de hierbas medicinales. Yongden se hizo pasar por hijo mío. Me teñí la piel con ceniza de cacao, usé pelo de yak que teñí con tinta china negra, como si fuera la viuda de un lama brujo. Decidimos viajar de noche y descansar de día. Viajar como fantasmas, invisibles a los ojos de los demás. Alguna vez tuvimos que hervir agua y echar un trozo de cuero de nuestras botas para alimentarnos", relata la exploradora en Viaje a Lhasa. Cuando por fin llegaron a las puertas de la ciudad, una tormenta de arena les ayudó a pasar inadvertidos. A pesar de la dureza del viaje (estaban esqueléticos, demacrados y vestidos con harapos), al final lo habían conseguido. Tras cuatro meses y dos mil kilómetros a pie por el Himalaya, Alexandra logró su objetivo. Era el año 1924, y Alexandra David-Néel se había convertido en la primera mujer occidental en entrar en la capital del Tíbet.

David-Néel (centro) en Lhasa, en 1924.

El "paseo" al que se había referido Alexandra en una carta dirigida a Philippe Néel, fue en realidad una auténtica odisea. Alexandra volvió a Europa convertida en una heroína. Fue portada del Times que la definió como "la mujer sobre el techo del mundo". También recibió numerosas condecoraciones y premios: la Medalla de honor de la Sociedad Geográfica de París y la Legión de Honor. Establecida de nuevo en Francia, Alexandra compró un terreno en Digne-les-Bains, una pequeña localidad al pie de los Alpes franceses, donde construyó su casa, a la que bautizó como Samten Dzong (fortaleza de meditación). Este lugar sería desde entonces su refugio. Allí escribió más de treinta libros sobre sus aventuras, dio charlas, recibió a personalidades y siguió leyendo textos budistas. Hoy, la casa puede visitarse y se ha construido un museo junto a ella. A los 67 años de edad, Alexandra se sacó el carné de conducir y viajó en el Transiberiano hasta China, país que recorrió durante diez años. Al cumplir los 100 renovó el pasaporte. "Por si acaso", aseguró. Esta viajera incansable murió a punto de cumplir los 101 años en Samten Dzong, y sus cenizas fueron esparcidas junto a las de su querido Yongden, fallecido 14 años antes, en el río Ganges.

Ataviada con la tipica vestimenta tibetana, retratada en 1933.

9 de Septiembre de 2019

Las estadísticas de la policía dicen que en 1980 Nueva York vivió 180.235 crímenes violentos, de los que 2.228 fueron asesinatos, 5.405 violaciones y 60.329 robos con agresión. Muchos de estos delitos se perpetraron en Central Park, que por aquel entonces no era el precioso pulmón verde de la ciudad de los rascacielos que es hoy en día, sino una selva en medio de la metrópolis llena de depredadores escondidos entre la maleza. Sólo aquel año, el parque vivió más delitos graves que la suma de los registrados en toda su historia anterior desde que en 1870 se cometiese allí el primer asesinato. Una encuesta de aquella época aseguraba que el 65% de los usuarios habituales de Central Park había sido víctima o contemplado algún tipo de crimen violento.

Además, el vandalismo llenó de pintadas las maltrechas infraestructuras del parque. También en 1980 el entonces Comisionado de parques y jardines de Nueva York, Gordon Davis, asumió el reto de recuperar el parque para los neoyorquinos. Rebuscó entre sus hombres y reclutó para la causa a los mejores jardineros y paisajistas que la ciudad tenía en nómina para iniciar la transformación. Paralelamente, la policía también aumentó la vigilancia en el parque. Sin embargo, no les resultó sencillo desterrar a los delincuentes. La droga que inundaba la ‘Gran Manzana’ y la violencia de las bandas no se lo pusieron fácil. Hasta la segunda mitad de la década de los 90 no consiguieron hacerse con el control de Central Park.

Un artículo del diario ‘New York Times’ de 1998 marcó aquel año como el punto de inflexión en el que el parque dejó de ser el patio de recreo de los criminales para convertirse en el lugar de diversión familiar que conocemos hoy.

16 de Septiembre de 2019

Tomada en Tamil Nadu, luego del tsunami en el océano Índico, tomada por Arko Datta, fotografo de la agencia Reuters, quien ganó el concurso World Press en 2004, como foto del año. Despúes del tsunami muestra a una mujer indígena tendida en la arena con los brazo extendidos en duelo por la muerte de un familiar. Su pariente fallecido por una de las peores tragedias de la historia el: Tsunami del Océano Índico.

17 de Septiembre de 2019

Muestra de segregación racial en EE.UU. en la década del 30, donde los ahorcados fueron acusados de violencia, aunque nunca fueron juzgados legalmente y se sabe que no fueron culpables de nada. La multitud presa del miedo, la ignorancia y la violencia racista decidió tomar justicia por mano propia. Diez mil blancos armado fueron a la cárcel del condado a pedir justicia contra dos negros supuestamente acusados de violar a una niña blanca. Durante años hubos miles de linchamientos y muchas de esas fotos fueron convertidas en postales para mostrar la supremacía de la raza blanca en algunos estados de los EE.UU.

18 de Septiembre de 2019

Los British Wildlife Photography Awards anuncian con orgullo a los ganadores de 2019. Los premios celebran el trabajo de fotógrafos aficionados y profesionales y la belleza y diversidad de la fauna británica. Las imágenes ganadoras fueron elegidas entre miles de entradas, incluidas dos categorías juveniles para alentar a los jóvenes a conectarse con la naturaleza a través de la fotografía. Con motivo de su décimo aniversario y contribuir a la sensibilización sobre la costa; su increíble biodiversidad y las amenazas a las que se enfrenta, BWPA expandió la categoría Costa y Marina para incluir Gales, Escocia, Inglaterra e Irlanda del Norte y la Costa de Irlanda.

21 de Septiembre de 2019

Deanne Fitzmaurice, ganadora del premio Pullitzer en 2005, por la fotografía «Operación Corazón de León» , es la historia de un niño irakí de 9 años de edad que resultó gravemente herido por la violencia en el conflicto de la guerra de Irak. El niño fue llevado a un hospital de Oskland (California) , donde tuvo que someterse a decenas de complicadas cirugías. Por su valor y coraje para enfrentar esta traumática situación hizo que lo llamaran Saleh Kalhaf, «Corazón de León»

25 de Septiembre de 2019

1985, Frank Fournier, tomó la trágica imagen de la niña Omayra Sanchez atrapada en el fango y los escombros de los edificios derrumbados tras la erupción del volcán Nevado Ruiz en Colombia, el cual provocó un gigantesco alud de barro, rocas, ramas, que desvastó a la ciudad de Armero y mató a mas de 25.000 personas. Tras tres días de lucha Omayara murió de hipotermia y gangrena, su tragica muerte mostró la incapacidad de los funcionarios colombianos en responder a una tragedia con rapidez y salvar a los danmificados. Su muerte agonizante fue seguida en el mundo a traves de las cadenas televisivas por millones de personas.

Estos dos hombres tuvieron la suerte de sobrevivir, pero a duras penas podían tenerse en pie. Fue la segunda erupción volcánica más mortífera del siglo XX y una de las más letales que se han registrado en la historia, pero la mortandad no fue debido tanto a la violencia de la erupción como a la falta de previsión: en las cercanías del volcán se encontraba la población de Armero, que fue consumida por un lahar (flujos de lodo y residuos volcánicos), matando a más de un tercio de la población; otros municipios cercanos también sufrieron cientos de víctimas, pero pudieron ser evacuados a tiempo. Los lahares complicaron enormemente las tareas de rescate, elevando el recuento de víctimas hasta alrededor de 23.000. Esta desgracia pasó a la historia como “la tragedia de Armero” y lo peor es que habría podido evitarse, ya que los vulcanólogos habían lanzado avisos de una erupción inminente en las semanas previas al desastre.

26 de Septiembre de 2019

Junio de 1989, Plaza de Tianammen, en China: Es un simple mortal desconocido, de pantalón negro, camisa blanca y dos bolsas de plástico, como si viniera de la compra. Una fila de tanques T-59 trata de avanzar por la principal avenida de la ciudad, pero él se antepone y logra frenar su avance. Los tanques tratan de esquivarlo, pero insiste y se desplaza para enfrentarlos, …se sube al tanque y le habla al soldado, dicen que les dijo: «Vuelve de donde vienes y deja de matar a mi gente». Hoy lo recordamos como el «Héroe de Tiananmmen», fue reconocido como uno de los personajes mas influyentes del siglo XX por la prestigiosa revista: «The Times».

Su acción ha inspirado las revueltas desde Indonesia a Ucrania.

28 de Septiembre de 2019

En los fascinados ojos de esta muchacha -en una foto que es un emblema de la «National Geographic»- se refleja la angustia de millares de afganos que en 1985, como ella y su familia, se vieron obligados a dejar su país y buscar cobijo en un campo de refugiados en Pakistán. Los afganos huyeron por decenas de miles después que el país fue invadido por los tanques rusos a fines de 1979 para sostener un régimen comunista afín a Moscú, luchando contra la resistencia musulmana. Afganistán se convirtió durante varios años en un campo de batalla de inusual crudeza. La niña de la foto fue buscada durante 17 años por el fotógrafo, hasta dar finalmente con ella. Sharbat Gula padeció primero las penurias de los refugiados en Pakistán y, de vuelta en su país, el oprobio del régimen de los talibanes de Afganistán, que sometía a las mujeres a una condición infrahumana. Esas calamidades se reflejaron en la pérdida de brillo en estos mismos ojos.

Esta pudo haber sido la portada original. Al menos, era la seleccionada inicialmente por el editor gráfico, pero un volantazo de última hora del director de la revista provocó que la imagen que pasara a la historia fuese la que todos conocemos. La niña fue retratada por Steve McCurry cuando tenía 12 años, en junio de 1984 en el campo de refugiados de Nasir Bagh, durante la guerra de Afganistán.

El 19 de octubre de 2016 Sharbat Gula, la niña afgana famosa por protagonizar una de las portadas más conocidas de National Geographic en 1985, fue detenida en Pakistán por posesión ilegal de un documento de identidad de ese país, donde vive en un campo de refugiados.

La identidad de la niña afgana fue confirmada al 100% por inspectores forenses del FBI mediante una tecnología puntera de reconocimiento facial y la comparación de los iris de ambas fotografías.

La foto se ha convertido en un todo símbolo de la crítica situación de los refugiados y víctimas de los conflictos armados. Este graffitti fue pintado en la localidad vizcaína de Gernika, en España.

McCurry reveló el último rollo de Kodachrome 64, la mítica película surgida en la década de 1930.

Para realizar la fotografía de la niña afgana, además de película Kodachrome 64, McCurry empleó una cámara Nikon FM2 y unas lentes Nikkor 105mm Ai-S F2.5.

National Geographic creó un fondo de ayuda para jóvenes afganas llamado Afghan Girls Fund. El reencuentro fue, de nuevo, portada de la revista y dio pie a un documental para televisión y un DVD. Además, se creó una fundación no lucrativa de apoyo a las mujeres afganas que en 2008 amplió la ayuda a sus hijos.

17 años después, National Geographic financió una nueva expedición con el objetivo del reencuentro de McCurry con la niña. Gracias a ese reencuentro, el fotógrafo supo el nombre de la niña y la edad que tenía. La joven refugiada pudo ver por primera vez su retrato.

National Geographic publicó un artículo con todos los detalles de la expedición.

El fotógrafo recuerda su recelo: aquel hombre era un desconocido, y nunca la habían fotografiado. El campo de refugiados en Pakistán era un laberinto caótico de tiendas de campaña. En el interior de una de ellas, la de la escuela, aquella niña fue lo primero que llamó su atención. Al percibir su timidez, la abordó en último lugar. Ella accedió a posar.

En 2002 tenía 30 años de edad y tres hijos. Poco después de la primera fotografía se había casado con su actual marido y había regresado a una aldea de Afganistán (la primera fotografía fue realizada en un campo de refugiados de Pakistán). En el centro de la imagen vemos la portada que protagonizó en la versión española en abril de 2002: "Es ella. La historia de la muchacha afgana 17 años después".

Su autor, Steve McCurry, cuenta en su libro Untold: The Stories Behind The Photographs que la publicación de la foto en portada fue una decisión de última hora del director de la revista, en contra del consejo de su editor gráfico, que había elegido un retrato de la misma niña en el que se tapaba la cara. Otra imagen merecedora de ser portada, ciertamente. McCurry recuerda la mirada cargada de misterio y el recelo de la joven: aquel hombre era un desconocido, y nunca la habían fotografiado. El campo de refugiados en Pakistán era un laberinto caótico de tiendas de campaña. En el interior de una de ellas, la de la escuela, aquella niña fue lo primero que llamó su atención.

No te pierdas las imágenes de unos de los fotógrafos más importantes de National Geographic, autor de la mítica fotografía de la niña afgana.

Nota de prensa, Noviembre 2021:

La exposición de Steve McCurry que no te puedes perder en Madrid. Steve McCurry trae a Madrid sus fotografías más emblemáticas –incluida la famosa ‘Niña afgana’ que dio la vuelta al mundo– en la exposición ‘ICONS’.

Nota de prensa, Noviembre 2021:

Ahora el gobierno italiano acaba de anunciar en un comunicado oficial que ha dado asilo a la 'niña afgana'. "La ciudadana afgana Sharbat Gula ha llegado a Roma" explicaban en un comunicado oficial. Tal y como apuntaba el mismo comunicado, "en respuesta a las solicitudes de los miembros de la sociedad civil y, en particular, de las organizaciones sin ánimo de lucro activas en Afganistán que, después de los acontecimientos del pasado mes de agosto, recibieron el llamamiento de Sharbat Gula para que se les ayudase a salir de su país, la Presidencia del Consejo llevó a cabo el traslado a Italia en el contexto más amplio del programa de evacuación de ciudadanos afganos y a través del plan del gobierno para su recepción e integración".

29 de Septiembre de 2019

Una imagen que no ha perdido vigencia con el paso de los años y que se mantiene como un ícono es la fotografía ‘V-J Day in Times Square’ de Alfred Eisenstaedt. Una escena que ha sido reproducida innumerables veces en el cine o el teatro y que forma parte de nuestro subsconsciente colectivo. Greta Friedman murió a los 92 años de edad, de neumonía a finales de 2016, según comunicó la familia.

El 14 de Agosto de 1945, Japón se rendía definitivamente y Estados Unidos completo salía a las calles a celebrar el comienzo del fin de la guerra. Todo valía para festejar el final de aquella devastadora guerra. O quizás no ...

El momento, celebrado como un monumento artístico al fin de la guerra por décadas, adquirió un cariz distinto luego de una entrevista que Friedman le diera al Veterans History Project en 2005. "Sentí que él era muy fuerte. Me apretaba mucho. No estoy segura del beso", dijo. "Era simplemente alguien celebrando. No fue un momento romántico".

Al menos 11 hombres reclamaron ser el marinero. Y el caso de la enfermera no fue distinto.

Friedman contó en una entrevista para el Veterans History Project que no vio la foto hasta la década de los 1960s en un libro del conocido fotógrafo. Inmediatamente le escribió a la revista Life -donde se publicó originalmente la imagen-, pero le respondieron que ya habían identificado a la mujer. Y no era ella. No fue la única que dijo ser la mujer de la foto. El propio Eisenstaedt se reunió con Edith Shain, una profesora de prescolar de Beverly Hills, California, quien aseguró ser la disputada enfermera. "Es exactamente mi figura, la ropa que usé y, especialmente, mi peinado", insistió Friedman en 2005, defendiendo que era ella la de la foto.

Nacida en 1924 en Austria, bajo el nombre de Greta Zimmer, debió emigrar a Estados Unidos en 1939 junto a dos de sus hermanas tras la ocupación nazi de Austria. Otra de sus hermanas fue enviada a Medio Oriente. No volvió a ver a sus padres; ambos murieron en el holocausto. El 14 de agosto de 1945 la encontró trabajando como asistente de un dentista en pleno centro de Nueva York, por eso llevaba su vestimenta de enfermera, según contó en 2005. Se casó con un científico del ejército de EE.UU. en 1956 y se graduó en Artes en 1981.

Glenn McDuffie, el veterano de guerra estadounidense que aseguraba ser el marinero murió en una residencia de ancianos de Dallas (Texas) a principios de 2014.

30 de Septiembre de 2019

La actriz de cine Bette Davis fue la fuerza impulsora detrás de “The Hollywood Canteen”, un bar que funcionó en Hollywood durante la Segunda Guerra Mundial. El concepto era simple: comida gratis, baile y entretenimiento para los militares en camino al frente de batalla.

A pesar de que la mayoría de los asistentes al lugar eran militares estadounidenses, la “cantina” estaba abierta a los soldados y oficiales de todos los países aliados, así como a las mujeres en todas las ramas del ejército de EEUU. Por si no lo sabías, muchas de las mujeres que trabajan en la cantina eran voluntarias famosas.

El legendario Ambassador Hotel de Hollywood era demasiado pequeño para recibir a la vez a sus miembros del club de campo en el centro de la ciudad y a las estrellas de Hollywood que solía frecuentar el lugar. Así, la gerencia del sitio convirtió el salón de baile del hotel en Cocoanut Grove y agrandó su capacidad para poder recibir a 1.000 personas a la vez. Fue algo realmente grandioso al punto que en 1939 el lugar sirvió como escenario de los Premios de la Academia.

Este icónico sitio de Hollywood tenía una gran escalera y un espacio similar a Las Vegas, con monos mecánicos, palmeras y techos iluminados con estrellas. También había una cascada. Algo más: los hermanos Barrymore, propietarios del lugar, soltaban a veces a simios reales que se paseaban entre los clientes.

¿Te imaginas tomando una copa allí?

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